Segundo Encuentro Regional de colaboradores de la Red Jesuita con Migrantes
Camila Robledo Ullúa es parte del Servicio Jesuita a Migrantes de nuestra Provincia y el pasado 20 de agosto participó del segundo Encuentro Regional de colaboradores de la Red Jesuita con Migrantes.¹ «Cada uno ha aportado su perspectiva, su riqueza personal y todos juntos nos hemos potenciado.», afirma. A partir de lo vivido en el encuentro, comparte su testimonio con nosotros.
Por Camila Robledo Ullúa
La primer palabra que me viene a la mente cuando pienso en el encuentro vivido el pasado 20 de agosto definitivamente es “encuentro”. Si bien la situación actual impidió la presencialidad y la cercanía física, la tecnología nos dio la herramienta para darle una vuelta de tuerca al asunto y poder reunirnos. Hemos logrado humanizar lo que antes era considerado un poco frio e inhumano, los medios tecnológicos.
Estas experiencias han estado llenas de risas, alegría, baile, canto, espacios formativos y de compartir muy ricos y valiosos.
Con la ayuda de Natalia y Luis Fernando, los coordinadores de las campañas por la hospitalidad del RJM (Red Jesuita con Migrantes), fuimos descubriendo la riqueza, con nombre y rostro, que representa el Servicio Jesuita a Migrantes. Hemos asumido las fronteras, y las hemos llevado a otro nivel previamente desconocido. Nos dimos cuenta de que la unión entre los países no sólo debe ser marcada en un mapa, sino que puede y debe ser marcada mediante metas en común. Nuestra meta en común es concreta, nuestros corazones arden y luchan por una sociedad más hospitalaria, más amiga, más humana y receptiva con aquel que migra en busca de una vida digna. Es esta meta en común lo que nos ha transformado en una comunidad, y nos ha inspirado a coonspirar todos juntos.
Personalmente, esta experiencia ha sido un paño de agua fría ante tanta preocupación general que se vive hoy en día. El saber que muchas personas, en diferentes lugares de Latinoamérica y el Caribe luchan por lo mismo que uno, realmente es un alivio y un motor para seguir adelante.
Hemos aprendido tanto en estos encuentros que sintetizar todo en un pequeño texto parece imposible, pero más allá de los saberes y de los aprendizajes incorporados, lo que considero más valioso es el haber descubierto los corazones de personas tan maravillosas que donan su tiempo sin pensarlo dos veces al rostro de Jesucristo que reside en el hermano migrante o refugiado.
Cada uno ha aportado su perspectiva, su riqueza personal y todos juntos nos hemos potenciado. Hablo por mí, pero estoy segura que todos sintieron, en mayor o menor medida, lo mismo. Salimos de los encuentros con más respuestas, con nuevas ideas y sueños para nuestras oficinas y para nuestros países; con más rostros concretos, con más energía para encarar los proyectos que vengan y con muchísimas ganas de seguir trabajando por esa meta común, por esa sociedad hospitalaria, que ahora pareciera sonar utópica, pero que de a poco se va haciendo realidad y cada vez mas cercana.
El Reino que tanto ansiamos y del que tanto nos habla Jesús, lo imagino con un nivel de hospitalidad deslumbrante, y es lo que siento en cada uno de estos encuentros, un anticipo del Reino con risas, con emociones y con tanta gratitud cruzando límites y kilómetros.
Presiento y sueño que este es el comienzo de un gran futuro, donde la humanidad será más hermana y más consciente de la riqueza de la alteridad. Creo firmemente que, si todos comenzamos a soñar lo mismo, todos comenzaremos a coonspirar para lograr alcanzar la meta que nos une, la de una comunidad que acoja a los hermanos y hermanas migrantes con el amor con el que el Padre recibe al hijo en la parábola del hijo pródigo.
¹es el esfuerzo colectivo de personas y obras vinculadas a la Compañía de Jesús en su búsqueda de la Justicia y la Reconciliación a través dela defensa y promoción de los derechos de migrantes, personas desplazadas y refugiadas en Latinoamérica y el Caribe.
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