Deuda, Compromiso y Proyección
Víctor Martín Fiorino es doctor en Filosofía, postdoctorando en Ética Aplicada y consultor académico de la UNESCO-ORSALC. Dictó un taller de formación docente en la Universidad Católica de Córdoba (UCC) sobre responsabilidad social y cuidado de la vida. El área de comunicación de la universidad aprovechó para hacerle una entrevista en la que explicó sobre el concepto por el que la UCC fue reconocida por la UNESCO.
¿A qué se refiere con deuda social?
Podemos enfocarlo desde el siguiente punto de vista: la persona es el único ser capaz de responsabilizarse de sus actos. A diferencia de otras especies que reaccionan, el ser humano actúa, y lo hace con todas las dimensiones de su ser. Entre ellas, la racional y la espiritual fundamentan el hecho de que uno se responsabilice tanto de las decisiones que toma como de las consecuencias que esas decisiones provocan. Por lo tanto, si el ser humano siempre está llamado a responsabilizarse, tenemos la posibilidad de corregir lo que podemos hacer mejor en relación con la misión que nosotros nos proponemos, ya sea como personas o como universidades.
¿Y cuál es la deuda de las universidades?
Nuestra misión como personas o como universidad está siempre abierta al mejoramiento. Esto implica que si podemos mejorar hacia el futuro, podemos pensar que siempre tenemos alguna deuda social de algo que pudimos haber hecho mejor pero no logramos hacerlo. Por lo tanto, el concepto de acción responsable incluye un análisis responsable del pasado para ver por qué no hemos podido hacer mejor lo que hicimos. De esta manera la responsabilidad social tiene varias dimensiones.
¿Cuáles son esas dimensiones?
Una primera dimensión es la deuda social. No significa esto lamentarse de lo que no hemos hecho, sino revisar críticamente para mejorar. Ya se sabe que, en el campo educativo, para mejorar hay que evaluar, entonces la deuda social es la evaluación. En segundo lugar, la responsabilidad social incluye una dimensión del presente, que tiene que ver con el compromiso con la sociedad. Entonces, la deuda es dimensión del pasado y el compromiso es del presente, una dimensión infaltable de nuestra actitud responsable. Y tercero, como las personas y las instituciones son siempre parte de un proyecto, tenemos también una dimensión de futuro, que se puede llamar la proyección social de la universidad. Se trata de lo que la universidad quiere hacer con la sociedad hacia el futuro, para mejorar la persona, para mejorar la sustentabilidad, para mejorar la vida en común por ejemplo. Por lo tanto este concepto de responsabilidad social incluye deuda social, compromiso social y proyección social.
¿Se puede decir que existe una cultura de la responsabilidad social?
El concepto mismo de responsabilidad social es un concepto relativamente nuevo, no tiene más de 50 años. Nació prácticamente en los años 60, en un ámbito empresarial, pero fue ampliando su presencia y su sinsentido hasta abarcar prácticamente todos los ámbitos de la vida social: las universidades, los gobiernos, los grupos sociales, la educación.
En los años 70 del siglo pasado, apareció la ecología como una preocupación central. La vida está en peligro y hay que cuidarla. Entonces se unen dos dimensiones: la reflexiva, que me dice lo que yo valoro como importante y debo cuidar; a la dimensión social, que es lo que yo percibo que está en peligro y hay que cuidar. De la unión de ambas dimensiones deriva un proceso, una cultura del cuidado de la vida, que la podemos asociar con la cultura de la responsabilidad social.
Esto implica que cuando entramos al siglo XXI, hace 18 años, esta tendencia de asumir una actitud responsable frente a la gestión de la vida, se convirtió en un hecho cultural. Todos los organismos sociales están hoy frente a la necesidad de asumir una actitud responsable para el cuidado de la vida.
La responsabilidad social tiene una actitud de acción voluntaria pero también de deber moral. El cuidado de la vida establecer mediaciones, por ejemplo, transformaciones en la economía más equitativa; transformaciones en la inclusión, para evitar la exclusión social; transformaciones en la justicia, para que la justicia llegue a todos; transformaciones interculturales, para que las culturas se entiendan; transformaciones en el desarrollo de una ciudadanía que permite que la gente participe en la defensa de sus derechos. Por lo tanto, la cultura de la responsabilidad social como cultura de la vida, se apoya en estos dos grandes pilares.
¿Cómo estamos en relación con otros países en cuestión de responsabilidad?
La Argentina como país, y las universidades argentinas en particular, tienen un puesto especial en cuanto a acciones de responsabilidad social. En el caso de la UCC porque destaca por su voluntariado y solidaridad. También porque se reconocen públicamente muchos de sus proyectos ya avanzados. Pero sobre todo, porque ha sido objeto de un reconocimiento especial por parte de la UNESCO, del observatorio de responsabilidad social, que le otorgará la distinción del Ojo de Plata, que se entregará en el próximo foro de responsabilidad social territorial, que se realizará en Ecuador en el mes de octubre. La plataforma que tiene esta universidad, y que irradia a otras universidades dentro de Argentina y América Latina, es un muy buen comienzo para avanzar mucho más en las iniciativas de esta materia.
Fuente UCC
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