‘La familia es una comunidad contracultural porque es la contra del egoísmo’
El Pasado Fin de Semana se llevó a cabo en Montevideo un taller llamado El Reloj de la Familia, basado en un libro de Fernando Vidal, que presenta una propuesta para pensar el Proyecto de Familia basado en algunas claves ignacianas.
El reloj de la familia no es un proyecto sólo tuyo. ¿Qué es?
Es una propuesta de la Comunidad de Vida Cristiana (CVX) de España para responder a la petición de herramientas que nos hace el siglo. Nos está pidiendo herramientas novedosas, claves para el acompañamiento de las familias. Este libro es una forma de acceder a ellas y hacer que se muevan. A través de imágenes que cualquier persona capta, nos hemos propuesto sincronizar nuestros relojes con la familia, para vivir a tiempo.
¿Es difícil ponerse en hora en familia?
Es verdad que la vida te va desajustando y va cambiando los ciclos. Lo importante es que estamos a tiempo de hacer algo, si nos damos tiempo. De actualizarnos, vivir con los corazones mucho más acompasados. Pero para eso hace falta un dónde, un cuándo y un cómo, que es lo que propone El reloj de la familia.
Editado por Mensajero en el centenario de esta editorial jesuita, ¿por qué entre ese dónde y ese cómo está la figura del reloj?
Gran parte de los problemas que nos encontramos en las parejas y en las familias es que realmente no dedicamos tiempo a contemplar qué es lo que nos está ocurriendo ni a saber qué es lo que le ocurre al otro. Preguntarnos, discernir… nos conducirían a alguna renovación; el proyecto de familia pasa porque le dediquemos tiempo a eso. Porque le demos importancia a prestarnos atención.
Este reloj no tiene doce horas, sino ocho pasos. No es que sea un método de autoayuda, pero sí son elementos que se pueden trabajar. Con la propia familia y entre familias, entiendo.
Efectivamente. El fin es hacer un método experiencial, que la gente pueda ejercitar. No es terapia ni autoayuda, sino un proceso grupal. Reflexiones para poner en común en familia y que del libro trascienda a la casa. Te anima escuchar que el otro está haciendo lo que tú estás haciendo. Lo primero es dar las gracias por la familia que se tiene y, luego, elaborar el proyecto de familia que se quiere a través de un juego que se propone. Luego se va viendo cómo cada miembro va desarrollándose y ayudando a los otros a desarrollarse. Las decisiones que se toman, los fracasos de los que se aprende… reformulan el proyecto de familia a la luz de muchos sentimientos y de los ejercicios hechos.
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