DOLOR, INDIGNACIÓN, SOLIDARIDAD

 

 

Me piden mis compañeros de Cristianisme i Justícia unas palabras sobre lo que estamos viviendo en la provincia de Valencia en estos días, desde el trágico martes 29 de octubre.

 

No es fácil. Además, yo soy de los privilegiados que por vivir en Valencia capital apenas hemos sentido los efectos de la DANA. Sí muchos conocidos, amigos, compañeros de trabajo… Me salen fundamentalmente tres palabras y una reflexión final.

Darío Mollá sj |

 

La primera palabra es ‒no puede ser otra– DOLOR. Un dolor inmenso de proporciones gigantescas en calidad y en cantidad. El dolor de pérdidas humanas, de personas desaparecidas, arrebatadas en segundos por la fuerza del agua desbocada; el dolor de una angustia sostenida durante horas. El dolor de perder el hogar, los bienes indispensables, los medios de subsistencia… Las promesas de ayuda quedan lejos y la verdad, vistos los antecedentes, no tienen mucha credibilidad. Ahora son palabras; después vienen los papeles interminables y complicados, la burocracia, las respuestas que no llegan… Dolor por el presente y angustia por el futuro.

 

La segunda palabra, que suena tan fuerte como la primera, es INDIGNACIÓN. Quiero hacer un esfuerzo ‒que no me resulta nada fácil‒ de no entrar en consideraciones políticas de parte y de partido. Pero la sensación de abandono por parte del Estado ‒en todos sus niveles‒ es máxima. Los sucesos del domingo pasado durante la visita de los Reyes a Paiporta son suficientemente explícitos. Hoy mismo, ocho días después, el aspecto de muchas calles de las ciudades afectadas sigue siendo dantesco. ¡Ocho días después, en el siglo XXI, en la superdesarrollada Europa!

 

La tercera palabra, la palabra que abre todo este dolor e indignación a la esperanza, es SOLIDARIDAD. Las muestras de solidaridad, particularmente de la población joven, han sido y siguen siendo impresionantes. Confieso que me emocioné al ver el día 1 de noviembre a las seis y media de la madrugada miles de jóvenes en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia dispuestos a pasar un puente festivo quitando barro y ayudando a la gente. En los puntos de recogida la acumulación de alimentos, objetos de higiene, etc. es impresionante… aunque después haya dificultades para su distribución. Seguramente todo lo que estamos viendo nos va a replantear muchos tópicos sobre la juventud actual.

 

Y quiero acabar con una mención que me parece de justicia. Tiene que ver con el papel de la Iglesia en todo este movimiento solidario. Obviamente, sin protagonismos, pero con una fuerza enorme. Cáritas, parroquias, movimientos juveniles, sacerdotes… Silenciados, no ignorados. Porque vivimos en unos tiempos donde parece que no se puede hablar bien de la Iglesia cuanto toca. Pero los damnificados sí que saben que pueden contar con ella desde el primer momento.

 

Darío Mollá sj | t.ly/UCONu

[Imagen de Bgasco, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons]

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