Reflexión del Evangelio – Domingo del Buen Pastor
Evangelio según San Juan 10,11-18
Reflexión por Mariano Durand SJ
Israel es, desde sus orígenes, un pueblo de pastores. Las tribus semitas recorrían las costas orientales del Mediterráneo en busca de sustento para el ganado menor: esta trashumancia pautaba mucho más que su lugar de residencia. Se establecieron los ritmos de acuerdo a las estaciones del año, fijaron el calendario y las celebraciones que marcaban comienzo y fin de cada etapa.
Asociar a Dios con el ‘Buen Pastor’ –perfecto, excelente-, es tan antiguo como el mismo Israel. Moisés y David, por ej., son llamados “desde detrás del rebaño”. Ambos relatos de vocación ocurren mientras se ocupaban de algún rebaño.
La primera confesión de fe que se lee en la Biblia: “Mi padre era un arameo errante…” (Dt. 26,5) no es una definición doctrinal de Dios sino una memoria de las bendiciones en favor del pueblo elegido, el recuento agradecido de los favores recibidos. Es el reconocimiento cómo Dios los ha ido conduciendo a través de la historia y cuánto ha actuado en su favor (la liberación de Egipto, conducirlos por el desierto, llevarlos a la tierra prometida, etc…).
Hoy, en cada misa, se nos invita a celebrar de la misma manera: actualizando la memoria agradecida de la bendición de Dios en favor de cada uno y de toda la humanidad: es el gran memorial de la salvación.
Y en nuestra historia: ¿qué momentos brotan como hitos de la relación con Dios? ¿qué personas agradezco a Dios haber conocido? ¿a quiénes siento que Dios ha puesto en mi camino? ¿para quiénes puedo ser yo signo de Dios? ¿qué situaciones marcaron un antes y un después en mi vida y cómo Dios se hizo presente?
Habrá habido momentos en los que me he sentido sostenido por su fortaleza, otros en que habré sido consolado por su cercanía. Habrá situaciones en la que precisé ser impulsado por su ánimo, y otros en lo que me sentí perdonado por su misericordia.
Cargados por Él sobre los hombros –como la tradicional imagen del Buen Pastor-, volvamos una y otra vez a sentir y gustar, con memoria agradecida, Su favor y Su gracia. Pues estamos HOY llamados a ser testigos del Resucitado, del Pastor de los pastores.
Fuente: cvxuruguay.org
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