Pascua Joven – Corrientes

La Iglesia Jesús Nazareno organizó una experiencia de Pascua Joven para que sus jóvenes puedan vivir los últimos días de la Semana Santa bien cerquita de Jesús. Les dejamos aquí dos testimonios. 

Un antes y un después…

Creo que cada encuentro que se prepara con amor, lo irradia. Tuve la hermosa experiencia de poder ir a las dos Pascua Joven que se han hecho y, si bien cada momento fue único, esa dedicación y ese amor se irradiaron en cada uno de ellos. A la Pascua Joven del año pasado fui casi obligada.

Quién sabe por qué, terminé yendo y haber tomado esa decisión marcó en mí un antes y un después. Nunca siquiera habría imaginado que fuera posible acompañar a Jesús, de una forma tan profunda, tan cercana. Realmente pude sentirme en cada momento a su lado.

Este año fue diferente, fui la primera en la lista y tuve el bolso preparado una semana antes, era algo que necesitaba hacer y lo esperaba con ansias. Me encontré rodeada de muchas caras nuevas que se animaban a vivir la experiencia, el encuentro se extendió un poco más y me parece una hermosa oportunidad para que aquellas personas que buscan a Cristo, lo encuentren y se sientan amados por él.

En lo personal, me sentí muy cómoda tanto física como emocionalmente. En cada dinámica me sentí libre y tuve mi tiempo necesario de silencio y oración personal para escuchar qué quería decirme Jesús a través de la palabra, de una canción, de una oración o de mis propios sentimientos. Sentí mucho la presencia del señor en cada momento, me sentí inmensamente amada, con un amor que me es tan difícil entender, un amor tan misericordioso de Padre. Pude confesarme: me sentí realmente liberada y con más fuerzas ese amor que está por sobre todos mis pecados.

En cada momento sentí que caminaba junto a Jesús, que lo acompañaba en su pasión, en su entrega por nosotros. Al acompañarlo pude sentir la cantidad de circunstancias en las que yo no caminaba sola, en las que él hizo notar su presencia en mi vida, caminó a mi lado o me llevó a cuestas.

No sólo me sentí acompañándolo a Jesús sino que pude ponerme en el lugar de María, admirar sus virtudes y su entrega total a la voluntad de Dios sin preguntar por qué. Estar cerca de su corazón tierno, humilde y anónimo; y sentirla como nuestra Madre.

Durante toda la Pascua Joven, pude sentirlo a Jesús como un amigo, ese buen amigo que está de una manera incondicional y a quién puedo hablar con mis palabras como compartiendo un mate. Así, realmente pude sentir que un amigo resucitaba y me invitaba a nacer de nuevo junto a él, a que no quede solo en la iglesia o en un retiro; a llevarlo a mi día a día, a mi rutina e ir irradiando la alegría de Jesús por donde vaya.

Mica Gerard

Caminar los pasos de Jesús

Quiero comenzar diciendo ¡¡¡Gracias!!!, gracias a los jóvenes de Nazareno por haber abierto sus puertas y hacer esta entrega tan grande desinteresadamente. Gracias a Jesús por dejarme vivir esta experiencia única, por vivir y sentir la Semana Santa de manera diferente. Justamente “sentir” lo que Jesús de saber esa entrega de salvación de Jesús.

En lo particular para mí era todo un reto pero al final mi deseo de estar ahí era fue más fuerte.

Quizás fui a buscar algo diferente de lo que al final encontré

Tuve muchos encuentros: con Dios, conmigo mismo, y por sobre todo, con personas maravillosas.

Es difícil explicar lo sentido, que viene desde lo más profundo del corazón. Son sentimientos que afloraron segundo a segundo en cada actividad, en cada canción, en cada acción. Es como decía Mati (nuestro coordinador) al finalizar cada dinámica: ¡qué fuerte!

Y sí, era fuerte poder sentir en la propia carne lo que vivió Jesús. En esos momentos de meditación, de conexión, de vibración, sentía como un escalofrío que me corría por todo el cuerpo, una paz interior aun mas difícil de explicar. Me llena de alegría este saberme compañero de Jesús en los momentos más difíciles de su vida. Porque yo sentí que ahí sanó mi alma. Que Jesús –ese Dios amigo- nos perdonó, llevó todos nuestros males, y que ahora estoy preparado para vivir la vida con mucha plenitud.

Como decía la carta de Francisco: “hemos resucitado, ¡La vida eterna comienza ya en este momento!, comienza durante toda la vida, hacia el momento de la resurrección final”. Y como hemos resucitado me espera una larga vida llena de felicidad.

Volví a casa contento, con alegría, con bendiciones, y me pone aun más contento saber que no estoy solo, que tengo a alguien muy importante que me cuida y me acompaña.

Ojalá el próximo año pueda volver a vivir esto que me pasó, y ojalá todos puedan alguna vez en su vida, reencontrarse con Jesús, porque seguro que no se van arrepentir.

Una y mil veces más gracias

 Pedro

 

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