Jueves Santo: Amar y Servir en Todo
A lo largo de esta semana santa compartiremos distintos materiales escritos por jesuitas de Argentina y Uruguay, con la invitación a no dejar pasar esta semana santa sin haber rezado, reflexionado y acompañado el camino de Jesús desde su entrada gloriosa en Jerusalén hasta su Resurrección en el Domingo de Gloria.
Por Agustín Borba Diperna SJ
“…sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.”
En aquella cena, Jesús buscó expresar lo más importante de su predicación: amar a los demás desde el lugar de quien sirve, buscar el bien de los otros por encima del propio y enseñar con el ejemplo de vida.
Amar, servir, buscar el bien, dar testimonio. En esto consistió su vida y su mensaje. Y lo llevó al extremo. Los amó hasta el extremo. Nos amó hasta el extremo.
A lo largo de su vida y de manera especial en aquella última cena, les dio ejemplo de amor y de servicio. Nos enseñó de qué modo quiere que nos vinculemos. Y de qué se trata esto de amar al prójimo. Ciertamente, amar es mucho más que un sentimiento. Es una forma de vida que implica decisiones, cruces y plenitud.
Implica saber de dónde vengo y hacia dónde voy. Jesús, sabiendo que venía de Dios y que a Dios volvía, se puso en acción. Sólo sintiendo la fuerza transformadora de una experiencia de amor que nos excede por completo, nos precede y nos conduce, podemos ponernos en acción con una mirada amplia, esperanzadora y transformadora. Capaz de amar con locura.
Implica vivir el presente. Sin esquivarlo. Jesús vivió el ahora, tomó el pan y lo partió y lo entregó. Amar es decidir vivir lo que me toca vivir hoy. Con alma y cuerpo. Con todo.
Implica servir. Servir a Dios es inseparable de servir al prójimo. Si separamos nuestro amor a Dios y nuestro amor a las personas, ambos amores se vuelven enfermizos. El poder y el amor no se muestran en el dominar sino en el servir. Si el mundo fluye amorosamente de Dios, servir a Dios es inseparable de amarlo y servirlo en su creación. Ahí ve Ignacio el fin del hombre.
El amor se tiene que expresar en el servicio para que no sea puro sentimentalismo, ni un modo de sentirme importante e indispensable. El servicio verifica y purifica el amor. La unión con Dios acontece, según Ignacio, cuando el hombre se une activa y puramente al Dios trabajador, colaborando con Él en la salvación del mundo.
El proceso de los Ejercicios Espirituales concluye con el deseo y la petición de poder en la vida “en todo amar y servir”.
En todo amar y servir. Porque en todo, en todas las cosas, podemos buscar y hallar a Dios. En todo momento. En el estudio, en el trabajo. En la familia. En el descanso. En lo agradable y en lo desagradable. En todo y con todo. Con todo el corazón, con toda el alma, con todo el cuerpo.
¿Qué te sugiere ese “en todo”?
¿Crees que una actitud más servicial puede armonizar un mundo tan fragmentado?
Y en tu vida, servir ¿te acerca más a tu centro? ¿Te acerca más a Dios?
Podemos pensar que cuando Ignacio le pide a María que lo ponga con el Hijo, le está pidiendo que le enseñe a “en todo amar y servir”. Que este deseo también pueda ser tu petición para hoy.
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