Evangelio del Domingo ‘Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre’
El Evangelio de hoy lo encontramos en San Marcos, capítulo 10, versículos 2 al 12.
Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre, dice Jesús. A partir del Evangelio de este domingo les propongo considerar el cuidado de la manera de vivir el amor que elijamos en nuestro seguimiento de Jesús.
En la propuesta del Señor, el amor lo es todo y se fundamenta en el mismo Dios que es amor, que nos ama y que nos involucra en ese amor. Se trata de vivir a la manera de Jesús, un amor que no se aparta del compromiso, de la fidelidad, de la misericordia.
Creer en Dios es creer en el amor, ilusionarnos con Él, volver a Él si nos hemos despistado. No desde la ingenuidad ni desde idealizaciones, sino desde la convicción que en nuestra humanidad, a veces tan frágil y egoísta, el amor es el único camino que nos saca de nosotros mismos y nos permite construir fraternidad y sanar nuestro corazón roto.
Un proyecto de amor vale la pena y eso implica una paciente preparación y también un cuidado perseverante, como lo vivió Jesús en su entrega por todos nosotros. Emprender un camino así implica mucha lucidez, porque el amor muchas veces estará amenazado, pero implica también la confianza en la gracia de Dios que siempre nos sostiene y siempre, aún en tiempos oscuros, nos acompaña y da perseverancia a nuestro camino.
Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
Esto nos invita a vivir en clave de Jesús y lo hacemos en este mundo descreído de la posibilidad de un sí fiel y duradero. Sostenido en la gracia de Dios. Sin embargo, el divorcio sigue siendo una dolorosa realidad, también en medio de quienes honestamente buscamos seguir al Señor.
La perseverancia en cualquier camino de amor sigue siendo muy difícil. Gracias a Dios seguimos teniendo testigos alegres y comprometidos de la posibilidad del amor. Y aunque la experiencia de muchos sea la de caminos frustrados, todo cristiano puede seguir mirando con ilusión y lucidez que es posible ese amor hasta el fin, como signo y sacramento del amor de Dios por todos sus hijos.
Escuchando la palabra como iglesia, hoy nos toca dar gracias a Dios por tantos matrimonios que siguen unidos y que han podido encontrar caminos de fidelidad, de perdón y de gozo que les han impulsado a la perseverancia. También pidamos por tantos matrimonios que hoy están pasando tiempos de crisis para que encuentren las ayudas necesarias que les permitan luchar por ese amor si Dios ha sido su fuente.
Y pidamos también por quienes se han separado y quizás han emprendido nuevos caminos para que encuentren en la iglesia la comprensión y el apoyo que les ayude a perseverar en la fe y en la búsqueda generosa del bien.
Pidamos al Señor por todos, por todas las vocaciones en la iglesia, los que vienen de caminos nuevos y aquellos que han experimentado caminos rotos, para que a ejemplo de estos matrimonios que con fe han perseverado en su rumbo podamos vivir nuestro seguimiento de Jesús en una entrega de amor coherente, comprometida, fiel y que nos haga felices por creer en la promesa de fidelidad que Dios nos ha hecho.
Que Dios nos bendiga y fortalezca.
Marcelo Amaro SJ
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