Colaboración e integración: el futuro de las universidades de la Compañía en Roma

“Una mayor colaboración entre las instituciones académicas confiadas por el Romano Pontífice a la Compañía de Jesús es necesaria en los tiempos que corren”. Así escribía el Papa Francisco el 17 de diciembre de 2019 al confirmar su aprobación del proyecto de integración del Pontificio Instituto Bíblico y del Pontificio Instituto Oriental en la Pontificia Universidad Gregoriana. El proceso lleva en marcha durante al menos dos años y va por buen camino. El objetivo es obviamente una sinergia que permitirá un mejor servicio a la Iglesia universal.

En una publicación justamente titulada Integrazione, el Delegado del Padre General para las Casas Romanas, P. Johan Verschueren, y el director del proyecto, D. Pedro Ramírez, explican sus funciones y objetivos.

Johan Verschueren lo dice con toda transparencia: cuando llegó a su puesto hace unos meses, se sorprendió al notar el nivel de resistencia encontrado. Los temores por la pérdida de autonomía y de la especificidad de cada centro eran patentes. Sin embargo, el trabajo progresaba. El comité legal, el generoso compromiso del director del proyecto, D. Pedro Ramírez y la colaboración de la Curia General iban abriendo caminos de futuro. Sin embargo faltaba la base de una visión común que diese vigor a ese futuro.

“¿Por qué estamos haciendo esta integración?” pregunta el Padre Verschueren. “¿Cómo podemos optimizar nuestro compromiso académico al servicio de la Iglesia universal?” El documento papal de confirmación nos permite avanzar de modo concreto, con madurez espiritual. El Delegado ha observado, en las numerosas entrevistas que ha realizado, que el “deseo silencioso” de integración es mayor que el deseo de mantener el statu quo. Pero también que, en el ámbito de la espiritualidad ignaciana, necesitamos todavía progresar en libertad interior. El coraje para el cambio sólo nace de la fe; es el Señor quien nos muestra el camino. El proyecto es, por lo tanto, un deber de orden espiritual.

El profesor Pedro Ramírez es un ingeniero electrónico con formación también en administración. Ha trabajado durante 35 años en el ITESO, una renombrada universidad jesuita en México. Había expresado al rector jesuita de su institución su deseo de continuar sirviendo a la Compañía de Jesús, pero a un nivel más amplio. El rector percibió en esto un movimiento del Espíritu, y cuando se buscaba un responsable del proyecto de integración de las tres instituciones romanas, surgió el nombre de Pedro Ramírez.

Nos informa así acerca de su experiencia hasta ahora. “Con el fin de crear una relación, comenzamos a hacer visitas a las instituciones. De esa manera, todos tendrían ocasión de conocer a aquellos que desempeñan papeles semejantes al propio. Sabían que tenían un ‘hermano’ pero a menudo no lo conocían. Fueron ocasiones para el encuentro, pero sobre todo para la escucha. Más allá de una tarea técnica, este proyecto supone un desafío humano, porque se basa en gran medida en el trabajo de personas. Es necesaria la escucha por parte de unos y otros. La parte técnica es la última y la menos difícil. La experiencia me ha enseñado que es preciso aproximarse a la misión y a la perspectiva del instituto a nivel general, pero escuchar a la gente a nivel personal”.

Entiende que su papel no venía dictado por la eficacia administrativa, sino por una visión de conjunto moderna de las tres instituciones implicadas. Esto ha supuesto un gran desafío para Pedro Ramírez, a la vez que un motivo de gozo, ya que nos llevará a lograr un buen modelo de integración que asegure a estas instituciones, tan necesarias para el mundo y para la Iglesia, la vida a largo plazo.

Según el proyecto, los dos institutos especializados se convertirán en unidades académicas de la Universidad Gregoriana. La Secretaría de Estado del Vaticano, bajo la égida del cardenal Pietro Parolin, ha tomado las medidas necesarias con las autoridades italianas para que, en el contexto de la unificación de las tres entidades actuales, su nueva condición reciba el mismo tratamiento jurídico que tenían por separado. Este proceso ha culminado rápidamente, quedando concluido el 4 de septiembre de 2020. Ya no hay ninguna duda: el proyecto avanza ahora a ritmo rápido.

Fuente: www.jesuits.global/es

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