El P. General lanza un desafío a los Antiguos Alumnos de los colegios jesuitas

El Padre Arturo Sosa SJ se reunió con un grupo de exalumnos jesuitas en Bandra, India. Compartimos aquí el discurso completo que dirigió a los presentes. 

Es para mí una gran alegría estar aquí y poder compartir con ustedes ideas y reflexiones. Su presencia aquí esta tarde es un signo del afecto que conservan hacia las instituciones de la Compañía en las que estudiaron. Significa también que siguen manteniendo los valores e ideales que absorbieron durante sus años de colegio y universidad. Les agradezco mucho el tiempo que han dedicado y el esfuerzo que supone haber pospuesto muchos de sus compromisos de trabajo y familia para estar aquí.Las palabras que voy a dirigirles se dividirán básicamente en tres partes. La primera se ocupará de la misión de la Compañía de Jesús en el contexto actual. La segunda tratará sobre cómo hacer posible que Antiguos Alumnos y jesuitas participen unidos en la tarea de llevar adelante esta misión. Y, finalmente, haré algunas observaciones acerca del papel de las asociaciones de Antiguos Alumnos.A. La Misión de la Compañía de Jesús hoy.Antes de hablar de la misión en concreto, es necesario situarla en su contexto. En otras palabras, es necesario detenerse en la situación de nuestro mundo actual. Sin hacer una detenida elaboración, hago mención de los principales temas que nos salen al paso hoy día.

  1. Pobreza y desigualdad: Los avances tecnológicos han dado como resultado una explosión de bienes materiales y una gran variedad de servicios. Todos ellos, sin embargo, muy lejos del alcance de los pobres, millones de los cuales han de luchar a diario para sobrevivir.
  2. Masivos desplazamientos de población: Pobreza, conflictos violentos y desastres naturales obligan a un gran número de personas a huir de sus hogares para emprender una vida nueva en otra parte. Estos migrantes y refugiados tienen que hacer frente a enormes desafíos en su peregrinaje. No podemos permanecer indiferentes ante su difícil situación.
  3. La crisis ecológica: El uso derrochador que hacemos de los recursos materiales ha originado una rápida degradación del medio ambiente natural. Los pobres y marginados son los más afectados por esta crisis. Estamos llamados a escuchar el grito de la tierra y el grito de los pobres y hacer todo lo que esté en nuestra mano para cuidar nuestro hogar común.
  4. El ascenso de la derecha y el fundamentalismo: La identidad religiosa y la identidad nacional se están convirtiendo en instrumentos en manos extremistas. Estos grupos fundamentalistas están suscitando una sensación de miedo e inseguridad, con el resultado de que las minorías suelen ser víctimas de violencia y de políticas de exclusión.
  5. La realidad virtual: La tecnología de la información ha cambiado el mundo de arriba abajo y hoy día lleva las riendas de nuestras vidas. No podemos negar que nos ha aportado grandes beneficios. Nos preocupa, sin embargo, que esta nueva forma de vida afecta a nuestra forma de relacionarnos. Resulta paradójico que los nuevos medios de comunicación hayan reducido nuestra capacidad de comunicarnos cara a cara.

Esta enumeración no es exhaustiva, pero quiere poner de relieve las principales cuestiones que conforman la realidad que nos rodea. En este contexto vive la Compañía de Jesús, discerniendo su misión y los medios para llevarla adelante.Con humildad y sinceridad, la Compañía de Jesús ve su propia misión como parte de la más amplia misión de Dios. Esta misión invita a hombres y mujeres a unirse a Dios y crear con Él un mundo de justicia, de amor y de paz. Nuestra misión sigue siendo esencialmente la misma, pero ha de ser abordada desde diferentes ángulos dependiendo de las circunstancias concretas. A la luz de la realidad de hoy, la Compañía de Jesús ha discernido que Dios nos llama a una Misión de Reconciliación y Justicia. Esta misión contiene en sí tres dimensiones fundamentales: Reconciliación con Dios, con la humanidad y con la creación. Las tres están interconectadas y son inseparables.

La fe y la experiencia nos dicen que la fuente de nuestra vida es Dios. Sólo en unión con el Todopoderoso podemos experimentar la plenitud de la vida y entender mejor cuál es nuestra finalidad en la Tierra. Hoy, más que nunca, los seres humanos necesitamos desbloquear el potencial liberador que se esconde en el núcleo de la espiritualidad y de las tradiciones religiosas. Los jesuitas y las instituciones de la Compañía de Jesús ofrecen a todos, hombres y mujeres, como poderoso medio de ayuda para alcanzar un encuentro personal con Dios, la espiritualidad ignaciana.El inmenso sufrimiento y la injusticia de nuestro mundo son escandalosos, se oponen al plan de Dios y ofenden al concepto mismo de dignidad humana. Las instituciones de la Compañía están empeñadas en formar ‘hombres y mujeres para los demás’ – la frase entrañable que P. Pedro Arrupe llevaba en el corazón. Nos esforzamos por levantar unas estructuras de apoyo, que ayuden a las comunidades marginadas a alcanzar un nivel de vida razonable. Al mismo tiempo, pretendemos formar la conciencia personal, promoviendo una cultura de la fraternidad y la aceptación.

La reconciliación con la creación se ha convertido en una nueva urgencia de nuestro tiempo. Es algo que requiere un enfoque plural capaz de cuestionar los modelos de desarrollo al uso y favorecer un mayor respeto por la creación de Dios. A nivel más amplio queremos unir nuestras fuerzas a las de expertos en la tarea de detectar cuáles son las raíces y cuáles las soluciones a la crisis ecológica. Y no podemos obviar la necesidad de revisar nuestros propios patrones de consumo para adoptar un estilo de vida que refleje nuestro ideal.

B. El compromiso de los Antiguos Alumnos con la Misión.La Compañía de Jesús es uno de los muchos grupos que se comprometen con la misión de Dios. Vemos complacidos cómo nuestros Antiguos Alumnos pasan a formar parte de este compromiso común. Voy a referirme brevemente al modo como los Antiguos Alumnos pueden contribuir a la misión común.

Implicándose de instituciones de la Compañía: Ésta es una de las formas en que muchos de ustedes expresan en concreto su compromiso personal. Varios de ustedes se han esforzado en mejorar las instalaciones de su Alma Mater, mientras que la contribución de otros ha consistido en ofrecer muy necesarios servicios profesionales. Me dicen que algunos de ustedes se acercan a prestar ayuda en algunas de las obras que lleva la Compañía en áreas rurales. Un ejemplo es la asociación de Antiguos Alumnos de Loyola, Goa, que se ha puesto en contacto con nuestra escuela de Manmad. La Asociación Stanislaus ha participado en diversos proyectos en Talasari y Uplat. Les estoy muy agradecido por su generosidad.

Tomando parte en servicios de diversa índole: Las instituciones de la Compañía no son el único lugar en que se expresa el compromiso con la misión. Muchos ex-alumnos están involucrados en distintas organizaciones religiosas y seculares al servicio de los pobres. Sería egoísta por nuestra parte pedir a ninguno que abandonase estos compromisos adquiridos para ayudar en instituciones nuestras. Nos alegra mucho ver que la concepción de la vida y los valores recibidos de sus maestros y guías espirituales son ya parte integral de sus vidas.

El testimonio de la vida cotidiana: Aprecio la generosidad de todos al ponerse al servicio de estas causas, pero eso no me impide ser consciente de que la mayor parte de su vida está dedicada a su carrera profesional y a sus compromisos familiares. Entre los aquí presentes esta noche, habrá abogados, ingenieros, médicos, químicos, banqueros, etc. Su apretada agenda les dejará muy poco tiempo para participar en tareas de servicio social. No olviden que su principal campo de misión es su lugar de trabajo y su hogar, en el trato con sus compañeros de trabajo, en la atención a los clientes u ocupándose de sus hijos. En todas estas ocasiones logren que todo lo que hagan y decidan tenga como norma una gran competencia profesional y los valores humanos más hondos. Ese debe ser su modo de participar activamente en la misión de Dios, dando testimonio con sus palabras y sus obras.

Vida política y civil: Actualmente vivimos una crisis de liderazgo en la esfera pública. Los líderes políticos nos han llenado de promesas vacías y a menudo nos hacen lamentar la carencia de un buen gobierno. Tal vez en esto la culpa sea también nuestra, y nuestras lamentaciones desde la barrera no ayudan a mejorar la situación. Es imperiosamente necesario que hombres y mujeres íntegros, renunciando a sus carreras personales, se entreguen al servicio público. Sí, vería con agrado que muchos más de ustedes asumiesen el reto de ofrecerse como líderes en el terreno administrativo o político, en Mumbai, Maharashtra o en la India.

C. El papel de las asociaciones de Antiguos AlumnosHasta aquí he intentado describir nuestra misión compartida y algunas formas en que los Antiguos Alumnos de la Compañía se comprometen con ella. Las asociaciones de Antiguos Alumnos pueden desempeñar un papel clave para hacer más hondo y amplio este compromiso. Para que esto suceda, las asociaciones de Antiguos Alumnos deben tratar de hacer lo siguiente:

Convertirse en una oportunidad para que surjan lazos afectivos: Da la impresión de que la mayoría de asociaciones lo están haciendo bien. En sus reuniones regulares muchos ex-alumnos logran reanudar viejas amistades que nacieron en las aulas y sacando del olvido hermosos recuerdos de sus días de estudiantes. Esto es ya valioso en sí mismo, pero creo que a éste se unen otros frutos. Al renovar viejas amistades se está logrando afianzar los vínculos con la institución. Al recordar “viejos tiempos”, un ex-alumno logra conectar de nuevo con los valores que un día se le transmitieron. Recuerda el papel inspirador de algunos profesores en su vida y moviliza su interior para ser fuente de inspiración para otros.

Proporcionar una plataforma para el discernimiento y la planificación: Por muy valioso que sea lo expuesto hasta aquí, espero que nuestras asociaciones den aún otro paso adelante, transmitiendo a la misión un tono de reflexión y planificación. Nuestras Asociaciones pueden ofrecer a los ex-alumnos la oportunidad de reunirse para hablar de la misión personal de cada uno. Esto, hecho con espíritu de ayuda y de mutua confianza, permite a comprender mejor la propia misión en la vida diaria. Compartir hace posible que se abran posibilidades a la colaboración. Estos intercambios consiguen que los que participan se hagan más conscientes del gran depósito de experiencia que poseen entre todos, y les capacitan para canalizar mejor su servicio de ayuda a la institución o de apoyo al buen trabajo de algún antiguo compañero de estudios. Estas reuniones pueden servir también para planificar actividades conjuntas, para evaluar proyectos en curso de realización y para definir unas estrategias que permitan mayor participación en la sociedad.

Establecer un foro de formación permanente: al tratar de la misión, casi siempre nos centramos en cuál puede ser el servicio que los ex-alumnos pueden prestar para pagar, por así decir, la deuda que contrajeron con la institución. Con esto se debe continuar, por supuesto, pero no como si se tratase de una relación unilateral. Yo insto a nuestras asociaciones de Antiguos Alumnos a que reflexionen sobre cuál sería el modo como la Compañía de Jesús puede continuar prestándoles un servicio, especialmente en lo que atañe a su formación permanente. El tesoro de la espiritualidad ignaciana puede servir de gran ayuda para navegar por los complejos caminos de la vida adulta. Las asociaciones de Antiguos Alumnos podrían organizar sesiones en las que algún jesuita pusiese a su disposición algunas herramientas capaces de cambiar su vida. Por ejemplo el Discernimiento, la Conversación Espiritual o el Examen de Conciencia. Llegar a familiarizarse con estas prácticas espirituales sería, no me cabe duda, de incalculable valor para su vida personal y profesional.

ConclusiónTeniendo en cuenta la gran importancia de las asociaciones de Antiguos Alumnos, les animo a que sigan haciendo todo lo posible para promocionarlas. No duden en invitar a un número creciente de compañeros de clase a formar parte de ellas. Todos pueden convertirse en embajadores cualificados de su Alma Mater localizando antiguos compañeros y haciendo que se pongan en contacto de nuevo con la institución. Otra forma de hacerse más fuertes es el trabajo en red entre las distintas asociaciones. Me alegra saber que son ustedes miembros activos de las Jesuit Alumni Associations of India (JAAI) y de la WUJA, al ser Mr. John Nellankavil miembro directivo de la WUJA. Me complace también conocer los pasos que se dan para estrechar la vinculación con las asociaciones de la Zona Oeste. Sigan avanzando en esta dirección. Unido a esto podrían hacer algunos esfuerzos para promover las asociaciones de Antiguos Alumnos en las escuelas rurales. Celebro que algunos de ustedes hayan visitado Talasari y Manmad para alentar el proceso de creación de asociaciones de Antiguos Alumnos en esas localidades. Pido finalmente que al menos un jesuita participe activamente en cada asociación, y que preste especial atención, entre otras cosas, a la formación permanente.Doy las gracias e manera muy especial a los organizadores del acto de esta tarde. Sé bien cuánto tiempo y cuánto trabajo han dedicado para poner en pie un programa de esta envergadura. Y a todos los aquí presentes… gracias por estar aquí, gracias por el servicio que nos brindan y gracias por el gran cariño que nos demuestran. Que todos sigamos trabajando juntos por la mayor gloria de Dios.

Fuente: sj.curia

Materiales Didácticos para colaborar con la Campaña de Hospitalidad

La Red Jesuita con Migrantes ha diseñado una campaña ‘Por la Hospitalidad’ que se viene difundiendo a lo largo de América Latina y el Caribe los dos últimos años.

Ahora, la campaña de hospitalidad de la Conferencia Latinoamericana de Provinciales apuesta por los centros educativos, los colegios, los grupos juveniles, parroquiales y/o de animación social, etc. como lugares privilegiados para construir un cambio de actitudes que lleve al compromiso con las personas migrantes, refugiadas y desplazadas y a practicar la hospitalidad.

Descripción de nuestra propuesta de colaboración

El material didáctico que se ofrece ahora forma parte de la Campaña por la Hospitalidad de la Red Jesuita con Migrantes de Latinoamérica y el Caribe (RJM LAC) y de las organizaciones que la co-patrocinan. El objetivo de la campaña es que las niñas y los niños, las y los adolescentes, las y los jóvenes: reconozcan la realidad de las personas en situación de migración forzada, refugio y desplazamiento; descubran la riqueza que supone la diversidad cultural y la interculturalidad; se comprometan a acoger y respetar a todas las personas; defiendan la dignidad y los derechos de las personas extranjeras y en situación de migración forzada, refugio o desplazamiento.

Necesidades, apoyo o solicitud

Se ofrecen dos guías de actividades y una guía metodológica para educadores:

La CPAL habla sobre la Crisis en Venezuela

A fin de reflexionar sobre la crisis política y social de Venezuela, la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y el Caribe (CPAL) organizó el ‘Seminario internacional búsqueda de alternativas políticas a la crisis venezolana’, reuniendo a más de 50 especialistas de Venezuela y otros países de América Latina y Estados Unidos, del 4 al 7 de marzo en Lima (Perú).

 Así lo han dado a conocer los jesuitas en su portal y señalaron que con este seminario hacen un pronunciamiento en cuanto a las implicaciones sociales y políticas, tanto dentro como fuera de Venezuela, además de las acciones a tener en cuenta ante la complejidad de escenarios posibles.

 En la organización de este evento también han participado la Universidad Antonio Ruiz de Montoya de Lima (UARM), la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas (UCAB) y la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL).

 Testigos del éxodo venezolano

Roberto Jaramillo, presidente de la CPAL, ha informado que “esta iniciativa se gestó en abril de 2018 en el marco de otras medidas tomadas para ayudar a los jesuitas en su misión en ese país, y reforzar la solidaridad y acción en favor de las centenas de miles de migrantes venezolanos repartidos por América Latina y el Caribe”.

 “Todos somos testigos del éxodo de personas necesitadas de protección internacional. La crisis se ha agudizado en estos dos últimos meses, y ahora más que nunca necesitamos tener claridad sobre los escenarios posibles y las respuestas que debemos tener preparadas”, ha dicho el sacerdote.

 Claridad ante la gravedad de la crisis

Asimismo para el presidente de la CPAL los prejuicios ideológicos y la desinformación sobre la situación real han impedido “hacernos una idea cabal de la gravedad de la crisis interna, y la generación de la solidaridad correspondiente”.

 Igualmente el religioso asegura que “es de vital importancia tener más claridad sobre la situación y las perspectivas de evolución de esta grave crisis, para poder definir acciones que favorezcan una solución política, contribuir a aliviar el sufrimiento del pueblo venezolano”, para ello ha pedido “promover la hospitalidad internacional; todo eso en el marco del respeto de los derechos humanos y del principio de autodeterminación de los pueblos”.

 A esta convocatoria acuden 52 personas en calidad de invitados, entre ellos 20 jesuitas. Se cuenta también con la participación de estudiosos y actores sociales de Chile, Brasil, Honduras, Nicaragua, El Salvador, México, Colombia, República Dominicana, Cuba, Ecuador, Perú, Estados Unidos, Italia y, por supuesto, de Venezuela.

“Las conclusiones serán ampliamente divulgadas”

“Las conclusiones del seminario serán ampliamente divulgadas”, han informado sus organizadores, para lo cual el 7 de marzo se tiene prevista una rueda de prensa con algunas de las autoridades jesuitas convocantes del encuentro, como el presidente de la CPAL, el Provincial de Venezuela, Rafael Garrido, y el rector de la Universidad Andrés Bello de Caracas, José Virtuoso, acompañados por otros de sus colegas sacerdotes jesuitas.

 Finalmente junto con la rueda de prensa comunicarán su visión sobre la coyuntura actual en Venezuela y los escenarios posibles, y las implicaciones para la Misión de la Compañía de Jesús en este momento de su historia.

Por Vida Nueva Digital

Rodrigo Castells SJ sobre la Preferencia Apostólica Universal nº 4

Cuarta Preferencia Apostólica Universal: Colaborar en el cuidado de la Casa Común.

El Hno Rodrigo Castells SJ vive y trabaja en San José del Boquerón, en Santiago del Estero (Argentina). Allí, su trabajo no se limita a lo pastoral, sino que se encarga de acompañar a la comunidad en su vida cotidiana y en las luchas que ella implican. En esta zona del Monte Santiagueño ha habido y sigue habiendo grandes conflictos por la explotación y apropiación de la tierra; factores que no sólo afectan el ecosistema del lugar, sino también a aquellos que, históricamente, viven en y de él.

Por Rodrigo Castells SJ 

Recibí las nuevas Preferencias Apostólicas Universales (PAU) de la Compañía con gran alegría, sabiendo que son temas en los que se juega la vida de la humanidad. Sentí, en esta formulación, la urgencia de compartir y construir comunidad con otros, ampliando las fronteras eclesiales, considerando el cuerpo de Cristo como la Creación toda, como esa comunidad de la que todos participamos y a la que todos podemos aportar.

Me hace pensar en la unidad de origen y destino de la humanidad, que ya está redimida en la Resurrección, haciendo concreto y real el cuerpo de Cristo dentro de la historia, que requiere la participación personal y comunitaria de toda la humanidad. Y, por supuesto, recuerdo el texto de Laudato Si, que da cuenta de la solidaridad del destino común de todo lo creado.

En la Parroquia del Boquerón, donde resido, recibimos esta preferencia con gran gozo y con el desafío de articular esta dimensión que tan presente está en nuestra labor cotidiana. Todos nuestros proyectos están signados por la preocupación por el cuidado de la casa común, por lo que nos sentimos muy respaldados en nuestra tarea y nos anima a seguir adelante.

Como Provincia, nos viene bien explicitar y atender a esta problemática como central, tanto desde la vida de las comunidades como desde las obras. Necesitamos construir un discurso común, con un compromiso consistente con problemáticas públicas asociadas a esta Preferencia. De la mano de sensibilidad creciente por esta causa, poco a poco los jesuitas nos vamos involucrando en distintos ámbitos en los que el cuidado de la casa común es relevante. Sin embargo, resta mucho por hacer para que el compromiso asumido como cuerpo apostólico, (asumiendo también, las consecuencias que este discurso –respaldado por la acción- implica) sean evidentes.

Mientras tanto, en nuestro trabajo en la Parroquia, nos proponemos asociar las cuestiones vinculadas a la justicia social y la justicia ambiental sin ambigüedades; tanto en los proyectos propuestos por la Parroquia y en el trabajo con familias campesinas, como a través de la FM comunitaria. Ya que sentimos que el trabajar por la justicia, entendida de esta manera, nos implica y desafía cada vez más, no sólo haciendo, sino también comunicándolo para darle más y mejor visibilidad desde una perspectiva evangélica profunda; que nos permita vivir en íntima solidaridad con todo lo creado, asumiendo la corresponsabilidad con la creación, de la que participamos como comunidad humana.

Y a su vez, poder compartir la esperanza que nos mueve y anima. Quienes nos involucramos, podemos, muchas veces, desanimarnos y no saber transmitir la validez de las alternativas, tanto individuales como estructurales, para evangelizar no solo a nivel personal sino también, para entrar en contacto con las estructuras o sistemas que rigen el ritmo social, político y económico imperante.

No quisiera perder de vista que los esfuerzos direccionados a responder a la 4ta Preferencia Apostólica Universal tienen que guardar estrecha relación con las otras tres preferencias. Creo que la relación más evidente se da con la preferencia por caminar junto a los pobres, que son quienes más sufren el descuido por la creación, el cambio climático, el atropello de los recursos. De estas comunidades tenemos la posibilidad de rescatar sus valores culturales, su cosmovisión de relación con la naturaleza, como posibilidad de alternativa tal como nos muestra también la encíclica Laudato Si.

De igual modo, la voz del Papa en la carta de aceptación de las preferencias nos invita a unirnos cada vez más a Cristo e identificarnos con Él para no caer en la desesperanza. Una mirada que debemos tener quienes vivimos la espiritualidad ignaciana desde la perspectiva de la contemplación para alcanzar amor, encontrando a Dios haciendo y sumándonos a lo que Dios hace por el Reino de Dios que es el reino de la Vida.

Julio Villavicencio SJ sobre la Preferencia Apostólica Universal nº 2

Preferencia Apostólica Universal n° 2: Caminar junto a los pobres, los descartados del mundo, los vulnerados en su dignidad en una misión de reconciliación y justicia. 

Julio Villavicencio SJ ha sido nombrado en enero pasado, durante el Encuentro de Provincia, como encargado de un Sector Apostólico nuevo para la Provincia Argentina-Uruguay: el Servicio Jesuita con Migrantes (SJM). El SJM es una ‘institución’ a través de la cual, la Compañía de Jesús trabaja por y con los migrantes y refugiados en todo el mundo. 

Por Julio Villavicencio SJ

 Cuando leí esta preferencia no me sorprendí, pues la Compañía tiene su compromiso con los más pobres en su ADN, ya que seguimos a un Jesucristo que nos envía a los más pobres. Pero puedo decir que me gustó la manera en la que esta preferencia nos invita a realizar nuestra misión. Se puede ir a los más pobres de muchas maneras; hay algunas pueden llegar a ser nocivas para las personas, mientras que hay otras más evangélicas.

Creo que el “caminar junto a…” propone una manera similar a la de Jesús. Tiene que ver con compañía y no superioridad; con compartir, dar y recibir, como hermanos, y no desde la posición de quien tiene más que el otro.

Esta manera de encarar y entender la misión me desafía personalmente. por experiencia personal, es que no es fácil. A veces es más práctico hacer todo uno y que los demás solo se adecuen a lo que yo propongo, sin embargo ¿qué logro con esto? Aún no tengo respuesta, pero ciertamente no creo que sea el camino.

 Los pobres materialmente, los descartados por la sociedad y los vulnerados en su dignidad tienen diferentes rostros en nuestras obras apostólicas. Rostros que van cambiando. Obras como el Hogar de San José o la Obra de San José, que dedican a atender a las personas en situación de calle. Pobres que no tienen lo necesario para vivir, muchas veces ni siquiera cariño. Al mismo tiempo son los descartados de la sociedad. Aquellos que están presentes en las grandes ciudades, y sin embargo, de tanto verlos, ya son invisibles. Y ciertamente que su dignidad está siendo vulnerada cotidianamente. No es fácil acompañar en este camino a los pobres, asumir su manera de ver la vida y desde allí mostrarles una vida nueva. Hace falta mucha humildad, salir de nuestro propio querer, “morir a nosotros mismos”, para encontrarnos con el Evangelio. Esta manera de encarar la misión hacia los más necesitados nos desafía a ser más cristianos y menos protagonistas.

Y así como en la Obra y Hogar San José nos encontramos con los pobres, descartados y vulnerados, en la misma población, también, en todas nuestras obras, siempre está presente este dolor de muchas maneras distintas. A veces los descartados no son pobres materiales, pero si son vulnerados en sus derechos. Saber mirar desde el Evangelio, es poder reconocer a los que están necesitando resucitar y al Resucitado en sus vidas.

Hoy la provincia ARU se embarca en nuevos horizontes apostólicos. Uno de ellos es el Servicio a los Migrantes. Personas que han dejado todo, con sus familias a cuesta y sin ningúna certeza más que la fe que los ilumina, emprendieron el camino. Son los actuales José y María, que van a dar a luz a un lugar lejano y no encuentran donde quedarse. Creo y confío que nos da la oportunidad de estar cerca de Jesús, de abrir nuestro corazón al Reino que viene y experimentar el Amor de Dios por todos nosotros. Y que podemos aprovechar poniéndonos a disposición, cual servidor humilde, caminando juntos, partiendo y compartiendo lo nuestro con ellos. Esta es la justicia que cuida la dignidad de los hijos de Dios, al tiempo que reconcilia nuestra vida con la de los demás, con nuestras propias heridas y con Dios. Haciendo de toda la creación un lugar de encuentro y resurrección.

 

 

Intención de Oración del Papa – Marzo 2019

Compartimos el video con la intención de oración del Papa Francisco para el tercer mes de 2019, que es el ‘reconocimiento de los derechos de las comunidades cristianas’.

«Quizás nos cueste creerlo, pero hoy hay más mártires que en los primeros siglos.

Son perseguidos porque a esta sociedad, le dicen la verdad y anuncian a Jesucristo.

 Esto sucede especialmente allí donde la libertad religiosa todavía no está garantizada.

 Pero también en países que en la teoría y en los papeles tutelan la libertad y los derechos humanos.

 Recemos para que las comunidades cristianas, en especial aquellas que son perseguidas, sientan la cercanía de Cristo y tengan sus derechos reconocidos.»

Mensaje para Cuaresma 2019 – Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

 Cada año, a través de la Madre Iglesia, Dios «concede a sus hijos anhelar, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que […] por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios» (Prefacio I de Cuaresma). De este modo podemos caminar, de Pascua en Pascua, hacia el cumplimiento de aquella salvación que ya hemos recibido gracias al misterio pascual de Cristo: «Pues hemos sido salvados en esperanza» (Rm 8,24). Este misterio de salvación, que ya obra en nosotros durante la vida terrena, es un proceso dinámico que incluye también a la historia y a toda la creación. San Pablo llega a decir: «La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8,19). Desde esta perspectiva querría sugerir algunos puntos de reflexión, que acompañen nuestro camino de conversión en la próxima Cuaresma.

 1. La redención de la creación

La celebración del Triduo Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, culmen del año litúrgico, nos llama una y otra vez a vivir un itinerario de preparación, conscientes de que ser conformes a Cristo (cf. Rm 8,29) es un don inestimable de la misericordia de Dios.

 Si el hombre vive como hijo de Dios, si vive como persona redimida, que se deja llevar por el Espíritu Santo (cf. Rm 8,14), y sabe reconocer y poner en práctica la ley de Dios, comenzando por la que está inscrita en su corazón y en la naturaleza, beneficia también a la creación, cooperando en su redención. Por esto, la creación –dice san Pablo– desea ardientemente que se manifiesten los hijos de Dios, es decir, que cuantos gozan de la gracia del misterio pascual de Jesús disfruten plenamente de sus frutos, destinados a alcanzar su maduración completa en la redención del mismo cuerpo humano. Cuando la caridad de Cristo transfigura la vida de los santos –espíritu, alma y cuerpo–, estos alaban a Dios y, con la oración, la contemplación y el arte hacen partícipes de ello también a las criaturas, como demuestra de forma admirable el “Cántico del hermano sol” de san Francisco de Asís (cf. Enc. Laudato si’, 87). Sin embargo, en este mundo la armonía generada por la redención está amenazada, hoy y siempre, por la fuerza negativa del pecado y de la muerte.

 2. La fuerza destructiva del pecado

Efectivamente, cuando no vivimos como hijos de Dios, a menudo tenemos comportamientos destructivos hacia el prójimo y las demás criaturas –y también hacia nosotros mismos–, al considerar, más o menos conscientemente, que podemos usarlos como nos plazca. Entonces, domina la intemperancia y eso lleva a un estilo de vida que viola los límites que nuestra condición humana y la naturaleza nos piden respetar, y se siguen los deseos incontrolados que en el libro de la Sabiduría se atribuyen a los impíos, o sea a quienes no tienen a Dios como punto de referencia de sus acciones, ni una esperanza para el futuro (cf. 2,1-11). Si no anhelamos continuamente la Pascua, si no vivimos en el horizonte de la Resurrección, está claro que la lógica del todo y ya, del tener cada vez más acaba por imponerse.

 Como sabemos, la causa de todo mal es el pecado, que desde su aparición entre los hombres interrumpió la comunión con Dios, con los demás y con la creación, a la cual estamos vinculados ante todo mediante nuestro cuerpo. El hecho de que se haya roto la comunión con Dios, también ha dañado la relación armoniosa de los seres humanos con el ambiente en el que están llamados a vivir, de manera que el jardín se ha transformado en un desierto (cf. Gn 3,17-18). Se trata del pecado que lleva al hombre a considerarse el dios de la creación, a sentirse su dueño absoluto y a no usarla para el fin deseado por el Creador, sino para su propio interés, en detrimento de las criaturas y de los demás.

 Cuando se abandona la ley de Dios, la ley del amor, acaba triunfando la ley del más fuerte sobre el más débil. El pecado que anida en el corazón del hombre (cf. Mc 7,20-23) —y se manifiesta como avidez, afán por un bienestar desmedido, desinterés por el bien de los demás y a menudo también por el propio— lleva a la explotación de la creación, de las personas y del medio ambiente, según la codicia insaciable que considera todo deseo como un derecho y que antes o después acabará por destruir incluso a quien vive bajo su dominio.

 3. La fuerza regeneradora del arrepentimiento y del perdón

Por esto, la creación tiene la irrefrenable necesidad de que se manifiesten los hijos de Dios, aquellos que se han convertido en una “nueva creación”: «Si alguno está en Cristo, es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo» (2 Co 5,17). En efecto, manifestándose, también la creación puede “celebrar la Pascua”: abrirse a los cielos nuevos y a la tierra nueva (cf. Ap 21,1). Y el camino hacia la Pascua nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del misterio pascual.

 Esta “impaciencia”, esta expectación de la creación encontrará cumplimiento cuando se manifiesten los hijos de Dios, es decir cuando los cristianos y todos los hombres emprendan con decisión el “trabajo” que supone la conversión. Toda la creación está llamada a salir, junto con nosotros, «de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8,21). La Cuaresma es signo sacramental de esta conversión, es una llamada a los cristianos a encarnar más intensa y concretamente el misterio pascual en su vida personal, familiar y social, en particular, mediante el ayuno, la oración y la limosna.

 Ayunar, o sea aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de “devorarlo” todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el vacío de nuestro corazón. Orar para saber renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo, y declararnos necesitados del Señor y de su misericordia. Dar limosna para salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece. Y volver a encontrar así la alegría del proyecto que Dios ha puesto en la creación y en nuestro corazón, es decir amarle, amar a nuestros hermanos y al mundo entero, y encontrar en este amor la verdadera felicidad.

 Queridos hermanos y hermanas, la “Cuaresma” del Hijo de Dios fue un entrar en el desierto de la creación para hacer que volviese a ser aquel jardín de la comunión con Dios que era antes del pecado original (cf. Mc 1,12-13; Is 51,3). Que nuestra Cuaresma suponga recorrer ese mismo camino, para llevar también la esperanza de Cristo a la creación, que «será liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8,21). No dejemos transcurrir en vano este tiempo favorable. Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión. Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la creación.

 Vaticano, 4 de octubre de 2018, fiesta de san Francisco de Asís

Francisco

Fuente: AICA

Francisco: La santidad de Dios debe reflejarse en nuestras vidas

Continuando con la catequesis sobre la oración del Padrenuestro, el pontífice centro su reflexión en una de las primeras súplicas de la oración: “Santificado sea tu nombre”.

 “Queridos hermanos y hermanas: la oración del Padrenuestro contiene siete peticiones. En las tres primeras, que se refieren al ‘Tú’ de Dios, Jesús nos une a él y a sus más profundas aspiraciones, motivadas por su infinito amor hacia el Padre. En cambio, en las últimas cuatro, que indican el ‘nosotros’ y nuestras necesidades humanas, es Jesús quien entra en nosotros y se hace intérprete ante el Padre de esas necesidades”, comenzó explicando el Santo Padre

“En la primera parte de la oración, señaló Francisco, Jesús nos hace entrar en sus deseos, todos dirigidos al Padre: santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad; en la segunda es Él quien entra en nosotros e interpreta nuestras necesidades: el pan de cada día, el perdón de los pecados, la ayuda en la tentación y la liberación del mal”.

“Aquí se encuentra la matriz de toda oración cristiana, diría que de toda oración humana, que siempre está hecha de, por una parte, contemplación de Dios, de su misterio, de su belleza y bondad, y, de otra, de sincera y valiente búsqueda de aquello que sirve para vivir, y vivir bien”.

De ese modo, “en su simplicidad y esencialidad, el Padre Nuestro educa a quien lo reza a no multiplicar palabras vanas”, porque –como dice el mismo Jesús– su Padre sabe lo que necesitamos antes incluso de pedírselo”. Cuando hablamos con Dios, afirmó el Papa, no lo hacemos para revelarle lo que tenemos en nuestro corazón, ¡Él lo conoce mucho mejor que nosotros! Si Dios es un misterio para nosotros, nosotros no somos un enigma a sus ojos. Dios es como aquellas madres que sólo necesitan una mirada para comprender todo sobre sus hijos: si son felices o tristes, si son sinceros o esconden algo.

En este sentido, el Santo Padre dijo que, el primer paso de la oración cristiana es la entrega de nosotros mismos a Dios, a su providencia. Es como decir: “Señor, tú lo sabes todo, no hay necesidad de hablarte de mi dolor, sólo te pido que estés aquí a mi lado: tú eres mi esperanza”. Es interesante notar que Jesús, en su discurso en la montaña, inmediatamente después de transmitir el texto del Padrenuestro, nos exhorta a no preocuparnos y a no angustiarnos por las cosas.

Parece una contradicción: primero nos enseña a pedir el pan de cada día y luego nos dice: “No se preocupen diciendo: ¿Qué vamos a comer? ¿Qué vamos a beber? ¿Qué nos vamos a poner?”. Pero la contradicción es sólo aparente: las peticiones del cristiano expresan confianza en el Padre; y es precisamente esta confianza la que nos hace pedir lo que necesitamos sin ansiedad y agitación.

Por eso rezamos, diciendo: “Santificado sea tu nombre”. En esta invocación se siente toda la admiración de Jesús por la belleza y grandeza del Padre, y el deseo de que todos lo reconozcan y lo amen por lo que realmente es. Y al mismo tiempo está la súplica que su nombre sea santificado en nosotros, en nuestra familia, en nuestra comunidad, en el mundo entero. Es Dios que santifica, que nos transforma por su amor, pero al mismo tiempo somos nosotros los que, con nuestro testimonio, manifestamos la santidad de Dios en el mundo, haciendo presente su nombre.

“Dios es santo, pero si nosotros, si nuestra vida no es santa se produce una gran incoherencia. La santidad de Dios debe reflejarse en nuestras acciones, en nuestra vida. ‘Yo soy cristiano, Dios es Santo, pero yo hago muchas cosas malas’. No, esto no sirve, esto hace mal, esto escandaliza y no ayuda”, señaló el Santo Padre

La santidad de Dios es una fuerza en expansión, afirma el Santo Padre y nosotros suplicamos que derribes las barreras de nuestro mundo rápidamente. Cuando Jesús comienza a predicar, el primero en sufrir las consecuencias es precisamente el mal que aflige al hombre. Los espíritus malignos injurian: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a arruinarnos? Sé quién eres: ¡el santo de Dios!”. Nunca antes se había visto una santidad como ésta: no preocupada por sí misma, sino extendida”.

“Una santidad que se extiende en círculos concéntricos, como cuando se tira una piedra a un estanque. La oración expulsa todo temor. El Padre nos ama, el Hijo levanta sus brazos junto a los nuestros, el Espíritu trabaja en secreto para la redención del mundo. No vacilamos en la incertidumbre. Una cosa es cierta: es el mal el que tiene miedo.

“Pidamos al Señor que con la fuerza de su santidad destruya el mal que aflige a nuestro mundo, y nos conceda vivir con la convicción de que su amor redentor, que ha vencido al maligno, nunca nos abandona”.

Fuente: AICA 

El Papa convoca el Sínodo para la Amazonía del 6 al 27 de octubre

Este lunes 25 de febrero, la Secretaria General del Sínodo de los Obispos dio a conocer que el Papa Francisco ha convocado la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, del domingo 6 al domingo 27 de octubre de 2019, para reflexionar sobre el tema “Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.

 Asimismo, en el Instituto M.S. Bambina, el Seminario de estudio sobre el tema, se llevó a cabo el “Hacia el Sínodo Especial para la Amazonía: dimensión regional y universal”, en preparación del Sínodo para la Región Panamazónica, del 25 al 27 de febrero de 2019.

 El primer día se examinaron algunos aspectos eclesiales y pastorales a la luz de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. En la segunda jornada se abordaron temas relacionados con la promoción de la ecología integral en la perspectiva de la Encíclica Laudato si’. El último día hubo una síntesis de las cuestiones surgidas durante el encuentro y una comunicación sobre el camino de preparación para el Sínodo.

Discurso del Papa al finalizar el Encuentro sobre ‘la protección de los menores en la Iglesia’

Compartimos el discurso completo del Papa Francisco al finalizar el encuentro sobre la protección de menores en la Iglesia. 

Queridos hermanos y hermanas:

 En la acción de gracias al Señor, que nos ha acompañado en estos días, quisiera agradeceros también a vosotros por el espíritu eclesial y el compromiso concreto que habéis demostrado con tanta generosidad.

 Nuestro trabajo nos ha llevado a reconocer, una vez más, que la gravedad de la plaga de los abusos sexuales a menores es por desgracia un fenómeno históricamente difuso en todas las culturas y sociedades. Solo de manera relativamente reciente ha sido objeto de estudios sistemáticos, gracias a un cambio de sensibilidad de la opinión pública sobre un problema que antes se consideraba un tabú, es decir, que todos sabían de su existencia, pero del que nadie hablaba. Esto también me trae a la mente la cruel práctica religiosa, difundida en el pasado en algunas culturas, de ofrecer seres humanos —frecuentemente niños— como sacrificio en los ritos paganos. Sin embargo, todavía en la actualidad las estadísticas disponibles sobre los abusos sexuales a menores, publicadas por varias organizaciones y organismos nacionales e internacionales (Oms, Unicef, Interpol, Europol y otros), no muestran la verdadera entidad del fenómeno, con frecuencia subestimado, principalmente porque muchos casos de abusos sexuales a menores no son denunciados, en particular aquellos numerosísimos que se cometen en el ámbito familiar.

De hecho, muy raramente las víctimas confían y buscan ayuda. Detrás de esta reticencia puede estar la vergüenza, la confusión, el miedo a la venganza, los sentimientos de culpa, la desconfianza en las instituciones, los condicionamientos culturales y sociales, pero también la desinformación sobre los servicios y las estructuras que pueden ayudar. Desgraciadamente, la angustia lleva a la amargura, incluso al suicidio, o a veces a vengarse haciendo lo mismo. Lo único cierto es que millones de niños del mundo son víctimas de la explotación y de abusos sexuales.

 Sería importante presentar los datos generales —en mi opinión siempre parciales— a escala mundial, después europeo, asiático, americano, africano y de Oceanía, para dar un cuadro de la gravedad y de la profundidad de esta plaga en nuestras sociedades. Para evitar discusiones inútiles, quisiera evidenciar antes de nada que la mención de algunos países tiene el único objetivo de citar datos estadísticos aparecidos en los informes mencionados.

 La primera verdad que emerge de los datos disponibles es que quien comete los abusos, o sea las violencias (físicas, sexuales o emotivas) son sobre todo los padres, los parientes, los maridos de las mujeres niñas, los entrenadores y los educadores. Además, según los datos de UNICEF de 2017 referidos a 28 países del mundo, 9 de cada 10 muchachas, que han tenido relaciones sexuales forzadas, declaran haber sido víctimas de una persona conocida o cercana a la familia.

 Según los datos oficiales del gobierno americano, en los Estados Unidos más de 700.000 niños son víctimas cada año de violencia o maltrato, según el International Center For Missing and Exploited Children (ICMEC), uno de cada diez niños sufre abusos sexuales. En Europa, 18 millones de niños son víctimas de abusos sexuales.

 Si nos fijamos por ejemplo en Italia, el informe del “Telefono Azzurro” de 2016 evidencia que el 68,9% de los abusos sucede dentro del ámbito doméstico del menor.Teatro de la violencia no es solo el ambiente doméstico, sino también el barrio, la escuela, el deporte y también, por desgracia, el eclesial.

 De los estudios efectuados en los últimos años sobre el fenómeno de los abusos sexuales a menores emerge que el desarrollo de la web y de los medios de comunicación ha contribuido a un crecimiento notable de los casos de abuso y violencia perpetrados online. La difusión de la pornografía se está esparciendo rápidamente en el mundo a través de la Red. La plaga de la pornografía ha alcanzado enormes dimensiones, con efectos funestos sobre la psique y las relaciones entre el hombre y la mujer, y entre ellos y los niños. Un fenómeno en continuo crecimiento. Una parte muy importante de la producción pornográfica tiene tristemente por objeto a los menores, que así son gravemente heridos en su dignidad. Los estudios en este campo documentan que esto sucede con modalidades cada vez más horribles y violentas; se llega al extremo de que los actos de abuso son encargados y efectuados en directo a través de la Red.

Recuerdo aquí el Congreso internacional celebrado en Roma sobre la dignidad del niño en la era digital; así como el primer Fórum de la Alianza interreligiosa para Comunidades más seguras sobre el mismo tema y que tuvo lugar el pasado mes de noviembre en Abu Dhabi.

 Otra plaga es el turismo sexual: según los datos de 2017 de la Organización Mundial del Turismo, cada año en el mundo tres millones de personas emprenden un viaje para tener relaciones sexuales con un menor. Es significativo el hecho de que los autores de tales crímenes, en la mayor parte de los casos, no reconocen que están cometiendo un delito.

 Estamos, por tanto, ante un problema universal y transversal que desgraciadamente se verifica en casi todas partes. Debemos ser claros: la universalidad de esta plaga, a la vez que confirma su gravedad en nuestras sociedades, no disminuye su monstruosidad dentro de la Iglesia.

La inhumanidad del fenómeno a escala mundial es todavía más grave y más escandalosa en la Iglesia, porque contrasta con su autoridad moral y su credibilidad ética. El consagrado, elegido por Dios para guiar las almas a la salvación, se deja subyugar por su fragilidad humana, o por su enfermedad, convirtiéndose en instrumento de satanás. En los abusos, nosotros vemos la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los niños. No hay explicaciones suficientes para estos abusos en contra de los niños. Humildemente y con valor debemos reconocer que estamos delante del misterio del mal, que se ensaña contra los más débiles porque son imagen de Jesús. Por eso ha crecido actualmente en la Iglesia la conciencia de que se debe no solo intentar limitar los gravísimos abusos con medidas disciplinares y procesos civiles y canónicos, sino también afrontar con decisión el fenómeno tanto dentro como fuera de la Iglesia. La Iglesia se siente llamada a combatir este mal que toca el núcleo de su misión: anunciar el Evangelio a los pequeños y protegerlos de los lobos voraces.

 Quisiera reafirmar con claridad: si en la Iglesia se descubre incluso un solo caso de abuso —que representa ya en sí mismo una monstruosidad—, ese caso será afrontado con la mayor seriedad. De hecho, en la justificada rabia de la gente, la Iglesia ve el reflejo de Dios, traicionado y abofeteado por estos consagrados deshonestos. El eco de este grito silencioso de los pequeños, que en vez de encontrar en ellos paternidad y guías espirituales han encontrado a sus verdugos, hará temblar los corazones anestesiados por la hipocresía y por el poder. Nosotros tenemos el deber de escuchar atentamente este sofocado grito silencioso.

 No se puede, por tanto, comprender el fenómeno de los abusos sexuales a menores sin tomar en consideración el poder, en cuanto estos abusos son siempre la consecuencia del abuso de poder, aprovechando una posición de inferioridad del indefenso abusado que permite la manipulación de su conciencia y de su fragilidad psicológica y física. El abuso de poder está presente en otras formas de abuso de las que son víctimas casi 85 millones de niños, olvidados por todos: los niños soldado, los menores prostituidos, los niños malnutridos, los niños secuestrados y frecuentemente víctimas del monstruoso comercio de órganos humanos, o también transformados en esclavos, los niños víctimas de la guerra, los niños refugiados, los niños abortados y así sucesivamente.

 Ante tanta crueldad, ante todo este sacrificio idolátrico de niños al dios del poder, del dinero, del orgullo, de la soberbia, no bastan meras explicaciones empíricas; estas no son capaces de hacernos comprender la amplitud y la profundidad del drama. Una vez más, la hermenéutica positivista demuestra su proprio límite. Nos da una explicación verdadera que nos ayudará a tomar las medidas necesarias, pero no es capaz de darnos un significado. Y hoy necesitamos tanto explicaciones como significados. Las explicaciones nos ayudarán mucho en el ámbito operativo, pero nos dejan a mitad de camino.

 ¿Cuál es, por tanto, el “significado” existencial de este fenómeno criminal? Teniendo en cuenta su amplitud y profundidad humana, hoy no puede ser otro que la manifestación del espíritu del mal. Si no tenemos presente esta dimensión estaremos lejos de la verdad y sin verdaderas soluciones.

 Hermanos y hermanas, hoy estamos delante de una manifestación del mal, descarada, agresiva y destructiva. Detrás y dentro de esto está el espíritu del mal que en su orgullo y en su soberbia se siente el señor del mundo y piensa que ha vencido. Esto quisiera decíroslo con la autoridad de hermano y de padre, ciertamente pequeño, pero que es el pastor de la Iglesia que preside en la caridad: en estos casos dolorosos veo la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los pequeños. Y esto me lleva a pensar en el ejemplo de Herodes que, empujado por el miedo a perder su poder, ordenó masacrar a todos los niños de Belén.

 Y de la misma manera que debemos tomar todas las medidas prácticas que nos ofrece el sentido común, las ciencias y la sociedad, no debemos perder de vista esta realidad y tomar las medidas espirituales que el mismo Señor nos enseña: humillación, acto de contrición, oración, penitencia. Esta es la única manera para vencer el espíritu del mal. Así lo venció Jesús.

 Así pues, el objetivo de la Iglesia será escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren. La Iglesia, para lograr dicho objetivo, tiene que estar por encima de todas las polémicas ideológicas y las políticas periodísticas que a menudo instrumentalizan, por intereses varios, los mismos dramas vividos por los pequeños.

 Por lo tanto, ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial. Ha llegado la hora de encontrar el justo equilibrio entre todos los valores en juego y de dar directrices uniformes para la Iglesia, evitando los dos extremos de un justicialismo, provocado por el sentido de culpa por los errores pasados y de la presión del mundo mediático, y de una autodefensa que no afronta las causas y las consecuencias de estos graves delitos.

En este contexto, deseo mencionar las “Best Practices” formuladas, bajo la dirección de la Organización Mundial de la Salud, por un grupo de diez agencias internacionales que ha desarrollado y aprobado un paquete de medidas llamado INSPIRE, es decir, siete estrategias para erradicar la violencia contra los menores.

 Sirviéndose de estas directrices, la Iglesia, en su itinerario legislativo, gracias también al trabajo desarrollado en los últimos años por la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores y a la aportación de este encuentro, se centrará en las siguientes dimensiones:

  1.  La protección de los menores: el objetivo principal de cualquier medida es el de proteger a los menores e impedir que sean víctimas de cualquier abuso psicológico y físico. Por lo tanto, es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Institución, en beneficio de una búsqueda sincera y decisiva del bien de la comunidad, dando prioridad a las víctimas de los abusos en todos los sentidos. Ante nuestros ojos siempre deben estar presentes los rostros inocentes de los pequeños, recordando las palabras del Maestro: «Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! Es inevitable que sucedan escándalos, ¡pero ay del hombre por el que viene el escándalo!» (Mt 18,6-7).
  2. Seriedad impecable: deseo reiterar ahora que «la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes. La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso» (Discurso a la Curia Romana, 21 diciembre 2018). Tiene la convicción de que «los pecados y crímenes de las personas consagradas adquieren un tinte todavía más oscuro de infidelidad, de vergüenza, y deforman el rostro de la Iglesia socavando su credibilidad. En efecto, también la Iglesia, junto con sus hijos fieles, es víctima de estas infidelidades y de estos verdaderos y propios delitos de malversación» (ibíd.).
  3. Una verdadera purificación: a pesar de las medidas adoptadas y los progresos realizados en materia de prevención de los abusos, se necesita imponer un renovado y perenne empeño hacia la santidad en los pastores, cuya configuración con Cristo Buen Pastor es un derecho del pueblo de Dios. Se reitera entonces «su firme voluntad de continuar, con toda su fuerza, en el camino de la purificación. La Iglesia se cuestionará […] cómo proteger a los niños; cómo evitar tales desventuras, cómo tratar y reintegrar a las víctimas; cómo fortalecer la formación en los seminarios. Se buscará transformar los errores cometidos en oportunidades para erradicar este flagelo no solo del cuerpo de la Iglesia sino también de la sociedad» (ibíd.). El santo temor de Dios nos lleva a acusarnos a nosotros mismos —como personas y como institución— y a reparar nuestras faltas. Acusarnos a nosotros mismos: es un inicio sapiencial, unido al santo temor de Dios. Aprender a acusarse a sí mismo, como personas, como instituciones, como sociedad. En realidad, no debemos caer en la trampa de acusar a los otros, que es un paso hacia la excusa que nos separa de la realidad.
  4. La formación: es decir, la exigencia de la selección y de la formación de los candidatos al sacerdocio con criterios no solo negativos, preocupados principalmente por excluir a las personas problemáticas, sino también positivos para ofrecer un camino de formación equilibrado a los candidatos idóneos, orientado a la santidad y en el que se contemple la virtud de la castidad. San Pablo VI escribía en la encíclica Sacerdotalis caelibatus: «Una vida tan total y delicadamente comprometida interna y externamente, como es la del sacerdocio célibe, excluye, de hecho, a los sujetos de insuficiente equilibrio psicofísico y moral, y no se debe pretender que la gracia supla en esto a la naturaleza» (n. 64).
  5. Reforzar y verificar las directrices de las Conferencias Episcopales: es decir, reafirmar la exigencia de la unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación. Ningún abuso debe ser jamás encubierto ni infravalorado (como ha sido costumbre en el pasado), porque el encubrimiento de los abusos favorece que se extienda el mal y añade un nivel adicional de escándalo. De modo particular, desarrollar un nuevo y eficaz planteamiento para la prevención en todas las instituciones y ambientes de actividad eclesial.
  6. Acompañar a las personas abusadas: El mal que vivieron deja en ellos heridas indelebles que se manifiestan en rencor y tendencia a la autodestrucción. Por lo tanto, la Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de expertos en esta materia. Escuchar, dejadme decir: “perder tiempo” en escuchar. La escucha sana al herido, y nos sana también a nosotros mismos del egoísmo, de la distancia, del “no me corresponde”, de la actitud del sacerdote y del levita de la parábola del Buen Samaritano.
  7. El mundo digital: la protección de los menores debe tener en cuenta las nuevas formas de abuso sexual y de abusos de todo tipo que los amenazan en los ambientes en donde viven y a través de los nuevos instrumentos que usan. Los seminaristas, sacerdotes, religiosos, religiosas, agentes pastorales; todos deben tomar conciencia de que el mundo digital y el uso de sus instrumentos incide a menudo más profundamente de lo que se piensa. Se necesita aquí animar a los países y a las autoridades a aplicar todas las medidas necesarias para limitar los sitios de internet que amenazan la dignidad del hombre, de la mujer y de manera particular a los menores: el delito no goza del derecho a la libertad. Es necesario oponernos absolutamente, con la mayor decisión, a estas abominaciones, vigilar y luchar para que el crecimiento de los pequeños no se turbe o se altere por su acceso incontrolado a la pornografía, que dejará profundos signos negativos en su mente y en su alma. Es necesario comprometernos para que los chicos y las chicas, de modo particular los seminaristas y el clero, no sean esclavos de dependencias basadas en la explotación y el abuso criminal de los inocentes y de sus imágenes, y en el desprecio de la dignidad de la mujer y de la persona humana. Se evidencian aquí las nuevas normas “sobre los delitos más graves” aprobadas por el papa Benedicto XVI en el año 2010, donde fueron añadidos como nuevos casos de delitos «la adquisición, la retención o divulgación» realizada por un clérigo «en cualquier forma y con cualquier tipo de medio, de imágenes pornográficas de menores». Entonces se hablaba de «menores de edad inferior a 14 años», ahora pensamos elevar este límite de edad para extender la protección de los menores e insistir en la gravedad de estos hechos.
  8. El turismo sexual: la conducta, la mirada, la actitud de los discípulos y de los servidores de Jesús han de saber reconocer la imagen de Dios en cada criatura humana, comenzando por los más inocentes. Solo aprovechando este respeto radical por la dignidad del otro podemos defenderlo del poder dominante de la violencia, la explotación, el abuso y la corrupción, y servirlo de manera creíble en su crecimiento integral, humano y espiritual, en el encuentro con los demás y con Dios. Para combatir el turismo sexual se necesita la acción represiva judicial, pero también el apoyo y proyectos de reinserción de las víctimas de dicho fenómeno criminal. Las comunidades eclesiales están llamadas a reforzar la atención pastoral a las personas explotadas por el turismo sexual. Entre estas, las más vulnerables y necesitadas de una ayuda especial son ciertamente las mujeres, los menores y los niños; estos últimos, necesitan todavía de una protección y de una atención especial. Las autoridades gubernamentales deben dar prioridad y actuar con urgencia para combatir el tráfico y la explotación económica de los niños. Para este fin, es importante coordinar los esfuerzos en todos los niveles de la sociedad y trabajar estrechamente con las organizaciones internacionales para lograr un marco legal que proteja a los niños de la explotación sexual en el turismo y permita perseguir legalmente a los delincuentes.

Permitidme un agradecimiento de corazón a todos los sacerdotes y a los consagrados que sirven al Señor con fidelidad y totalmente, y que se sienten deshonrados y desacreditados por la conducta vergonzosa de algunos de sus hermanos. Todos —Iglesia, consagrados, Pueblo de Dios y hasta Dios mismo— sufrimos las consecuencias de su infidelidad. Agradezco, en nombre de toda la Iglesia, a la gran mayoría de sacerdotes que no solo son fieles a su celibato, sino que se gastan en un ministerio que es hoy más difícil por los escándalos de unos pocos —pero siempre demasiados— hermanos suyos. Y gracias también a los laicos que conocen bien a sus buenos pastores y siguen rezando por ellos y sosteniéndolos.

Finalmente, quisiera destacar la importancia de transformar este mal en oportunidad de purificación. Miremos a Edith Stein – santa Teresa Benedicta de la Cruz, con la certeza de que «en la noche más oscura surgen los más grandes profetas y los santos. Sin embargo, la corriente vivificante de la vida mística permanece invisible. Seguramente, los acontecimientos decisivos de la historia del mundo fueron esencialmente influenciados por almas sobre las cuales nada dicen los libros de historia. Y cuáles sean las almas a las que hemos de agradecer los acontecimientos decisivos de nuestra vida personal, es algo que solo sabremos el día en que todo lo oculto será revelado». El santo Pueblo fiel de Dios, en su silencio cotidiano, de muchas formas y maneras continúa haciendo visible y afirmando con “obstinada” esperanza que el Señor no abandona, que sostiene la entrega constante y, en tantas situaciones, dolorosa de sus hijos. El santo y paciente Pueblo fiel de Dios, sostenido y vivificado por el Espíritu Santo, es el rostro mejor de la Iglesia profética que en su entrega cotidiana sabe poner en el centro a su Señor. Será justamente este santo Pueblo de Dios el que nos libre de la plaga del clericalismo, que es el terreno fértil para todas estas abominaciones.

 El resultado mejor y la resolución más eficaz que podamos dar a las víctimas, al Pueblo de la santa Madre Iglesia y al mundo entero, es el compromiso por una conversión personal y colectiva, y la humildad de aprender, escuchar, asistir y proteger a los más vulnerables.

 Hago un sentido llamamiento a la lucha contra el abuso de menores en todos los ámbitos, tanto en el ámbito sexual como en otros, por parte de todas las autoridades y de todas las personas, porque se trata de crímenes abominables que hay que extirpar de la faz de la tierra: esto lo piden las numerosas víctimas escondidas en las familias y en los diversos ámbitos de nuestra sociedad.

Fuente: Vida Nueva Digital