El Sínodo 2021-2024: del intercambio de dones al horizonte de la misión

Dos imágenes sintetizan la experiencia de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, cuya segunda sesión concluyó el 27 de octubre de 2024, dando término al proceso completo del Sínodo 2021-2024, titulado «Por una Iglesia sinodal. Comunión, participación, misión». La Asamblea sinodal representó un momento culminante.

La primera imagen, ampliamente difundida desde el año pasado, muestra a la Asamblea reunida en el Aula Pablo VI, con los participantes dispuestos en pequeños grupos alrededor de mesas redondas. Según afirmó el Informe de Síntesis aprobado al término de la primera sesión (octubre de 2023), esta disposición refleja el espíritu de una Iglesia sinodal y es una imagen de la Eucaristía, que es fuente y culmen de la sinodalidad, con la Palabra de Dios en el centro. En este contexto, diversas culturas, lenguas, ritos y formas de pensamiento convergieron para una búsqueda sincera bajo la guía del Espíritu Santo.

Este diseño no fue casual, sino elegido para fomentar la conversación en el Espíritu, que estructuró la metodología de ambas sesiones. En torno a las mesas redondas, los participantes compartieron palabras capaces de crear vínculos y de construir puentes en medio de una diversidad de culturas, espiritualidades, edades, género y visiones presentes en la Asamblea. Para hacerlo, debieron dejarse tocar en profundidad por las palabras y estar atentos a los ecos que estas suscitaron. Esto fue posible porque antes se dejaron impregnar por la Palabra de Dios, como subrayó la Madre Ignazia Angelini, una de las asistentes espirituales junto al padre Radcliffe.

La experiencia concreta vivida por la Asamblea ha demostrado una vez más que la práctica de la conversación en el Espíritu es mucho más que una técnica de trabajo en grupo: es una auténtica forma de oración que abre el corazón para escuchar al Espíritu Santo. Por esto se ha mostrado tan fecunda en el moldear el estilo de los trabajos de la Asamblea, como podría serlo para el camino de la Iglesia con el fin de promover una «cultura del encuentro», o mejor aún, «una cultura del encuentro entre culturas». En esta línea, la sinodalidad refleja tanto el caminar conjunto del pueblo de Dios como el acompañamiento de la historia hacia la plenitud del Reino.

La segunda imagen es mucho más reciente, capta la finalización de la segunda sesión. Ha circulado mucho menos que la anterior, pero quienes deseen verla pueden encontrarla en la página web donde está disponible el discurso final del Papa Francisco (es la última de las fotos). La Asamblea acababa de aprobar el Documento Final (DF), con sus 155 párrafos, que presentaremos en las páginas siguientes. Luego escuchó el histórico discurso en el que el Papa Francisco declaró: «No tengo intención de publicar una “exhortación apostólica”, lo que hemos aprobado es suficiente. En el Documento hay ya indicaciones muy concretas que pueden ser una guía para la misión de las Iglesias […]. Quiero, de este modo, reconocer el valor del camino sinodal realizado», cuyo fruto «participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro». Visiblemente emocionada, la Asamblea cantó el Te Deum y recibió la bendición del Papa.

En ese momento, en un ambiente de alegría, los participantes fueron abandonando las mesas y se reunieron en torno al Papa Francisco para la foto final. Eran los representantes de todas las Iglesias, procedentes «de toda tribu, lengua, pueblo y nación» (Ap 5,9), con toda la diversidad de la que eran portadores, se apiñaban alrededor del Sucesor de Pedro, haciendo simbólicamente visible -en la medida en que una foto puede lograrlo – su papel de «principio y fundamento de la unidad, tanto de los obispos como de la multitud de los fieles». Al realizar este movimiento, todos se encontraron bajo la imponente escultura de bronce del Resucitado que domina el Aula Pablo VI: sus manos levantadas transmiten vida y parecen convocar a toda la creación a dejarse elevar por el viento del Espíritu. Recuerdan el gesto de un director de orquesta que dirige una sinfonía, asignando a cada instrumento su propia tarea y amalgamando la multitud de sonidos en la unidad. Esto es lo que el Señor sigue haciendo en el pueblo de Dios, en la Iglesia, su cuerpo, realizando una unidad que es armonía de las diferencias.

Juntas, estas dos imágenes expresan también el dinamismo que anima a una Iglesia sinodal: el encuentro cordial entre los bautizados, la acogida y la escucha recíprocas, iluminadas por la escucha común de la Palabra, abren la posibilidad de reconocer la voz del Espíritu y dan forma al «nosotros» de la Iglesia, al pueblo de Dios «que vive en contextos y culturas diferentes […], sujeto comunitario e histórico de la sinodalidad y de la misión».

La fuerza sintética de las dos imágenes no hace inútil, sin embargo, profundizar en los frutos del proceso sinodal, en particular a través de la consideración de algunos pasajes destacados del DF. Para comprender su valor y alcance, es necesario en primer lugar situarlo dentro del camino recorrido hasta ahora.

 

Giacomo Costa

@laciviltacattolica | t.ly/InKMb

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