Mariano Moragues: «Vivimos tres Jesuitas con seis Presos en un piso de Reinserción»
Mariano Moragues SJ cuenta la experiencia de seis jesuitas en Valencia que han sido destinados a trabajar con personas privadas de la libertad a distintos niveles en una de las cárceles más pobladas.
Por Mariano Moragues SJ
En Valencia se encuentra la cárcel con más personas privadas de libertad, unas 2.400, con todas las modalidades: preventivos (aún están esperando juicio y condena), los que ya tienen sentencia firme, jóvenes, mujeres, madres, hombres, enfermería con enfermos crónicos y mentales.
También, adjunto a los edificios penitenciarios, está el Tercer Grado, la semilibertad . Allí está presente la Iglesia de Valencia a través de la Pastoral Penitenciaria, que trabaja en tres campos: Prevención, con charlas en centros educativos, en el Interior de la cárcel y la Reinserción. En tres áreas importantes Área religiosa (Eucaristías, formación religiosa en cristología, catequesis sacramental), Área social( talleres), y Área jurídica (asesoría y mediación).
Hace casi siete años que estoy de capellán en Valencia y antes seis en Mallorca, y siempre nos ha preocupado la Reinserción, que es una etapa complicada, después de una experiencia de privación de libertad, donde se pierden muchas relaciones familiares, de amistades…, de saber cómo funciona el mundo en el día a día.
Para la Reinserción atendemos a unas 42 personas que están en semilibertad en cuatro casas. Tres casas para hombres (dos con 10 y una con 6) y una para mujeres (con 15 mujeres). Llevan una pulsera telemática que controla que estén en nuestras casas de 23,30 a 06,00 horas de lunes a viernes. Y de viernes a lunes funcionan permisos de tres días. En una de esas casas vivimos 3 jesuitas con 6 personas privadas de libertad con pulsera telemática de lunes noche a viernes por la mañana, y de viernes al mediodía a lunes al mediodía con permisos de tres días. Es el Piso de Acogida Claver.
En el Piso de Acogida Claver vivimos ya hace más de 5 años una experiencia comunitaria religiosa muy interesante, acogemos y somos acogidos, los queremos y nos quieren. Es una comunidad abierta a los pobres y compartir sus alegrías y sus penas en el día a día. Creo que este tipo de comunidad religiosa es el futuro. Desde ahí se entiende que a Jesús le gustaba comer con los «pecadores» personas mal vistas en la sociedad. Esas comidas enriquecen mucho nuestra vida humana y religiosa.
En otro Piso, Hogar Scala, lo llevan los Redentoristas que cada noche los atienden. Otro Piso , P. Jofrélo lleva un voluntario. En el Piso de mujeres, Mª Antonia de la Misericordia, que es una donación de las Hnas oblatas lo lleva un matrimonio y voluntarias.
Tenemos un programa de formación por las mañanas de lunes a viernes que le llamamos POP (Punto de Orientación Penitenciaria) donde se da formación en búsqueda de trabajo, alfabetización, terapias sicológicas, ocio, informática.
Todo ello muy apoyado por la Arquidiócesis de Valencia y por los superiores religiosos, así como por los laicos. Hay unos 118 voluntarios y congregaciones religiosas: Redentoristas, Mercedarios, Hnas de la Caridad, Salesianas, Trinitarias, Jesuitas.
Para esta tarea del Reino, estamos convencidos que los primeros invitados al banquete son las personas privadas de libertad y nosotros, voluntarios, religios@s, laicos, somos invitados al banquete por ellos. Esta tarea del Reino da «mono» cuando se empieza no se quiere abandonar. Cuando se ha perdido todo y especialmente la libertad, solo queda Dios, y ese Dios y ese cariño es el que se nos transmite. En misa los fines de semana tenemos unos 350 feligreses.
No quiero, ni intento decir quién es Dios, pero los fines de semana al entrar en la cárcel y ver a las madres, parejas, hijos que van a visitar a los suyos, se me hace una imagen de Abba. A esas madres y familiares se les ha hecho mucho daño, pero ell@s siguen fiándose de sus hijos por puro amor y cariño. A Abba le hemos hecho muchas traperías, pero Él se sigue fiando de nosotros.
No soy un experto en la vida religiosa, pero aconsejo que no tengamos miedo de acoger a los pobres en nuestras casas y hacer comunidad con ellos, pues son la puerta para entender el Reino de Dios.
Fuente: Periodista Digital
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