Desmontando el mito migratorio: 5 verdades incómodas

En el marco del Día Internacional del Migrante, tuvo lugar en Valencia la Conferencia: Desmontando el mito migratorio, 5 verdades incómodas, impartida por Alberto Ares Mateos, director del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) Europe e investigador del IUEM de la Universidad P. Comillas.

Un evento organizado por el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) Valencia, como un espacio donde poder tratar algunas creencias que subyacen en torno al tema de las personas migrantes y su integración en la sociedad. En este contexto, se abordaron varios mitos migratorios sobre cuestiones relevantes de la gestión de la diversidad y la realidad de la movilidad humana a nivel estatal, europeo y global.

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Seguidamente se recogen 5 mitos sobre la realidad migratoria sobre las que Alberto Ares diálogo en su presentación. Sobre cada uno de estos mitos, Ares presenta la realidad con datos desde estadísticas oficiales, estudios especializados de gobiernos, universidades y organismos internacionales, así como de instituciones especializadas tanto en el ámbito económico, social, político y de seguridad.

1.- “Nos invaden”

Los niveles de migración internacional se han mantenido relativamente estables durante años, representando el 3% de la población mundial. Asimismo, el porcentaje de población que llega a España y a Europa de forma irregular cada año no supera el 5 o 10% de la migración total. En España, el crecimiento de población de los últimos años se debe al incremento de las personas migrantes, que han aportado considerablemente a nuestra economía y nuestra sociedad envejecida.

2.- “Reciben más ayudas”

Las personas migrantes aportan más de lo que reciben al estado, contribuyendo significativamente al crecimiento económico y la innovación. La verdad es que los inmigrantes aportan a la economía mucho más de lo que reciben en ayudas. Así lo avala un reciente estudio en la comunidad murciana que demuestra que, los inmigrantes aportan al Estado un 70% más de lo que reciben, y un 30% más que los españoles nativos. Durante el periodo 2014-2018, los inmigrantes en la UE aportaron una cantidad neta de más de 1.500 euros anuales per cápita, lo que supone 47 veces más que la población nativa.

3.- “Menos seguridad”

Este mito relaciona la inmigración con el aumento de los índices de delincuencia. No hay pruebas que apoyen la afirmación de que la inmigración aumenta la delincuencia. De hecho, algunos estudios muestran un descenso de la delincuencia en ciudades con alta inmigración. Datos del Instituto Nacional de Estadística español indican que los españoles cometen más delitos que los extranjeros en términos absolutos. Asimismo, los estudios demuestran que la regularidad promueve la seguridad, es decir, la estancia regular permite a las instituciones saber quién vive en sus comunidades y qué necesidades tienen, así como asegurar la responsabilidad de todos los miembros de la comunidad ante la justicia y ante sus vecinos; así como proteger a las personas de la explotación laboral y abusos.

4.- “Nos quitan el trabajo”

Este mito crea un ambiente de competencia entre los trabajadores nativos y las personas migrantes. Los estudios demuestran que, por lo general, los migrantes no compiten por los mismos puestos que los trabajadores locales, y a menudo desempeñan funciones esenciales en sociedades envejecidas. De hecho, 9,93 millones de ciudadanos extracomunitarios estaban empleados en la UE en 2022, lo que representa el 5,1% de la mano de obra total. Por otra parte, las personas migrantes de países no pertenecientes a la UE ganan aproximadamente un 30% menos que los trabajadores españoles.

5.- “Más muros”

Este es un mito muy extendido, pero la realidad demuestra que las medidas restrictivas de control fronterizo para reducir la inmigración son ineficaces y causan muertes y deshumanización. Aunque el mundo ha visto multiplicarse por diez la construcción de muros desde 1990, estas barreras no han frenado la migración. Como nos recuerda el Papa Francisco: “Todos, todos los muros caen, hoy, mañana, o dentro de cien años, pero todos caen. No es una solución. El muro no es una solución. Construyamos puentes y no muros. Puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación. Pasemos de la cultura del rechazo a la cultura del encuentro”.

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