Por una Migración Humanizada
Entrevista al Padre Agnaldo Pereira Oliveira SJ, para el boletín informativo “En Compañía” de la Provincia del Brasil; nuevo coordinador de la Subregión Sur de la Red Jesuitas con Migrantes (RJM) de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y El Caribe (CPAL), y a su vez articulador Nacional del Servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados (SJMR).
¿Cómo usted conoció a la Compañía de Jesús?
Conocí a la Compañía de Jesús en el año 1992, cuando nuestra parroquia se encontraba sin párroco y recibimos ayuda de varios sacerdotes jesuitas de Salvador, de la ciudad de Santana y Capim Grosso (BA). Así fue como conocí mejor esta familia religiosa.
¿Cómo se dio la decisión de ser sacerdote?
Me identifico mucho con la historia vocacional de Papa Francisco, cuando cuenta que su vocación comenzó en una experiencia en el sacramento de la reconciliación, pues también fue allí donde sentí que era el momento oportuno de hablar sobre algo que estaba dejando en mí el corazón inquieto y aún no había encontrado la forma ni la persona oportuna para establecer ese diálogo. En el fondo, se trataba de comenzar a dar una respuesta al proyecto que él, desde hace mucho tiempo, había puesto en mi corazón y me venía seduciendo, como el profeta Jeremías: «Tú me seducir, Señor, y yo me dejé seducir. Tú me has vuelto demasiado fuerte para mí, tú me has vencido «(Jr 20,7).
¿Qué experiencias le han marcado más en la formación jesuita? ¿Y por qué?
En 1996, salí de casa para vivir en Salvador y hacer un primer ensayo, de este modo. Proyectando, compartiendo la vida y la vocación con otros jóvenes que, igualmente, estaban inquietos en sus proyectos de vida. Fue una experiencia inolvidable. Fue uno año confirmador de que mi vocación pasaba por ahí, que en esa Compañía había lugar para ponerme como uno seguidor de Jesús, así como fue Ignacio y muchos otros compañeros, aunque reconociéndome pecador. Su gracia jamás faltó en mi vida, incluso cuando en el primer año de Noviciado, tuve que integrar, en ese llamado, la partida de mi padre y también de mi abuelo materno, entre otros momentos no menos dolorosos a lo largo de la formación. Por lo que se refiere a la experiencia, de la peregrinación en el Noviciado fue, para mí, más fuerte que los Ejercicios Espiritual de 30 días. En estos 11 días de caminando, en ningún momento Él ha dejado de ser Padre, Providente y Compañero de caminar, viviendo junto con nosotros todos los encuentros que tuvimos al largo de ese tiempo. Me han marcado mucho, también, los breves tiempos de pastoral que he tenido al de los estudios: seguimiento de comunidades eclesiales, apostolado de la oración, pastoral vocacional, pastoral del Pueblo de la Calle, ONG Solidaridad con los seropositivos … Además, continúa resonando, en mí y en mi nueva misión, la experiencia de la Tercera prueba, en 2013, cuando viví un mes con los migrantes en Saltillo, en la frontera de México con Estados Unidos, donde cientos de centroamericanos se arriesgan en busca de una mejor condición de vida. Experiencia que coincidió con la lectura de la Exhortación Evangelista Gaudium, del Papa Francisco, que, al mencionar los desafíos en la dimensión social de la nueva evangelización, deja salir de su corazón pastor la preocupación por los migrantes. Al terminar la Tercera Probación en México, continué en Madrid (España), donde hice la maestría en Teología Moral y pastoral e inicié la Maestría en Migración Internacional.
Recientemente, usted ha sido destinado para ser el articulador nacional del SJMR y coordinador de la subregión de la CPAL. ¿Cómo está siendo ese trabajo?
En diciembre de 2016, recibí del provincial, el padre Juan Renato Eidt, la misión de articular el Servicio Jesuita a Migrantes (SJMR) en la Provincia de Brasil. En marzo de 2017, regresé a Brasil. He estado atento a la actual situación del flujo migratorio en Boa Vista (RR), con la entrada de los venezolanos. Dentro de nuestras condiciones, tenemos que, junto a otros, buscar dar una respuesta en la acogida, la protección, promoción e integración de nuestros hermanos en nuestro país. En junio, en Chile, después de la reunión de la Región Sur de nuestra Red Jesuitas con Migrantes , fui destinado, por el presidente de la CPAL, a coordinar, por tres años, esa región. Se trata de buscar y estrechar los lazos y vínculos entre las provincias de Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Argentina – Uruguay y Brasil. Tengo el privilegio de poder convivir y aprender mucho de los compañeros que están hace más tiempo en este servicio brindado a los migrantes y refugiados.
En esta nueva misión, ¿cuáles son los principales desafíos?
Los retos son varios, como la necesidad de sensibilizar a la sociedad civil y contribuir con el Estado a dar una respuesta verdaderamente humana al sufrimiento de las personas, que se ven obligadas a desplazarse de sus países. Gobierno y sociedad civil -resaltando el fundamental papel de la Iglesia en la articulación de una gran red solidaria con los migrantes y refugiados aquí en Brasil- necesitan trabajar juntos para evitar los efectos negativos de la migración forzada, como la acción de coyotes, tráfico humano, xenofobia, abusos laborales y de todo tipo. Y también, cómo multiplicar los caminos jurídicos para la migración, de manera que se pueda garantizar una migración segura y humanizada. Tal vez, el mayor desafío es conseguir colocar al ser humano y sus derechos fundamentales en el centro de las políticas migratorias de cada país, desplazando el énfasis en los muros, en las fronteras y en las diferencias culturales. Otro desafío es atraer a otros socios y conseguir recursos para la empresa, pues ninguna institución sola será capaz de dar una respuesta completa a esa crisis migratoria mundial, que estamos acompañando desde el inicio de este siglo. Hay que apostar siempre por una acción colectiva, hecha por medio de muchas manos.
Debido a la actual inestabilidad política de Venezuela, muchos venezolanos están migrando a otros los países. ¿Cómo el Servicio Jesuita a los Migrantes y Refugiados está trabajando con este tema?
Los dos retos citados anteriormente se hacen aún más presentes frente a la realidad actual de Venezuela y el gran flujo de migrantes venezolanos que ya están esparcidos por todo el continente y también por Europa. Hoy, en las ciudades de Pacaraima y Boa Vista (RR), tenemos miles de ellos, incluso un buen grupo de indígenas venezolanos de la etnia Warao. A través de una acción colectiva formada a principios de año, como SJMR Brasil, estamos enviando voluntarios y brindando nuestra colaboración a través de nuestra residencia en Boa Vista. El próximo año esperamos que nuestra colaboración sea mayor.
Fuente: CPAL SJ
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