Cinco preguntas para ordenar el consumo digital
Una adaptación de las «Reglas para ordenarse en el comer» que propone San Ignacio de Loyola. ¹
Por Agustín Borba SJ
Ignacio, que siempre ha vinculado sabiamente lo más espiritual que tenemos con lo más cotidiano de nuestras vidas, en esta ocasión le habla al hombre de su tiempo que encontraba en la comida una de las únicas fuentes cotidianas de placer, diversión y esparcimiento. Podía hacer del comer un ejercicio susceptible de canalizar desahogos, excesos y desórdenes que no ayudaban a la persona en su equilibrio vital y espiritual.
Se pueden traducir estas reglas teniendo en cuenta que están dirigidas al comer en tanto consumir. Hoy no solo consumimos lo que comemos. Hoy consumimos muchas otras cosas. ¿Qué cosas consumimos?
La realidad virtual, las redes sociales, todo el mundo digital, Netflix y demás, han pasado a ser nuestras comidas más habituales sobre las que se reflejan nuestros desórdenes, excesos y son espacios donde se canalizan desahogos, angustias, soledades.
Regla 1. “Del pan conviene menos abstenerse, porque no es manjar sobre el cual el apetito se suele tanto desordenar, o a que la tentación insista como a los otros”
El pan como el alimento más simple de todos, el más común, que permite vincularnos y está presente en la mesa de todos. Es un alimento básico y nutritivo.
El manjar es aquella comida que deleita, pero no sacia, no llena.
El manjar es lo ostentoso que entretiene y da placer, pero no es nutritivo.
¿Qué simbolizaría el pan en el consumo de internet o uso de redes sociales? Usar en tanto sea medio nutritivo. En tanto ayude a crear vínculos. A brindar información enriquecedora. En el uso de las redes, ¿de qué conviene menos abstenerse? ¿de qué modo de uso conviene no abstenerse?
¿En qué medida el espacio de las redes es un lugar de deleite que no sacia ni nutre? Se puede transformar en un espacio de deleite que entretiene, pero adormece, y sobre el cual el apetito tiende a desordenarse.
Regla 2. “Acerca del beber parece más cómoda la abstinencia, que no acerca el comer del pan; por tanto, se debe mucho mirar lo que hace provecho, para admitir, y lo que hace daño, para lanzarlo”
Ignacio pone el acento en la capacidad de “mucho mirar”, de examinar lo que consumimos para distinguir lo que hace bien de lo que no hace bien.
“Somos lo que comemos” Aquello que consumimos, aquello que buscamos fuera de nosotros mismos, aquello sobre lo que fijamos nuestra atención, habla de lo que vivimos y somos por dentro, de nuestra vida interior. ¿Qué “comemos” en las redes? ¿Qué consumimos en internet?
Aparece la referencia al beber. La bebida también debe ser un foco de atención, porque embriaga. También hay determinados usos de las redes que nos embriagan. La mediación digital puede “licuar” muchos vínculos. Hacerlos más líquidos que sólidos. ¿De qué modo se transforman nuestros vínculos por la mediación digital?
Regla 3. “Acerca de los manjares se debe tener la mayor y más entera abstinencia; porque así el apetito en desordenarse como la tentación en instigar son más prontos en esta parte; y así la abstinencia en los manjares, para evitar desorden, se puede tener en dos maneras: la una, en habituarse a comer manjares gruesos; la otra, si delicados, en poca cantidad”
Se repite varias veces la palabra abstinencia. Y es que en la vida también es necesaria una cuota de abstinencia. En todo. No se puede vivir de manjares. Muchas veces nos toca postergar manjares y habituarnos a comer pan, o transformar nuestros panes en manjares. La sabiduría pasa por el saber gustar del pan como si fuera un manjar. Habituarse a los manjares comunes.
También en el uso de las redes es necesaria una cuota de abstinencia. ¿En qué momentos necesito de esa cuota de silencio digital? ¿Qué es necesario postergar? ¿Cuándo es necesaria la sobriedad digital?
Regla 5. “Mientras la persona come, considere como ve a Cristo comer con sus apóstoles, y cómo bebe, y cómo mira, y cómo habla; y procure imitarlo. De manera que la principal parte del entendimiento se ocupe en la consideración de nuestro Señor, y la menor en la sustentación corporal”
Se trata de, en todo, contemplar a Cristo, para imitar su modo. En todo. Hasta en el comer. “¿Qué haría Cristo en mi lugar?” se puede traducir como: ¿qué diría Cristo en mis redes? ¿De qué modo usaría lo digital para vincularse mejor, para expresarse?
¿Cómo dialoga la austeridad de Jesús con el consumo excesivo? ¿Cómo dialoga el “no necesito tanto para ser feliz” con el “quiero todo y todo yaa!”?
Que al vincularnos a través de las redes sociales podamos imaginarnos cómo lo haría Jesús, cómo cuidaría sus vínculos, cuánto tiempo gastaría en las relaciones digitales, cómo se mostraría en sus muros… ¿de qué modo ser auténtico y transparente en un espacio propicio para navegar en el anonimato?
Actitudes que nacen de una contemplación, no tanto de un voluntarismo exigente.
Regla 7. “Sobre todo se guarde de que no esté todo su ánimo intento en lo que come, ni en el comer vaya apresurado por el apetito, sino que sea señor de sí, así en la manera de comer como en la cantidad que come”
¿Qué significa ser señor de sí? Crecer en libertad. Llevar el control y no que lo que consumo me controle. Saber poner límites y ser firme. Saber decir que “no” cuando hay que hacerlo. No consumir por consumir. Saber saborear y masticar lento, en lugar de devorar y tragar ansiosamente. ¿Cómo se traduce esto en el consumo de internet, de las redes, de Netflix?
¿Me cuesta llevar el control? ¿Cuándo me gustaría ser más señor de mí mismo?
No se trata de demonizar ni tampoco de idealizar el ámbito de las redes sociales, sino de entenderlas como medio de canalización y como un ámbito que es cada vez más amplio en nuestra vida.
Examiná tu consumo digital para orientarlo a Dios, para vincularte mejor, para encontrarte cuando te encontrás con otros, para comunicar mejor a Dios.
¹Para una mayor claridad, desarrollamos 5 reglas para ordenarse en el comer (Ejercicios Espirituales 210-217), de las 7 señaladas por San Ignacio.
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