Un lugar lleno de Dios: Misión RJI Santa Fe

Como todos los años, un grupo de jóvenes de la Red Juvenil Ignaciana Santa Fe, se traslada durante una semana del mes de enero al Recreativo Benito Legerén de la Ciudad de Concordia, Entre Ríos. Sin embargo, cada año y para cada ‘misionero’, la experiencia de encuentro con Dios en el otro se renueva y resignifica. Uno de sus participantes, Facundo Gorla, nos comparte su testimonio. 

Por Facundo Gorla

Esta no fue mi primera vez en Benito Legerén, tampoco mi primera misión. Pero sí fue mi primer recreativo, y tengo que decir que lo que se vive es distinto.

Al comenzar la mañana, te encontrás con el grupo y todos tienen buena onda. Llegas a la cocina y el grupo de servicio que le tocaba ese día ya tiene todo preparado para el desayuno. Se contagia la alegría, las ganas de salir al encuentro de los chicos. Lo que sigue es la oración, que te da las fuerzas para todo el día. Y luego comienza el tiempo de encuentro con los del Recreativos chicos: abrazos, besos y sonrisas por doquier.

 A mí particularmente me tocó estar en una actividad en la que no tenía tanto contacto con los niños, ya que mi tarea, junto a un grupo de mucha buena onda y ganas, era pintar algunas áreas del colegio. Sin embargo, esos chicos no mezquinan el amor. Cada vez que me veían, me saludaban por mi nombre y me daban un abrazo interminable que me llenaba de ganas de seguir trabajando por ellos.

 Con quienes sí tuve mucha cercanía en esta semana, gracias a Dios, fue con los chicos que viven en el hogar. Ellos tenían la tarea de acompañarnos en el grupo de pintura. Al final, terminamos nosotros acompañándolos a ellos. Es destacable la cultura de trabajo y la voluntad que tienen. Entre pinceladas, compartir con ellos desde la cercanía y se generaron conversaciones muy sinceras y profundas.

 Afortunadamente, pudimos terminar antes de tiempo con la pintura, y tuve la posibilidad de recorrer las otras actividades que se hacían simultáneamente durante la mañana: deportes, pileta, química y caminata, inglés, plástica y aula. Los “profes” (mis compañeros de misión santafesinos) me hicieron parte de ellas , y allí pude recibir incontables sonrisas y abrazos de los niños.

 Siguiendo con el día, después de almorzar las ricas comidas que nos preparaban Moni, Olga, Martín y las madres del colegio, teníamos tiempo de descanso para más tarde estar listos para salir a misionar. Estábamos divididos por grupos mixtos: generalmente había dos personas de Santa Fe y dos de Benito.

 Cuando uno sale a visitar casas, nadie le asegura que le vayan a abrir la puerta . Es salir en la presencia de Dios, con fe y esperanza, y aplaudir las manos en cada casa que vea. Y ahí, enfrentarse a la situación que cada lugar y cada persona te presenta. Nos abrieron muchas puertas y tuvimos la posibilidad de tener hermosas charlas, sobre la vida, el barrio, la familia, el trabajo… y sobre Dios. Es admirable como esas personas valoran y agradecen todo lo que tienen.

 Tras algunas horas de misión, volvíamos al colegio y nos encontrábamos con nuestros compañeros, con la sonrisa y el abrazo al flor de piel. Ahí se abría la oportunidad de compartir cómo había sido nuestra jornada.

Luego, todos los días compartíamos la misa o celebración de la palabra, según el caso. En ellas, la alegría de los cantos en comunidad reflejaba el estado del corazón de cada uno.  A la vuelta, ya en el colegio, preparábamos la mesa para cenar todos juntos, y para cerrar, la oración de cierre o exámen del día, en el que, el que quería, compartía qué le dejó ese día.

 Esto fue una breve descripción de lo que era un día tipo en el recreativo. Obviamente cada uno con su magia, con ese abrazo que te cambiaba el día, pero todos llenos de emociones. No alcanzan las palabras para explicar lo mucho que uno se lleva. Como decían mis compañeros en el fogón de la última noche, un “gracias” queda chico, para el grupo increíble que se formó, para los que llevaron adelante el mando de esta experiencia, para los que cocinaron, para los vecinos, para los chicos, para Dios, que sin duda alguna estuvo presente en cada una de las actividades que brevemente describí.

 Para cerrar, tomo las palabras de otro de mis compañeros: “Ese lugar, Benito Legerén, está lleno de Dios”.

Fuente: RJI Santa Fe

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