Reglas para sentirse Iglesia: La Iglesia como Misterio

Concebir a la Iglesia como misterio implica tener una visión creyente de realidad. Creer en un Dios que habita y que actúa en ella, y en una acción y existencia que no siempre podamos encasillar dentro de nuestros esquemas humanos. La actitud a la que, de fondo, nos invita Ignacio es la del respeto ante el misterio. Un misterio querido por Dios y que define la esencia y el por qué de la existencia de la Iglesia mucho más que otros conceptos, como institución jurídica o grupo…

Para aproximarnos a la comprensión de este misterio, hay tres características iluminadoras puestas por Ignacio a lo largo de las reglas:

1. Definir a la Iglesia como Esposa de Cristo.

Con ello se define el tipo de unión que tiene Cristo con su Iglesia: al igual que los esposos, se hacen una sola carne, y por ende, el amor a uno implica, por extensión, amor y aceptación del otro.

2. La Iglesia no es sólo esposa, sino también, Madre.

Tales ideas están relacionadas al concepto de fecundidad: la Iglesia es mi madre ya que es el lugar donde nosotros hemos sido engendrados a la Fe; y gracias a quien el anuncio de Jesucristo ha sido y es recibido. Además, el nombrar a la Iglesia ‘Madre’ le otorga una nota afectiva que marca un tipo de relación y le da también una nueva característica: la de ser fuente de amor.

3. Creemos que el Espíritu de Jesús es el mismo Espíritu de la Iglesia, permitiéndole ser parte de su cuerpo.

Él la anima, la hace vivir, renovarse, le regala su vitalidad. Y así, la diferencia de cualquier otra institución o comunidad. La Iglesia es el lugar predilecto de la efusión del Espíritu Santo para el servicio de la humanidad. De este modo, la Iglesia no se concibe como fin, sino como un medio ligado esencialmente al Reino.

Transcribimos las reglas de Ignacio de donde son tomadas estas características:

EE., nº 353 “Depuesto todo juicio, debemos tener ánimo aparejado y pronto para obedecer en todo a la verdadera esposa de Cristo nuestro Señor, que es la Santa Madre Iglesia Jerárquica”.

EE. n°356 “Debemos siempre tener este principio para acertar en todo: lo que yo veo blanco, creer que es negro si la Iglesia jerárquica así lo determina; creyendo que, entre Cristo nuestro Señor, esposo, y la Iglesia, su esposa, es el mismo Espíritu y Señor nuestro que dio los diez mandamientos, es regida y gobernada por nuestra santa Madre Iglesia”

Reflexión del Evangelio – Domingo 2 de Julio

Evangelio según San Mateo 10, 37-42

Dijo Jesús a sus apóstoles: El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a Aquel que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo. Les aseguro que cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa.

Reflexión del Evangelio – Por Patricio Alemán SJ 

La liturgia de este domingo nos ofrece un texto en el que encontramos una recopilación de frases y enseñanzas dichas por Jesús. Algunas parecen ser muy duras. Otras, una escena de “celos” de Jesús hacia quienes lo seguían o pretendían hacerlo. Pareciera que Jesús nos obliga a entrar en una lógica de “ellos o yo”, “tu vida o la mía”. Por eso, al leer el texto es común que nuestros corazones se estremezcan y atemoricen. Trataremos de ir más allá de esta primera impresión que el texto nos genera para intentar comprenderlo con mayor profundidad.

Lo que le da cierta unidad al texto litúrgico es la centralidad de Cristo en sus frases: “a mí”, “de mí”, “por mí”. Todo el mensaje está centrado en la vida y la persona de Jesús. De igual manera, podemos preguntarnos si es Jesucristo, el Hijo de Dios, el centro de mi vida. Tal vez allí esté la clave para comprender el texto.

 Al ser Jesús el centro de nuestra vida, ella se ordena en torno a Él. Entonces, no se trata de tener que elegir entre amar a nuestros padres (o hijos) o a Jesús. Sino que la invitación es a amarlos en él como un don que la vida nos ha dado. Un don que proviene del Dios de la Vida que Cristo nos anuncia. Es una invitación a vivir con la conciencia y la certeza de que nuestros padres y todas las personas que llegan a nuestra vida son regalos que Dios nos ha hecho. Que los hijos, como se dice popularmente, nos han sido “prestados” y encomendados por Dios. Y es precisamente Jesús quien nos enseña a relacionarnos con ellos. Basta contemplarlo hablando con su madre María, o con los niños, por quienes tiene un amor preferencial.

 Si aceptamos vivir en esa lógica del don, se nos vuelve un desafío mayúsculo tomar la propia cruz. O más que tomarla, aceptarla, abrazarla y amarla. Pero entendiendo la cruz como aquellas experiencias o situaciones que se nos presentan en la vida y nos obligan a crecer como personas, como hijos, padres, hermanos, profesionales. Como decía un jesuita, “donde abunda la crisis, sobreabunda el crecimiento”. La invitación de Jesús es abrazar nuestras cruces por él y por nuestro seguimiento. Y al hacerlo así, reconocemos que allí sobreabunda la vida, aunque muchas veces de modo incierto. Pero no sólo eso, sino que también descubrimos la abundancia de Cireneos presentes en nuestra vida.

 Al entrar en esta lógica del don a la que Cristo nos invita, vamos descubriendo que nuestra propia vida está llena de amores y de ciertas cruces. Y que, a través de ellas, vamos encontrando y reconociendo nuestro ser más profundo: que mi vida es también un don. Un don que se me ha dado por amor y que está llamado a la plenitud por el misterio de la cruz y resurrección. Una vida que todo el tiempo nos recuerda que somos amados incondicionalmente por el Dios de Jesús, el Dios que es Amor.

 Al comprender y creer en ello, nos encontramos con nosotros mismos. Y casi sin darnos cuenta, comenzamos a perdernos. Porque en lo más profundo de nosotros, también hemos comprendido que el don de la vida es para compartirlo. Como el pan que se parte. Como lo hicieron nuestros padres, como lo intentamos hacer con los propios hijos, hermanos, amigos. Lo hacemos “por Cristo, con Él y en Él”, de modo que ellos, y todos quienes nos rodean, puedan encontrarse con el Dios de la vida. Y ya no sólo cargamos la propia cruz, sino que nos convertimos en Cireneos de otros.

 Desde esta lógica, la última frase del evangelio toma una fuerza transformadora: “les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa”. Porque empezamos a mirar, a reconocer y a entender que la vida está colmada de esos pequeños gestos de amor que nos revelan la lógica del Dios Amor. Lógica silenciosa y sencilla, humilde y transformadora. Como nuestras vidas centradas en Cristo. Porque no se trata de elegir entre “ellos o yo”, entre “tu vida o la mía”, sino en vivir la vida “con Cristo, por Él y en Él”.

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe 

“Una Vida Consagrada Pobre, para los Pobres, desde los Pobres y con los Pobres”

La presidenta de la Confederación Caribeña y Latinoamericana de Religiosos, la hermana Mercedes Sánchez Casas, está convencida que los consagrados “tenemos que salir con la gente a manifestarnos pacíficamente”. Compartimos una entrevista en la que habla del tema desde su ser religiosa, realizada por Vida Nueva y con Canal Orbe 21.

Por Gabriela Laschera

A 10 años de la Conferencia del CELAM en Aparecida, ¿cómo ve la realidad de la Vida Consagrada en América Latina?

Aparecida nos dio un impulso muy grande, es un acontecimiento que ha vuelto a la Iglesia a lo esencial: el encuentro con Jesucristo. Ha sido muy hermoso rescatar expresiones e ideas que nos dan tanta vida como que Jesucristo es nuestro mayor tesoro que tenemos que contagiar. Como parte de esta Iglesia en camino, a partir de Aparecida hemos orientado nuestras fuerzas para que la Vida Consagrada sea un encuentro con Jesucristo, con los otros, con la vida y con las realidades que nos toca vivir. Somos discípulos misioneros que desde nuestros carismas nos queremos involucrar en esta invitación que se nos ha hecho a la Misión Continental: contagiar a Jesucristo.

¿Qué les ha dejado el Jubileo de la Vida Consagrada a los religiosos?

El Jubileo para mí no ha terminado. Creo que nos ha dado un impulso muy grande y nos ha cuestionado sobre el despertar. Despertar a una conciencia de nuestra consagración, de nuestra fraternidad y de la misión. El papa Francisco nos dice que lo propio de la Vida Consagrada es la profecía. Estamos invitados a vivir en situaciones cotidianas donde se nos pide dar la vida y el testimonio de saber estar con la gente. Lo que Francisco pide como gracia para la Vida Consagrada son dos cosas: la primera es la docilidad del Espíritu Santo y la segunda es aquello que nos pide en la Carta Apostólica con ocasión del Año de la Vida Consagrada: “Espero que toda forma de vida consagrada se pregunte sobre lo que Dios y la humanidad de hoy piden”.

¿Cuáles son los mayores clamores que los religiosos hoy deben atender en América Latina?

Esta profecía está aunada a otras profecías, una voz que se une a otras voces, sobre todo a las que vienen de la trata humana, de las mujeres, de los niños; el tráfico de órganos que va ligado al fenómeno de la migración; la problemática de la minería; el narcotráfico. Sin embargo, hay un clamor que nos preocupa especialmente: los jóvenes sin oportunidades. Porque es la vida de los jóvenes la que necesitan sentido. A su vez, ellos claman por una espiritualidad que les de sentido, que los mantenga en la vida y en la esperanza. Hoy los adolescentes son las víctimas, las presas fáciles para el narcotráfico y para las adicciones. Sino ¿cómo ayudarlos a recuperar la vida, la salud y la dignidad del cuerpo y del alma?

¿Cómo perciben los religiosos las realidades de corrupción, de injusticia, de violencia que se repiten en tantos países latinoamericanos?

Los religiosos nos sentimos interpelados por estas realidades. Nuestra espiritualidad y nuestros carismas tienen que involucrarse en lo que se está viviendo. Hay realidades muy duras de violencia, de muerte, de narcotráfico, de ingobernabilidad, de injusticias, de autoritarismo que se manifiestan muy recalcitrantes. Queremos estar donde están las víctimas, salir con la gente a manifestarnos pacíficamente. Porque la gente también quiere que estemos con ellos.

¿Cómo vive hoy la Iglesia el pontificado del Papa latinoamericano y religioso?

El papa Francisco es el Papa que necesitamos en este momento. Como religiosos, lo admiramos, lo queremos, lo apoyamos y queremos dejarnos mover, queremos pasar de la admiración al cambio. Él nos escogió como CLAR en 2014, en una actitud de circularidad; nos dio todo el tiempo para conversar y nos impulsó a salir. Como siempre dice, prefiere una vida religiosa accidentada a que se quede cerrada y enferma de la profecía. Creo que Francisco nos está confirmando una Vida Consagrada pobre, para los pobres, desde los pobres y con los pobres; nos está haciendo reencantarnos y nos está mostrando un camino de santidad, el del que acompaña, el del que sabe estar con el hermano, el del que incluye.

¿Piensa que su carisma como jesuita aporta algo al pontificado?

Aporta mucho. Especialmente en la línea del discernir y del escuchar al Espíritu. Cuando estuvimos con él, nos pidió vivir en un continuo discernimiento que nos saque de adentro acciones osadas, audaces, prontas.

¿Cómo ve el tema vocacional en las congregaciones?

Hoy las vocaciones no se ven con tanta facilidad; hay que tener ojos despiertos para descubrirlas. Lo que sabemos con certeza es que Dios sigue llamando, pero hay que crear más espacios para la escucha, para que los jóvenes puedan preguntarse por el sentido de su vida. Como Vida Consagrada estamos llamados a crear una cultura vocacional. Tenemos una responsabilidad vocacional de velar por la fecundidad de nuestros carismas y de nuestras congregaciones.

¿Y qué estrategias tienen pensadas?

Es muy importante el trabajo con los laicos, el compartir nuestra vida y nuestro carisma con ellos. Esto es algo que estamos potenciando cada vez más. Sin embargo, aún hay muchas cosas que tenemos que cambiar, pero lo esencial es el seguimiento de Jesús. Creemos que hay vocaciones y que tenemos que hacer un camino. Pero también creemos que no es una multitud de vocaciones las que van a venir. Igualmente, el tema vocacional no se trata de una cuestión numérica. El Papa dice que la vocación se da por contagio. En la medida en cómo estemos proyectando nuestra vocación religiosa, otros podrán pensar en una vida consagrada.

Fuente: Vida nueva digital

Ex Alumno de la UCC diseña Capilla Dedicada al Cura Brochero

¿Cómo construir una capilla en honor a un santo sin caer en reminiscencias literales? Esta fue la pregunta que Federico Ochoa, arquitecto egresado de la Universidad Católica de Córdoba para pensar en el diseño de una capilla en honor al primer santo argentino.

En una tipología religiosa, lo simbólico, tienen un papel primordial en la comprensión del espacio sagrado. El primer santo argentino, una persona singular, demandaba una capilla singular, cuya apariencia exterior e interior evidenciara un lenguaje moderno capaz de comunicarse con el hombre moderno pero con fuertes raíces en la tradición. La “plasticidad” del Hormigón armado lo convierte en el material ideal para plasmar la morfología significativa de la capilla. Dos paraboloides hiperbólicos de 8 cm. de espesor unifican, en un solo elemento, estructura, función y espacio. El edificio se completa con materiales simples y austeros, presentes en cualquier vivienda del lugar, ladrillos, madera y piedra.

El conjunto de signos se completa con una distribución centralizada y una metáfora de la gracia divina. La organización funcional centralizada es más adecuada como evocación de la última cena, institución de la eucaristía, origen de la santa misa. Cena pascual en la que los cristianos se reúnen participando todos del ágape en torno a una mesa doméstica.

Por último, la percepción de la luz tiene una fuerte conexión con la experiencia de la gracia de Dios. Dios es invisible a nuestros ojos, sin embargo, su acción y su gracia llena nuestras vidas. La “fuente” de luz de la capilla es inaccesible a la vista, sin embargo la claridad lo inunda todo y el espacio sagrado se nos revela.

Fuente: Plataforma Arquitectura

Ahorro Energético

Dos alumnos de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), Matías Suárez y Gianfranco Frusso, diseñaron para su tesis final un proyecto cuyo fin era resolver el gasto extraordinario en energía que se daba en su facultad con la idea de reducirlo. El proyecto fue todo un éxito y el plan es aplicable a otros espacios de la Universidad. En tiempos de crisis energética y necesidad imperante de reducir el consumo de energía, hablaron sobre el tema con el departamento de prensa de la UCC. Compartimos aquí algo de lo desarrollado.

¿Cómo surgió la idea de trabajar este tema?

G– La facultad viene abordando el tema energético hace bastante tiempo y con varias iniciativas. En nuestro caso, simplemente nos gustó el planteo de algunos profesores para armar un grupo de investigación. Creo que es un tema muy interesante y aplicable. Son cosas que no van a quedar solo en los libros. Además, se suma que de esta manera pudimos devolver algo a la facultad en la que hicimos nuestra carrera.

M– El trabajo es como un puntapié inicial, ya que no disponíamos de mucho presupuesto. La idea es que pueda continuarse.

¿Cómo lo encararon?

M– Se había detectado un problema y era que en el Campus se estaba pagando una penalización por exceder el consumo pactado con EPEC. Además, la facultad de Ingeniería representaba un porcentaje alto de la factura. El resultado de este diagnóstico fue la pauta para el trabajo.

G– Dividimos toda la instalación en cuatro categorías simples: iluminación; motores; aires acondicionados y computadoras. Evaluamos varias posibilidades en relación a las causas como problemas de dimensionamiento, cableados viejos, etc y en base a eso planteamos algunas soluciones muy simples y de bajo presupuesto. Algunas ya se pusieron en práctica. La idea fue generar un método básico y simple, que pudiera aplicarse también en los edificios de las demás facultades.

En relación al exceso de consumo ¿Qué pudieron averiguar?

G– En las facturas que analizamos, no pudimos constatar un comportamiento constante o que tenga alguna explicación como por ejemplo un menor consumo en verano que es casi nula la cantidad de movimiento y por ende de gasto energético. Instalamos aparatos para medir en tiempo real el consumo de electricidad minuto a minuto. La primera foto que encontramos fue bastante desconcertante porque los datos no concordaban. Por ejemplo, los fines de semana había picos de consumo mientras que a la hora de clases, bajaba. No se sabía si había pérdidas o estaban robando energía. Poco a poco fuimos descartando algunas hipótesis.

M– Lo importante para comprobar si el circuito está funcionando bien es comparar la cantidad de energía activa y reactiva (de la potencia aparente que te provee EPEC). La activa es la que realmente usas y la reactiva no se puede utilizar.

¿Cómo podrían explicar esto?

G– Si fuese un vaso de cerveza la espuma sería la energía reactiva (que se termina disipando). El problema en nuestra facultad era que la energía reactiva superaba ampliamente a la activa en una razón de cuatro a uno.

M– Lo que terminamos haciendo fue venir a la facu un día que no había actividades y desconectamos todo bajando por sectores para ver dónde estaba el problema. Finalmente, bajamos todas las llaves y seguía habiendo el mismo consumo.

G– Ahí saltó una hipótesis en la que nunca habíamos pensado: la Facultad de Ingeniería tiene un banco de capacitores que se dimensionó en las primeras épocas de la facultad para compensar (y bajar) la energía reactiva. Con la adición de tubos fluorescentes, computadoras y nuevos electrodomésticos ese banco quedó sobredimensionado y en lugar de bajar la energía reactiva, terminó sobredimensionándola. Entonces, probamos desconectar ese aparato y ahí la energía cayó a cero. A partir de eso, se bajó el consumo y se mejoró muchísimo el rendimiento.

¿Cuáles fueron las demás propuestas?

G– Una de las sugerencias tenía que ver con los balastos, que son los aparatos que regulan el consumo de voltaje de los tubos fluorescentes. La facultad estaba equipada con balastos magnéticos son de los más antiguos y consumen mucha energía. En cambio, los electrónicos consumen bastante menos, además de que pueden abastecer a dos tubos mientras que los otros solo uno, y tienen otras ventajas como encendido instantáneo; disminución de fatiga visual y reducción de consumo.

M– Por eso, se recomendó reemplazar 95 balastos en las aulas que se utilizan más y las oficinas donde siempre hay gente. Solo con esa acción, que implicaba una inversión muy baja (13 mil pesos aproximadamente), se producía un ahorro de 150 kw/hora al mes, que es más o menos el 7,9 % del consumo total de edificio. Otra propuesta fue la incorporación de celdas fotoeléctricas para el control de la iluminación en los pasillos. Finalmente, otra cosa que quisimos hacer es mejorar el comportamiento de las personas. Para este fin, propusimos una campaña con material audiovisual, banners, y cartelería en general. La web y redes sociales de la UCC también pueden ser un instrumento para difundir distintas ideas para reducir el consumo. La idea es promover buenas prácticas que también se puedan aplicar en casa.

Fuente: Prensa UCC

 

Mes Ignaciano: Reglas Para Sentirse Iglesia

Al finalizar el libro de los ‘Ejercicios Espirituales’, San Ignacio coloca una serie de ‘Reglas para sentir en la Iglesia’. Un apartado que da cuenta de un profundo afecto de Ignacio por la misma, pero que es, al mismo tiempo, fruto de un profundo discernimiento: Ignacio se siente llamado a servir dentro de una Iglesia cuya corrupción aparece con gran evidencia ante sus ojos y que en más de una ocasión le ha juzgado y cuestionado.

Y dentro de la que, a pesar de todo, se ha podido encontrar con Jesús, que se convierte en el principio y fundamento de la vida de Ignacio. De ahí podemos entender que el afecto hacia la institución sea profundo y sincero.

Al respecto de esto se ha expresado el jesuita Javier Montes SJ, quien explica:

“El amor a Jesucristo, la imitación, el seguimiento, se continúa, se hace misión, se concreta y se prolonga para San Ignacio en el amor de la Iglesia. Esto vale para hoy. Es muy importante hablar de la Iglesia en continuidad con el amor a Jesús. Sin hablar del amor personal a Jesucristo, el amor a la Iglesia podría hacer de nosotros hombres fanáticos y sectarios. Las reglas para sentir con la Iglesia no tienen nada de sectarias, son la continuación de un amor personal y de un proceso de conversión”.

El mismo religioso, aclara el por qué del cambio en el título de las reglas, que son más conocidas como “Reglas para sentir con la Iglesia”:

‘El verdadero título dice: “Reglas para sentir en la Iglesia”; más precisamente “Reglas para el sentido verdadero que en la Iglesia militante debemos tener”.

Existe un matiz de gran importancia en este en, en lugar de con. Si se siente con la Iglesia, se marca una cierta alteridad. Yo me coloco frente a ella y juzgo y veo si estoy de acuerdo o no. La visión de S. Ignacio es más delicada y más profunda; a la Iglesia, no la miramos desde fuera. A ella se la mira por dentro y desde dentro o no se la entiende. A la Iglesia debemos descubrirla como algo que nos pertenece y a la cual pertenecemos. Somos la Iglesia; estamos en la Iglesia. Integrados a ella, debemos sentirnos la Iglesia. Mis defectos son los defectos de la Iglesia, mis cualidades son sus cualidades. Las fallas de la Iglesia, las faltas de nuestros pastores, los errores de las comunidades son, en cierto modo, míos. Hay aquí una visión eclesial muy importante: comprender la Iglesia y sentirla significa no sólo amarla sino suprimir toda alteridad. Así como Jesús es cabeza de su Iglesia, así no somos dos, la Iglesia y yo. Debe haber un esfuerzo de compenetración y es necesario vivir por dentro la realidad.’