Pobreza y Narcotráfico

Universidad Católica de Córdoba

En el marco de la jornada Pobrezas y narcotráfico. Políticas públicas sobre desigualdad social y prevención de adicciones, entrevistamos a Daniel Arroyo, politólogo y referente en desarrollo social. Será uno de sus disertantes en la jornada organizada por el Foro de Rectores de la Provincia de Córdoba que se lleva a cabo el 10 de septiembre a las 19h en Ciudad de las Artes, Concepción Arenales y Av. Richieri, Córdoba.

¿Por qué pobreza y narcotráfico van de la mano?

–Hay dos razones por las cuales pobreza y narcotráfico están hoy vinculadas. La primera es que el que vende droga gana más que el que trabaja. La segunda es que hay un ciclo complicado para los jóvenes: en la medida de que un pibe está hacinado en la casa, entonces se va a la esquina y empieza a consumir paco u otra sustancia porque si no consume no se integra al barrio, no tiene lugar. Cuando lo hace, además de un problema de salud y de adicción, adquiere una deuda y siempre hay alguien que se le acerca para plantearle cualquier idea para cancelar esa deuda. Ese ciclo se da en seis meses y lo sufren claramente más los jóvenes pobres. Por eso me parece que las adicciones y el narcotráfico son algo que atraviesa a distintos sectores sociales, pero que golpea fuertemente a los sectores pobres que en muchos casos son usados como modo para poder extender su negocio.

¿Cuál es la situación actual de nuestro país?

–Hay varias etapas en el tema del narcotráfico y en Argentina estamos en la tercera. La primera tiene que ver con el aumento de las adicciones: es claro que en nuestro país se consume más alcohol y drogas. La segunda es que el que vende droga es alguien que está instalado en el barrio, no viene de afuera y además, es el que tiene mayor movilidad social o el que le va mejor. Un pibe engancha un laburo por 4500 pesos y el que vende droga hace eso en pocos días. La tercera etapa es cuando hay dominio de territorio: lugares donde el Estado y la policía no entran y los dominan los narcotraficantes, muchas veces con connivencia de otros. La cuarta que es el financiamiento del sistema político, como se da en México y en Colombia.

Yo tengo una mirada muy crítica sobre lo que pasa en Argentina: tenemos 28% de pobreza, 34 % de trabajo informal y un millón y medio de jóvenes que no estudian ni trabajan. Ahí está el núcleo del problema central y es evidente que el avance del narcotráfico ha ido complicando las cosas no solo porque hoy quien vende droga es el que le va mejor, sino porque en parte es el que presta asistencia social. Cuando en el jardincito del barrio necesitan un micro para ir de excursión, el que puede financiar y tiene la plata es el que vende droga. Lo mismo hoy es el que está dando crédito en el barrio y se está transformando en un actor que va creciendo. Creo que ese es un punto importante para tener en cuenta.

Argentina no es ni México ni Colombia donde básicamente el narcotráfico va a llegar a definir y a financiar el sistema político, pero lo que está claro es que fuimos avanzando y ahí hay un problema serio, porque nos vamos acercando peligrosamente. La discusión sobre si es un país de tránsito o de producción es absurda: en Argentina se produce. Además, el que transita sustancias por la Argentina paga sobornos o coimas y lo hace en droga, o sea que el que se queda con esa coima tiene que transformarla en dinero y para eso la fragmenta y lleva a los barrios.

¿Cuál es el rol que debe asumir el estado y la política?

–Yo tengo una opinión muy crítica de lo que ha hecho el estado en los últimos años respecto de esto. Han hecho políticas respecto a educación y para reducir la pobreza, pero no contra el narcotráfico y el aumento de las adicciones y ese es un partido que estamos perdiendo diez a cero. Lo primero que tiene que hacer el Estado es tomarlo como prioridad y ahí yo creo que más allá de quién gobierne, hay que lograr un acuerdo multipartidario y hacer algo muy distinto los próximos años. A la Argentina le faltan 200 centros de atención de adicciones y lugares donde acompañar. La mamá que tiene un chico adicto rebota en todos lados. Si no tiene prepaga no tiene dónde mandar a su hijo y termina llevándolo a la comisaría porque no sabe qué hacer. Las organizaciones sociales o eclesiásticas pueden colaborar haciendo muchas cosas pero el rol central es del Estado y de la política. Por eso es prioridad poner en marcha rápidamente los centros de atención de adicciones.

Además, soy de los que creen que no es con la policía como se va a combatir la venta de droga sino que hay que crear una fuerza especial que tenga capacidad para intervenir por fuera de esa institución.

Para usted ¿cuál debería ser el rol de las universidades?

–Me parece que tienen un rol central que es el de investigación, trabajar con datos, construir metodologías de investigación y estudios cuantitativos y cualitativos que nos permitan ver dónde estamos parados. Por ejemplo, el estudio del observatorio de la deuda social de la Universidad Católica Argentina, establece que hubo un aumento del 50 % del consumo en los barrios pobres, y eso está marcando una tarea para encarar.

Más allá de esto, tienen un rol central en acompañar a los jóvenes en cambiar una matriz cultural importante. Hoy está instalada en los chicos de los distintos sectores sociales la idea de un poco no hace mal y que se puede entrar y salir. Y ahí es donde empieza a complicarse.

¿Sobre qué aspectos considera que se debería trabajar o hacia dónde se debe apuntar?

–Hay tres cosas que tenemos que lograr sí o sí. Una es que todos los chicos terminen la escuela secundaria y aprendan. Otra es sacar la droga de los barrios. La tercera tiene que ver con que mucha gente de los sectores más pobres está tomando créditos usurarios a tasas muy altas (150 o 200 % anual) y pagando lo que no le entra. Ese círculo complica todo el resto y es necesario cortarlo.

Si lo gramos esas tres cosas, habremos por lo menos avanzado y a eso es a lo que apuesto para los próximos años en la Argentina.

La vida consagrada desde las reflexiones de Pedro Arrupe

Infosj.es

Pasión por Cristo, pasión por la humanidad es una recopilación de 14 intervenciones del padre Arrupe (1907-1991) dictadas al compromiso de la vida religiosa. Estas reflexiones han sido cuidadosamente seleccionadas por el jesuita José Antonio García y la editorial Mensajero las publica como pequeño homenaje a su legado cuando se celebra el Año de la Vida Consagrada. Su pensamiento, su sentir desde la experiencia y su fe guiaron e inspiraron a religiosos y religiosas de muchos foros en los que intervino como general de la Compañía de Jesús y como presidente de la Unión de Superiores Generales. Desveló sus inquietudes y sus sueños de una vida religiosa para la que defendía una profunda renovación, profundización y actualización. El Concilio Vaticano II la impulsó y la iluminó y el padre Arrupe buscó las respuestas más adecuadas: ¿Cómo podríamos asegurar y robustecer nuestra vida espiritual y nuestro apostolado, como un todo perfectamente integrado, de forma que nuestra vida y actividades resulten realmente evangelizadoras y anuncien eficazmente a Jesucristo hoy? ¿Nuestra espiritualidad, tal y como vivimos en la práctica, es tal, que nos permita vivir nuestra vida apostólica con la creatividad, disponibilidad, riesgo y compromiso que requiere la CG? ¿Nuestra manera de concebir y ejercer de hecho nuestra misión apostólica hoy, individual y comunitariamente, es tal, que refleje una espiritualidad profunda y nos permita desarrollarla y sostenerla?

La selección de textos se agrupa en tres temáticas que marcaron su magisterio espiritual: “Volver a Jesús, volver a las Fuentes” –conversión personal, corporativa y apostólica y regreso a las Fuentes carismáticas de cada congregación- ; “En la Iglesia, misión al mundo” –el desafío por el shock de la realidad- y “El Espíritu de la misión” –la preocupación por el problema de la pobreza en la vida religiosa, por la integración real de vida en el espíritu y apostolado-.

José Antonio García tiene otros títulos dedicados a Arrupe como Orar con el Padre Arrupe (Mensajero, 2007). El más reciente Ventanas que dan a Dios: experiencia humana y ejercicio espiritual (2012) fue publicado por Sal Terrae.

P. José Ignacio Mantecón SJ gana el premio nacional por la Paz 2015 – Perú

Jesuitas Perú

En reconocimiento a su loable labor social en el distrito de El Agustino, P. José Ignacio Mantecón SJ, coloquialmente conocido como Padre “Chiqui”, ha sido el ganador del Premio por la Paz 2015 en la categoría de Sociedad Civil – Experiencias Extraordinarias otorgado por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP)

Con más de 30 años trabajando con jóvenes en alto riesgo especialmente con pandilleros y por sus novedosos aportes en seguridad ciudadana tanto para personas como para diversos gobiernos públicos del país, el P. Chiqui recibe este reconocimiento por su trayectoria en el trabajo social y lo convierte en el segundo jesuita en obtener esta premiación en tres años. Anteriormente, en el 2013, el P. Fred Green SJ fue premiado con el mismo reconocimiento en la categoría Sociedad Civil – Persona Natural por su labor educativa en Tacna.

 

 

Reflexión del Evangelio, Domingo 20 de Junio

Por Gustavo Monzón SJ

La vida implica tomar decisiones, lo cual tiene un costo. Esto, para una cultura como la nuestra es mala palabra. En el ambiente en el que vivimos, se llama a dejar de lado las grandes decisiones, los grandes proyectos pasan a no importar, a no tener valor. De ahí que se nos invita a hacer la plancha y no dejar huella. Ante este panorama, desolador, tal como nos lo presentan algunos pensadores contemporáneos, encontramos en el cristianismo una forma de vida que nos compromete y nos impulsa a vivir dando lo mejor de sí.

En el Evangelio de este domingo, vemos que Jesús al ir hacia Jerusalén y dejar Galilea va camino a entregarse generosamente, a dar la vida en el proyecto que viene del Padre y nos comparte con su Espíritu. En Él, Hijo de Hombre, Dios verdadero nos encontramos un modelo de alguien que toma decisiones, que es fiel a la Palabra dada y a la promesa recibida.

La forma de actuar del Señor, es encarnación del justo que se nos presenta en el libro de la Sabiduría (Sb. 2, 12.17-20). Es una vida con sentido, y eso es lo que asusta a los seguidores. Ellos experimentan miedo de la radicalidad que lleva del seguimiento.

En el evangelio, vemos que esta actitud no es entendida por sus discípulos. Ellos en el camino, piensan en su futuro más cercano, en su comodidad, en el lugar que van a ocupar en el nuevo “proyecto de Dios”. Los discípulos, son inteligentes, después de compartir tiempo con Jesús y ver el éxito que este tiene, se dan cuenta que tiene seguidores que se comprometen con el mensaje. Que las multitudes reconocen a este hijo de carpintero, como Mesías de Dios. En eso, se imaginan que van a fundar una secta, un grupo y para eso se entusiasman. Ya piensan como se van a organizar, que puestos ocupar. Les gana el “éxito” y hacer la plancha.

Jesús oye esto y les pregunta “¿qué discutían?”(Mc. 9,30-34). Tiene una pedagogía, entiende el corazón humano, sabe que detrás de nuestros deseos, anhelos, ambiciones, hay una verdad profunda, un sentido por el cual vivir. Jesús entiende el tironeo afectivo de los Apóstoles, sabe que al elegirlos cuenta con ellos tal como son, los acepta así. Humanos, contradictorios. El Señor es sabio, no los enfrenta ni contradice, les tiene paciencia. Les muestra que la forma de seguir al Señor no es buscando protagonismos y poder, sino sirviendo de corazón desinteresado y gratuito el gran proyecto de Dios.

Como bien nos muestra en su carta Santiago (St. 3,16-4,3), cuando actuamos desde las rivalidades, vienen toda clase de males y problemas. Así, nos vamos separando de Dios, vamos apagándonos en generosidad y en alegría de servirlo.

Mostrándonos su Sabiduría, Jesús nos muestra ¿qué significa actuar en cristiano?. Nos da un modo de proceder, una manera de actuar y de pararse ante el futuro que el Señor promete. Así entendemos a la Cruz que está anunciada aquí. Esta, no es algo en sí mismo, sino que representa una entrega fiel. Y esta Cruz es testimonio para el mundo. Ante un mundo que piensa en tener, valer, consumir, aparentar, como fin último. El Señor nos llama a la fidelidad de Dios abandonándonos como un niño al proyecto que Dios tiene para cada uno de nosotros para que vivamos en libertad, verdad y sabiduría.

 

‘Enseñábamos con un pizarrón colgado de un árbol y un palito sobre la tierra’

Por Miguel Grandal Ayala y María Mullen

En este mes de septiembre, en que recordamos especialmente a educadores y alumnos  queremos compartir con ustedes la historia de un grupo de Educadoras Populares de Fe y Alegría en Corrientes, hoy ya jubiladas. Su testimonio acerca de los inicios de la labor de Fe y Alegría en el Barrio Ongay. Lo que comenzó como una utopía, hoy se ha convertido en un centro educativo con más de 800 alumnos, una Escuela de Oficios y un Centro de Educación para Adultos.

Año 1997. En los barrios periféricos de la Ciudad de Corrientes cientos de familias viven en una situación de suma pobreza: viviendas precarias hechas con cartones, chapas y bolsa de residuos. Por las callejuelas de barro, los chicos juegan con lo que encuentran. En el patio interior de la vivienda de la familia Romero, Isabel Huell conversa de pie, con un grupo de niños sentados en el suelo. Un pizarrón cuelga de un árbol. Los chicos hacen cuentas dibujando la tierra con un palito. Solo una tela vieja los resguarda de los rayos del sol. Sí: Isabel está dando clases en la más absoluta sencillez; es Maestra. Una que dejó de esperar que las cosas cambien, y se decidió a ir detrás de lo que parecía una utopía. Creía –y cree- en el poder de la educación para transformar vidas.

“Una y otra vez me cuestionaba si realmente podía dar clases en esas circunstancias – cuenta Isabel, 14 años más tarde-. Pero los chicos, con su naturalidad y entusiasmo, me empujaban a seguir haciéndolo”.

Caminar y llorar con los más necesitados

Un encuentro con educadoras de Fe y Alegría, hoy ya jubiladas, nos reúne en la actualidad. Flavia, Margarita, Teresa, Adela, María Nilda e Isabel. Todas ellas recuerdan con afecto al Padre “Chuco”, sacerdote Jesuita. Él había conseguido reclutar a un grupo de personas dispuesto a seguirlo para “caminar y llorar” con los más necesitados.

La historia y el ejemplo del Padre José María Vélaz, Fundador de Fe y Alegría en 1955 en Venezuela, conmovió a estas mujeres, de la misma manera que lo había hecho con cientos de personas en América Latina desde 1955. “La educación para los pobres no debe ser una pobre educación”, decía Vélaz. Esa frase retumbaba en los corazones de aquellas primeras valientes dispuestas a fundar Fe y Alegría en Corrientes. La chispa quería seguir creciendo, “llegar a incendio”, como decía Vélaz. ¿La herramienta para transformar? La educación popular.

“Ni siquiera sabíamos si algún día cobraríamos por nuestro trabajo, simplemente, seguíamos adelante”, recuerda Margarita. Su compañera en el YPROF y docente de peluquería, Flavia Maidana recuerda cuando buscaba un espacio para trabajar: “Cuando comencé, no tenía lugar para dar clases de peluquería, pero conseguí que un pastor del barrio me hiciera un hueco en su iglesia, a cambio de enseñar a sus dos hijos”.

Actualmente, entre aquellos pajonales donde serpenteaban caminos de barro y tierra por los que visitaban familias, hoy se impone el edificio de un Centro Educativo con tres niveles de enseñanza, un IPROF (Instituto Profesional). Mucho más de lo Flavia y Margarita pudieron soñar. Además, hay un centro de Educación Primaria para Adultos, donde hasta hace poco mucho trabajan las docentes Teresa Escobar, Adela Gomeñuka y María Nilda Arce. “Las chicas de la noche”, les decían. Apodo cariñoso que merecieron por su trabajo en horario nocturno. “Repartíamos volantes para que las madres y padres de familia que todavía no supieran leer y escribir, perdieran la vergüenza y se animaran a hacerlo; nunca es tarde”. Todas recuerdan emocionadas una historia en particular: la de Isidro y su familia.

“Yo puedo, soy digno”

“Isidro era un chico retraído que venía del campo –recuerda Adela- No siquiera sabía cuándo cumplía años. ‘Cerca de la Navidad’, respondía el chico”. Isidro recién pudo comunicarse plenamente cuando Juan Carlos, el secretario de dirección que hablaba fluido el guaraní, salió en su ayuda y actuó como su intérprete.

El hermano de Isidro, llamado Felipe, pudo terminar sus estudios sin dejar su trabajo. “La última vez que supe de él estaba trabajando como agente de seguridad en una farmacia y había formado una familia”, comenta la Teresa. María Nilda no se olvida de la mamá de esos chicos: “Ella también terminó la primaria; continuó secundaria y llegó a terminar estudios en enfermería para ejercer en una salita”. Una familia transformada por la educación.

“Construíamos identidad a través del trato cordial, respetuoso, reforzando la autoestima”, consensuan las docentes en el momento más apasionado de la charla. Y las respuestas iban llegando: “soy importante”, “soy digno”, “yo puedo”. A partir de allí grandes y chicos empezaban a darse cuenta de lo que era capaces.

Por supuesto, tal como hay recuerdos lindos, también hay recuerdos que duelen: “Algunos alumnos y alumnas llegaban con demasiadas carencias. A la desnutrición, había que añadir problemas de violencia y drogadicción –explica María Nilda, que encabezaba el equipo de tutorías-. Cuando un chico llegaba bajo los efectos de alguna droga, la reacción impulsiva era caminar mucho y rezar con él”. Muchas de estas problemáticas siguen presentes al día de hoy, pero los docentes ya son solo el primer paso de un pautado proceso de atención integral, en el que participan trabajadoras sociales y psicólogas, en colaboración con otras instituciones, para intentar buscar soluciones personalizadas.

La utopía sigue viva y llena de pinceladas de hermosa realidad. La historia de las educadoras Teresita, María Nilda, Adela, Flavia, Isabel y Margarita forma parte algunos de esos primeros latidos del corazón grande y gordo que es Fe y Alegría Argentina. Entre todas, suman cerca de 100 años dedicados al servicio a de la educación popular, que con sus éxitos y miserias, se despierta cada día con el sol radiante de la bandera y ofrece un océano lleno de posibilidades a cada nueva generación. Mientras, estas seis mujeres contemplan orgullosas el trabajo bien hecho.

 

Las cartas de Ignacio

La comunicación por carta ha sido uno de los medios de comunicación más importantes en muchos períodos de la historia, hoy superado por otros muchos más rápidos y atractivos. Precisamente Ignacio de Loyola vivió en una época (el siglo XVI) donde dicha comunicación estaba en pleno apogeo. Él fue uno de los grandes escribanos de la época, pues se conservan unas siete mil cartas amén de otras muchas que se perdieron.

En su epistolario llama la atención la variedad de personajes con los que se comunicó por este medio, tanto de los altos estamentos civiles (Carlos V, Felipe II, Juan III de Portugal…), como religiosos (Papas, obispos, cardenales…), tanto con personajes posteriormente santos (Francisco de Borja, Francisco Javier, Pedro Canisio, Juan de Ávila,…), como con mujeres laicas (Inés Pascual, Isabel Roser…), tanto con religiosas de clausura (Teresa Rejadell,…) como con jesuitas esparcidos ya por medio mundo sin que falten las dirigidas a familiares y amigos.

El estudio a fondo de las cartas ha puesto de manifiesto la importancia de su espiritualidad formulada especialmente en el libro de los Ejercicios y en las Constituciones y su capacidad para iluminar desde ella las mil y una situaciones que le iban presentando la gran variedad de destinatarios de las mismas. Sin duda alguna fue uno de los medios más importantes por el que canalizó su preocupación apostólica de “ayudar a las ánimas”.

Hoy diríamos que Ignacio fue un gran comunicador a la vez que un gran acompañante, cualidades que le han convertido en un auténtico “líder espiritual”. Liderazgo envuelto en una característica esencial de su personalidad –tanto humana como espiritual- que fue la discreción con la que trataba a cada persona, adentrándose con delicadeza en su interior y procurando dejar a la persona con quien trataba pacificada y consolada. Hoy que se valora tanto el acompañamiento espiritual, tenemos en Ignacio un auténtico maestro del mismo. Pues han cambiado los medios de hacerlo pero persisten algunas constantes que Ignacio cultivó de un modo especial.

Encuentro Nacional de CVX Argentina

Por  Carlos Acosta – Presidente CVX – Argentina

Como Comunidad Nacional CVX – Argentina nos encontramos, los días 15 y 16 de agosto, en la ciudad de Corrientes en la Casa de Retiros “San Ignacio de Loyola”, bajo el lema: “Con Cristo en Familia, construyendo la paz”.

Nos propusimos como objetivos generales:

• Encontrarnos, celebrar y compartir para afianzar nuestra identidad como Comunidad Nacional y seguir concretando los desafíos discernidos en la Asamblea Nacional 2014.

Profundizar nuestra vivencia de la espiritualidad laical ignaciana.

Crecer en nuestra conciencia de una Comunidad Mundial.

Para concretarlos abordamos dos “fronteras”: Familia y Jóvenes, con el objetivo de : “Salir al encuentro de estas fronteras para vivenciarlas, reconociéndolas como “Misión Común”, desde los diferentes niveles de misión, a partir de lo que se está haciendo y de las invitaciones que estamos recibiendo”.

Cartel de bienvenida

En cada frontera se presentaron acciones que se están llevando adelante. Junto con esto se compartió qué es y que hace el MEJ y la Red Juvenil Ignaciana. Y se aprovechó la oportunidad para presentar la propuesta de “Hermanamiento Apostólico” hecha por la Parroquia San José de las Petacas de la localidad San José del Boquerón – Pcia. de Santiago del Estero –.

También se invitó a trabajar con el Plan de Formación mediante la vinculación con el Equipo de Formación Nacional para generar espacios de crecimiento comunes.

Para finalizar se propuso materializar algunas acciones respecto a las fronteras mencionadas. De esta última actividad surgió la iniciativa de vincularse con la comunidad del Boquerón mediante la creación de un equipo de trabajo que se ha denominado “Hermandad Boquerón». Esta vinculación se concretará oficialmente mediante el “Hermanamiento Apostólico” entre la parroquia y CVX – Argentina.

Participamos del encuentro 43 personas entre cevequianos y Jesuitas. Teniendo la grata presencia y bendición inicial del Arzobispo de Corrientes Monseñor Andrés Stanovnik OFMCap. que nos acompañó en la apertura y del Padre Provincial Alejandro Tilve SJ que nos acompañó durante todo el domingo y celebró, junto al Padre Victor Pacharoni SJ y Juan Berli SJ, la eucaristía de cierre y envío a la misión.

Y así nos despedimos muy consolados por todo lo vivido, sintiéndomos comprometidos a seguir dando vida al lema que nos acompañó: “CON CRISTO EN FAMILIA CONSTRUYENDO LA PAZ”.

Para terminar les compartimos la oración del Papa Francisco con la concluía la invitación al encuentro, decíamos así:

“Ofreciéndonos a nuestra Madre, escuchamos unas palabras del Papa Francisco:

“La Virgen María, que con su “sí” inspiró a vuestros fundadores, os conceda responder sin reservas a la vocación de ser “luz y sal” en los entornos en los que vivís y trabajáis. Os acompaña también mi bendición que de corazón imparto a todo vosotros y a vuestras familias. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí”.

 

Los Jóvenes Ignacianos se reúnen en San Miguel

El pasado fin de semana del 12 y 13 de Septiembre se llevó adelante en la ciudad de San Miguel, Buenos Aires, el V Encuentro Juvenil Ignaciano. Dicho evento nuclea, cada dos años, en un mismo lugar, a jóvenes de 18 a 35 años, que se identifican con la espiritualidad ignaciana en todo Argentina y Uruguay. Las delegaciones presentes en esta edición fueron: Buenos Aires Capital, San Miguel (la anfitriona), Mendoza, Santa Fe – Villa Ocampo, San José del Boquerón, Chaco, Corrientes y Córdoba, del lado argentino; y Tacuarembó y Montevideo como representantes uruguayos. En total, sumaron cerca de 700 jóvenes .

La propuesta del EJI trata de concentrar, en un fin de semana, las tres dimensiones desde las que se propone para tener una vivencia completa de la fe, que se identifique con la espiritualidad ignanciana: Espiritualidad, Formación y Servicio. Por lo que, en esos dos días, hubo tiempo para hacer experiencia de cada una de esas dimensiones, no como bloques separados, sino como componentes que se imbrican y autoimplican, dado lugar a una propuesta de fe que contempla la totalidad del joven, lo invita a salir de sí mismo, y ser para los demás…

El EJI 2015

El sábado 12, en el Colegio Parroquial Patriarca San José, las actividades comenzaron alrededor de las 10 de la mañana. Una vez que estuvieron presentes todas las delegaciones, se dio inicio a una bienvenida organizada por los locales, que contó con bailes, coreografías y canciones que abrieron el encuentro, recordando el lema que había marcado el itinerario de preparación de todos los grupos hasta ese día: “Cristo, pobre y humilde, nos llama a amar y servir”.

Los locales dieron lugar a la Red Juvenil Ignaciana (RJI) de Resistencia, que llevó adelante un primer momento de oración. En él, se encomendó el encuentro a los santos patronos y advocaciones marianas propias de cada región. Fue, quizás, la primera invitación a sentirse parte de un mismo cuerpo llamado Iglesia, de una misma fe que hermana, a pesar de la diversidad geográfica, social y cultural que compone la Red.

Al finalizar este momento, se dividieron a los participantes de todo el encuentro en cinco grupos: amarillo, azul, rojo, naranja y verde. Cada uno estaba destinado a una parroquia o capilla diferente. En ellas, además de compartir el almuerzo con la comunidad, se llevó adelante el tiempo de servicio. Algunos se dividieron en equipos de dos o tres para visitar las casas de los barrios; mientras, otros realizaban talleres para niños preparados por la RJI Córdoba o se encargaban de llevar de hacer un poco de ‘lío’ en los semáforos, sorprendiendo a los choferes y peatones que, ocasionalmente, pasaban por ahí.

Para culminar la tarde de misión, los grupos se congregaron en una plaza de la ciudad donde se había montado un escenario para celebrar la misa; presidida por Rafael Velasco SJ. Al finalizar la eucaristía, se inició una peregrinación de regreso hacia el colegio parroquial. A lo largo de la misma, se pasó por distintas capillas, desde las que se planteaba una consigna diferente para realizar hasta llegar la siguiente parada.

Sin duda la procesión sacudió gran parte de las calles de San Miguel, y les regaló a los vecinos que se asomaban a ver, curioso y asombrados, razones para seguir creyendo y apostando a la juventud como motor de transformación de la sociedad.

El día finalizó, luego de una cena y un tiempo de esparcimiento y baile; con un momento de reflexión y revisión de lo vivido a lo largo de la jornada.

El domingo 13, las actividades se iniciaron, también, alrededor de las 10 am, con un tiempo de oración y adoración, profundo y conmovedor, organizado por la RJI de Santa Fe. Y es que, a esas alturas del encuentro, ya habían sido tantas las cosas vividas y las emociones experimentadas, que era imposible que en los momentos de silencio no afloraran las lágrimas.

Al finalizar se dio paso al tiempo de ‘formación’, en el que se dio el material y las consignas a para reflexionar en grupos alrededor de la temática del Encuentro. Luego se hizo un plenario. Aquí se puso en juego, en gran parte, la preparación previa con la que vienen los grupos que participan del EJI.

Cierre y Agradecimientos

Luego del almuerzo, el EJI se puso nuevamente en marcha, esta vez hacia el Colegio Máximo, donde fue la misa de cierre, presidida por el Provincial de Argentina y Uruguay: Alejando Tilve SJ.

Allí, además de compartir un último momento como Red y proyectar a los jóvenes a multiplicar los frutos generados en ellos a partir de este encuentro, se agradeció a cada una de las delegaciones por estar presentes.

Además se dio un calurosísimo aplauso a los anfitriones por el evidente e increíble trabajo que hicieron los meses previos al EJI; y a los estudiantes jesuitas, quienes fueron, en gran parte, los motores de la organización del encuentro.

Al despedirse queda siempre, en el horizonte, la posibilidad del reencuentro. Inicialmente en el próximo EJI, que será en 2017 y; para los argentinos, en el Congreso Eucarístico del año que viene, para el que ya se piensa una participación desde el movimiento ignaciano.

Inauguran el Centro de Interpretación del Legado Jesuítico

El jueves 3 de septiembre a las 18 hs, se inauguró, en la Estancia de Colonia Caroya, el nuevo Centro de Interpretación del Legado Jesuítico y Camino Real, para la recepción y atención de turistas. También quedará inaugurada la restauración de la Casona Antigua del Camino Real. El nuevo Centro de Interpretación del Legado Jesuítico y Camino Real, emplazado en el ingreso de la Estancia Jesuítica de Colonia Caroya, a 48 Km. de la capital cordobesa, en el Departamento Colón.

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El nuevo edificio, de 350 m2 está emplazado en un predio de 3500 m2, permitirá atender cómodamente a los turistas y albergar muestras y exposiciones en sus amplias dependencias.

También quedó inaugurada la restauración efectuada en la Casona Antigua del Camino Real, edificio del siglo XIX y la boca de acequia que los historiadores afirman data del siglo XVIII.

El ingreso al Centro de Interpretación se realiza por la fachada norte, donde los turistas llegarán a un punto de información y desde allí a una amplia recepción.

El Centro consta de cuatro salas equipadas con un moderno sistema de ménsulas multipropósito, que permitirán el armado de muestras artísticas, fotográficas e instalaciones de todo tipo, además de una sala de microcine multimedia para 40 personas.

Todos los ambientes están equipados con sistema de sonido y música ambiental y cuentan con Internet y WI FI.

En total, las cinco estancias con moderna iluminación de led están vinculadas por un pasillo que llega hasta el extremo oeste de la planta, donde se encuentra el sector de sanitarios y servicios.

En el exterior se ha dispuesto una playa de estacionamiento iluminada con farolas coloniales con capacidad para 80 autos, en un amplio parque de añosas especies autóctonas.

Contenidos del centro Turístico Caroya

Interpretar puede entenderse como un conjunto de acciones para presentar al público un lugar o un objeto, o un conjunto de ellos, para informarlo, despertar/satisfacer su curiosidad y motivarlo al conocimiento vivencial del mismo. El fin de la interpretación es dejar en el visitante un entendimiento de por qué y en qué sentido es importante ese lugar u objeto, cuál es su significación, preparándolo para la experiencia directa. Se trata de una herramienta básica para la apreciación y comprensión del público de los sitios culturales patrimoniales.

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En el caso del Centro Caroya, en el edificio principal se expone información gráfica y fotográfica sobre el patrimonio mundial en general y sobre el sitio Manzana y Estancias Jesuíticas de Córdoba en particular. Para ello, en la sala de acceso se presenta, al inicio de la visita (sala 1), una línea gráfica de tiempo conteniendo las principales acciones desarrolladas por la Compañía de Jesús en el territorio de Córdoba desde 1585 hasta el presente. Pequeños textos e imágenes permiten un acabado conocimiento de los hechos históricos para que el visitante pueda ubicar la importancia de esas acciones que se materializan en los conjuntos de la Manzana Jesuítica en la ciudad de Córdoba y las Estancias de Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia y La Candelaria.

En las salas siguientes se exponen paneles conteniendo información básica sobre cada uno de los conjuntos y una amplia galería fotográfica que posibilitan al visitante hacerse una idea del valor arquitectónico, artístico y paisajístico de los conjuntos declarados patrimonio mundial por UNESCO en el año 2000. La sala 2 presenta los conceptos de patrimonio mundial y las características generales del sitio Manzana y Estancias Jesuíticas de Córdoba. La sala 3 está referida a la Manzana Jesuítica, Estancia de Caroya y Estancia de Jesús María. La sala 4 contiene la información e imágenes de la Estancia de Santa Catalina y la sala 5 los de las Estancias de Alta Gracia y La Candelaria.

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En el edificio anexo, del siglo XIX, se presenta una breve síntesis gráfica y conceptual sobre el antiguo Camino Real en el norte cordobés, incluyendo imágenes fotográficas de los lugares más relevantes de dicho itinerario cultural turístico.

Se ha previsto completar estas presentaciones con tecnología para la provisión de datos sobre los lugares patrimoniales y los aspectos turísticos relacionados con los mismos.

 Fuente: host.news.com.ar

Reflexión Evangelio de Marcos 8, 27-35

Por Franco Raspa SJ

El evangelio de Marcos de este domingo, nos relata un momento de la vida pública de Jesús. El texto nos sitúa junto al Señor y sus discípulos, caminando hacía un poblado a las afueras de Galilea. Hagamos el esfuerzo por seguir la invitación del evangelista, poniéndonos también nosotros en el camino. Acércate al Señor y a sus compañeros ¿Qué oyes? ¿De qué hablan? ¿Qué es lo que vienen conversando por el camino?

Si bien no se nos dice, qué venían conversando; lo cierto es que mientras caminaban, Jesús les pregunta acerca de su propia identidad. “¿Quién dice la gente que soy Yo?” Pregunta que en principio no compromete la opinión de sus discípulos; que responden a una sola voz “algunos dicen que…”, pero el Señor va más allá, como si deseara acercarse a la profundidad de sus corazones. “Y ustedes ¿quién dicen que soy Yo?” El único que toma la voz es Pedro, confirmando frente a todos “Tú eres el mesías”.

Y tú, que también vienes caminando junto al Señor ¿quién dices que es Jesús?

El evangelio nos cuenta que el Señor, invitando a callar a los suyos, comienza a enseñarles con claridad lo que le iba a suceder. Jesucristo frente a sus amigos, manifiesta el camino de su pascua.

Una vez más, es la figura de Pedro la que sale a escena, conduciendo al Señor “aparte”. Separándolo del grupo, lo lleva a un lugar oculto y allí lo reprende. ¿Cómo se explica esta reacción del hombre, que hace un momento, había confesado a Jesús como el Mesías? ¿Qué habrá pasado por el corazón de Pedro? ¿Qué habrá sentido?

No sabemos que fue lo que Pedro le dijo a Jesús, pero sí queda claro, cuál fue la reacción del Señor. Que dándose vuelta, primero miró a sus discípulos. Es decir, que Pedro también estaba con ellos. Recién allí viene la respuesta del Hijo de Dios, “Retírate, ven detrás de mí Satanás”.

¿A quién desafía Jesús si no es al mismo Pedro?

El Señor reta a aquel que es capaz de enturbiar, y entristecer el corazón de los hombres, con falsas razones. A aquel, que entrando con temor en el corazón de Pedro, lo confunde haciéndole creer que es él quien marcha delante del Señor. Es al mismo Satanás, a quien Jesús increpa diciéndole, tú no irás delante de mí. Yo soy el Señor, no tú.

Pensemos, en cuántas ocasiones de mi vida me he visto en la situación de Pedro. ¿Cuáles han sido aquellos momentos, en los que el maligno enturbiándome la mirada, me hizo creer que él era más poderoso que nuestro Señor? ¿En qué situaciones, me ha hecho creer que Jesucristo, me había abandonado?

El segundo movimiento del Señor, que nos relata el evangelista Marcos es la llamada que Jesús hace a toda la multitud. Que ubicándolos junto a sus discípulos, les comienza a anunciar como debe ser el camino, de aquellos que desean caminar con Él.

El seguimiento al que Jesucristo nos invita, es ir tras sus pasos. Sin adelantarnos. Sin embargo, Jesús introduce aquí una frase, que sondea las profundidades de nuestro corazón. “El que quiera venir detrás de mí, que renuncié a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Renunciar, cargar y seguir. En estos tres verbos, el Señor de la vida nos da las pistas para nuestro propio caminar. En estos tres verbos, se resume el modo en cómo vivió el Hijo de Dios. Renunciar, cargar y seguir, nos hablan de una invitación a hacer de nuestra vida, una donación y entrega.

Pero esta frase quedaría incompleta e incómoda, sino fuese por la mirada y el horizonte que el mismo Jesucristo le otorga; al terminar diciendo “el que pierda su vida por mí y por la buena noticia, la salvará”. Es decir, que es solo en la persona de Jesús, donde nuestro corazón descansa, porque es solo en Él, donde la renuncia, la carga y el seguimiento al que Él nos llama, cobran sentido.