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‘El Vive’ – Testimonio de la Visita de Francisco a Paraguay

Juan Pablo, perteneciente al voluntariado Buen Samaritano, de la Iglesia Jesús Nazareno de Corrientes y parte de la Red Juvenil Ignaciana, nos regala su testimonio de la visita de Francisco a Paraguay. Jóvenes de la Red Juvenil, provenientes de Chaco y Corrientes, viajaron al país vecino el mes pasado para la venida del Pontífice. En el caso de Juan Pablo, la visita canónica coincidió con un momento de su vida muy particular…

Testimonio

Para empezar me gustaría dar gracias a los Jesuitas del Paraguay por cómo nos dieron la bienvenida, haciéndonos sentir como en casa. También quiero dar gracias a quienes posibilitaron este viaje: tanto a los Padres y amigos de la comunidad como lo son el Padre Armando Raffo y Néstor Manzur, y a la comunidad, ya que, sin su apoyo esta experiencia no hubiese sido posible.

“El VIVE”, no solo es la frase de la canción, sino que también representa mi situación espiritual, que cambio hace poco más de un año. Para explicar un poco esto, cuando Francisco es nombrado Papa, una chispa empezó a prender en mí. Recuerdo que unas amigas se fueron a la JMJ de Rio y yo, típico de quien lo mira desde afuera, les dije que: “se van a ir a rezar todo el tiempo”. Resulta que cuando volvieron, esas ofensas se esfumaron y su testimonio empezó a aumentar esa llama que ya se encontraba encendida. Así fue como, hasta el día de hoy, me arrepiento mucho de no haber ido a la JMJ en 2013.

Pasado esto, fueron solo 6 meses hasta que recibí el llamado del Señor para formar parte del apostolado Buen Samaritano, de la Iglesia Jesús Nazareno de Corrientes. Y realmente creo que fue un llamado del Señor, porque ese día me encontraba en mi computadora y casi sin darme cuenta le envié un mensaje a una amiga para empezar a ir al voluntariado. Desde ahí no pude dejar de ir.

A este llamado lo siento también como una suerte de preparación para lo que se vendría. Mi mama desde el 2012, venia luchando contra el cáncer de mama,

El año pasado, a causa de su enfermedad, empezó a tener problemas en sus pulmones y corazón. Pero como toda madre, trataba de estar siempre bien, intentando cuidarme de todo ese dolor, por ser el más pequeño en mi familia.

En esta situación de dificultad, el acompañamiento que tuve, de estos nuevos amigos que me había hecho en el Buen Samaritano y en la comunidad de Nazareno, fue increíble. Sus actitudes se me hacían muy llenas de Dios. Y esto es algo que el mismo Francisco recalco, lo de los amigos de la parroquia. Sentía que me hablaba directamente a mí. A estos amigos les agradezco inmensamente su presencia y sostén el último tiempo de la enfermedad de mi madre y luego de su muerte.

Mi caminito continuó dentro de la comunidad del Nazareno y así fue que seguí descubriendo cosas más increíbles dentro esta Espiritualidad, que me ayudaron a sobrellevar la muerte de mi madre con más fuerza, paz y esperanza. Me quedaba sostener a mi padre que estaba en pleno duelo.

Por esta razón estuve a punto de no ir a Paraguay. Me debatía entre este viaje soñado y quedarme para acompañar a mi padre.

Finalmente decidí ir. Fui con muchas expectativas. El viernes llegamos y tuvimos una recibida genial.

Creo que el momento grupal (más allá de la visita del Papa) en el que muchos experimentamos la gracia de Dios, fue en el momento de adoración al Santísimo. Personalmente, hable mucho al corazón de mi mama, y tanto fue así que tuve la gracia de poder soñar con ella.

El día siguiente a ese sueño se concluye con la visita del Papa, que fue una de las situaciones más emocionantes de mi vida. Nunca me había sentido tan lleno del Espíritu Santo no tantas emociones entremezcladas en un mismo momento.

Y ni hablar de los chicos/as que viajamos, todos llorando, todos habíamos visto al sucesor de Pedro, el apóstol elegido

A nivel grupal, creo que esta frase de EL VIVE, surge porque estoy convencido de que el Espíritu Santo nos sostuvo para que pudiéramos estar con energías y disfrutar la experiencia, a pesar de pasar muchas horas de mal sueño o directamente no dormir.

Como conclusión, quiero decir que me dieron ganas de salir a comerme la cancha, y dar todo por Dios. De no jubilarme antes, de tener un corazón libre, seguir con las esperanzas y con el servicio; demostrar que la juventud no está perdida, y que la Iglesia no se queda encerrada, que salimos. Atravesados por este mismo espíritu, volvimos todos.

Y es por eso que quiero dar GRACIAS. A los Jesuitas de la Provincia Argentina- Uruguaya y los Jesuitas del Paraguay.

Saludos.

 

La Red Juvenil con Francisco en Paraguay

Con motivo de la visita del papa Francisco, 17 chaqueños pertenecientes a la Red Juvenil Ignaciana, hemos asistido al país vecino para participar de un Encuentro de Jóvenes Ignacianos, viajamos junto a una delegación de la Red de Corrientes, en total fuimos 58 Jóvenes.

Del Aty Guasu de Jóvenes Ignacianos: #EJUFRANCISCO, el lema fue: HAY UN LUGAR PARA VOS. 

Participaron aproximadamente 600 jóvenes de Argentina, Paraguay y Brasil. Parte del encuentro consistió en la preparación para ser servidores en el Ñu guazú, lugar donde se realizó la misa presidida por el Papa el día domingo 12 de Julio donde fuimos parte de los 70.000 servidores, como así también asistir al encuentro que Francisco iba a tener con los jóvenes en la costanera de Asunción. Nos alojamos en el colegio jesuita Cristo Rey.

Nuestra Alegría fue tan grande, cuando comenzó a circular el rumor desde la noche del viernes, que el Papa Francisco podría llegar al colegio para saludarnos. Por gracia de Dios y como una caricia para el alma para cada uno de nosotros, Francisco pasó a saludarnos, el sábado por la tarde, en una visita que salió del protocolo.

Primero fue a saludar a la reliquia de San Roque González y sin avisar al personal de seguridad caminó hasta donde estábamos, en medio del rosario vimos una figura blanca que se acerco, inmediatamente comenzamos a pararnos y a gritar “ GRITA GRITA GRITA EL PAPA ES JESUITA”.-

Nos dio unas palabras, cortitas pero profundas, nos agradeció por hacer cosas pequeñas pero profundas, dijo que no nos jubilemos antes de tiempo, pidió que quememos nuestra vida por cosas que valen la pena y resalto como de costumbre que «hagamos lio», se despidió con una bendición y su pedido: “recen por mi”.-

Testimonio

La invitación de Dios fue distinta para cada uno de los que fuimos a recibir el regalo que nos tenía preparado, y cada uno fuimos con expectativas claras de compartir un encuentro que nos anime en el camino que elegimos que es conocer más a Dios y traernos con nosotros un poco de esa Paz que transmite Nuestro Papa Francisco. Creo que la Gracia recibida de compartir con otras personas, tantos momentos de risas, charlas, oraciones y experiencias de vida, era la misma Gracia con la que Dios nos acomodaría el Corazón para recibir luego la dicha de que Nuestro Papa se tome unos minutos a pesar de su inmenso cansancio. Cuando Francisco se hizo presente, nos dirigió unas palabras, y nos dio la bendición, que fue tan grande que nos marcó la vida a todos y cada uno para siempre, alcanzó incluso, para expresar lo vivido y así transmitir la bendición a los que nos escuchaban o leían los mensajes. Su sola presencia, con tanta claridad en su mensaje, con tanta ternura en su mirada, en sus gestos nos dejó tan plenos, que parecía que nos bastaría para desear el cambio necesario que cada uno necesitaba, porque está claro que fue un momento de compartir que delimito un antes y un después, en todos. Expresar todo lo vivido es casi imposible, solo puedo y podemos decir Gracias y Amen por el cariño inmenso que recibimos.

El Papa recordará en Bolivia al misionero y jesuita español Luis Espinal

Este 8 de julio, coincidiendo con su visita a Bolivia, está previsto que, en el desplazamiento desde el aeropuerto de El Alto hasta el arzobispado de La Paz, el Papa Francisco se detenga unos minutos para orar cerca del lugar donde fue encontrado, hace 25 años, el cadáver del jesuita español Luis Espinal, asesinado en Bolivia por su compromiso con la justicia y los derechos humanos. Según informa la Compañía de Jesús, con este gesto, el Papa nos invita a recordar la figura de Espinal y, especialmente, a recoger su legado de defensa de los más desfavorecidos.

Era el 21 de marzo de 1980 por la noche, en Bolivia, y el jesuita catalán Luis Espinal salía del cine. Unos desconocidos le obligaron a entrar en un jeep. Espinal fue torturado y asesinado.

Luis Espinal Camps había nacido en Sant Fruitós de Bages, cerca de Manresa, hijo de una familia trabajadora tradicional y cristiana. Era el 4 de febrero de 1932. Cuando tenía sólo 4 años estalló la guerra civil española, que marcó su infancia. Uno de sus hermanos mayores murió fusilado. El 29 de julio de 1962, Luis Espinal se ordenó sacerdote en Sant Cugat. En esos momentos, la Iglesia estaba viviendo cambios fundamentales. Muere Pío XII, y llega Juan XXIII con el Concilio Vaticano II y Espinal se siente entusiasmado por las perspectivas abiertas por el Concilio.

En 1964 parte hacia Bérgamo, Italia, para estudiar Periodismo Audiovisual con la especialización de cine para la televisión. A su regreso a Cataluña hace crítica cinematográfica, trabaja en el guión y montaje de una película y empieza a trabajar en Televisión Española, en el programa “Cuestión Urgente”, con el sacerdote Martínez Roura. Abordaban temas de implicación social, como la inmigración, el alcoholismo, la prostitución, las drogas o la delincuencia. El programa obtiene un gran éxito. En el año 1967 la censura prohíbe un programa donde aparecen las viviendas miserables de los barrios marginales de Barcelona y una entrevista con Alfonso Carlos Comín. Espinal dimite.

En estos momentos pasa por Barcelona el obispo boliviano Genaro Prata, encargado de los medios de comunicación de la Conferencia Episcopal Boliviana, y lo invita a ir a Bolivia. En 1968, Luis Espinal llega a Bolivia, un país con una gran riqueza humana y material, pero que se encuentra entre los más pobres de América Latina. Desde 1968 hasta su muerte, en 1980, Espinal vive en Bolivia una época de terribles dictaduras, represión, fusilamientos y violaciones de los derechos humanos.

Allí se convierte en Lucho, como le llaman en Bolivia, y ejerciendo su trabajo como periodista y crítico de cine, trabaja al servicio del pueblo boliviano, denunciando la dramática situación que se está viviendo, la represión militar y las consecuencias del narcotráfico. Su voz se hizo incómoda para muchos. Tres días después de su martirio, en El Salvador, era asesinado también el arzobispo Oscar Romero.

Ya en Bolivia, su compromiso con los más desfavorecidos y con la lucha por la justicia, lo llevó, como él mismo decía, a “gastar la vida por los demás”.

El compromiso de Luis Espinal por la defensa de la justicia y de los pobres, desde la fe cristiana está en la línea de la misión de la Compañía de Jesús tal y como se definió en la Congregación General 32. Desde ese momento y hasta la actualidad, más de 50 jesuitas, entre ellos Espinal, han dado su vida justamente por defender una fe ligada a la justicia.

‘Necesitamos vivir de otra manera’

El bilbaíno Patxi Álvarez, secretario de Ecología en Roma en la Compañía de Jesús, repasa la ‘encíclica verde’ del Papa y advierte que «ya hay 25 millones de personas desplazadas» por el calentamiento global.

JOSÉ MARI REVIRIEGO

Patxi Álvarez de los Mozos (Bilbao, 1967) conoce los problemas generados por el calentamiento global, especialmente acusados en los entornos rurales y en las comunidades indígenas, tras visitar numerosos países del Sur en calidad de secretario de Justicia Social y Ecología en la Compañía de Jesús. Afincado en Roma desde 2011 tras diez años de trabajo en Alboan, Álvarez repasa la revolucionaria encíclica ‘Laudato si’ que acaba de difundir el Papa Francisco en un intento por marcar los peligros que sufre el medio ambiente y por corregir los desequilibrios. El jesuita bilbaíno avala las críticas lanzadas por Jorge Bergoglio contra el capitalismo salvaje y el comportamiento «depredador» de las multinacionales con los recursos naturales. «El deterioro medioambiental tendrá ganadores y perdedores. El cambio climático perjudicará más a los pobres», advierte en esta entrevista.

– En uno de sus mensajes más contundentes, el Papa asegura que «la Tierra es un inmenso depósito de porquería». ¿Hemos roto la convivencia con nuestro medio ambiente?

– Sí, creo que ha sido así. Hay una lucha contra la naturaleza, una explotación desde hace mucho tiempo. Este proceso es muy notable en los dos últimos siglos, pero sufre un acelerón a partir de los años cincuenta. Ha sido progresivo. La conciencia sobre el deterioro surge en la década de los sesenta y setenta. La urgencia, a partir de los noventa. Con la cumbre de Río.

– ¿Es entonces cuando se notan los primeros síntomas del cambio climático, del calentamiento global?

– Así es. Incluso antes de eso ya no llegaba información de que se estaba produciendo el cambio climático. De hecho, la preocupación por el medio ambiente en la Iglesia surge en 1971, con Pablo VI. Lo menciona la encíclica del Papa Francisco. Hay una lucha contra la naturaleza intentando beneficiarnos de ella a toda costa. Y hemos faltado a la convivencia, al cuidado de la casa común.

– Usted conoce muchos países del Sur. ¿Cuáles serían los síntomas más alarmantes que ha percibido del cambio climático, tanto en las personas como en el entorno?

– Allá donde he ido, las personas me han dicho: ‘el clima ya no es el que era’. Se está produciendo un cambio. A mí me toca visitar muchas comunidades rurales, y, en ocasiones, comunidades indígenas. Haciendo de testigo, me dicen que ha cambiado el calendario para el crecimiento de las cosechas o que los patrones climáticos se han alterado.

-¿Ha llegado a asesorar al Papa en la elaboración de la ‘encíclica verde’?

– Es una encíclica del Papa Francisco. Lleva su sello de muchas maneras. En cualquier caso, él ya ha dicho que han participado decenas de personas. Ha mencionado al Pontificio Consejo de Justicia y Paz e Integridad de la Creación, donde está el cardenal Turkson. En mi caso, yo no lo puedo revelar. Digamos que hay una cercanía con las preocupaciones y las tareas que a mí me encargan en este momento.

– El manifiesto de Jorge Bergoglio es muy claro sobre el origen del desastre: «El calentamiento obedece a la gran concentración de gases de efecto invernadero emitidos sobre todo a causa de la actividad humana». El Papa denuncia el cambio climático frente a los llamados negacionistas y las grandes corporaciones que hacen oídos sordos a las voces de alarma para no perder producción.

– El Papa Francisco menciona y subraya el consenso científico mayoritario que afirma que ese calentamiento del clima se está produciendo y que tiene en su base, fundamentalmente, causas humanas. Recoge una afirmación de la comunidad científica suficientemente avalada hoy en día.

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– Sin embargo, en Estados Unidos, uno de los países más contaminantes junto a China, no existe esa sensibilidad que reclama el Papa para preservar el planeta. La mitad de la población estadounidense no le concede mucha importancia, según las últimas encuestas -incluso una buena parte de la población católica descarta su gravedad para el medio ambiente-. El propio candidato republicano Jeb Bush, que, quién sabe, podría ser el próximo presidente de EE UU, declara sin tapujos que no cree en el cambio climático y emplaza al Papa a no meterse en terrenos políticos. Y eso, pese a que Obama abandera el entorchado ecologista para reducir las emisiones a la atmósfera.

– La sociedad norteamericana está profundamente dividida en torno a muchas cuestiones y ésta es una de ellas. Posiblemente, porque hay un modelo de desarrollo concreto que promueve este cambio climático por medio de la emisión de gases de efecto invernadero. Muchos sectores no están dispuestos a renunciar a ese modelo. El Papa habla de los problemas de la humanidad hoy en día. Por eso aborda la ecología y la vida. No sólo es una ‘encíclica verde’. Habla de la ecología integral; de los seres humanos y de nuestra convivencia con la naturaleza y la creación.

– En ese manifiesto se censura la voracidad de los países ricos y las multinacionales, capaces de poner en peligro el equilibrio medioambiental. ¿Ha recibido presiones el Papa por parte de los poderes políticos o económicos?

– No tengo constancia de ello. Yo lo que he visto es una oposición organizada para negar la credibilidad de las afirmaciones. Hace escasas semanas se pudo constatar en el Vaticano con motivo de una reunión sobre el cambio climático. Hay algunas fundaciones dedicadas a esto. Una que estuvo en el Vaticano presentando su protesta era la fundación Heartland (un think-tank liberal norteamericano que agrupa a científicos escépticos). Sobre esta fundación habla la periodista Naomi Klein (activista canadiense muy influyente en el movimiento antiglobalización). Klein ha hecho un esfuerzo por dar a conocer algunos de los intereses económicos que están detrás de la postura negacionista del cambio climático.

– Una de sus funciones al frente del secretariado de Justicia Social y Ecología es la atención a las grandes migraciones de población y a los refugiados. Aunque los conflictos bélicos están en el origen de muchos de esos desplazamientos, ¿las sequías y las pérdidas de cosechas pueden agravar el problema?

– Efectivamente. Una de las afirmaciones fuertes de la encíclica es que hay una conexión directa entre el deterioro medioambiental y el impacto sobre las poblaciones más pobres. Es decir, el deterioro va a tener ganadores y perdedores. No va a afectar del mismo modo a las poblaciones del mundo. En este momento, se calcula que hay 25 millones de personas desplazadas por cuestiones climáticas. Ya existe un número muy grande. Está calculado sobre un total de 60 millones de refugiados y desplazados internos en el mundo. Es la cuota más alta desde la Segunda Guerra Mundial.

– «La tierra de los pobres del Sur es rica, pero el acceso a la propiedad de los recursos les está prohibido», escribe el Papa. ¿Hay forma de atajar esas desigualdades?

– Los más perjudicados serán los pobres. Son los descartables que dice el Papa. Nosotros estamos adquiriendo una deuda con la naturaleza que no vamos a poder pagar. Se la dejaremos a las nuevas generaciones.

– La gestión de los recursos naturales es clave en la búsqueda de ese equilibrio. Usted comenta que las explotaciones mineras, factor de crecimiento de muchos países de Sudamérica, se han convertido en un peligro para el medio ambiente y para sus poblaciones.

– Es un gravísimo problema. La minería está produciendo contaminación, desplazamientos de personas por la expropiación de tierras y muchos conflictos en el reparto de las ganancias. No es un problema exclusivo de América Latina. Se está produciendo también en Indonesia, Filipinas, Canadá, Australia, EE UU y una buena parte de los países de África. Allí donde el régimen político es más débil, como puede ser el caso del Congo, los confictos son mucho mayores y las luchas muy grandes.

– Subraya además la importancia del derecho a la educación -hay 60 millones de niños que no tienen acceso a la escuela-. ¿Es la base para poder progresar con respeto al medio ambiente?

– Es un gran reto, uno de los objetivos del milenio. El reto era que 600 millones niños fueran a la escuela primaria en 2015. No se ha logrado, aunque vamos mejorando. El reto es la calidad de la educación, cuántos años pueden ir a la escuela y cuáles son sus aprendizajes. La sociedad globalizada va a ser muy competitiva y eso necesita de educación.

– ¿Estamos preparados para afrontar el cambio en los hábitos de consumo que se plantea en la encíclica?

– … Uff. Yo creo que nos va a resultar muy difícil. Es necesario. Vivimos en la abundancia y nos cuesta creernos eso de que vivir con menos nos permitirá vivir mejor. Es un enorme reto para todos nosotros, individualmente. Empezar a valorar otras cosas que no tienen que ver con lo tangible, con lo material: las relaciones humanas, el arte, la belleza, el contacto con la naturaleza, la amistad.

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– En la encíclica se plantea una severa disminución de la producción de energías basadas en combustibles fósiles -petróleo, gas y carbón-. Son el motor que hoy mueve el mundo, pero a la vez los más contaminantes. ¿Es un toque de atención a las grandes petroleras de EE UU e, incluso, a los magnates musulmanes del Golfo Pérsico?

– Es posible que vaya por ahí. Están señaladas con el dedo las grandes compañías petrolíferas que están en manos de países occidentales. Debemos cambiar nuestra tecnología y avanzar hacia las energías renovables, energías alternativas. Pero hay muchos intereses económicos en contra.

– La búsqueda de esos combustibles más limpios no siempre es fácil. EE UU importa maíz de México para la elaboración de etanol como biocombustible, en sustitución de los derivados del petróleo. Sin embargo, ha terminado por disparar los precios de ese cereal para los mexicanos, que tienen en las tortitas de maíz su base alimentaria.

– Es muy controvertido el uso de biocombustibles. Lo más adecuado sería seguir progresando en tecnologías limpias a partir del sol, el viento y las mareas. Y luego mejorar el almacenamiento de las energías renovables.

– Pese a que el panorama parece a veces catastrófico, hay señales para la esperanza. Según Greenpeace, el gigante juguetero Mattel ha renunciado a productos papeleros procedentes de empresas ligadas a la deforestación. Multinacionales del calzado y la ropa como Adidas, Nike, Puma y H&M se han comprometido a eliminar los vertidos a ríos en sus instalaciones en China. Y Nestlé, productora del kit kat, ha dejado de comprar aceite de palma a proveedores que destruyen selvas tropicales en Indonesia. Al final, la presión ejercida por el ecologismo y el trabajo de concienciación realizado por personas como usted da sus frutos, ¿no?

– Cuando uno mira a las grandes cifras, puedes correr el riesgo de llevarte las manos a la cabeza. Pero están sucediendo muchas cosas positivas. Hay más conciencia en la juventud, más educación, más interés en responder a estos problemas y mayores esfuerzos por parte de las empresas, de gobiernos locales… En Estados Unidos, también. Podemos conseguir proteger y cuidar mejor de la Tierra. El mensaje debe ser de esperanza comprometida.

– Por su experiencia en medios rurales y en comunidades indígenas, ¿recuerda algún ejemplo de superación que le haya conmovido especialmente?

– En Perú hay mucha minería. Recuerdo una ciudad que se llama La Oroya, profundamente contaminada por una empresa norteamericana de explotación de oro. Pues ellos, con su esfuerzo, han conseguido paralizar durante un tiempo la producción y condicionar su actividad a que cambiase sus prácticas para que no fueran tan contaminantes.

– Sorprende en la encíclica su carácter reivindicativo, de crítica al capitalismo salvaje y al comportamiento «depredador» de las grandes corporaciones.

– Uno de sus mensajes básicos es que necesitamos vivir de una manera nueva. Necesitamos apoyarnos en un nuevo paradigma. Debemos entender nuestra vida ligada al entorno, a toda la realidad viva. ¡Qué difícil es proteger aquello que uno no agradece! Así no podemos continuar.

 Fuente: www.elcorreo.com

La Encíclica Ecológica y los Jesuitas

Que el Papa Francisco publique una encíclica sobre Ecología no sorprende a ningún jesuita. La Compañía de Jesús, sobre todo a raíz de su última Congregación General (CG35) celebrada en 2008, ha ido tomando conciencia progresivamente de la urgencia de la cuestión ecológica, entendida ésta como una invitación a salvaguardar la Creación.

En la CG 35, la Compañía tomó conciencia de que “El cuidado del medio ambiente afecta a la calidad de nuestra relación con Dios, con los otros seres humanos y con la misma creación. Afecta al centro de nuestra fe en Dios y nuestro amor a Él”. Y particularmente explicitó que el modelo de explotación de las fuentes de energía y otros recursos naturales está afectando particularmente a los pobres: “Para escuchar, una vez más, el llamamiento a promover relaciones justas con la creación, hemos sido movidos por el clamor de los que sufren las consecuencias de la destrucción medioambiental”.

Los tres aspectos ecológicos que preocupan a los jesuitas son:

1-El cuidado de la naturaleza: los jesuitas consideran que porque somos sus “cuidadores” debemos conocerla, quererla y protegerla.

2-La defensa de los más vulnerables: las comunidades más pobres y las generaciones futuras, siendo las poblaciones que menos han contribuido al deterioro del medioambiente son, sin embargo, las más expuestas a los desastres ecológicos y las que más sufren sus efectos.

3-Una propuesta de un nuevo estilo de vida: “el modo de vida consumista de los países que solemos decir desarrollados, así como el de las poblaciones ricas de estos países, no puede alcanzar a todos, porque el planeta no dispone de tantos recursos” y por eso necesitamos una “cultura de la sobriedad compartida”, respetuosa con la creación y solidaria con los vulnerables.

Muchas de estas premisas se pueden encontrar en la Encíclica Laudato si’ que Francisco ha publicado esta mañana. Para el jesuita, experto en ecología, Jaime Tatay, «no podemos buscar en la encíclica nuevos análisis científicos, detalladas recetas económicas o propuestas políticas concretas» que vengan a solucionar los problemas ecológicos globales, pero sí «una denuncia profética de la injusticia social vinculada a la degradación del medio ambiente».

Para Tatay, algunas de las claves de lectura de Laudato Si’ son: en primer lugar, esa denuncia de la «injusticia medioambiental sufrida por aquellos que no han generado los problemas” y, en segundo lugar, «una propuesta para que luchemos contra el despilfarro y adoptemos una vida sobria, honrada y solidaria con los que menos tienen y con toda la creación». Tatay señala como tercera clave una mirada contemplativa que sea capaz de disfrutar de la belleza de la creación y de descubrir un valor intrínseco en todo lo creado, superando la visión utilitarista que domina nuestro mundo. En cuarto lugar, señala «una visión sapiencial capaz de superar la parcelación de las distintas ciencias y la visión reduccionista del hombre como consumidor y de la economía como búsqueda constante del crecimiento». Y por último, considera que la quinta clave de la encíclica es «una llamada al cambio personal e institucional movilizada por la fe, alimentada por la espiritualidad y basada en los principios del destino universal de los bienes, el bien común, la precaución y la solidaridad».

Si quieres ahondar más en la relación entre la Compañía y la ecología puedes consultar el último anuario publicado por la curia de Roma dedicado casi en su integridad a este tema. Ver aquí.

Fuente: jesuitas.es

Acoger al migrante: La historia de Zunilda

Por Francisco Cáceres Sj

Zunilda es paraguaya. Vive en El Polo, y trabaja vendiendo comida afuera de la municipalidad. Beatriz, una de sus hijas, nació prematura. Los médicos le dijeron que no iba a sobrevivir, sin embargo, vivió. A los meses descubrieron que había nacido ciega. Ambas vinieron a Argentina buscando mejores oportunidades. No ha sido fácil. Han tenido que luchar juntas para salir adelante. Al pasar por su casa, encuentro a Zunilda partiendo el pan.

La historia de esta mujer es la que viven muchos migrantes que dejan su país para encontrar una tierra que los acoja, que los mire a los ojos, que no los discrimine y que los llame por sus nombres. Se van con lo puesto y asumen el riesgo de ir más allá. Para muchos, es un viaje sin retorno. Unos, tratando de cruzar el Mediterráneo hacia Europa. Otros, escapando de la guerra en el Líbano y Siria. Muchos intentando entrar a Estados Unidos. Otros, en Colombia, escapando de la guerrilla hacia los países del sur. Vidas, historias, sueños y luchas. Y es que el deseo de una vida nueva los impulsa a salir y dejarlo todo.

El Polo es un asentamiento como muchos en Latinoamérica. Está en la periferia de la ciudad de San Miguel, al noroeste de Buenos Aires. Lo que fue una cancha de polo se ha convertido en un lugar lleno de chabolas y casas a medio construir. No hay alcantarillado, las calles son de tierra, los niños andan descalzos, y el tráfico de droga sobrevive solapado entre las pandillas. Un lugar lleno de contrastes. Allí la pobreza cobra rostro y significado. La vida y la muerte luchan por imponerse.

Los migrantes requieren más justicia en el trato y en el acceso a nuevas oportunidades. Los factores restrictivos tienen que desaparecer. Debemos ser adultos en la mirada y darnos cuenta de que el intercambio con personas de otros países, sea del lugar que vengan y sea la historia que traigan, es una oportunidad para el encuentro y el diálogo.

Junto al Servicio Jesuita a Migrantes, me toca acompañar, servir y defender a los migrantes que llegan de otros países. Trabajamos para que ellos se sientan acogidos y un poco más en casa. La mayoría viene de Paraguay, Perú y Uruguay. Es gente sencilla que viene del campo. Saludar en guaraní, conocer las comidas peruanas o compartir un mate me ha ido acercando un poco más a sus realidades. Estar entre ellos es un regalo. Representa una gran oportunidad para alegrarse con sus logros, llorar a sus muertos, participar de sus rezos, celebrar sus cumpleaños, denunciar sus injusticias, escuchar sus relatos y compartir un plato de comida.

Es paradójico que un país con leyes tan amigables con los migrantes, éstos tengan que sobrevivir arrinconados en la periferia. Padeciendo el dolor y exigidos por la lucha. Apuntados con el dedo y oprimidos por la indiferencia. Es fácil entrar, pero difícil permanecer.

Los márgenes nos desafían y asustan. Nos vuelven más vulnerables. El encuentro con lo desconocido nos paraliza. Quienes viven en ellos nos llevan la delantera. Hombres y mujeres como nosotros, hermanos que buscan una vida mejor. Hambrientos, perseguidos, explotados. Sus historias nos interpelan. Nos hacen más humanos

Vivimos en un continente repleto de expresiones culturales diferentes que nos ensanchan la mirada de la realidad. La forma en que nos pensemos como sociedad tiene que partir desde la acogida de quienes son diferentes a nosotros. No puede ser que constantemente estemos defendiendo lo ganado, lo consabido. Estamos desafiados a descubrir que los extraños no son tan extraños. Ellos tienen algo de nosotros y nosotros algo de ellos. Y es que el contacto con ellos, una y otra vez, nos enriquece y revienta las fronteras del yo y su estrechez de miras.

Las migraciones tienen que convertirse en un elemento aglutinador de la cultura y de la diversidad social. Los migrantes requieren más justicia en el trato y en el acceso a nuevas oportunidades. Los factores restrictivos tienen que desaparecer. Debemos ser adultos en la mirada y darnos cuenta de que el intercambio con personas de otros países, sea del lugar que vengan y sea la historia que traigan, es una oportunidad para el encuentro y el diálogo.

Mientras tanto, Zunilda sigue partiendo el pan. Como todos los sábados está preparando la merienda para los niños del asentamiento. Me pide que le ayude a preparar la leche. En eso, aparece Beatriz para saludarme. Hoy tiene 20 años y está terminando el colegio.

Los migrantes que luchan cada día nos enseñan que no hay fronteras, que no hay confines, y que sólo Dios es nuestra esperanza.

 

Jesús Vino a Salvar, y lo que Salva es la Misericordia

Jesús dijo a Nicodemo:

«De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.

 Sí, tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

 El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado,porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

 En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo,y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz,porque sus obras eran malas.

Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.

 En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios» (Juan 3, 14-21).

Contemplación

Me impresionó esa foto del Papa Francisco confesándose por que todos están mirando para otro lado mientras él, de blanco y con los zapatitos juntos, como un chico de escuela, se confiesa en esos confesionarios macizos y un poco incómodos de San Pedro.

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A la semana de llegar a Roma, la primera entrada en San Pedro la hice por la puerta de los peregrinos que está detrás. Como ahora te hacen pasar por un scanner si llevás bolsos, la cola siempre es larga y cuando uno anda cerca no es que entra así nomás como era hace 20 años. La cuestión es que me dieron ganas de confesarme y me confesé con un franciscano muy simpático, que me dijo que ellos habían venido cuando fue la supresión de la Compañía, que tenía esa misión, de ser confesores en San Pedro. Me dio un poco de nostalgia, aunque le pregunté si la gente se confesaba mucho y me dijo que no tanto, que siempre había pero no es que hicieran cola. Uno ve mucho turista y los confesionarios inmensos casi sin gente. Pero lo que quería decir es que viendo al Papa de rodillas en ese confesionario y viendo su posición podía sentir esa “incomodidad” de los confesionarios. El reclinatorio te queda alto por todos lados, para los brazos que hay que estirarse para poner los codos y para los pies que quedan medio de punta. Decía que impresiona ver al personal –a los de frac, que parecen mozos de un hotel de lujo, al guardia suizo, con su penacho rojo y al resto, mirando para adelante y al papa sumergido en el confesionario.

Con dos años de papado, Francisco ya nos “acostumbró” a algunos gestos, pero creo que hace bien que nos siga sorprendiendo que se confiese en público como sorprendió el año pasado. Decía un periodista: “Tras leer un sermón, el Papa debía escuchar las confesiones de los fieles al igual que unos 60 sacerdotes presentes en la inmensa iglesia.

Su maestro de ceremonias, monseñor Guido Marini, le indicó al Papa un confesionario vacío, pero el pontífice se dirigió a otro, se arrodilló frente a un sorprendido sacerdote y se confesó durante unos minutos”. El dice que se confiesa cada quince días, porque es un pecador, como todos.

Y vuelvo a la “incomodidad” de los confesionarios. Cuesta confesarse. Y hace mucho bien. Cuesta decidirse, y luego uno sale respirando hondo, despejado, después del “suspirito”, como los chicos. (Siempre que confieso a los chicos me fijo cuando dan “el suspirito”. Señal que ya estuvo y que estuvo bien. Y con los grandes es lo mismo).

La incomodidad es por una cosa o por otra, pero siempre está. Puede ser pequeña, pequeñísima, como algo que se deja para después, aunque uno no tenga problema en confesarse, o inmensa, como la idea de mover la piedra del sepulcro, cuando uno tiene alguna de esas cosas que se le atragantaron vaya a saber cuándo y no se anima ni a pensar en tocar el tema. Hay incomodidades de tipo cultural, como la de Nicodemo, que va de noche para que no lo vea nadie, no vaya a ser que le cuenten a sus pares del sanedrín. Ayer me quería confesar para acompañar la jornada del Papa y adelantar en espíritu el año de la Misericordia que anunció “inesperadamente”, como dijeron algunos (qué menos inesperado que Francisco anuncie un año de la misericordia si no habla de otra cosa desde que fue elegido Papa!. Pero ahí se ve que la imagen de los que están mirando para otro lado no es simbólica sino que es muy real), me quería confesar, decía y el padre me hizo esperar porque un hermano le había pedido antes. La cuestión es que aproveché para hacer un examen de conciencia un poquito más intenso y me dio mucha incomodidad verme con tantas pequeñas bajezas. Los pecados más grandes son más netos y, cuando uno se anima, dan la sensación de cierta “grandeza”, de sincera valentía. Pero las mezquindades cotidianas como que se resisten a que uno las “acerque a la luz”, como dice Jesús: “Todo el que obra mal aborrece la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios”. A mi me ayuda escribir las cosas, porque al escribirlas como que terminan saliendo tal cual como las quería decir y luego, delante del confesor, las puedo leer. Si no, si las tengo dando vueltas, me influye más la persona del confesor: si muestra apuro no me explayo en algo que me gustaría, si habla él siento que me corta lo mío, si me alienta a seguir, profundizo más…

La cuestión es que hasta el Papa se confiesa y entra por ese molde que nos dejó Jesús y que institucionalizó la Iglesia. Es un sacramento y la gracia de la misericordia viene de esa fuente, con esos envases, en ese “quiosco”, con estos curas y con las vueltas y mañas de cada uno. Jesús está ahí y, como Nicodemo, cada uno tiene que encontrar su ratito para ir a verlo. Si es de noche, de noche. Pero no hay que perderse la cita. El Papa puso la cosa en términos de “camino”, de proceso, como a él le gusta. Cuando Jesús le dice a Nicodemo que el Padre lo envió para salvar al mundo, no para juzgarlo, uno se da cuenta de que le quiere quitar las cosquillas y los miedos y aclararle bien el asunto, que se trata de pura misericordia y bondad y que “el confesionario no es una cámara de torturas” como nos hace ver Francisco. El mismo Papa nos compartió que en este tiempo había estado “pensando a menudo cómo puede la Iglesia hacer más evidente su misión de ser testigo de la misericordia”. Es lo mismo, ¿se dan cuenta? El Señor siempre viene con la bondad de Dios y nosotros tenemos mil vueltas. El problema de Jesús y del Papa es cómo hacer para que creamos de verdad que Dios quiere salvarnos y no juzgarnos.

Pope Francis' General Audience

Ahí Francisco lo planteó como “un camino que comienza con una conversión espiritual; tenemos que recorrer este camino” –nos dice-. Y para ello, anunció un “Jubileo extraordinario que tendrá como centro la misericordia de Dios. Será un año santo de la Misericordia. Lo queremos vivir a la luz de la palabra del Señor: “sean misericordiosos como el Padre’ (Lc 6, 36). Y esto, especialmente para los confesores! Tanta misericordia!”. Dijo esto y se fue a confesar. Y cada uno tiene que imitarlo: agarrar e irse a confesar.

Ayuda primero dar gracias. Antes de meterse con los pecados, comenzar por dar gracias de todo lo lindo y lo bueno que el Señor no sólo nos ha dado sino que nos ha llevado a hacer. Dar gracias por lo mejor que tiene uno, comenzar por alguna limosna que uno haya dado o algún gesto de caridad que le haya salido espontáneo y hermoso y lo haya consolado a algún otro. La limosna borra multitud de faltas y si uno piensa en la cara de alguno al que dio una limosna seguro que se siente más confiado a la hora de acercarse a Jesús para pedirle perdón de sus pecados.

Depués viene el examen de conciencia de las faltas. Puede ayudar anotar primero que todo el pecado de vergüenza de confese. Fue lo primero que confesaron Adán y Eva cuando, después que pecaron, Dios los vino a buscar y ellos se escondieron. Cuando uno confiesa que le cuesta, después es más fácil decir lo que viene.

Una vez que uno está en la cosa, hay que dejarse “guiar” por el sacerdote. Es como ir al médico: unos te atienden mejor otros más distantes…, la cosa es que en la confesión es el Señor el que da la absolución y si te la da, no hay que fijarse mucho en la letra ni en el tiempo que tardó. Además, la confesión es una sola repartida en muchas veces a lo largo de la vida y lo que no se arregló del todo en una se arregla en otra. Lo importante es que, como les digo a los chinos, cuando me dicen que van a “hablar chino”: “Jesús entiende”. No importa que no entienda mucho el cura y tampoco que entienda todo lo que dice uno mismo. La confesión es sacramente de Su Misericordia y el Señor se las arregla para derramarla en nuestros corazones con los pobres medios que nosotros ponemos. Si la curó a la hemorroisa con que sólo le tocara la orla de su manto! El Señor se las arreglaba para decirle a la gente “tus pecados están perdonados” en las situaciones más extrañas. Los que miraban de afuera decían “de qué habla”, o “quien se cree que es éste”. Pero él le leía el corazón a la gente y sabía que se acercaban de muchas maneras y pidiendo esto o aquello pero que en el fondo lo que andaban buscando es que les perdonara los pecados. Igual que nosotros, igual que todos.

Al leer la homilía de ayer me llamó la atención que terminara diciendo que “la iglesia, que tiene tanta necesidad de recibir misericordia, porque somos pecadores, podrá encontrar en este jubileo la alegría para redescubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos estamos llamados a dar consolación a todo hombre y a toda mujer de nuestro tiempo. No nos olvidemos que Dios perdona todo, que Dios perdona siempre. No nos cansemos de pedir perdón”. El Papa nos anima a “recibir primero nosotros –la iglesia entera- esa misericordia que después estamos llamados a repartir, digamos, con gestos y obras. En este año del Sínodo de la Familia, en el que algunos por querer defender la doctrina endurecen el corazón, como si esta hubiera sido la estrategia de Jesús alguna vez y no todo lo contrario, como ser mostrarse más bueno hasta el punto de dar la vida por los pecadores, el Papa pone este marco de un año de misericordia para que guíe todo lo que hagamos y hablemos.

Termino con tres citas suyas:

En el primer Ángelus después de su elección, el Santo Padre decía que: “Al escuchar misericordia, esta palabra cambia todo. Es lo mejor que podemos escuchar: cambia el mundo. Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más justo. Necesitamos comprender bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso que tiene tanta paciencia” (Ángelus del 17 de marzo de 2013).

También este año, en el Ángelus del 11 de enero, manifestó: “Estamos viviendo el tiempo de la misericordia. Éste es el tiempo de la misericordia. Hay tanta necesidad hoy de misericordia, y es importante que los fieles laicos la vivan y la lleven a los diversos ambientes sociales. ¡Adelante!”.

Y en el mensaje para la Cuaresma del 2015, el Santo Padre escribe: “Cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia”.

Para esto, el primer pasito delante de cada uno irá para el lado del confesionario más cercano. Hay una foto que no saldrá en los diarios del mundo pero sí en la red digital del cielo y es la nuestra, la tuya y la mía, arrodillados, como Francisco, en algún confesionario.

Diego Fares sj

 

Múltiples rostros de la esclavitud…

En el mensaje del Papa Francisco en torno a la Jornada Mundial de la Paz, nos invita a abrir la ventana y ver las diferentes injusticias que habitan en el mundo afectando a muchos de nuestros hermanos. Nos invita a tender puntes de fraternidad con hombres y mujeres que sufren la esclavitud del siglo 21 y nos exhorta a  hacernos cargos del papel que a cada uno le toca en la sociedad en la que vivimos. 

Compartimos algunos fragmentos del mensaje de Francisco, para leer la nota completa ingresa aquí.

Desde tiempos inmemoriales, las diferentes sociedades humanas conocen el fenómeno del sometimiento del hombre por parte del hombre. Ha habido períodos en la historia humana en que la institución de la esclavitud estaba generalmente aceptada y regulada por el derecho.

Hoy, como resultado de un desarrollo positivo de la conciencia de la humanidad, la esclavitud, crimen de lesa humanidad, está oficialmente abolida en el mundo. El derecho de toda persona a no ser sometida a esclavitud ni a servidumbre está reconocido en el derecho internacional como norma inderogable.

Sin embargo, a pesar de que la comunidad internacional ha adoptado diversos acuerdos para poner fin a la esclavitud en todas sus formas, y ha dispuesto varias estrategias para combatir este fenómeno, todavía hay millones de personas –niños, hombres y mujeres de todas las edades– privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud.

Me refiero a tantos trabajadores y trabajadoras, incluso menores, oprimidos de manera formal o informal en todos los sectores, desde el trabajo doméstico al de la agricultura, de la industria manufacturera a la minería, tanto en los países donde la legislación laboral no cumple con las mínimas normas y estándares internacionales, como, aunque de manera ilegal, en aquellos cuya legislación protege a los trabajadores.

Pienso también en las condiciones de vida de muchos emigrantes que, en su dramático viaje, sufren el hambre, se ven privados de la libertad, despojados de sus bienes o de los que se abusa física y sexualmente. En aquellos que, una vez llegados a su destino después de un viaje durísimo y con miedo e inseguridad, son detenidos en condiciones a veces inhumanas.

Pienso en los que se ven obligados a la clandestinidad por diferentes motivos sociales, políticos y económicos, y en aquellos que, con el fin de permanecer dentro de la ley, aceptan vivir y trabajar en condiciones inadmisibles, sobre todo cuando las legislaciones nacionales crean o permiten una dependencia estructural del trabajador emigrado con respecto al empleador, como por ejemplo cuando se condiciona la legalidad de la estancia al contrato de trabajo… Sí, pienso en el «trabajo esclavo».

Pienso en las personas obligadas a ejercer la prostitución, entre las que hay muchos menores, y en los esclavos y esclavas sexuales; en las mujeres obligadas a casarse, en aquellas que son vendidas con vistas al matrimonio o en las entregadas en sucesión, a un familiar después de la muerte de su marido, sin tener el derecho de dar o no su consentimiento.

No puedo dejar de pensar en los niños y adultos que son víctimas del tráfico y comercialización para la extracción de órganos, para ser reclutados como soldados, para la mendicidad, para actividades ilegales como la producción o venta de drogas, o paraformas encubiertas de adopción internacional.

Pienso finalmente en todos los secuestrados y encerrados en cautividad por grupos terroristas, puestos a su servicio como combatientes o, sobre todo las niñas y mujeres, como esclavas sexuales. Muchos de ellos desaparecen, otros son vendidos varias veces, torturados, mutilados o asesinados.

Camino a la Fraternidad…

En su tarea de «anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad», la Iglesia se esfuerza constantemente en las acciones de carácter caritativo partiendo de la verdad sobre el hombre. Tiene la misión de mostrar a todos el camino de la conversión, que lleve a cambiar el modo de ver al prójimo, a reconocer en el otro, sea quien sea, a un hermano y a una hermana en la humanidad; reconocer su dignidad intrínseca en la verdad y libertad…

En esta perspectiva, deseo invitar a cada uno, según su puesto y responsabilidades, a realizar gestos de fraternidad con los que se encuentran en un estado de sometimiento. Preguntémonos, tanto comunitaria como personalmente, cómo nos sentimos interpelados cuando encontramos o tratamos en la vida cotidiana con víctimas de la trata de personas, o cuando tenemos que elegir productos que con probabilidad podrían haber sido realizados mediante la explotación de otras personas.

Algunos hacen la vista gorda, ya sea por indiferencia, o porque se desentienden de las preocupaciones diarias, o por razones económicas. Otros, sin embargo, optan por hacer algo positivo, participando en asociaciones civiles o haciendo pequeños gestos cotidianos –que son tan valiosos–, como decir una palabra, un saludo, un «buenos días» o una sonrisa, que no nos cuestan nada, pero que pueden dar esperanza, abrir caminos, cambiar la vida de una persona que vive en la invisibilidad, e incluso cambiar nuestras vidas en relación con esta realidad.

Debemos reconocer que estamos frente a un fenómeno mundial que sobrepasa las competencias de una sola comunidad o nación. Para derrotarlo, se necesita una movilización de una dimensión comparable a la del mismo fenómeno.

Por esta razón, hago un llamamiento urgente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y a todos los que, de lejos o de cerca, incluso en los más altos niveles de las instituciones, son testigos del flagelo de la esclavitud contemporánea, para que no sean cómplices de este mal, para que no aparten los ojos del sufrimiento de sus hermanos y hermanas en humanidad, privados de libertad y dignidad, sino que tengan el valor de tocar la carne sufriente de Cristo, que se hace visible a través de los numerosos rostros de los que él mismo llama «mis hermanos más pequeños» (Mt 25,40.45).

Sabemos que Dios nos pedirá a cada uno de nosotros: ¿Qué has hecho con tu hermano? (cf. Gn 4,9-10). La globalización de la indiferencia, que ahora afecta a la vida de tantos hermanos y hermanas, nos pide que seamos artífices de una globalización de la solidaridad y de la fraternidad, que les dé esperanza y los haga reanudar con ánimo el camino, a través de los problemas de nuestro tiempo y las nuevas perspectivas que trae consigo, y que Dios pone en nuestras manos.

Papa Francisco.

Novedades Papa Francisco

«Las tensiones y conflictos nos hacen crecer’, Francisco a Jóvenes del MEJ

En un ambiente de fiesta, la mañana del viernes 7 de agosto, el Papa Francisco encontró a los jóvenes del Movimiento Eucarístico Juvenil, en el Aula Pablo VI del Vaticano, con ocasión del Centenario de su Fundación. – OSS_ROM

 Tensión, dialogo, conflicto, respeto, encuentro con Jesús, estupor, paz, alegría, Eucaristía como memoria de lo que Jesús hizo por nosotros, palabras claves en el diálogo del Papa con los jóvenes del Movimiento Eucarístico juvenil.

Jóvenes del Movimiento Eucarístico Juvenil de la Compañía de Jesús, reunidos en Roma de diversas partes del mundo, en la celebración del centenario, dialogaron en Audiencia con el Papa, haciéndole preguntas y escuchando sus respuestas.

Las Palabras del Papa

Tensión y conflicto. Francisco inició las respuestas diciendo que le impresionaron algunas palabras de las preguntas: Tensión y conflicto. Solamente en el cementerio y en el Paraíso no hay tensiones y conflictos. Si hay tensiones y conflictos quiere decir que estoy vivo. No tengo que tener miedo de las tensiones y conflictos porque me hacen crecer. Pero ustedes tienen que discernir cuáles son las verdaderas tensiones y conflictos a los que hay que atender. Las tensiones se resuelven con el diálogo. No hay que pegarse demasiado a una tensión porque eso hace mal. Siempre buscando la armonía y la armonía se hace de tensiones y a su vez genera otras tensiones. Esto con respecto a la familia.

¿Qué hacemos frente a conflictos sociales y también culturales? También los conflictos pueden hacer bien porque nos hacen entender que hay cosas diversas. El conflicto para ser bien asumido debe ser orientado hacia la unidad en el respeto a cada identidad. El conflicto se resuelve con respeto a la identidad. Los conflictos que no se resuelven terminan en guerra. Y hay conflictos que son violencia. Se llama: “matar”. Hay lugares donde a los cristianos, no sólo no se les respeta su identidad; sino que se los mata. Si en un país hay tanta diversidad, sólo el respeto resuelve el conflicto.

La paz de Jesús y no la falsa paz del enemigo es el desafío A la pregunta sobre cuál ha sido para él el mayor desafío de su vida como religioso respondió: El mayor desafío ha sido encontrar la paz en el señor. Ha sido el mayor desafío de mi vida religiosa. Hay otro desafío: saber distinguir la paz de Jesús de la paz que no es de Jesús. Discernir la verdadera paz de la falsa paz. La verdadera paz viene siempre de Jesús. La paz superficial que solo me contenta un poco viene del enemigo. Saber conocer y distinguir cuál es la paz de Jesús y cuál la falsa paz del enemigo que me destruye. Te pone en medio de la calle y después te deja solo. Nosotros decimos que “el diablo es un mal pagador”, es un estafador que muestra una paz maquillada. Pero ¿cómo se que la paz es de Jesús? Por la alegría. El diablo solo me puede dar diversión, un poco de circo, te da felicidad un rato, pero nunca te da esta alegría. Mientras que Jesús es un buen pagador, paga muy bien.

Los abuelos son la memoria de la fe La familia es otra palabra importante de la que han hablado. No solamente están las tensiones generacionales entre los papás y entre mis padres y yo, sino que, también en las generaciones están los abuelos. Y los abuelos son los grandes olvidados de este tiempo. Yo me pregunto: ¿Ustedes hablan con sus abuelos? Los abuelos son fuente de sabiduría porque tienen la memoria de la vida, la memoria de la fe, la memoria de las tensiones, la memoria de los conflictos. ¡Son buenos los abuelos!

El signo de la amistad con Jesús. Respondiendo a una pregunta sobre la amistad con Jesús, Francisco expresó: ‘Jesús dice ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les digo. Jesús me habla con la paz y la alegría que me da en tantas maneras de encontrarlo. Lo encuentro en la oración, la Eucaristía y ayudando a los necesitados. “Encontrar a Jesús”, no se olviden de esta palabra. Pensemos en ese día que Jesús pasaba y que Juan y Andrés escucharon a Juan Bautista que les dijo: “Ese es…” … Que sucedió después: Andrés fue con su hermano lleno de alegría y estupor. El encuentro con Jesús da estupor, paz, alegría.’

Para profundizar en la Eucaristía Le preguntaron qué les diría a los jóvenes con el fin de que descubran la profundidad de la Eucaristía. Respondió: Ayuda pensar en la Última Cena. Esas palabras que Jesús dijo cuando dio el pan y el vino: “hagan esto en memoria mía”. Es ahí que nos salva Jesús. La memoria de un amor tan grande que ha dado su vida por mí. La gracia de la memoria de lo que Jesús hizo por mí. No es un ritual, una ceremonia. Es otra cosa. Es la sangre de Jesús, el misterio de la Eucaristía. Es memoria de que Jesús ha dado su vida por mí. Si tú quieres profundizar, recuerda. San Pablo dice: Acuérdate de Jesucristo resucitado de entre los muertos… La memoria… Cada vez que vayan a rezar delante del sagrario, acuérdense de esto.

Piensen estas palabras tensión, diálogo, conflicto, respeto, Encuentro con Jesús, amistad con Jesús: paz y alegría. Profundizar en la eucaristía recordar lo que hizo Jesús por mí. Estamos en un mundo en guerra, hay muchas cosas feas, pero también hay muchas cosas lindas y buenas. Tenemos tantos motivos para ir adelante, tantos santos escondidos en el Pueblo de Dios. Dios está presente. ¡Animo y adelante!

Fuente: Radio Vaticana

Traducción y sintesis: jesuita Guillermo Ortiz – Radio Vaticana

Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación

Fuente: Radio Vaticana

Texto completo de la Carta del Papa Francisco, fechada el 6 de agosto de 2015, Fiesta de la Transfiguración del Señor:

«Compartiendo con el amado hermano Bartolomé, Patriarca Ecuménico, la preocupación por el futuro de la creación (cf. Carta Enc. Laudato si’, 7-9) y, acogiendo la sugerencia de su representante, el Metropolita Ioannis de Pérgamo, que intervino en la presentación de la Encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común, deseo comunicarles que he decidido instituir también en la Iglesia Católica la «Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación», que, a partir del año en curso, será celebrada el 1 de septiembre, tal como acontece desde hace tiempo en la Iglesia Ortodoxa.

Como cristianos, queremos ofrecer nuestra contribución para superar la crisis ecológica que está viviendo la humanidad. Para ello debemos ante todo extraer de nuestro rico patrimonio espiritual las motivaciones que alimentan la pasión por el cuidado de la creación, recordando siempre que, para los creyentes en Jesucristo, Verbo de Dios hecho hombre por nosotros, «la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo, ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea» (ibíd., 216). La crisis ecológica nos llama por tanto a una profunda conversión espiritual: los cristianos están llamados a una «conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea» (ibíd., 217). De hecho, «vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana» (ibíd.).

La Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebrará anualmente, ofrecerá a cada creyente y a las comunidades una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación, elevando a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha confiado a nuestro cuidado, invocando su ayuda para la protección de la creación y su misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en el que vivimos. La celebración de la Jornada en la misma fecha que la Iglesia Ortodoxa será una buena ocasión para testimoniar nuestra creciente comunión con los hermanos ortodoxos. Vivimos en un tiempo en el que todos los cristianos afrontamos idénticos e importantes desafíos, y a los que debemos dar respuestas comunes, si queremos ser más creíbles y eficaces. Por esto, espero que esta Jornada pueda contar con la participación de otras Iglesias y Comunidades eclesiales y se pueda celebrar en sintonía con las iniciativas que el Consejo Ecuménico de las Iglesias promueve sobre este tema.

Le pido a Usted, cardenal Turkson, Presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, que ponga en conocimiento de las Comisiones de Justicia y Paz de las Conferencias Episcopales, así como de los Organismos nacionales e internacionales que trabajan en el ámbito ecológico, la institución de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, para que, de acuerdo con las exigencias y las situaciones locales, la celebración se organice debidamente con la participación de todo el Pueblo de Dios: sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos. Para este propósito, y en colaboración con las Conferencias Episcopales, ese Dicasterio se esforzará por llevar a cabo iniciativas adecuadas de promoción y animación, para que esta celebración anual sea un momento intenso de oración, reflexión, conversión y asunción de estilos de vida coherentes.

Le pido a Usted, cardenal Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, que se ponga en contacto con el Patriarcado Ecuménico y con las demás realidades ecuménicas, para que dicha Jornada Mundial sea signo de un camino que todos los creyentes en Cristo recorren juntos. Además, ese Dicasterio se ocupará de la coordinación con iniciativas similares organizadas por el Consejo Ecuménico de las Iglesias.

Esperando la más amplia colaboración para el buen comienzo y desarrollo de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, invoco la intercesión de la Madre de Dios María Santísima y de san Francisco de Asís, cuyo Cántico de las Criaturas mueve a tantos hombres y mujeres de buena voluntad a vivir alabando al Creador y respetando la creación. Como confirmación de estos deseos, le imparto a ustedes, Señores cardenales, y a cuantos colaboran en su ministerio, la Bendición Apostólica.

Vaticano, 6 de agosto de 2015

Fiesta de la Transfiguración del Señor»

‘La Iglesia no tiene las puertas cerradas a nadie’

Audiencia del Papa Francisco, del miércoles 5 de agosto de 2015, en la que se refirió a la situación de los divorciados que han en una nueva unión. 

Fuente: News.Va

Queridos Hermanos y Hermanas:

«Retomando las reflexiones sobre la familia, deseo referirme hoy a la situación de los que tras la ruptura de su vinculo matrimonial han establecido una nueva convivencia, y a la atención pastoral que merecen. La Iglesia sabe bien que tal situación contradice el sacramento cristiano, pero con corazón de madre busca el bien y la salvación de todos, sin exclusión de nadie. Animada por el Espíritu Santo y por amor a la verdad, siente el deber de «discernir bien las situaciones», diferenciando entre quienes han sufrido la separación y quienes la han provocado.

Si se mira la nueva unión desde los hijos pequeños vemos la urgencia de una acogida real hacia las personas que viven tal situación. ¿Cómo podemos pedirle a estos padres educar a los hijos en la vida cristiana si están alejados de la vida de la comunidad? Es necesario una fraterna y atenta acogida, en el amor y en la verdad, hacia estas personas que en efecto no están excomulgadas: ellas forman parte siempre de la Iglesia.

«No tenemos recetas sencillas», pero es preciso manifestar la disponibilidad de la comunidad y animarlos a vivir cada vez más su pertenencia a Cristo y a la Iglesia con la oración, la escucha de la Palabra de Dios, la participación en la liturgia, la educación cristiana de los hijos, la caridad, el servicio a los pobres y el compromiso por la justicia y la paz. La Iglesia no tiene las puertas cerradas a nadie«.

«Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. En la memoria litúrgica de la Dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor, confiemos a la Madre de Dios a todas las familias. Muchas gracias.»

Francisco: ‘ Dios es capaz de multiplicar nuestros pequeños gestos’

Palabras del Santo Padre, previas a la oración del Ángelus del domingo 26 de Julio de 2015. En ellas, reflexiona en torno al Evangelio del día que narra el episodio de la «Multiplicación de los Panes».

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (Jn 6, 1-15) presenta el gran signo de la multiplicación de los panes, en la narración del evangelista Juan. Jesús se encuentra en la orilla del lago de Galilea, y está rodeado por “una gran multitud”, atraída por los “signos que hacía curando a los enfermos”.

En Él actúa el poder misericordioso de Dios, que cura todo mal del cuerpo y del espíritu. Pero Jesús no es un sanador, es también maestro: en efecto sube al monte y se sienta, en la típica actitud del maestro cuando enseña: sube sobre aquella “cátedra” natural creada por su Padre celestial. Llegado a este punto Jesús, que sabe bien lo que está por hacer, pone a la prueba a sus discípulos.

¿Qué hacer para dar de comer a toda aquella gente? Felipe, uno de los Doce, hace un rápido cálculo: organizando una colecta, se podrán recoger, al máximo, doscientos denarios para comprar el pan que, sin embargo, no alcanzaría para dar de comer a cinco mil personas.

Los discípulos razonan en términos de “mercado”, pero Jesús, a la lógica del comprar, sustituye aquella otra lógica, la lógica del dar. Las dos lógicas, ¿no? La del comprar y la del dar. Y he aquí que Andrés, otro de los Apóstoles, hermano de Simón Pedro, presenta a un muchacho que pone a disposición todo lo que tiene: cinco panes y dos pescados; pero ciertamente – dice Andrés – son nada para aquella gente (Cfr. v. 9).

Pero Jesús esperaba precisamente esto. Ordena a los discípulos que hagan sentar a la gente, después tomó aquellos panes y aquellos pescados, dio gracias al Padre y los distribuyó (Cfr. v. 11). Estos gestos anticipan aquellos de la Última Cena, que dan al pan de Jesús su significado más verdadero.

El pan de Dios es Jesús mismo. Tomando la Comunión con Él, recibimos su vida en nosotros y llegamos a ser hijos del Padre celestial y hermanos entre nosotros. Tomando la Comunión nos encontramos con Jesús, realmente vivo y resucitado. Participar en la Eucaristía significa entrar en la lógica de Jesús, la lógica de la gratuidad, de la participación. Y por más pobres que seamos, todos podemos dar algo. “Tomar la Comunión” también significa tomar de Cristo la gracia que nos hace capaces de compartir con los demás lo que somos y lo que tenemos.

La multitud está sorprendida por el prodigio de la multiplicación de los panes; pero el don que Jesús ofrece es plenitud de vida para el hombre hambriento. Jesús sacia no sólo el hambre material, sino aquella más profunda, el hambre de sentido de la vida, el hambre de Dios.

Frente al sufrimiento, a la soledad, a la pobreza y a las dificultades de tanta gente, ¿qué podemos hacer nosotros? Lamentarse no resuelve nada, pero podemos ofrecer lo poco que tenemos. Como aquel muchacho. Ciertamente tenemos alguna hora de tiempo, algún talento, alguna competencia… ¿Quién de nosotros no tiene sus “cinco panes y dos pescados”? Todos tenemos.

Si estamos dispuestos a ponerlos en las manos del Señor, bastarán para que en el mundo haya un poco más de amor, de paz, de justicia y, sobre todo, de alegría. ¡Cuán necesaria es la alegría en el mundo! Dios es capaz de multiplicar nuestros pequeños gestos. Gestos de solidaridad y hacernos partícipes de su don.

Que nuestra oración sostenga el empeño común para que jamás falte a nadie el Pan del cielo que da la vida eterna y lo necesario para una vida diga, y para que se afirme la lógica del compartir y del amor. Que la Virgen María nos acompañe con su intercesión maternal.

Fuente: News.Va

Francisco: ‘La ecología es total, es humana’

Papa Francisco habló a los Alcaldes de 70 ciudades del mundo reunidos en el Encuentro sobre “Esclavitud moderna y cambio climático, el compromiso de las grandes ciudades” en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano. Este evento organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias busca reflexionar sobre la trata de personas y el cambio climático.

Buenas tardes, bienvenidos.

Les agradezco sinceramente, de corazón el trabajo que han hecho. Es verdad que todo giraba alrededor del tema del cuidado del ambiente, de esa cultura del cuidado del ambiente. Pero esa cultura del cuidado del ambiente no es una actitud solamente – lo digo en buen sentido – “verde”, no es una actitud “verde”, es mucho más. Es decir, cuidar el ambiente significa una actitud de ecología humana. O sea, no podemos decir: la persona está aquí y el “Creato”, el ambiente, está allí. La ecología es total, es humana. Eso es lo que quise expresar en la Encíclica “Laudato Si”: que no se puede separar al hombre del resto, hay una relación de incidencia mutua, sea del ambiente sobre la persona, sea de la persona en el modo como trata el ambiente; y también, el efecto de rebote contra el hombre cuando el ambiente es maltratado. Por eso, frente a una pregunta que me hicieron yo dije: “no, no es una encíclica ‘verde’, es una encíclica social”. Porque dentro del entorno social, de la vida social de los hombres, no podemos separar el cuidado del ambiente. Más aun, el cuidado del ambiente es una actitud social, que nos socializa en un sentido o en otro – cada cual le puede poner el valor que quiere – y por otro lado, nos hace recibir – me gusta la expresión italiana cuando hablan del ambiente – del “Creato”, de aquello que nos fue dado como don, o sea, el ambiente.

Por otro lado, ¿por qué esta invitación que me pareció una idea – de la Academia de monseñor Sánchez Sorondo – muy fecunda, de invitar a los alcaldes, a los síndicos de las grandes ciudades y no tan grandes, pero invitarlos aquí para hablar de esto? Porque una de las cosas que más se nota cuando el ambiente, la Creación, no es cuidada es el crecimiento desmesurado de las ciudades. Es un fenómeno mundial, es como que las cabezas, las grandes ciudades, se hacen grandes pero cada vez con cordones de pobreza y de miseria más grandes, donde la gente sufre los efectos de un descuido del ambiente. En este sentido, está involucrado el fenómeno migratorio. ¿Por qué la gente viene a las grandes ciudades, a los cordones de las grandes ciudades, las villas miseria, las chabolas, las favelas? ¿Por qué arma eso? Simplemente porque ya el mundo rural para ellos no les da oportunidades. Y un punto que está en la encíclica, y con mucho respeto, pero se debe denunciar, es la idolatría de la tecnocracia. La tecnocracia lleva despojar de trabajo, crea desocupación, los fenómenos desocupatorios son muy grandes y necesitan ir migrando, buscando nuevos horizontes. El gran número de desocupados alerta. No tengo las estadísticas- pero en algunos países de Europa, sobre todo en los jóvenes, la desocupación juvenil, de los 25 años hacia abajo, pasa del 40 por ciento y en algunos llega al 50 por ciento. Entre 40, 47 –estoy pensando en otro país – 50 – estoy pensando en otras estadísticas serias dadas por los jefes de gobierno, los jefes de Estado directamente. Y eso proyectado hacia el futuro nos hace ver un fantasma, o sea, una juventud desocupada que hoy ¿qué horizonte y qué futuro puede ofrecer?, ¿qué le queda a esa juventud? O las adicciones, o el aburrimiento, o el no saber qué hacer de su vida – una vida sin sentido, muy dura –, o el suicidio juvenil – las estadísticas de suicidio juvenil no son publicadas en su totalidad –, o buscar en otros horizontes, aún en proyectos guerrilleros, un ideal de vida.

Por otro lado, la salud está en juego. La cantidad de enfermedades “raras”, así se llaman que vienen de muchos elementos de fertilización de los campos – o vaya a saber, todavía no saben bien las causas – pero de un exceso de tecnificación. Entre los problemas más grandes que están en juego es el oxígeno y el agua. Es decir, la desertificación de grandes zonas por la deforestación. Acá al lado mío está el cardenal arzobispo encargado de la Amazonia brasilera, él puede decir lo que significa una deforestación hoy día, en la Amazonia, que es el pulmón del mundo, Congo, Amazonia, grandes pulmones del mundo-. La deforestación en mi patria hace unos años – hace 8 o 9 años – me acuerdo que hubo del Gobierno Federal a una Provincia, hubo un juicio para detener una deforestación que afectaba a la población. ¿Qué sucede cuando todos estos fenómenos de tecnificación excesiva, de no cuidado del ambiente, además de los fenómenos naturales, inciden sobre la migración? El no haber trabajo, y después la trata de las personas. Cada vez es más común el trabajo en negro, un trabajo sin contrato, un trabajo arreglado debajo de la mesa. ¡Cómo ha crecido! El trabajo en negro es muy grande, lo cual significa que una persona no gana lo suficiente para vivir. Eso puede provocar actitudes delictivas y todo lo que sucede en una gran ciudad por esas migraciones provocadas por la tecnificación. Sobre todo me refiero al agro o la trata de las personas en el trabajo minero, la esclavitud minera todavía es muy grande y es muy fuerte. Y lo que significa el uso de ciertos elementos de lavado de minerales – arsénico, cianuro – que inciden en enfermedades de la población. En eso hay una responsabilidad muy grande. O sea que todo rebota, todo vuelve. Es el efecto rebote contra la misma persona. Puede ser la trata de personas por el trabajo esclavo, la prostitución, que son fuentes de trabajo para poder sobrevivir hoy día.

Por eso me alegra que ustedes hayan reflexionado sobre estos fenómenos. Yo mencioné algunos, no más, que afectan a las grandes ciudades.

Finalmente, yo diría que sobre esto hay que interesar a las Naciones Unidas. Tengo mucha esperanza en la Cumbre de París, de noviembre, que se logre algún acuerdo fundamental y básico. Tengo mucha esperanza, pero sin embargo, las Naciones Unidas tienen que interesarse muy fuertemente sobre este fenómeno, sobre todo, en la trata de personas provocada por este fenómeno ambiental, la explotación de la gente. Recibí hace un par de meses a una delegación de mujeres de las Naciones Unidas encargadas de la explotación sexual de los niños en los países de guerra. O sea, los niños como objeto de explotación. Es otro fenómeno. Y las guerras son también elemento de desequilibrio del ambiente.

Quisiera terminar con una reflexión que no es mía, es del teólogo y filósofo Romano Guardini. Él habla de dos formas de incultura: la incultura que Dios nos entregó para que nosotros la transformáramos en cultura y nos dio el mandato de cuidar, y hacer crecer, y dominar la tierra; y la segunda incultura, cuando el hombre no respeta esa relación con la tierra, no la cuida – es muy claro en el relato bíblico que es una literatura de tipo místico allí-. Cuando no la cuida, el hombre se apodera de esa cultura y la empieza a sacar de cause. O sea, la incultura la saca de cause y se le va de las manos y forma una segunda forma de incultura: la energía atómica es buena, puede ayudar, pero hasta aquí, sino pensemos en Hiroshima y en Nagasaki, o sea ya se crea el desastre y la destrucción – por poner un ejemplo antiguo. Hoy día, en todas las formas de incultura, como las que ustedes han tratado, esa segunda forma de incultura es la que destruye al hombre. Un rabino del medioevo, más o menos de la época de Santo Tomás de Aquino – y quizás alguno de ustedes me lo escuchó – explicaba en un “midrash” el problema de la torre de Babel a sus feligreses en la sinagoga, y decía que construir la torre de Babel llevó mucho tiempo, y llevó mucho trabajo, sobre todo hacer los ladrillos – suponía armar el fango, buscar la paja, amasarla, cortarla, hacerla secar, después ponerla en el horno, cocinarla, o sea que un ladrillo era una joya, valía muchísimo – y lo iban subiendo, al ladrillo, para ir poniendo en la torre. Cuando se caía un ladrillo era un problema muy grave, y el culpable o el que descuidó el trabajo y lo dejó caer, era castigado. Cuando se caía un obrero de los que estaban construyendo no pasaba nada. Este es el drama de la segunda forma de incultura: el hombre como creador de incultura y no de cultura. El hombre creador de incultura porque no cuida el ambiente.

Y ¿por qué ésta convocatoria de la Academia Pontificia de las Ciencias a los síndicos, alcaldes, intendentes de las ciudades? Porque ésta conciencia si bien sale del centro hacia las periferias, el trabajo más serio y más profundo, se hace desde la periferia hacia el centro. Es decir, desde ustedes hacia la conciencia de la humanidad. La Santa Sede o tal país, o tal otro, podrán hacer un buen discurso en las Naciones Unidas pero si el trabajo no viene de las periferias hacia el centro, no tiene efecto. De ahí la responsabilidad de los síndicos, de los intendentes, de los alcaldes de las ciudades. Por eso les agradezco muchísimo que se hayan reunido como periferias sumamente serias de este problema. Cada uno de ustedes tiene dentro de su ciudad cosas como las que yo he dicho y que ustedes tienen que gobernar, solucionar, etcétera. Yo les agradezco la colaboración. Me dijo monseñor Sánchez Sorondo que muchos de ustedes han intervenido y que es muy rico todo esto. Les agradezco y pido al Señor que nos dé a todos la gracia de poder tomar conciencia de este problema de destrucción que nosotros mismos estamos llevando adelante al no cuidar la ecología humana, al no tener una conciencia ecológica como las que nos fue dada al principio para transformar la primera incultura en cultura, y frenar ahí, y no transformar esta cultura en incultura.

Muchísimas gracias.

Fuente: News Va

Almuerzo Familiar de Francisco con los Jesuitas de Ecuador

El papa Francisco había pedido cuando se organizó el viaje a Ecuador poder visitar el Colegio Javier de la Compañía de Jesús en Guayaquil y así hoy pudo tener un momento de pausa y almorzar en una ambiente «muy familiar» con sus viejos amigos jesuitas.

Tras la multitudinaria misa en el parque de los Samanes en Guayaquil, Francisco se dirigió a este centro educativo para comer con 20 padres jesuitas, «donde el ambiente fue muy familiar y se habló de los conocidos en común durante tantos años», explicó a Efe, el padre Antonio Spadaro, director de la revista de la Compañía «Civilta católica», quien asistió a la comida.

Otro de los asistentes, el director de la sección española de Radio Vaticano, el jesuita argentino, Guillermo Órtiz, relató el clima cordial y de relajación que vivió el papa, a quien le encantan estos momentos.

«No estaba para nada cansado y disfruto de un momento familiar«, a pesar de la agotadora misa en Guayaquil bajo un calor asfixiante.

Francisco había querido incluir esta etapa en su viaje a Ecuador para poder así volver a saludar al español, nacido en Málaga, Francisco Cortes García, conocido como padre Paquito, que tiene 91 años y desde 1963 se encuentra en esta ciudad ecuatoriana.

Un encuentro emotivo, revelaron los asistentes, ya que ambos no se veían desde hace 30 años.

Francisco conoció al padre Paquito en 1980 en ocasión de un viaje y nació una amistad y una colaboración, cuando el entonces superior provincial de los jesuitas y después rector de la Compañía en Argentina envió algunos sacerdotes a formarse en este centro.

Cómo en los días previos de la visita del papa, padre Paquito no se creía que Francisco se hubiera acordado de él y así lo volvió a repetir durante este encuentro.

Al fin y al cabo sólo se habían visto en tres ocasiones, se recordó.

En esos años se mandaron a Guayaquil a varios sacerdotes para su formación, «fueron en total 30 los llamados maestrillos» argentinos que viajaron a la ciudad ecuatoriana, entre ellos Diego Fares, uno de los grandes amigos de Jorge Bergoglio.

En esta comida entre viejos amigos se llegó incluso a comentar que entre ellos había quien «había adivinado que Bergoglio saldría papa».

«Pues que juegue a la lotería», dijo Francisco, según desveló Ortiz a Efe.

Una comida además dedicada completamente al pontífice ya que se bebió un vino de Mendoza (Argentina), y hubo ceviche y otro pescado acompañado de patatas y ensalada, sopa de gallina y ensalada.

Y el postre sirvió de tarta para el padre Spadaro que cumplió hoy los años.

«Busquemos una vela», dijo el pontífice cuando se le recordó que era el cumpleaños del director de la revista mensual de los jesuitas, a quien le tocó así soplarla delante de todos.

Al final del almuerzo también al papa se le obsequio con un mate.

Los 20 padres de la Compañía de Jesús que almorzaron con el papa proceden de cuatro comunidades de la ciudad y explicaron algunas de sus labores como un centro para mujeres maltratadas.

Para terminar un «selfie» (autofoto) del papa con Edwin Moscoso, de la Unidad Educativa Particular BORJA; Freddy Medrano (Fe y Alegría) y Gilberto Freire, el provincial.

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Francisco: ‘La palabra de Dios nos invita a vivir la unidad’

El Papa Francisco celebró este martes una Misa con más de un millón y medio de fieles en el Parque Bicentenario de Quito, como parte de su visita apostólica a Ecuador.

Recordó el llamado de Cristo a la unidad dentro de su Iglesia, así como su identidad evangelizadora.

A continuación el texto del Papa

La palabra de Dios nos invita a vivir la unidad para que el mundo crea.

 Me imagino ese susurro de Jesús en la última Cena como un grito en esta misa que celebramos en «El Parque Bicentenario». Imaginémoslo juntos. El Bicentenario de aquel Grito de Independencia de Hispanoamérica. Ése fue un grito, nacido de la conciencia de la falta de libertades, de estar siendo exprimidos, saqueados, «sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno» (Evangelii gaudium 213).

 Quisiera que hoy los dos gritos concorden bajo el hermoso desafío de la evangelización. No desde palabras altisonantes, ni con términos complicados, sino que nazca de «la alegría del Evangelio», que «llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento» de la conciencia aislada (Evangelii gaudium 1). Nosotros, aquí reunidos, todos juntos alrededor de la mesa con Jesús somos un grito, un clamor nacido de la convicción de que su presencia nos impulsa a la unidad, «señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable» (Evangelii gaudium 14).

 «Padre, que sean uno para que el mundo crea», así lo deseó mirando al cielo. A Jesús le brota este pedido en un contexto de envío: Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. En ese momento, el Señor está experimentando en carne propia lo peorcito de este mundo al que ama, aun así, con locura: intrigas, desconfianzas, traición, pero no esconde la cabeza, no se lamenta. También nosotros constatamos a diario que vivimos en un mundo lacerado por las guerras y la violencia. Sería superficial pensar que la división y el odio afectan sólo a las tensiones entre los países o los grupos sociales. En realidad, son manifestación de ese «difuso individualismo» que nos separa y nos enfrenta (cf. Evangelii gaudium, 99), son manifestación de la herida del pecado en el corazón de las personas, cuyas consecuencias sufre también la sociedad y la creación entera. Precisamente, a este mundo desafiante, con sus egoísmos Jesús nos envía, y nuestra respuesta no es hacernos los distraídos, argüir que no tenemos medios o que la realidad nos sobrepasa. Nuestra respuesta repite el clamor de Jesús y acepta la gracia y la tarea de la unidad.

 A aquel grito de libertad prorrumpido hace poco más de 200 años no le faltó ni convicción ni fuerza, pero la historia nos cuenta que sólo fue contundente cuando dejó de lado los personalismos, el afán de liderazgos únicos, la falta de comprensión de otros procesos libertarios con características distintas pero no por eso antagónicas.

 Y la evangelización puede ser vehículo de unidad de aspiraciones, sensibilidades, ilusiones y hasta de ciertas utopías. Claro que sí; eso creemos y gritamos. «Mientras en el mundo, especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, los cristianos queremos insistir en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos “mutuamente a llevar las cargas”» (Evangelii gaudium 67). El anhelo de unidad supone la dulce y confortadora alegría de evangelizar, la convicción de tener un inmenso bien que comunicar, y que comunicándolo, se arraiga; y cualquier persona que haya vivido esta experiencia adquiere más sensibilidad para las necesidades de los demás (cf. Evangelii gaudium 9). De ahí, la necesidad de luchar por la inclusión a todos los niveles, luchar por la inclusión a todos los niveles evitando egoísmos, promoviendo la comunicación y el diálogo, incentivando la colaboración. Hay que confiar el corazón al compañero de camino sin recelos, sin desconfianzas. «Confiarse al otro es algo artesanal, porque la paz es algo artesanal» (Evangelii gaudium 244), es impensable que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica.

 Y esto a costilla de los más pobres, de los más excluídos de los más indefensos, de los que no pierden su dignidad pese a que se la golpean todos los días. Esta unidad es ya una acción misionera «para que el mundo crea». La evangelización no consiste en hacer proselitismo, el proselitismo es una caricatura de la evangelización, sino evangelizar es atraer con nuestro testimonio a los alejados, es acercarse humildemente a aquellos que se sienten lejos de Dios y en la Iglesia, acercarse a los que se sienten juzgados y condenados a priori por los que se sienten perfectos y puros, acercarnos a los que son temerosos o a los indiferentes para decirles: «El Señor también te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor» (Evangelii gaudium 113). Porque nuestro Dios nos respeta hasta en nuestras bajezas y en nuestro pecado. Con qué este llamamiento del Señor, con qué humildad y con qué respeto lo describe en el texto del Apocalipsis: “Mira, estoy a la puerta y llamo, si querés abrir” No fuerza, no hace saltar la cerradura, simplemente toca el timbre, golpea suavemente y espera, ese es nuestro Dios.

La misión de la Iglesia, como sacramento de la salvación, condice con su identidad como Pueblo en camino, con vocación de incorporar en su marcha a todas las naciones de la tierra. Cuanto más intensa es la comunión entre nosotros, tanto más se ve favorecida la misión (cf. Juan Pablo II, Pastores gregis, 22). Poner a la Iglesia en estado de misión nos pide recrear la comunión pues no se trata ya de una acción sólo hacia afuera… nos misionamos también hacia adentro y misionamos hacia afuera como se manifiesta una madre que sale al encuentro, como se manifiesta una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera» (Aparecida 370).

Este sueño de Jesús es posible porque nos ha consagrado, por «ellos me consagro a mí mismo, dice para que ellos también sean consagrados en la verdad» (Jn 17,19). La vida espiritual del evangelizador nace de esta verdad tan honda, que no se confunde con algunos momentos religiosos que brindan cierto alivio; una espiritualidad quizás difusa. Jesús nos consagra para suscitar un encuentro con Él, persona a persona, un encuentro que alimenta el encuentro con los demás, el compromiso en el mundo y la pasión evangelizadora (Cf. Evangelii gaudium 78).

La intimidad de Dios, para nosotros incomprensible, se nos revela con imágenes que nos hablan de comunión, comunicación, donación, amor. Por eso la unión que pide Jesús no es uniformidad sino la «multiforme armonía que atrae» (Evangelii gaudium 117). La inmensa riqueza de lo variado, de lo múltiple que alcanza la unidad cada vez que hacemos memoria de aquel jueves santo, nos aleja de tentaciones de propuestas unicistas más cercanas a dictaduras, a ideologías, a sectarismos. La propuesta de Jesús es concreta, es concreta, no es de ideas, es concreta, “Andá y hacé lo mismo” le dice a aquel que le preguntó: ¿Quién es tu prójimo? Después de haber contado la Parábola del Buen Samaritano: “Andá y Hacé lo mismo” Tampoco la propuesta de Jesús es un arreglo hecho a nuestra medida, en el que nosotros ponemos las condiciones, elegimos los integrantes y excluimos a los demás. Esta religiosidad de elite no es la propuesta de Jesús.

Jesús reza para que formemos parte de una gran familia, en la que Dios es nuestro Padre y todos nosotros somos hermanos. Nadie es excluido y esto no se fundamenta en tener los mismos gustos, las mismas inquietudes, los mismos talentos. Somos hermanos porque, por amor, Dios nos ha creado y nos ha destinado, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos (cf. Ef 1,5). Somos hermanos porque «Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama ¡Abba!, ¡Padre!» (Ga 4,6). Somos hermanos porque, justificados por la sangre de Cristo Jesús (cf. Rm 5,9), hemos pasado de la muerte a la vida haciéndonos «coherederos» de la promesa (cf. Ga 3,26-29; Rm 8, 17). Esa es la salvación que realiza Dios y anuncia gozosamente la Iglesia: formar parte de un nosotros que llega hasta el «nosotros» divino.

Nuestro grito, en este lugar que recuerda aquel primero de libertad, actualiza el de San Pablo: «¡Ay de mí si no evangelizo!» (1 Co 9,16). Es tan urgente y apremiante como el de aquellos deseos de independencia. Tiene una similar fascinación, tiene el mismo fuego que atrae. Hermanos, tengan los sentimientos de Jesús ¡Sean un testimonio de comunión fraterna que se vuelve resplandeciente! Y qué lindo sería que todos pudieran admirar cómo nos cuidamos unos a otros. Cómo mutuamente nos damos aliento y cómo nos acompañamos. El don de sí es el que establece la relación interpersonal que no se genera dando «cosas», sino dándose a sí mismo. En cualquier donación se ofrece la propia persona. «Darse» significa dejar actuar en sí mismo toda la potencia del amor que es el Espíritu de Dios y así dar paso a su fuerza creadora. Y darse aún en los momentos más difíciles, como aquel Jueves Santo de Jesús, donde Él sabía cómo se tejían las traiciones y las intrigas pero se dio y se dio a sí mismo con su proyecto de Salvación. Donándose el hombre vuelve a encontrarse a sí mismo con verdadera identidad de hijo de Dios, semejante al Padre y, como él, dador de vida, hermano de Jesús, del cual da testimonio. Eso es evangelizar, ésa es nuestra revolución –porque nuestra fe siempre es revolucionaria–, ése es nuestro más profundo y constante grito.

Fuente: Jesuitas Ecuador

Francisco: ‘Vivir en la certeza de la resurrección’

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy presenta el relato de la resurrección de una niña de doce años, hija de uno de los jefes de la sinagoga, el cual se arroja a los pies de Jesús y le suplica: “Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva” (Mc 5, 23). En esta oración sentimos la preocupación de todo padre por la vida y por el bien de sus hijos. Pero sentimos también la gran fe que aquel hombre tiene en Jesús. Y cuando llega la noticia que la niña ha muerto, Jesús le dice: “No temas, basta que creas” (v. 36). ¡Da coraje esta palabra de Jesús! Y también la dice a nosotros tantas veces: “No temas, solamente ten fe”. Una vez entrado en la casa, el Señor hizo salir a toda la gente que llora y grita y se dirige a la niña muerta, diciendo: “¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!” (v. 41). E inmediatamente la niña se levantó y comenzó a caminar. Aquí se ve el poder absoluto de Jesús sobre la muerte, que para Él es como un sueño del cual nos puede despertar. ¡Jesús ha vencido la muerte, y tiene también poder sobre la muerte física!

Al interno de este relato, el Evangelista introduce otro episodio: la curación de una mujer que desde hacía doce años sufría de pérdidas de sangre. A causa de esta enfermedad que según la cultura del tiempo la hacía “impura”, ella debía evitar todo contacto humano: pobrecita, estaba condenada a una muerte civil. Esta mujer anónima, en medio a la multitud que sigue a Jesús, dijo a sí misma: “Con sólo tocar su manto quedaré curada” (v. 28). Y así sucedió: la necesidad de ser liberada la empujó a probar y la fe “arranca”, por así decir, al Señor la curación. Quién cree “toca” a Jesús y toma de Él la gracia que salva. La fe es esto: tocar a Jesús y tomar de Él la gracia que salva. Nos salva, nos salva la vida espiritual, nos salva de tantos problemas. Jesús se da cuenta y en medio a la gente, busca el rostro de aquella mujer. Ella se adelanta temblorosa y Él le dice: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad” (v. 34). Es la voz del Padre celestial que habla en Jesús: “¡Hija, no estás condenada, no estás excluida, eres mi hija!” . Y cada vez que Jesús se acerca a nosotros, cuando nosotros vamos hacia Él con la fe, escuchamos esto del Padre: “Hijo, tú eres mi hijo, tú eres mi hija, tú te has curado, tú estás curada. Yo perdono a todos y todo. Yo curo todo y a todos”.

Estos dos episodios – una curación y una resurrección – tienen un único centro: la fe. El mensaje es claro, y se puede resumir en una pregunta: ¿creemos que Jesús – una pregunta que nos hacemos nosotros – nos puede curar y nos puede despertar de la muerte? Todo el Evangelio está escrito en la luz de esta fe: Jesús ha resucitado, ha vencido la muerte, y por esta victoria suya también nosotros resucitaremos. Esta fe, que para los primeros cristianos era segura, puede empañarse y hacerse incierta, al punto que algunos confunden resurrección con reencarnación. Pero la Palabra de Dios de este domingo nos invita a vivir en la certeza de la resurrección: Jesús es el Señor, Jesús tiene poder sobre el mal y sobre la muerte, y quiere llevarnos a la casa del Padre, en donde reina la vida. Y allí nos encontraremos todos, todos los que estamos en la plaza hoy, nos encontraremos en la casa del Padre, en la vida que Jesús nos dará.

La Resurrección de Cristo actúa en la historia como principio de renovación y de esperanza. Cualquier persona que está desesperada y cansada hasta la muerte, si se confía en Jesús y en su amor puede recomenzar a vivir. También recomenzar una nueva vida, cambiar vida es un modo de resurgir, de resucitar. La fe es una fuerza de vida, da plenitud a nuestra humanidad; y quien cree en Cristo se debe reconocer porque promueve la vida en toda situación, para hacer experimentar a todos, especialmente a los más débiles, el amor de Dios que libera y salva.

Pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, el don de una fe fuerte y valerosa, que nos empuje a ser difusores de esperanza y de vida entre nuestros hermanos.

News.Va

Francisco: ‘Estar cerca de los enfermos ¡ésta es la tarea!’

Fuente: News.Va

En la audiencia general anterior a la celebración del Sagradísimo Corazón de Jesús y del Sagrado Corazón de María, el Papa Francisco alentó a los miles de peregrinos – que una semana más llegaron a la Plaza de San Pedro, de tantas partes del mundo – a acompañar a los enfermos en sus familias y a rezar por todas las personas que sufren. El Obispo de Roma hizo hincapié en la tarea de la Iglesia – siguiendo a Jesús – de ayudar a los enfermos:

«¡Ésta es la gloria de Dios! ¡Ésta es la tarea de la Iglesia! ¡Ayudar a los enfermos, sin perderse en palabrerías! ¡Ayudar siempre, consolar, aliviar, estar cerca de los enfermos, ésta es la tarea!»

«Queridos hermanos y hermanas, ¡pidamos con fe viva al Espíritu Santo que nos done la gracia de comprender el valor de acompañar a una persona enferma y recordemos que la experiencia de la enfermedad y del dolor puede ser lugar privilegiado de la transmisión de la gracia y fuente para adquirir y reforzar la sapiencia del corazón!»

Con su exhortación, el Santo Padre reiteró la importancia de la oración, de la ayuda espiritual y material, en especial a los papás y mamás de los pequeños enfermos:

«Hoy les pido, en particular, que sostengan con la oración y con las obras concretas de ayuda espiritual y material a las familias que deben afrontar la enfermedad de una persona querida, sobre todo a los padres que luchan por la salud de sus niños. Que estén siempre acompañados por nuestra cordial cercanía y benevolencia, como signo de la bendición de Dios ¡Alabado sea Jesucristo!»

El Papa Francisco saludó asimismo a un grupo de la ‘Fazenda de la Esperanca’, proveniente de Brasil, alentándolos a ser por doquier ‘testimonios de esperanza y de caridad’. Y los invitó a que, «si algunas veces, la vida hace que se desencadenen turbulencias espirituales en el alma, ¡vayan a buscar refugio bajo el manto de la Virgen Madre de Dios, sólo allí encontrarán la paz!».

En sus palabras dedicadas a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, destacó la proximidad de la celebración del Corazón Inmaculado de María:

«Que les haga comprender, queridos jóvenes, la importancia del amor puro. Que los sostenga a ustedes, queridos enfermos, en los momentos de gran dificultad. Y que sostenga también a ustedes, queridos recién casados, en su camino conyugal».