Fiesta de Todos los Santos: “Con la Esperanza el Alma Sigue Adelante”

Homilía del Papa Francisco para la fiesta de ‘Todos los Santos’ del año 2013.

A esta hora, antes del atardecer, en este cementerio nos recogemos y pensamos en nuestro futuro, pensamos en todos aquellos que se han ido, que nos han precedido en la vida y están en el Señor.

Es muy bella la visión del Cielo que hemos escuchado en la primera lectura: el Señor Dios, la belleza, la bondad, la verdad, la ternura, el amor pleno. Nos espera todo esto. Quienes nos precedieron y están muertos en el Señor están allí. Ellos proclaman que fueron salvados no por sus obras —también hicieron obras buenas— sino que fueron salvados por el Señor: «La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero» (Ap 7, 10). Es Él quien nos salva, es Él quien al final de nuestra vida nos lleva de la mano como un papá, precisamente a ese Cielo donde están nuestros antepasados. Uno de los ancianos hace una pregunta: «Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?» (v. 13). ¿Quiénes son estos justos, estos santos que están en el Cielo? La respuesta: «Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero» (v. 14).

En el Cielo podemos entrar sólo gracias a la sangre del Cordero, gracias a la sangre de Cristo. Es precisamente la sangre de Cristo la que nos justificó, nos abrió las puertas del Cielo. Y si hoy recordamos a estos hermanos y hermanas nuestros que nos precedieron en la vida y están en el Cielo, es porque ellos fueron lavados por la sangre de Cristo. Esta es nuestra esperanza: la esperanza de la sangre de Cristo. Una esperanza que no defrauda. Si caminamos en la vida con el Señor, Él no decepciona jamás.

Hemos escuchado en la segunda Lectura lo que el apóstol Juan decía a sus discípulos: «Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce… Somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es» (1 Jn 3, 1-2). Ver a Dios, ser semejantes a Dios: ésta es nuestra esperanza. Y hoy, precisamente en el día de los santos y antes del día de los muertos, es necesario pensar un poco en la esperanza: esta esperanza que nos acompaña en la vida. Los primeros cristianos pintaban la esperanza con un ancla, como si la vida fuese el ancla lanzada a la orilla del Cielo y todos nosotros en camino hacia esa orilla, agarrados a la cuerda del ancla. Es una hermosa imagen de la esperanza: tener el corazón anclado allí donde están nuestros antepasados, donde están los santos, donde está Jesús, donde está Dios. Esta es la esperanza que no decepciona; hoy y mañana son días de esperanza.

La esperanza es un poco como la levadura, que ensancha el alma; hay momentos difíciles en la vida, pero con la esperanza el alma sigue adelante y mira a lo que nos espera. Hoy es un día de esperanza. Nuestros hermanos y hermanas están en la presencia de Dios y también nosotros estaremos allí, por pura gracia del Señor, si caminamos por la senda de Jesús. Concluye el apóstol Juan: «Todo el que tiene esta esperanza en Él se purifica a sí mismo» (v.3). También la esperanza nos purifica, nos aligera; esta purificación en la esperanza en Jesucristo nos hace ir de prisa, con prontitud. En este pre-atarceder de hoy, cada uno de nosotros puede pensar en el ocaso de su vida: «¿Cómo será mi ocaso?». Todos nosotros tendremos un ocaso, todos. ¿Lo miro con esperanza? ¿Lo miro con la alegría de ser acogido por el Señor? Esto es un pensamiento cristiano, que nos da paz. Hoy es un día de alegría, pero de una alegría serena, tranquila, de la alegría de la paz. Pensemos en el ocaso de tantos hermanos y hermanas que nos precedieron, pensemos en nuestro ocaso, cuando llegará. Y pensemos en nuestro corazón y preguntémonos: «¿Dónde está anclado mi corazón?». Si no estuviese bien anclado, anclémoslo allá, en esa orilla, sabiendo que la esperanza no defrauda porque el Señor Jesús no decepciona.

Fuente: News.va

Voluntariado: Alguien te Espera

La invitación a ofrecer la vida a otros un rato cada semana …

Por Eduardo Menchaca

Es curioso cómo nos bombardean en la televisión con anuncios sobre coleccionables de todo tipo –mecheros, películas de Cantinflas, libros sobre guerras, etc–. Hay colecciones de muchos tipos y para todos los gustos. El mensaje que nos venden es que siempre hay uno esperándote para que le dediques tus sueños y tu tiempo.

No tan anunciados como estos productos, hay también personas, ONGs, asociaciones, parroquias –y otras muchas entidades y particulares–intentando ofrecer lo que tienen: construir un mundo más justo, más sostenible, más humano; hacer más fácil y mejor la vida a los demás. Y es que, a medida que te acercas a este mundo del voluntariado, sientes la necesidad de seguir ofreciendo lo poco que tienes de manera desinteresada. Lo que haces –que para ti puede ser muy sencillo–, puede que para otros no tenga precio. Te puedes sentir realizado ofreciendo tu vida a otros durante un rato a la semana. Te puedes sentir conmovido por historias que, aunque parezcan lejanas, las haces tuyas y te remueven por dentro. Ofrecer la mano a los que por algún motivo no han tenido la suerte, o los cromosomas, o la familia, o la educación que hemos podido tener otros, ayuda a crecer. Nos ayuda a ver que no estamos solos. Nos ayuda a ser sencillos, a mirar a los demás por igual; a luchar por los sueños compartidos; a ser pacientes y comprensivos; a no tirar la toalla a la primera de cambio y a ser generosos con lo que podamos dar. Tal vez los voluntarios no salgan en la televisión, ni se les diferencie por la calle. Cada uno tiene sus gustos y manías. Quizá lo único por lo que se les pueda identificar es, en definitiva, por la alegría profunda que provoca el saber que lo realizado es por y para otros.

No hace falta irse muy lejos para acercarse a este mundo. En tu día a día hay muchas posibilidades de gastar un poco de tu tiempo para que muchos otros lo ganen: clases a niños, cooperar en el Sur, pasar el fin de semana con jóvenes, una partida de cartas con abuelillos, ayudar en comedores sociales, una pachanga de fútbol con personas con discapacidad, acariciar a enfermos, enseñar español a inmigrantes, acercarse a esa persona que duerme en la calle, preocuparse por el medio ambiente, acompañar a personas privadas de libertad, acoger y adoptar a niños… y otras muchas otras ideas que a ti se te ocurran. Porque, como ves, en el mundo del voluntariado siempre habrá Uno esperándote, para que le dediques tus Sueños y tu Tiempo.

Fuente: Pastoral SJ

 

SJM: Sentirse Parte de ‘Corazón del Mundo’

Desde Argentina, Miguel Pedreros SJ nos relata cómo han sido sus días y su trabajo con el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), sintiéndose parte “del corazón del mundo”.

Por Miguel Pedreros SJ

Hace un par de semanas tuve el agrado de ser invitado a dar una conferencia al Ministerio de Justicia. Se trataba de un seminario de formación interna para funcionarios. Unos amigos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) lo dirigen y me invitaron a hablar sobre derecho y pena en las comunidades indígenas. La idea era hacer una reflexión jurídico-política sobre el tema, sumando un aporte desde la fe y mi experiencia como religioso.

Algunos participantes trabajaban en temas de DD.HH. ante la Corte Interamericana, lo que hizo el encuentro bastante fructífero.

Con el SJM hace como un mes tuvimos la suerte de participar en una reunión con el Cónsul de Paraguay en uno de los barrios donde trabajamos. Los vecinos nos invitaron y pudimos hablar y plantear inquietudes ante el Cónsul. Hicimos un contacto más directo con la municipalidad de José C. Paz (localidad donde está ubicado el barrio, que limita con San Miguel) con intenciones de trabajar juntos. También nos llamaron desde uno de los sindicatos de profesores más grandes de Buenos Aires, para ver cómo introducir el tema migratorio en los colegios y en la política, con miras a las próximas elecciones. Aún no concretamos nada, pero que nos hayan llamado es un signo importante.

Además, echamos a andar el proyecto que hace años mantiene el SJM en los colegios de San Miguel. Son 9 colegios este año, la mayoría parroquiales de la Compañía. Hay también un par de ellos privados. Se trabaja con los quintos años de secundaria y con los profesores de geografía, que introducen el tema de la migración en la unidad de “geografía argentina”. La idea es que, a través de entrevistas personales, los muchachos tengan contacto con las complejas historias de vida de los migrantes, para así fomentar la inclusión, la fraternidad y la diversidad.

Poder participar de la vida académica en la UBA en temas sociales y políticos, colaborar en el barrio con el Movimiento Evita (un movimiento político popular bastante grande en el país), entrar en un mínimo contacto con la CTEP (Central de Trabajadores de la Economía Popular, que agrupa a los trabajadores informales y proyecto-productivos en la villas), rezar con la gente y acompañar la espiritualidad de comunidades como la paraguaya y la boliviana, han sido regalos hermosos en este tiempo… gracias de Dios que me permiten sentirme en el corazón del mundo, aun en espacios muy secularizados, que valoran mi presencia como religioso.

Es el último tramo de un tiempo hermoso en Argentina, lleno de amor y gracia, del que siempre estaré agradecido. Un tiempo donde Dios ha sabido guiarme, para ponerme en los lugares donde mayor bien pude hacer.

Fuente: Jesuitas Chile