La celebración de la Eucaristía en casas de familia – Marcos Alemán SJ
Los párrocos de parroquias jesuitas a lo largo de toda Argentina Uruguay nos cuentan la experiencia, motivación y frutos de celebrar la eucaristía en las casas de las familias de las comunidades a las que han sido misionados.
Marcos Alemán SJ – Párroco de Virgen de los Pobres de Mendoza
Considero que, hoy en día, no nos alcanza con celebrar sacramentalmente y tener solo el domingo como día religioso festivo. Estoy convencido de que tenemos que congregarnos más y reunirnos más para celebrar y agradecer. Y de una manera más viva, echando mano y construyendo nuevas presencias y expresiones sacramentales en la vida ordinaria.
A partir de esto es que comenzamos a juntarnos, los días jueves, en casas de familia de la comunidad del barrio San Martín. Con un mínimo de previsión y organización, se corrió la voz y aquellas familias que iban ofreciendo sus hogares, se anotaban en la secretaria parroquial. Así fuimos armando el calendario que ya ha crecido tanto en demanda que pronto sumaremos otro día en la semana.
Esta es una iniciativa que ya ponía en práctica en la parroquia de Boquerón (Sgo. del Estero). Allí, se fue gestando desde la motivación por dar más vida a la participación de las propias comunidades. En esta etapa, sueño con una parroquia que viva y se respire presente en los rincones del barrio, no sólo en la sede parroquial.
De este modo, también puedo percibir que, para las familias, hace sentido como un modo de testimoniar lo sagrado de sus hogares: lo sienten como auténticos ‘espacios sagrados’ y estas celebraciones son un modo de confirmar su intuición. Lo viven como un acontecimiento en el que se está honrando sus hogares, los espacios que viven como propios, íntimos, y en los que también quieren hacer presente a Dios.
El fruto con el que nos encontramos es, primero, el agradecimiento de la misma familia que nos recibe, y su sorpresa, porque es como si les costara creer que estamos celebrando la Eucaristía en su propia casa. Y a partir de allí, todas las muestras de generosidad y amabilidad de hacernos sentir a nosotros en casa. Fieles a sus costumbres, muchas familias disponen lo necesario, ya tienen alguna comida preparada para compartir con todos y así pasamos de la misa a la mesa para seguir en acción de gracias. El entusiasmo se va contagiando poco a poco y son más las familias que se suman.
En este espíritu, cotidiano y sacramental, vivimos la eucaristía más allá del precepto dominical. Así, vamos expresando –y construyendo- el deseo de vivir la fiesta del Señor en comunidad, con el solo motivo de compartir la vida misma y el deseo de hacer a Cristo presente en ella y entre nosotros.
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