Discurrir por unas partes y por otras
Por Raúl Alberto González S.J.
Llegó el momento de partir, muchos de ustedes quedaron perplejos ante la noticia de mi traslado, otros confundidos, algunos tristes y varios casi sin palabras.
Casi todos me han preguntado ¿Por qué?
A casi todos le he dado la misma respuesta, así es la vida del Jesuita, para discurrir por unas partes y por otras. Hoy quisiera explicarles un poco más esta expresión.
Para nosotros, los jesuitas, la originalidad de la Compañía de Jesús, fue plasmada por San Ignacio en las constituciones de las mismas.
Ignacio de Loyola, cuando presenta la Compañía de Jesús a los candidatos que se plantean ingresar a la orden, les aclara que debemos estar «preparados conforme a nuestra profesión y modo de proceder, para discurrir por unas partes y por otras del mundo, todas las veces que… nos fuere mandado» (Const. [92] 35).
Este discurrir que platea San Ignacio a todo aquel que quiera compartir nuestra misión, no es un ir de un lado para otros sin sentido o más aún, en búsqueda de lugares exóticos o emociones fuertes, sino que su finalidad es esperar el mayor servicio de Dios y ayuda de las almas.
La vida del Jesuita tiene que ver con la misión que se le encomienda; y así nuestra vida se va configurando cada día más a esta idea de «discurrir por unas partes y por otras» a imagen de Ignacio de Loyola, el peregrino, pero no ya solamente la del peregrino que busca a Dios para encontrarlo sino también del peregrino que habiéndolo encontrado quiere hacer el mayor bien y el mayor servicio.
Ignacio no quería que fuésemos eternos, ni imprescindibles, ni más aún inamovibles, sino que fuésemos hombres capaces de llevar adelante la misión.
Porque la misión nos define, nuestra obediencia es para la misión, nuestro hacernos indiferentes es para la misión, nuestra capacidad de movilidad es para la misión.
En mi vida de Jesuita, una vez más me toca experimentar los efectos de la obediencia para la misión.
Esta nueva misión me llevara a una nueva ciudad, me forzará a conocer nueva gentes y a establecer nuevos vínculos, pero sobre todo me exigirá soñar y pensar la misión en un nuevo contexto.
Ante la pregunta del por qué solo me queda una respuesta… porque somos para la misión
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