El Padre General reafirma el compromiso de los jesuitas en el JRS

El 24 de mayo de 2019, el P. Arturo Sosa, Superior General de la Compañía de Jesús, renovó el compromiso jesuita con el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) como obra de la Compañía.

Al final de la guerra entre Estados Unidos y Vietnam se produjo un éxodo de dos millones de vietnamitas que huían de su devastada nación. Casi un millón de personas intentaron huir por mar, con innumerables inocentes víctimas de las tormentas, el hambre y los piratas. Entre 1975 y 1995, casi 800.000 refugiados hicieron tierra en Hong Kong, Filipinas, Singapur, Tailandia, Indonesia y Malasia, pero su llegada no era sino el comienzo de una larga saga que tomó el nombre de los “Boat People”. Ya traumatizados por los horrores de la guerra en su país de origen, los refugiados vietnamitas se enfrentaban a un destino incierto puesto que su porvenir era negociado por países que se desentendían de los refugiados. Con cientos de miles de refugiados malviviendo en campamentos, el éxodo se convirtió en una crisis humanitaria que duró más de dos décadas.

Horrorizado por la triste suerte de estos “boat people” vietnamitas, el P. General jesuita, Pedro Arrupe, alertó a los miembros de su orden, que entonces eran más de 27.000, y fundó una obra para ofrecer ayuda directa a los refugiados. Quería una organización que no sólo ofreciera ayuda inmediata, como alimentos de emergencia, alojamiento y atención sanitaria, sino también servicios a más largo plazo, por ejemplo educación, capacitación laboral, asistencia psicológica y ayuda y acompañamiento jurídicos. El P. Arrupe ideó un servicio que se extendiera por todo el mundo y actuara en respuesta rápida a los desastres humanitarios, al mismo tiempo que continuaba ayudando a otros beneficiarios largo tiempo cuando ya se había extinguido la atención de los medios de comunicación.

Ése fue el nacimiento del Servicio Jesuita a Refugiados.

Fundado hace casi 40 años, hoy en día el JRS sigue respondiendo a crisis humanitarias en África, América Latina y Central, el sudeste de Europa y Oriente Medio. La misión del JRS es acompañar a los perseguidos a causa de su raza, su religión o su clase social, y también a los desplazados por conflictos, desastres naturales o desgobierno. El personal del JRS actúa en campos de refugiados, centros de detención, zonas de guerra, instituciones para refugiados urbanos y dondequiera que se encuentren personas privadas de sus derechos humanos básicos.

El 24 de mayo de 2019, el P. Arturo Sosa, Superior General de la Compañía de Jesús, renovó el compromiso jesuita con el JRS como obra de la Compañía. En una carta pública, el P. Sosa reiteró no sólo el apoyo que el JRS ha recibido de sus antecesores Superiores y de las últimas Congregaciones Generales, sino que también hizo un llamamiento a la Compañía de Jesús en general para que “ponga en práctica plenamente su visión de un mundo en el que los refugiados obtengan protección, acceso a oportunidades dignas y participen plenamente en las esferas social, política y económica en las que se encuentran”.

El apoyo al JRS no ha hecho sino crecer gracias a las “Preferencias Apostólicas Universales” de la Compañía de Jesús que se publicaron el pasado mes de febrero. Como el P. Sosa lo señala, en esas ‘PAUs’, resultado de más de un año de discernimiento comunitario y entregadas a la Compañía de Jesús como misión directa por parte del Papa Francisco, se identifican cuatro “acentos” para los ministerios de la Compañía en los próximos 10 años, y uno de los cuatro es “Caminar con los excluidos”. Con esta carta del General, se puede decir que los jesuitas del siglo XXI quedan bien orientados para perpetuar la acción positiva iniciada por la Compañía del pasado.

Puedes leer la carta del Padre General en el siguiente link 

Fuente: Jesuitas Lationamérica

El Papa a Cáritas: En los pobres se esconde el rostro de Cristo

“La caridad no es una idea o un sentimiento de piedad, sino un encuentro vivencial con Cristo”, subrayó el Santo Padre Francisco a los 400 participantes en la XXI Asamblea General de Caritas Internacional, que se llevó adelante en Roma desde el 23 hasta el 28 de mayo.

Francisco agradeció en primer lugar el saludo que le dirigió el presidente de Cáritas Internacional, cardenal Peter Turkson y saludó a “todos los que en sus respectivos países están comprometidos con el servicio de la caridad”.

En su discurso el pontífice centró su reflexión en tres palabras clave: caridad, desarrollo integral y comunión.

Caridad

“No es un acto estéril ni una simple ofrenda para silenciar nuestra conciencia”, precisó Francisco e instando a no olvidar que “la caridad tiene su origen en su esencia en Dios mismo”. Es el abrazo de Dios, nuestro Padre, a cada persona, especialmente a los más pequeños y a los que sufren, que ocupan un lugar preferencial en su corazón.

Si consideramos la caridad como un ‘servicio’ la Iglesia se convertiría en una ‘agencia humanitaria’ y el servicio de la caridad en su ‘departamento de logística’. Pero la Iglesia no es nada de esto, es algo diferente y mucho más grande: es, en Cristo, el signo e instrumento del amor de Dios por la humanidad y por toda la creación, nuestro hogar común”.

Desarrollo integral

Refiriéndose al desarrollo integral, el Papa explicó que “en el servicio de la caridad está en juego la visión del hombre, que no puede reducirse a un solo aspecto, sino que implica a todo el ser humano como hijo de Dios, creado a su imagen.

“Los pobres, dijo el pontífice, son sobre todo personas, y sus rostros ocultan el de Cristo mismo”. Y como “signos de su cuerpo crucificado tenemos el deber de alcanzarlos incluso en los suburbios más extremos y en los sótanos de la historia con la delicadeza y la ternura de la Madre Iglesia. Debemos aspirar a la promoción de toda la persona y de todos los hombres para que sean autores y protagonistas de su propio progreso”.

“El servicio de la caridad debe elegir la lógica del desarrollo integral como antídoto a la cultura del descarte y de la indiferencia”.

Asimismo recordó el Santo Padre que “la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual” porque, “la gran mayoría de los pobres tienen una apertura especial a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad. Por eso, la opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria”.

Comunión

A continuación Su Santidad definió la tercera palabra: comunión, “central en la Iglesia” porque “define su esencia”. “Es la comunión en Cristo y en la Iglesia la que anima, acompaña y sostiene el servicio de la caridad, tanto en las propias comunidades como en las situaciones de emergencia en todo el mundo. De este modo, la diaconía de la caridad se convierte en un instrumento visible de comunión en la Iglesia” y es por eso que como Confederación, son acompañados “por el Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral”, al que agradeció “su apoyo a la misión eclesial de Caritas Internationalis”.

Por último Francisco exhortó a los presentes a vivirlos “con el estilo de la pobreza, la gratuidad y la humildad”.

No se puede vivir la caridad, dijo el Papa, “sin hacerse cercano a  los pobres”, que “no son números sino personas”. Con ellos se aprende a “practicar la caridad en el espíritu de la pobreza, aprendemos que la caridad es compartir”.

Francisco advirtió entonces que no sólo la caridad que no llega al bolsillo es una falsa caridad, sino que la caridad que no implica el corazón, el alma y todo nuestro ser es una idea de caridad que aún no se ha realizado”. Y llamó la atención a tener cuidado de “no caer en la tentación de vivir una caridad hipócrita o engañosa, una caridad identificada con la limosna, con la beneficencia, o como una píldora calmante para nuestras conciencias inquietas”.

“Eviten, advirtió el Santo Padre a los miembros de Cáritas, asimilar el trabajo de la caridad con la eficacia filantrópica o con la eficiencia de la planificación o con una organización exagerada y efervescente” y afirmó seguidamente que “es escandaloso ver a los operadores de la Caridad que la convierten en negocio” refiriéndose a quienes hablan de la Caridad “pero viven en el lujo o la disipación u organizan Foros sobre la Caridad desperdiciando tanto dinero innecesariamente. Duele mucho ver que algunos operadores de caridad se convierten en funcionarios y burócratas” aseveró.

Al respecto concluyó reiterando que la caridad es “el deseo de vivir con el corazón de Dios que no nos pide tener un amor genérico, afecto, solidaridad, hacia los pobres, sino de encontrar a Él mismo en ellos con el estilo de la pobreza”.

 

Fuente: AICA

Mensaje de Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2019

“No se trata sólo de migrantes”

El pasado lunes, 27 de mayo, se publicó el mensaje del Papa Francisco para la jornada mundial del migrante y el refugiado que será el 29 de septiembre de este año.

Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

La fe nos asegura que el Reino de Dios está ya misteriosamente presente en nuestra tierra (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 39); sin embargo, debemos constatar con dolor que también hoy encuentra obstáculos y fuerzas contrarias. Conflictos violentos y auténticas guerras no cesan de lacerar la humanidad; injusticias y discriminaciones se suceden; es difícil superar los desequilibrios económicos y sociales, tanto a nivel local como global. Y son los pobres y los desfavorecidos quienes más sufren las consecuencias de esta situación.

Las sociedades económicamente más avanzadas desarrollan en su seno la tendencia a un marcado individualismo que, combinado con la mentalidad utilitarista y multiplicado por la red mediática, produce la “globalización de la indiferencia”. En este escenario, las personas migrantes, refugiadas, desplazadas y las víctimas de la trata, se han convertido en emblema de la exclusión porque, además de soportar dificultades por su misma condición, con frecuencia son objeto de juicios negativos, puesto que se las considera responsables de los males sociales. La actitud hacia ellas constituye una señal de alarma, que nos advierte de la decadencia moral a la que nos enfrentamos si seguimos dando espacio a la cultura del descarte. De hecho, por esta senda, cada sujeto que no responde a los cánones del bienestar físico, mental y social, corre el riesgo de ser marginado y excluido.

Por esta razón, la presencia de los migrantes y de los refugiados, como en general de las personas vulnerables, representa hoy en día una invitación a recuperar algunas dimensiones esenciales de nuestra existencia cristiana y de nuestra humanidad, que corren el riesgo de adormecerse con un estilo de vida lleno de comodidades. Razón por la cual, “no se trata sólo de migrantes” significa que al mostrar interés por ellos, nos interesamos también por nosotros, por todos; que cuidando de ellos, todos crecemos; que escuchándolos, también damos voz a esa parte de nosotros que quizás mantenemos escondida porque hoy no está bien vista.

«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!» (Mt 14,27).

No se trata sólo de migrantes, también se trata de nuestros miedos. La maldad y la fealdad de nuestro tiempo acrecienta «nuestro miedo a los “otros”, a los desconocidos, a los marginados, a los forasteros […]. Y esto se nota particularmente hoy en día, frente a la llegada de migrantes y refugiados que llaman a nuestra puerta en busca de protección, seguridad y un futuro mejor. Es verdad, el temor es legítimo, también porque falta preparación para este encuentro» (Homilía, Sacrofano, 15 febrero 2019). El problema no es el hecho de tener dudas y sentir miedo. El problema es cuando esas dudas y esos miedos condicionan nuestra forma de pensar y de actuar hasta el punto de convertirnos en seres intolerantes, cerrados y quizás, sin darnos cuenta, incluso racistas. El miedo nos priva así del deseo y de la capacidad de encuentro con el otro, con aquel que es diferente; nos priva de una oportunidad de encuentro con el Señor (cf. Homilía en la Concelebración Eucarística de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, 14 enero 2018).

 

 

«Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos?» (Mt 5,46).

No se trata sólo de migrantes: se trata de la caridad. A través de las obras de caridad mostramos nuestra fe (cf. St 2,18). Y la mayor caridad es la que se ejerce con quienes no pueden corresponder y tal vez ni siquiera dar gracias. «Lo que está en juego es el rostro que queremos darnos como sociedad y el valor de cada vida […]. El progreso de nuestros pueblos […] depende sobre todo de la capacidad de dejarse conmover por quien llama a la puerta y con su mirada estigmatiza y depone a todos los falsos ídolos que hipotecan y esclavizan la vida; ídolos que prometen una aparente y fugaz felicidad, construida al margen de la realidad y del sufrimiento de los demás» (Discurso en la Cáritas Diocesana de Rabat, 30 marzo 2019).

«Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció» (Lc 10,33).

No se trata sólo de migrantes: se trata de nuestra humanidad. Lo que mueve a ese samaritano, un extranjero para los judíos, a detenerse, es la compasión, un sentimiento que no se puede explicar únicamente a nivel racional. La compasión toca la fibra más sensible de nuestra humanidad, provocando un apremiante impulso a “estar cerca” de quienes vemos en situación de dificultad. Como Jesús mismo nos enseña (cf. Mt 9,35-36; 14,13-14; 15,32-37), sentir compasión significa reconocer el sufrimiento del otro y pasar inmediatamente a la acción para aliviar, curar y salvar. Sentir compasión significa dar espacio a la ternura que a menudo la sociedad actual nos pide reprimir. «Abrirse a los demás no empobrece, sino que más bien enriquece, porque ayuda a ser más humano: a reconocerse parte activa de un todo más grande y a interpretar la vida como un regalo para los otros, a ver como objetivo, no los propios intereses, sino el bien de la humanidad» (Discurso en la Mezquita “Heydar Aliyev” de Bakú, Azerbaiyán, 2 octubre 2016).

«Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial» (Mt 18,10).

No se trata sólo de migrantes: se trata de no excluir a nadie. El mundo actual es cada día más elitista y cruel con los excluidos. Los países en vías de desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos mercados privilegiados. Las guerras afectan sólo a algunas regiones del mundo; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otras regiones, que luego no quieren hacerse cargo de los refugiados que dichos conflictos generan. Quienes padecen las consecuencias son siempre los pequeños, los pobres, los más vulnerables, a quienes se les impide sentarse a la mesa y se les deja sólo las “migajas” del banquete (cf. Lc 16,19-21). La Iglesia «en salida […] sabe tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24). El desarrollo exclusivista hace que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. El auténtico desarrollo es aquel que pretende incluir a todos los hombres y mujeres del mundo, promoviendo su crecimiento integral, y preocupándose también por las generaciones futuras.

«El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos» (Mc 10,43-44).

No se trata sólo de migrantes: se trata de poner a los últimos en primer lugar. Jesucristo nos pide que no cedamos a la lógica del mundo, que justifica el abusar de los demás para lograr nuestro beneficio personal o el de nuestro grupo: ¡primero yo y luego los demás! En cambio, el verdadero lema del cristiano es “¡primero los últimos!”. «Un espíritu individualista es terreno fértil para que madure el sentido de indiferencia hacia el prójimo, que lleva a tratarlo como puro objeto de compraventa, que induce a desinteresarse de la humanidad de los demás y termina por hacer que las personas sean pusilánimes y cínicas. ¿Acaso no son estas las actitudes que frecuentemente asumimos frente a los pobres, los marginados o los últimos de la sociedad? ¡Y cuántos últimos hay en nuestras sociedades! Entre estos, pienso sobre todo en los emigrantes, con la carga de dificultades y sufrimientos que deben soportar cada día en la búsqueda, a veces desesperada, de un lugar donde poder vivir en paz y con dignidad» (Discurso ante el Cuerpo Diplomático, 11 enero 2016). En la lógica del Evangelio, los últimos son los primeros, y nosotros tenemos que ponernos a su servicio.

«Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10,10).

No se trata sólo de migrantes: se trata de la persona en su totalidad, de todas las personas. En esta afirmación de Jesús encontramos el corazón de su misión: hacer que todos reciban el don de la vida en plenitud, según la voluntad del Padre. En cada actividad política, en cada programa, en cada acción pastoral, debemos poner siempre en el centro a la persona, en sus múltiples dimensiones, incluida la espiritual. Y esto se aplica a todas las personas, a quienes debemos reconocer la igualdad fundamental. Por lo tanto, «el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre» (S. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 14).

«Así pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios» (Ef 2,19).

No se trata sólo de migrantes: se trata de construir la ciudad de Dios y del hombre. En nuestra época, también llamada la era de las migraciones, son muchas las personas inocentes víctimas del “gran engaño” del desarrollo tecnológico y consumista sin límites (cf. Carta enc. Laudato si’, 34). Y así, emprenden un viaje hacia un “paraíso” que inexorablemente traiciona sus expectativas. Su presencia, a veces incómoda, contribuye a disipar los mitos de un progreso reservado a unos pocos, pero construido sobre la explotación de muchos. «Se trata, entonces, de que nosotros seamos los primeros en verlo y así podamos ayudar a los otros a ver en el emigrante y en el refugiado no sólo un problema que debe ser afrontado, sino un hermano y una hermana que deben ser acogidos, respetados y amados, una ocasión que la Providencia nos ofrece para contribuir a la construcción de una sociedad más justa, una democracia más plena, un país más solidario, un mundo más fraterno y una comunidad cristiana más abierta, de acuerdo con el Evangelio» (Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2014).

Queridos hermanos y hermanas: La respuesta al desafío planteado por las migraciones contemporáneas se puede resumir en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Pero estos verbos no se aplican sólo a los migrantes y a los refugiados. Expresan la misión de la Iglesia en relación a todos los habitantes de las periferias existenciales, que deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. Si ponemos en práctica estos verbos, contribuimos a edificar la ciudad de Dios y del hombre, promovemos el desarrollo humano integral de todas las personas y también ayudamos a la comunidad mundial a acercarse a los objetivos de desarrollo sostenible que ha establecido y que, de lo contrario, serán difíciles de alcanzar.

Por lo tanto, no solamente está en juego la causa de los migrantes, no se trata sólo de ellos, sino de todos nosotros, del presente y del futuro de la familia humana. Los migrantes, y especialmente aquellos más vulnerables, nos ayudan a leer los “signos de los tiempos”. A través de ellos, el Señor nos llama a una conversión, a liberarnos de los exclusivismos, de la indiferencia y de la cultura del descarte. A través de ellos, el Señor nos invita a reapropiarnos de nuestra vida cristiana en su totalidad y a contribuir, cada uno según su propia vocación, a la construcción de un mundo que responda cada vez más al plan de Dios.

Este es el deseo que acompaño con mi oración, invocando, por intercesión de la Virgen María, Nuestra Señora del Camino, abundantes bendiciones sobre todos los migrantes y los refugiados del mundo, y sobre quienes se hacen sus compañeros de viaje.

Fuente: Vatican.va

Campaña Todos Somos Hermanos: Informe Mayo 2019

En octubre del año pasado, la Conferencia de Provinciales de América Latina lanzó la campaña ‘Todos somos hermanos’; con el objetivo de recaudar fondos para los jesuitas y obras de la provincia venezolana. Ahora, el Padre Roberto Jaramillo SJ (presidente de CPAL) comparte un informe sobre los frutos que va teniendo la campaña.

Por P. Roberto Jaramillo SJ

En octubre del año 2018 hemos lanzamos la primera edición de la CAMPAÑA TODOS SOMOS HERMANOS, esta vez en favor de los jesuitas y las obras apostólicas de la provincia de Venezuela.

Ha sido esta una experiencia positiva y exitosa de fraternidad y solidaridad del Cuerpo Apostólico. Ciento veintiocho obras, comunidades y provincias desde toda América Latina, de España, Nepal, Corea, Irlanda, Lituania, Macao, Taiwán, Filipinas, Bélgica, Croacia y Australia han estado contribuyendo con esta causa.

Seguimos en campaña hasta cerrar los doce meses (septiembre 2019). Agradeciendo a todos, queremos compartir con ustedes los resultados obtenidos hasta ahora y alguna información general sobre la proveniencia y el destino de esos fondos:

  • TOTAL OFRECIDO: USD 755.844
  • Depositados (entregados) en la Provincia: USD 350.773
  • Transferidos a través de las cuentas CPAL: USD 320.001
  • En proceso de ser colectados (hasta sept/19): USD 85.070
  • Destino general de esas donaciones:

 

Fuente: Jesuitas Lationamérica

Reflexión del Evangelio – Domingo 2 de Junio

Evangelio según San Lucas 24, 46-53

Jesús dijo a sus discípulos: “Así está escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto. Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto”. Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.

Reflexión del Evangelio – Por Pablo Michel SJ

Hoy Jesús Resucitado asciende al cielo y vuelve junto a su Padre, la fuente de todo. Podría parecer esto un motivo de tristeza para sus discípulos, pero no lo es. La escena que nos describe Lucas relata que ellos experimentan consolación y vuelven a Jerusalén llenos de alegría. Acaso porque Jesús les recuerda – con tres mensajes muy simples – el sentido pleno de sus vidas y su misión en este mundo.

En primer lugar, Jesús señalará a sus discípulos la importancia de hacer memoria de aquello que han experimentado en primera persona. Ustedes son testigos. Sabe Jesús con qué facilidad olvidamos quiénes somos, lo que hemos visto y oído, y todo el bien que se nos ha regalado. Hacer memoria de esto simplemente nos salva. La memoria es la sede privilegiada de amor que se ha dado por mí, hasta un extremo imposible. El Hijo se ha hecho hombre para salvarnos de la nada, para plenificar nuestra vida, para que tengamos vida en abundancia. Su vida fue una entrega sin reservas, y hasta las últimas consecuencias. Y su Padre lo resucitó de la muerte. Nosotros somos testigos de esto. Quizás esta sea nuestra identidad más profunda, la de ser testigos de un amor sin condiciones, la de ser testigos que el amor vence a la muerte.

Lo segundo que regala Jesús a sus discípulos es una promesa. “Mi Padre los revestirá con una fuerza que viene de lo alto”. Nunca más estarán solos. La presencia del Dios con nosotros se reconfigura. El Espíritu nos habitará y dará impulso a nuestra misión. Jesús sabe por su experiencia humana lo difícil que es para nosotros el ser fieles a lo que hemos experimentado. Sabe que somos demasiado frágiles y demasiado débiles para vivir de acuerdo a un amor tan grande. Será sólo poniendo nuestra confianza en la fuerza que se nos regala de lo alto, que podremos caminar con Jesús hacia el Padre.

Lo tercero y último es una bendición. Con mucho cariño Jesús levanta sus manos y bendice a sus amigos. Creemos en un Dios que nos bendice. Que quiere bondad para nuestra vida y que se ilusiona con que podamos amar como él nos ama. Es frente a un Dios así que nos postramos, como los discípulos. En este ida y vuelta se da algo de aquello que decía Ireneo de Lyon: “la gloria de Dios es que el hombre viva, y la vida del hombre es la visión de Dios…”

Fuente: Red Juvenil Ignaciana

“Una sola familia, una casa común” – Asamblea General de Caritas Internationalis

El 23 de mayo pasado tuvo lugar la conferencia de prensa de presentación de la XXI Asamblea General de Caritas Internationalis, que ha iniciado sus trabajos en Roma, con foros, uno dedicado a los jóvenes y otro a las mujeres

En la conferencia de prensa intervinieron el arzobispo de Manila y presidente del organismo, cardenal Luis Tagle, el secretario general de Caritas Internationalis; Michel Roy, y María José Alexander, mexicana y director ejecutivo de Caritas Somalia.

La Asamblea analizará el tema inspirado en la encíclica del papa Francisco, Laudato Sí, con el objetivo de trabajar juntos para protegernos unos a otros y nuestro planeta es esencial para nuestra supervivencia, afirma Caritas.

XXI Asamblea General Caritas Internationalis

Este año están participando en la Asamblea general, 450 delegados de 150 miembros organizaciones de Caritas, el cardenal dijo que es un récord. Esto significa que se está ante una ocasión especial para reflexionar y profundizar el tema elegido, que, como dijo el card. Tagle, “es un tema muy cercano a la espiritualidad de la enseñanza de la Laudato si, es responsabilidad de todos hacia los demás, hacia el prójimo, como hermanos. Somos una sola familia humana, compartimos la misma humanidad. Es necesario una ecología humana y ambiental para el futuro lo dijo el Papa, no una contra la otra juntas en forma integral. Es necesario curar nuestra casa común”.

El cardenal y el Secretario General de Caritas Internationalis, dieron la bienvenida a María José Alexander, la directora más joven de una Caritas nacional, Caritas Somalia. María José también habló sobre la importancia de movilizar a los jóvenes.

Esta tarde la misa de apertura presidida por el Papa

Al final de la asamblea se elegirá la directiva del organismo, el Cardenal Tagle será confirmado como Presidente de Caritas para un segundo periodo de cuatro años durante la Asamblea General. Además se elegirá al nuevo Secretario General, al nuevo Tesorero y también a otros responsables superiores. Se acordará, además, la dirección estratégica de la Confederación para los próximos cuatro años y se discutirán nuevas políticas, como la política de salvaguardia.  

Entre los ponentes invitados se encuentran José Graziano da Silva, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, y el Cardenal Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo, Perú, y figura destacada de la REPAM, la red de la Iglesia Católica para la defensa de los derechos de las personas que viven en la Amazonia.

Los dos foros de ayer, dedicados a los jóvenes y mujeres, representan el papel de los jóvenes en la vida de la Iglesia y para la cura de la casa común.  No hay un discurso adecuado sin la dignidad humana de las mujeres y su participación.

Marco Estratégico

El Secretario general, Michel Roy dijo que se discutirá el cuadro estratégico en base al tema. Una de las estrategias de Caritas es la sobrevivencia  de la humanidad, el modelo de desarrollo hay que cambiarlo.

El Marco Estratégico 2019-2023 refleja el trabajo que las organizaciones miembro de Caritas quieren llevar a cabo de forma conjunta como confederación, operando a través de sus estructuras internacionales y regionales. El Marco Estratégico está basado en las cinco Orientaciones Estratégicas de Caritas.

Fuente: Vatican News

Encuentro Internacional por la Paz – Septiembre 2019

Madrid se convertirá en capital mundial de la paz al acoger el “Encuentro Internacional por la Paz” del 15 al 17 de septiembre, y en el que líderes de diferentes religiones leerán un manifiesto conjunto por la paz.

El Encuentro Internacional por la Paz de este año pretende precisamente poner en relieve la necesidad de construir la paz entre todos uniendo religiones, culturas, organizaciones y personas, y para ello reunirá a 400 personalidades religiosas de 60 países de los cinco continentes y miles de peregrinos. El lema: “Paz sin fronteras”, es la continuación de un camino iniciado por San Juan Pablo II, que en 1986 reunió en Asís a cientos de exponentes de las iglesias cristianas y las grandes religiones mundiales.

El evento ha sido impulsado por la arquidiócesis de Madrid y la Comunidad de Sant’Egidio, siendo esta última una de las organizaciones más destacadas a  nivel mundial por promover encuentros internacionales de oración por la paz con carácter ecuménico.​ Se trata además de un evento “abierto” a todos los representantes de las iglesias y comunidades cristianas así como a líderes de las grandes religiones mundiales, intelectuales, humanistas, representantes de organizaciones de la sociedad civil y de la política, y mujeres y hombres creyentes y no creyentes.

¿Cómo participar?

Los interesados en asistir al evento, o alguna de las actividades en programa, deberán inscribirse en la web paz2019.org. antes del 15 de julio y después podrán recoger sus entradas a partir del 2 de septiembre en la secretaría del encuentro. La participación es totalmente gratuita.

Fuente: Vatican News

Roberto Jaramillo: «Cuba siempre ha merecido y gozado de una atención especial de nosotros”

Compartimos una entrevista realizada por Julio Pernús al P. Roberto Jaramillo S.J., Presidente de la Conferencia de Provinciales Jesuitas en América Latina y el Caribe (CPAL), durante su visita Cuba para participar en la 37ª Asamblea de la CPAL.

¿Quién es Roberto Jaramillo, SJ?

Yo soy un jesuita de origen colombiano que funge como presidente de la CPAL desde hace dos años, específicamente desde marzo de 2017. En la oficina de Lima cuento con un equipo de tres compañeros que me acompañan: un brasilero que es secretario, encargado de las Redes de Educación: FLACSI (educación primaria y secundaria), Fe y Alegría y AUSJAL (educación universitaria); también cuento con un jesuita, Mario Serrano, dominicano, que funge como responsable de todas las Redes Sociales: centros indígenas, centros sociales y de comunicación, radios, migrantes etc… El otro compañero es un colombiano, Hermann Rodríguez, responsable de formación, juventudes y la economía de la conferencia. Somos cuatro, vivimos en Lima y ese es mi ambiente actualmente.

¿Cómo se decide hacer la Asamblea de la CPAL en un país tan “sui géneris” como Cuba?

Siempre tenemos las asambleas bianuales y hay como una especie de ruleta, de forma que cada provincia recibe la asamblea cada seis años. Y cuando le tocó el turno a las Antillas, vimos la oportunidad de volver a Cuba. Hace mucho tiempo que no se hacía en tu país; creo yo que desde un largo tiempo atrás, porque siempre se escogía la República Dominicana, pero ya nos ves, aquí estamos. Cuba es uno de los territorios prioritarios dentro del Proyecto Apostólico Común (PAC) de la CPAL. Nosotros hemos sido muy bien recibidos y la gente está admirada de la gentileza, el cariño ofrecido por los jesuitas y ustedes, los miembros del pueblo cubano.

¿Cuáles son los temas que se han debatido en la Asamblea y esto qué impacto tendrá de cara al trabajo de la Compañía en América Latina y el Caribe?

En las asambleas usualmente debatimos muchas cosas, ya que en ellas participan doce provinciales que son parte de la CPAL; ellos tienen voz y voto, más el presidente de la institución, o sea yo. También son convocados los asistentes del Padre General de la Compañía de Jesús, que vienen de Roma; usualmente son dos asistentes, pero en esta oportunidad hay tres, porque hay uno que va a terminar su período. También participan cuatro superiores de la región: el de Cuba, que es el superior de la sección, el representante de la preferencia apostólica de la Amazonía en  Brasil, el superior de la región de Haití y el de la región de Guyana–Jamaica, que es una misma .

Además, en esta ocasión invitamos al padre Alfredo Ferro, que es el coordinador del Proyecto Panamazónico, Servicio Jesuita en la Panamazonía, quien nos ha mostrado todo el panorama de lo que se hace con respecto a la REPAM, que es la red de trabajo ignaciana en la cuenca del Amazonas, quien participará del Sínodo de la región amazónica en octubre.

Hemos estado también compartiendo las situaciones de las diferentes provincias como parte de nuestro servicio apostólico. El plato grueso de esta reunión, además de todas las decisiones que debemos tomar a nivel de las 14 redes apostólicas de la CPAL, ha sido el de pensar cómo vamos a realizar el cuarto año de teología que todos los jesuitas deben cursar. El cuarto año, en este momento, es una etapa que no está muy bien definida; unas provincias lo hacen de una manera y otros en forma distinta. Entonces, dedicaremos dos días a realizar un discernimiento sobre este tema, para preguntar a Dios las mejores maneras para vivir este proceso y de ahí podremos sacar propuestas para proponer a los jóvenes de la Compañía para realizar ese cuarto año.

También hemos tenido alguna tarde para conocer la ciudad, visitar algunos lugares importantes. Visitamos la iglesia de Reina y el Centro Loyola y pudimos encontrarnos con los jesuitas de La Habana en el Centro de Espiritualidad Pedro Arrupe (CEPA), en el Vedado, además de toda una serie de actividades, que son parte del acontecer habitual de un grupo como este a quien toca evaluar y realizar acciones comunes sobre el acontecer cotidiano en temas como formación, la etapa de tercera probación y las preferencias apostólicas universales, que acaba de señalar el Padre General.

Al estar en Cuba, creo que hay una pregunta obligatoria: ¿cómo se visualiza desde la CPAL nuestra isla?

Cuba, de conjunto con Haití y la Amazonía, son los tres territorios prioritarios del Proyecto Apostólico Común (PAC) de la CPAL; siempre ha merecido y gozado de una atención especial de parte de nosotros; venir aquí es un desafío porque muestra a los provinciales, que son los responsables de los recursos humanos, las urgencias y las necesidades de la Compañía, no sólo la historia, sino el hoy de Cuba. Yo creo que se hace un esfuerzo muy loable y valioso para acompañar la “densificación del sujeto” -como diría Pedro Trigo, un famoso jesuita venezolano-, la formación humana y espiritual de los sujetos, además de los pueblos, que son la base de cualquier cambio posible. Se hace un trabajo profético en ese sentido en esta isla.

Otro aspecto importante de la vida pastoral de Cuba tiene que ver con la tercera probación. A Cuba, durante nueve años, vinieron “tercerones”, estudiantes jesuitas de todo el mundo, ya al final de su formación. Así que esperamos y rezamos porque, después de un tiempo de descanso tomado por Benjamín González-Buelta, SJ, pueda retomarse esa experiencia en Cuba, tal vez con otro instructor. Por eso considero que Cuba está también muy presente en la vida de toda la CPAL; de ahí que no deje de tener un valor agregado el estar aquí y conocer las historias de lucha de tu pueblo. Hablo desde la pobreza de nuestras provincias, porque tampoco es que contemos con provincias absolutamente holgadas en cuanto a número y recursos.

Si tú comparas las dimensiones de Cuba con las de Brasil, tal vez haya una densidad poblacional jesuítica más fuerte en tu país que en aquel gigante sudamericano. Pero, yo comprendo que son situaciones diferentes; por eso, en medio de nuestra precariedad por todas partes, queremos ser solidarios también con la Amazonía, Haití y esta bella isla, de modo que podamos dibujar una experiencia de fraternidad y solidaridad. Yo espero que en estas reuniones, el superior de Cuba y el provincial de las Antillas puedan encontrar espacios para motivar a que cada vez vengan más jesuitas a colaborar, conocer y servir a este pueblo, que tanto lo necesita.

¿Alguno de sus sueños como presidente de la CPAL…?

Yo tengo dos años al frente de la CPAL y usualmente son tres o seis años en los cargos de responsabilidad en la Compañía; si a los tres años uno no lo ha hecho muy mal, lo dejan seis. Por lo tanto me puede quedar de uno a cuatro años en esta labor. Yo digo que tengo como la función de animar el trabajo que los otros hacen, algo un poco atípico. En ocasiones, mi servicio es similar al de un director de orquesta, que no es especialista en ningún instrumento, pero vigila porque la gente toque bien lo que sabe y lo haga de forma armónica junto con otros.  Y esa armonía tiene que ver con los planes y desafíos de las otras Conferencias de Provinciales. Somos seis en todo el mundo. Tenemos especiales relaciones con la Conferencia de Estados Unidos y Canadá; de hecho, el Caribe como Cuenca-Caribe, representa un lugar común donde nos encontramos; por ejemplo, Haití pertenece a la Conferencia del Norte, pero participa en nuestras reuniones; aquí está el superior de esa sección.

Te puedo decir que las seis conferencias soñamos y tratamos de realizar un trabajo colaborativo. Hay jesuitas de Asia en Guyana, hay jesuitas de Europa trabajando en Cuba, Perú o Venezuela. Quizás, una de mis funciones principales, como presidente, es intentar desde nuestro contexto, tejer esas redes con el mundo; yo creo que lo intentamos con fuerza, pero no lo conseguimos siempre.

Como despedida de nuestra charla, el Padre Roberto Jaramillo quiso enviar un mensaje especial a los laicos cubanos.

Mira, yo visité las obras de la Isla hace unos cuatro años cuando era delegado del apostolado social; estuve en Santiago, Camagüey, conocí los Centros Loyola y te puedo decir que llevo a la gente que conocí en ese momento en el corazón; admiré mucho su capacidad de resiliencia, esperanza y lucha. Creo que con ustedes, los laicos cubanos, vemos de forma más sencilla el evangelio y se nos hace más sencillo comprender que el mundo hay que vivirlo como un don de Dios.

Yo reconozco todos los desafíos que experimentan en tu país y acompaño con mi oración su búsqueda para crear una sociedad más justa, participativa, democrática, abierta y plural. Por supuesto, comprendo que esa es una labor que se debe realizar día a día. Como son tan poquitos los jesuitas en la Isla, siento que ustedes los laicos amplían el cuerpo apostólico de la Compañía, las preferencias y las invitaciones de la Congregación; el mensaje del Evangelio es para el cuerpo todo del pueblo de Dios.

A mí me alegra mucho poder saludarles por este medio también y animarles porque somos cuerpo. Y quiero que sepas que cada uno de nosotros tiene un papel. Así como dice San Pablo, el ojo no le puede decir al dedo pequeño del pie que no lo necesita porque no ve; todos somos importantes, algunos visibles, otros menos visibles, pero todos somos parte del cuerpo de Cristo y de la Compañía.  

Además de saludarles y agradecerles por lo que hacen, deseo animarles a que sigan participando de este cuerpo que es mayor que el reducido grupo de jesuitas. Yo creo que la Iglesia cubana es una Iglesia de resistencia y fermento; siento que es una comunidad que ha comenzado a manifestar, desde hace algunos años, su fuerza con densidad. Ustedes deben ser los que propongan a la Iglesia latinoamericana caminos menos clericales, más ministeriales, dado que son mayores sus dificultades a nivel de vocaciones y de prácticas sociales, religiosas o litúrgicas. Cuba tiene una potencialidad de servicios diversos, de apostolados diversos y carismas, que deben ser ofrecidos a América Latina en su totalidad y en particular a la Compañía de Jesús. Nosotros se lo agradeceremos siempre.

Fuente: CPAL SJ

Las 7 ‘llagas sociales’ que indignan a los obispos brasileños

El 10 de mayo concluyó la 57° Asamblea General de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) en el Santuario Nacional de Aparecida.

Durante la cita anual más importante del episcopado brasileño, que convocó a más de 300 obispos activos, además de casi 200 eméritos y representantes de organismos eclesiales, fueron elegidos los nuevos directivos, se definieron las ‘Directrices de Acción Evangelizadora’ para los próximos cuatro años, y se reflexionó en torno al Sínodo Panamazónico que tendrá lugar en Roma, del 6 al 27 de octubre.

Crisis múltiple

La Asamblea General también le ha tomado el pulso a la realidad nacional y, concretamente, a “la crisis ética, política, económica y cultural que se ha encrudecido cada vez más en Brasil”.

De ello da cuenta el Mensaje de la CNBB al pueblo brasileño, donde se destacan siete ‘llagas sociales’ denunciadas por los obispos del país que, al mismo tiempo, convocan a la Iglesia a “empeñar todas sus fuerzas en la superación de lo que se opone al Reino de justicia y de paz inaugurado por Jesús”.

  1. El liberalismo exacerbado y perverso

La imposición exacerbada y perversa de políticas liberales que “deshidratan el Estado casi al punto de eliminarlo”, trae consigo “el aumento de las desigualdades y la concentración de renta en niveles intolerables, tornando a los ricos cada vez más ricos a costa de los pobres cada vez más pobres, conforme ya recordaba el papa Juan Pablo II en la Conferencia de Puebla (1979)”. De ahí que la Campaña de la Fraternidad de este año haya acentuado la necesidad de “políticas públicas que aseguren la participación, la ciudadanía y el bien común”.

  1. El ‘cáncer social’ de la corrupción

La corrupción, calificada por el papa Francisco como “cáncer social”, está presente en diversas estructuras del país y es, como tal, “una de las causas de la pobreza y la exclusión social”. Combatir la corrupción tiene que ver con “un cambio de mentalidad que lleve a la persona a comprender que su valor no está en tener, sino en ser y que su vida se mide no por su capacidad de consumir, sino de compartir”.

  1. La educación amenazada

En Brasil, una de las consecuencias de la corrupción se refleja en el desvío de recursos que podrían destinarse a la inversión en educación. La CNBB clama a favor de la educación, “gravemente amenazada con la reducción de recursos, el retiro de disciplinas necesarias en la formación humana y la falta de consideración de la importancia de las investigaciones”.

  1. El crecimiento del desempleo

El escandaloso número de desempleados brasileños –más de 13 millones–, al que se suman los subempleados –28 millones–, demuestran la ineficacia de las medidas asumidas, hasta ahora, para combatir esta ‘llaga social’.  Al igual que en su mensaje del pasado 1º de mayo, los obispos de Brasil reclaman al gobierno “preservar los derechos de los trabajadores y de las trabajadoras” y garantizar el trabajo digno, de modo que “se respete la primacía de la persona sobre el mercado y del trabajo sobre el capital”.

  1. Los niveles insoportables de la violencia

“La violencia ha llegado a niveles insoportables”, aseguran los pastores, testigos excepcionales de lamentos y lágrimas de “madres que entierran a sus hijos asesinados, de familias que pierden a sus seres queridos, y de todas las víctimas de un sistema que instrumentaliza y deshumaniza a las personas”. La violencia denunciada por la CNBB incluye modalidades como el feminicidio y la criminalización de defensores de derechos humanos, además de la violencia que se desprende del submundo de las cárceles.

  1. Las amenazas a los derechos de los pueblos indígenas

Entre los pueblos amenazados en sus derechos fundamentales, “las graves amenazas” a los indígenas, por encima de la misma Constitución, visibiliza realidades de discriminación, prejuicio y odio en la sociedad brasileña. Asimismo, la mercantilización de las tierras indígenas y quilombolas, motivadas por actividades mineras y madereras vinculadas al agronegocio, urgen una “revisión de los conceptos de progreso, crecimiento y desarrollo”, de acuerdo con la CNBB.

  1. Las reformas que lesionan a los más pobres

Finalmente, de cara a las reformas políticas, tributarias y de la seguridad social, los obispos de Brasil estiman que “solo serán legítimas si se hacen con miras al bien común y con participación popular, de modo que sean atendidos los pobres en primer lugar”. “Ninguna reforma será éticamente aceptable si lesiona a los más pobres”, asegura la CNBB, justificando la importancia de las iglesias y los movimientos sociales como “centinelas del pueblo”.

Fuente: Vida Nueva Digital

Amazonía: retos y perspectivas para la Casa Común

El jueves 16 de mayo, tuvo lugar,  en la Universidad Gregoriana, un seminario que cuyo objetivo fue, tanto, dar a conocer los grandes desafíos que enfrentan los habitantes y la Iglesia de la región amazónica, como también abrir un espacio para reflexionar sobre dichos desafíos buscando caminos para enfrentarlos desde el trabajo pastoral, formativo y la educación formal.

Las ponencias fueron presentadas por expertos, misioneros y representantes del Secretariado General del Sínodo y miembros de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), creada para coordinar la acción de cada una de las Conferencias Episcopales en el vasto territorio amazónico, que abarca nueve países. Esta iniciativa surge en un momento en que se juega el futuro de la humanidad.

La jornada de estudio comenzó con un video mensaje de parte del Cardenal K. A. Turkson, Prefecto del Dicasterio de Desarrollo Humano Integral, en el que desarrolló el tema de la protección del tesoro amazónico. Cuidar de los 7.5 millones que la componen es un desafío para la humanidad, no solo para las comunidades locales; que, al mismo tiempo, supone una acción a largo plazo. Se trata de una responsabilidad intergeneracional.

El purpurado insistió en que “Nosotros hemos recibido esta herencia de nuestros ancestros, así como su sabiduría. Por eso, nuestra responsabilidad es administrar los recursos para que estos, en el largo plazo, lleguen a las futuras generaciones.” “El objeto del desarrollo humano es el desarrollo de la dignidad de la persona, sin dejar a nadie fuera”.

El tiempo apremia

Por su parte, el Relator del Sínodo y Presidente de la REPAM, Card. Claudio Humes, presentó el contexto de la crisis ambiental y humana que se vive en la Amazonía: degradación ecológica; tiempo con cambios repentinos y extremos; contaminación del aire y de las fuentes de agua; agroindustrias que son insostenibles; un mercado depredador de la naturaleza.

Para el Cardenal Humes, las causas están en “el sistema económico tecnocrático, que tiene como objetivo primordial el lucro y no el bienestar humano o ambiental”. A esto se unen principios que atentan contra la vida humana: “el subjetivismo, el individualismo que caracteriza la cultura occidental. Según esto, el ser humano es el centro. Es creador de un progreso económico ilimitado”. Insistió: “para la ecología integral, el ser humano no es el propietario, el dueño, sino que es parte de todo lo que lo rodea, es una unidad”.  Añadió: “es mentira que los recursos del planeta sean infinitos”.

Finalizó su presentación afirmando que “el actual sistema económico mundial es insostenible”. El Cardenal cuestionó a los presentes: ¿Qué tipo de mundo queremos dejarle a los que vienen después de nosotros? La Amazonía es un punto de equilibrio para el planeta. Nunca ha estado tan amenazada como ahora. La Iglesia misionera en nombre de la encarnación de Jesucristo debe asumir el cuido de la casa común”.

Expectativas de los pueblos indígenas

El Cardenal Pedro Barreto, del Perú insistió en que en el momento actual es importante “tomar conciencia de lo que la ciencia nos dice: estamos urgidos a la acción: la Iglesia debe ser pobre para los pobres y debemos comenzar por los más pobres que son los indígenas”.

Sobre el tema ecológico afirmó: “tenemos que escuchar el clamor de la tierra y de los pobres. Escuchar sin protagonismos. Ninguna institución por sí sola va a solucionar lo que está ocurriendo. Necesitamos una red que busque la justicia en el cuidado de la casa común. Todos tenemos que sentirnos parte de esta acción. Esta red tiene que ser organizada y los indígenas son parte de ella”.

Educación para los pueblos indígenas

La educación constituye uno de los grandes desafíos en la Amazonía. Las grandes distancias y la ausencia de recursos humanos formados en las propias lenguas locales son algunos de los problemas que cualquier solución debe enfrentar.

Pablo Mora, jesuita peruano analizó este desafío: “en la mayoría de los casos, la educación bilingüe termina en la escuela primaria”. “Debido a las grandes distancias, los alumnos que van a las escuelas, se alojan en internados y regresan a sus comunidades una o dos veces al año. Esto crea la ausencia de los padres de familia en los procesos formativos de sus hijos”.

El Padre Mora expresó que la Iglesia es una de las instituciones en la que las comunidades y las autoridades civiles confían. Esta confianza, en el área educativa, debe ser asumida con responsabilidad y creatividad, para ofrecer una educación de calidad que permita fortalecer las comunidades y sus culturas.

El seminario contó con la presencia de casi doscientos participantes. Las imágenes, los cantos, los distintos rostros de las personas de origen amazónico, el verde de los bosques y las aguas cristalinas están allí, esperando que actuemos para cuidar la Casa Común.

Fuente: Vatican news