Discernir un camino hacia Dios: Mensaje del P. General Arturo Sosa sobre la epidemia del COVID-19
¿Qué parte del camino hacia Dios nos muestra la epidemia del COVID-19?
Nos está mostrando que somos una sola humanidad. Cada uno de los seres humanos, todos los pueblos, cada una de las culturas que enriquecen la diversidad humana… forma parte de la única, variada, rica e interdependiente humanidad…
Nos está mostrando cómo la superación de una crisis es posible cuando nos hacemos conscientes de la importancia de atender el Bien Común y asumir seriamente la propia responsabilidad individual. Sólo podemos vivir como único cuerpo. Separados, cada persona o cada pueblo por su cuenta, es imposible.
Nos está mostrando que no hay diferencia de edad, raza, religión o condición social dentro del único cuerpo que la forma la misma humanidad. Todos y cada uno formamos parte, nadie sobra, ninguno puede prescindir de los demás.
Nos está mostrando que queremos caminar juntos. Todos estamos preocupados, nos ayudamos mutuamente a superar miedos y angustias, cada quien busca la manera de echar una mano, empezando por controlar los propios deseos y aceptar someterse a las medidas y sacrificios que permiten contribuir al bien de todos.
Nos está mostrando la competencia y generosidad de quienes están en primera fila atendiendo a los afectados, buscando remedios o tomando decisiones difíciles para el bien de todos. Nos está mostrando la sensibilidad de tantas personas u organizaciones y la enorme reserva de solidaridad que existe en jóvenes, adultos y mayores en todos los rincones de la sociedad humana.
Nos está mostrando el poder de la fe, los fuertes lazos que unen a los creyentes, el amor de Jesucristo que nos impulsa, nos reconcilia y nos une. Hay tantas personas que rezan juntas en los medios sociales. Quieren profesar su fe. Esa fe que sienten en lo profundo de sus corazones y no pueden reservar para sí mismas.
He ido recibiendo información de las muchas y creativas iniciativas que se ha tomado en las provincias, regiones, comunidades y obras apostólicas de la Compañía de Jesús, así como la disposición a colaborar con otros. Por ello doy gracias al Señor y los animo a seguir buscando los mejores modos de acercarnos a quienes lo necesitan para seguir recorriendo juntos el camino común.
Me uno a la oración de todo el cuerpo de la Compañía de Jesús, de la Iglesia Católica, de todos las Iglesias Cristianas, de otras religiones o creencias y de todos los que con su actitud solidaria buscan y encuentran los modos apropiados de seguir echando una mano.
No sabemos cuan largo es este trecho del camino ni cómo es el trecho que sigue. Pidamos luz para iluminar su recorrido y la gracia necesaria para hacerlo como hermanos y hermanas solidarios con la vida de todo el cuerpo y del planeta en el que vivimos.
¡Dios nos bendiga!
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