Recordando a los antepasados para nutrir el presente
Una publicación que comparte la Curia General de los Jesuitas en Roma, sobre la celebración de todos los Santos y Beatos de la Compañía de Jesús, que tiene lugar cada 5 de noviembre.
En muchos países de tradición cristiana, noviembre se identifica como “el mes de los muertos”. Porque el calendario litúrgico nos propone celebrar, el 1 de noviembre, a todos los santos, especialmente a esa “inmensa multitud de testigos” (Carta a los Hebreos, 12,1) cuyos nombres no se han conservado pero que han contribuido a hacer del mundo un lugar mejor a la luz del Evangelio. Y al día siguiente conmemoramos aún más ampliamente a “todos los fieles difuntos”, y en primer lugar a las personas de nuestras familias que nos han dejado. Es una oportunidad para visitar el cementerio para honrar a nuestros antepasados y rezar por ellos y con ellos.
En este mismo espíritu de respeto y oración, la Compañía de Jesús ha escogido un día a principios de noviembre, el 5, para celebrar a todos los santos y beatos de su historia. Es una forma de invitar a estos compañeros – no siempre bien conocidos en su tiempo, pero que se han distinguido cada uno a su estilo por el servicio – a contribuir hoy a la unidad de la Compañía. Como sucede en el día de Todos los Santos, la Compañía incluye en esta fiesta no sólo a los jesuitas canonizados y beatificados, sino también a los innumerables y empeñados trabajadores a la sombra, que fueron compañeros de Jesús a menudo en el sufrimiento, pero que ahora pueden gozar de la Vida con aquel cuyos pasos siguieron.
Todos estos santos jesuitas pueden ahora alimentar nuestra vida espiritual y nuestros compromisos humanos gracias al ejemplo que han dado y a la comunión espiritual que con ellos podemos disfrutar.
Entrevista al P. Pascual Cebollada, Postulador General de la Compañía de Jesús para las Causas de los Santos
Padre Pascual, ¿puede indicarnos, primero, cuántos jesuitas han sido canonizados y beatificados hasta ahora?
Hasta ahora la Compañía cuenta con 53 santos y 155 beatos. De estos últimos, 149 son mártires, la mayoría formando parte de grupos.
¿Cuántos compañeros jesuitas tienen un “dossier abierto” ahora mismo en su oficina, la del Postulador? ¿Cuáles son los que más requieren su atención en este momento?
En los tres años que llevo en la Postulación General he estado en contacto con unas 60 causas, ocho de las cuales no son de jesuitas. Al mismo tiempo, tenemos otras 35 causas “dormidas”, es decir, comenzadas en su día, pero “sin movimiento” porque no haya devoción por estos Siervos de Dios, o no tengan un vice-postulador que las cuide, etc.
La causa del P. Pedro Arrupe es la que ahora más nos ocupa. Por el hecho de que haya muerto en Roma, la enorme cantidad de escritos suyos que hay que leer y los aproximadamente 80 testigos, al menos, que han de declarar sobre su persona.
Al mismo tiempo, en nuestro trabajo diario vamos “saltando” de una a otra causa según vayan requiriendo nuestra atención.
En un plano más personal, ¿puede hablarnos de dos o tres santos en la historia de la Compañía que le han marcado y que todavía alimentan su vida como jesuita?
San Ignacio, sin duda, por su gran visión de las cosas de Dios. Además, desde el noviciado me atrajo mucho San Pedro Fabro, por su carácter, su trato con las personas, la pericia en dar los Ejercicios Espirituales, su peregrinación por media Europa consolando y reconciliando, y su facilidad para ver a Dios en todo. Al mismo tiempo, siempre me han llamado la atención ciertos santos y beatos “urbanos” como el P. José María Rubio, Alberto Hurtado o Rupert Mayer, por su capacidad para detectar necesidades en las ciudades y responder a ellas ayudando a la gente material y espiritualmente a corto y a largo plazo.
Fuente: jesuits.global
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