Evangelio del Domingo. “MIS PALABRAS NO PASARÁN” (Marcos 13, 24-32)

Así como hay páginas del Evangelio que, de inmediato, nos parecen muy cercanas a nuestra situación y preocupaciones y cuyo sentido entendemos de inmediato, páginas como la de hoy nos parecen muy alejadas de nuestra sensibilidad y, en consecuencia, difíciles de entender y aplicar a nuestra vida. Efectivamente, el Evangelio de hoy pertenece a un estilo y lenguaje apocalíptico muy cercano a las comunidades para las que Marcos escribe su Evangelio, pero nada fácil de comprender por nosotros. Con todo, yo quiero destacar una afirmación que el evangelista pone en boca de Jesús y que puede ser iluminadora e incluso estimulante y esperanzadora para nosotros: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

Una primera reflexión sobre esta afirmación evangélica es la del valor de las palabras de Jesús. No son palabras cualesquiera; como se dice en otros lugares del Evangelio, las palabras de Jesús son palabras “con autoridad” (Mateo 7, 29). Vivimos un tiempo en el que se es muy escéptico frente a las palabras: tantas palabras vacías, tantas palabras banales, tantas palabras mentirosas, tantas palabras que se las lleva el viento… Las palabras de Jesús son muy de otro nivel, son palabras de las que nos podemos fiar, porque son palabras que transmiten verdad. La transmiten y la han transmitido a lo largo de los tiempos, en todo tiempo y lugar. Son, en ese sentido, palabras trascendentes.

Las palabras de Jesús son palabras de vida. Palabras que dan vida y palabras que ayudan a dar sentido a la vida y a superar los momentos duros de la vida. El contexto del evangelio de hoy es un contexto de dificultades. Escuchar las palabras de Jesús, darles cabida en nuestro corazón, es una fuente increíble de fortaleza en esas situaciones que nos ponen a prueba. Las actitudes que las palabras de Jesús promueven son palabras que hacen fuertes a personas y sociedades frente a las desgracias de la vida. Podemos preguntarnos cada uno de nosotros qué palabras son las que nos han ayudado a salir adelante en los momentos difíciles por los que hemos pasado: seguro que muchas de esas palabras son palabras del Evangelio.

Decir que “cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” es una muy buena noticia. Es muy buena noticia porque abre nuestras vidas a la esperanza. Las palabras de Jesús a lo largo de toda su vida y de todo su Evangelio son palabras de consuelo, de perdón, de salvación… Y afirmar que esas palabras son las palabras últimas de la historia humana es la mejor de las noticias. Pese a los malos momentos, pese a las inseguridades, en contra de los malos augurios. El final en ese “día y hora que nadie conoce”, sea personal o colectivo, es un final de encuentro y abrazo con el Dios del amor.

Domingo 33º del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Darío Mollá, SJ | @centroarrupevalencia

A la salida del aula sinodal: ‘Es cierto que en algunos temas seguimos caminando con mucha lentitud’

He dejado pasar unos días desde el final de la asamblea sinodal, para poder reposar las vivencias recogidas en mi corazón a lo largo del pasado mes de octubre. Por eso ahora es el momento de compartir la experiencia ya interiorizada.

Siento que he vivido en una caja de resonancia mundial, que en el aula estaba la iglesia en su universalidad y el mundo que la envuelve. Considero un regalo haber sido testigo directo de las búsquedas compartidas y por eso no quiero guardarlo para mí.

La primera sensación es la de tocar muy directamente la realidad de nuestra iglesia, en su inmensa amplitud y diversidad de contextos, culturas, razas, lenguas, tradiciones, situaciones socio-políticas, culturales, económicas… poder escuchar tantas horas por mi servicio de facilitadora, me ha permitido palpar esa multiplicidad que somos.

Otra experiencia que me ha tocado muy hondamente, es haber participado en espacios que se nos han ofrecido fuera del aula y como complemento del trabajo en la misma: los Foros Teológicos, los diálogos con las Comisiones de Estudio de los 10 temas asignados por el Papa, la celebración del perdón-reconciliación, la vigilia ecuménica, las eucaristías en San Pedro, y de modo especial los días de retiro con las meditaciones de nuestros hermanos María Grazia Angelini, benedictina y Timothy Radcliffe, dominico.

Nos han ayudado a vivir una espiritualidad enraizada en la vida cotidiana del tiempo histórico que nos toca. En el aquí y ahora, con hondura y esperanza, sin que falte la alegría y el sentido del humor…

He aprendido a escuchar, no solamente con los oídos, sino sobre todo con los ojos, mirando a cada persona que formaba parte de la mesa redonda que me tocaba moderar. ¡Es tanto lo que trasmitimos con el lenguaje gestual que no quería perderme nada!

Los diálogos se han hecho con gran libertad y mucho respeto, las opiniones eran muy diversas pero se escuchaba todo. Después estaba el voto final a cada punto del documento que es también expresión de la libertad personal. Muchos resultados ya se preveían antes de la votación, precisamente porque se escuchaban posturas diversas con resistencia a cambios y posiciones divergentes.

«He aprendido a escuchar, no solamente con los oídos, sino sobre todo con los ojos, mirando a cada persona que formaba parte de la mesa redonda que me tocaba moderar»

Todo ha confluido en el documento final que considero amplio y abierto para poder adaptar las cosas a los diversos contextos. La sinodalidad es un proceso que continúa y nos toca a todos, en los diversos niveles, hacerla realidad. Es cierto que en algunos temas seguimos caminando con mucha lentitud, no pasamos de las palabras a los hechos reales, aunque afirmemos la igual dignidad bautismal.

 Quedan muchos temas pendientes, algunos encomendados a las Comisiones citadas que esperan cuantas sugerencias e ideas podamos aportar. Son desafíos que no debemos perder de vista y aportar cuanto podamos.

«Los diálogos se han hecho con gran libertad y mucho respeto, las opiniones eran muy diversas pero se escuchaba todo»

No me parece detalle menor que el documento esté referido a Cristo Resucitado, signo y fuente de esperanza cristiana, y que el Papa exprese: “No pretendo publicar una Exhortación Apostólica; quiero de este modo reconocer el valor del camino sinodal realizado, que con este Documento entrego al santo Pueblo de Dios”.

Finalmente, aun sintiendo dolor por muchas cosas que no veo positivas en la iglesia, deseo permanecer en ella, luchando desde dentro, volviendo mi corazón continuamente a Jesús y su evangelio, Señor de la historia que acompaña nuestro caminar.

Me da fuerza saber que vamos juntos y que podemos (recordando a Madeleine Delbrel) “vivir nuestra vida no como un teorema que nos rompe la cabeza, sino como una fiesta sin fin, con la música universal del amor”.

@religiondigital | María Luisa Berzosa fi | t.ly/gt9PW

Revista Manresa #381. El Arte de Contemplar

La contemplación es una de las prácticas recurrentes de oración, que en la actualidad muchas personas buscan deseosas de encontrarse con Dios y resignificar sus vidas en la unidad con Él. Ciertamente, en la propuesta ignaciana, la contemplación es el modo de orar por “excelencia”.

Desde hace un tiempo y partiendo de la oración contemplativa de Ignacio de Loyola han aparecido nuevas propuestas, modos y maneras de llevarla a cabo. Su presencia en la vida del creyente cada vez es más notable y significativa. De ahí, que la revista Manresa le dedique el presente número.

Nuestra perspectiva es mirar al pasado, pero también al futuro, como toda vida espiritual, la contemplación ignaciana es algo vivo, dinámico, capaz de ser recreada a la luz de la novedad de la realidad. La práctica de la oración contemplativa dentro de la tradición ignaciana se subraya por su relevancia contemporánea así como su conexión con métodos espirituales de la tradición cristiana.

La unión con Dios representa el objetivo final de la vida espiritual y del ser cristiano, y la oración se erige como un medio esencial para alcanzar esta meta. Existen numerosos métodos de oración, pero lo crucial radica en la calidad de la experiencia más que en la técnica en sí; un uso inadecuado de un método puede dificultar la conexión con lo divino.

…como toda vida espiritual, la contemplación ignaciana es algo vivo, dinámico, capaz de ser recreada a la luz de la novedad de la realidad.

La contemplación, adoptada por San Ignacio como un método central en sus Ejercicios Espirituales, tiene múltiples significados, es imperativo que tanto el ejercitante como el acompañante la comprendan de manera congruente.

Empezamos por una mirada al pasado, el profesor de la Universidad Gregoriana, Paul Rolphy Pinto escribe sobre la oración contemplativa en la tradición spiritual de la Iglesia. Hace un repaso completo y claro sobre aquellos autores anteriores a Ignacio de Loyola que escribieron de esta modalidad de oración y que de alguna manera tuvieron influencia en Ignacio de Loyola.

Josep María Margenat, jesuita radicado en la Cova de Manresa nos introduce en la complejo mundo en que se desarrolló y afianzo la oración de contemplación en la primera Compañía de Jesús.

El número continúa con la aportación del jesuita uruguayo, psicólogo y buen conocedor de la espiritualidad ignaciana, Pablo Lamartheé sobre la relación entre lo espiritual y lo psicológico que es posible establecer desde la contemplación ignaciana.

Javier Melloni narra su viaje personal en busca de una mayor profundización en la contemplación, que culminó en su descubrimiento del método de Jalics en Manresa.

Carlos Álvarez, jesuita chileno, partiendo también del jesuita húngaro Frank Jalics presenta la importancia que tiene la oración contemplativa en el cuidado de la casa común.

En el apartado Colaboraciones, encontramos una “miscelánea” de trabajos llegados a la redacción de esta revista. Por un lado el testimonio del teólogo José Ignacio González Faus sobre los Ejercicios Espirituales y el proceso de sanación y liberación que generan. De otro, un trabajo de campo de dos profesores, Bruno Pazzi y Jean Gabriel Bela de la Universidad Gregoriana sobre la interrelación de la espiritualidad ignaciana, parroquias regentadas por jesuitas en diversos lugares del mundo y la sinodalidad.

En el habitual apartado de Ayudas para Ejercicios encontramos dos aportaciones muy sugerentes de dos colaboradores habituales de la revista: David Guindulain nos presenta las adiciones de la penitencia y Luis María García Domínguez “discernir los tres pensamientos” y la “acción del demonio” en la vida espiritual de la que habla san Ignacio en sus Ejercicios Espirituales. En la sección de Semblanzas, Diego Molina nos presentará a Manuel Ruiz Jurado, uno de los grandes historiadores y conocedores de la espiritualidad ignaciana en su faceta de docente en la Universidad Gregoriana y de conocedor de los Ejercicios Espirituales. Gracias a todos por seguir acompañándonos en este camino apasionante de la espiritualidad ignaciana.

Enlace a más información REVISTA MANRESA

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Evangelio del Domingo. “JESÚS MIRABA… LLEGÓ UNA VIUDA POBRE…”

Jesús enseña los valores del reino y lo hace con ejemplos fáciles de entender y que se evidencian en su entorno. En el caso del evangelio de hoy, Jesús presenta el contraste entre dos personajes: los escribas y una viuda pobre. De los primeros, hace una crítica fuerte: se pasean con amplio ropaje, quieren ser saludados en las plazas y ocupar los primeros puestos. Todas estas actitudes son las que garantizan el honor en la sociedad del tiempo de Jesús y, salvadas las distancias del contexto, siguen siendo actitudes que garantizan la importancia de las personas en la sociedad actual.

 

Jesús mira todo eso con recelo. El “honor”, tan importante para la sociedad judía, no cabe entre los valores del reino. El valor importante es el de “servir” como Jesús se lo ha dicho a sus discípulos de tantas maneras. Además, Jesús hace una denuncia del comportamiento de los escribas: devoran los bienes de las viudas so capa de largas oraciones. No es ajena esta actitud tampoco en el tiempo de hoy frente a tantas estafas que, en nombre de Dios, hacen algunos predicadores y negociadores de la fe.

 

Pero volvamos al texto. Jesús después de reprochar esa conducta de los escribas, se sienta frente al arca del Tesoro del templo y hace un juicio crítico sobre lo que pasa allí: ciertamente, muchos ricos van y echan mucho dinero. Pero la viuda pobre (podría pensarse que es una de estas viudas estafadas por los escribas o las mujeres viudas que quedaban totalmente indefensas al morir su marido) echa todo lo que tiene para vivir. Jesús se refiere a la moneda de menor valor en aquella época y es esta la que mujer deposita en el arca. Con este contraste Jesús muestra el verdadero significado del compartir de bienes que en nuestro contexto podríamos interpretar cómo dar de lo que sobra o dar de lo poco que se tiene.

 

En el primer caso, no hay una solidaridad efectiva. Si le sobraba es porque estaba acaparando algo que no le pertenecía o viviendo la dependencia del acumular y del tener, convencido que en ello está la felicidad. La verdadera solidaridad es la de la viuda que saber dar y darse, repartir y compartir. La solidaridad no se mide por el exceso de bienes dados sino por la capacidad de sentir con el otro su situación y hacerse solidario con ella.

 

Ahora bien, estos ejemplos no se refieren a temas a considerar sino a actitudes que han de vivir los discípulos de Jesús. A ellos se dirige al final del texto y les muestra con hechos reales en que consiste el verdadero discipulado. Ni honores, ni prestigio, sino servicio, en el caso de los escribas. Ni vanagloria por las muchas riquezas valiéndose, también de ellas, para ser alabado, en el caso de los ricos. El discipulado va en la línea de aquella viuda pobre que da lo que tiene para vivir porque su amor es efectivo, su solidaridad entrañable.

 

Si el domingo pasado el evangelio nos mostró que el escriba que dialoga con Jesús sabía que el primer mandamiento era amar a Dios y al prójimo, en este nos muestra que es la viuda la que no “sabe”, sino que “hace” y, en esto, consiste el verdadero discipulado. Las obras son las que dan testimonio de lo que somos, las que muestran que nuestro seguimiento sí está guiado por los valores del reino.

(Marcos 12, 38 -44)

Domingo 32º del Tiempo Ordinario – Ciclo B

@consuelovelez

Reflexiones alrededor de Dilexit nos

El pasado 24 de octubre el papa Francisco sacaba su cuarta encíclica bajo el título Dilexit nos, ‘nos amó’.

Se trata de una encíclica diferente a las otras. No es como las anteriores y, tal vez por eso, su lectura resulte más compleja o extraña. El subtítulo desconcierta, «Sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo». Sorprende que este papa nos hable del divino corazón de Jesucristo. Creo que no tendrá el éxito o seguimiento de encíclicas anteriores. Pero no por eso deja de ser un texto importante, que conviene leer y analizar, probablemente con cierta ayuda para entenderlo e interpretarlo bien.

Después de leer el texto y pensar un poco sobre lo que hay en ella, me lanzo a compartir unas reflexiones. Se trata de una encíclica que no va a resultar fácil de digerir. Por un lado, unos dirán que falta algo más en esos puntos que hablan de la adoración al corazón de Jesucristo, mientras otros no entenderán que se invite a dicha adoración. ¿No era este el papa de los signos con los pobres? ¿A qué viene ahora este texto?

Cuando salió, en seguida se dijo que era el texto que ayudaría a entender todo lo que el Papa había proclamado y escrito hasta ahora. Así lo expresa también en el punto número 217, cuando nos dice que lo escrito aquí permite descubrir cómo Laudato si’ y Fratelli tutti no son ajenas al encuentro con el amor de Jesucristo.

Antes de entrar a comentar la Encíclica, quisiera indicar varios aspectos que conviene tener en cuenta al situarnos ante Dilexit nos. Probablemente sea la encíclica más personal del Papa. Está llena de citas de autores de los que el Papa bebe espiritualmente. Nunca antes había hablado tanto de san Ignacio y sus Ejercicios. En ella hay algo de testamento, un explicar el porqué de mucho de lo que ha hecho hasta ahora y unas indicaciones para el cristianismo que viene. Creo que estas claves son importantes para entenderla.

El texto tiene una escritura curiosa. Se dirige al lector de manera directa en segunda persona, tanto al inicio como al final del texto. En medio pasa a la primera persona, primera persona que invita a la reflexión y la meditación; en esta primera persona no solo se encuentra la figura del Papa, sino también la de quien la lee, invitado a meditar y orar con el texto. Y también hay una buena parte del texto en la que hace una catequesis alrededor del corazón de Jesucristo.

La Encíclica se puede leer obviando dicha catequesis, como también se puede usar esta para trabajar en grupos y comunidades a manera de preparación para un retiro personal.

Si queremos entender el porqué de este texto y por qué ahora, tal vez lo encontremos en el punto número 87. Allí nos sitúa ante algunas de las preocupaciones del Papa en el momento actual: el avance de un mundo libre de Dios, religiosidades sin referencia a una relación personal con Dios, desencarnar el mensaje del cristianismo… En este momento de incertidumbre y de resituarnos ante lo que será el cristianismo del futuro, encontramos en la Encíclica ciertos apuntes que pueden ayudarnos. Veamos de qué nos habla el texto.

Comienza recordando la importancia del corazón. Desde aquí, resitúa qué es el ser humano —evitando reduccionismos— y ubica un centro desde el que poder responder a preguntas vitales y a la existencia misma. Si años atrás recuperó la misericordia, superando dificultades de comprensión del término y recogiendo lo mejor de este y su sentido pleno, ahora parece querer hacer lo mismo con el corazón. El mundo líquido actual necesita apuntar allí donde cada persona hace su síntesis, y este espacio no es otro que el corazón.

Un corazón que construye, que une, que permite superar la fragmentación y el individualismo de nuestro mundo. Solo desde aquí el mundo encontrará respuestas a sus necesidades más acuciantes; desde un corazón que nos invita a una espiritualidad, que tiene consecuencias sociales, que recupera la dignidad. Es por ello que dirige su mirada al corazón de Jesús.

El siguiente apartado lleva por título «Gestos y palabras de amor», y aquí apunta al origen de nuestra fe: a Cristo y al Dios que este presenta. Un Cristo que se acerca, que nos acompaña, nos anima, nos mira, nos habla.

El siguiente apartado nos habla del corazón ‘que tanto amó’. Sitúa la devoción al corazón de Cristo, como una imagen o símbolo que nos puede hacer bien y que merece la pena recuperar. Desde el principio reniega de adoraciones desencarnadas, ya que adorar el corazón es adorar a Cristo y su vida. Se trata de un símbolo para regresar al amor humano y divino de Jesucristo, y con ello recuperar y experimentar la esencia del cristianismo. Un cristianismo trinitario, en el cual la misericordia tiene un papel primordial.

El cuarto apartado habla de un «Amor que da de beber». El título ya indica la necesidad de no olvidar esa dimensión relacional con el Padre que nos ayuda a cuidar y sostener nuestra fe. A buscar a ese Dios que sale a nuestro encuentro. Y aquí encontramos una preciosa catequesis sobre el sentido de la adoración al corazón de Jesús a lo largo de la historia; en ella nos recuerda cómo ese misterio de amor no es un hecho del pasado, sino que sigue presente en nuestros días y hemos de buscar la manera de actualizarlo y meditarlo. En el fondo, nos habla del Evangelio, de un evangelio que no es solo para reflexionar o recordar, sino para vivirlo (cf. n.º 156).

Termina con una sección titulada «Amor por amor». En este apartado, Francisco recupera palabras olvidadas o apartadas de cuya realidad no podemos huir por el significado cristiano que aportan —como puede ser el de «pecado» o el de «reparación»—. Asimismo, invita a volver constantemente a la Palabra, a no reírnos del amor que hay en las expresiones de fervor creyente del santo pueblo de Dios, a recordar tanto la dimensión espiritual profunda que debe tener el cristiano como la dimensión de salida al otro para vivir en relación con todos los seres humanos —especialmente con los más desfavorecidos (cita expresa de Mt 25)—, a ser misionero desde el amor sin hacer proselitismo, a recuperar la vocación desde el servicio, etc.

Considero que es un texto para leer despacio, poco a poco, y más de una vez. Para compartirlo en comunidad y rezarlo. Tiene mucha enjundia y nos invita a soñar con el futuro. El corazón de Jesús es una imagen para volver a lo primordial del Evangelio y por ende del cristianismo. Un cristianismo que necesita ser místico a la par que profético, un cristianismo que nace del corazón y cuya fuerza reside en el amor, un amor compartido que se despliega desde la vivencia interior del Dios de Jesús de Nazaret hacia toda la humanidad. Solo así podremos construir un mundo nuevo.

Habría mucho que hablar y decir, siguiendo el camino del texto, sobre el recorrido que hace por la historia de la Iglesia y diferentes santos que nos señalan caminos a seguir. Especialmente sugerentes las referencias a san Ignacio, san Charles de Foucauld y santa Teresita del Niño Jesús.

Con vuestro permiso, acabo como acaba el texto. Con una oración que alienta para orar y para vivir:

«Pido al Señor Jesucristo que de su Corazón santo broten para todos nosotros esos ríos de agua viva que sanen las heridas que nos causamos, que fortalezcan la capacidad de amar y de servir, que nos impulsen para que aprendamos a caminar juntos hacia un mundo justo, solidario y fraterno. Eso será hasta que celebremos felizmente unidos el banquete del Reino celestial. Allí estará Cristo resucitado, armonizando todas nuestras diferencias con la luz que brota incesantemente de su Corazón abierto. Bendito sea».

[Imagen de Thomas en Pixabay]

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El Sínodo, un don del Espíritu, ahora pasar de las palabras a los hechos

“El Documento sobre el que hemos expresado nuestro voto es un triple regalo: para mí, como Obispo de Roma; para todo el Pueblo de Dios y un regalo que no puede quedarse solo en nosotros”. Papa Francisco

 

El fruto de tres años de escucha

Sobre el Documento final que fue aprobado en esta 17 Congregación General del Sínodo el Santo Padre destacó el camino recorrido en este proceso sinodal que inició en septiembre de 2021 y que ahora concluye en la fase del “Discernimiento de los Pastores”.

“Con el Documento Final hemos recogido el fruto de años, tres por lo menos, en los cuales nos hemos puesto a la escucha del Pueblo de Dios para comprender mejor cómo ser ‘Iglesia sinodal’ a la escucha del Espíritu Santo en el tiempo presente. Las referencias bíblicas que abren cada capítulo disponen el mensaje confrontándolo con los gestos y las palabras del Señor resucitado que nos llama a ser testigos de su Evangelio, antes con la vida que con las palabras”.

 

Un banquete “preparado por Dios para todos los pueblos”

Asimismo, el Papa Francisco indicó que este Documento sobre el que han expresado su voto es un triple regalo para la Iglesia universal. Ante todo, es un regalo para él como Obispo de Roma que necesita poner en práctica la escucha. Un deber que se agrega al de “custodiar y promover la armonía que el Espíritu sigue difundiendo en la Iglesia de Dios, en las relaciones entre las Iglesias, no obstante, todos los esfuerzos, tensiones y divisiones que caracterizan su camino hacia la plena manifestación del Reino de Dios. Un banquete, como nos dice la visión del profeta Isaías, “preparado por Dios para todos los pueblos”, con la esperanza de que no falte ninguno.

vista general sinodo sala

“Y esto es lo que enseña el Concilio Vaticano II cuando dice que la Iglesia es ‘como un sacramento’, que es signo e instrumento de la espera de Dios, que ya ha preparado la mesa y está esperando. Su gracia, a través de su Espíritu, susurra palabras de amor en el corazón de cada uno. A nosotros se nos concede amplificar la voz de este susurro sin obstaculizarlo; para que abramos puertas sin levantar muros. No debemos comportarnos como ‘dispensadores de la gracia’ que se apropian del tesoro atando las manos del Dios misericordioso. Recuerden que comenzamos esta Asamblea sinodal pidiendo perdón, sintiendo vergüenza, reconociendo que todos hemos sido misericordiados”.

 

“Una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo”

Y citando algunos a Madeleine Delbrêl, la mística de las periferias, que exhortaba, sobre todo, a «no mostrarse rígido», el Pontífice les leyó algunos versos de la poeta francesa que son como una oración.

“Porque pienso que debes estar cansado de gente que hable siempre de servirte con aire de capitanes; de conocerte con ínfulas de profesor; de alcanzarte a través de reglas del deporte; de amarte como se ama en un viejo matrimonio. […] Haznos vivir nuestra vida, no como un juego de ajedrez en el que todo se calcula, no como un partido en el que todo es difícil, no como un teorema que nos rompe la cabeza, sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo, como un baile, como una danza entre los brazos de tu gracia, con la música universal del amor”.

 

Indicaciones concretas para la misión de la Iglesia

Estos versos pueden convertirse en la música de fondo para acoger el Documento Final, indicó el Papa Francisco y a la luz de lo que ha surgido en el camino sinodal, habrá que tomar decisiones para dar forma real a la convivencia de las diferencias. Y por ello, anuncia su intención de no publicar una Exhortación Apostólica Postsinodal.

“Por eso no pretendo publicar una “exhortación apostólica”. En el Documento hay ya indicaciones muy concretas que pueden ser una guía para la misión de las Iglesias, en los diversos continentes, en los diferentes contextos, por eso lo pongo ahora a disposición de todos. Quiero, de este modo, reconocer el valor del camino sinodal realizado, que con este Documento entrego al santo Pueblo de Dios”.

Se necesita tiempo para opciones que impliquen a toda la Iglesia

Y sobre algunos aspectos de la vida de la Iglesia señalados en el Documento, así como sobre los temas confiados a los diez “Grupos de Estudio”, el Santo Padre afirmó que, se necesita tiempo, a fin de llegar a opciones que impliquen a toda la Iglesia. Para ello, el Pontífice señalo que seguirá a la escucha de los obispos y de las Iglesias, y contará con la ayuda de la Secretaría General del Sínodo y todos los Dicasterios de la Curia Romana.

“Esto no es un modo para postergar al infinito las decisiones. Es lo que corresponde al estilo sinodal con el que también el ministerio petrino se ejercita: escuchar, convocar, discernir, decidir y evaluar. Y en estos pasos son necesarias las pausas, los silencios, la oración. Es un estilo que estamos aprendiendo juntos, poco a poco. El Espíritu Santo nos llama y nos sostiene en este aprendizaje, que debemos comprender como proceso de conversión”.

 

El valor del testimonio de la experiencia realizada

El segundo aspecto del don que destacó el Papa Francisco fue que, el Documento es un regalo para todo el Pueblo de Dios, en la variedad de sus expresiones.

“Es obvio que no todos se pondrán a leerlo; serán sobre todo ustedes, junto con tantos otros, los que hagan accesible su contenido en las Iglesias locales. El texto, sin el testimonio de la experiencia realizada, perdería mucho de su valor”.

 

Es posible caminar juntos en la diversidad

Finalmente, el Santo Padre subrayó el valor del compartir de experiencias en este proceso sinodal, dijo que lo que hemos vivido es un regalo que no podemos guardar sólo para nosotros.

“El impulso que proviene de esta experiencia, de la cual el Documento es un reflejo, nos da la valentía de testimoniar que es posible caminar juntos en la diversidad”.

De las palabras compartidas a los hechos

Venimos de todas las partes del mundo, marcados por la violencia, la pobreza, la indiferencia, recordó el Papa Francisco, pero todos juntos, con la esperanza que no defrauda, unidos en el amor de Dios derramado en nuestros corazones, indicó el Pontífice, podemos no sólo soñar con la paz sino comprometernos con todas nuestras fuerzas para que, quizá sin hablar tanto de sinodalidad, la paz se realice por medio de procesos de escucha, diálogo y reconciliación.

 

“La Iglesia sinodal para la misión, ahora necesita que las palabras compartidas vayan acompañadas por hechos”.

Todo esto es don del Espíritu Santo, Él es quien crea la armonía, Él es la armonía concluyó el Obispo de Roma, y dijo que, la armonía también continúe saliendo de esta Aula y el Soplo del Resucitado nos ayude a compartir los dones recibidos.

 

@vaticannews | t.ly/YzgQx

La diócesis de Orán celebró a los beatos Mártires del Zenta

Cientos de personas de diversas comunidades peregrinaron al santuario de Pichanal, donde ocurrió el martirio de Pedro Ortiz de Zárate y Juan Antonio Solinas sj, a quienes llevaron sus intenciones.


La comunidad diocesana de Orán celebró la fiesta litúrgica de los beatos Mártires del Zenta, Pedro Ortiz de Zárate y Juan Antonio Solinas SJ, con una peregrinación el sábado 26 de octubre al santuario ubicado en localidad de Pichanal, donde se produjo el martirio y hasta donde llegaron indios omahuacas, criollos, mulatos y mestizos, hombres, mujeres y niños.

Allí, el obispo de Orán, monseñor Luis Scozzina OFM presidió la Eucaristía y destacó: «Hemos peregrinado a este santuario, donde el signo de la memoria de nuestros mártires está en esta cruz, en la cual tomamos gracia. Este es el signo: la cruz que cada uno lleva en su vida y en su corazón, asociados a la cruz de Cristo».

«Este es el testimonio de los mártires, testimonio de un amor que sabía que a quienes iba dirigido el anuncio se corría el riesgo de la vida. No quisieron tener un ejército que los defendiera, vinieron con el único poder, con la fuerza que nace de la adhesión al Evangelio de Jesús, con la fuerza de Dios. Que gran enseñanza para nosotros, hombres y mujeres de la Nueva Orán», animó.

A su vez, invitó a contemplar el ícono que quedó como parte de la canonización de los mártires: una comunidad misionera. «De esto no nos tenemos que olvidar, si bien la Iglesia beatificó a los dos que tenían nombre, se santificó toda la comunidad que vino a acompañar la obra evangelizadora. Ese es el icono en donde nos tenemos que ver reflejados. Esa es la encarnación del Evangelio que queremos pedir para nuestra diócesis, con esta multiplicidad de rostros que es nuestra diócesis. Esto es lo fundante de nuestra comunidad diocesana», enfatizó.

«Necesitamos, para caminar juntos, primero el respeto de la diversidad que somos», aseguró, destacando la diversidad en los ministerios y la diversidad de los carismas que Dios da a cada uno: «A cada miembro del Pueblo de Dios da una gracia por el Bautismo. Todos tenemos una gracia y un don para ofrecer en la misión compartida de la evangelización, puesto al servicio de los demás».

De esto no nos tenemos que olvidar, si bien la Iglesia beatificó a los dos que tenían nombre, se santificó toda la comunidad que vino a acompañar la obra evangelizadora. Ese es el icono en donde nos tenemos que ver reflejados.

Y dirigiéndose a cada uno añadió: «La tenés que descubrir vos en la oración ante el Santísimo. Vos tenés que asumir tu misión en la Iglesia diocesana. Cada uno viviendo esta pertenencia que significa vivir un camino de reconciliación».

«Aceptar que nos equivocamos, que no siempre queremos hacer el bien, no siempre lo hacemos», planteó, y condenó a quienes rompen la comunión: «Todo signo que rompa la comunión no es de Dios. En la división está el maligno».

Finalmente, alentó a «ser fieles porque Dios nos ha dado la gracia, un don para el servicio, no para tener más poder o ponerse por encima de los demás». Y concluyó animando a pedir la gracia de la reconciliación, del perdón; «El camino de la reconciliación es el camino que esta Iglesia diocesana necesita vivir para poder caminar juntos».

La peregrinación se completó el domingo 27, con la celebración de una misa en honor a los Beatos Mártires del Zenta y la consagración virginal de Silvina Aparicio.+

@aica | t.ly/hyFY9

escultura ignacio escribiendo cartas

IGNACIO GESTOR, A TRAVÉS DE SUS CARTAS. El arte ignaciano de gestionar negocios

Entre las casi siete mil cartas que san Ignacio de Loyola escribió, directamente o por comisión, hay 237 cartas de dirección y amistad, 152 escritos sobre aceptación o rechazo de ministerios, 142 cartas de finanzas, 100 cartas teóricas (de ellas, 27 abordan problemas pedagógicos y universitarios, 13 cuestiones relativas a la autoridad civil y 11 asuntos de contratos y financiamiento). En cuanto a los destinatarios, más de 1.500 cartas están dirigidas a no jesuitas, incluyendo 301 a nobles, 142 a oficiales civiles o militares, 140 a altos funcionarios o sus familias y 51 a financieros o mercaderes.

No se trata en estas páginas de adentrarse en todo este ingente material sino, de manera mucho más humilde, de poner el foco en una parte del epistolario ignaciano que suele pasar más desapercibido. La tesis del artículo es bastante sencilla: a través de las cartas de Ignacio podemos aprender algo acerca del arte ignaciano de gestionar negocios (o, en cierto sentido, su arte de ayudar en lo material) y podemos acceder a la figura de Ignacio como gestor y líder en medio de asuntos concretos y ordinarios. Un Ignacio que muestra capacidad para afrontar grandes retos y para hacerlo de modo convincente. En lo más práctico, el texto busca ampliar la mirada y facilitar el acceso a cartas, temas y destinatarios que no siempre aparecen en los escritos más «espirituales». Dividimos el artículo en ocho apartados, presentando en cada uno de ellos una polaridad entre aspectos que conviene integrar convenientemente para buscar y hallar a Dios en todas las cosas, también en la gestión de los diversos negocios de la esfera secular.

1. Gracia y naturaleza

En el año 1555, Ignacio tuvo que afrontar una seria crisis económica en el Colegio Romano: su rápido crecimiento, la falta de una fundación estable y la elevada inflación habían generado una deuda de siete mil escudos. En ese contexto, Ignacio convoca una consulta especial, ad hoc para la ocasión, y después escribe a Francisco de Borja, para llegar a través de él al emperador, y al padre Juan Pelletier, con el objeto de acceder por su medio a Hércules de Este, duque de Ferrara y Módena. En la carta a Borja, escrita el 17 de septiembre de 1555, encontramos «la expresión más auténticamente ignaciana de la llamada prima agendorum regula» que formula la adecuada cooperación humano-divina.

Dice así: «Mirando a Dios nuestro Señor en todas las cosas, como le place que yo haga, y teniendo por error confiar y esperar en medios algunos o industrias en sí solas; y también no teniendo por vía segura confiar el todo en Dios nuestro Señor, sin quererme ayudar de lo que me ha dado, por parecerme en el Señor nuestro que debo usar de todas dos partes, deseando en todas cosas su mayor alabanza y gloria, y ninguna otra cosa, ordené que los principales de la casa se juntasen en uno para que más en el Señor se viese lo que se debería hacer cerca el Colegio y escolares de él, según que veréis lo que allá escriben».

Encontramos en este párrafo un criterio ignaciano —nítido y complejo a la vez— para articular la acción combinada de naturaleza humana y gracia divina. Para Ignacio, es un error confiar en los medios humanos por sí solos, pero también es inadecuado dejar todo a Dios sin ayudarnos de lo que Él mismo nos ha dado. Más bien, debemos «usar de todas dos partes» buscando siempre, y en todo, la mayor gloria divina. Y es que Dios «quiere ser glorificado con lo que Él da como Criador, que es lo natural, y con lo que da como Autor de la gracia, que es lo sobrenatural» (Constituciones 814). Esta convicción la veremos aplicada en la práctica, en numerosos casos y situaciones diversas.

[…]

1. Gracia y naturaleza… 2. Lo temporal y lo divino… 3. Lo grande y lo pequeño… 4. Lo técnico y las relaciones humanas… 5. Lo espiritual y las finanzas… 6. La providencia y los medios materiales… 7. El qué y los cómo… 8. Aceptar y rechazar…

[…]

Conclusión

Sabemos, por la Autobiografía, que Íñigo «era muy buen escribano» y que, por otro lado, el duque de Nájera le «deseaba dar una buena tenencia, si la quisiese aceptar, por el crédito que había ganado en lo pasado». Sirvan estas breves alusiones como recordatorio del bagaje personal y cultural que tenía Ignacio, formado en la sede del Contador Mayor de Castilla, en Arévalo, donde empieza la gestión sistemática de la Hacienda Pública. También sabemos que, estando el peregrino Íñigo de Loyola en Tierra Santa, cedió «un cuchillo de las escribanías que llevaba» (A 47) para poder entrar en el Monte de los Olivos. ¿Significa esto que abandonó su vida pasada, con sus escribanías y sus créditos, para adentrarse en la vida del Espíritu? No parece que sea del todo así.

En la «eximia ilustración» del Cardoner, en Manresa, se le abrieron los ojos del entendimiento «tanto de cosas espirituales como de cosas de la fe y de letras; y esto con una ilustración tan grande, que le parecían nuevas todas las cosas» (A 30). La mística ignaciana abarca todas las cosas, incluyendo las letras.

Este artículo ha mostrado, a través de sus cartas, cómo Ignacio empleó las letras escritas para «buscar en todas cosas a Dios nuestro Señor, apartando, cuanto es posible, de sí el amor de todas las criaturas, por ponerle en el Criador de ellas, a Él en todas amando y a todas en Él, conforme a su santísima y divina voluntad» (C 288). También en la gestión y dirección de negocios variados, entre escribanías, créditos y tenencias.

Daniel Izuzquiza

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La comunicación de la Iglesia viene marchando

El Sínodo ha puesto sobre la mesa el tema de la comunicación digital con mucha fuerza; el Papa lo ha remarcado al expresar que hay que evangelizar comunicando.


La Hna. Xiskya Valladares, Madre Sinodal por su misión en la evangelización digital afirmó que está surgiendo en la Iglesia el carisma de Evangelizador digital. Yo diría que ya surgió, ahora se está reconociendo, está marchando hace años, pero ahora se escucha su marcha.

Un periodista acreditado en el Sínodo planteaba que la respuesta a la gran pregunta de la Asamblea ¿Cómo ser Iglesia Sinodal en Misión? debía ser la misma, pero sin los signos de interrogación. Yo agrego que de la comunicación eficiente de esas respuestas depende la apropiación y vivencia de las conclusiones de este proceso.

«Mientras la Iglesia siga pescando en la pecera contando agendas o eventos de obispos no será misionera, no será sinodal»

Llegar a todos, todos, todos

Hoy cerca del 70% de la población mundial está conectada a Internet, allí hay una amplia periferia para misionar en donde aparece la comunicación digital como el gran instrumento para llegar a todos, todos, todos, como dice Francisco.

¿De qué modo llegar? Reels, videos, mensajes de WhatsApp, posteos en IG, Facebook u otras redes sociales abstenerse si no cumplen con la condición de ser sinodales, es decir, desde un camino en donde incluya a otros acompasando el paso al de Jesús. Las autorreferencias, así sea de un obispo, la falta de sencillez aunque sea de un teólogo, las palabras exageradas (en calidad y cantidad) y en definitiva, publicar solo porque está la red sin hacerlo desde mi vocación de bautizado logrará seguidores en mis cuentas, pero no discípulos de Jesús.

La comunicación atraviesa todos los contextos y situaciones y ahí está la gran oportunidad para evangelizar; ya no hay que hacerlo para fieles sino que, desde esas realidades y para esas realidades, se puede iluminar, opinar, dialogar ofreciendo los valores del Evangelio para construir y humanizar.

Hacia la pastoral de procesos

Mientras la Iglesia siga pescando en la pecera contando agendas o eventos de obispos no será misionera, no será sinodal. Tampoco comunicará la Buena Noticia y buenas noticias.

Creo que se trata de cambiar una palabra, una preposición. La palabra a por la palabra de.

  • Comunicación DE la Iglesia es ser un puente, una plataforma, un lugar de consulta y consejo para todos y de todos los temas. Comunicación DE Historias vivas que inspiran y aún sin hablar de Jesús me acercan a Él. Con mucha oración y discernimiento detrás.
  • Comunicar A la Iglesia es lo que encontramos en el 80% de los portales de Diócesis y agencias de noticias católicas. Eventos, efemérides de santos, homilías de obispos (empezando por los del centro y por ahí alguno de la periferia), una pastoral estática. En definitiva una Pastoral de la Pecera y del Evento (léase fuego artificial).

Y la respuesta a la pregunta ¿Por qué los jóvenes se alejan(o ya no vienen) a la Iglesia? La dan ellos mismos. No queremos una pastoral del Evento queremos una pastoral de procesos, de discípulos misioneros.

Comunicación y Jóvenes…una buena dupla que viene marchando. Carismas nuevos y antiguos a la vez. Para constatarlo lean Marcos 16,15.

 

Hna. Silvia Somaré ecj | @vidanuevadigital

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Guía de autoayuda del card. Radcliffe para futuros desilusionados con el documento final del Sínodo

El predicador de la XVI Asamblea General Ordinaria ha recalcado que “si solo tenemos la libertad de defender nuestras posiciones terminaremos tocando los tambores de la ideología, ya sea de izquierdas o de derechas”

Timothy Radcliffe

El cardenal Timothy Radcliffe, predicador de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo, ha compartido esta mañana con los padres y madres sinodales su meditación en el primer día de esta última semana de trabajos. Y lo ha hecho ofreciendo una guía para todos aquellos que puedan sentirse desilusionados con el documento final.

“Estamos a punto de emprender nuestra última tarea: examinar el documento final, enmendarlo y votarlo. Hoy nos preparamos para ejercer esta importante responsabilidad. ¿Cómo lo haremos?”, se ha preguntado, para luego contestar: “¡Con libertad! Nuestra misión es predicar y encarnar esta libertad”.

Para el religioso, “la libertad es la doble hélice del ADN cristiano”. En primer lugar, “es la libertad de decir lo que creemos y de escuchar sin miedo lo que dicen los demás, en el respeto mutuo. Esta es la libertad de los hijos de Dios de hablar con valentía, con parresia. Gracias a esta libertad, cada uno de nosotros puede decir ‘yo’. No tenemos derecho a callar”, ha remarcado.

Pero, esta libertad tiene su raíz en una libertad más profunda, “la libertad interior de nuestros corazones a medida que descubrimos las decisiones que se toman”.

Según sus palabras, “podemos estar decepcionados con las decisiones del Sínodo. Algunos de nosotros las consideraremos desaconsejables o incluso equivocadas. Pero tenemos la libertad de quienes creen. Podemos estar en paz. Gracias a esta libertad, podemos atrevernos a pertenecer a la Iglesia”.

Sin miedo a los desacuerdos

El dominico inglés ha señalado que “el corazón de nuestra toma de decisiones es esta doble hélice de libertad por gracia. Porque la libertad de Dios opera en las profundidades mismas de nuestro libre pensamiento y decisión”. Por eso, “no debemos tener miedo a los desacuerdos, pues el Espíritu Santo está obrando en ellos”.

“Así que esta es nuestra libertad: pensar, hablar y escuchar sin miedo. Así podemos estar en paz con cualquier resultado”, ha remarcado. Y ha añadido: “La providencia de Dios está trabajando suave y silenciosamente incluso cuando las cosas parecen ir mal. La providencia de Dios está entretejida en la historia de nuestra salvación desde el principio”.

Como ha indicado, “aunque el resultado del Sínodo os desilusione, la providencia de Dios está obrando en esta Asamblea, llevándonos al Reino por caminos que solo Dios conoce. Su voluntad para nuestro bien no puede ser frustrada”.

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Para Radcliffe, “a menudo no tenemos idea de cómo la providencia de Dios está obrando en nuestras vidas. Hacemos lo que creemos que es correcto y el resto está en manos del Señor”. “Este es solo un sínodo. Habrá otros. No tenemos que hacerlo todo, solo tratar de dar el siguiente paso”, ha aseverado.

Al final de su meditación, Radcliffe ha recordado que “si solo tenemos la libertad de defender nuestras posiciones terminaremos tocando los tambores de la ideología, ya sea de izquierdas o de derechas”.

En el mismo sentido, ha subrayado: “Si solo tenemos la libertad de quienes confían en la providencia de Dios pero no nos atrevemos a entrar en el debate con nuestras propias convicciones, seremos irresponsables y nunca creceremos. La libertad de Dios actúa en el núcleo de nuestra libertad, brotando dentro de nosotros. Cuanto más verdaderamente sea de Dios, más verdaderamente es nuestra”.

@vidanuevadigital