Las Invitaciones que Trae el Misterio de la Navidad
Por P. Javier Soteras
“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad ” (Lc 2, 14).
La paz es anunciada por toda la tierra. No es una paz que los hombres consigan conquistar con sus fuerzas. Viene de lo alto como don maravilloso de Dios a la humanidad.
“En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”.
Lucas 2,8-11
El misterio de Navidad hace resonar en nuestros oídos el canto con que el cielo quiere hacer participar a la tierra en el gran acontecimiento de la Encarnación: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad ” (Lc 2, 14).
La paz es anunciada por toda la tierra. La memoria de este acontecimiento se actualiza en cada Navidad, por lo tanto el anuncio de paz por toda la tierra supone también tu tierra, tu pedacito de tierra. Es muy bueno que hoy describas tu tierra necesitada de paz.
No es una paz que los hombres consigan conquistar con sus fuerzas. Viene de lo alto como don maravilloso de Dios a la humanidad. No podemos olvidar que, si todos debemos trabajar para instaurar la paz en el mundo, antes de nada debemos abrirnos al don divino de la paz poniendo toda nuestra confianza en el Señor.
Según el cántico de Navidad, la paz prometida a la tierra está ligada al amor que Dios trae a los hombres. Los hombres son llamados “hombres de buena voluntad” porque ya la buena voluntad divina les pertenece. El nacimiento de Jesús es el testimonio irrefutable y definitivo de esta buena voluntad que jamás será retirada de la humanidad.
Este nacimiento pone de manifiesto la voluntad divina de reconciliación: Dios desea reconciliar consigo al mundo que pareciera como un rompecabezas de mil piezas, el cual tiene que ser vuelto a armar. Es mucho más el acto de la encarnación que el de la creación, porque donde hubo pecado sobreabundó la gracia, como dice el apóstol Pablo. La recreación es mucho más de lo que podemos imaginar y esperar.
Los humildes y sencillos, la gente de buena voluntad son los mejores preparados para recibir ese más que nos regala el cielo. Hay mucha más gente buena que la de malas intenciones. Tal vez los hombres puestos en camino, sea lo que traiga como novedad el tiempo de la Navidad que nos invita a recuperar la confianza y a mirar más allá de los escenarios de dolor y de miedo. Eso es superado por todos los hombres de buena voluntad que se ponen en camino. En el tiempo de la recreación Dios está dispuesto a darse de un modo nuevo. En los comienzos existía el caos y Dios creó al mundo trayendo armonía y orden. La búsqueda de construcción de la paz, trae algo de esa Palabra pronunciada por Dios generando un nuevo orden en medio de nuestros caos.
La gran novedad de la venida del Salvador que viene a recrearlo todo, consiste en el hecho de que Dios se hace uno de nosotros.
El acontecimiento que da a la humanidad un Dios Salvador supera en gran medida las expectativas del pueblo judío. Este pueblo esperaba la salvación, esperaba al Mesías, a un rey ideal del futuro que debía establecer sobre la tierra el reino de Dios. A pesar de que la esperanza judía había puesto muy en lo alto a este Mesías, para ellos no era más que un hombre.
La gran novedad de la venida del Salvador consiste en el hecho de que Él es Dios y hombre a la vez. Lo que el judaísmo no había podido concebir ni esperar, es decir, un Hijo de Dios hecho hombre, se realiza en el misterio de la Encarnación. El cumplimiento es mucho más maravilloso que la promesa.
Esta es la razón por la que no podemos medir la grandeza de Jesús sólo con los oráculos proféticos del Antiguo Testamento. Cuando Él realiza estos oráculos se mueve a un nivel trascendente. Todos los tentativos de encerrar a Jesús en los límites de una personalidad humana, no tienen en cuenta lo que hay de esencial en la revelación de la Nueva Alianza: el Verbo que se ha hecho carne y ha venido a habitar entre nosotros (cf. 1, 14). Aquí aparece la grandiosidad generosa del plan divino de salvación. Se esperaba a un Mesías pero jamás al Dios mismo. El Padre ha enviado a su Hijo que es Dios como Él. No se ha limitado a enviar a siervos, a hombres que hablasen en su nombre como los Profetas. Ha querido testimoniar a la humanidad el máximo de amor y le ha hecho la sorpresa de darle un Salvador que poseía la omnipotencia divina.
Cuando decimos paz y navidad decimos Palabra, que es la que pone orden en el caos. Y esto acontece en el seno de María. Es imposible una Navidad sin María. El acontecer del mundo nuevo viene del seno de María. Es ella quien está embarazada de la nueva creación que comienza a ocurrir en el verbo que se hace carne. Que la tierra de nuestras vidas sea visitada por María: Dios se ha hecho hombre y el nuevo orden lo trae el embarazo de María que en Jesús empezó a poner las cosas en su lugar.
Fuente: Radio María
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