‘Nuestra Casa es el Mundo’… Un ‘Mundo al Revés’

Durante julio 2018, alumnos de Colegios secundarios pertenecientes a la compañía de Jesús participaron del ya tradicional campamento de trabajo ‘Pachacutí’, organizado, principalmente por los alumnos del Colegio Seminario de Montevideo, Uruguay.

El campamento de trabajo Pachacutí (“un mundo al revés”), se realiza en Uruguay con la participación de alumnos secundarios de la Red de Colegios Ignacianos (RAUCI). Se propone -durante una semana de las vacaciones de julio- vivir “al revés”, dejando de lado nuestras comodidades, y así poner la necesidad del otro por delante de las nuestras. El Pachacutí es una invitación a aprender a dar lo mejor de nosotros mismos, en el lugar que Dios nos pone.

Este año, durante los 7 días del Pachacutí, 460 jóvenes voluntarios de Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y los Estados Unidos; con 72 coordinadores y 5 capellanes jesuitas, se repartieron en 30 localidades del interior del Uruguay.

El lema de este año “Nuestra casa es el mundo” es una invitación a seguir haciendo de la Tierra una ‘casa común’ para todos. En el Pachacutí se invita justamente a salir de uno mismo y a encontrarse y compartir-se intensamente con otros a través de una experiencia de fe y servicio.

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Testimonios

Víctor Hugo Fernández (exalumno del Colegio Seminario de Montevideo)

Acabo de vivir una experiencia brutal. Con personas que hace una semana no conocía, a pasar frío, comer mal y dormir peor, con lo futbolero que soy, perderme parte del mundial. Será difícil de creer, pero me encantó: viví un PACHACUTÍ

Así fue toda esta primera semana gélida y futbolera de julio: madrugando para ganarle al sol; sin importar el sueño ni las bajas temperaturas; con mucha austeridad y con el sobre de dormir y aislante como los aliados contra el frío.

Ni dinero, ni títulos, ni gloria, ni fama son motivadores ¿Qué combustible logra tanto bien desinteresado? ¿Por qué atacan de buenas intenciones a los más desfavorecidos? Fueron cerca de 500 los protagonistas de estas batallas.

Yo me pregunto: con tantos paladines de la alegría, enemigos del egoísmo, defensores de los más débiles… ¿quién dijo que todo está perdido?

Aluhé Arena (alumno del Colegio Inmaculada de Santa Fe, Argentina)

El Pachacuti te muestra la espiritualidad Ignaciana en acción, te hace vivirla y sentirla durante 7 días, en comunidad (con un grupo de persona de distintos países que no conoces previamente) y siempre basados en la fe, con un mismo propósito: el servicio.

El día comenzaba a las 7 de la mañana en la obra en construcción, entre mañana y tarde, sumando un total de 6 horas por día. Al terminar de trabajar, venían chicos y chicas con quienes compartíamos juegos y animaciones. Por la noche teníamos un rato de oración, liturgia y reflexión para repensar lo vivido y buscar dónde vimos a Dios a la largo del día.

Si tuviera que resumir los 7 días en una palabra, esta sería felicidad: porque era impresionante ver la alegría con la que la gente nos veía al llegar a ayudarlos; la alegría de los chicos cuando jugábamos con ellos Felicidad te daba al escuchar todo los días que te digan “muchas gracias “, pero que te lo digan del corazón. Te ayuda a ver todo con otra mirada.

Isabel Pígola (Coordinadora de Castores, exalumna del Colegio Seminario)

Entre los 30 lugares de trabajo, me tocó vivir el Pachacutí en Pueblo del Barro, un lugar pequeño y sencillo (98 habitantes) con gente de corazón grande y generoso.

Apenas llegamos, notamos que nos estaban esperando con ansias y lo mucho que valoraban que fuera gente nueva al pueblo. Pudimos ver lo privilegiado que era el paisaje en este lugar: todas las mañanas fuimos testigos de los amaneceres más espectaculares mientras caminábamos rumbo al trabajo.

De esta semana nos llevamos muchas caras de las personas con las que compartimos, la certeza de que muchas de las cosas de nuestra vida cotidiana que consideramos imprescindibles no lo son y un corazón sensibilizado y agradecido.

El lema de este año fue “Nuestra casa es el mundo”: una invitación a seguir haciendo de la Tierra una casa común para todos. En el Pachacutí se nos invita justamente a salir de nosotros mismos, y a encontrarnos y compartir intensamente con otros a través de una experiencia de fe y servicio.

Fuente: Colegio Seminario

 

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