Hacia la CG36: Ruta Espiritual Ignaciana II
Seguimos la invitación de los representantes de América Latina a la Congregación General 36 de compartir un camino de preparación espiritual, que propicie “un clima de oración y discernimiento en nuestras comunidades y obras, para responder al Señor y servirle con hondura… en colaboración, en medio de los retos y oportunidades de nuestra historia”. En esta segunda propuesta, animados por la mirada misericordiosa de Dios, nos adentramos en aquello que necesita conversión en nuestras vidas, en nuestra misión y estilo de vida.
1er Momento
Nos hacemos conscientes de la presencia de Dios en nosotros, entre nosotros, en nuestra vida y tarea compartida. Dejemos que la mirada misericordiosa del Señor, manifestada en Jesús, nos inunde.
Ante esa mirada compasiva, pedimos: “Señor, una palabra tuya bastará para sanarnos”.
2do Momento
“Seguir a Cristo cargado con su Cruz significa abrirnos con Él a todo tipo de sed que aflija hoy a la humanidad. Cristo mismo es alimento, la respuesta a toda hambre y a toda sed. Él es el pan de vida que, al saciar a los hambrientos, los congrega y los une. Él es el agua de vida, el agua viva de la que habló a la mujer samaritana,… Al salir a su encuentro, Jesús se abrió a la diferencia y a nuevos horizontes. Su ministerio trascendió las fronteras. Invitó a sus discípulos a ser conscientes de la acción de Dios en lugares y en personas que ellos se inclinaban a evitar…Como agua que da vida a todo el que está sediento, Jesús se mostraba interesado por todas las zonas áridas del mundo; y, así, en cualquiera de esas zonas áridas, Él puede ser aceptado, ya que todos los sedientos pueden llegar a comprender lo que significa el agua viva. Esta imagen del agua viva puede dar vida a todos los jesuitas en tanto que servidores de Cristo en su misión, porque, habiendo gustado ellos mismos de esta agua, estaremos ansiosos de ofrecerla a todos los sedientos y de llegar así a gentes situadas más allá de las fronteras –donde quizás el agua no haya brotado todavía– para llevar una nueva cultura de diálogo a un mundo rico, diverso y polifacético.” (CG 35, D 2; n 12)
“Siguiendo este camino, los jesuitas confirmamos hoy todo lo que fue declarado en las tres últimas Congregaciones Generales sobre la misión de la Compañía. El servicio de la fe y la promoción de la justicia, indisolublemente unidos, siguen estando en el corazón de nuestra misión. Esta opción cambió el rostro de la Compañía. La hacemos nuestra una vez más y recordamos con gratitud a nuestros mártires y a los pobres que nos han nutrido evangélicamente en nuestra propia identidad de seguidores de Jesús: “Nuestro servicio, especialmente el de los pobres, ha hecho más honda nuestra vida de fe; tanto individual como corporativamente”. Como seguidores de Cristo hoy, salimos también al encuentro de personas diferentes de nosotros en cultura y religión, conscientes de que el diálogo con ellas es también parte integrante de nuestro servicio de la misión de Cristo. En cualquier misión que realizamos, buscamos sólo estar donde Él nos envía. La gracia que recibimos como jesuitas es estar y caminar con Él, mirando al mundo con sus ojos, amándolo con su corazón y penetrando en sus profundidades con su compasión ilimitada”. (CG 35, D 2, nº 15)
Aportes para la oración
– Ante la mirada de Jesús, repasemos de qué sentimos hambre y sed en nuestras comunidades y obras; ¿cómo reflejar mejor Su presencia en el testimonio cotidiano de mi compromiso, mi modo de ser y estar con otros? ¿Qué espacios o situaciones son las que reclaman Agua viva para florecer?
– ¿Nos dejamos cuestionar y confrontar por los sedientos de este mundo: por los pobres, en una cercanía afectiva y efectiva? ¿nos dejamos nutrir por los pobres en nuestra identidad de seguidores de Cristo pobre y de servidores de su Reino anunciado a los pobres?
– Dejar que el Señor nos inspire y nos conduzca en esta oración
3er Momento: Coloquio ante Cristo Crucificado
Delante de los crucificados de hoy y del Señor que de Creador se hace hombre, de vida Eterna se entrega en la muerte temporal, y así por nuestros pecados… ¿Qué hemos hecho… Qué hacemos… Qué hemos de hacer… por Cristo?
Se propone que cada grupo o comunidad pueda compartir las mociones en común y ‘sacar provecho’ de la oración compartida, en un ofrecimiento formulado con las inspiraciones de cada uno y presentado como oración final.
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