Tejer comunidad en tiempos de pandemia e innovación

Un artículo del P. Víctor Martínez Morales SJ para la Edición nº 16 de la Revista Aurora, correspondiente al mes de Abril.

Tiempo de comunidad, una salida relacional

Este tiempo de confinamiento ha llevado a una toma de conciencia de la manera como estamos viviendo al interior de nuestras comunidades, ya sean familiares, parroquiales, religiosas, etc. Vivir juntos, sin salir de casa, ha llevado a valorar los momentos de encuentro, aquellos espacios en donde se puede compartir y conversar sobre algo más que no sea el estado del clima, los pronósticos del tiempo para el día o repetir las noticias ya escuchadas en el telediario.

En este tiempo de pandemia, donde todos los lugares de culto fueron cerrados, se ha venido viviendo, desde lo profundo y hondo de las pequeñas comunidades de los hogares y familias, el evangelio; una iglesia doméstica, desde el tejido de laicos y laicas, jóvenes y ancianos protagonistas de celebraciones, encuentros, oraciones. Se ha aprendido, entonces, del pueblo mismo, un modo de vivir la fe más allá de estar centrada en el rito presidido por el párroco. Se nos invita a dejar atrás una iglesia sacramentalista y clericalista, para asumir una iglesia evangelizadora. La fuerza de una iglesia en salida urge de nosotros hacernos comunidades verdaderamente samaritanas, anunciadoras del reino, portadoras del cuidado de la vida, empeñadas en curar, sanar, cargar con el dolor y el sufrimiento de nuestro pueblo. Cristianos y cristianas en salida, anunciando con alegría la buena nueva de Jesucristo.

Estamos llamados a construir nuevos caminos de comunión de vida, donde el compartir surge de la actitud de la escucha, el diálogo sincero, la contribución abierta y franca de todos los miembros de la comunidad, para aportar juntos al tejido de nuevas relaciones. Si evangelizar es humanizar, esta misión se inicia en casa, al interior de nuestras comunidades, para testimoniar entre nosotros como hermanos y hermanas una verdadera convivencia. La comunión de vida nos hará hacer comunidad desde la diferencia, lo diverso y lo plural. Cuidar, proteger y promover nuestra comunión de hijos e hijas de Dios es testimoniar una iglesia peregrina centrada en el encuentro, el vínculo y la comunicación para realizar la misión.

Nuestra comunidad de hermanos y hermanas testimonio de sororidad y fraternidad nos lleva a ser sinodales, a contribuir en la construcción de una Iglesia sinodal. Esto significa una iglesia que abrazando la diferencia se hace artífice de comunión en la diversidad, participación de todos y todas en la toma de decisiones y misión en la construcción de nuevas relacionalidades. Comunidades que se hacen iglesia de comunión, participación y misión. Una iglesia con rostro sinodal es un nuevo estilo de ser y hacer iglesia, de caminar juntos como pueblo de Dios. Es un proyecto propio del Espíritu Santo que nos inspira y seduce.

Tiempo de contemplación, una salida hacia dentro

Este tiempo ha sido propicio para el encuentro con el Señor, tiempo de oración cuando la meditación y la lectio adquieren sabor a evangelio, hondura del Dios de la vida, palabra que nos cuestiona y provoca. Actualización de nuestro orar que se hace acción, de nuestra contemplación que nos lleva a las obras, de sabernos capaces de actuar como si todo dependiera de nosotros sabiéndonos que estamos en las manos de Dios.

La mirada hacia dentro, hacia lo profundo, hacia lo transcendente nos hace ser mirados por Dios. Tiempo no de sentirnos perdidos, aislados y ensimismados donde la nada es el horizonte y el ocaso el fin. Sino tiempo de Dios, porque le sentimos cercano, porque lo encontramos íntimo, porque se hace Dios con nosotros en el aquí y ahora de nuestras existencias. Su mirada se encuentra con la nuestra para hacernos ver con el corazón y poder leer la realidad desde sus ojos. Saber contemplar con su mirada transforma la tragedia de cifras en rostros, de rostros en historias, de historias en acontecimientos de gracia que nos convierte colocando, en primer plano, lo fundamental: la vida al servicio del amor.

Es así como la oración se hace misión. Nuestra manera y forma de orar ha de ser transformadora de una realidad que clama justicia, equidad y mejores medios de vida. La oración lejos de ser resignación, alejamiento de la realidad, analgésico ante la injusticia e inequidad se hace luz que abre nuestros ojos, levadura que fermenta nuestra comprensión, saliva que nos hace oír el clamor de nuestro pueblo. La oración se hace profecía que nos convoca y provoca a trabajar de manera decidida por un mundo mejor.

Tiempo de comunión, una salida hacia los otros

Es la mirada de Dios la que nos hace valorar el encontrarnos, el sabernos que hemos sido creados para el tejido sororal y fraterno, porque somos sus hijos e hijas, hermanos y hermanas entre nosotros. Descubrir que somos llamados a la comunión, a tejer una comunidad de vida y amor. Eso significa unión de ánimos, sintonía y armonía en la sinfonía que se va creando en el encuentro, el vínculo, la comunicación. Lejos de la división, la fragmentación y la ruptura; lejos de la uniformidad, la masificación, los falsos equilibrios e igualdades. Comunión que ha hecho de la diferencia posibilidad y de la diversidad ganancia, de la alteridad crecimiento y de la pluralidad riqueza.

La comunión se hace misión. Nuestra manera y forma de comulgar ha de ser transformadora de nuestra realidad. Salir de nosotros nos lleva a exponernos ante los otros, descentrarnos, desinstalarnos, desmontarnos de estructuras que han hecho imposible entregarnos de manera radical a favor de los demás. Siempre recatados, siempre medidos, siempre buscando el justo medio que nos hace incapaces de darlo todo por el reino.

Tiempo de evangelización, una salida a la misión

Es esa misma mirada, la mirada de Dios, la que nos hace ponernos en camino, salir de nosotros mismos para llevar a otros la buena nueva del Evangelio. Desde este tiempo de confinamiento el corazón se ensancha para hacernos conscientes que no podemos ser indiferentes al dolor y sufrimiento de muchos de nuestros hermanos y hermanas. Sentimos con mayor fuerza el deseo de ser comunidad samaritana, misericordiosa, hospital de campaña, en salida. Tal ha sido la insistencia y el llamado del papa Francisco.

Llamados a trabajar en favor de los otros, voluntarios, ellos y ellas, que donan su vida y su tiempo al servicio de los más pobres, débiles y marginales. Comunidad misionera desde la vida de nuestras obras que se hacen acciones efectivas y afectivas a favor del reino.

Tiempo de contemplar, comulgar y evangelizar desde nuestra realidad. No hay un mejor tiempo que éste, es hora de sembrar, es hora de arar nuestra tierra, hora de podar nuestros árboles. ¡Llegó la hora! No podemos postergar más nuestra misión de cristianos: ser contemplativos en la comunión del Evangelio.

Tiempo de discernimiento, compasión y esperanza

Ciertamente, este tiempo es un tiempo de crisis, tiempo de prueba, tiempo que nos exige mantenernos en pie con los ojos fijos en Dios. ¿Qué espera Dios de nosotros?, ¿cuál es su voluntad? Tiempo de búsqueda de la voluntad de Dios para con nosotros. Se trata de abrazar el aquí y ahora de esta realidad que nos ha correspondido vivir. ¿Cómo responder sin prisa y sin pausa a lo que se nos urge como cristianos ante esta situación?

Se impone el discernimiento desde la realidad misma de nuestra historia, de los acontecimientos y situaciones que estamos viviendo. Desentrañar la voluntad de Dios para cada uno de nosotros a nivel personal e, igualmente, como cuerpo, a nivel comunitario, familiar, parroquial, institucional, etc. Es el discernimiento que, al preservarnos del error, nos hace acertar en el camino de los criterios del reino, al darnos la medida del Espíritu. Se espera de nosotros respuestas nuevas, audaces con sabor a entrega y donación.

Ante esta realidad, nuestro corazón nos lleva a optar con pasión en responder por la situación de sufrimiento, pobreza y miseria del otro, del prójimo, de nuestro pueblo. No podemos ser indiferentes ante lo que sucede y ante lo que nos suscita el otro, cuánto más ante su debilidad, vulnerabilidad y desprotección. Escuchar el clamor de nuestro pueblo hoy tiene color de incertidumbre, angustia y miedo. Eco de impotencia, ansiedad y frustración. No podemos ser sordos a este clamor, hemos de responder a estos gritos de auxilio y socorro, asistiendo y reforzando lo ya establecido, pero también implementando dinámicas de ayuda y apoyo, nuevas prácticas de transformación audaces y proféticas.

Apostar por un nuevo colorido, por ir más allá de los primeros pasos, por solucionar los problemas y conflictos iniciales nos lleva a dar una mirada motivadora animada desde la otra orilla. Desde la novedad del reino, en el aquí y ahora de la historia, ver con ojos de posibilidad lo que se creía improbable y hacer real lo que parecía imposible. Se aprende de la adversidad, se constatan logros, se crean nuevas y buenas prácticas, tiempo de invención, de oportunidades para mejorar. Este tiempo nos hace caminar en el todavía no del reino, con la seguridad de una esperanza ya alcanzada en él que nos habita.

Discernimiento, compasión y esperanza dados por el fuego del Espíritu que nos hace capaces de elegir apasionadamente los valores del reino, haciendo que nuestro único amor, querer e interés estén puestos solo en él, en el Amado.

En tiempos de pandemia se pone a prueba nuestra fidelidad creativa

Tiempo de profecía, de ver con ojos nuevos lo que ha de venir, lo que se aproxima, aquello que está por hacerse, he ahí la interpretación honda y serena de los signos que marcan nuestro peregrinar en el aquí y ahora de nuestro tiempo. Por ello, muchos de nosotros hemos de hacer de la crisis no amenaza sino posibilidad, nuevo ardor con sabor de conversión y purificación, de recuperación y transformación, de cambio en deseo de abrazar nuevos horizontes, nuevas formas de ser y hacer vida.

Se ha puesto a prueba nuestra solidaridad, nuestra parresia evangélica, nuestra esperanza para vencer todo miedo, temor o sentido de amenaza que paraliza e impide actuar con coraje y asertividad. Tiempo de respuestas osadas de acciones en red, en comunión, en inventiva de nuevas relacionalidades, nuevos estilos de vida en búsqueda de salvaguardar siempre el bien común. Reconquistar desde el silencio y la palabra el valor del encuentro para construir juntos un mejor vivir.

Ha sido un tiempo propicio para descubrir lo humano, dar una mirada a nosotros mismos, descubrir nuestro cuerpo, nuestro entorno, crecer juntos. Se trata de un cambio paradigmático, de una vida centrada en nosotros, en el antropocentrismo, a un ecocentrismo, de un horizonte mayor y abarcador. Se trata de todo un ecosistema en orden integral, dinámica compleja de comprensión global, afectación sistémica de lo que implica la vida en todo el colorido biodiverso de la sinfonía diacrónica y sincrónica de toda la creación.

Tiempo de centrarnos, de saber ubicar y distinguir lo fundamental de lo accidental, de saber aquello que necesita nuestra primacía y nuestra prioridad. De tomar conciencia si la ley, la institución y el individuo están sobre la vida, la persona y el bien de la comunidad. Tiempo de responder: ¿cuál es el amor que nos mueve? y ¿dónde está el tesoro que nos enriquece?

Tiempo de nuestro compromiso creyente a favor de las víctimas, los desprotegidos y los más vulnerables de esta pandemia. Colaboración afectiva y efectiva desde nuestros lugares de misión en el cuidado y protección de la vida. Compromiso que nos hace ser promotores de justicia en el amor que se hace servicio.

Víctor M. Martínez Morales, SJ

Decano de la Facultad de Teología de la Universidad Javeriana en Bogotá

 

«Cada día los Jesuitas»: una nueva campaña de sensibilización vocacional

El Superior General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa SJ, lanzó la semana pasada un proyecto digital sobre las vocaciones jesuitas con una llamada especial a los futuros candidatos. En una carta enviada el 12 de abril a todos los jesuitas, el P. Sosa expresó:

“Necesitamos personas con pasión por el Evangelio y el amor a Jesús, flexibilidad para ir a cualquier parte, una libertad interior como la de San Ignacio y la de San Francisco Javier”, dijo el Superior General de los jesuitas, Arturo Sosa. “Nuestro mundo está pidiendo a gritos curación, una curación que sólo puede producirse de forma duradera a través de Cristo. Queremos compartir Su mensaje de curación y de reconciliación. Por eso existimos como Compañía de Jesús.”Los jesuitas trabajan en lugares tan distantes como Afganistán y Venezuela, Sri Lanka y Suecia, Angola y Vietnam. El trabajo incluye parroquias, escuelas, promoción social, universidades, espiritualidad. Por eso, una característica de la campaña es un sentido de universalidad. La página web ya está traducida a cuatro idiomas; el vídeo está dirigido a las redes sociales y puede modificarse fácilmente en todas las culturas.

Cada día los jesuitas..

“En toda la Compañía he visto una pasión inspiradora por el Evangelio y una gran creatividad, especialmente durante este periodo de confinamiento”, dijo el responsable del proyecto, el P. Mark Ravizza. “Los rostros de las personas que aparecen en el video y en el nuevo sitio web hablan del amor que se muestra más en los hechos que en las palabras. Queremos que la Compañía de Jesús sea conocida más allá de cualquier mito o estereotipo, y más allá de cualquier cosa que haga. Queremos que se nos conozca por nuestro amor a Jesús y nuestro deseo de servirle y seguirle.”

En los últimos años, la misión de los jesuitas se ha articulado en torno a cuatro puntos principales de la brújula:

• Mostrar el camino hacia Dios.
• Caminar con los marginados y excluidos.
• Acompañar a los jóvenes por un futuro lleno de esperanza.
• Colaborar en el cuidado de la casa común.

“Nuestro trabajo es variado en diferentes partes del mundo, pero nuestro enfoque es siempre Jesús” dijo el P. Arturo Sosa. “Él es quien nos llama. Él sigue llamando a jóvenes de diferentes culturas y pueblos. Ponemos nuestra confianza en Él, creyendo siempre en su fidelidad.”El organizador del proyecto es el Consejero General Mark Ravizza SJ junto con el equipo de Comunicaciones de la Curia General. El vídeo corto y el sitio web fueron producidos por el cineasta y diseñador independiente Mikoɫaj Cempla de Human Stories Studio.

Para conocer la nueva página web hace click aquí: vocations.jesuits.global

Fuente: jesuits.global/es

¿Qué es orar?

Reflexiones

Escribió Arrupe una vez que solo la oración nos hace merecedores de la bienaventuranza que se le escapa a Jesús de entre los labios: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido bien» (Mt 11, 25-26). Pues bien, me atrevo a decir que pocos de los que leemos estas líneas somos, así de primeras, de esa «gente sencilla». Arrupe no se sentía así, ni tampoco veía ahí a los jesuitas a los que se dirigía. Por eso decía que solo la oración nos hace merecedores de esta bienaventuranza. Sin ella, nos creemos «sabios y entendidos». Con oración, recuperamos nuestro justo lugar de criatura.

La oración no es principalmente una práctica, un rezo, una meditación, un tiempo que dedico a contemplar tal pasaje o a leer tal texto. La oración es fundamentalmente una actitud. Por eso puedo orar cantando o tocando la guitarra; puedo orar con la respiración o con el cuerpo; puedo orar con palabras o sin ellas. Orar es todo lo que haga de forma consciente y libre en implorada presencia de Dios.

Orar es hacer cualquier cosa… sabiéndome bajo la atenta mirada de Dios. Por eso, puedo aprovechar esta cuaresma para orar intensamente de un modo nuevo para mí. Puedo leer despacio un libro espiritual, aprender a hacer silencio interior, tocar la guitarra, pintar o hacer una cuidada caligrafía, salir al campo y respirar en la montaña… Párate y di: «Esto es oración. A ti me dirijo. A ti te busco». Y entonces escucharás a Jesús diciendo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido bien».

Charlie Gómez-Vírseda, sj

Encontrá otros textos del autor aquí: Charlie Gómez-Vírseda, sj

Reflexión del Evangelio – III Domingo de Pascua

III Domingo de Pascua – Ciclo B (Lucas 24, 35-48)
Hermann Rodríguez Osorio, SJ

Don Miguel de Unamuno y Jugo, ese vasco universal y rector salmantino, escribió en 1930 una pequeña novela en la que se retrató a sí mismo de cuerpo entero. Don Miguel vivió crucificado entre las dudas que abrigaba su corazón y una fe que se resistía a creer. En la introducción de esta obra, que lleva por título el nombre y las dos cualidades más significativas de su protagonista, San Manuel Bueno, Mártir, dice el mismo Unamuno: «tengo la sensación de haber puesto en ella todo mi sentimiento trágico de la vida».

La novela se desarrolla en un pueblo legendario, Valverde de Lucerna, que vive hundido en el lago de Sanabria, junto a San Martín de Castañeda, en la provincia de Zamora, España. Allí vive y trabaja un cura que tiene fama de santo. Pero don Manuel, el santo cura, por sobrenombre Bueno, abriga en su corazón una tragedia de inmensas proporciones… No cree en la vida eterna. Cuando reza el credo en la misa dominical, se siente como Moisés, que muere poco antes de entrar en la tierra prometida, pues “al llegar a lo de «creo en la resurrección de la carne y la vida perdurable» la voz de Don Manuel se zambullía, como en un lago, en la del pueblo todo, y era que él se callaba (…). Era como si una caravana en marcha por el desierto, desfallecido el caudillo al acercarse al término de su carrera, le tomaran en hombros los suyos para meter su cuerpo sin vida en la tierra de promisión”.

Junto a este creyente incrédulo, Unamuno presenta a dos hermanos, Ángela y Lázaro, que ofrecen un contraste a la tragedia del pobre cura; la primera, una firme creyente, que anima a su párroco en la esperanza de la resurrección; y el segundo, un ateo convencido, que se deja transformar por la fragilidad de la fe honesta y titubeante de su pastor. De alguna manera, Unamuno se retrató a sí mismo y retrató la verdad de todos nosotros, que caminamos a tientas por este mundo, con una fe vacilante… Nadie, que de verdad se haya arriesgado a creer, puede decir que alguna vez no lo han sorprendido las dudas frente a las verdades que confiesa y por las que vive y muere. El mismo Unamuno, muerto el 31 de diciembre de 1936, quiso que en su sepultura se grabara este epitafio: «Méteme Padre eterno, en tu pecho, misterioso hogar, dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar. Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo».

El texto evangélico que se nos propone este domingo está atravesado por estas mismas dudas que habitaron el corazón de don Manuel Bueno, Mártir y de su autor, Miguel de Unamuno: “Pero Jesús les dijo: –¿Por qué están asustados? ¿Por qué tienen estas dudas en su corazón? Miren mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tóquenme y vean: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que tengo yo. Al decirles esto, les enseñó las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó: «¿tienen aquí algo que comer?» Le dieron un pedazo de pan y pescado asado, y él lo aceptó y lo comió en su presencia”.

También los discípulos dudaron de la resurrección de su maestro. Muchos de nosotros, aún hoy, seguimos creyendo lo que no vimos y, a tientas, entre dudas y búsquedas permanentes, seguimos gritándole a Dios “¡Creo, ayuda a mi poca fe!” (Marcos 9,24).

Fuente: jesuitas.lat

Escuela virtual Fe y Alegría ofrece cursos libres y gratuitos

La Escuela virtual Fe y Alegría es una plataforma virtual dentro del Ecosistema Digital para el desarrollo de experiencias de capacitación y formación a distancia, con conexión a Internet on line y off line, para el uso de toda Fe y Alegría (Federación Internacional, Iniciativas y países).

Dentro de la oferta formativa se ofrecen Herramientas digitales para Educadores y Educadoras 3.0 condensadas en 8 (ocho) cápsulas autoconsumibles, con contenido estratégico, prácticas autodirigidas y certificadas por nuestra Escuela Virtual para que consolide el aprendizaje relacionado a la comunicación e innovación digital, así como el diseño y producción de recursos educativos digitales.

En esta edición se entrega la primera de estas 8 cápsulas: “En RED: Diseño y producción de recursos educativos digitales”.  En esta cápsula estaremos revisando el proceso de creación de los RED (Recursos Educativos Digitales), ofreciendo una mirada estratégica con relación a la importancia de la planificación y diseño del recurso, fases que resultan claves.

También puedes matricularte en los siguientes cápsulas libres:

  • En vivo: Herramientas para diseñar la inmediatez digital
  • Curación de contenidos para la creación de RED
  • La Interacción digital: cómo comunicarnos digitalmente (netiquetas)
  • La intervención de la imagen como RED.
  • La Nube: producción colaborativa.
  • Comunicar a través de imágenes y gráficos para RED.
  • Formadores 3.0 – Estrategias para crear, desarrollar y articular comunidad virtual de docentes.

Por inscripciones hace click aquí: Escuela Virtual Fe y Alegría

Para más información podes comunicarte a: fi.coordescuelavirtual@feyalegria.org

Fuente: feyalegria.org

Carta Panamazónica – Edición nº 80

A pesar de las dificultades provocadas por la covid-19 para realizar encuentros presenciales, en este mes de marzo el
P. Valerio Sartor sj participó en tres encuentros virtuales de los ejes de la REPAM que el SJPAM ha estado apoyando de manera más concreta.

El 5 de marzo se llevó a cabo la reunión del Eje de Pueblos Indígenas, para definir las prioridades de acción para este
año, así como la conformación de su coordinación y la agenda de encuentros. El pasado 12 de marzo se reunió el Eje Justicia Socioambiental y Buen Vivir para revisar la propuesta de trabajo en este contexto de la pandemia, ya que no ha sido posible realizar encuentros de intercambio presencial con entidades que trabajan con experiencias económicas-productivas alternativas al sistema capitalista(tal y como se había planeado); también fue necesario revisar cómo fortalecer el uso de plantas medicinales y la soberanía alimentaria en las comunidades indígenas y campesinas para combatir la covid-19. El 25 del mismo mes se realizó una reunión con los coordinadores de los Ejes, la Secretaría Ejecutiva y la Presidencia de REPAM para establecer un diálogo cercano entre los miembros de la red, reflexionar sobre la nueva organización estructural de la REPAM, hacer la  planificación de los ejes y revisar la agenda de reuniones para 2021.

Discerniendo el camino de nuestra planeación como SJPAM

Los días 4 y 18 de marzo nos hemos reunido por medio de zoom los integrantes del equipo del SJPAM que están en Leticia, es decir Edmo Flores, Rodrigo Castells y Valério Sartor, con Luis Javier Sarralde que aún está en Bogotá sin poder viajar, debido al cierre indefinido del aeropuerto de Leticia por el contexto difícil de la crisis pandémica en la zona fronteriza. Fueron dos momentos de conversación espiritual muy agradables, con el fin de intercambiar  fundamentalmente las mociones y las expectativas que tenemos ante el proceso en marcha de la planeación del SJPAM para el futuro. Tras algunas sencillas tareas que nos hemos propuesto: asimilar el sondeo realizado el año pasado 2020, o tener en claro lo que hace cada uno hoy en día en el SJPAM, vamos decantando los llamados del Espíritu para orientar esa planeación en su primer nivel, es decir, el del equipo de Leticia. Durante el mes de abril seguiremos trabajando a través de dos reuniones virtuales, para enfocar el horizonte de dicha planeación, que también será acompañada desde la CPAL.

Misión de Semana Santa

Profundidad y presencia, son palabras que marcaron el andar de esta Semana Santa. Profundidad del misterio de la Iglesia del sínodo que va naciendo en la Amazonía; presencia del Espíritu que va fecundando ese cuerpo de Cristo con rostro amazónico.

Esta semana Santa el equipo se multiplicó. Además del equipo Pastoral compuesto por jesuitas, lauritas, capuchinos, Magnolia, el diácono Ferney, un matrimonio y personas laicas de varias comunidades, se sumaron más de 12 jóvenes misioneros de la comunidad Nazareth (sede de la parroquia Sagrada Familia). Éstos jóvenes fueron la gran y gozosa novedad. Todos ellos son de la etnia Ticuna (etnia que prevalece en el territorio de la parroquia), conocedores de su idioma y su cultura, animadores religiosos en su comunidad. También se sumaron hermanos misioneros y misioneras de espiritualidad Marista y de La Salle. Procedentes de distintas nacionalidades: Chile, Venezuela, Fidji, Colombia, Uruguay, Brasil. Un equipo rico por su diversidad.

Acompañamos el caminar, visitamos las familias y animamos las celebraciones junto a los líderes religiosos y autoridades indígenas de cada una de las 13 comunidades que hacen parte de la parroquia ubicadas en la rivera colombiana del río Amazonas. Comunidades indígenas, principalmente de la etnia Ticuna y también con presencia
de las etnias Yagua y Cocama.

Nos consoló la presencia de los jóvenes misioneros. Gozamos al escuchar en los cantos, las conversaciones y las celebraciones animadas por los jóvenes en su lengua materna. Se experimentaba el surgir de una iglesia autóctona. En ellos va surgiendo el sueño de un iglesia más inculturada.

Nos sentimos desafiados por continuar en la tarea de hacer surgir, secundando al Espíritu, nuevos liderazgos religiosos en varias de las comunidades, donde se celebre la fe con rostro amazónico, incorporando elementos de su cultura, tambor, danza, asaí, casabe, pescado, mazato, plátanos, totumas y fariña.

En fin, ha sido gozoso constatar que lo que el Espíritu de Dios habló en el Sínodo de la Amazonía está ya pariéndose
en la selva y los ríos de esta Querida Amazonia. La acción de su espíritu nos precede, lo que soñamos como iglesia es
lo que él ya ha fecundado con su vida. Acompañar con sencillez y humildad esa nueva iglesia que nace. Reconocer en esos rostros y comunidades la presencia del crucificado que va resucitando por la fuerza del amor requiere de profundidad evangélica en la mirada y presencia en la realidad por ellos y por Dios ancestralmente habitada.

Puedes descargarla aquí: Carta Panamazónica N° 80 – marzo 2021 (ESP)

Puedes suscribirte al boletín aquí: Boletín SJPAM

Encuentro «Jóvenes por la Hospitalidad»

Jóvenes por la Hospitalidad es una de las iniciativas de FLACSI-Jóvenes, línea de trabajo dirigida a estudiantes que tiene como base el objetivo de “acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador” (Preferencias Apostólicas Universales PAU 2019-2029). Jimena Castro es la coordinadora del proyecto “Jóvenes por la Hospitalidad” y comparte sobre el último encuentro que convocó a quienes forman parte de esta propuesta.

Un total de 130 personas, entre estudiantes, acompañantes y maestros de 19 colegios en 13 países de todo el continente, se encontraron el pasado 18 de marzo para conversar con Alberto Ares SJ. Dialogaron sobre la relación entre la encíclica Fratelli Tutti y su invitación de ser “hermanos todos”, la situación de la migración forzada y la misión compartida que tenemos como “Jóvenes por la Hospitalidad”.

Para ambientar y animar la conversación, Ares abrió el espacio con la canción “Bajo el Mismo Techo” (de la Fundación Mi Sangre) queriendo hacer énfasis en que todos somos de la misma tierra, nuestra casa común, por lo que todos somos hermanos, “no importa si eres chino, latino o americano”, como dice la letra.

Ares condujo este espacio hacia la reflexión conjunta para observar nuestro “Termómetro de la Hospitalidad” (como él bautizó el conversatorio): cómo entendemos la migración, cómo nos acercamos a las personas que se ven obligadas a abandonar sus lugares, y de qué manera les abrimos la puerta de nuestra casa para invitarlos a la mesa (en sentido figurado).

Los estudiantes por supuesto también alimentaron este espacio con reflexiones muy profundas, desde una mirada crítica y cercana sobre la situación de migración en sus países, un análisis que hicieron previamente y con sus compañeros sobre la Fratelli Tutti, y una disposición y compromiso inmenso y genuino para ser más cercanos, involucrarse y actuar desde el amor, la fraternidad y la empatía.

Los estudiantes se encargaron de cerrar este espacio “con corazón de oro”, compartiendo el sentimiento fruto del conversatorio más presente en ellos. Aquí te los compartimos:

Si no pudiste participar en este Conversatorio, o quisieras volver a verlo, puedes ver la grabación aquí: VER 7º Conversatorio · Jóvenes por la Hospitalidad.

Contacto: jimena.castro@flacsi.net

Fuente: jesuitas.lat

Invitación a orar

Cualquier acompañante espiritual, habrá recibido varias veces la pregunta de cómo hacer oración. Antes que una respuesta, estas líneas quisieran ser una invitación. Dicen que la plegaria es algo así como la respiración del alma. Quizá, pues, sea útil comenzar partiendo de la respiración del cuerpo: porque respirar es la actividad más importante y más inconsciente de todas las que hacemos. Vayamos a empezar por hacerla consciente.

1.- Una postura cómoda pero no repantigada, vertical más bien; cobrar conciencia del movimiento de inspirar y espirar: lentos y hasta el fondo de los pulmones. Este movimiento repetirlo una y otra vez sin palabras. En realidad (como decía Jesús), en la oración sobran las palabras; si son necesarias es solo para evitar nuestras constantes distracciones. Pero la meta es un silencio lleno, no un silencio vacío. Y que acabará siendo solo silencio exterior pero no interior.

Intentemos pues llenar ese silencio de pequeños mantras que procuren ser expresiones de afectos y necesidades personales, bien breves y dichas bien despacio (Te adoro, quiero amarte, gracias, necesito tu ayuda, quiero confiar en Ti, dime qué debo hacer… o alguna petición del Padrenuestro).

2.- Esto será en los comienzos un mero ejercicio que habría que procurar convertir en hábito: los hábitos vuelven fácil lo que antes era difícil. Si resulta costoso, tengamos en cuenta que la mejor definición de la oración no es la de “hablar con Dios” sino la de “buscar a Dios” (Ignacio de Loyola no temía decir que de cien personas que dicen tener mucha oración es probable que noventa no la tengan). Por tanto: la sensación de tiempo perdido o de distracciones, convirtámosla en una demostración práctica de que eso de encontrar a Dios, me importa tanto que estoy dispuesto a gastar todo el tiempo y todo el esfuerzo que haga falta. Recordando aquella “quimera del oro” de Charlot, hagamos nosotros una auténtica “quimera de Dios”.

3.- Cuando esa respiración silenciosa (o casi silenciosa) se haya convertido en un hábito, es muy probable que vaya dejando en nosotros una sensación profunda del misterio que nos envuelve. En contraposición a lo que es mero “enigma”, el verdadero misterio sigue siendo más misterio cuanto más te adentras en él: porque el misterio es la infinitud. Eso que llamamos Dios es el Infinito. Por eso, cuando queremos encerrarlo en nuestros esquemas o nuestras ideas, lo falsificamos y lo convertimos en ídolo.

Esa percepción de Misterio que nos envuelve irá dejándonos una sensación de paz, de profunda paz. Entonces ya no acudiremos a la oración como quien va a un ejercicio pesado e inútil, sino buscando esa paz. Y esa búsqueda ya es ejercicio de un afecto no expresado.

4.- Luego, según tradiciones diversas, pero válidas para todos, esa sensación del Misterio puede desplegarse por diversos caminos.

4.1.- Para las tradiciones orientales, el Misterio está «dentro de mí», en lo más profundo de mí: bajar a esa profundidad de mi ser equivale a encontrarme con lo mejor de mí mismo; y eso es lo que pide la plegaria cristiana cuando reza “ven Espíritu Santo”.

4.2.- La tradición judía tiene muy presente que el Misterio es el Creador y el Liberador. Creador quiere decir que es la Fuente de todo, pero de manera incomprensible para mí y no de la manera como yo puedo fabricar cosas. Los teólogos discutieron si era mejor llamar a Dios Causa o Fundamento. Y esa discusión, que no tiene respuesta, sirve para mostrar que la acción de Dios es diferente de todo lo que podemos imaginar: se ha comentado a veces el acierto de la Biblia cuando usa para la creación de Dios un verbo (barah) que no usa nunca para las obras humanas. Las lenguas latinas lo quisieron hacer más comprensible usando esa palabra “crear” para las obras de arte: como cuando algún Mozart saca “de la nada” una melodía y unos acordes que no estaban en ninguna parte, o Miguel Ángel saca un Moisés de un bloque de mármol donde no estaba el tal personaje. Pero es aún más fina la intuición bíblica.

Liberador quiere decir que nosotros tenemos algo o mucho de esclavitud no reconocida en nuestro interior. El libro del Éxodo cuenta que los hebreos se quejaban en Egipto de la esclavitud exterior a que los sometía el Faraón. Pero, contra todo pronóstico, cuando Dios llama a Moisés para que los saque de Egipto y los libere, una de las objeciones que le pone Moisés es esta: “Señor, ellos no van a querer” (6,12). Efectivamente: nos es más fácil renegar de las esclavitudes exteriores que buscar nuestra libertad interior.

4.3.- Finalmente, la tradición cristiana añade a esas experiencias del Misterio algo increíble: ese Misterio es Amor. Tanto que, por amor al ser humano, y para llevarnos plenamente hasta Él, ha llegado a vivir nuestra misma vida, tomando fragilidad humana y exponiéndose a nuestra maldad, en aquel “Empapado” (o “Ungido” = Cristo) de Dios, que fue Jesús de Nazaret.

Luego la razón y las culturas humanas tratarán de explicar eso y hablarán de subsistencia y naturalezas: lenguaje que hoy se nos escapa, pero resultaba inevitable desde la cultura griega (y que dio lugar a esa extraña expresión de “unión hipostática”). Como seguramente, si el cristianismo se hubiese implantado en India, habrían hablado de “advaita” o “no-dualidad”: una expresión que nosotros solemos deformar desde nuestro orientalismo barato, pero que viene a decirnos que nosotros solo somos una pretensión de advaita y que Cristo es la plenitud de esa no-dualidad que hace que no seamos (como creía Sartre) “una pasión inútil”.

Resumiendo: la apertura al Misterio puede tener la forma de llamada a lo más profundo de mí mismo, de conciencia de mi situación de dependencia (pero una dependencia del amor), de oferta de una libertad plena y de llamada al amor más desinteresado, sobre todo hacia aquellos en quienes la autonomía y el pecado de la creación impiden que aparezca la voluntad amorosa del Creador (por eso, en la vida de Jesús, los enfermos y los pobres y oprimidos fueron los verdaderos protagonistas).

5.- Con estos contextos de fondo, todo ese hábito de respiración serena y profunda llenará el silencio con unas sensaciones afectivas y unos estados de ánimo que quizá necesiten alguna palabra para no distraernos, como antes dije, pero saben bien que todo nuestro lenguaje, por elaborado que nos parezca, no pasa de ser algo así como los sonidos que emite el bebé cuando comienza a hablar y que solo puede entenderlos su madre.

6.- Todo lo anterior no ha sido más que ese afinar los instrumentos que solemos oír cuando vamos a un concierto antes de que comience la música. Quedan ahora las diversas partituras a seguir: reflexionar sobre una palabra de Jesús, o imaginar una escena evangélica, o contemplar desde nuestra interioridad la enorme maldad y el inmenso sufrimiento que hay en nuestro mundo, o desgranar las palabras de alguna plegaria oral compuesta por otros o, simplemente, seguir estando ahí paladeando esa sensación de Misterio. Aquí ya no puedo describir más estos caminos que el orante podrá ir encontrando con facilidad cuando haya afinado su instrumental.

7.- Pero sí quisiera concluir con otra observación: el título que di a estas reflexiones es una parodia de la complicada “Invitación al vals” de C. M. von Weber, que luego Berlioz orquestó y la hizo más asequible para nosotros los profanos. Ahora bien: el título alemán de la obra de Weber era propiamente “invitación a la danza”, pero sus compases tienen esos armónicos de placidez y sugerencia, tan típicos del vals, donde parece que, más que bailar, eres bailado; y supongo que de ahí viene el título castellano. He querido decir con esa parodia que la oración puede convertirse en una especie de descanso, plácido y sugerente como la danza.

Sí. Pero una danza que, en nuestra situación de Alianza, nos lleva a la esperanza e, inmediatamente, a ese esfuerzo de la “labranza”.

J. I. González Faus sj

Fuente: blog.cristianismeijusticia.net

Por una cultura de la promoción de las vocaciones

La Sinodalidad en clave de los Ejercicios Espirituales

Un artículo de Mauricio López, Secretario interino de la Conferencia Eclesial de la Amazonía y del Centro de Acción Pastoral y Redes del CELAM.

Hay tres modos propios de la espiritualidad Ignaciana para comprender la Sinodalidad en la Iglesia. El primero es el Principio y Fundamento. Somos creados y creadas con un para qué, somos fruto del amor primigenio de Dios y no el resultado de un acto de voluntad autónomo.

El propósito mayor de la Sinodalidad no es una mejor eficacia o institucionalidad en los procedimientos o métodos de nuestro ser Iglesia, ni tampoco la mayor democracia en los caminos de la sociedad, sino siempre, y por encima de todo, cumplir la voluntad de Dios. Se nos invita a relacionarnos entre nosotros y con lo creado, sinodalmente, para cumplir esa vocación.

Encarnación y Amor

El segundo modo es la contemplación de la Encarnación. El ejercicio sinodal de la Trinidad como proceso comunitario en el Ver-escuchar la realidad comprendiendo toda su diversidad y multiculturalidad; discernir el llamado (considerar cómo mira la Trinidad) y actuar en el dinamismo de la Encarnación para redimir-transformar la realidad haciéndose uno con nosotros-as, abrazando la realidad concreta de las periferias.

Finalmente la contemplación para alcanzar Amor. Es el modo en que se concreta el camino sinodal. Se trata de un acto originado en y para el amor, y ello implica salir de sí mismo. Dar y recibir, comunicar, transparentar lo que se es y lo que no (lo que se tiene y lo que no). Para sabernos invitados a ser co-creadores, y contemplativos en la acción en clave de reciprocidad con Dios y con los otros-as, para la Mayor Gloria de Dios y para en Todo Amar y Servir en coherencia con este modo Sinodal hacia el Reino.

Fuente: asambleaeclesial.lat