Ganar en generosidad – Misión RJI Santa Fe

Marcos Mendez

La semana pasada fuimos con un grupo misionero a Benito Legeren, Concordia, donde hay una escuela y un hogar para adolescentes perteneciente a los Jesuitas, al cual ya hace muchos años va un grupo de la Red Juvenil de Santa Fe a realizar el “Recreativo” la última semana de Enero.

He tenido la suerte de participar de esta misión hace ya 4 años. Puedo decir que cada año ha sido diferente y siempre me ha dejado algo distinto. Como siempre se dice en este tipo de experiencia en las que uno cree que va a “llevar a Dios” con lo poco o mucho que sabemos y tenemos… y se sorprende porque recibe mucho más de ese Dios por lo que nos transmite la gente del lugar; sin darse cuenta.

Este Recreativo es algo especial en mi vida. Se ha tornado en algo cotidiano en mi comienzo de año. Es que es una semana única, donde ese Dios, que nunca se deja ganar en generosidad, me sorprende con algo nuevo, cuando creo que ya lo he vivido todo.

Los niños de la escuela primaria, a quienes esperábamos todas las mañanas, estuvieron siempre presentes, más allá del calor, la lluvia o quiénes eran con los que iban a compartir toda la mañana. Llegaban con una sonrisa, predisposición para lo que hagamos y mucho cariño hacia cada uno de nosotros. Una actividad nueva que sumamos este año fue pintar el hogar con los mismos chicos que viven en él. Fue una experiencia única, ya que compartimos toda la mañana con ellos y trabajamos intensamente para dejarlo de la mejor manera.

Por la tarde, este año, salimos a misionar por el barrio. La gente siempre estuvo predispuesta a abrir su puerta para compartir una charla o escuchar lo que hacíamos, en muchas ocasiones nos ofrecían todo lo que tenían o más. Con gestos pequeños, como darnos las sillas que tenían y quedándose ellos parados o lo único que tenían para merendar lo compartían con nosotros. Gestos que siempre llaman la atención y que nos haría muy bien imitar en nuestro día a día, para ser un poco más como Jesús.

No alcanzan las palabras para poder contar todo lo vivido en una semana. Simplemente “GRACIAS”. Aunque esta palabra no deja de quedar chica frente a todo lo recibido. Todo el grupo está enormemente agradecido con el Colegio por estas oportunidades, al Padre Leonardo, el gran impulsor de esta escuela y actividad, a la gente de Benito Legeren, a nuestras familias por el apoyo, a todos los que acompañaron en oración y por sobre todas las cosas a la Virgen de los Milagros y a Dios por darnos esta oportunidad, elegirnos y protegernos durante toda la semana.

Una misión que te llena de Dios, de alegría y te da fuerza para todo lo que resta del año; además de dejar muchas enseñanzas para nuestro día a día y nos compromete a ser misioneros en todos los ámbitos en los que vivimos.

 Recreativo 2016 – Benito Legerén, Concordia.

Voluntariado: mitos y realidades

Nicolás Iglesias Mills

Tendemos a creer que el voluntariado es algo puntual: a veces, actividades casi forzadas del liceo, o momentos específicos del año recolectando dinero para algunas organizaciones. Y no es que no sea eso, lo es, pero podemos evaluar diferentes características del voluntario, y sobre todo del voluntario del ámbito educativo. De esta manera comprenderemos que existen imaginarios colectivos sobre estos y mitos que debemos derribar. Empecemos.

Historia y cotidianeidad.

Voluntario viene de voluntad, y claramente la voluntad no es algo que generemos en un momento dado y nada más, necesita una historia de hitos que nos dejen de cara frente al mundo y sus miserias, pero también que nos hagan creer en las potencialidades de los demás. También necesitamos aprender que no soy ni más ni menos que otros, sino que por nuestra característica de iguales, es indigno que la pobreza siga existiendo en todos sus sentidos. Este último aprendizaje es el que más evidencia que necesitamos historias de trabajo en lo cotidiano, para que las posibilidades del voluntariado (que eventualmente nos hace salirnos de nuestra rutina diaria) se tiñan de cotidianeidad. Si no comenzamos a creer en el voluntariado del día a día no haremos diferencia contra la desigualdad y la pobreza. Realicemos lazos comunitarios a donde quiera que vayamos. Esto derriba el mito: sólo aquellos con mayores recursos económicos tienen la posibilidad de ser voluntarios.

Coherencia.

En función a esto, el voluntariado nos exige casi por naturaleza que nuestra historia hable de los valores que queremos construir. Pero no es sólo eso, de lo contrario excluiríamos a un montón de voluntarios que no han podido elegir el contexto en el que nacieron (sea cual sea). Se trata de que una vez que nos demos de cara contra el mundo y sus injusticias, nuestras opciones hablen de una postura voluntaria, que rompe día a día con la desigualdad que podrían llegar a generar estas mismas opciones. Aunque esto no es tan simple como parece. Debemos asumir que, en general, vivimos en un mundo incoherente y el desafío con el cual nos encontramos aquí es buscar la coherencia dentro de nuestras propias incoherencias. Esto derriba el mito: los voluntarios son hipócritas porque no hacen lo que promueven.

Continuidad o puntualidad.

Podemos generar instancias puntuales de voluntariado, lo cual no está mal. Si un cirujano va a un país donde los recursos de salud son escasos y realiza 10 cirugías, ha generado 10 oportunidades nuevas. Pero en educación tiende a ser diferente: los directores y coordinadores de los centros educativos se ven todo el tiempo alertas en esta tensión de recibir lo material o dinero específico (necesario para que funcione, sobre todo en estados donde no se puede asegurar un bienestar económico docente), pero desean constantemente generar propuestas a largo plazo porque saben que este será el verdadero impacto para la comunidad donde están trabajando. Como en general el trabajo en contextos vulnerables recibe bajos recursos, los voluntarios tienden a ser una de las primeras opciones para el apoyo al mejoramiento educativo. En este sentido debemos remarcar que las organizaciones de la sociedad civil tienen una función muy importante en generar los espacios para que el voluntario pueda tener la libertad de trabajar en profundidad y con las condiciones básicas que le permitan dedicarle el tiempo necesario al voluntariado. Esto derriba el mito: el asistencialismo es el diablo y el trabajo cooperativo es Dios.

Profunda espiritualidad y empatía.

Aunque a veces soñemos con una continuidad eterna de nuestros voluntarios, la verdad es que en general es una actividad con una alta rotatividad. Es por eso que los voluntarios deben contar con una característica que sólo los años generan en docentes o trabajadores de la fundación: una espiritualidad profunda para mirar al otro y conocerlo, y poder ponernos rápidamente en el lugar del otro. Sólo esto generará la confianza necesaria que nos permita desarrollar un trabajo con un impacto real. Esto derriba el mito: el voluntariado es una actividad simple, no necesito ninguna preparación.

Por último, algunas alertas.

Para los voluntarios: A veces los voluntarios van escapando de algo en su vida, así que cuidado. Es muy normal que busquemos en nuestros voluntariados una forma de escapar a los problemas de nuestra vida, ya que esta es una actividad que, en parte, genera satisfacción personal, o nos hace olvidarnos de lo que nos preocupa. Esto no sería un problema mayor si no olvidamos que el objetivo siempre es el bienestar del otro y la superación de la pobreza, NO mi propia satisfacción. Si los objetivos son los equivocados corremos el riesgo de cortar todo nuestro trabajo al primer problema que tengamos. Lo irónico es que si generamos un buen trabajo seguro que tendremos problemas.

Para las instituciones: Los voluntarios no son sirvientes. A veces, la palabra voluntario tiende a confundirse con: “aquel que está dispuesto a hacer lo que sea”, o peor, “aquel que quiere hacer algo y no sabe qué”. Pidamos algo a las instituciones que trabajan con voluntarios: primero, no llamen voluntarios porque sí, siempre tengan una necesidad o un objetivo específico, de esta manera el trabajo será más efectivo y generará mayor impacto; segundo, recuerden que los voluntarios no son sirvientes, el mejor trabajo siempre es el cooperativo y debemos planificar su plan de trabajo en conjunto y en base a sus potencialidades y las necesidades de la institución. Agradecemos entonces a todos los voluntarios, aquellos del cotidiano y aquellos con alguna actividad más concreta, porque mueven el mundo y porque depositan la esperanza en la desesperanza aprendida tan instaurada en nuestras sociedades.

Captura de pantalla (80)

“Por tu palabra echaré las redes” – Domingo 7 de Febrero

Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J.

En aquel tiempo la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Rema mar adentro, y echen las redes para pescar”. Simón contestó: “Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes”.

Y puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron a ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”. Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: “No temas: desde ahora serás pescador de hombres”. Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron” (Lucas 5, 1-11).

4482548915_099de7cb1f_b

1. “Por tu palabra echaré las redes”

Un gran poder de atracción debió de ejercer la predicación de Jesús entre la gente que “se agolpaba alrededor de Él para oír la Palabra de Dios” a orillas del lago de Genesaret -también llamado lago de Tiberíades, y “Mar de Galilea” por su extensión y profundidad-. Nosotros también somos invitados a escuchar esa misma Palabra. Y así como lo hizo con aquellos pescadores que habían bregado toda la noche sin resultados positivos y que gracias a la energía que les infundió pudieron ver premiados sus esfuerzos, Jesús nos exhorta a no desanimarnos en la búsqueda de las metas que nos proponemos, a confiar en su poder a pesar de las dificultades que encontremos.

El pasaje evangélico conocido como “la pesca milagrosa”, es ante todo un relato vocacional. En él se concreta el contenido del llamamiento de Jesús a sus primeros cuatro discípulos: Simón (a quien Jesús llamaría Pedro), su hermano Andrés -que no es nombrado aquí pero podemos deducirlo por el contexto-, y otros dos, también hermanos, Santiago y Juan, los “socios de la otra barca” que ayudaron a Simón y Andrés a recoger la pesca abundante.

2. “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”

La primera lectura (Isaías 6, 1-8) describe la vocación del profeta Isaías, quien vivió entre los años 765 y 700 a.C. y se calcula que recibió aquel llamamiento especial, narrado por él mismo en el libro que lleva su nombre, hacia el año 740. Cabe destacar en su relato la actitud humilde de quien se reconoce pecador, indigno de ser escogido por Él para ser su “profeta”, es decir, para hablar en su nombre.

La actitud de Simón Pedro en el pasaje del Evangelio es similar, pero su experiencia del poder de Dios no acontece en el Templo de Jerusalén, como en el caso de Isaías, sino en el lago de Tiberíades, cuando realiza su trabajo como pescador.

Así mismo a nosotros se nos ofrece la posibilidad de vivir la experiencia de Dios hecho hombre en Jesús, quien, a pesar de nuestra condición de pecadores, se nos comunica en las situaciones de difíciles invitándonos a confiar en Él. Esto puede acontecer no sólo cuando nos reunimos en un lugar de culto; también en medio de nuestra actividad cotidiana podemos experimentar la presencia y la acción salvadora del Señor significada en la pesca milagrosa, cuando, a pesar de las dificultades que nos toca afrontar en nuestra vida cotidiana para alcanzar los logros que nos proponemos, Él mismo nos muestra que es posible obtener resultados positivos si confiamos en su poder, y a la vez, como a Pedro, nos renueva su llamamiento a seguirlo en el cumplimiento de la misión que nos ha confiado.

3. Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, le siguieron

Los Evangelios nos cuentan de distintas formas cómo los primeros discípulos fueron atraídos de tal manera por la personalidad de Jesús, que lo siguieron “dejándolo todo”. La invitación que les hizo Jesús a ser “pescadores de hombres” es especialmente significativa por lo que implica esta forma simbólica de expresar la misión que les iba a dar a quienes serían sus apóstoles, es decir, sus enviados. La imagen de la red repleta de peces es símbolo del reino de Dios, es decir, del poder del Amor que, a través del esfuerzo paciente de quienes siguen de verdad a Jesús, hace posible que crezca y se desarrolle la Iglesia, que es la comunidad convocada por Dios alrededor de su Hijo.

También el apóstol Pablo, que no había conocido a Jesús durante su vida terrena, pero tuvo una profunda experiencia del Señor resucitado que lo llevó a convertirse pasando de ser perseguidor de los cristianos a propagador de la fe en Jesucristo, primero entre los judíos y luego entre los “gentiles” o paganos de su época, sería, como Pedro y los primeros discípulos, llamado a ser “pescador de hombres”. En la segunda lectura, tomada de su primera carta a los cristianos de la ciudad griega de Corinto (1 Corintios 15, 1-11), Pablo reconoce que, no obstante su condición de pecador, Dios ha sido infinitamente bueno y compasivo con él: “por la gracia de Dios soy lo que soy”.

Dispongámonos asimismo nosotros a seguir a Jesús que nos llama y nos envía, a cada uno y cada una con una vocación y una misión específicas, para colaborar con él en la tarea de ser “pescadores”, es decir, de motivar a todas las personas que podamos, con nuestro testimonio de vida, para construir juntos un mundo nuevo, la nueva civilización del amor, cada cual poniendo todo cuanto esté de su parte. Para ello es preciso que dejemos nuestras “redes”, es decir, que nos des-en-redemos de nuestros afectos desordenados, de todo cuanto nos impide seguir de lleno a Jesús, poniendo en práctica lo que dice la canción que suele cantarse en las celebraciones eucarísticas mientras se reparte la sagrada comunión:

“Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre.

En la arena he dejado mi barca, junto a Ti buscaré otro mar”.

Congreso Internacional de Fe y Alegría

Terminó el Congreso de Fe y Alegría África. Durante una semana más de 40 personas de diferentes nacionalidades, culturas y creencias; visitaron, conocieron, reflexionaron y soñaron con el futuro y las perspectivas de Fe y Alegría en el continente africano.

Para los que estuvieron allí fue un momento muy importante y especial en el que pudieron recoger con alegría y esperanza los frutos de la siembra que desde hace algunas décadas se ha realizado con paciencia y mucho optimismo.

Paras los que no estuvimos presentes, pero hemos seguido la información, nos quedan las sonrisas y la fiesta que reflejan las fotografías de las comunidades en las que se realizaron las visitas; y los testimonios de los participantes que nos han ido llegando y que con mucho compromiso y entusiasmo hemos ido compartiendo.

Gracias a todos y todas los que hicieron posible este maravilloso encuentro. A los miembros de la oficina nacional de Fe y Alegría Chad, a los delegados y encargados de las diferentes organizaciones, tanto de la Compañía de Jesús como de otras obras, Entreculturas, Alboan, Porticus, JRS. No era fácil pensar en un encuentro en el que se pudieran reunir representantes de RD Congo, Chad, Togo, República Centroafricana, Madagascar, Kenya, Zimbabwe, Camerúm, Gabón, Zambia, Burundí, Guinee Conakry. Y, entre todos, lo hicieron posible.

Nos apoderamos de las Palabras del P. Dani Villanueva, S.J. Director de Entreculturas, expresadas en un emotivo mensaje enviado a su equipo de trabajo “lo precioso de este encuentro es que ya no éramos nosotros los de Fe y Alegría visitando un poblado, sino que eran ellos, Fe y Alegría, quienes nos recibían para celebrar su fiesta. Ahora todo el poblado estaba en pie, las canciones de los jóvenes hablaban de Fe y Alegría en sus letras, el gobernador de Güera y el jefe de la aldea presidían la recepción y era el pueblo – totalmente empoderado – quien nos recibía y hospedaba para su celebración”. Y hacemos nuestro el sentimiento y la expresión, porqué estamos seguros que ese es el matiz que Fe y Alegría imprime en los lugares a donde llega, éste es el sello que desde hace 60 años se ha vuelto característico en el Movimiento, éste es el signo de que Fe y Alegría ha llegado a África para quedarse. El signo es que la gente, la comunidad, las autoridades, los padres y madres de familia, los niños y niñas, los jóvenes reconocen y sienten suyo nuestro Movimiento. Fe y Alegría en África llegó para transformar y quedarse con las comunidades de miles de hombres y mujeres que esperan por la educación de calidad de Fe y Alegría.

Federación Internacional Fe y Alegría

La ternura salvará al mundo – Jornada de las Migraciones

por José Luis Pinilla

El autobús está arrancando. Empiezan a distribuir a los refugiados que llegan a Berlín. La madre, que viene de lejos, al final del día medio duerme mirando a su hija. Está empezando a soñar un futuro mejor para ella.

2016_Campaa_migraciones

Un voluntario ve arrancar al autobús. No puede detenerlo. Grita alguna palabra de apoyo. Con eso llama la atención de la pequeña refugiada. La pequeña le mira. Quizás algunas palabras ininteligibles. O quizás es que la pequeña quiere jugar. Y provoca la atención de un transeúnte, voluntario anónimo de una tantas mareas blancas que respondieron desde la sociedad civil a la crisis de los refugiados. Ay ¡qué vergonzosa la gestión, mezquina y ruin, de las administraciones públicas ante la crisis humanitaria de emigrantes y refugiados! ¡Ay!

El hombre apenas tiene un segundo mientras el autobús coge velocidad. Entonces, dibuja con sus manos el corazón de la misericordia y la ternura. Ambos sonríen, se han mirado en la noche. Más noche, si cabe, para los refugiados que añoran la luna de su tierra. Aunque el destino sea incierto (por lo menos para la niña; no tanto para el europeo), en un momento fugaz se han visto sorprendidos por un encuentro. No ha sucedido ni la “indiferencia ni el silencio que son precisamente las puertas que abren el camino a la complicidad ante tanta tragedia “que consideramos muchas veces ajena (como señala el papa Francisco).

Ese es el riesgo. Ver como espectadores a los muertos por ahogamiento en bodegas de barcos, o en camiones frigoríficos, por ejemplo. Ese es el riesgo, repito : ver como muertos a los que viven errantes… O ver como espectadores “las penurias, las violencias y naufragios, de grandes o pequeñas dimensiones porque siempre son tragedias cuando se pierde aunque sea sólo una vida“. Que también lo dice el Papa. Una sola vida perdida: Como la del emigrante errante por los caminos de Europa. Y con esa vida perdida también va parte de la mía. Ese es el riesgo que lleva al olvido.

Lo cierto es que la imagen primera la llevo desde hace días clavada en el corazón. Se escogió entre otras muchas por parte de los delegados de Migraciones de España para expresar de manera sintética la Jornada Mundial de las Migraciones. Expresa la realidad del que huye y la realidad del que acoge. Para mí es la imagen de la ternura que nos falta ante el reto de las migraciones. Porque estamos hartos de tanta violencia ante la emigración. Violencia legal, física, psicológica, mediática, por ejemplo, cuando estigmatiza colectivos por conductas individuales. O echa balones fuera cuando la causa de la injusticia y el dolor está dentro.

Es obvio que el mundo de hoy necesita misericordia, necesita ternura y compasión, o sea “sufrir con”. La misericordia es la capacidad de profunda conmoción interior ante el sufrimiento del otro. “Estamos acostumbrados ya a la rutina de las malas noticias, de las noticias crueles y de las atrocidades más grandes que ofenden el nombre y la vida de Dios» como repite Francisco y que continua diciendo: «El mundo necesita descubrir que Dios es Padre, que existe la misericordia, que la crueldad no es el camino, que la condena no es el camino, porque la Iglesia misma en algunas ocasiones sigue una línea dura, cae en la tentación de seguir una línea dura, en la tentación de destacar sólo las normas morales, y mucha gente queda fuera. Tan fuera como queremos dejar a los refugiados y emigrantes.»

 Es necesario activar la ternura. La opción entre una cultura de ternura y una anticultura de la violencia -como la que se ejerce por ejemplo contra los refugiados y migrantes- se ha hecho hoy infinitamente más dramática. No solo por el enorme potencial destructivo de la humanidad (destrucción a veces con armas sibilinas o invisibles), sino porque con una competitividad tan exagerada y conflictiva como la actual puede muy bien considerarse que estamos en una guerra económica o -viendo la situación de descartes migratorios- una “guerra silenciosa y a plazos” donde estos últimos sobran. Y mientras, el Mediterráneo se ha acostumbrado ya a llenarse de lo sobrante.

 Es necesario activar la ternura. Lo dijo en el contexto de la Jornada Mundial de la Migracioines, Miguel Gónzalez del SJM, presentando la Campaña de la Hospitalidad. Con palabras que vienen al caso: “Queremos poner en juego la cabeza, las manos y el corazón de las personas”, subrayó, advirtiendo de la “ola de xenofobia y exclusión” que está creciendo en Europa. “Hay que derribar mitos falsos desde la intelectualidad”, pero además “necesitamos activar el corazón, la empatía”, algo que tiene que ver con poner rostros a los migrantes y refugiados, entrar en contacto con ellos, convivir con ellos. Y, cómo no, “cambiar las políticas que limitan los derechos de las personas”.

 Quizás sea necesario comprobar -tú y yo- que “es cierto que ignoramos que tengo reservas de ternura. Y no me importa que ésta sea una palabra sin prestigio. Tengo ternura y me siento orgulloso de tenerla” (Benedetti). La frase de F.Dostoievski “la Belleza salvará al mundo” podía parafrearse muy bien con la fórmula “la ternura salvara al mundo”. Una fórmula a la que hacen eco las palabras de Kalil Gibran: “la belleza es la vida cuando la vida revela su perfil bendito”.

 Volvamos al encuentro de la fotografía. Del cartel. Los obstáculos de diferencia de edad, de raza o de idioma han sido derribados con dos gestos bien sencillos: la sonrisa de una niña y el corazón que el voluntario se ha sacado de su pecho y lo ha convertido en signo de la acogida y hospitalidad con dignidad. Todos con derechos.

 Han aprovechado el instante. Y en éste se hace un pequeño milagro que cambia el mundo.

 Y mientras tanto la niña sigue golpeando la ventana para llamar la atención. Ya no es solo para el anónimo transeúnte. Es una llamada para ti y para mí.

Fuente: entreparentesis.org

¿Cómo leer la realidad social argentina? Dos caras de una misma moneda

Fernando Anderlic – Director Nacional de Fe y Alegría, Argentina.

Se viven tiempos difíciles en Argentina. Días marcados por el fin de un ciclo de gobierno (de un sesgo ideológico al que algunos definen como “populista”) y el comienzo de otro ideológicamente contrario (calificado como “neo-liberal”); con una economía estancada, sin estadísticas oficiales confiables y marcada por una inflación que estrangula y hace padecer principalmente a los pobres, marginados y excluidos del sistema; con una educación y salud públicas que luchan por décadas sin éxito para no hundirse en un terreno parecido a la arena movediza, y con el crecimiento exponencial de la violencia y la inseguridad al amparo del avance de las mafias, las “bandas narco” y su asociación ilícita con ciertos estamentos del poder político, de la justicia y de las fuerzas de seguridad. Un cóctel en el que no faltan los muchos intereses de los medios de comunicación masiva y de los grandes grupos económicos, nacionales e internacionales, muchas veces entremezclados y buscando –como regla suprema– su propio beneficio.

En medio de todo eso estamos los ciudadanos y ciudadanas “comunes”, con nuestra cuota de responsabilidad en la construcción de una sociedad tal cual se describe arriba: una sociedad atrapada en una profunda grieta social en la que cada vez son menos los que más tienen. Grieta social que es muchísimo más grave y preocupante que la grieta política entre “kirchneristas” y “anti-k”, tan en boga en la prensa, y que también es verdad, fundada en este lamentable y miope principio: “quien no opina como yo es mi enemigo”. Duele Argentina porque aquí no hay espacios de concertación, no se dialoga, no se escucha.

Hay una situación que ha acaparado la atención de todos y todas en estas últimas semanas y que puede servirnos para ilustrar la división que vivimos. Se trata de la detención de la dirigente Milagros Sala, líder de la agrupación barrial y social “Tupac Amaru”, en la provincia de Jujuy, al noroeste del país. Su vida y su actividad son un símbolo del subtítulo de este artículo: dos caras de una misma moneda. Algunos la califican como “una mártir que es preso político del sistema revanchista”; otros la denuncian por “robo al Estado y a los pobres” a través de la malversación de millonarios subsidios públicos que fueron derivados por el gobierno anterior a su organización, pero que nunca llegaron “a los más pobres” que dice defender. ¿Heroína o villana? O… ¿puede ser ambas a la vez?

Milagros Sala fue una “lustrabotas” que padeció su adolescencia drogándose en las calles y robando al menudeo. Fue salvada de dicho circuito hostil por las prostitutas del Barrio Azopardo, su lugar de origen y morada, antes de conseguir un trabajo en el Estado provincial, y, con el tiempo, convertirse en dirigente del A.T.E., sindicato que agrupa a los trabajadores estatales. Como sindicalista comandó cientos de cortes de ruta (“piquetes”) en los que “arriesgó su pellejo”, arguyendo que esa era la única forma de reclamar en un país que se derrumbaba en una de las crisis sociales y económicas más importantes de la historia, en los fines de los noventa y los principios de siglo.

Desde el año 2003 “Tupac Amaru” centralizó todo el trabajo de desarrollo social del gobierno kirchnerista en la provincia de Jujuy; algunos afirman que “montó en la región un estado paralelo”. Millones de dólares fueron remitidos desde el gobierno central para la construcción de viviendas, jardines maternales y de infantes, escuelas primarias y secundarias, talleres de oficios, emprendimientos culturales, comedores y radios comunitarias, piscinas, plazas y espacios de recreo para las familias humildes. Derechos que habían sido esquivos para los pueblos originarios desde que la Argentina es Argentina. Sus defensores dicen que Milagros Sala se animó a reclamar para sí y para los suyos no sólo los derechos básicos sino también el derecho al goce de una vida digna en la que se pueda soñar más allá de un trabajo casi esclavo de sol a sol y de la vivienda propia como techo para las aspiraciones. Su trabajo, en teoría, no dista mucho del que Fe y Alegría desarrolla en otras localidades de nuestro país (y del mundo).

Pero “muchos poderosos” no se lo perdonan. Milagros Sala ha sido penalmente denunciada por el desvío millonario de fondos para su patrimonio y para la corrupción del círculo político que apoya su tarea; ha sido acusada de manipular -incluso de forma extremadamente violenta- a miles de personas y organizaciones comunitarias exigiéndoles lealtad política y ciertos “retornos” de dinero a cambio del beneficio económico proveniente de los fondos centrales; práctica que nunca ha sido extraña en el panorama político administrativo del país. No sólo el asistencialismo sino también el clientelismo político han marcado indeleblemente la vida nacional por décadas.

El día 16 de Enero pasado la justicia jujeña libró una orden de detención contra Milagros Sala mientras ella se encontraba cortando el tránsito y acampando en la Plaza Belgrano, frente a la gobernación provincial, junto con otras 300 personas (entre niños, jóvenes y adultos miembros de Tupac Amaru y otras organizaciones afines) protestando ante las decisiones adoptadas por el nuevo gobernador, Gerardo Morales. Se la arrestó imputándole formalmente el cargo de “instigación a cometer delitos y tumulto”, figura tan “vaga” que no justificaría su detención por varios días.

Voces de la organización afirmaron que el fiscal expresó a la detenida que no la liberaría hasta que la plaza no fuera desocupada por los manifestantes. Por eso muchas organizaciones nacionales e internacionales abogan por su liberación esgrimiendo que, con esta actitud injustificada y grandilocuente, el gobierno busca criminalizar el derecho de protestar que tiene reconocimiento constitucional. Y puede ser que ello sea verdad. Ciertamente la dirigente no debiera estar detenida por lo que se la imputa. Pero, quizás, sí debiera estarlo por alguna de las otras 60 causas que detenta Milagros Sala en la Justicia, y en particular, por dos denuncias que han sido efectuadas en los últimos días: la primera es por fondos destinados a la vivienda social a través del Instituto de Vivienda y Urbanismo de Jujuy que han sido pagados en un 100% y no existe todavía ningún tipo de obra; la otra, por una defraudación al fisco por 2,2 millones de dólares a través del programa “Mejor Vivir” para la construcción de viviendas sociales, anticipo ya desembolsado sin que hasta ahora se haya iniciado el proyectos y ni siquiera se sepa dónde se desarrollará.

 Puede ser que su detención actual no tenga que ver con los crímenes por los que se le investiga. Pero vuelve a plantearse el dilema de las dos caras de la moneda. Ahora tiene que ser la Justicia la que se pronuncie al respecto respetando el derecho a defensa en un juicio justo y aplicando el principio que ella es inocente hasta que no se pruebe lo contrario.

 El caso de Milagros Sala, de alguna manera, es paradigmático, ejemplar. Hay personas que la defienden diciendo que ahora “los blancos no quieren que los negros les quiten el poder que detentaron desde siempre como propio”; “quieren revancha”, etc. Otros dicen que quieren “que se pudra en la cárcel porque usó a los pobres para beneficio personal” o que “robó para la corona”. Hasta hay quienes se escudan en una “pseudo ética light” (permítaseme el término) y afirman que Milagros Sala “robó pero hizo”, lo que la justificaría. ¿Dos caras de una misma moneda?

 La idea de un país partido al medio y en guerra consigo mismo forma ya parte de la percepción que la sociedad argentina tiene de sí misma; pero lejos de permitirnos ver más allá y caminar hacia la resolución justa de los conflictos, esta sensación es un obstáculo para la comprensión de lo que sucede. Seguir insistiendo en el conflicto bipolar sólo aumenta el prejuicio que produce más pobreza y exclusión. La descalificación de unos por otros (y viceversa) profundiza las diferencias generando reacciones de los sectores perjudicados y empobrecidos, que alimenta la reacción del otro sector con la consabida represión y sus mecanismos, llegando hasta el derrumbe de marcos institucionales como lo hemos comprobado en distintos períodos “oscuros” de nuestra historia.

 La grieta que divide al país es la que separa a la parte de la sociedad argentina que ha sido capaz de “entrar con éxito al siglo XXI” y la gran mayoría de argentinos y argentinas que son “desechos” y que los fracasos de las últimas décadas han dejado esparcidos por nuestro territorio. Una parte de la Argentina vive hoy de la otra y fagocita toda posibilidad de desarrollo nacional. El Estado ha sido colonizado y convertido en agencia mafiosa de reclutamiento, coordinación y captación de recursos para beneficio de los que detentan el poder contando con el silencio o complicidad de aliados públicos. Por eso la importancia absoluta del papel que le cabe a la Justicia en resolver los conflictos ajustándose a los marcos constitucionales y a las leyes vigentes, castigando ejemplarmente a los culpables, sean del partido o de la ideología que sean, sobre todo en los casos en los que, abusando del poder, se conculca el Bien Común y se “aprovecha” de los desprotegidos.

 En toda sociedad existen disputas y conflictos por ideas e intereses contrarios; pero si hay respeto y diálogo es posible construir a partir de ello. Como dice Rafael Velasco S.J., en su artículo publicado por el Diario Clarín, en la Sección Tribuna (24-12-15): “la historia nos enseña que es posible coincidir en los fines, pero lo que termina importando son los medios para alcanzar esos fines. Porque, como afirma el refrán, “Dios está en las grandes definiciones, pero el diablo anda en los detalles” (…) Ya hemos visto lo que ha ocurrido durante los doce años del gobierno que ha concluido. Ahora, con esta nueva gestión que comienza, ¿qué será de los pobres?”

 Ojalá Dios quiera que podamos reconocer y reconciliar las dos caras de la moneda de manera que una no se avergüence de la otra sino que se reconozcan entre sí como partes de una misma y única identidad.

Camino Ignaciano 2016

A lo largo del mes de enero, en las provincias de Tucumán, Córdoba y Mendoza, cerca de 120 jóvenes han participado del Camino Ignaciano.

Esta experiencia está comprendida por un Taller de Autoconocimiento y una semana de ejercicios espirituales.

Durante el Taller se dan diferentes propuestas y dinámicas que ayudan a los participantes a ir entrando, de a poco, en una actitud de reflexión. El TAU es también una instancia para compartir experiencias, confrontar y enriquecerse al poner en común los efectos y sentimientos que las actividades propuestas van despertando en los participantes.

Durante los 8 días de ejercicios, el compartir verbal de la vida que se da durante el TAU, se transforma en un acompañarse desde el silencio, favoreciendo así el clima de oración y encuentro con Dios para uno mismo y para el resto.

Además, en cada uno de los puntos del país, el Camino Ignaciano cuenta con un grupo de acompañantes, que, además de prestar un oído y confrontar sobre el proceso que va haciendo cada ejercitante a lo largo del retiro, se encargan de dar los puntos de oración para cada semana del mes de ejercicios.

El Camino Ignaciano constituye una propuesta de red que invita a los jóvenes a hacer un alto al iniciar el año, para sumergirse en la profundidad del misterio de Dios que se hace carne en la historia de cada uno; y encontrarse con otros jóvenes, que en oración y silencio, están en la misma búsqueda y desean caminar tras el mismo Jesús.

 Testimonio de Miranda Bosatta – Camino Ignaciano en Tucumán

El Camino Ignaciano es una experiencia que siempre quise hacer y nunca me animé; hasta que un día visitando a mi comunidad jesuita en Corrientes un cura amigo me dijo: “Del 15 al 25 de Enero, Camino en Tucumán” y me miró con cara de “¿me vas a decir que no?”.

Ahí estuve del 15 de Enero, subiendo el cerro camino a Belén, llena de miedos e incertidumbres. “¿Podré poder pasar ocho días en silencio?”

Pude. Pero no solo estar en silencio, sino también, encontrarme con Dios, conmigo misma, con los otros.

Pude volver a confiar en ese Dios que nos ama siempre, que nos llama, incesantemente, una y mil veces.

 Ese Dios que sale a nuestro encuentro y nos dice “Zaqueo, baja, que hoy vengo a alojarme en tu casa” aunque esté desordenada, te dé vergüenza, no la limpies hace mucho o tenga mil defectos; porque te amo tan inmensamente que no importa. “Hoy me quiero encontrar con vos para comenzar a recorrer juntos un nuevo camino, para amar y servir a los demás.”

 Dios que nos conoce, nos rodea, nos invade.

 Nos mira con sus ojos misericordiosos ante todos nuestros errores y nos perdona, siempre.

 Nos hace sentir su mayor amor desde la misericordia de perdonar todos nuestros pecados, aún aquellos que nos hacen sentir bajos, nos causan dolor, nos hacen sentir miserables y pensar: “¿cómo puede ser que lo haya hecho, que no me haya dado cuenta?”.

De eso se trata este camino que nos deja con ganas de recorrerlo por completo, de “Darse Cuenta”:  agarrar nuestra vida, todas nuestras experiencias, sueños, anhelos, errores, quiénes somos y ponerlos a los pies del Señor. Entregárselos en ocho días de oración para que en nuestro encuentro con él, nos ilumine y nos muestre su voluntad en nuestras vidas. Y así, ser felices y desde esta felicidad, construir su Reino con amor y  servicio. Porque si no vinimos a este mundo a hacernos uno con el más necesitado y a jugarnos por el otro, ¿a qué vinimos? Ese es el mayor designio de Dios para con nosotros.

Es una experiencia para sentir y gustar internamente, no hay palabras suficientes que expliquen lo que se vive y se siente en estos días de profundo encuentro con Dios, de animarse que Dios nos está esperando ansioso, que quiere salir a nuestro encuentro y colmarnos con su gozo y su gracia. ¡ÁNIMO!

REVERENCIA, CONTRADICCIÓN e IMPOSIBILIDAD: tr3s puertas a Dios

Emmanuel Sicre SJ

La experiencia de oración tiene una puerta de ingreso: la reverencia. Sólo cuando llamamos a esa puerta se nos permite entrar al misterio del encuentro con Dios. ¿Es que acaso se trata de una reverencia superficial o protocolar como si nos encontráramos ante una autoridad religiosa o política? Nada de eso. La reverencia de quien ora parte de una delicadeza de actitud que no viene marcada por una decoración espiritual, sino por la finura de la honestidad del propio corazón ante el misterio. Es decir, cuando logramos estar ubicados en la perspectiva correcta: él es Dios y yo soy un hombre. Esta actitud supone, como es evidente, haber soltado el control de la situación. Si quiero estar con Dios, debo despojarme de todas mis defensas: psíquicas, físicas y espirituales con las que ando habitualmente. Y comenzar a caminar detrás de quien sabe el camino.

De allí en adelante todo pareciera conducir a una condición para entrar en contacto con la fecundidad de Dios. Que el Dios de Jesús sea fecundo en mí depende de que le sea dado un lugar real de nuestra alma, un espacio geográfico con buena tierra, una región verdadera. La condición, entonces, es que le demos el lugar que tiene siempre nuestro ‘yo’ y nos mudemos. Sí, hay que dejar que ese elemento de propiedad privada que tanto protegemos y que en los momentos más duros y difíciles es lo único que nos queda, se quiebre. No es fácil, para nada. Menos aún cuando las únicas formas de disminución del yo que conocemos son violentas. Ya porque las padecimos desde niños o porque aprendimos a infligírnoslas a nosotros mismos con un dejo de masoquismo interior disfrazado de ‘humildad’. Pero, justamente, “la humildad consiste en saber que en lo que se denomina ‘yo’ no hay ninguna fuente de energía que permita elevarse” (Simone Weil).

La forma en que Dios busca su espacio en el alma para poder trabajar en la disminución del yo es otra muy distinta, se llama misericordia. Funciona así. Una vez que hemos decidido darle parte a Dios, su bondad nos va desvelando nuestra contradicción cotidiana con los demás, con lo creado, con nuestra historia y con nosotros mismos. Entonces, cuando caemos en la cuenta de que hicimos lo que hubiéramos preferido evitar, comienza a florecer una bella vergüenza y un sentimiento de confusión que nos demuestra que el placer de algunas cosas se evapora dejando una sequía. En ese momento en que la contradicción te hace ver en el espejo de aquellos a quienes tanto criticaste, en ese momento es que viene en rescate el perdón para aliviar tu carga y decirte que dobles la cabeza para poder dejar tu orgullo, reconocerte frágil y aceptar ‘el quiebre del yo’. Así es que se comienza a cantar y bendecir: “Gracias, Señor, por los que me han perdonado en el silencio de su corazón”.

Pero hay otro punto más de encuentro que se divisa luego de esta experiencia. Si la reverencia es la puerta de la oración, y la contradicción es la de la misericordia, tiene que haber otro acceso para ir cada vez más hondo en la relación con Dios donde él pueda transformarnos. Hasta aquí no ha pasado más que la aceptación del hombre del perdón que el Buen Dios le ofrece siempre. Pero como Dios no ha querido simplemente ser un dispensador de faltas, decidió ser uno más con nosotros para darnos una vida mejor, de mayor calidad, más viva. Es entonces que se hace hombre, se encarna, se hace historia humana.

Quizá lo curioso no sea la opción de Dios de hacerse hombre, sino la manera. Cualquiera podría pensar que para tener una vida así hay que habérselas con un método muy eficaz. Bueno, sí, pero depende con qué ojos se mire. La estrategia de Dios es irracional, rompe con toda lógica humana: Dios se hace fracaso, fragilidad, pobreza y desde allí promete y da la salud, la justicia y la paz.

Que más de uno diga que esto es imposible, no sería raro. Porque lo es. Pero para nosotros. Así es que hemos descubierto la tercera puerta de acceso a Dios: la imposibilidad. Simone Wiel: “La imposibilidad es la puerta que da a lo sobrenatural. No queda más remedio que llamar a ella. Otro es el que abre”. Y el que abre es un Niño con una Cruz. Es entonces cuando comprendemos que la vida es enorme y a la vez muy pequeña, que es una paradoja fascinante. Tal es así que ante el Recién Nacido se nos descubren nuestras irreverencias, ante un Justo que sufre se nos abre la tapa de nuestras contradicciones y ante la Cruz que redime queda delatada la prepotencia de nuestro yo inflado.

Toda la itinerancia misionera de Jesús, toda su pedagogía de Dios y su Reino, sus curaciones, liberaciones y bendiciones contadas por los evangelios, reflejan el apuro y la preocupación porque participáramos en este misterio de Dios que ha venido a transformar la vida del hombre. Por eso el Reino tiene una atracción irrefrenable porque invierte la lógica del mundo para invitarnos a la locura del amor al otro hasta dar la vida. Pero ni los discípulos que estuvieron con Jesús, ni nosotros hoy podemos comprenderlo si no es con los ojos nuevos de la Pascua. Sólo la fuerza liberadora del sufrimiento de la cruz redimido nos hace capaces de ver con otros ojos la vida nueva que está en nosotros y a la que nos invita incansablemente el Dios de Jesús.

 

«Nos toca reconocer la autoridad, respetar la legalidad, sin dejar por ello de denunciar la iniquidad»

Santiago Agrelo, Arzobispo de Tánger

A todos vosotros, ungidos por el Espíritu para llevar el evangelio a los pobres, «gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo». Me gustaría que esta carta fuese escrita, como lo han sido siempre, sólo por compartir entre nosotros pensamientos de fe, esperanzas de futuro, proyectos nacidos al calor de la caridad; pero hoy os escribo obligado por acontecimientos que están afectando con notoriedad a la vida de esta Iglesia.

Lo sucedido:

El día 11 de enero, a nuestro hermano Esteban Velázquez Guerra, que desde Melilla regresaba a su residencia habitual en Nador, las autoridades marroquíes le comunicaron que no se le permitía entrar en Marruecos.

De ello habían sido informados por el Gobierno de Marruecos tanto el Sr. Encargado de Negocios de la Santa Sede como el Sr. Embajador de España. Pero de los motivos de la decisión, que yo sepa, a nadie hasta el día de hoy se ha dado información.

En principio, por respeto a las instituciones y a las autoridades del Reino del Marruecos, y a la espera de que hubiese algún tipo de aclaración, por parte de la diócesis de Tánger decidimos mantener un discreto silencio sobre lo sucedido.

Desde hace unos días, los hechos son noticia en la prensa, y eso me obliga a comentar con vosotros lo que hasta ahora guardaba en el corazón y en la oración.

Lo primero:

Antes de cualquier otra consideración, quiero dejar constancia de mi estima por el P. Esteban Velázquez, de mi cariño hacia él, de mi amistad personal con él, de mi agradecimiento porque aceptó en su día venir a trabajar en esta diócesis, de mi pena por verlo en la situación actual, y de mi orgullo porque, con su dedicación a los pobres, sobre todo a los inmigrantes, ha aliviado muchas necesidades y ha embellecido la vida esta comunidad eclesial.

Lo otro:

Habéis de saber -para mí fue una sorpresa cuando me lo dijeron-, que conceder o denegar el acceso al territorio de un estado soberano, es competencia exclusiva y discrecional de sus autoridades.

A mi entender, las leyes que conceden a los Estados esa autoridad discrecional sobre las personas, contradicen espíritu y letra de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Esas leyes son evidencia de la hipocresía con que los Estados aplauden en los foros internacionales lo que es justo y hacen en sus casas lo que es injusto, reconocen y aprueban sobre el papel lo que a toda persona le es debido, y se reservan el derecho de pisotearlo como si nunca lo hubiesen reconocido y aprobado.

A nosotros, queridos, nos toca reconocer la autoridad, respetar la legalidad, sin dejar por ello de denunciar la iniquidad: Una legalidad injusta es una injusticia legal.

Lo nuestro

En Marruecos nos protege un Dahir real, un documento sencillo que dice bien de Marruecos, de su pueblo, de su hospitalidad.

Amparados por ese documento, vivimos serenamente en medio de la comunidad musulmana nuestra fe cristiana, celebramos nuestros ritos, administramos nuestros bienes, y desarrollamos multitud de actividades a favor de los pobres.

Eso, queridos, es lo nuestro.

No necesitamos más protección de la que tienen los pobres. No necesitamos ser menos vulnerables que un emigrante en las fronteras de los Estados. No nos sirve ser más fuertes de lo que somos. No queremos ser distintos de Cristo Jesús.

No os inquietéis por vuestra vida, por vuestro trabajo, por vuestro futuro: el Señor sabe lo que os hace falta. Se ocupa de vosotros el mismo que viste los lirios del campo y alimenta las aves del cielo. No tengáis miedo.

Sed agradecidos con todos los que, de cualquier modo, hacen posible vuestra misión de llevar ayuda a los pobres.

Todos tenéis experiencia de esa complicidad humanitaria por haberla encontrado en la sociedad civil marroquí, en las fuerzas del orden, en las instituciones del Estado. Que vuestro agradecimiento estimule su generosidad.

Conclusión:

Yo doy gracias a Dios por vosotros, por la gracia que se os dado en Cristo Jesús, porque en él habéis sido enriquecidos en todo. Le doy gracias siempre por vuestra fe, por vuestro trabajo, por vuestra entrega, por vuestra vida.

Y os pido, queridos, que, con vuestra oración y vuestra cercanía afectuosa, acompañéis el camino del P. Esteban en esta etapa de su vida que se abre a nuevos horizontes y nuevos desafíos.

Tánger, 27 de enero de 2016.

Fuente: Religión Digital

Una beca enseña a gastar y rendir cuentas – Fe y Alegría

Cinco años atrás, si alguien le hubiera dicho a Lucas Yapura (18) que lograría terminar la escuela, quizá no lo hubiera creído. La precaria situación económica de su hogar, con 7 hermanos a cargo de su mamá sola, y la falta de horizontes en la periferia salteña asediada por la violencia, estuvieron a punto de desanimarlo más de una vez. Sin embargo, gracias a una beca y al apoyo de su tutora, esa meta se concretó. Ahora, su próximo paso es estudiar Agronomía y devolverle a la escuela algo de lo que recibió.

Lucas acaba de terminar la secundaria en el Centro Educativo Fe y Alegría N° 8171 del barrio Solidaridad, en las afueras de Salta capital. Sus docentes describen un panorama difícil: el asfalto llegó al barrio hace poco; el alcohol y la droga hacen estragos entre los chicos; los índices de violencia son altísimos. “Por ahí salís del colegio y ves a chicos de tu edad en la droga, y uno te dice: Probá, ¿o sos maricón?. Algunos, con tal de caer bien, al final hacen cosas que no quieren”, describe Lucas. Las pocas manzanas que componen Solidaridad están divididas en etapas, territorios que pertenecen a diferentes bandas de adolescentes y cuyas fronteras separan a amigos y “enemigos”. En este barrio, cruzar la calle y pisar la vereda de otra etapa puede ser una provocación grave.

Esas condiciones forman un cóctel perfecto para favorecer la deserción; contra esa amenaza batallan cada día en Fe y Alegría. En 2008 se les sumó una empresa privada, el BBVA Francés, con un programa de Educación Financiera que consiste en becar a chicos de bajos ingresos para que terminen la secundaria. Lucas es uno de los 9.633 adolescentes que recibieron esa beca a lo largo de los últimos 9 años; casi todos ellos son la primera generación de su familia en alcanzar el título secundario. “Todos los meses te depositan 700 pesos que tenés que invertir en gastos escolares”, explica Lucas, becado por el banco desde hace 4 años.

Las becas llegan directo a los alumnos a través de una tarjeta recargable, con la condición de que asistan a clases, no repitan y mantengan un buen rendimiento. Además, los chicos tienen que gastarse sí o sí los 700 pesos mensuales, pero deben rendir cada gasto. En varias localidades del interior el programa contribuyó a alentar la formalización de la economía, ya que los chicos están obligados a pedir comprobantes por cada cosa que compran: desde útiles escolares hasta ropa, medicamentos y elementos de higiene. “Al principio se gastaban todo en comida. Entonces empezamos a trabajar en qué había que priorizar y qué no”, explica Noemí Romero, la vicedirectora de Fe y Alegría, la única secundaria del barrio Solidaridad.

Uno de los ejes centrales del programa son las tutorías. “Los tutores son casi parte de la familia –afirma Micaela Sánchez, becaria y flamante egresada de Fe y Alegría–. A algunos chicos que habían dejado la escuela, los tutores los fueron a buscar a su casa y finalmente volvieron”. Jorge Rodríguez, otro ex becario, agrega: “Los tutores te aconsejan sobre cuestiones personales, te ayudan con temas escolares y te enseñan a administrar la plata”. Ese es el objetivo de la educación financiera, una propuesta aplicada en varios países para que los chicos sean consumidores responsables y aprendan a planificar y administrar sus gastos.

A nivel nacional, menos de la mitad (43%) de los chicos termina la secundaria a tiempo. En Salta, el esfuerzo conjunto de la escuela y el banco, de los chicos y los docentes, da resultados: la tasa de deserción en Fe y Alegría es casi nula. Para mantenerla, ahora la escuela lanzó la “campaña de la silla roja”: la consigna es que los chicos estén atentos si un compañero no viene y avisen a los directivos. Noemí sintetiza: “La idea es que, si una silla del aula está vacía, ninguno de nosotros puede ser indiferente”.

Fuente: Diario Clarín