“No basta educar la mente, es necesario formar a los jóvenes en la excelencia humana”
Entrevista a Fernando Ponce León SJ, publicada por la revista italiana Avenire. Fernando cursó sus estudios de Filosofía en la San Miguel –Argentina-. Junto con muchos compañeros ecuatorianos, compartieron este tiempo de formación en el Colegio Máximo como parte de una colaboración inter provincial entre Argentina y Ecuador.
El pasado seis de octubre, ha sido nombrado Rector de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador para el ciclo 2015- 2020. En esta nota, él se refiere a la Universidad donde se forman personas para actuar en una realidad concreta y sobre el rol de la educación en general como motor de cambio de las estructuras sociales.
“La visita del papa Francisco no es solo un honor inmenso, es una responsabilidad que compromete para el presente y el futuro”. El jesuita, Fernando Ponce León, es una de las figuras más emblemáticas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, donde el papa tuvo un encuentro con el mundo de la escuela y la universidad. Filósofo y Director de la Escuela de Filosofía de la universidad, divide su tiempo entre los libros y las lecciones. El Padre Fernando dirigió la oficina jesuita ecuatoriana de servicio a los refugiados, enfocada en acoger a las víctimas del conflicto colombiano. Un pensador con los pies bien plantados en la tierra.
“Es la idea jesuita del Magis, el movimiento y las acciones de los jesuitas por el desarrollo. – responde el sacerdote – La educación debe tender hacia la excelencia humana, no solo académica. Formar mujeres y hombres para los otros”. Esta ha sido siempre la visión de futuro de la Universidad Católica. “Después de esta jornada, que ha puesto bajo los reflectores del mundo, deberá serlo aún más. Muchos se preguntarán qué significa ser católico y académico; y qué sentido tiene una universidad cristiana en el Ecuador actual. Nuestro deber es responder con hechos”.
El momento es crucial. La educación se está trasformando en un – si no el – motor de la inclusión social. “En ocho años, el Estado ha hecho progresos para garantizar la instrucción primaria, secundaria y superior a los grupos sociales marginados. El porcentaje de universitarios indígenas ha aumentado. Al menos 10 mil jóvenes con pocos recursos han recibido becas de estudio para especializarse en el exterior”, afirma el jesuita. Además de que la cantidad ha aumentado, tambien la calidad de la formación, como revela el informe de la UNESCO del año pasado. “El Papa ha venido a un país en transformación justamente gracias a la educación pública. Lo cual representa también una provocación para la instrucción privada. ¿De qué manera? El Estado, por cuanto resguarda la educación superior, apunta a crear mallas curriculares útiles para el desarrollo económico y la productividad nacional. Un aspecto importante que, no obstante, puede perjudicar a los estudios de ciencias sociales y las humanidades. Una universidad como la nuestra puede proporcionar alternativas bajo una óptica complementaria”, resalta el docente.
Una perspectiva alineada con la historia de la universidad. Fundada en 1946 y administrada por la Compañía de Jesús, “la Universidad Católica fue el primer centro académico privado del país andino. Para inspirar, desde el inicio, no la oposición a la cultura laica, sino a infundir y promover los valores del humanismo cristiano en los jóvenes. Todos los jóvenes: no solo una pequeña minoría. De ahí surge el sistema, pionero para la época y en estas latitudes, de una pensión diferenciada en base a los ingresos familiares. “La idea de fondo es que quienes tienen más deben contribuir con quienes tienen menos. De esa forma, casi la mitad de nuestros inscritos (46 por ciento) proviene de la clase media-baja. Hacia finales de los años noventa, cuando escaseaban las universidades privadas, los hijos de las élites estudiaban entre sus claustros de piedra. Sin embargo, ahí entraban en contacto – a menudo por primera vez – en una posición igualitaria con otros grupos sociales. De este encuentro, nació y nace el fermento cultural y la vivacidad social de esta universidad, taller de transformación. El repito – concluye el Padre Fernando – es el principio del Magis”.
Jesuitas Colombia
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