Día Mundial del Medio Ambiente
Una reflexión sobre el día del Ambiente que nos invita a volver a pensarlo y ponerlo como prioridad desde nuestras acciones y oraciones en medio de una situación política adversa a las iniciativas de cuidado de la casa común.
Por Por Iñaki Ceberio de León y Pablo Sánchez Latorre
Este año el Día Mundial del Medio Ambiente se presenta con una amplia polémica en la comunidad global por el anuncio de la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París. La noticia representa una importante disrupción en la ardua tarea de construcción del proceso tutelar del ambiente, y se ganó el repudio de aquellos Estados comprometidos en respetar los pactos que ponderan el estricto cuidado de la vida.
EEUU es el segundo emisor de CO2 a la atmósfera, y su decisión representa una inminente amenaza de incrementar el consumo energético procedente del carbón.
Hace diez años, que concedieron el Premio Nobel de la Paz, al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), junto al ex vicepresidente Al Gore. Este grupo, ha conseguido el mayor consenso científico de la historia. Pudieron demostrar que el cambio climático era causado por el ser humano, y que de no modificar el consumo de combustibles de origen fósil y el estilo de vida, habrá un incremento de catástrofes climáticas.
Resulta alarmante el cinismo del Presidente de EEUU, visitando al autor de la Encíclica papal Laudato si, que nos invita al cuidado de nuestra única casa común. El Papa declaró que «El clima es un bien común, de todos y para todos.» Nos afecta al íntegro colectivo social, salvo con una particularidad, que a los pobres les afecta más, y tienen menos recursos para solventar las catástrofes y adversidades climáticas, como consecuencia y justificación de un «falso desarrollo».
Diversos estudios científicos, religiosos y éticos, demuestran cómo nos enfrentamos a uno de los mayores problemas de la especie humana y cuyas consecuencias, ponen en grave peligro a gran parte de la biodiversidad biológica de este planeta. El incremento de las inundaciones, huracanes, y demás temporales, no son una mera casualidad, sino que obedecen a una alteración climática cuyas consecuencias aún ignoramos. Empero, podemos asumir con profundo pesar autocrítico, que sus causas, derivan de la irresponsabilidad en la gestión política o corrupción, sin más.
La acción de EEUU no es tan sorprendente. Fue anunciado en la campaña electoral, y aunque históricamente ha firmado diferentes protocolos, ha sido un país que no se ha caracterizado por cumplirlos. Sin embargo, la raíz del problema se encuentra en la razón instrumental que ha operado en el primer mundo y en todos los países que buscan un desarrollo meramente económico. De ahí, la gran relevancia de forma una nueva ética que nos conecte esencialmente con la naturaleza.
En palabras de Aldo Leopold, una ética que “extiende las fronteras de la comunidad para incluir los suelos, las aguas, las plantas y los animales; dicho de un modo colectivo, la tierra.» Esta ética de la tierra, podrá emanar cuando la sociedad tenga una conversión ecológica y empiece a valorar a la naturaleza de manera sagrada. Hoy, la espiritualidad y la ética, pasan por un reconocimiento de la naturaleza como valor intrínseco y fundamental para preservar nuestra vida y la de los sujetos constitucionalmente reconocidos como «generaciones futuras», aunque políticamente inexistentes. Es ingenuo sostener que la existencia de leyes o acuerdos internaciones, son una herramienta suficiente para modificar y mitigar los impactos de las malas prácticas antrópicas, aun cuando existan mecanismos de control efectivo. Para ser eficaz, deben generarse desde los espacios públicos y privados motivaciones adecuadas y estratégicas, a fin de lograr una verdadera transformación personal de incidencia colectiva.
Finalmente, mirando la experiencia de Córdoba, cabe destacar la manifestación de la sociedad que ha rechazado en las calles la confusa propuesta parlamentaria en relación al bosque nativo.
En este día, más que ningún otro, invitamos a reflexionar y dar un pequeño paso, modificando al menos, conductas mínimas para impactar globalmente.
Fuente: Noticias UCC
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