Laudato Si, un Camino de Conversión Ecológica
La Encíclica Laudato Si fue publicada hace años. Lejos de quedar en el olvido, las reflexiones, propuestas y desafíos que la misma plantean siguen hablando e interpelando nuestro hoy.
Han pasado dos años desde que Francisco publicó la encíclica Laudato Si dedicada a todas las personas de buena voluntad. Ya cuando lo hizo, Francisco era una de las pocas, si no la única, autoridad moral con talla mundial que van quedando. El paso del tiempo lo ha confirmado.
La Encíclica tiene mucho contenido y muchos matices, pero en medio de toda esta riqueza tiene una línea argumental que es la base de la misma. A modo de recordatorio, repasemos parte de dicho contenido: el papa denuncia con gran fuerza una situación que se caracteriza por el grave deterioro ambiental y social (cap I). La causa de esta situación es la acción humana (cap III). El poder económico y financiero domina la política y la tecnología a su propio servicio, creando un modelo, una cosmovisión, un paradigma de dominio, de explotación y de muerte para muchos y enriquecimiento de unos pocos; un modelo que destruye porque se basa en la mentira del crecimiento ilimitado de los recursos. Este modelo desde luego no concuerda con nuestra tradición espiritual que nos presenta la Creación como un gran regalo de Dios para compartir entre todos basando nuestras relaciones en el respeto y la solidaridad; la vida del propio Jesús es el modelo y camino que debe guiar nuestros pasos (capII). En el cap. IV se sugieren vías de orientación y acción.
No podemos dejar pasar la Encíclica como un escrito más del Papa, pues en ella se nos urge, dado que la situación es apremiante y los signos de deterioro que no tiene vuelta atrás están ya a la vista de todos y nos llevan poco a poco a situaciones aún más sin salida. Que hayan pasado tres años no la vuelve un documento viejo. Al revés, la cuestión del cuidado de la creación es urgente, contemporánea y de largo plazo. Por eso la Encíclica tiene hoy la misma o más vigencia que hace tres años. No podemos quedarnos viendo la situación ambiental y social y seguir tan tranquilos con nuestra labor cotidiana, esperando que una mano poderosa resuelva los problemas.
La Compañía de Jesús es, tal vez, en la situación eclesial actual, la Orden con más posibilidades de dar pasos visibles en defensa de ese otro modelo, de ese paradigma que anuncia la Encíclica. Para eso es inevitable enfrentarse a los poderes de este mundo en el que vivimos, a sus valores, a sus mentiras, y hacerlo por la vía de las decisiones, de los hechos, caminando hacia esa Ecología Integral que envuelve todos los aspectos de la vida, humanos, sociales, personales, y ambientales. Igual que en su día el Decreto Fe-Justicia fue un aldabonazo impresionante para todo el Apostolado de la Compañía, hoy podría serlo esta Encíclica, que en el fondo va en la misma línea. El último capítulo habla de la educación y la espiritualidad, dos campos donde se nos supone fuertes, con una palabra que decir fruto de nuestra tradición y carisma.
Sabemos por qué lo hacemos, pero aún debemos aprender a hacerlo: aprender a iniciar un camino de conversión ecológica que se vea en nuestra vida real; Casi a diario las decisiones que tomamos a niveles institucionales, comunitarios, personales, profesionales y espirituales son susceptibles de dejarse atravesar por el mensaje de la Laudato Si y enriquecer todo ello. Si así fuera, enseguida se empezaría a notar en nuestras universidades, libros y revistas, Iglesias, parroquias y centros Fe-Cultura, Colegios y Obras Sociales, en nuestras Comunidades y en nuestras personas. Abrámonos con sencillez y lucidez a la Laudato Si y dejemos que pase de un modo transversal por todo lo que afecta a nuestra vida.
Fuente: Jesuitas España
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