Entrevista a Alejandro Tilve SJ durante la XXXIV Asamblea de Provinciales de CPAL

Al finalizar el primer día de la Asamblea de Provinciales de la Conferencia de Provinciales de América Latina, conversamos con Alejando Tilve, actual provincial de Argentina y Uruguay. Aquí explica un poco algunos aspectos de la asamblea, al tiempo que focaliza en la realidad de la provincia a la luz de la CG 36 y de las prioridades de la región.

Como anfitrión de la CPAL ¿Qué tareas tiene planeadas para estos días de encuentro?

Teníamos una primera tarea que era reelegir o cambiar el consejo de la CPAL. Yo era uno de los consejeros pero como me queda un año de Provincial fue bueno que eligieran a otros. Renovaron al vicepresidente y eligieron dos vocales nuevos. Esta quizás fue una tarea más de gestión. Luego, la Conferencia tiene un inicio que consiste en una suerte de informes que presentan las Provincias y los sectores apostólicos. Todo este día está bastante cargado de información, pero también es interesante porque uno se entera de sucesos, de la realidad en distintos países, de la Iglesia en distintos países y de la Compañía de Jesús. En eso, ha sido bien interesante la jornada de hoy. Conocer situaciones de persecución en algunos lugares, así como de ayuda social frente a los desastres naturales en otros…

Luego viene otro conjunto de temas que se vienen tratando como, la cuestión de los Centros de Formación Interprovinciales, y su estatuto. Se va trabajando alrededor de las tres casas de formación: una en Chile, una en Brasil y una en Bogotá; que son cosas que compartimos y nos ocupan a todos los provinciales; y algunos otros temas como, pequeñas reformas de estatuto, el seguimiento económico.

Además, en esta Asamblea hay un tema bien interesante que nos toca que es que al Padre General, a pedido de la Congregación General, le toca renovar las prioridades apostólicas de la Compañía. En este caso tiene el nombre de ‘preferencias apostólicas’. Se trata de evaluar las que teníamos la Compañía en el mundo entero que son África, China, los migrantes, el apostolado intelectual y las casas en Roma y ver cómo nos había ido. De hecho en esas provincias tenemos muchos compañeros de Argentina-Uruguay que han sido destinados a allí.

Después lo que nos tocaría es una evaluación y un planteamiento que corresponde a cada una de las provincias, para desde nuestro lugar, ver las preferencias que tenemos para la Provincia y el mundo entero. De aquí a noviembre tenemos que preparar nosotros nuestro trabajo. Es interesante porque estas preferencias apostólicas nos dan una metodología de discernimiento y unas etapas y ahora nos proponen el trabajo y nos toca a nosotros los Provinciales apoyar el trabajo de cada provincia. Y aquí nos tocará a nosotros, a mí, pensar cómo voy a seguir ese trabajo. Ese es uno de los grandes temas que tenemos.

En el caso de las preferencias, ¿se renuevan o reflexionan porque pierden actualidad las que había o es para invitar a las Provincias a participar más en el discernimiento del destino de la propia Compañía?

Este hecho viene de antes, de la propia Congregación General. Uno de los postulados de la Congregación General era ‘realizar preferencias apostólicas’ que no sólo fueran prioridades, sino que ‘preferencias’ quiere decir ‘con etapas y posibilidad de medir la eficacia del trabajo’. El Padre General está renovándolas porque la Compañía, de alguna manera, se lo pidió a él. Y en vez de hacerlo desde su propia visión y de la escucha de lo anterior, quiere hacer un proceso largo. Me parece que es algo lindo porque esto se quiere incluir dentro de uno los pedidos de la Congregación General que es el ‘discernimiento común’: la planificación pero con discernimiento. Y entonces, nos está introduciendo a que discernamos juntos las regiones, las provincias, las comunidades y las obras, para recién después llegar al General.

Nuestro General al discernimiento común que es una de las últimas cartas que mandó a toda la Compañía en la que habla de la ‘Misión de Reconciliación’. ¿Cómo vive la CPAL, la región ese desafío?

Por ahora como desafío. Es verdad que en la región, en primer lugar, hay algunas experiencias importantes por el tema de la pacificación después de la guerra interna. Es el caso de Colombia con la guerrilla; Centroamérica lo ha vivido; otros países con un flujo migratorio muy grande están tratando de trabajar un poco el tema de la reconciliación, a veces étnica. Hay experiencias importantes. A nosotros como provincia me parece que nos queda como un horizonte el tema de la reconciliación. Yo creo que es un horizonte de todo ministerio, y en realidad quizás lo tenemos muy incorporado aunque no tenemos una explicitación en una misión o en un lugar específico; creo que lo tenemos incorporado. Quizás es una oportunidad para discernir si no tendríamos que focalizar más nuestra reconciliación.

Para los jesuitas de Argentina, de la CPAL, esta dinámica de la Misión Apostólica en cuanto a referencias: ¿cómo se traducen los desafíos más cotidianos que tienen? ¿Qué expectativas hay?

Yo creo que, por lo menos hasta ahora, en nuestra provincia, nosotros tenemos un conjunto muy grande de compromisos. En el área parroquial tenemos muchos jesuitas. En el ámbito educativo, en la educación básica, y en una educación más popular en algunas parroquias, en Fe y Alegría y en educación Superior las Universidades o las Facultades tenemos mucho compromiso. Entonces tenemos dos áreas: Parroquias, Educación y luego creo que Espiritualidad, tenemos muchos jesuitas que trabajan en ese campo. Después, en tareas sociales, solidarias específicas tenemos algunos proyectos en estos campos. Entonces cuando se piensa en la misión, prioridades, preferencias, muchas veces estamos pensando más en cómo enfocar nuestra tarea dentro de estas grandes acciones que parece que son de importancia. Que no son accidentales y que ese compromiso y la propia misión de la Compañía que se ha desarrollado así y se ha renovado históricamente y se sigue renovando en esos campos. Pero entonces yo creo que esto nos trae cómo un énfasis que poner en el modo de enfocar nuestra misión. Y yo creo que ahí es dónde podemos repensarnos de distinta manera. Y ahí poner un énfasis mayor, a veces en dos áreas apostólicas; o apoyando más un lugar. Nosotros tenemos algún lugar con menos recursos o instituciones al que se da un apoyo solidario. Y eso lo hemos comprobado en estos años: que todas nuestras obras tienen como una dimensión social, entonces, algunas están comprometidas más directamente, otras sensibilizando, sea alumnos, colaboradores o gente que acude al campo espiritual o ya sea intentando incidir de alguna manera en algunas universidades, en algunos centros sociales, solidarios o haciendo o acompañando situaciones de dificultad cerca de los pobres como tenemos algunas parroquias en el interior y en el conurbano. Entonces, hemos comprobado que tenemos una fuerte orientación social en nuestras obras junto con un sello muy espiritual además de educativo.

 

 

Julio Fernández Techera SJ Sobre el ser Iglesia en un País Laico

Entrevista al actual rector de la Universidad Católica del Uruguay, Padre Julio Fernández Techera SJ, en la que profundiza el tema de la laicidad y la convivencia con otras religiones en la sociedad uruguaya.

Por Ana Jerozolimski

Este es un resumen del diálogo mantenido.

Julio, es un gusto tener la oportunidad de entrevistarte aquí en tu despacho de Rector, meses después de haberte entrevistado en la Universidad Hebrea de Jerusalem , durante el congreso de Rectores al que fuiste invitado junto a tu colega Jorge Grunberg de la Universidad ORT y Roberto Markarian de la UdelaR. ¿Cómo te va tratando el cargo?

Primero: una tarea apasionante. Tengo mucho trabajo y estoy muy entusiasmado. Llevamos ya más de 10 meses de rectorado y ha sido un vértigo y una vorágine muy grande, pero estoy muy contento. Estamos en un proceso de repensar la universidad, de soñar la universidad de los próximos años, en un momento donde el mundo universitario en el mundo está cambiando mucho. Algunos se preguntan: «¿Sobrevivirán las universidades a la tecnología, al acceso a la información, a que ahora cualquiera puede aprender cosas a través de internet?» Esas preguntas nos las estamos haciendo y trabajando en eso.

¿Dónde está la religión en la Universidad Católica, en un país tan laico como el Uruguay?

La Universidad es una obra de la Iglesia Católica, de los jesuitas. Nosotros la llevamos porque la encomendó el arzobispo del Uruguay, pero pertenece a la Confederación Episcopal del Uruguay. La universidad tiene una vocación universal, la palabra también ya lo dice, pero con una identidad. Para la Iglesia es un lugar de diálogo, primero de poder dialogar desde la fe con la ciencia, desde la fe con otras creencias, con otras culturas. Por eso nosotros tenemos una Cátedra Permanente de Judaísmo, tenemos una cátedra de Islam y mundo árabe, por eso tenemos otras cátedras que tienen que ver con otras temáticas.

El «católico» no es un adjetivo que restringe sino al revés. Entonces aquí tenemos personal de la universidad muy involucrado acá que son judíos, que son agnósticos o que son ateos, y probablemente haya de otras religiones, seguramente haya algún protestante o evangélico. Y nosotros queremos que sea una casa abierta. Pero de una identidad clara, acá podemos hablar de nuestra fe explícitamente respetando -no sólo respetando en el sentido uruguayo, que dice «respetar» y te dejo ahí pero no me molestes.

Eso sería como «aguantarse» es otra cosa.

Por supuesto, es distinto. Yo creo que es muy bueno que haya cosas distintas. ¡Y qué bueno conocerlas, por lo mucho que nos pueden aportar! Es muy interesante: nosotros tenemos algunos profesores judíos y es muy linda la charla con ellos también por lo que ellos preguntan sobre el catolicismo.

Esto es mutuo.

Por supuesto. Entonces en la universidad la mayoría de los alumnos no son católicos y nosotros estamos contentos que haya toda esa gente en la universidad. Un tema del Uruguay es aprender a convivir y a respetarse pero desde el expresarse, no desde el negar las diferencias. Aquí la gente puede dar su opinión y discutir con libertad total, y tiene que ser así. Pero eso no quiere decir que haya que evitar nombrar cosas para que alguien se pueda sentir afectado. Creo que a veces hemos entendido laicidad en Uruguay, un poquito como la negación del hecho y no como el compartir.

Laicidad como Intolerancia, No como Libertad

Y eso ya nos lleva a otro tema muy de fondo en el país en general sobre cómo maniobrar entre laicismo y anti religiosidad, por llamarlo de alguna forma.

Sí, es un tema siempre. Yo qué sé, por ejemplo, es a veces triste que algunas instituciones no tengan en cuenta los principios religiosos de alguien, por ejemplo, un judío ortodoxo… que no le pongas un examen un sábado. O que le des la oportunidad de darlo otro día. Para nosotros eso es algo muy importante. Si es un musulmán que el viernes no puede facilitémosle que pueda hacerlo otro día. Claro, no se puede hacer todo porque no podemos suspender las clases los viernes, los sábados y los domingos, pero sí…

Cuando hay algo puntual, tomarlo en cuenta.

Sí. No pongas algo obligatorio que tengo que venir el sábado…

Porque un judío puede respetarlo aunque no sea religioso, por una cuestión de tradición.

Exacto. Por ejemplo, yo digo que en Cuaresma se ofrezca en la cantina un menú que no tenga carne. ¿Va a obligar a todo el mundo a hacer la abstinencia acá? Claro que no, pero sí yo quiero que de los dos menús fijos que hay por día, uno que no tenga carne. Ni cerdo. A veces no nos damos cuenta hasta que surge, y lo que yo siempre digo es: tengamos reflejos rápidos, solucionemos los temas que surgen. Yo realmente creo que esa una cosa muy buena de una institución.

Volvamos al tema que había planteado antes. ¿Cómo es ser religioso, católico en tu caso, en un país tan laico como Uruguay?

La laicidad en Uruguay ha sido un fenómeno tan antiguo y tan fuerte que los que somos religiosos también estamos influidos por eso, porque nacimos acá. Yo lo sentí muy claramente en un viaje a España hace unos años.

Cuando llegué a España, ya hace 20 años, estaba en unas dinámicas de grupo y había una persona que hablaba muy mal de la religión, siempre como enojado en las reuniones. Recuerdo que era Semana Santa. Al final de la tarde fuimos a una procesión. Para mí era la primera procesión de Semana Santa que veía porque en Uruguay jamás había visto una. Fue muy curioso porque cuando pasa la procesión, ese hombre que se pasaba hablando mal de la religión y la Iglesia, se persignó. Y yo, que aún no era sacerdote pero ya hacía años que era jesuita, no me persigné, porque para mí era un espectáculo. Para mí no tenía esa dimensión religiosa sino que era un espectáculo que nunca había visto. En cambio él, se nota que de niño había ido a las procesiones, lo tenía metido adentro, se lo habrá enseñado su abuela o su madre que hay que persignarse ante las imágenes, y le salió porque lo tenía adentro. Y a mí no me salió porque no lo tenía adentro.

Muy fuerte… la fuerza de la cultura, más allá de la fe.

Claro. Después me doy cuenta, cuando lo veo a él digo: «¡Pah!». Como esas cosas salen muchas: nosotros estamos muy acostumbrados que aunque tengamos una experiencia religiosa muy fuerte, a ser bastante pudorosos para hablarla, para contarla, sobre todo si hay otros que a lo mejor no son creyentes, pensando en cómo se pueden sentir. Eso en Uruguay está muy metido. Entonces en lugar de hablar de la experiencia religiosa que uno tiene, de su vocación, uno termina hablando de todo lo sociológico o histórico, porque te parece como más razonable, más racional, más comprensible.

Y sentís que en otros lados sí se habla más abiertamente de la experiencia religiosa personal.

No tengo dudas. Y no es que nosotros no la tengamos. El tema está en la manera en la que la comunicamos porque está muy influenciada por nuestra cultura. Ahora yo trabajo en una fundación en la que también hay extranjeros y el otro día nos reíamos un poco porque ya después de un año y medio de estar en Uruguay empezaban a tener algunas reacciones por las que decíamos: «Ya sos laica, gratuita y obligatoria».

O sea… ya se les pegó la cultura uruguaya.

Claro. Ya empiezan a tener algunas reacciones que son muy uruguayas.

¿En esa fundación son todos religiosos?

Sí, somos todos religiosos. Todos cristianos, no religiosos consagrados, pero sí creyentes, practicantes. Pero claro, somos uruguayos y estamos habituados a movernos de una manera y una de las personas que estaba allí, a la que al principio le costó mucho Uruguay por todo lo que ya hablamos, hizo un comentario por el cual dijimos: «¡Pah! ¡Ya sos laica, gratuita y obligatoria! Uruguay ya te conquistó». Es que era algo que a lo mejor eso un año y medio antes a lo mejor eso no lo hubiera concebido.

¿El tema de ajustarte a cierta forma de moverte es por el hecho de que los católicos practicantes son una clara minoría o porque algo en el hecho de que la mayoría no lo es amedrenta, coarta, disuade?

Es una mezcla porque yo creo que ya van muchas generaciones entonces a uno no es que se lo enseñan, uno lo capta porque así lo ve. Yo estudié en la Facultad de Humanidades y siempre me sentí muy cómodo y todos sabían que era religioso, que era ya jesuita, y nunca recibí un desplante, al contrario. Yo siempre digo de que había un cierto halo de eso de ser jesuita, no sé si porque estudiábamos historia, que te daba un cierto halo de que: «Este tipo es un poco raro», pero algo que se ve que hacía a la gente pensar que «hay que respetarlo más», algo así.. Ahora ya ha cambiado pero 30 años atrás, cuando estaba en la Facultad, decían una palabrota y estaba yo delante y me pedían disculpas, aunque fuera una palabrota menor. Pero era como aquello, de que delante del cura no se dicen palabrotas, ¿no? Hoy la gente en el Uruguay ha cambiado mucho.

¿Un cura nunca dice palabrotas?

¡Dice! (risas). Mira, hablando de lo normal de la vivencia religiosa en otros lados en comparación con Uruguay, te cuento una anécdota que creo muy ilustrativa. Un amigo mío español, que no es religioso, estuvo dos meses en Uruguay, viviendo en el Cerro en una parroquia conmigo , como voluntario. Después estábamos charlando con un amigo suyo que conocía Paraguay y Bolivia, y él, que había estado acá, les decía: «Pero Uruguay es distinto». El otro no entendía bien. Y al final le dijo: «Imaginate que nuestras abuelas no van a misa, eso es Uruguay». Me pareció muy interesante, porque eran de familias tradicionales en las que su abuela iba todos los días a misa, su tía también, y para ellos otra cosa era como inconcebible. Porque él lo veía en el barrio cuando hablaba con las viejitas, las vecinas, pero después llegaba el domingo y esas señoras no aparecían en la iglesia, o aparecían muy poquitas. Y se preguntaba: «¿Pero dónde están todas las personas mayores acá?», porque en España todavía -y hace 20 o 30 años mucho más- se llenaban las iglesias, pero casi todos son gente mayor. Eso a nosotros no nos llama la atención.

Uruguay creo que se precia del concepto de laicidad, casi como sinónimo de libertad, de una situación en la que nadie pueda amagar a imponer nada a nadie. ¿Tú como religioso podés también entender o quizás hasta concordar con esa visión de la laicidad como libertad y respeto amplio?

No. Creo que en Uruguay creen que es eso y yo creo que es una interpretación totalmente «naif». La laicidad en Uruguay, lo digo además como historiador, fue una imposición y fue la negación de lo religioso. No fue la laicidad como la estamos entendiendo ahora, de la apertura. En Uruguay la laicidad, la mayoría de la historia y la mayoría de los grupos se han entendido como negación de lo religioso. Lo religioso no existe.

¿Para tanto? ¿Y también respecto a la situación actual lo ves así?

No, hoy está resquebrajada. El debate sobre la Virgen tuvo que ver con eso, porque yo siempre digo que hay figuras políticas que a uno le caen horrible, tienen monumentos y uno como ciudadano se lo tiene que bancar porque hay otros que creen que esa persona fue grande. Y bueno, imagínese que para muchos blancos ir por la Avenida General Flores les debe revolver el estómago, pero no porque fuera su adversario, sino porque consideran que fue un asesino de Leandro Gómez, que perjudicó, que fue un dictador, pero tiene una avenida muy importante. Y hay otros que sienten que no. También podemos decir algo así del monumento al Che» Guevara en el Cerro de Montevideo. Hay gente a la que le parece terrible y hay otra gente que lo considera un héroe. Eso creo que está bien porque es parte de la convivencia democrática. No a todos nos gustan los monumentos que hay. Pero sobre la Virgen se discutió todo lo que ya sabemos.

Te daría inclusive un ejemplo del fútbol, que a mí no me gusta pero que en este país es una religión. Yo alguna vez planteé hacer el acto de graduación en el Parque Central y los de Peñarol me dijeron: «Nosotros no vamos». Si lo hiciera en el nuevo estadio de Peñarol seguro que habría personas de Nacional que dirían: «Nosotros a ese no vamos». Entonces hay muchas dimensiones del «convivimos», y sin embargo, en lo religioso salen de otra forma, aunque no digo que del 100% de la población.

Y el hecho es que hay otros símbolos religiosos por distintos lados.

Por supuesto. Que esté Confucio en la rambla a mí no me impone nada. Que esté Iemanjá en la rambla a mí no me impone nada, es una diosa de otra religión. Es decir, a mí eso no me molesta, y si me molesta ¿qué problema hay? Es parte de la convivencia democrática. Y en lo religioso todavía eso pasa. No en todo porque está lleno de imágenes religiosas en el interior del país. Además esta polémica creo que tuvo mucho de artificial porque en realidad está lleno de imágenes religiosas en espacios públicos a lo largo y ancho del país. Basta recorrerlo. Pero hay resabios todavía de ese laicismo como negación de lo religioso, por eso creo que a veces hacemos una visión un poquito edulcorada de lo que ha sido la laicidad en el Uruguay.

Política y Religión

Combinando tu condición de uruguayo y de católico. ¿Te gustaría por ejemplo que Uruguay tuviera como religión de Estado el catolicismo?

No. Claramente no creo en eso. Yo no juzgo otras épocas porque cada época tiene sus cuestiones y hay que entenderlo… Hoy claramente en el siglo XXI la convivencia democrática pasa por otro lado y el Estado tiene que ser neutral, pero neutral positivamente: con los católicos, con los judíos, con los musulmanes, con los evangélicos, con cualquier religión. Claramente en eso la Iglesia ha hecho un desarrollo de su pensamiento, que no tiene que ver con la doctrina porque no está en la doctrina obviamente, pero es su pensamiento, y la Iglesia no lo ve como positivo estar vinculada al Estado de ninguna manera. Otra cosa es que sí creamos que hay espacio para la religión en la vida pública como por ejemplo lo hay para todo lo demás, ¿no?

Y sientes que no hay suficiente lugar… o sea que no se da ese lugar.

Claro que no. Todavía pasa en Uruguay- a mí me pasó como Director- que invitaron a una autoridad de la educación a un acto académico al Colegio Seminario y la respuesta fue que no iba porque era una institución confesional. Y no estoy hablando de nada que le haya pasado a otro sino que me consta a mí personalmente.. Es decir, esas cosas todavía pasan.

Entiendo que a tu criterio, también eso es intolerancia.

 ¡Totalmente! Era un acto académico con ciudadanos uruguayos. ¡No estábamos pidiendo que venga a una misa! El presidente Vázquez sí ha ido a colegios, también muchos políticos de partidos, pero hay gente todavía que tiene esa idea, de que a ciertos lugares, si son religiosos no van. No importa si son de otro partidos, no tienen problema de ir al estadio al partido de un cuadro que no es el querido… Pero hay cosas a las que todavía en Uruguay se tiene una especie de miedo irracional, porque realmente la Iglesia no tiene ningún afán de imponer nada a nadie hoy. Pero ha pasado también con otras religiones o con otras corrientes. Cuando se cuestiona a alguien porque dice que tiene convicciones religiosas en el Parlamento, creo que es un problema.

Y no estás haciendo teoría sino hablando de legisladores que están hoy en el parlamento.

Por supuesto. Eso ha pasado con Gerardo Amarilla, cuando fue presidente de la Cámara de Representantes. Si todos tienen ideología, pues miren la religión como una ideología. Los que son comunistas, los que son liberales, también… Y por supuesto que votan a partir de sus convicciones, no van a votar en contra, lo que pasa es que hay un juego democrático que es: «Sos mayoría o no sos mayoría». Bueno, si convencés a más gente sacarás una cuestión adelante, y si no la convencés, pues no. A mí lo que más me llama la atención es que a veces este tipo de cosas se dan particularmente en lo religioso y no en otras dimensiones.

La Cátedra Permanente de Judaísmo

Destacabas antes el lugar que hay para todos en la UCU. Y justamente, la Cátedra Permanente de Judaísmo acaba de cerrar el 16º ciclo. ¿Qué significado tiene para la Universidad Católica y como aporte, yo diría, a la convivencia, al mutuo enriquecimiento en la sociedad uruguaya?

Creo que es una de esas cosas muy queridas en esta casa. Fue fundada por Nisso Acher, al que se homenajeó en la universidad , lamentablemente ya después de su fallecimiento. Eso, en presencia del Padre Antonio Ocaña, que era el rector cuando se fundó y de hecho la apoyó totalmente.

Te diré que en una presentación sobre Jerusalén que hubo aquí en la universidad, yo les decía: «Israel es importante no sólo para los judíos, no sólo para los cristianos, no sólo para los musulmanes. Israel es una de las raíces más importantes de la cultura occidental». O sea que todos los que vivimos en Occidente tenemos raíces muy fuertes en Israel. Las tenemos en Grecia, en Roma, en los bárbaros, pero Israel ha marcado profundamente la cultura nuestra. Entonces conocer el legado de la cultura, la civilización judía es un elemento fundamental para conocer nuestras propias raíces.

Ya lo decía el Papa Juan Pablo II, «nuestros hermanos mayores».

Es que además, obviamente para los cristianos y para los católicos, la historia de Israel es nuestra historia; no es la historia de otros. Es una historia riquísima que nos ha nutrido en la fe, en nuestra historia, en nuestras costumbres. Nosotros obviamente no tenemos todo pero muchas de las cosas que hacemos en la vida católica su raíz están en Israel, en el Antiguo Testamento. Entonces para nosotros es muy importante. Pero ni siquiera es sólo el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento sino también el legado del pueblo judío después, cuando, digamos, se separaron, es algo muy importante para conocer la civilización occidental.

Es interesante tu planteamiento. O sea, destacas la importancia de conocer el aporte judío a la humanidad, más allá de las fuentes bíblicas. Y claro que en la cátedra no se enseña solamente religión o solamente Biblia.

Por supuesto. El legado de los artistas, de los intelectuales, de los pensadores, ha sido muy importante hasta hoy. Es decir, ¿cuántos filósofos del siglo XX fueron judíos y fueron extraordinarios en el desarrollo de la filosofía? Nosotros tenemos inclusive a Edith Stein, que es santa mártir, que es un caso increíble, porque es una judía filósofa atea, que se convierte al catolicismo, se hace al final monja, pero termina siendo asesinada en Auschwitz por ser judía.

Para los nazis, lo que contaba era el origen…Creo que eso es lo único en lo que tenían razón. Hay cosas que se siguen llevando adentro por siempre, haya o no haya habido conversión o práctica religiosa.

Y además ella se siente judía hasta el último momento. Uno cuando se convierte al cristianismo no reniega de su condición de judío, es decir, siguen siendo judíos. Y yo creo que es de las grandes riquezas que nos ha dado la historia y el legado. Entonces para mí la Cátedra de Judaísmo en esta universidad es una cosa a cuidar mucho. Ayer estuvimos hablando para ver cómo la ampliamos, porque hay cosas muy lindas que se hacen acá que por ahí se podrían hacer en Punta del Este. Es una cátedra a la que viene muchísima gente que no es judía, ayer me decía la directora que el 95% no son judíos. O sea que es una cátedra para transmitir la cultura, el legado de la civilización del judaísmo a la sociedad, no es un grupo judío adentro de la Universidad Católica. No, es un servicio que lo hacemos con el Comité Central Israelita, trabajando con ellos, pero que es para toda la sociedad y para la universidad. Para mí es notable que lleve 16 años, 16 ciclos de conferencias, y ojalá podamos fortalecerlo y ampliarlo aún más. Creo que es algo muy cercano para nosotros.

Nosotros conversamos la vez pasada en Israel, en la Universidad Hebrea. ¿Qué te dejó ese viaje?

Primero que nada, ganas de volver. Fueron seis días, muy poquito tiempo, con la ilusión enorme que tenía de conocer Israel. Fue como probarlo. Por otro lado, el impacto que le he transmitido a la gente es que se trata de un país milenario que mira al futuro.

Claro que si no hubiese ido en el contexto de una invitación de la Universidad Hebrea de Jerusalén, de conocer las propuestas tecnológicas, el desarrollo de empresas, los estudios, etc., a lo mejor hubiera visto la otra parte, que me interesaba mucho, religiosa, de peregrino, pero no hubiera visto lo que es un país milenario que mira hacia el futuro. Y creo que los uruguayos tendríamos que ir mucho.

¿Por qué viste cosas, actitudes, que consideras le harían bien a Uruguay?

Porque nosotros somos un país de ayer que muchas veces miramos para atrás, nos cuesta mucho entender. Somos un país muchísimo más grande que Israel, con recursos naturales muchísimo más ricos que Israel, y sin embargo, con una incapacidad para sacarle jugo a esto y mirar hacia adelante, y decir: «Tenemos que innovar, tenemos que cambiar, tenemos que desarrollarnos», y en Israel eso es muy impactante. Yo diría que quiero volver por las dos cosas, como peregrino, con más tiempo, pero también para empaparme un poco de esa cultura tan fuerte de futuro, de innovación, de desarrollo que tienen los israelíes. Eso me impactó mucho.

Fuente: Montevideo.uy

Una Conferencia de Redes: CPAL

Compartimos una breve explicación sobre la nueva estructura de gobierno de la Conferencia de Provinciales de América Latina (CPAL).

Por Dani Villanueva

En Mayo de 2017, el Presidente de la Conferencia de Provinciales de América Latina y el Caribe (CPAL), Roberto Jaramillo SJ hizo públicos algunos a cambios en la estructura de gobierno y trabajo de la misma, que creemos interesantes para aquellos interesados en la evolución del trabajo en Red dentro de la Compañía de Jesús.

Luego de dos años de reflexión del Equipo Ejecutivo y múltiples instancias de discusión a diferentes niveles de gobierno de la Conferencia, a través de estos cambios se intenta salir de la estructura de “un delegado por sector” para pasar a un modo de organización más dinámico. El mismo consiste en tres ‘delegados para la misión’, encargados de animar el trabajo en cada sector dentro de las diferentes redes de trabajo.

Siguiendo a la Congregación General 36, celebrada en octubre del año pasado, los principales objetivos de este cambio son:

  • a) Reforzar el trabajo en redes.
  • b) Estimular la colaboración.
  • c) Promover un discernimiento y planificación apostólicos más claros.

La idea es dar respaldo a los coordinadores de redes, apoyar sus planes y esfuerzos; estimular la relación entre las redes y los sectores; colaborar con ellos y promover las dinámicas de trabajo en red. De los tres ‘Delegados para la misión’, uno de ellos está a cargo de la administración financiera y de recursos, mientras que los otros dos tiene la función transversal de animar el trabajo de los sectores y en las redes.

Uno de los principales cambios que ha generado este modo de organización ha sido el crecimiento de las estructuras de tercer nivel (federaciones, asociaciones, proyectos comunes y redes); y un conocimiento más amplio e integrado de la realidad apostólica de la Compañía en América Latina.

A través de esta nueva estructura, los delegados no estarán coordinando redes ni acciones sino que se dedicarán a trabajar full-time en la articulación y animación de la CPAL .

Fuente: Jesuit Networking

 

La Fuerza de los Pequeños: la Teología de la Liberación

El teólogo de la Liberación Leonardo Boff relata sobre el Encuentro de Teología de la Liberación que se llevó adelante en Puebla, México.

Del 12 al 14 de octubre unos 50 teólogos y teólogas de toda América Latina tuvimos un encuentro en Puebla (México). Fue organizado por Amerindia, una red de organizaciones y de personas comprometidas con los procesos de transformación y de liberación de nuestros pueblos. Esta reunión, hecha en clave cristiana y crítica, analiza el momento histórico en que vivimos, con una perspectiva holística, enfatizando los contenidos místicos/proféticos y metodológicos de la Teología de la Liberación, hecha a partir de esa realidad.

Allí estaban algunos de los “padres fundadores” de este tipo de teología (a principios de la década de 1970), todos entre 75-80 años, que se encontraban con la nueva generación de jóvenes teólogos (indígenas entre ellos) y teólogas (algunas negras e indígenas). Con un sentido profundamente igualitario y fraterno, queríamos identificar nuevas sensibilidades, nuevos enfoques y maneras de procesar ese tipo de teología, qué dignidad atribuimos a los que no cuentan y son invisibilizados en nuestra sociedad de corte neoliberal y capitalista.

En vez de conferencias –hubo solo dos introductorias en la apertura– preferimos trabajar en mesas redondas, en pequeños grupos y hacer intercambios en conjunto. De esta forma todos podían participar en un enriquecimiento fecundo. Había teólogos/as que trabajaban en medio de indígenas, otros en las periferias pobres de las ciudades, otros en la cuestión de género (como superar relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres) en toda una región, otros eran profesores e investigadores universitarios pero orgánicamente vinculados a los movimientos sociales. Todos venían de experiencias fuertes y hasta peligrosas, especialmente en América Central con los cárteles del narcotráfico, las desapariciones, las “maras” (crimen organizado de jóvenes violentos) y la violencia policial. Todos los trabajos fueron transmitidos por internet y había miles de seguidores en todo el Continente.

No se puede resumir la densidad reflexiva de tres días de trabajo intenso, pero quedó claro que hay distintas formas de entender la realidad (epistemologías), ya sea de los pueblos originarios, sea de los afrodescendientes, sea de hombres y mujeres marginados e integrados. Para todos era evidente que no se puede resolver el problema de los pobres sin la participación de los propios pobres. Ellos deben ser los sujetos y protagonistas de su liberación. Nosotros estamos dispuestos a ser aliados y fuerza secundaria.

La Teología de la Liberación de los “viejos” y de los nuevos escomo una semilla que representa la “fuerza de los pequeños”, lema del encuentro. Esa semilla no murió. Seguirá viva mientras haya un único ser humano oprimido que grite por liberación.

Recordamos el poema de Pablo Neruda: “¿Cómo saben las raíces que deben subir a la luz y luego saludar al aire con tantas flores y colores?” Con Dostoievsky y con el Papa Francisco creemos también que fundamentalmente lo que salvará al mundo es la belleza, fruto del amor a la vida y a aquellos que injustamente menos vida tienen.

Un encuentro que ya es tradición

Siempre que se celebra un Foro Social Mundial, tres días antes, se celebra también un Foro Mundial de la Teología de la Liberación. Participan más de dos mil personas de todos los Continentes (Corea del Sur, varios países de África, Estados Unidos, Europa y de toda América Latina) que practican en sus trabajos este tipo de teología. Ella implica tener siempre un pie en la realidad de la pobreza y de la miseria y otro pie en la reflexión teológica y pastoral. Sin este maridaje no existe Teología de la Liberación que merezca ese nombre.

Cada cierto tiempo hacemos nuestras evaluaciones. La primera pregunta es: ¿cómo está el Reino de Dios aquí en nuestra realidad contradictoria? ¿Dónde están las señales del Reino en nuestro Continente, pero también en China, en África crucificada, especialmente en medio de los pequeños de nuestros países? Preguntar por el Reino no es preguntar cómo está la Iglesia, sino cómo va el sueño de Jesús, hecho de amor incondicional, de solidaridad, de compasión, de justicia social, de apertura a lo Sagrado y qué centralidad se da a los oprimidos. Estos y otros valores forman el contenido de lo que llamamos Reino de Dios, el mensaje central de Jesús. El nombre es religioso pero su contenido es humanístico y universal. Él vino a enseñarnos a vivir esos valores y no simplemente a trasmitirnos doctrinas sobre ellos.

Igualmente, cuando se pregunta cómo va la Teología de la Liberación, la respuesta está contenida en esta pregunta: ¿cómo están siendo tratados los pobres y los oprimidos, las mujeres, los desempleados, los pueblos originarios, los afrodescendientes y otros excluidos? ¿Cómo entran en la práctica liberadora de los cristianos? Conviene subrayar que lo importante no es la Teología de la Liberación sino la liberación concreta de los oprimidos. Esta es una presencia del Reino y no la reflexión que se hace.

Fuente: CPAL Social

 

La Unidad Prevalece Sobre el Conflicto

Una reflexión sobre la Encíclica Evangelii Gadium tras los atentados en diferentes partes del mundo.

Por Pedro Torres – Sacerdote católico. Miembro del Comipaz.

Hay que animarse a reafirmar que la paz es posible, que necesitamos no sólo respetar y tolerar las diferencias sino apreciarlas yendo más allá de la superficie conflictiva y mirando a los demás en su dignidad más profunda.

Los muy dolorosos sucesos vividos en España y que son una nueva herida a la paz mundial me hicieron cambiar el rumbo de la columna de esta semana y me llevaron a releer la Exhortación Apostólica “Evangelio de la Alegría”, del papa Francisco.

En ella, luego de hablar mucho de la alegría y el amor, dedica unos párrafos iluminadores sobre la paz y el bien común. Denuncia falsas formas de la paz y enuncia novedosamente como emanados de la Doctrina Social de la Iglesia cuatro principios relacionados con tensiones bipolares propias de toda realidad social necesarios para la construcción de la paz, la justicia y la fraternidad: el tiempo es superior al espacio; la unidad prevalece sobre el conflicto; la realidad es más importante que la idea; el todo es superior a la parte.

El segundo postula que la unidad prevalece sobre el conflicto, y habla de la necesidad de no ignorar o disimular los conflictos sino asumirlos pero poniéndolos en perspectiva, porque si nos detenemos en la coyuntura conflictiva perdemos el sentido profundo de la realidad, quedamos atrapados en ella.

Nos hace notar Francisco, como dejando resonar en él un eco de la parábola del Buen Samaritano que, ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen adelante como si nada pasara, se lavan las manos para poder continuar con su vida. Otros entran de tal manera en el conflicto que quedan prisioneros, pierden horizontes, proyectan en las instituciones las propias confusiones e insatisfacciones y así la unidad se vuelve imposible.

Pero hay una tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto. Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso.

Hay que animarse a reafirmar que la paz es posible, que necesitamos no sólo respetar y tolerar las diferencias sino apreciarlas yendo más allá de la superficie conflictiva y mirando a los demás en su dignidad más profunda. La diversidad es bella cuando acepta entrar constantemente en un proceso de reconciliación, hasta sellar una especie de pacto cultural que haga emerger una “diversidad reconciliada”, nos dice el Papa. Necesitamos, aun más, amarnos a tal punto que podamos devolver bien por mal y romper así la dinámica terrorífica de la violencia fundamentalista.

Fuente: La Voz Online

Aporofobia: el Desprecio al Pobre

Las personas en situación de calle y que experimentan la pobreza en general son los más rechazados e invisibilizados en nuestras sociedades contemporáneas.

Por Gaby Jorquera

Una de las cosas que caracteriza la vida de las personas sin hogar es estar constantemente frente a la mirada de otros. Su vida y su intimidad, por estar en espacios públicos, está en permanente exposición. No sólo les sucede a las personas que viven de forma más o menos permanente en la calle, sino también a aquellos que están en albergues u otros recursos masificados, donde la privacidad es compartida, y donde los momentos del día en los que se está a solas son escasos. Dormir, usar el baño, comer, pensar, estar, todo se hace con poca intimidad.

Aunque estar permanentemente expuesto no significa ser constantemente observado… De hecho a quienes les toca vivir en la calle se les mira poco… Liu Bolin, “el hombre transparente”, el artista chino que aparece en la portada del post, lo grafica perfectamente: se mimetiza con el entorno. Una parte importante de la sociedad percibe así a las personas sin hogar, figuras periféricas que no acaban de parecer reales, una parte del paisaje urbano…

Es una representación deshumanizadora. Cuando percibimos a estas personas no como personas, sino cosas, les desproveemos de dignidad, lo que pone en cuestión directamente sus derechos.

Pero ni siquiera son invisibles. La presencia de personas sin hogar en el espacio público tiene el extraño efecto de girar cabezas. No es solo que la mayoría no los mire, es que son activamente ignorados.

Y entre aquellos que los miran, hay quienes lo hacen con desprecio, con odio…

Esto es lo que explica Adela Cortina en su libro Aporofobia, el odio al pobre (Paidós, 2017) Comienza preguntándose por la xenofobia, el rechazo al extranjero. Le resulta extraño que algunos extranjeros no sólo no son rechazados, sino que son muy bienvenidos. Nos encantan. Los extranjeros, cuando son turistas, nos entusiasman. Si tienen dinero, mucho más.

Entonces, no odiamos a todos los extranjeros, sólo a una parte de ellos… ¿Cuál es la diferencia entre los amados y los odiados? La pobreza. Quienes nos repugnan son los extranjeros pobres.

Adela Cortina propone una palabra nueva para esto: aporofobia, compuesta del vocablo griego aporo, pobre, y fobia, miedo, rechazo. Es especialmente interesante la reflexión que hace sobre la diferencia que la aporofobia plantea en relación a otras fobias. La pobreza no tiene que ver con la identidad de las personas, no es una característica intrínseca a ellos. Es una situación externa, involuntaria, y que obedece a la falta de oportunidades de integración que ofrece una sociedad.

Esta es la situación en la que vive la mayor parte de personas sin hogar. Demasiado invisibles para la mayoría que puede protegerlos e integrarlos. Suficientemente visibles para una minoría que quiere atacarlos.

La mayor parte de personas que viven en calle han sido víctimas de violencia. Les roban pertenencias, las queman, orinan sobre ellos, les golpean, los insultan. Son blancos fáciles, visibles, vulnerables. La mayor parte de esas agresiones no son denunciadas. Entonces ¿cómo asegurar la protección de la ley en estos delitos de odio?

Lo fundamental sería evitar que no ocurran: Garantizar la protección de los más pobres y su acceso a la vivienda.

Mientras tanto, podemos poner en marcha mecanismos fáciles y accesibles de denuncia de agresiones. Por ejemplo, la ciudad de Madrid ha puesto en marcha una iniciativa muy interesante para tratar con los delitos de odio, entre ellos, los delitos de odio hacia los más pobres.

Y para nosotros, los ciudadanos de a pie, podemos mirar y ver a las personas sin hogar, con una mirada humanizadora. Romper la invisibilidad, que es también el amparo de quienes odian. Y jamás, jamás, debemos permitir que el odio sea parte de nuestra convivencia.

Fuente: Entre Paréntesis

Desastres Naturales en México: “El amor ha sido más fuerte que el dolor y que el miedo»

La respuesta del Pueblo Mexicano frente a los desastres naturales que han tenido que enfrentar es un signo de esperanza para el país.

Por: P. Francisco Magaña S.J.

Ante los recientes desastres naturales que han afectado a miles de personas en México, los jesuitas nos unimos a la pena que embarga a las familias que lamentablemente han perdido a seres queridos y su patrimonio, pero también consideramos que la respuesta de los mexicanos ante la tragedia es un símbolo de esperanza para un mejor futuro en el país.

“El amor ha sido más fuerte que el dolor y que el miedo y eso ha salvado vidas y ahí está también la salvación de este país», señala el padre Francisco Magaña, provincial de los jesuitas en México, en un mensaje de esperanza dirigido a las mujeres y hombres del país.

Reconoce que hay mucho que hacer en la emergencia, “en la reconstrucción y en la construcción del país que todas y todos necesitamos“, pero también señala el valor de los jóvenes que han mostrado su solidaridad y compromiso con quienes sufren:

“Lo que han vivido estos jóvenes quedará para siempre en sus vidas y seguramente esto les abrirá el horizonte para una organización de la convivencia más humana y justa».

También hace un llamado para seguir apoyando a los más necesitados: “Los jesuitas y nuestras obras educativas, sociales, parroquias, centros de espiritualidad (por mencionar algunas) están en esta tarea por medio de diferentes acciones. También a través de la Fundación Loyola estamos recibiendo donativos para la reconstrucción en las zonas más necesitadas”.

Fuente: CPAL SJ

Fiesta de Todos los Santos: “Con la Esperanza el Alma Sigue Adelante”

Homilía del Papa Francisco para la fiesta de ‘Todos los Santos’ del año 2013.

A esta hora, antes del atardecer, en este cementerio nos recogemos y pensamos en nuestro futuro, pensamos en todos aquellos que se han ido, que nos han precedido en la vida y están en el Señor.

Es muy bella la visión del Cielo que hemos escuchado en la primera lectura: el Señor Dios, la belleza, la bondad, la verdad, la ternura, el amor pleno. Nos espera todo esto. Quienes nos precedieron y están muertos en el Señor están allí. Ellos proclaman que fueron salvados no por sus obras —también hicieron obras buenas— sino que fueron salvados por el Señor: «La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero» (Ap 7, 10). Es Él quien nos salva, es Él quien al final de nuestra vida nos lleva de la mano como un papá, precisamente a ese Cielo donde están nuestros antepasados. Uno de los ancianos hace una pregunta: «Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?» (v. 13). ¿Quiénes son estos justos, estos santos que están en el Cielo? La respuesta: «Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero» (v. 14).

En el Cielo podemos entrar sólo gracias a la sangre del Cordero, gracias a la sangre de Cristo. Es precisamente la sangre de Cristo la que nos justificó, nos abrió las puertas del Cielo. Y si hoy recordamos a estos hermanos y hermanas nuestros que nos precedieron en la vida y están en el Cielo, es porque ellos fueron lavados por la sangre de Cristo. Esta es nuestra esperanza: la esperanza de la sangre de Cristo. Una esperanza que no defrauda. Si caminamos en la vida con el Señor, Él no decepciona jamás.

Hemos escuchado en la segunda Lectura lo que el apóstol Juan decía a sus discípulos: «Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce… Somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es» (1 Jn 3, 1-2). Ver a Dios, ser semejantes a Dios: ésta es nuestra esperanza. Y hoy, precisamente en el día de los santos y antes del día de los muertos, es necesario pensar un poco en la esperanza: esta esperanza que nos acompaña en la vida. Los primeros cristianos pintaban la esperanza con un ancla, como si la vida fuese el ancla lanzada a la orilla del Cielo y todos nosotros en camino hacia esa orilla, agarrados a la cuerda del ancla. Es una hermosa imagen de la esperanza: tener el corazón anclado allí donde están nuestros antepasados, donde están los santos, donde está Jesús, donde está Dios. Esta es la esperanza que no decepciona; hoy y mañana son días de esperanza.

La esperanza es un poco como la levadura, que ensancha el alma; hay momentos difíciles en la vida, pero con la esperanza el alma sigue adelante y mira a lo que nos espera. Hoy es un día de esperanza. Nuestros hermanos y hermanas están en la presencia de Dios y también nosotros estaremos allí, por pura gracia del Señor, si caminamos por la senda de Jesús. Concluye el apóstol Juan: «Todo el que tiene esta esperanza en Él se purifica a sí mismo» (v.3). También la esperanza nos purifica, nos aligera; esta purificación en la esperanza en Jesucristo nos hace ir de prisa, con prontitud. En este pre-atarceder de hoy, cada uno de nosotros puede pensar en el ocaso de su vida: «¿Cómo será mi ocaso?». Todos nosotros tendremos un ocaso, todos. ¿Lo miro con esperanza? ¿Lo miro con la alegría de ser acogido por el Señor? Esto es un pensamiento cristiano, que nos da paz. Hoy es un día de alegría, pero de una alegría serena, tranquila, de la alegría de la paz. Pensemos en el ocaso de tantos hermanos y hermanas que nos precedieron, pensemos en nuestro ocaso, cuando llegará. Y pensemos en nuestro corazón y preguntémonos: «¿Dónde está anclado mi corazón?». Si no estuviese bien anclado, anclémoslo allá, en esa orilla, sabiendo que la esperanza no defrauda porque el Señor Jesús no decepciona.

Fuente: News.va

Acompañar en el Dolor de Quienes Están Lejos

Cómo acompañar la tristeza y el dolor cuando el otro está lejos.

Por Sonia Herrera

Andrea, una de mis mejores amigas, vive en China desde hace dos años. Es de Bilbao, pero vivió durante mucho tiempo en Barcelona y siempre se ha sentido una barcelonesa más. La última vez que nos vimos en persona hace unos meses quedamos en la fuente de Canaletes, en las Ramblas. La noticia del atentado le llegó un día tarde mientras estaba de vacaciones en una isla de Indonesia. Al enterarse, me llamó para comprobar que estábamos bien, pero la conexión telefónica no era demasiado estable y no alcanzamos a hablar demasiado.

Al volver a Shanghai me mandó algunos mensajes de audio por Whatsapp (es nuestra forma habitual de comunicación ya que desde China realizar una videoconferencia resulta toda una aventura). Hablamos de lo sucedido en Barcelona, de la reacción de la ciudadanía, de la desigual cobertura mediática, de la infoxicación que recibía estando lejos y de la dificultad de contrastar desde allí todo lo que le llegaba… Hablamos también del dolor, del miedo ante la propia violencia y ante las actitudes de odio que se podían desatar y de la conciencia de vulnerabilidad que se despierta con este tipo de hechos. En uno de esos mensajes, Andrea me dijo lo siguiente: “No sé qué decir. Os acompaño en el sentimiento. No se me ocurre una frase mejor”.

Estas semanas le he dado muchas vueltas a ese breve instante de nuestra “conversación”. A priori, puede parecer que esa frase no tiene nada de especial. Es una expresión cotidiana que se esgrime a menudo en los funerales o que escribimos cuando fallece alguien conocido. Pero con frecuencia también se convierte en un puro formalismo, en unas palabras vacías de significado que se dicen porque es lo que corresponde a la situación aunque quizás ni siquiera hayamos conocido a la persona que se vela. Por eso, al escuchárselas pronunciar a Andrea, sincera y estremecida, de repente, esas palabras tantas veces pronunciadas y escuchadas adquirieron su pleno significado.

Recurriendo al diccionario etimológico, ese significado aflora: “acción de comer un mismo pan”. Y da igual si ese pan está recién horneado o está rancio. Acompañar es compartir, estar junto al otro/a, empatizar, acercarse y dolerse con su dolor como describiera en unos de sus versos la poeta argentina Silvina Ocampo:

“Y lo reconociste en el momento / en que lloró a tus pies y que lo viste / desfigurado, sucio, hinchado y triste, / y lloraste con él su sentimiento”.

Y es que “acompañar en el sentimiento” es la preocupación y el dolor real por los amigos y amigas que están lejos. Es despertarte con el corazón en un puño ante la noticia de un atentado, de un sismo, de un huracán… Es alzarse en rebelión contra el perverso y maldito criterio de noticiabilidad que nos dice a quién debemos llorar y en qué momento en función de su proximidad geográfica. Es dejarse afectar no solo por lo cercano o por lo que atañe a nuestros seres queridos, sino por cualquier ataque a la humanidad. Es dotar de un sentido profundo y vivencial palabras como solidaridad, fraternidad o sororidad tan manidas y tan poco interiorizadas y encarnadas. Es significar de veras el concepto de “comunidad” y “ofrecer el corazón” de forma sincera e íntima como nos reclamaban Fito Páez y Mercedes Sosa allá por la década de los 80. Íntima, como explica Josep Maria Esquirol, “no en cuanto interior, sino en cuanto próxima, y también en cuanto central, nuclear” en nuestro ser. Porque el individualismo disfuncional y psicótico imperante solo puede superarse si ponemos en el centro de nuestras vidas al otro/a, no de forma abnegada y alienante, sino ayudándonos a resistir mutuamente.

Fuente: Blog Critanisme i Justicia

Mariano Moragues: «Vivimos tres Jesuitas con seis Presos en un piso de Reinserción»

Mariano Moragues SJ cuenta la experiencia de seis jesuitas en Valencia que han sido destinados a trabajar con personas privadas de la libertad a distintos niveles en una de las cárceles más pobladas.

Por Mariano Moragues SJ

En Valencia se encuentra la cárcel con más personas privadas de libertad, unas 2.400, con todas las modalidades: preventivos (aún están esperando juicio y condena), los que ya tienen sentencia firme, jóvenes, mujeres, madres, hombres, enfermería con enfermos crónicos y mentales.

También, adjunto a los edificios penitenciarios, está el Tercer Grado, la semilibertad . Allí está presente la Iglesia de Valencia a través de la Pastoral Penitenciaria, que trabaja en tres campos: Prevención, con charlas en centros educativos, en el Interior de la cárcel y la Reinserción. En tres áreas importantes Área religiosa (Eucaristías, formación religiosa en cristología, catequesis sacramental), Área social( talleres), y Área jurídica (asesoría y mediación).

Hace casi siete años que estoy de capellán en Valencia y antes seis en Mallorca, y siempre nos ha preocupado la Reinserción, que es una etapa complicada, después de una experiencia de privación de libertad, donde se pierden muchas relaciones familiares, de amistades…, de saber cómo funciona el mundo en el día a día.

Para la Reinserción atendemos a unas 42 personas que están en semilibertad en cuatro casas. Tres casas para hombres (dos con 10 y una con 6) y una para mujeres (con 15 mujeres). Llevan una pulsera telemática que controla que estén en nuestras casas de 23,30 a 06,00 horas de lunes a viernes. Y de viernes a lunes funcionan permisos de tres días. En una de esas casas vivimos 3 jesuitas con 6 personas privadas de libertad con pulsera telemática de lunes noche a viernes por la mañana, y de viernes al mediodía a lunes al mediodía con permisos de tres días. Es el Piso de Acogida Claver.

En el Piso de Acogida Claver vivimos ya hace más de 5 años una experiencia comunitaria religiosa muy interesante, acogemos y somos acogidos, los queremos y nos quieren. Es una comunidad abierta a los pobres y compartir sus alegrías y sus penas en el día a día. Creo que este tipo de comunidad religiosa es el futuro. Desde ahí se entiende que a Jesús le gustaba comer con los «pecadores» personas mal vistas en la sociedad. Esas comidas enriquecen mucho nuestra vida humana y religiosa.

En otro Piso, Hogar Scala, lo llevan los Redentoristas que cada noche los atienden. Otro Piso , P. Jofrélo lleva un voluntario. En el Piso de mujeres, Mª Antonia de la Misericordia, que es una donación de las Hnas oblatas lo lleva un matrimonio y voluntarias.

Tenemos un programa de formación por las mañanas de lunes a viernes que le llamamos POP (Punto de Orientación Penitenciaria) donde se da formación en búsqueda de trabajo, alfabetización, terapias sicológicas, ocio, informática.

Todo ello muy apoyado por la Arquidiócesis de Valencia y por los superiores religiosos, así como por los laicos. Hay unos 118 voluntarios y congregaciones religiosas: Redentoristas, Mercedarios, Hnas de la Caridad, Salesianas, Trinitarias, Jesuitas.

Para esta tarea del Reino, estamos convencidos que los primeros invitados al banquete son las personas privadas de libertad y nosotros, voluntarios, religios@s, laicos, somos invitados al banquete por ellos. Esta tarea del Reino da «mono» cuando se empieza no se quiere abandonar. Cuando se ha perdido todo y especialmente la libertad, solo queda Dios, y ese Dios y ese cariño es el que se nos transmite. En misa los fines de semana tenemos unos 350 feligreses.

No quiero, ni intento decir quién es Dios, pero los fines de semana al entrar en la cárcel y ver a las madres, parejas, hijos que van a visitar a los suyos, se me hace una imagen de Abba. A esas madres y familiares se les ha hecho mucho daño, pero ell@s siguen fiándose de sus hijos por puro amor y cariño. A Abba le hemos hecho muchas traperías, pero Él se sigue fiando de nosotros.

No soy un experto en la vida religiosa, pero aconsejo que no tengamos miedo de acoger a los pobres en nuestras casas y hacer comunidad con ellos, pues son la puerta para entender el Reino de Dios.

Fuente: Periodista Digital