Anuario digital del Colegio del Salvador

Como cada año, el Colegio del Salvador presenta su anuario Huellas, en formato digital. A lo largo de sus 80 páginas recorre el camino de las principales actividades y proyectos que se realizaron en las distintas áreas y niveles del Colegio durante el año 2020.

«Huellas recorre, con memoria agradecida los pasos más importantes del año, compartiendo testimonios, imágenes, palabras y voces de los protagonistas de toda la comunidad del Salvador.»

Podés ver el contenido haciendo click en la portada:

 

 

La IAJU, en busca de las mejores prácticas pedagógicas en las universidades jesuitas

La Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU son sus siglas en inglés) ha convocado la publicación de artículos, por parte de investigadores de las universidades jesuitas, para el lanzamiento de la que será su newsletter trimestral online: Best Practices in Jesuit Higher Education o Mejores Prácticas en Enseñanza Superior Jesuita. La convocatoria está abierta a cualquier miembro de la comunidad universitaria jesuita.

El primer número de esta newsletter estará dedicado a “la innovación pedagógica y la pedagogía ignaciana”, y se complementará con webinars con los autores publicados. La publicación online será ampliamente difundida por la IAJU y por toda la red universitaria  jesuita.

En palabras de sus organizadores, el objetivo de la newsletter es fomentar la colaboración académica a través del intercambio y el debate de las mejores prácticas en temas estratégicos para la identidad, la misión y la administración de las instituciones jesuitas de enseñanza superior.

Los artículos podrán remitirse hasta el 31 de enero de 2021.

Fuente: infosj.es

José G. Funes SJ: La firma del Creador

Una nota de José G. Funes, Jesuita y doctor en Astronomía, sobre la existencia de la estrella de Belén.

La firma del Creador

«Infinitos pueblos y caminos, como increíblemente múltiples las síntesis y soluciones, única la estrella y su luz infinita”. Así concluye Antonio Panaino en su libro I Magi e la loro stella. La estrella de Belén no ha sido objeto de mis investigaciones académicas, sin embargo muchas veces me han preguntado acerca de ella. Aquí propongo uno de los infinitos caminos que conducen a Belén. Voy directo al meollo de la cuestión, que es la historicidad. La fuente del relato es un texto, el Evangelio según San Mateo. La Biblia de Jerusalén en una nota sostiene que el autor sagrado piensa manifiestamente en un astro milagroso, del que es inútil buscar una explicación natural. Muchos autores sostienen que si histórica, la estrella podría haber sido una supernova, un cometa o una conjunción planetaria. La conjunción de Júpiter y Saturno que se observa en estos días hace reflotar esta última hipótesis.

Subrayo que los Evangelios no son una biografía de Jesús. No debemos imaginarnos al evangelista como un cronista tomando notas junto al pesebre. Para la Iglesia Católica los evangelios son el testimonio principal de la vida y doctrina de Jesús. En su formación se puede distinguir tres etapas: la vida y la enseñanza de Jesús, la tradición oral y los evangelios escritos. En este marco de comprensión, la adoración de los Magos es un relato haggádico, es decir, una narración con fin didáctico. En este episodio de la vida del Niño Jesús, Mateo ve el cumplimiento de los oráculos mesiánicos sobre el homenaje de las naciones al Dios de Israel.

Benedicto XVI afirma en una homilía de 2011 que los Magos eran probablemente sabios con el deseo de Dios que escrutaban el cielo en busca del sentido último de la realidad. Eran personas que tenían la certeza de que en la creación existe lo que se podría definir la “firma” de Dios. Y el Papa alemán continúa. El universo no es el resultado de la casualidad. Al contemplarlo, se nos invita a leer en él algo profundo: la sabiduría del Creador, la inagotable fantasía de Dios. No deberíamos permitir que limitaran nuestra mente teorías que siempre llegan solo hasta cierto punto y que –si las miramos bien– de ningún modo están en conflicto con la fe, pero no logran explicar el sentido último de la realidad.

Con mis colegas astrónomos participo del esfuerzo de la investigación y del entusiasmo y la alegría del descubrimiento científico. Esta forma rigurosa de proceder no excluye, sino que me anima a ir más allá de los horizontes de la ciencia. Entonces, el astrónomo que estudia los exoplanetas, estrellas y galaxias, puede legítimamente preguntarse por qué existe el universo con sus miles de millones de galaxias y no la nada. Es este tipo de preguntas el que impulsó a los Magos a emprender el camino hacia Belén. El problema del origen último del universo y del ser humano es una cuestión ineludible. ¿Existe un significado último, un propósito, en el universo? ¿Vivimos en un universo que es hostil o “amistoso” a la vida y al Homo sapiens? La ciencia ve surgir preguntas en sí misma que no puede resolver porque van más allá de su capacidad interpretativa del mundo. La experiencia común es hoy la precariedad y la fragilidad en las generaciones jóvenes y no tan jóvenes. Ante un futuro incierto, la falta de motivación, el sentimiento de pérdida que la pandemia ha ocasionado, Dios da sentido y esperanza: el mundo, la historia, la humanidad son fundamentalmente buenos. La creación es un regalo, es vida. Y Dios es la fuente de esa vida arraigada en nuestros corazones. Allí está la “firma” del Creador. Los Magos dejaron su tierra, sus seguridades, para seguir la luz de la estrella que brillaba en el firmamento, pero sobre todo en sus corazones.

Fuente: www.perfil.com

Desafíos y signos de esperanza en el apostolado de la migración forzada

Con ocasión del Día Internacional del Migrante, celebrado el pasado 18 de Diciembre, la Curia General de los Jesuitas compartió una nota sobre los principales desafíos sobre los que se debe trabajar para fortalecer el acompañamiento a personas migrantes y refugiadas.

Por Javier Cortegoso Lobato, Coordinador de la Red Jesuita con Migrantes en América Latina y el Caribe (CPAL)

«Las migraciones constituirán un elemento determinante del futuro del mundo». Pero hoy están afectadas por una «pérdida de ese “sentido de la responsabilidad fraterna”, sobre el que se basa toda sociedad civil»

Papa Francisco, Fratelli tutti

 

Es difícil no aceptar la verdad que esconde la frase “todos somos migrantes”. Si no lo hemos vivido en primera persona, no es extraño que nuestros padres y madres, o nuestros abuelos, o nuestros hermanos hayan vivido una experiencia de migración. La migración no es por lo tanto una novedad, pero el volumen de la migración ha sufrido un crecimiento exponencial en las últimas décadas.

Muchas de estas personas no están ejerciendo la migración como un derecho, sino que son víctimas que huyen, literalmente, para salvar su vida. A la Compañía de Jesús, igual que a la Iglesia, le ocupan especialmente compartir el viaje de las personas en situación de migración forzada que han dejado sus comunidades por distintas causas interconectadas.

Ante esta tremenda complejidad me gustaría presentar algunos desafíos que debemos enfrentar.

Identificar y denunciar las causas y causantes de la migración. Ser capaces de solidaridad, pero también de indignación.

Entender que la migración no es un problema, sino que vivimos en una crisis generalizada de los derechos humanos como gran causa de la migración. El problema está en entender cuáles son las causas que generan expulsión. En nuestro apostolado esto supone un compromiso igual por la defensa del derecho a migrar que por el derecho a no migrar. Para ello debemos comprender y analizar los hechos que llevan a la migración forzada, denunciarlos y proponer cambios radicales.

Exigir un cambio de políticas públicas migratorias.

Existe un creciente impulso restrictivo de la política que la aleja de los parámetros de justicia. Esta restricción genera una tensión con otra evidencia, la mayor necesidad de migrar. Caminamos con millones de personas que huyen en busca de un futuro de salvación, que se juegan la vida. Los estados deben garantizar la protección internacional de todas estas personas, para ello deben ser flexibles y creativos en la creación de alternativas migratorias y proveer el acceso a derechos.

Nuestro apostolado debe exigir marcos normativos que garanticen no sólo la regularización administrativa, sino que promuevan activamente políticas que favorezcan la protección internacional, el acceso pleno a derechos -incluido el principio de no devolución- y la adecuada integración y acogida.

Políticas públicas para una Integración real.

Lo mismo que afirmamos para el comportamiento social, lo debemos exigir para el comportamiento político. La política migratoria no solo debe alejarse de intereses partidistas, sino que no puede reducirse a contener las consecuencias humanitarias de la migración forzada. En los pactos mundiales del 2018 se anotaba un elemento que es crucial, realizar políticas integrales, es decir, deben promover la integración real, facilitar la práctica de la hospitalidad como hábito social y abordar todas las dimensiones del migrante como ser humano y como parte de la sociedad que le acoge.

La práctica de la Hospitalidad: Es necesario entender la acogida con una perspectiva integral.

La integralidad implica respondernos positivamente a la posibilidad de vivir realmente juntos. Apostar por verdaderas comunidades de hospitalidad supone no sólo aprender a aceptar la diversidad como riqueza, sino abrirse a compartir espacios comunitarios, promover la participación, aceptar que coprotagonizamos el espacio de decisión en nuestras sociedades. La hospitalidad es un modo de convivir todas y todos juntos creando sociedades fraternas. Debemos promover la cultura de hospitalidad a través de la creación de auténticas comunidades de acogida.

Encontrar la esperanza como desafío, responsabilidad y oportunidad.

Encontrar a Cristo, obligado a huir, en los rostros de las personas migrantes, desplazadas y refugiadas es una continua fuente de esperanza.

En todos los contextos de la migración forzada descubrimos también gestos de inmensa solidaridad y acogida, la hospitalidad es un valor presente y actual. En todos los continentes, los apostolados de la Compañía promueven procesos de acompañamiento, caminando con las y los descartados. Estos compromisos en el acompañamiento nos permiten ser testigos de cambios, migrantes que, desde la vulnerabilidad y la precariedad, son capaces de sanar sus heridas, y nos muestran una transformación hacia el empoderamiento.

Tejer redes como estrategia fundamental.

El Padre Arrupe marcó, hace ya 40 años, un hito en la historia de la Compañía al animarnos en la defensa, servicio y acompañamiento de las personas refugiadas. El salto necesario en el que vamos avanzando, especialmente en este siglo XXI, pero con grandes dificultades, es la apuesta por el trabajo en red.

Redes interprovinciales, intersectoriales, que conecten las dimensiones de trabajo, que se orienten por y para más misión, que partan de acompañar desde las fronteras y los territorios más vulnerables a la migración forzada y reconozcan la necesidad de fomentar alianzas, es nuestro verdadero desafío.

Es importante reconocer, y es consolador, los pasos dados en todas las conferencias en este sentido. Pero nos queda un largo camino por recorrer, para celebrar este día internacional del migrante en el 2020, intentemos respondernos: ¿Qué nos está pidiendo hoy Dios en el acompañamiento de la migración forzada?.

Fuente: www.jesuits.global/es

Anacronismos y herejías

Reflexiones

Hace cinco siglos que sabemos que el sol no gira alrededor de la Tierra, sino justo al revés. Es nuestro planeta quien rota y orbita –siguiendo una trayectoria elíptica– en torno a la estrella que da nombre al sistema solar. Sin embargo, el lenguaje se resiste a reflejar lo que Copérnico, Kepler y Galileo demostraron. Por eso seguimos afirmando que el sol se levanta al amanecer y se pone al atardecer. ¿A qué se debe este anacronismo lingüístico? ¿A un mecanismo sicológico que se aferra a la intuición? ¿A un residuo histórico heredero del primer rechazo que la idea provocó? ¿A la simple pereza que resiste cualquier tipo de cambio?

Sea por la razón que sea, lo cierto es que desde el siglo XVI, cuando se formuló el modelo heliocéntrico como la forma más razonable y precisa de explicar lo que vemos en los cielos, el lenguaje –al contrario que la Tierra– no se ha movido. Otro ámbito en el que la inercia lingüística resulta llamativa es el de la religión. A pesar de lo mucho reflexionado, discutido y escrito, hemos heredado muchas expresiones que se resisten a desaparecer del imaginario y del lenguaje de los creyentes: «Dios te ha castigado»; «Aquel sí que es un auténtico creyente»; «Ese se va a condenar»; «En el mundo hay gente buena y mala».

Estas expresiones bien merecen el nombre de herejías, porque entran en conflicto o contradicen elementos centrales de la fe cristiana. Como sucede con la herejía científica del geocentrismo, se resisten a desaparecer.  En particular, hay dos sobre la que teólogos y pastores han llamado la atención: el gnosticismo y el maniqueísmo. Estas herejías son anteriores al nacimiento de Jesús, pero recorren la historia de la Iglesia, llegando hasta nuestros días.

Los gnósticos, como ha recordado Francisco, creen que con sus explicaciones «pueden hacer perfectamente comprensible toda la fe y todo el Evangelio. Absolutizan sus propias teorías y obligan a los demás a someterse a los razonamientos que ellos usan» (Gaudete et exultate, 39). Es la tentación del teólogo y del intelectual. Frente a ella, es bueno recodar que toda palabra y todo lenguaje –y no ya una simple expresión– se vuelve anacrónico y tramposo, resulta limitado para poder hablar de Dios. «Si lo entiendes, no es Dios», advertía san Agustín. «Nosotros llegamos a comprender muy pobremente la verdad que recibimos del Señor. Con mayor dificultad todavía logramos expresarla» (GE 43), alerta Francisco.

El problema del gnosticismo es que nos hace creernos mejores: más sabios, más capacitados, más lúcidos. Y eso nos conduce a la otra herejía, la del maniqueísmo: a dividir el mundo en dos. Buenos y malos, puros e impuros, creyentes e infieles, santos y pecadores.

Copérnico, Kepler y Galileo denunciaron el geocentrismo, aunque su contribución no se refleja todavía en el lenguaje. Los anacronismos lingüísticos ponen en evidencia que los cambios en el modo de pensar y hablar tardan siglos para surtir efecto. Ojalá algún día podamos dejarlos atrás y adoptemos, de una vez por todas, el heliocentrismo y el teocentrismo. Ojalá dejemos que sea Dios el centro y su luz –y no nuestras percepciones– la que ilumine nuestras vidas.

Jaime Tatay, sj

Fuente: pastoralsj.org

Dios no cambia de opinión

Reflexiones

A veces pensamos en la vocación como algo provisional. Como algo que hoy es ‘A’ y mañana puede ser ‘B’. Pero, ¿no será que intentamos traer a Dios a nuestra situación, como el agua a nuestro molino?

Yo creo en que la vocación es para siempre. Dios no juega con nosotros. Cuando decimos «para siempre», en unos votos religiosos, o en el matrimonio, estamos apostando de verdad la vida a una intuición. La garantía no es mágica. Es, más bien, un compromiso. El compromiso de intentarlo, de celebrar y disfrutar cuando el tiempo acompañe, cuando el humor sea radiante y los motivos resplandezcan; pero también seguir adelante cuando haya brumas, cuando toques fondo, cuando el frío te envuelva. Cuando el corazón empuje en otra dirección.

Ningún «para siempre» se sustenta solo en el deseo. A veces deseas lo contrario de lo que un día prometiste. Pero somos mucho más fuertes que nuestro deseo. Somos también capaces de luchar por aquello en lo que creemos. Somos nuestras convicciones, nuestras promesas, nuestras alianzas. Ningún matrimonio duraría para siempre solo sostenido sobre los días fáciles. Y ninguna consagración religiosa puede durar exigiendo a Dios la convicción de los días buenos. Hay momentos en que olvidas los motivos. En que pierdes la firmeza. En que te muerde la nostalgia. En que piensas en los caminos no elegidos. Eso no es ser débil. Es ser humano.

Entonces, ¿por qué seguir, cuando no sientes la misma convicción de otros momentos? ¿Es puro voluntarismo? ¿Es miedo al cambio? ¿Es obcecación? ¡No! Seguimos porque creemos que Dios no juega con nosotros. Dios no nos quiere hoy de un modo y mañana de otros. Dios cree en nuestra pasión, en nuestra capacidad para elegir y luego pelear por aquello que hemos elegido. Dios nos ofrece un camino, y nos acompaña en ese camino. El amor, para ser historia, tiene que ser capaz de templarse en el calor y sostenerse en el frío. Y hay proyectos que salen de las crisis más fuertes, más serenos y más plenos a la vez.

Evidentemente Dios es Dios, y si nosotros cambiamos de opinión, si lo que un día creímos para siempre se nos escurre entre los dedos, si la vida se complica y no encontramos las fuerzas, si en un cierto momento entendemos que tenemos que cambiar de camino, si fracasa aquello por lo que un día quisimos luchar, si por los motivos que sean, elegimos cambiar y cambiamos… no nos dejará solos. Y seguirá saliendo a buscarnos, allá donde vayamos. Él, que es fiel a sus promesas.

José María Rodríguez Olaizola, sj

Papa Francisco: «Dejemos que la luz de Cristo nos guíe»

En el día de la solemnidad de la Epifanía del Señor, y tras la celebración eucarística en la basílica de San Pedro, el papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus desde la Biblioteca del Palacio Apostólico.

En sus palabras previas al rezo, Francisco señaló que la salvación realizada por Cristo no conoce confines: “La Epifanía no es un misterio más, es siempre el mismo acontecimiento de la Natividad, pero visto en su dimensión de luz: luz que ilumina a cada hombre, luz que hay que acoger en la fe y luz que hay que llevar a los demás en la caridad, en el testimonio, en el anuncio del Evangelio”.

En este contexto, el pontífice subrayó que la visión de Isaías, que presenta la liturgia de hoy, resuena en nuestro tiempo más actual que nunca: «La oscuridad cubre la tierra, y espesa nube a los pueblos».

“En este horizonte -dijo el Papa- el profeta anuncia la luz: la luz dada por Dios a Jerusalén y destinada a iluminar el camino de todos los pueblos. Esta luz tiene la fuerza de atraer a todos, cercanos y lejanos, todos se ponen en camino para alcanzarla (cf. v. 3). Es una visión que abre el corazón, infunde aliento, invita a la esperanza”.

El evangelista Mateo, por su parte, al relatar el episodio de los Magos “muestra que esta luz es el Niño de Belén, es Jesús, aunque no todos acepten su realeza”:

“Él es la estrella que apareció en el horizonte, el Mesías esperado, Aquel a través del cual Dios realiza su reino de amor, justicia y paz. Nació no solo para algunos, sino para todos los hombres, para todos los pueblos.”

Francisco planteó al respecto dos cuestiones: «¿Y cómo tiene lugar esta “irradiación”? ¿Cómo se difunde la luz de Cristo en todo lugar y en todo momento?».

Sin duda, «no a través de los poderosos medios de los imperios de este mundo, que siempre están buscando dominarlo -aseguró el Santo Padre- sino a través del anuncio del Evangelio y con el mismo “método” elegido por Dios para venir entre nosotros: la encarnación, es decir, hacerse prójimo del otro, encontrarlo, asumir su realidad».

“Sólo así la luz de Dios, que es Amor, puede brillar en quienes lo acogen y atraer a los demás”, argumentó el Papa haciendo hincapié en que la estrella es Cristo, “pero también nosotros podemos y debemos ser la estrella, para nuestros hermanos y hermanas, como testigos de los tesoros de infinita bondad y misericordia que el Redentor ofrece gratuitamente a todos”.

Por tanto, Francisco enfatizó que la condición es “recibir esta luz en uno mismo, acogerla cada vez más”.

«¡Ay de nosotros si pensáramos que la poseemos, que sólo tenemos que “administrarla”! También nosotros, como los Magos, estamos llamados a dejarnos siempre fascinar, atraer, guiar, iluminar y convertir por Cristo: es el camino de la fe, a través de la oración y la contemplación de las obras de Dios, que continuamente nos llenan de alegría y de asombro siempre nuevo», añadió.

El Papa concluyó invitando a los fieles a pedir la protección de María sobre la Iglesia universal, “para que ella difunda en todo el mundo el Evangelio de Cristo, Lumen gentium, luz de todos los pueblos”.

Fuente: aica.org

Followers

Reflexiones

A una hora de que anochezca, camino de un lago que está «por ahí», y te encuentras con unos conocidos que te avisan de que se va a hacer de noche, que no nos da tiempo a ir y regresar. Iremos rápido, rápido. Y una, que la valentía no es uno de sus dones (aunque un poco inconsciente sí…), empieza a dudar del plan que le parecía tan atractivo…

Primer cruce de caminos, ¿hacia dónde? Y aparece un hombre, con sus dos cabras… nos dice que es por el camino que sale tras el árbol, «no ese, el otro árbol». He olvidado contextualizar, estamos en una zona rural en Haití, más rural de lo rural que ya es de por sí.

Seguimos caminando «vit, vit» (en krèyol). El camino se estrecha aún más, hasta llegar a una explanada, donde se pierde. Hay otro hombre arando la tierra. «Hacía allí, pero no por ahí, que esas plantas pican». Continuamos, hasta que aparecen como cinco posibilidades de rutas, el buen hombre con su borrico nos indica la correcta. Y así, nos vamos encontrando, en esa zona donde parece no haber nadie, personas que parecen salir a nuestro rescate.

Saludamos a una familia que vive cerca del lago, vistazo rápido con la promesa de volver otro día, y vuelta… el color granate del cielo avisa de que al sol le queda poco para desaparecer.

De vuelta… ¿era ese camino, o aquel? Y de nuevo, otras personas que aparecen, con la sensación de que Alguien las ha puesto ahí, para ti. La última, una niña, que con sus chanclas, camina a una velocidad impresionante por esos caminos. «Por aquí es más rápido», y te fías, caminando por el borde de una acequia entre plataneros, subiendo y bajando, tirando a derecha o izquierda, «estamos muy cerca» me dice al mirarme y sonreírme. Y yo, caminando detrás de ella, de sus 10 u 11 años, con su figura delgada que le hace subirse los pantalones cada cierto tiempo, y su pelo recogido en dos trenzas. Con la absoluta confianza de que me llevan bien.

Y pensaba en un anuncio de hace tiempo que decía «elige bien quién te guía»… esa experiencia de saberme llevada, de estar en manos de otros, de Otro… una auténtica follower, pero en otro sentido… y a tú, ¿a Quién sigues?

«Siguiéndote mi Señor, yo no me podré perder…»

Valle Chías, rjm

Un paso adelante para la CVX mundial

El P. Arturo Sosa SJ, Superior General de los Jesuitas, aprobó la revisión del papel del Asistente Eclesiástico en la nueva versión de los estatutos de la CVX. En una carta que envió a todos los superiores mayores de la Compañía el 25 de noviembre, ofreció su total apoyo al equipo internacional de este movimiento laico de espiritualidad ignaciana.

Además, a través de un video mensaje se invita a conocer el documento sobre el rol del Asistente Eclesiástico. Allí, el P. Arturo Sosa afirma: «Desde  hace varios meses he trabajado con el Consejo Ejecutivo Mundial para examinar, en el sentido ignaciano, la figura del Asistente Eclesiástico y juntos elaborar su perfil de un modo en el que se una la raíz carismática de la tradición de la CVX con una respuesta, audaz y creativa, a los retos y llamadas que nos propone una Iglesia en vías de hacerse más sinodal, abierta al mundo actual y a las necesidades de los pueblos y culturas en su rica variedad.»

Además del mensaje del P. General, el cual es Asistente Eclesiástico Mundial de la CVX, se podrá escuchar también al Presidente Denis Dobbelstein, al Secretario General Manuel Martínez, a la Vicepresidenta Ann-Marie Brennan y al Vice-Asistente Eclesiástico Mundial el P. José de Pablo. (Con subtítulos en español, inglés y francés).

Podes leer el Documento sobre la figura y el perfil del asistente Eclesiástico en la CVX  haciendo click aquí

Fuente: www.jesuits.global/es

Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz 2021

El mensaje del papa Francisco para la 54ª Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el 1 de enero de 2021, se titula “La cultura del cuidado como camino de paz”. Practicar y educar para cuidar, escribe el Santo Padre, es la manera de “erradicar la cultura de la indiferencia, el descarte y la confrontación, que a menudo prevalece hoy en día”

La cultura del cuidado, como “compromiso común, solidario y participativo para proteger y promover la dignidad y el bien de todos”, y “disposición a interesarse, a la atención, a la compasión, a la reconciliación y a la curación, al respeto mutuo y a la acogida recíproca”, constituye un medio privilegiado para construir la paz, a fin de “erradicar la cultura de la indiferencia, el descarte y el enfrentamiento, que a menudo prevalece hoy en día”, escribe en su Mensaje.

En las ocho páginas del texto, que lleva la fecha, como es tradicional, del 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, el Papa “se dirige a los Jefes de Estado y de Gobierno, a los responsables de las Organizaciones internacionales, a los líderes espirituales y a los fieles de las diversas religiones, y a los hombres y mujeres de buena voluntad”. A ellos les recuerda lo que escribió en su última encíclica, Fratelli tutti: “En muchas partes del mundo se necesitan caminos de paz que lleven a la curación de las heridas, se necesitan artesanos de la paz dispuestos a iniciar procesos de curación y de encuentro renovado con ingenio y audacia”.

La pandemia agravó las demás crisis

Francisco observa los acontecimientos del 2020, marcados por “la gran crisis sanitaria de Covid-19”, que agravaron las crisis que están muy estrechamente vinculadas, “como las climática, alimentaria, económica y migratoria, y que han causado grandes sufrimientos y dificultades”.

Piensa en primer lugar en “los que perdieron a un familiar o a un ser querido, pero también en los que perdieron su trabajo”. Recuerda de manera especial a los médicos, enfermeros, farmacéuticos, investigadores, voluntarios, capellanes y personal de los hospitales y centros de salud, “que han trabajado duramente y siguen haciéndolo, con gran esfuerzo y sacrificio, hasta el punto de que algunos de ellos han muerto en el intento de estar cerca de los enfermos, de aliviar su sufrimiento o de salvar sus vidas”.

Pensando en ellos, el pontífice renueva su llamamiento a los dirigentes políticos y al sector privado, que hizo en su vídeomensaje con motivo del 75° aniversario de las Naciones Unidas, “para que adopten las medidas adecuadas a fin de garantizar el acceso a las vacunas contra el Covid-19 y a las tecnologías esenciales necesarias para asistir a los enfermos y a todos los que son más pobres y frágiles”.

Cultura del cuidado contra la indiferencia, el descarte y la confrontación

Francisco lamenta que, “junto a los numerosos testimonios de caridad y solidaridad”, se están impulsando diversas formas de “nacionalismo, racismo, xenofobia e incluso guerras y conflictos que siembran muerte y destrucción”. Y subraya la pandemia y los demás eventos que han marcado el camino de la humanidad en el año 2020:

“Nos enseñan la importancia de hacernos cargo los unos de los otros y también de la creación, para construir una sociedad basada en relaciones de fraternidad. Por eso he elegido como tema de este mensaje: La cultura del cuidado como camino de paz. Cultura del cuidado para erradicar la cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación, que suele prevalecer hoy”

Siguiendo el ejemplo del Maestro, continúa el pontífice, los primeros cristianos “practicaban el compartir para que nadie entre ellos estuviera necesitado y se esforzaban por hacer de la comunidad una casa acogedora, abierta a todas las situaciones humanas, dispuesta a hacerse cargo de los más frágiles”. Y luego cuando “la generosidad de los cristianos perdió algo de impulso, algunos Padres de la Iglesia insistieron en que la propiedad está destinada por Dios al bien común”.

San Ambrosio, recuerda el papa Francisco, argumentó que la naturaleza dio “todas las cosas para los hombres para el uso común”, pero la codicia convirtió este derecho común para todos en “un derecho para unos pocos”. Una vez libre de la persecución, la Iglesia implementó la “charitas christiana”, instituyendo o suscitando el nacimiento de “hospitales, refugios para los pobres, orfanatos y hospicios” para la humanidad que sufre.

La “gramática” del cuidado en la doctrina social de la Iglesia

Estos ejemplos de “caridad activa de tantos testigos luminosos de la fe”, escribe el Santo Padre, se reflejan en los principios de la doctrina social de la Iglesia, que ofrecen a todos los hombres de buena voluntad la “gramática” del cuidado:

“La promoción de la dignidad de toda persona humana, la solidaridad con los pobres y los indefensos, la preocupación por el bien común y la salvaguardia de la creación”

El pontífice invita, por tanto, a “los responsables de las organizaciones internacionales y de los gobiernos, del mundo económico y científico, de la comunicación social y de las instituciones educativas”, ante “el agravamiento de las desigualdades en el interior de las naciones y entre ellas”, a retomar la “brújula” de los principios de la doctrina social de la Iglesia, para dar al proceso de globalización un curso común y “verdaderamente humano”, como ya lo indicó en Fratelli tutti. “Esta permitiría apreciar el valor y la dignidad de cada persona, actuar juntos y en solidaridad por el bien común, aliviando a los que sufren a causa de la pobreza, la enfermedad, la esclavitud, la discriminación y los conflictos”. Y añade: “A través de esta brújula, animo a todos a convertirse en profetas y testigos de la cultura del cuidado, para superar tantas desigualdades sociales. Y esto será posible sólo con un fuerte y amplio protagonismo de las mujeres, en la familia y en todos los ámbitos sociales, políticos e institucionales”

Demasiadas violaciones del derecho humanitario

Una brújula útil también para las relaciones entre las naciones, “que deben inspirarse en la fraternidad, el respeto mutuo, la solidaridad y la observancia del derecho internacional”. Proteger y promover los derechos humanos fundamentales, y respetar el derecho humanitario, “especialmente en este momento en que los conflictos y las guerras se suceden sin interrupción”. De hecho, el papa Francisco lamenta que “muchas regiones y comunidades han dejado de recordar una época en la que vivían en paz y seguridad”, y muchas sufren violencia, hambre, exilio y falta de educación.

Fondo contra el hambre, con el dinero que se utiliza hoy para las armas

La pandemia y el cambio climático, subraya Francisco, ponen de manifiesto la gran “dispersión de recursos” para las armas, “en particular para las armas nucleares”, que podrían utilizarse para “la promoción de la paz y el desarrollo humano integral, la lucha contra la pobreza, la garantía de las necesidades de salud”. Y relanza la propuesta hecha en el pasado Día Mundial de la Alimentación:

“Qué valiente decisión sería constituir con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares un Fondo mundial para poder derrotar definitivamente el hambre y ayudar al desarrollo de los países más pobres”

El papel irremplazable de los líderes religiosos

Los líderes religiosos en particular, explica el pontífice, pueden desempeñar “un papel insustituible en la transmisión a los fieles y a la sociedad de los valores de la solidaridad, el respeto a las diferencias, la acogida y el cuidado de nuestros hermanos y hermanas más frágiles”.

“A todos los que están comprometidos al servicio de las poblaciones, en las organizaciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales, que desempeñan una misión educativa, y a todos los que, de diversas maneras, trabajan en el campo de la educación y la investigación, los animo nuevamente, para que se logre el objetivo de una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión. Espero que esta invitación, hecha en el contexto del Pacto educativo global, reciba un amplio y renovado apoyo”

Los cristianos, es la invitación final de Francisco, deben mirar a la Virgen María, “Estrella del Mar y Madre de la Esperanza”:

“Trabajemos todos juntos para avanzar hacia un nuevo horizonte de amor y paz, de fraternidad y solidaridad, de apoyo mutuo y acogida. No cedamos a la tentación de desinteresarnos de los demás, especialmente de los más débiles; no nos acostumbremos a desviar la mirada, sino comprometámonos cada día concretamente para formar una comunidad compuesta de hermanos que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros”.

» Texto completo del mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2021

Fuente: aica.org