Federico Lombardi: «La Iglesia está herida en su credibilidad»

Federico Lombardi SJ, ex portavoz de dos papas, es el encargado de moderar la cumbre anti-abusos convocada por Francisco que se está llevando adelante en el Vaticano del 21 al 24 de febrero.

En entrevista con el portal Religión Digital, reconoció que los escándalos hirieron a la Iglesia en su «credibilidad», afirma que la formación es clave para la prevención y pide que se «respete» el código canónico que ya establece normas anti-pedofilia.

¿En qué marco se convoca este encuentro histórico sobre la cuestión de los abusos en la Iglesia?

El encuentro se da en un marco de una historia larga de abusos por parte de miembros de la Iglesia, en los que han aparecido nuevas crisis recientes, en particular en Estados Unidos con el caso de Theodore McCarrick o el informe de Pennsylvania. También estuvo la cuestión de Chile, que involucró al papa Francisco pesonalmente a raíz de sus encuentros con los obispos de ese país. Y es importante el modo en el que el Papa habló de este tema, con las dos cartas al pueblo de Dios, en junio a Chile y en agosto en modo universal. Y se destaca el concepto de ese pueblo de Dios en camino, de involucrar su solidaridad espiritual para afrontar los problemas de la comunidad de la Iglesia.

En este contexto, la convocatoria a los presidentes de las conferencias episcopales tiene un significado, no solo para responder a las crisis que se siguen manifestando y muestra que se trata de un problema global de la Iglesia difundido no sólo en algunos países, sino que apunta además a un modo de afrontarlo como pueblo de Dios, y movilizarlo a través de sus pastores y sus representantes.  Los presidentes de las conferencias llegarán, también como representantes de los otros obispos de sus países, que son los pastores de las comunidades eclesiales. Hay un motivo para la contiuidad del problema en varios países, y también la vía de la convocatoria de los presidentes de las conferencias episcopales como signo de movilización del conjunto del pueblo de Dios como comunidad que debe reaccionar solidariamente. La Iglesia debe escuchar y afrontar este problema.

La Iglesia tiene un largo marco normativo sobre la prevención y castigo a los abusos. ¿Hace falta hacerlo cumplir más?

El tema es que si bien hay que entender a cada una de las realidades con su contexto, hay una disposición universal dentro de la Iglesia que ya legisla sobre este tema y es el derecho canónico, con las normas que han sido renovadas por Benedicto XI así como los procedimientos que ha establecido la Congregación para la Doctrina de la Fe para las investigaciones, denuncias y procesos, que establece con claridad los procedimientos por este tipo de crímenes. Son reglas claras para toda la Iglesia porque tienen que ver con el modo de ser sacerdote y de ejercitar el ministerio. Y valen para todo el mundo. En la Iglesia está considerado un crimen el abuso a menores por parte de sacerdotes globalmente, eso es igual para todos. Lo que sí puede ser diverso es la relación con la cultura y los aspectos de cada país. Y las líneas-guía de las conferencias episcopales deben tener en cuenta esas diferencias de cultura y de legislación de cada país. En ese sentido se puede decir que una guía normativa común sobre los abusos ya existe, que son los artículos del derecho canónico, y lo que es necesario ahora es que todos la respeten y la pongan en práctica en el contexto de sus países.

No hay que esperar entonces granes cambios legislativos sobre el tema…

Como expresó el Papa, se trata también de ayudar a los obispos a entender más claramente qué hacer y cómo deben actuar. El encuentro puede ser muy útil en esto. Hay algunas conferencias episcopales con mucha experiencia, que se ocupan del tema hace años. Es en esa dirección que se habla de la posibilidad de que se forma una suerte de «Task Force», con expertos, canonistas, de cómo acompañar a las víctimas, que los obispos se sientan acompañados, para formular líneas guías, tratar casos de abusos y dar ayudas. Esta es una idea que ayudaría a muchos obispos como iniciativa práctica. Roma no tiene que hacer las guías para todo los países del mundo, debe haber una suerte de descentralización que permita acada conferencia episcopal actuar de acuerdo a los marcos locales. Sí hay un aspecto común que es la vigencia del derecho canónico para estos crímenes horribles. Y en el sentido de ser una comunidad universal que camina junta y se sostiene junta.

El papa dijo hace poco que ve una Iglesia «herida» por los abusos. ¿Cómo se la sana?

La Iglesia está herida en su credibilidad. Lo sentimos mucho en el punto en que la Iglesia se propone como maestra con autoridad moral y de formación espiritual en la sociedad y esta autoridad queda dañada profundamente por las incoherencias y falsos testimonios de las personas en su interior,incluso con roles importantes, que cometen estos crímenes gravísimos: es un daño grave para la misión de la Iglesia. Y la gran mayoría de sacerdotes que son inocentes sienten ellos también el peso de la enfermedad, porque pesa sobre el cuerpo de la Iglesia como comunidad. Incluso yo lo vivo así esto, es un peso muy grande que daña y debilita la credibilidad de la Iglesia en su servicio moral y espiritual a la gente. Han hecho realmente mucho daño. Esto se sana con una conversión profunda que vaya a las raíces, no es solo poner controles para evitar que estas cosas sucedan. Se trata de tener una buena formación espiritual humana para que disminuya radicalmente, aunque no podemos pensar que todo será perfecto, pero sí que estos casos se vuelvan algo rarisimo y sean enfrentados con decisión. Debemos lograr que la comunidad se sienta segura y jóvenes y niños puedan participar de las actividades de la Iglesia con confianza. Esto requiere de todos modos un trabajo profundo, en el cambio de dejar de defendernos a nosotros y a las institiuiones y pasar a ocuparse antes que nada de las personas, y el rol de la formación de los futuros sacerdotes, obispos, seminaristas, es central para esto. Una autoridad que deba ser entendida como servicio y no como poder.

¿Y qué rol tienen los laicos cercanos a la Iglesia en ese camino de sanación?

En América Latina ya hubo varios casos importantes (Perú, Maciel, Karadima) en los que se vio que en realidad estas son realidades de abusos de autoridad y de poder sobre la conciencia, y que una de sus facetas es el abuso sexual. Por eso es importante involucrar a la sociedad y a toda la comunidad de le Iglesia por renovar las relaciones en su interno.

Debe estar involucrada no solo toda la comunidad, sino que también es importantísimo lograr una mayor participación de la mujer dentro de ese mayor involucramiento del pueblo de Dios. Debemos buscar una mayor participación de las mujeres en el campo de la prevención, del acompañamiento a las víctimas, de la atención sobre las familias. El rol de las mujeres será determinante.

Fuente: Religión Digital 

El Papa: “El Pueblo de Dios espera medidas concretas y eficaces”

El jueves 21 de febrero de 2019 comenzó en el Vaticano el encuentro sobre “La Protección de los menores en la Iglesia”.

 “Nuestro encuentro está cargado por el peso de la responsabilidad pastoral y eclesial que nos obliga a discutir juntos, de manera sinodal, sincera y profunda, cómo afrontar este mal que aflige a la Iglesia y a la humanidad. El santo pueblo de Dios nos mira y espera de nosotros no simples y obvias condenas, sino medidas concretas y eficaces por disponer”, lo dijo el Papa Francisco este jueves, 21 de febrero, al inicio del Encuentro sobre “La Protección de los menores en la Iglesia”, en el Aula Nueva del Sínodo, en el Vaticano.

Escuchemos el grito de los pequeños que piden justicia

Dirigiéndose a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo y a los demás participantes en este Encuentro, el Santo Padre dijo que, “ante la plaga de abusos sexuales perpetrados por hombres de Iglesia contra los menores, he pensado en interpelarlos a ustedes, Patriarcas, Cardenales, Arzobispos, Obispos, Superiores Religiosos y Responsables, para que todos juntos nos pongamos a la escucha del Espíritu Santo y con docilidad a su guía escuchemos el grito de los pequeños que piden justicia”.

Discutamos de manera sinodal, sincera y profunda

“Nuestro encuentro – señaló el Pontífice – está cargado por el peso de la responsabilidad pastoral y eclesial que nos obliga a discutir juntos, de manera sinodal, sincera y profunda, cómo afrontar este mal que aflige a la Iglesia y a la humanidad. El santo pueblo de Dios nos mira y espera de nosotros no simples y obvias condenas, sino medidas concretas y eficaces por disponer. Es necesario ser concretos”.

Parresia, coraje y de concreción

Iniciamos, pues, nuestro camino, armados de fe y del espíritu de máxima parresia, de coraje y de concreción, alentó el Papa Francisco a los participantes. “Como ayuda, quisiera compartir con ustedes algunos criterios importantes formulados por las diversas Comisiones y Conferencias Episcopales – los han enviado ustedes, dijo el Papa, y yo los he enumerado un poco – son líneas guías para ayudarnos en nuestra reflexión que les serán entregadas a ustedes. Son un simple punto de partida, que viene de ustedes y regresa a ustedes, y que no quita la creatividad que debe existir en este encuentro”.

Sanemos las graves heridas de este escándalo

Antes de concluir sus palabras introductorias, el Papa Francisco agradeció en nombre de todos a la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, a la Congregación para la Doctrina de la Fe y a los miembros del Comité Organizador por el excelente trabajo realizado con gran compromiso en la preparación de este encuentro. “Finalmente – concluyó el Papa – le pido al Espíritu Santo que nos sostenga en estos días y que nos ayude a transformar este mal en una oportunidad para la conciencia y la purificación. Que la Virgen María nos ilumine para buscar curar las graves heridas que el escándalo de la pedofilia ha causado tanto en los pequeños como en los creyentes”.

Fuente: Vatican News

Argentina y Uruguay optan por un Apostolado de Migraciones

La Red Jesuita con Migrantes LAC completa el mapa. La Provincia Argentina-Uruguaya ha institucionalizado en Servicio Jesuita con Migrantes como sector apostólico. 

 Por: Javier Cortegoso Lobato – Coordinador de la Red Jesuita con Migrantes de Latinoamérica y el Caribe

En un breve paseo con Julio Villavicencio SJ, que estaba dándome un recorrido por el Colegio del Salvador en Buenos Aires –donde se encuentra también la Curia Provincial y varias obras como Fe y Alegría-, no pasaban más de cinco minutos sin que alguien nos parase; jesuitas o laicos, que le daban la enhorabuena a Julio por su nuevo destino, o le ofrecían la referencia de alguien que le podía echar una mano, o le contaban algo que ya se venía haciendo, o le pedían una colaboración para llevar la dinámica de Hospitalidad a un colegio.

 El pasado 5 de febrero, apenas unos días después de la asunción real por parte de Rafael Velasco SJ, del destino de Provincial de ARU (Argentina y Uruguay), se hacía pública la circular que contenía una noticia esperada en la Red desde hace mucho tiempo: La constitución de un Apostolado del Servicio Jesuita a Migrantes en la Provincia. La creación del SJM ARU como apostolado, dependiente directamente del Provincial, explica que la Migración Forzada es una prioridad apostólica que convoca transversalmente a toda la misión de la Compañía. La explicación es fácil, me decía Rafael, “se trata de optar por los pobres”, es decir se trata de reconocer que la realidad migrante es uno de los clamores que como cuerpo apostólico debemos escuchar, dejar que nos conmueva y ordenar nuestra acción-opción-misión de construcción de Justicia y Reconciliación.

 La buenísima noticia se completa con el nombramiento de Julio Villavicencio SJ como delegado de este apostolado. Julio tiene una vocación temprana, profunda y cercana hacia la realidad de las migraciones. Los que le conocemos, aunque sea un poco, irremediablemente le queremos. A su tremenda calidad humana se le une un indiscutible don para acompañar y una manera de mirar la realidad que es amorosa y que, consecuentemente, busca la justicia.

 El primer paso del SJM en ARU está siendo reconocer lo que ya existía de trabajo de acompañamiento de Migrantes, como la experiencia, de algunos años ya, en la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en San Miguel, barrio del Gran Buenos Aires con enrome presencia de población migrante, o en Regina Martyrum, más reciente, con población venezolana. Desde ahí se irá construyendo el nuevo SJM ARU, proyectando su crecimiento desde la mirada al contexto, entendiendo dónde puede aportar valor o presencia y en una clave de articulación con otros actores de Iglesia y Sociedad Civil que tienen experiencias consolidadas. El reto del SJM será liderar esa transversalidad que la migración exige de la Compañía en todos los niveles y sectores y desde todas sus presencias.

 El SJM ARU es ya parte de la RJM, ya empezamos este diálogo con un encuentro la semana pasada en Buenos Aires tanto con Rafael como con Julio. Será clave, en el planteamiento de estos primeros meses, conocer la experiencia de otras obras de la RJM en otras provincias, especialmente de los SJM y SJR. Desde nuestra perspectiva era vital incluir a Uruguay y Argentina en el mapa de la red, pero no tanto por la ambición de completarlo, sino por el convencimiento de que una misión que quiera ser adecuada a la complejidad y extensión del fenómeno migratorio requiere, entre muchas otras cosas, la continuidad en la atención que supera barreras geográficas y de gobierno.

Argentina y Uruguay son países con largas historias de migración que explican su identidad. Los flujos migratorios en la región viven también los cambios acelerados por las crisis y las dinámicas migratorias en América Latina. En Argentina por ejemplo, la migración tradicional de las últimas décadas, la constituían bolivianos, paraguayos y peruanos, colombianos en menor medida; sin embargo en los últimos dos años la población venezolana se ha convertido en el grupo de arribos más numeroso. Como consecuencia de la crisis humanitaria en Venezuela, se ha dado también el cambio de perfil, llegan personas mucho más vulnerables, de un nivel de pobreza alto o extremo, con muchas menos capacidades para su integración y lo hacen tras larguísimas rutas por tierra, atravesando Brasil o la ruta Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile.

 En esos encuentros cortos, en el colegio del Salvador, reconocí una muestra de Hospitalidad y Acogida de este apostolado de las Migraciones por parte de otras obras de la Provincia. Estas personas, de Fe y Alegría, de la Universidad Católica de Córdoba o del propio Colegio, se iban encontrando con Julio, se paraban delante, le tendían la mano y formaban nuestra H (#SoyH), hablaban de un apostolado que reconoce su Historia, que contempla la Herida, que rezuma Humanidad y que pretende dejar Huella en el acompañamiento. Me parece una metáfora adecuada y un signo de esperanza para este nuevo comienzo.

 Como Red Jesuita con Migrantes LAC, esta felicidad por las buenas noticias, se transforma en puesta a disposición absoluta para acompañar este trabajo, porque o lo hacemos juntos y juntas, o no estamos siendo responsables con la realidad que nos llama.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

La Escuela de Formación en Identidad Ignaciana reabre sus Inscripciones para este año

La Escuela de Formación en Identidad Ignaciana es una iniciativa de la Conferencia de Provinciales de América Latina (CPAL), que en nuestra Provincia se viene llevando adelante desde el año 2017. De ella participan personas vinculadas a la Compañía de Jesús en distintas partes de Argentina y Uruguay, gracias a que las clases son virtuales, por lo que, quien las dicta, puede hacerlo simultáneamente para distintos grupos.

El Objetivo de la Escuela de Formación Ignaciana es ofrecer un espacio para profundizar en el crecimiento afectivo – espiritual de las relaciones personales, el liderazgo, el trabajo colaborativo y el compromiso apostólico desde los valores ignacianos.

Cada año consta de 7 clases mensuales y presenciales.

Destinatarios

Esta propuesta está pensada para ser realizada por:

– Laicos/as y religiosos/as que trabajan en alguna obra apostólica, jesuita o ignaciana.

– Personas abiertas a una experiencias de fe y compromiso, dispuestas a formarse y a compartir su formación con otros.

– Personas que tengan la capacidad y el deseo de ser agentes multiplicadores de los valores ignacianos.

¿Cómo puedo inscribirme?

Envía un e-mail a colaboración@jesuitas.org.ar o puedes acercarte a los Centro de Espiritualidad adheridos:

 

 

Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús 2019-2029

Al final de los dieciséis meses que duró el proceso en los diversos niveles de la Compañía, damos a conocer las nuevas cuatro Preferencias Apostólicas Universales:

 A. Mostrar el camino hacia Dios mediante los Ejercicios Espirituales y el discernimiento.

 B. Caminar junto a los pobres, los descartados del mundo, los vulnerados en su dignidad en una misión de reconciliación y justicia.

C. Acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador.

D. Colaborar en el cuidado de la Casa Común.

En su carta de confirmación del 6 de febrero de 2019, el Papa Francisco considera que “el proceso que hizo la Compañía para llegar a las preferencias apostólicas universales fue (…) un real discernimiento”. Señala que las preferencias propuestas “están en sintonía con las actuales prioridades de la Iglesia expresadas a través del magisterio ordinario del Papa, de los Sínodos y de las Conferencias Episcopales, sobre todo a partir de Evangelii gaudium”.

El Santo Padre insiste en que “la primera preferencia es capital porque supone como condición de base el trato del jesuita con el Señor, la vida personal y comunitaria de oración y discernimiento”. Añade: “Sin esta actitud orante lo otro no funciona”.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

Palabras Inaugurales – Rafael Velasco SJ

Discurso inaugural del P. Rafael Velasco SJ al asumir como Superior Provincial de Argentina-Uruguay, al inicio del Encuentro de Provincia 2019, el 30 de enero pasado. 

Por Rafael Velasco SJ

Quiero comenzar compartiendo con ustedes las convicciones espirituales que me guían y alientan; algo así como mi propio credo personal

Nuestra Fórmula del Instituto dice: “Procure mientras viviere poner delante de sus ojos ante todo a Dios y luego el modo de ser de este su Instituto que es camino para ir a El…”

Ante todo creo en Dios. Dios Nuestro Señor, que nos ha creado por amor para alabarlo, reverenciarlo y servirlo en nuestros hermanos y hermanas. El Dios que en Jesús se ha hecho carne en las periferias y desde allí mira la realidad; no desde “arriba”, sino desde los costados, desde los que están al margen. Creo, por experiencia, que allí –en las periferias- se domicilia “Su solio Real”. Desde allí Dios Nuestro Señor nos mira y nos llama a ayudarlo a edificar Su Reino: “desde los hambrientos, los sedientos, los migrantes, los enfermos” (de Mateo 25), desde la mirada compasiva de los buenos samaritanos y los ojos entrecerrados de los apaleados del camino, Nos mira y nos llama desde la mirada expectante de las samaritanas que junto al pozo de la vida siguen buscando el agua viva, Nos mira desde la mirada dolorida de las viudas de Naím y desde la mirada ávida de las hemorroisas que han perdido todo menos la fe…

Creo, en fin en Jesús que transita hoy por nuestras propias “sinagogas, villas y castillos”.

Creo en un Dios en salida, misionero, que por amor se ha costeado el viaje hasta nuestras periferias, que se acerca a todos los que sufren, que es buena noticia y esperanza para todos. Ese Dios nos empuja a sus compañeros a que no nos quedemos cómodos con lo nuestro, con lo ya logrado, con nuestras obras. Es un Dios que sale a buscar, un Dios “en expansión”, no un Dios en repliegue. Un Dios que nos revela Su Esperanza cuando salimos, cuando nos ponemos en camino, cuando arriesgamos, cuando somos cercanos, cuando intentamos una y otra vez.

Creo, desde nuestra fe jesuita, que Dios ya está obrando en la realidad –siempre nuevo y sorprendente- y nos llama para ayudarlo en la obra de Reconciliación y Justicia que Él va tejiendo paciente y laborioso como un obrero. Y creo que nuestra misión tiene mucho de ser discípulos de la realidad, y por eso debemos orar y reflexionar con profundidad para acertar en el modo de colaborar en Su Obra.

Creo que Dios abre caminos cuando nos animamos a cruzar el mar, como lo señala el Talmud en aquel versículo que al describir el cruce del mar rojo afirma que el mar no se abrió cuando Moisés golpeó con el bastón el mar, sino cuando el primer hebreo se lanzó a cruzar. Dios nos abre caminos cuando creemos de verdad en El y nos animamos a dar el primer paso.

Creo firmemente que nuestro Dios se deja encontrar privilegiadamente en los pobres. Sin cercanía real con ellos no hay salvación, Es decir, no hay vitalidad apostólica consistente. Jesús comienza su ministerio proclamando que el Espíritu del Señor está sobre Él “para anunciar la Buena Noticia a los pobres”. Desde ellos, particularmente, Dios nos revela su rostro.

Creo, como dice san Ignacio a los padres y hermanos de Padua, que “Son tan grandes los pobres en la Presencia Divina, que principalmente para ellos fue enviado Jesucristo a la tierra: «Por la opresión del mísero y del pobre ahora —dice el Señor— habré de levantarme» (Sal 11,6); y en otro lugar: «Para evangelizar a los pobres me ha enviado» (Lc 4,18), lo cual recuerda Jesucristo, haciendo responder a San Juan: «Los pobres son evangelizados» (Mt 11,5), y tanto los prefirió a los ricos, que quiso Jesucristo elegir todo el Santísimo Colegio de entre los pobres, y vivir y conversar con ellos, dejarlos por príncipes de su Iglesia, constituirlos por jueces sobre las doce tribus de Israel (Mt 19,28), es decir, de todos los fieles. Los pobres serán sus asesores. Tan excelso es su estado. La amistad con los pobres nos hace amigos del Rey Eterno. (Carta a los PP y HH de Padua 6 de agosto de 1547)

Creo que Dios nos llama a ser discípulos y amigos de los pobres. Como dice nuestra última Congregación General: “estamos llamados a descubrir a Cristo en los pobres, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos. Esta actitud va contra corriente de lo que es normal en el mundo, en el que, como dice el Quoelet, “la sabiduría del pobre se desprecia y nadie hace caso a sus consejos”. Junto a los pobres podemos aprender lo que significan esperanza y valentía” (D. 1, 15).

Por eso debemos optar claramente por ellos, sin excusas ni racionalizaciones. Y una opción implica misionar jesuitas cualificados y asignar recursos. Porque ese servicio apostólico debe ser de calidad y con rigor. No puede ser un servicio “pobre”; debe ser lúcido, con jesuitas valiosos capaces de articular sensibilidad, rigor intelectual y compromiso en la acción y la provincia debe asignar recursos para ello.

Creo que la existencia de hermanos y hermanas nuestros que viven realidades de exclusión y descarte es una bofetada que debe hacernos reaccionar. Y a la vez es una llamada evangélica a salir, a acercarnos como Jesús, a radicalizar nuestro estilo de vida…a convertirnos. Nuestra opción por los pobres debe significar también vivir más solidariamente con ellos en nuestras opciones y acciones, en nuestro estilo de vida y en lo que nos preocupa y nos ocupa.

Somos discípulos del que nació en un pesebre y murió en una cruz, y que no tuvo donde reclinar la cabeza. Somos compañeros del que anunció el Reino de Dios para los pobres. Nuestra fe en Jesús –lo sabemos- exigen de nosotros compromiso y pasión por la justicia. Y nos exige estar en la primera línea, donde se libran las batallas, y no en retaguardias cálidas y seguras. Nuestro Rey Eternal nos marca el camino: “quien quiera venir conmigo ha de trabajar conmigo…para que siguiéndome en la pena me siga también en la gloria” (95).

Creo que la Comunidad (nuestras comunidades) puede llegar a ser un Hogar para el Reino de Dios. Durante años se ha hablado de la comunidad en función de la misión. Desde las dos últimas Congregaciones Generales se habla también de que la comunidad es misión. Comparto esa convicción. El testimonio de cómo vivimos es más fuerte muchas veces que nuestras acciones apostólicas. Jesús les dijo a los que lo seguían: “vengan y vean”. Ellos vieron cómo vivía y se quedaron con él. No fueron a ver sus milagros primero, sino como vivía. Pienso muchas veces que cierta falta de consistencia en materia de vocaciones, además de la dificultad de los tiempos que corren, algo tiene que ver con esto. Trabajamos con esfuerzo y entusiasmo, pero al ver cómo vivimos…ahí las cosas cambian. “¿qué clase de vida tienen si no tienen vida juntos?” dice Tomas Eliot.

Creo que nuestro estilo de vida debería revelar el Dios en el que creemos, el Dios cercano a los pobres y sufrientes, el Dios en salida, el Dios fraterno que se hizo pobre para enriquecernos y ofrece la Salvación y la Buena Noticia encarnado en las periferias…

Creo, también, que nuestras obras apostólicas deberían ser comunidades de vida. Espacios de una vida nueva. Una vida que surge y se alimenta de la vida, de Jesús vivo entre nosotros. En una cultura de la muerte, la gente busca vida, busca espacios de vida. Nuestros colegios, universidades, parroquias, centros de espiritualidad, obras sociales están llamadas a ser espacios de vida en salida.

Y creo que nuestro lugar en nuestras obras es clave: No somos gestores mundanos, somos líderes apostólicos. Compañeros de Jesús y en Jesús. Nuestro modo de llevar adelante nuestras obras apostólicas tiene que tener presente que no solo importa el fin apostólico sino también el modo, el estilo. Nuestras obras deberían ser comunidades de trabajo. Pero no sólo eso, deben ser espacios en los que se vive una misión apostólica en comunidad.

Creo en la mirada Visionaria de Dios. Un párrafo acerca de nosotros: Hay quien afirma que no es verdad que “el amor es ciego”, sino que en verdad el amor es “visionario”; porque es capaz de ver en el otro lo que otros no ven, y que a veces ni el mismo sujeto ve. El amor es visionario porque ve lo más genuino y noble del otro aún contra las apariencias. Así de visionaria es la mirada amorosa de Dios. Él ve lo más genuino y noble que hay en nosotros (más allá de nuestros límites y pecados), y confía en nuestra mejor versión. Es una mirada que alienta, entusiasma y construye. Esa mirada visionaria entra en colisión –no pocas veces- con nuestras miradas heridas por el miedo, enojos, rencores, celos…Esa mirada desfigurada es fuente de desesperanza. De esa mirada surgen desvalorizaciones y descalificaciones y desde ese prisma, hasta pareciera que hay compañeros que ya no tienen lugar, ni remedio. Ese no es un camino de vida. Lo sé por experiencia.

Cuando conectamos, en cambio, con esa mirada Visionaria de Dios, entonces somos capaces de responder con generosidad y fraternidad; desde allí nos vivimos como hombres en misión, capaces de dar con generosidad, más allá de límites, sombras y agachadas personales. Y cuando la misión apostólica es desafiante respondemos mejor aún. Desde esa mirada nos descubrimos y sentimos Compañeros en una misión de reconciliación y justicia.

Le pido a Dios para mí y para todos, apostar cada día por esa mirada Visionaria Suya.

Estas convicciones que comparto con ustedes son las que me alientan y son las que –espero- guiarán y empujarán mis decisiones. Son las que me recuerdan cada día que no debo acostumbrarme.

A modo de aguijón y horizonte de Esperanza termino compartiéndoles una oración de Luis Espinal, compañero nuestro que dio su sangre por Jesús y sus hermanos. Es una oración que procuro rezar con frecuencia, y que cada vez que lo hago, me despierta:

Tenemos el vicio de acostumbrarnos a todo. Ya no nos indignan las villas miseria; ni la esclavitud de los siringueros; no es noticia el “apartheid”, ni los millones de muertos de hambre, cada año.Nos acostumbramos, limamos las aristas de la realidad, para que no nos hiera, y la tragamos tranquilamente.Nos desintegramos. No es sólo el tiempo el que se nos va, es la misma cualidad de las cosas la que se herrumbra. Lo más explosivo se hace rutina y conformismo; la contradicción de la cruz es ya sólo el adorno sobre escote mundano, o la guerrera de un Hitler.Señor tenemos la costumbre de acostumbrarnos a todo; aún lo más hiriente se nos oxida. Quisiéramos ver siempre las cosas por primera vez; quisiéramos una sensibilidad no cauterizada, para maravillarnos y sublevarnos.


Haznos superar la enfermedad del tradicionalismo, es decir, la manía de embutir lo nuevo en paradigmas viejos. Líbranos del miedo a lo desconocido. El mundo no puede ir adelante, a pesar de tus hijos; sino gracias a ellos. Empujemos.Jesucristo, danos una espiritualidad de iniciativa, de riesgo, que necesite revisión y neologismos. No queremos ver las cosas sólo desde dentro; necesitamos tener algún amigo hereje o comunista. Para ser disconforme como Tú, que fuiste crucificado por los conservadores del orden y la rutina.Enséñanos a recordar que Tú, Jesucristo, siempre has roto las coordenadas de lo previsible.


Y sobre todo, que no nos acostumbremos a ver injusticias, sin que se nos encienda la compasión y la actuación.

Las Bienaventuranzas Argentinas

Una adaptación de Lucas 6, 20-26 a la realidad de la Argentina hoy. 

Por Emmanuel Sicre SJ

Felices quienes no llegan a fin de mes y la siguen peleando,

quienes no temen ser pobres

y comparten su hambre

con quienes están aún peor,

porque saborean la lógica del Reino.

 

Felices quienes por la inflación ya no pueden pagar medicamentos

y encuentran en la fe compartida

la medicina para tanta desesperación,

porque sus lágrimas serán fecundas.

 

Felices quienes sufren sin vergüenza el bullying por hacer el bien,

por no querer hablar mal de los demás

y rechazan las invitaciones

a descargarse violentamente contra la masa,

porque sus actitudes sanarán corazones heridos.

 

Felices quienes padecen adicciones y buscan la salida,

aunque caigan,

quienes los acompañan con amor a pesar de todo

y no juzgan livianamente el dolor del otro,

porque se sentarán a la mesa de quienes luchan y vencen.

 

Pero, ¡ay de quienes idolatran su riqueza y se olvidan

de quienes están desahuciados

por los sistemas deshumanizadores,

porque su egoísmo se convertirá en soledad!

 

¡Ay de quienes la superficialidad los entretiene mágicamente

y los ciega ante quienes sufren,

porque se perderán del sentido de la vida!

 

¡Ay de quienes viven de la mirada de los demás

y no quieren descubrir su propia verdad,

porque no podrán mirarse al espejo con amor!

 

¡Ay de quienes son responsables del Bien de todos en los cargos públicos

y acceden a la corrupción, la coima y la avaricia,

porque los visitará su conciencia y les reprochará tanto dolor!

Haití en llamas, requiere nuestra solidaridad

Desde el 7 de febrero pasado, día en que se celebraba el fin de la dictadura y los dos años de posesión del gobierno actual, la población de Haití reclama vehementemente en las calles la renuncia del presidente Jovenel Moïse.

Por Roberto Jaramillo SJ – Presidente de CPAL 

 Joven emprendedor del norte del país, fue lanzado y promovido a su candidatura por el antiguo presidente Martelly, y asumió su cargo después de contestadas elecciones en las cuales fue necesario retrasar la segunda vuelta. Los dos años que lleva en el poder ha sido una demostración repetida de su incapacidad para gobernar y para administrar.

 “No hay una sola promesa cumplida, ni una sola medida que él haya tomado en beneficio del pueblo haitiano. En todas partes hay miedo e incertidumbre. Las manifestaciones cotidianas se convierten en escenas de violencia y saqueos. La mayoría de las gasolineras son objeto de actos de vandalismo, varias empresas han sido saqueada; los vehículos, principalmente del servicio estatal (S.E) han sido quemados, al igual que algunas instituciones públicas y privadas; la policía está literalmente abrumada por los acontecimientos” nos dicen desde Puerto Príncipe.

 La moneda nacional (gourdes) ha sufrido una fortísima devaluación: la gourde que hace dos años se cambiaba 66 x 1 respecto del dólar hoy está en 83, haciendo la vida imposible en un país donde 10 millones de habitantes sobreviven con menos de dos dólares diarios, los servicios públicos no funcionan, la educación está en crisis, el 63% de la población está desempleada y la violencia en las calles se incrementa. Hoy: la banca está cerrada, el comercio funciona sólo informalmente, no hay servicios básicos de transporte, el agua es escasa, la energía (en las ciudades) es intermitente, las principales carreteras y vías de las ciudades están bloqueadas. Todos reclaman la renuncia de Jovenel Moïse.

 Unos días antes de estallar las protestas fue publicado un informe del Tribunal de Cuentas de la nación que reveló irregularidades significativas en el programa Petrocaribe (de transferencia de más de 4 billones de dólares) entre 2008 y 2016 que involucró a 15 exministros y actuales funcionarios, así como al propio presidente Moïse.

 Desde el 7 de febrero no hay pronunciamiento oficial: ni del presidente o su primer ministro (no se sabe dónde están), ni de las autoridades de seguridad, ni de los organismos internacionales; solo el llamando core group formado por los embajadores de Brasil, Canadá, Francia, España, los Estados Unidos, la Unión Europea y el Representante Especial de la Organización de los Estados Americanos (OEA), especie de tutores del gobierno (con la vara de la financiación internacional para la reconstrucción) hizo una tímida declaración reclamando una salida pacífica y desconociendo absolutamente el clamor y el drama de las calles. El único organismo que se ha pronunciado hasta ahora es la Conferencia Episcopal Haitiana que ayer, martes 13, publicó una breve nota en que dice:

 «Señor, sálvanos que percemos! (Mt 8, 25) Es con este grito alarmante de oración y desesperación de los discípulos a Cristo, que dormía mientras la barca que amenazaba con hundirse, que nos dirigimos a ustedes hoy para decirles que la hora es grave . Debemos despertar para tomar juntos toda la medida del peligro que nos amenaza a todos. Es el momento de unir nuestras fuerzas y nuestras inteligencias para salvar nuestra barca común, Haití, que es nuestro orgullo… Debemos encontrar una solución de sabiduría que tenga en cuenta los intereses superiores de la nación y la defensa del bien común. En este sentido, hacemos un llamamiento a la conciencia ciudadana de las diferentes partes para una decisión patriótica, aunque sea a precio de grandes sacrificios”.

 La falta de comunicación a nivel internacional se repite, también, al interior del país: así el caos se extiende y la anarquía en las calles se transforma rápidamente en violencia. No se sabe qué medidas esté tomando el gobierno (si las hay), no hay informaciones claras sobre articulaciones políticas en curso, no hay un posicionamiento claro de la comunidad internacional.

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“Los compañeros Jesuitas y colaboradores, igual que la población, nos quedamos estancados en las comunidades; es necesario tener mucha precaución. Estamos en constante comunicación. Un compañero que había venido para la consulta ampliada, no ha podido regresar al norte del país. Yo, finalmente regresé esta mañana a casa; hemos cancelado el Seminario que teníamos programado, ya con 27 personas extranjeras presentes. La gran mayoría ha podido regresar a salvo a sus países; las calles daban miedo y estaban desiertas, excepto que las barricadas aún eran visibles y los neumáticos seguían ardiendo. La delegación de la República Dominicana todavía está en casa; tuvieron que dar la vuelta esta mañana pues no pudieron cruzar las barricadas de neumáticos en llamas.

 Pedimos la solidaridad de todos para que no se olvide la existencia de nuestro pueblo y su destino. Confiamos en que el Señor de la vida nos da la gracia de discernir las mejores maneras de estar presentes para que la esperanza finalmente brote en esta tierra. Gracias por su continua solidaridad, su oración y por compartir estas noticias con nuestros amigos y colaboradores” (Jean Denis San Felix, superior del Territorio de Haiti).

 Fuente: Jesuitas Latinoamérica

Pedro Arrupe: las varias facetas que lo pueden llevar a la Beatificación

El pasado 5 de febrero se llevó adelante la apertura de la causa de beatificación del Padre Arrupe. 

Durante los últimos días, varias publicaciones religiosas han venido centrado la atención en la figura del P. Pedro Arrupe, Superior General de los jesuitas de 1965 a 1983. El motivo es la apertura de la causa de beatificación de este gran jesuita, inaugurada oficialmente por el Vicariato de la Diócesis de Roma el martes 5 de febrero de 2019, 28 años después de la muerte del P. Arrupe.

Los periodistas entrevistaron al P. Pascual Cebollada, SJ, postulador de la causa del Padre Arrupe. Sus artículos destacaron varios aspectos del antiguo líder de la Compañía: fue el más querido y controvertido de los Generales jesuitas del siglo XX; defendió el Vaticano II y los cambios propuestos por el Concilio; promovió el diálogo con diversas corrientes espirituales y sociales, incluyendo el marxismo.

Todos los aspectos de la vida y de la obra de Pedro Arrupe serán examinados por aquellos que están a cargo de decidir si, al final de su investigación, la figura del antiguo Superior General puede ser propuesta como la de un “santo” a todos los católicos. Durante la ceremonia de apertura de la causa, celebrada en la sede de la Diócesis de Roma (Palacio de Letrán), se dieron cita su Eminencia el Cardenal Angelo De Donatis, el Vicario General de Roma, y otros delegados, el postulador de la causa, el promotor de la justicia y los notarios, quienes juraron solemnemente cumplir su tarea con el rigor y la objetividad que en ésta tarea se requieren. En un acto jurídico marcado por un ambiente de oración y enmarcado por himnos, el juramento fue seguido de una alocución del Cardenal De Donatis, quien presentó la vida del Padre Arrupe y los valores que vivió, los cuales fueron la base para la apertura de su causa de beatificación.

 La intervención del Vicario de Roma subrayó, entre otras cosas, que el proceso en curso es un discernimiento eclesial sobre las virtudes heroicas del P. Arrupe. Después de evocar las principales etapas de su vida, el Cardenal Vicario subrayó que el Padre Arrupe “era un verdadero ‘hombre de Iglesia’, de la Iglesia que en 1965 concluyó el Concilio Vaticano II, el cual trató de poner en práctica. (…) Trabajó igualmente por integrar los mejores valores de la tradición con aquellos que son necesarios para la adaptación del cristianismo a los nuevos tiempos.” El interés y el compromiso de Pedro Arrupe por la defensa de la fe contra el ateísmo, por el diálogo ecuménico e interreligioso, así como su celo por la evangelización adaptada a los diversos contextos culturales, fueron también mencionados.

Este es el primer paso hacia el anuncio que podemos esperar, el de la beatificación y, eventualmente, la canonización del P. Pedro Arrupe.

Fuente: Somos Jesuitas

Sí a la Tradición de Comunicar con Propósito

Que San Ignacio de Loyola haya escrito más de 6.800 cartas habla de un hombre con la intención clara de dejar huella mundial a través de sus vivencias.

Reflexión de RECOJE, la Red de Comunicadores Jesuitas Colombia.

Tradición con sentido de red

Que San Ignacio de Loyola haya escrito más de 6.800 cartas habla de un hombre con la intención clara de dejar huella mundial a través de sus vivencias. Cada relato confirma que tras esas letras estaba el espíritu de una persona visionaria, con fe en su capacidad de transformar y convencido de llevar el mensaje al mundo. Un hombre encaminado al trabajo en red, cuyas anécdotas se hicieron conocidas y quien logró propagar su propósito. Un hombre abierto a contar sus triunfos, tristezas, situaciones, vicisitudes y sus experiencias espirituales, de las cuales surgieron la Espiritualidad Ignaciana y los Ejercicios Espirituales. Una persona ejemplo, patrón que hoy no se puede perder.

Esa dimensión comunicativa que acompañó a Ignacio, y que se puede ver desarrollada en sus textos históricos, perdura actualmente en el proceder de la Compañía de Jesús, en su misión de salir al mundo entero a proclamar la Buena Noticia, que no es más que el amor, y que, en palabras del Padre General Arturo Sosa, S. J., es “la alegría del evangelio, la posibilidad de ayudar a las personas para que tengan una vida más digna, una vida más libre”.

El ser humano por su misma esencia social tiene la necesidad de comunicarse con todo lo que le rodea, incluso consigo mismo. Hoy se habla de tendencias, de likes, de interacciones, de comunicar y comunicar, como sea. Con gran facilidad las marcas con trayectoria y reconocimiento pierden su foco, les gana el activismo comunicacional sin sentido. La Compañía de Jesús, más que una marca, es un rasgo de identidad que, gracias a su tradición y su propósito claro, lleva cerca de 500 años comunicándose desde la esencia de los valores que la fundamentan.

Es por ello que los jesuitas, desde la reciente Congregación General 36, recuerdan la importancia de la comunicación en clave de estrategia apostólica. Promueven el trabajo en red, avanzado cada día dentro de las instituciones en la colaboración entre jesuitas y laicos; ya que estas articulaciones son las que unen a la sociedad, ese cuerpo disperso y variado en culturas, el cual al mantenerse comunicado internamente y de forma efectiva, se cohesiona para hacer el mensaje universal.

Siendo así viene bien entender que, para el beneficio de las obras apostólicas y cualquier otro tipo de organización, la comunicación no solo es un proceso operativo e informativo, es también un objeto de transformación social, de bienestar, que está al servicio de todas las áreas y que requiere de trabajo en red, para que finalmente sea común la acción.

Convencimiento y apoyo a la audacia

En la actualidad se comunica diferente, con inmediatez, en un panorama en constante cambio y con la innovación como protagonista. Tal vez resulta complejo salirse del espectro de islas en el que se puede envolver la comunicación, pero la Compañía de Jesús tiene un espíritu distinto, que se mueve, se muestra, es coherente, escucha, incluye y es influyente porque actúa. Es contemplativa en la acción.

Los anuncios de la Compañía son esperanzadores, optimistas, llegan a personas inquietas, comprometidas, asimismo a los que los necesitan en clave de reconciliación, fe, justicia, diálogo y colaboración, ya que se requiere conectar con las personas desde la transparencia, la honestidad y convertir a la Compañía de Jesús en una institución que conversa.

Y para conversar se necesitan dos o más, por ello encuentros como RECOJE (Red de Comunicadores Jesuitas) permiten a las obras conocer de cerca la labor que realizan singularmente las instituciones y cómo sus respectivos comunicadores enmarcan sus mensajes, posibilitando encaminar la ruta de trabajo hacia el objetivo transversal de la Compañía, con base en una misión que trasciende la cotidianidad de cada una en particular.

Los jesuitas esperan que la comunicación en sus obras se piense desde un nivel estratégico. ¿Cómo comunicar aquello que mueve internamente a obrar en los diferentes ámbitos? ¿Cómo hablar de las mociones que determinó la Compañía de Jesús para trabajar alrededor del mundo con mensajes sobre la fe que comparten, la justicia en las estructuras sociales, la reconciliación en sus diferentes ámbitos, el diálogo con los demás y el trabajo en red que la enriquece? Desde ahí debe estar enmarcado el rol del comunicador jesuita y cómo su quehacer diario debe ajustarse a la moción general de la Compañía.

Ser los comunicadores de esperanza de obras que trabajan con esta motivación permite reconocer el valor de su Oficina de Comunicaciones como una herramienta eficaz para transmitir vida, posibilitando trascender la Institución al anunciar con contundencia y autonomía el mensaje conjunto de paz y reconciliación que respalda sus acciones, y que llega a tocar los corazones de los que tanto lo necesitan.

Todo lo construido desde el interior de la Compañía de Jesús, el propósito de ser innovadores siempre potenciados por los signos de identidad propios, la convierte en una marca capaz de comunicar hacia afuera su propuesta, porque escucha con criterio para ser disruptiva y sorprender, así como de enamorar con auténticos mensajes. Para eso está RECOJE, sus comunicadores.

Fuente: Jesuitas Colombia