Miguel Yaksic sj: “Los migrantes son una contribución y no un problema para el país”

Los migrantes y refugiados han estado en la primera línea de la agenda noticiosa en 2015. Debemos conocer y abordar los desafíos que su situación presenta para nuestro país. Entrevista con el director del Servicio Jesuita a Migrantes.

Hace algunos meses, el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) tenía otro nombre: Ciudadano Global. Pero dentro de esta obra de la Compañía de Jesús surgió la necesidad de modificar esa denominación debido a que “trabajamos en red con muchos países. En América Latina —México, Nicaragua, Costa Rica, Honduras, República Dominicana, Haití, Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina— se conoce como Servicio Jesuita a Migrantes, y sólo en Chile se llamaba Ciudadano Global. Por eso, dado que la migración es un fenómeno internacional, y para favorecer la colaboración, decidimos volver al nombre original. Además, en el mundo somos conocidos como SJM ya que derivamos del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), que tiene una trayectoria de varios años”. Así lo explica el actual director nacional de la institución, Miguel Yaksic sj.

“El SJM es una fundación sin fines de lucro que acompaña y defiende a las personas que migran en situación de vulnerabilidad, a refugiados y a víctimas de trata y tráfico de personas”.

En Chile, específicamente, ¿en qué está centrado el SJM?

Fundamentalmente, protegemos los derechos de aquéllos que migran a Chile en situación de vulnerabilidad, y trabajamos asistiendo y facilitando su inclusión social. Tenemos tres áreas. Nuestra área social está dedicada a la atención social y jurídica de las personas migrantes de modo de favorecer la regularización, y para facilitar los procesos de integración en la sociedad de acogida. Representamos migrantes ante la justicia cuando tienen una orden de expulsión que no respeta derechos fundamentales, como el principio de interés superior del niño, y cada vez que en el procedimiento no se da un debido proceso. Tenemos un programa laboral en alianza con varias empresas amigas que están contratando extranjeros. Y hacemos muchas otras cosas, como ofrecer cursos de español a haitianos, etc.

Para favorecer la inclusión de los migrantes, es necesario también desmontar mitos, prejuicios y estereotipos. En Chile nos vemos como un país homogéneo cuando en realidad somos un país progresivamente más multicultural. Por eso, nuestra segunda área de trabajo es el área de educación en competencias interculturales. Ofrecemos cursos y talleres de capacitación a agentes del Estado que están en la primera línea de atención de migrantes, a las escuelas que reciben migrantes (a sus alumnos y profesores) y a otras organizaciones de la sociedad civil. Finalmente, hay un área de incidencia, que está orientada a promover los cambios políticos e institucionales que Chile necesita para convertirse en un país hospitalario, inclusivo de la diferencia y respetuoso de los derechos de las minorías.

¿A cuánta gente tienen capacidad de asistir?

En el SJM trabajan 25 personas. El año pasado, 2.029 migrantes fueron atendidos por primera vez en las tres oficinas nacionales. Muchos de ellos han sido derivados a otros programas dentro del SJM, como el programa laboral, de atención legal, etc. Eso, sin contar todos los talleres de sensibilización y educación, las intervenciones territoriales en los campamentos de Antofagasta, ni a los migrantes haitianos que estudian español con nosotros, entre varias otras iniciativas de intervención social. También, se atienden extranjeros en mesas especiales instaladas por la institución en los valles de Azapa y Lluta.

LA REALIDAD NACIONAL

¿Cuál es la realidad de los migrantes hoy en Chile?

Actualmente, en el país viven casi medio millón de migrantes. Los flujos han crecido rápidamente. La migración más importante llega proveniente del cordón andino: de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. De esos flujos, los más grandes han sido el peruano y el boliviano, pero el colombiano está creciendo mucho y de manera desafiante. Ellos vienen en su mayoría desde Bueanventura, de la costa del Pacífico. Es una zona empobrecida, con mucha violencia y narcotráfico. Ya contamos con más de 30 mil colombianos en nuestro país. Hoy la migración en el continente se ha vuelto compleja porque en muchos casos no está bien claro si se trata de migrantes o refugiados. El refugiado es el que se ve obligado a dejar su tierra porque su vida está en peligro, debido a persecuciones por motivos de raza, de color, de religión u otras razones. La pregunta es qué pasa en países como Honduras, Guatemala o Nicaragua, o en zonas como el Valle del Cauca en Colombia, donde no hay persecución pero sí la violencia extrema y la exclusión van de la mano. Entonces, ¿se trata de migrantes o refugiados? Esta pregunta plantea desafíos a la misión del SJM y del SJR en el continente. También han llegado cerca de cinco mil haitianos, país que está sumido en una crisis política desde hace mucho, y el terremoto de 2010 acrecentó el problema.

En general, ¿se recibe bien al migrante en Chile? ¿Somos un país xenófobo, racista?

Hay una buena cuota de xenofobia y discriminación. Sobre todo cuando creemos que nos vienen a quitar el trabajo. Pero los migrantes no nos quitan el trabajo, ya que en cantidad en Chile sólo llegan a un 2,6%, y para que un mercado laboral se vea afectado por la migración se necesita del orden del 10% o más. Los migrantes trabajan, cotizan y tienen más años de educación que el promedio de los chilenos. Ciertamente, representan mucho más una contribución que un problema. Pero como no estamos acostumbrados a ver personas distintas, nos sentimos amenazados. En Chile nos solemos autopresentar como una sociedad más o menos homogénea. Por eso, nos cuesta la diferencia. No estamos habituados a que algunos de nuestros barrios cambien de color y de costumbres.

FOCALIZAR NUESTROS ESFUERZOS

¿El Gobierno está trabajando bien en la materia?

El Departamento de Extranjería y Migración de este Gobierno ha avanzado en materia migratoria. Podemos nombrar tres logros: uno, es que por la vía administrativa se han creado nuevas visas y, de ellas, la más importante es la visa por motivos laborales, que complementa a aquélla que estaba sujeta a contrato de trabajo y en la que el empleador se veía obligado a pagar el viaje de vuelta. La nueva es más amplia: para cualquier persona que venga a ejercer en Chile alguna actividad lícita. Así, al ampliar la visa, el proceso de regularización se hace más expedito y fácil. A su vez, es un camino de inclusión porque permite acceder a la protección social. Lo segundo, es que el Ministerio del Interior, por oficio, solicitó al Registro Civil que inscribiera como chileno a todo niño nacido dentro del territorio del Estado, sin importar la situación migratoria de sus padres, por el derecho del ius solis (salvo el hijo de turista o tripulante), evitando así la apatridia. Y un tercer punto es que en los últimos meses ha bajado la tasa de rechazo arbitrario en la frontera. Chile exhibe la legislación más antigua de la región, la más desactualizada. Tiene el foco en el control fronterizo y no en los derechos del migrante, y otorga muchas facultades al oficial PDI que está en la frontera. En varias ocasiones esas facultades amplias se han convertido en fuente de discriminación arbitraria. El Gobierno del presidente Piñera introdujo un proyecto de ley que significó un gran avance. No obstante, mantenía el foco en el aporte económico que podía hacer el migrante a Chile. Eso está bien, pero no es suficiente. Hace falta una ley con enfoque de derechos, que aborde la migración integralmente. Sabemos que el Gobierno actual ha estado trabajando en un nuevo proyecto de ley porque le hemos hecho llegar nuestros aportes. Esperamos que el Ejecutivo introduzca esa ley en el Congreso para que inicie la fase legislativa este segundo semestre.

¿Cuáles son las próximas metas del SJM?

Para mí ha sido un privilegio llegar a trabajar al SJM porque me he encontrado con un equipo humano y profesional de lujo. Parte de mi tarea como director nacional es potenciar y articular el trabajo que hacemos en Arica, Antofagasta y Santiago para que nuestro servicio sea de la mejor calidad. Y dado que el fenómeno migratorio cambia rápido, es muy importante replantearnos a fondo nuestra misión preguntándonos siempre dónde hay más exclusión, más vulnerabilidad y más desatención para focalizar allí nuestros esfuerzos.

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