San Pedro Claver

Hijo de los labradores Pedro Claver y Minguella y Ana Corberó, quedó huérfano de madre a los trece años de edad. Puesta de manifiesto su vocación religiosa, dos años después recibió la tonsura eclesiástica de manos del obispo de Vic en la parroquia de su localidad natal, Verdú. Se trasladó a Barcelona para iniciar estudios de gramática en el Estudio General de la Universidad. A mediados de 1600 o 1601, terminada la retórica, pasó al Colegio Jesuita de Belén para cursar filosofía. Allí decidió ingresar en la Compañía de Jesús, y el 7 de agosto de 1602 entró en el noviciado de Tarragona.

Tras hacer los votos, fue enviado a Gerona para ampliar sus estudios de humanidades y luego, el 11 de noviembre de 1605, al colegio de Montesión en Palma de Mallorca para cursar filosofía. Allí trabó gran amistad con el portero Alonso Rodríguez, un anciano hermano lego que le imbuyó la inquietud misional. En 1608 se trasladó a Barcelona para estudiar teología. No pudo terminar los estudios, pues recibió una carta del Provincial, fechada el 23 de enero de 1610, por la que se le concedía el permiso para trasladarse a América, como era su deseo.

Claver viajó hasta Tarragona para unirse a otros religiosos y seguir hacia Valencia y Sevilla, donde otros jesuitas se sumaron al grupo. Embarcó en el galeón San Pedro (perteneciente a la flota mandada por don Jerónimo de Portugal y Córdoba) que zarpó del puerto andaluz en abril del mismo 1610, y arribó a Cartagena. Desde allí Claver y sus compañeros emprendieron el camino a Santa Fe, remontando el río Magdalena y tomando luego el camino de Honda.

Una vez la capital neogranadina se encontró con que no podía seguir los estudios de teología, pues faltaban profesores. Fue asignado al Colegio de la Compañía como coadjutor hasta 1612, cuando la llegada de nuevos religiosos le permitió proseguir dichos estudios. Claver fue enviado luego al noviciado de Tunja para la tercera probación, y finalmente al colegio de Cartagena, al que llegó en noviembre de 1615. Se ordenó subdiácono al mes siguiente y en 1616 recibió el diaconado y la ordenación sacerdotal.

El nuevo jesuita fue enviado a ayudar al padre Sandoval, que tenía a su cargo la catequización de los negros. Sandoval tuvo que ir a Lima en 1617 y Claver hubo de ocuparse él solo de todo el trabajo. En 1618 se le unió un jesuita italiano, el padre Carlos de Orta, pero murió al año siguiente; afortunadamente, el padre Sandoval regresó a Cartagena en 1620. El 3 de abril de 1622 hizo Claver su profesión. Al pie de la fórmula de los votos consignó de su puño y letra “Petrus Claver, aethiopum semper servus” (“Pedro Claver, esclavo de los negros para siempre”). Era lo que quería ser y lo que siempre fue.

El padre Claver ejerció su apostolado con total dedicación, siguiendo el procedimiento empleado por el padre Sandoval. Cuando el gobernador le anunciaba la llegada de un barco negrero, trataba de averiguar de qué región procedía su “carga”, con objeto de buscar los intérpretes adecuados para hablar con los esclavos. Los propietarios de esclavos se negaban a suministrarle intérpretes o ponían muchos obstáculos, motivo por el cual el Colegio de Cartagena terminó comprando un grupo de esclavos-intérpretes oriundos de diversas regiones de África para que ayudaran a Claver.

El religioso pasaba con ellos al buque negrero, al que llevaba regalos como naranjas, limones, tabaco, pan o aguardiente. Bajaba a las bodegas y decía a los esclavos que estaba allí para cuidar de que los blancos les trataran bien; les aseguraba que no iban a matarlos, como a menudo creían, y les alentaba a abrazar la fe cristiana, para lo que debían instruirse. Luego preguntaba por los enfermos y los niños nacidos en la travesía, a quienes dedicaba sus cuidados de urgencia.

Cuando le impedían subir al buque negrero, hacía lo mismo en los almacenes donde se hacinaban los esclavos. Claver repetía las visitas varios días, y dedicaba después varias horas a la catequesis por medio de los intérpretes. Esta labor solía hacerla en un patio, ante un cuadro de Jesús crucificado, y terminaba con el acto de contrición. Cuando los catecúmenos estaban bien instruidos procedía a bautizarlos, y luego les entregaba unas medallas de plomo que tenían impresos los nombres de Jesús y María.

El padre Claver cuidaba también de los negros que vivían usualmente en Cartagena y hasta de los de la provincia, a los que dedicaba una misión anual por Pascua. Manifestaba especial preocupación por los enfermos, lisiados e indigentes, a los que hacía objeto de sus desvelos. Diariamente acudía a los dos hospitales de San Sebastián y San Lázaro, donde consolaba y curaba a los internados. En las cárceles atendía no sólo a los negros, sino también a presos diversos, como los protestantes de la isla de Santa Catalina, que procedían de capturas realizadas por las naves españolas. El jesuita terminó por ser respetado por las autoridades cartageneras y por los mismos propietarios de esclavos, que temían verle aparecer. Vivía con extrema austeridad, durmiendo en una esterilla y comiendo frugalmente, y dedicado a sus rezos en los ratos libres.

En 1651 Cartagena fue azotada por una epidemia. El padre Claver contrajo la enfermedad y le quedó como secuela una parálisis progresiva que, sin embargo, no fue obstáculo para que continuase visitando a los leprosos de San Lázaro, adonde se hacía conducir en mula, e incluso a los pocos esclavos que llegaban. A raíz de la independencia de Portugal en 1640 habían disminuido los barcos negreros, pues dicha nación había detentado el asiento. Se produjo entonces un vacío que duró hasta que volvió a organizarse el negocio de la trata. Pese a ello seguían llegando algunos barcos, como una embarcación con carga de esclavos araraes en 1651. Claver se hizo vestir y, ayudado de un bastón, fue al almacén donde se habían almacenado para la venta. Los instruyó durante varios días y bautizó a no pocos.

El 6 de septiembre de 1654 enfermó de gravedad y al día siguiente se le dio la extremaunción. A su muerte, acaecida en la noche del 7 al 8 de septiembre de 1654, numerosos fieles habían ido a visitarle. Tuvo unas solemnes honras fúnebres y fue enterrado en la capilla del Santo Cristo, en la iglesia de la Compañía. El proceso de su beatificación empezó en 1658. En 1747 fue declarado Venerable por Benedicto XIV; fue beatificado en 1851 por Pío IX, y canonizado en 1888 por León XIII. Su fiesta se celebra el 9 de septiembre.

 

El EJI tiene su propia aplicación – Entrevista a Agustín Jorge

Se acerca el Encuentro Juvenil Ignaciano (RJI), y entre los grupos de jóvenes que conforman la Red Juvenil de Argentina y Uruguay llueven ideas para acercarse y hacer más fuerte el sentimiento de Red

Una de ellas fue el desarrollo de la Aplicación de EJI, a cargo de Agustín Jorge (22 años), exalumno del Colegio del Salvador. 

1) ¿Cómo surgió la idea de desarrollar esta aplicación?

La idea surge desde la necesidad de generar un medio para centralizar la información que va a ir circulando sobre el EJI: horarios, actividades, qué hay que llevar… y además a modo de centralizar todo lo que se fuera difundiendo en las diferentes redes sociales: Instagram, Facebook y los diferentes twitters. La aplicación se va a actualizando para dar aviso sobre datos puntuales, como cuándo hay que inscribirse, qué hay que llevar, aprovechando las nuevas tecnologías y la difusión que tiene el uso de smartphones entre los jóvenes, como una ventaja que permitia agilizar y ordenar la información que vaya apareciendo.

2) ¿En qué consiste propiamente la aplicación?

Es una aplicación no muy compleja, que consiste de dos ramas. Una es la de las redes sociales que se generaron para difundir la información del EJI: el Facebook, el Instagram (EJI San Miguel 2015) y twitter, que comprende distintos twitters: eju franciso, el MEJ , Fe y Alegría… como para que uno pueda empezar a navegar entre las distintos núcleos relacionados con la RJI. La otra rama es la de la información del EJI propiamente dicha: qué es el EJI, los horarios, las actividades que se llevarán a cabo durante el encuentro, las edades, los mapas de los lugares de San Miguel donde se van a realizar las misiones, etc.

Además, la aplicación contiene algunas trivias para divertirse, con preguntas sobre Ignacio, la Compañía, los orígenes del cristianismo, etc….

3) Si tuvieras que soñar en grande: ¿qué te gustaría que generara esta aplicación en los jóvenes que participarán del próximo EJI?

Me gustaría que esta aplicación, además de ser una herramienta útil para las cuestiones prácticas del encuentro, sirva como “fuego que encienda otros fuegos”; y haga las veces de invitación a los jóvenes a ofrecer los dones que han recibido, ya sean musicales, de oración, de animación, de escucha, para ponerlos al servicio de los demás.

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Votos: un estilo de Vida

‘Con los votos dices: «voy por el camino por el que Jesús me ha invitado a ir», y después también por el camino por el que quiero ir. Por donde quiero acercarme a Dios, pero también quiero acercarme a los otros’

Con frases cortas y profundas como esta, jesuitas definen en este video qué significan para ellos los votos de pobreza, castidad y obediencia ¡No dejes de escucharlos!

Votos: un estilo de Vida

A la escucha de la Palabra

P. Jorge Cela, S.J – Presidente de la CPAL

La espiritualidad de Ignacio de Loyola tiene como experiencia fundante la vivencia trinitaria. Y así se refleja en la contemplación de la Encarnación en los Ejercicios Espirituales. Es la experiencia de un Dios comunidad cuya dinámica es darse en la comunicación nacida del amor. Es la experiencia de Dios que culmina en los Ejercicios con la Contemplación para Alcanzar Amor. Un Dios siempre creando, dando el ser y dándose a sí mismo a la creatura. El Dios que se hace Palabra de carne. Por eso la oración es fundamentalmente escucha. Como diría Karl Rahner, nuestra condición es ser oyentes de la Palabra. Por eso la espiritualidad que nace de los Ejercicios implica estar atentos a la voz de Dios, a la escucha de su Palabra, que se nos comunica en nuestra vida exterior (la historia) e interior. Es la actitud de discernimiento personal y comunitario. Por eso la importancia que da Ignacio al examen como momento de escucha del paso de Dios por nuestra vida. Una comunicación que comienza por la escucha de la Palabra de Dios antes de pronunciar la nuestra. Así al que da los Ejercicios le aconseja no hablar demasiado, no hacer ruido a la voz del Señor que se comunica.

De ahí la importancia que Ignacio daba a la comunicación para la vida del cuerpo de la Compañía. El énfasis que Ignacio pone en la cuenta de conciencia, en la escucha de los consultores, en el diálogo espiritual, en la búsqueda comunitaria de la voluntad de Dios que tiene su experiencia fundante en la deliberación de los primeros Padres, y que desemboca en la fundación de la Compañía de Jesús. Esto explica la importancia de la comunicación: personal, comunitaria o por carta en los comienzos de la Compañía.

Las nuevas tecnologías han puesto en nuestras manos instrumentos que nos ayudan a la comunicación, que nos abren nuevas posibilidades insospechadas en los tiempos de Ignacio. No sólo expanden la velocidad y cantidad de la información y facilitan la participación, sino que transforman las capacidades de escucha y comunicación.

La velocidad y alcance de la comunicación virtual nos permite mejorar la cantidad de información y la rapidez para obtenerla haciendo posible tomas de decisión mucho más complejas, pero tentándonos de la superficialidad y provisionalidad que puede producir la sobreabundancia de insumos poco procesados. Las nuevas oportunidades de contemplación y aplicación de sentidos con tecnologías cada vez más sensoriales tienen que afinar el discernimiento por los peligros que la comunicación virtual abre al ocultamiento, la mentira y la falta de compromiso.

Este mundo pluriconectado a través de múltiples redes puede llevarnos a la lógica del zapping, de la falta de concentración, a la dispersión, a distraernos de nuestro principio y fundamento. Pero si los hilos que nos conectan están cargados de una identidad plena de sentido compartido que nos facilita un lenguaje común de transparencia y diafanidad, y de una misión común que nos compromete y nos une en un proyecto de vida común, la comunicación se convierte en un estilo de ser y hacer fundamental para nuestra vocación. Ella arma el cuerpo apostólico, ampliado a todos los colaboradores de la misión de Cristo, y se hace necesaria para la vida espiritual y apostólica.

Por eso el gobierno de la Compañía, la vida espiritual de cuantos compartimos la manera ignaciana de vivir el Evangelio, la vida comunitaria, constitutiva de nuestra misión, y la proyección apostólica, requieren ser repensadas a partir de las nuevas posibilidades y estilos que nos abren las tecnologías de la comunicación.

En la reunión del Sector Comunicación, tenida en Santo Domingo, nos planteamos como mejorar nuestra comunicación interna: las formas de acompañamiento, de discernimiento personal y comunitario de nuestra identidad y misión en un mundo cambiante, intercultural e interreligioso; la necesidad del diálogo, comunicación de doble vía, especializada en la escucha, que nos permita aprender a escuchar a Dios juntos, para poder hablar de Él con un mismo lenguaje pentecostal, con el que podamos entendernos sin perder la riqueza de la diversidad, y mostrarnos como un cuerpo para una misión común de servicio de la fe y promoción de la justicia.

«Nos aterra la barbarie a la que somos conducidos» – P. Adolfo Nicolás

Reproducimos la reciente entrevista al Padre General de los Jesuitas, Adolfo Nicolás, sobre Siria y los esfuerzos del Papa Francisco por alcanzar la paz.

Q. El Santo Padre ha salido de su protocolo normal para hablar en pro de la Paz en Siria. ¿qué piensa Usted al respecto?

R. No tengo costumbre de comentar sobre situaciones internacionales o de carácter político. Pero en el caso presente estamos de frente a una situación Humanitaria que supera los límites normales que apoyarían el silencio. Y tengo que decir que confieso que no entiendo quién ha dado autorización a los Estados Unidos o a Francia para actuar contra un país de tal modo que sin duda aumentará el sufrimiento de una población que ya ha sufrido más de la cuenta. La violencia o acciones violentas, como la que se está preparando, solamente son justificables como último recurso y de tal manera que solamente los culpables reciban daño. En el caso de un país, esto resulta totalmente imposible y por lo tanto, a mí me resulta totalmente inaceptable. Nosotros, Jesuitas, apoyamos la acción del Santo Padre al 100% y deseamos del fondo de nuestro corazón que la anunciada acción punitiva no tenga lugar.

Q. ¿Pero, no tiene el mundo la responsabilidad de hacer algo contra los que abusan del Poder contra su propio pueblo, como en el caso de un Gobierno que usa armas químicas en un conflicto?

R. Tenemos en esta pregunta tres cuestiones, que conviene separar claramente. La primera tiene que ver con el hecho que todo abuso de poder ha de ser condenado y rechazado. Y, con todo respeto por el pueblo Norteamericano, creo que este concreto uso de poder que se está preparando constituye en sí mismo un abuso de poder. Los Estados Unidos de América tienen que dejar de actuar y reaccionar como el chico Grande en el barrio del mundo. Esto lleva inevitablemente al abuso, el atropello y el «matonismo» sobre los miembros más débiles de la Comunidad.

La segunda, es que, si ha habido uso de armas químicas, todavía nos queda la obligación de mostrar al mundo de una manera clara que un lado del conflicto, y no el otro, las han usado. No basta con que algún miembro del gobierno del país que quiere atacar diga que está convencido. Hay que demostrar al mundo que esto es así, sin lugar a dudas, para que el mundo pueda confiar en este país. Esta confianza no se da actualmente, y han comenzado ya las especulaciones sobre ulteriores motivos que pueda tener USA en su proyectada intervención.

Y la tercera, que los medios considerados adecuados para castigar el abuso, no dañen a las mismas víctimas del primer abuso, una vez se haya demostrado que esto es lo que ha sucedido. La experiencia del pasado nos dice que esto es imposible (aunque se llame a las víctimas con el eufemismo de «daño colateral») y los resultados son que aumenta el sufrimiento de los ciudadanos ordinarios inocentes y ajenos al conflicto. Todos sabemos que la gran preocupación de los Sabios y Fundadores Religiosos de todas las tradiciones y culturas era «¿cómo reducir el sufrimiento humano?» Es muy preocupante que en nombre de la justicia planifiquemos un ataque que va a aumentar el sufrimiento de las víctimas.

Q. ¿No es Usted especialmente duro con los Estados Unidos?

R. No lo creo. No he tenido nunca prejuicios sobre este Gran País y ahora mismo trabajo con algunos Jesuitas de allá cuya opinión y cuyos servicios valoro grandemente. Nunca he tenido sentimientos negativos frente a los USA, un país que yo admiro enormemente por muchas razones, incluyendo en ellas su dedicación, espiritualidad y pensamiento. Lo que más me preocupa es que precisamente este país, que yo admiro sinceramente, está al borde de cometer un gran error. Y podría decir algo parecido sobre Francia: Un país que ha sido un verdadero líder en esprit, inteligencia, y que ha contribuido en gran manera a la Civilización y a la Cultura y que está ahora tentada a conducir a la Humanidad hacia atrás, a la Barbarie, en abierta contradicción con todo lo que ha simbolizado a lo largo de muchas generaciones. Que estos dos países se unan ahora para una medida tan horrenda es parte de la ira de tantos países en el mundo. No tenemos miedo al ataque; nos aterra la barbarie a la que somos conducidos.

Q. ¿Y por qué hablar así ahora?

R. Porque el problema es ahora. Porque el Santo Padre está tomando medidas extraordinarias para hacernos conscientes de la urgencia del momento. El haber declarado el día 7 de Septiembre como día de ayuno por la paz en Siria es una medida extraordinaria y nosotros queremos unirnos a ella. Podemos recordar que en un momento en el Evangelio los discípulos no pudieron liberar a un joven del mal espíritu y Jesús les dijo: «Este tipo de espíritus no se pueden echar si no es con oración y ayuno» A mí me resulta dificilísimo aceptar que un país, que se considera, al menos nominalmente, cristiano no pueda concebir más que una acción militar en una situación de conflicto y que con ello pueda llevar al mundo, de nuevo, a la ley de la jungla.

Misión Parroquial – Parroquia Patriarca San José

Del 22 al 25 de Julio se realizó una misión Parroquial en la Parroquia Patriarca San José. Aquí les dejamos algunas fotos, y las palabras del Párroco y una de las misioneras, para que no dejen de enterarse de qué se trató.

Carta del Párroco

Querida Comunidad Parroquial:

Hemos realizado la misión parroquial del 22 al 25 de Julio pasado. Muchos de ustedes han recibido a los misioneros. Otros, tal vez, no han podido, o no hemos llegado ya que tratamos de empezar por los sectores más alejados de la parroquia.

La misión ha sido una profunda experiencia de Dios para nuestra comunidad parroquial. Hemos experimentado su llamada a ser misioneros, a salir, a ser una Iglesia que sale a buscar a los cruces de los caminos a aquellos que necesitan una palabra de aliento o un sostén para su esperanza. Hemos salido casa por casa, como nos mandó Jesús, y hemos celebrado las misas en lugares públicos, allí donde ocurre la vida del barrio, para simbolizar que esos lugares son sagrados porque Dios habita todos los espacios de nuestra vida, sólo espera que lo dejemos entrar. Por es, el lema ha sido «Estoy a tu puerta y llamo».

Quiero agradecer por este medio a todos los que participaron de la misión de un modo u otro. A los muchos que misionaron visitando casas; a los que misionaron también dando de comer a los misioneros o preparando las cosas para que se pudiera hacer la misión; a los miembros de la comunidad educativa del colegio parroquial, docentes, directivos y alumnos- que también misionaron y mostraron que son parte activa de esta comunidad parroquial; a aquellos que misionaron rezando por la misión, para que fuera una gracia para la parroquia y para el barrio; también gracias a los que recibieron a los misioneros, a los que hicieron sentir que su misión vale la pena. Y un agradecimiento especial a  los hermanos jesuitas que prepararon la misión y la coordinaron. Hicieron un gran trabajo y dieron testimonio de lo que puede hacer una comunidad apostólica cuando trabaja unida por Jesucristo.

La misión ha sido un punto de inicio, una motivación. Ahora debemos continuar con nuestra misión cotidiana, saliendo al encuentro del prójimo, cuidando unos de otros, ayudándonos a caminar por el camino de Jesús, sosteniéndonos. La misión que se da en la familia, en el barrio, en la escuela, en el trabajo.

Dios también nos alienta y nos espera allí. También en las cosas cotidianas el señor está a la puerta y llama.

Que Dios los bendiga a todos. 

P. Rafael Velasco SJ

Testimonio de Celeste Cardozo

Durante el receso de vacaciones hemos tenido la gracia de haber compartido la «Gran Misión Parroquial» bajo el lema: ‘Estoy a la puerta y llamo’.Han sido 4 días donde se vivió el espíritu de cada joven y adulto, en cada servidor y en cada casa que ha sido visitada.

Personalmente, he sentido alegría en mi corazón al ver que, para entregárselo a Jesús no hay edad. A medida que iban llegando los misioneros a registrarse cada mañana, para comenzar a caminar las calles de los distintos barrios, veía a los jóvenes que comenzaban a experimentar el gusto del servicio, matrimonios que daban testimonio de amor y compañerismo, niños que acompañaban y lo que más me llamó la atención: ¡abuelas y abuelos misioneros! Me llamó la atención y me gustó que estos misionero más experimentados («los viejis» como los llaman cariñosamente en la capilla) tenían en sus ojos el brillo de la alegría cristiana y el entusiasmo en cada uno de sus pasos.

Ha sido realmente una experiencia hermosa y enriquecedora tanto para los que han misionado como para las familias que han abierto sus puertas, para los que han trabajado en el servicio a las comunidades, y también, creo, para los que no han podido abrir sus puertas; para los que han dejado a Jesús llegar sólo al umbral de su corazón. Para ellos también… creo que les ha quedado resonando el ver a gente tan alegre y convencida de su Fe, que no teme salir a anunciar el amor de Jesús Resucitado, que seguirá llamando a su puerta.

Encuentro Nacional de Manos Abiertas

Por Agustina Videla

El pasado 14, 15 y 16 de agosto, en la provincia argentina de San Juan, se realizó el Décimo Tercer Encuentro Nacional de Manos Abiertas, bajo el lema “Ahondar las raíces, extender las ramas”.

Al mismo asistieron voluntarios de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Salta, Entre Ríos, Neuquén, Córdoba y de la provincia sede, así como profesionales y sacerdotes jesuitas, especialmente invitados para desarrollar las charlas.

El Encuentro Nacional de Manos Abiertas es una posibilidad que nos ofrece el voluntariado de conocernos y reconocernos. Es la posibilidad de inflar el corazón de energía, reavivando la llama que nos impulsa a servir, enriqueciéndonos con las experiencias de aquellos que caminan a la par, que al fundirse en un canto, abrazo, diálogo o mirada, nos hacen comprender que no estamos solos.

Es además un espacio de formación para el servicio, ya que participan del mismo profesionales y sacerdotes jesuitas, que brindan su conocimiento a través de charlas sobre temáticas dirigidas especialmente a los voluntarios, poniendo a disposición una herramienta más para tratar con conocimiento las realidades en las que nos toca prestar nuestro servicio.

Los tres días de encuentro, tienen como condimento de que los voluntarios tienen que convivir y desenvolverse en la gran familia de Manos Abiertas, compartiendo el comienzo y el final del día, desayunos, almuerzos, meriendas, cenas, paseos, formación, misas, charlas y actividades grupales.

El intercambio con voluntarios de obras que persiguen los mismos objetivos que las nuestras, a través de talleres grupales, permite hacer una especie de análisis-balance de lo trabajado hasta entonces, de los métodos empleados para alcanzar los fines y de los aspectos positivos y negativos que se advierten en nuestra tarea.

En pocas palabras, el ENMA es una experiencia hermosa, que nos permite sumergirnos en un mundo de manos literalmente abiertas, abiertas en vela, a la espera de atrapar con amor la primera posibilidad que se presente para servir.