Reflexión del Evangelio – Domingo 19 de Septiembre

Evangelio según San Mc 9, 30-37.

En el evangelio de Marcos del día de hoy somos testigos de una escena frecuente entre Jesús y sus discípulos. Están de camino, compartiendo y el Maestro aprovecha de esta cercanía para anunciar una vez más su próxima muerte y su resurrección, pero ellos no lo comprenden.

Siguen absortos en sus conversaciones sobre temas secundarios, muy ajenos al contenido del discurso de Jesús.

Es como nos pasa habitualmente a nosotros, que estamos concentrados en las preocupaciones diarias, sin prestar atención a lo importante, a lo trascendente, a aquello que debería ser la razón y el centro de nuestras vidas.

Los discípulos, en vez de mostrarse empáticos y solidarios con el anuncio que Jesús les acaba de hacer, se distraen en discutir cuál de ellos es el más importante…

Pero Jesús, en pocas palabras, resume en qué radica el valor de las personas, tal como lo predica Él mismo, con su propio ejemplo: solamente el servicio, el darse a los demás, el poner a los débiles y a los desprotegidos en el centro de nuestro interés y como fin de toda nuestra actividad, es lo que hace valiosas a las personas a los ojos del Padre.

Y para ser más explícito y abrirles bien las entendederas, atrae hacia Él a un niño, que concentra quizás todo lo que en aquella época era despreciado y no tenido en cuenta y lo convierte en la clara imagen de hacia quiénes debemos dirigir y enfocar nuestras acciones. Nada es más importante a la mirada de Dios que aquellos vulnerables, frágiles, marginados y es hacia ellos hacia quienes debemos ponernos en actitud de servicio si queremos llevar a la práctica la Buena Noticia del Evangelio y ser así verdaderos discípulos del Maestro, que se hizo nuestro servidor y nos invita a imitarlo.

Dejémonos interpelar por este Jesús humilde y sencillo que dio su vida misma para salvarnos.

Que nuestra vida esté orientada a congregar a todos, sin diferencias. Que nadie se sienta excluido. Que nuestra mirada hacia el prójimo sea como la del Padre celestial, que protege y ama a cada uno de sus hijos y que reconozcamos en cada uno de nuestros hermanos el reflejo del Creador.

Que seamos constructores de fraternidad, saliendo al encuentro del otro y reconociendo en cada hermano al mismo Jesús que se nos regala.

Que dejemos de pensar sólo en nosotros mismos y de considerarnos el centro.

Que seamos misericordiosos, como el mismo Jesús, tendiendo la mano solícita y desinteresada al que camina a nuestro lado.

Ese es el verdadero camino del servicio y de la solidaridad.

Así seremos instrumentos del amor de Dios entre los hombres y estaremos colaborando con Él en la construcción del Reino.

Que así sea.

Matilde Canabal (Maranathá)

Cáritas Argentina: acciones para la contención social

Teniendo en cuenta la vulnerabilidad de muchos jóvenes de los barrios más carenciados del país, Cáritas Argentina propicia el deporte y las actividades creativas como espacios de prevención y contención social.

A través de tres protagonistas de los barrios (capilla, colegio y club) acompañan la vida de las familias y de los grupos, promocionando y protegiendo los derechos de los menores, y previniendo eventuales adicciones y delitos.

Este trabajo fue asumido por el área de abordaje de adicciones de Cáritas, en forma conjunta con la Comisión de Pastoral de Drogodependencia de la Conferencia Episcopal Argentina y los Hogares de Cristo.

La capilla, el colegio y el club se convierten en los recursos que la comunidad utiliza para contener, desarrollar y capacitar a los jóvenes de los barrios postergados donde la Iglesia cuenta con mucho protagonismo.

Emergencia social 

La emergencia sanitaria y social que se vive a partir de las consecuencias de la pandemia dejó sin contención a muchos sectores. Esta iniciativa se transforma, entonces, en una herramienta de valor para acompañar esta difícil situación de las comunidades.

La respuesta a esta crisis es a través de un proyecto integral que se efectiviza con:

  • encuentros de capacitación para los referentes del barrio;
  • acompañamiento de los clubes y espacios asociados;
  • entrega de material cultural y deportivo de acuerdo a las actividades;
  • entrega de indumentaria deportiva para fortalecer la pertenencia y la identidad;
  • el acondicionamiento de espacios y la promoción de acciones que generen la inserción laboral de los jóvenes.

El desarrollo de estos programas se traduce en encuentros y vinculación con las instituciones educativas y de salud, y con organismos nacionales y provinciales especializados en menores. Esta coordinación es muy necesaria, no sólo para impulsar el proyecto sino también para conseguir subsidios en orden a la compra del equipamiento necesario.

Fuente: caritas.org.ar

Cardenal Czerny: La hospitalidad genera vida

Ofrecer hospitalidad abre la posibilidad de un encuentro con Dios: lo afirmó el cardenal Michael Czerny, subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, al recibir a la Pequeña Amal, una marioneta itinerante que representa idealmente a todos los niños refugiados y que, como parte de su recorrido por diversas ciudades europeas, se detuvo en la plaza de San Pedro.

Asegurando que “la acogida transforma”, evidenció además el testimonio de comunidades y familias que “han asumido el cuidado del ‘extranjero’, especialmente las que se ocupan de los menores desarraigados de sus familias, de sus comunidades, de sus aspiraciones, que tienen que confiar en extraños de buena voluntad para que les protejan a fin de llegar a ser las personas que Dios quiso que fueran y ocupar el lugar que les corresponde en las comunidades que les acogen”.

La integración es un proceso bidireccional, con reconocimiento mutuo, derechos y deberes, que es también un camino complejo, a veces accidentado, pero cuyo objetivo debe ser siempre lograr el desarrollo humano integral de los recién llegados como de quien acoge, especialmente de los más vulnerables.

El cardenal Czerny recordó además la celebración, el domingo 26 de septiembre del  107º Día Mundial del Migrante y del Refugiado y el Mensaje del Papa para ese Día, en el que indica “un claro horizonte para nuestro camino común en este mundo” y en el que el Pontífice afirma: “Todos estamos en la misma barca”.

Fuente: vaticannews.va

Droga y Exclusión

La problemática de las adicciones es padecida por todas las personas afectadas, independientemente de su condición económica o social. Pero si al problema del consumo se suma un contexto de exclusión, la complejidad es mayor. Así lo refleja un estudio realizado por la Familia Grande del Hogar de Cristo, una organización parroquial que acompaña desde el año 2008 a las personas de los barrios más vulnerables con problemas de adicción.

Ana Campoli es referente de la región centro de Hogar de Cristo y nos cuenta sobre la complejidad de la vida cotidiana de quienes consumen en contextos de exclusión y de la imperiosa necesidad de una atención especialmente adaptada.

  • ¿A qué se refieren con atención especialmente adaptada?

Desde la Familia Grande del Hogar de Cristo, acompañamos con un «método» que se comparte y que supone, primero, comprender que lo que acompañamos es, antes que nada, una persona, no alguien que es «adicto», o que sufre violencia. Es alguien que tiene una historia y que dicha historia personal está atravesada por una complejidad de situaciones, de allí que el acompañamiento es «artesanal», uno a uno, o como le decimos: «atención especialmente adaptada». En el Hogar decimos que intentamos ser respuesta ante las necesidades que se presentan y no propuesta que podrían ser prefabricadas, es decir que no tienen que ver con esa comunidad o con esa persona.

  • De acuerdo a la realidad que describen en el video, ¿cómo afectó el actual contexto de pandemia?

Desde los diferentes centros barriales de la Familia Grande del Hogar de Cristo a lo largo de todo el país podemos dar cuenta del agravamiento de la situación de vulnerabilidad que produjo la pandemia. Las redes que colaboraban en el sostenimiento de las situaciones de mayor vulnerabilidad se redujeron (o cerraron) y entonces se multiplicaron las necesidades. Se vio un gran aumento de personas en situación de calle. Y se agravaron las condiciones de riesgo social que se producen a partir de la irrupción producto de la pandemia, porque supone un impacto en las relaciones con el consumo problemático, las violencias intrafamiliares y comunitarias, entre otras situaciones de dolor.

¿Cómo podemos colaborar como sociedad?

Con motivo del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, presentamos un documento en conjunto con Cáritas y la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia de Argentina. En él compartimos nuestras reflexiones basadas en el cotidiano encuentro con este dolor que asoma cada vez que llegamos a una comunidad, donde encontramos relatos de desgarro, desesperación, impotencia o vivencia de desamparo. Es necesario llamar la atención sobre el agravamiento de la pandemia de las drogas y las adicciones en tiempos de COVID-19.

  • De acuerdo a ese documento, ¿qué es lo que más preocupa?

Por nuestra experiencia en barrios populares vemos que es urgente tomar conciencia de que las drogas y las adicciones es una problemática que se ignora. La sociedad y el Estado están cada vez más fragmentados en sus respuestas, lo cual demuestra que no se comprende la complejidad y gravedad de este flagelo.

Vimos como con las restricciones por la pandemia quedaron huérfanos nuestros barrios. Muchos jóvenes se encuentran sin espacios de contención, ni referentes del mundo adulto o pares con los que interactuar en los clubes, las escuelas e incluso la mayoría de nuestras capillas que quedaron cerradas.

Todos los días comprobamos cómo las adicciones y sus consecuencias van rompiendo los lazos sociales de nuestras comunidades y detonan los valores fundamentales que nos unen como comunidad. Hoy el problema ya no se resuelve con trabajo y vivienda porque no existe la red de apoyo de la comunidad organizada y se vive en el desesperado «sálvese quien pueda».

Nos inquieta la post pandemia y el aumento del HIV, la tuberculosis y otras enfermedades asociadas al consumo de paco y otras drogas dado que no hay controles ni respuesta terapéutica.

También es necesario reconocer y entender los padecimientos mentales de las personas en contexto de exclusión. Lo percibimos antes de la pandemia y, ya atravesándola, hizo saltar por los aires la cuestión de la Salud Mental, tan lejana para recibir atención y no pensada para la realidad de nuestros barrios.

Queremos visibilizar la creciente cantidad de personas en situación de calle, que fueron y siguen siendo vulneradas todos sus derechos. La calle no es un lugar para vivir, ni morir. No hay tiempos de espera, no se pueden dilatar más las respuestas.

Redes sociales

Fuente: ucc.edu.ar

Palabra de la CPAL: «Los jesuitas de Haití: de la catástrofe a la esperanza»

La Palabra que la Conferencia de Provinciales de América Latina y el Caribe (CPAL) comparte a jesuitas y colaboradores en el mes de Septiembre.

P. Jean Denis Saint-Félix, S.J – Superior Regional Jesuitas Haití

Por su ubicación geográfica, Haití está constantemente sujeto – o expuesto – a diversos peligros naturales de origen geológico y meteorológico. Por su gran vulnerabilidad socio-económica, la quiebra del Estado, el sistemático debilitamiento de su institucionalidad por individuos ‘todopoderosos’, la decidía de sus élites y la institucionalización de la violencia, el país está siendo gravemente afectado; y los desafortunadamente repetidos desastres naturales se transforman en recurrentes desastres humanitarios, alimentados por la crisis política sostenida.

Situado cerca de la intersección de dos placas tectónicas que forman la corteza terrestre: la placa del Caribe y la de América del Norte, Haití es considerado territorio de ‘alto riesgo sísmico’ y ha pagado un alto precio ya desde el 12 de enero de 2010. En aquella fecha un terremoto de 7.0 en la escala de Richter le sacudió durante 35 segundos; el más poderoso que se haya registrado en 200 años. Su epicentro se encontraba aproximadamente a 25 km al suroeste de la capital nacional, Puerto Príncipe. Un balance – siempre imperfecto – del desastre dio cuenta de más de 220.000 muertos, 300.000 heridos, 105.000 viviendas completamente destruidas y más de 208.000 afectadas severamente. Más de 1.300 establecimientos educativos, 50 hospitales y centros de salud colapsaron y fueron declarados inutilizables. Casi 1.300.000 personas vivieron en refugios temporales en el área metropolitana de Puerto Príncipe durante largos meses. Hasta el día de hoy una gran parte de esas personas nunca fue definitivamente reubicada.

El país también se encuentra en la trayectoria de repetidos huracanes, y el período de junio a noviembre se considera temporada de ciclones. Las áreas que alguna vez representaron la cubierta forestal del país hoy son desérticas, y sujetas a erosión con la más mínima de las lluvias. Fue así que el 4 de octubre de 2016, el huracán Matthew afectó despiadadamente el Gran Sur; hubo ráfagas de viento que alcanzaron los 230 km/h, provocando grandes inundaciones y marejadas ciclónicas, deslizamientos de tierra (destrucción de un gran número de infraestructuras, incluidos edificios públicos, hospitales, iglesias, escuelas y residencias privadas), muertes y desaparición de muchas personas en los departamentos de Grand’Anse y Nippes. Las cifras comunicadas por el gobierno mencionan 546 muertos, 128 desaparecidos y 439 heridos a nivel nacional, además de 175.500 personas que se abrigaron en 224 refugios temporales en los departamentos de Grand’Anse, Nippes, Sur y Oeste.

Tras la magnitud de esa catástrofe los jesuitas de Haití, desafiados por el sufrimiento de la población y con la ayuda de la Compañía universal y de otros socios pudieron salir al rescate de sus hermanos y hermanas brindándoles acompañamiento espiritual y psíquico-social, y se empeñaron en la construcción de más de un centenar de viviendas que permitieron a muchas personas recobrar un poco de dignidad y de orgullo.

Como si el sufrimiento de los pobres nunca pudiera conocer el fin, el 14 de agosto pasado, justo 10 años después del terremoto del 12 de enero y sólo 5 años después del huracán Matthew, otro mega-terremoto, 40 veces más potente, atacó de nuevo. La región del Gran Sur fue la más afectada, en particular las zonas rurales, olvidadas durante mucho tiempo por las autoridades de la República desde Puerto Príncipe. El último informe oficial de la Dirección de Protección Civil reporta 2.248 muertos, 12.763 heridos y daños difíciles de cuantificar en las zonas más afectadas por el terremoto.

Ante este nuevo desastre los jesuitas de Haití, después de visitar y evaluar los daños en varios departamentos afectados, han proporcionado ayuda específica a algunas familias de las víctimas. Sin embargo, apoyados en la experiencia de intervención después del huracán Matthew, han decidido que su principal intervención ha de hacerse ayudando a seiscientas (600) familias a reconstruir sus hogares en zonas ya identificadas como: Henry Dulces, Ducis (Sur), Coral y Pestel (Grand’Anse). El modelo de casa que se adoptó y construyó después del huracán Matthew resistió bien el terremoto, y la estructura administrativa y operativa que se implementó en esa ocasión funcionó bien, como lo prueban los resultados obtenidos. Es por eso que se tiene la firme intención de aprovechar esta experiencia con el objetivo de satisfacer la necesidad crónica de casas dignas, sostenibles y seguras para el beneficio de familias seleccionadas entre las más vulnerables, siguiendo criterios claros, objetivos y transparentes.

Como todos ustedes saben en Haití la Compañía de Jesús aquí es todavía muy joven y carece terriblemente de recursos propios. Es porque queremos lograr juntos el objetivo propuesto, que ahora contamos con su bondadosa e indeclinable solidaridad, y con el soporte de todos los hombres y mujeres deseosos de colaborar en una causa noble, con la garantía de que su ayuda llegará a las personas más necesitadas. En nombre de todos los compañeros jesuitas y otras personas colaboradoras del Cuerpo Apostólico, y sobre todo en nombre del pueblo haitiano – especialmente de nuestras hermanas y hermanos del Gran Sur – les pido que acepten la expresión de nuestro más profundo y sincero agradecimiento.

¡Mèsi Anpil! ¡Gracias! ¡Gracias!

Afrontar y combatir las desigualdades

75 años del Hogar de Cristo, bajo la luz de las Preferencias Apostólicas Universales.

Por José Francisco Yuraszeck Krebs, SJ para la publicación “Jesuitas 2021 – La Compañía de Jesús en el mundo”

Cuando, en 1944, Alberto Hurtado creó el Hogar de Cristo, el principal dolor que quiso aliviar fue el de las personas que vivían en las calles. Además, por cierto, de la indiferencia. En una carta escrita en su lecho de muerte, en agosto de 1951, señalaba: «A medida que aparezcan las necesidades y dolores de los pobres, que el Hogar de Cristo, que es el conjunto anónimo de chilenos de corazón generoso, busque como ayudarlos como se ayudaría al Maestro». 75 años después, podemos afirmar que este mandato del fundador sigue más vigente que nunca: con presencia en todo el territorio nacional, abarcamos ocho líneas de acción, correspondientes a diversos ámbitos de dolor y la exclusión social.

Precisamente el día que celebrábamos este aniversario en Santiago, la capital de Chile, el viernes 18 de octubre de 2019, comenzó un estallido social de grandes proporciones. Señalado como un ejemplo en el concierto latinoamericano, parecían no bastar la estabilidad macroeconómica ni las buenas cifras de las últimas décadas en materia de reducción de la pobreza, aumento sustantivo de la esperanza de vida y mejoramiento considerable del bienestar subjetivo. La persistente desigualdad en diversos ámbitos de la vida cotidiana y el sobreendeudamiento, entre otras infinitas y sutiles cosas, llevaron a que un leve aumento en el pasaje del tren subterráneo de Santiago encendiera la mecha que se extendió como reguero de pólvora a todo el país. En este contexto, que aún nos tiene algo perplejos, hago esta breve reseña del quehacer del Hogar de Cristo en su 75 aniversario.

Desde hace un tiempo hemos comprendido la pobreza como la más grande vulneración de los derechos humanos. Esto nos ha llevado a profundizar en las diversas líneas de atención social directa que nos movilizan: personas en situación de calle (PSC), con discapacidad mental, adultos mayores, quienes sufren el consumo problemático de alcohol y otras drogas, jóvenes expulsados del sistema escolar, personas desempleadas, entre otras. Hablamos de promover trayectorias de inclusión con perspectiva de egreso: que quienes participan en nuestros programas puedan, al concluir su paso entre nosotros, desplegar sus capacidades, ponerse de pie por sí mismos. El año 2019 atendimos a más de 32.000 personas. En el último tiempo ha aumentado la población migrante que asistimos, sobre todo haitianos y venezolanos: tanto en nuestras hospederías y programas para PSC, como en nuestros 38 jardines infantiles y salas cunas, los migrantes desde otros países latinoamericanos han ido cambiando el rostro de nuestros acogidos.

Junto con la atención directa, en modalidades residenciales y ambulatorias, nos proponemos incidir en la cultura y en las políticas públicas. Hemos desarrollado diversas iniciativas piloto, tanto en residencias para niños y adolescentes como en escuelas de reingreso, también en el trabajo con personas en situación de calle, buscando innovar, crear conocimiento y ayudar a transformar las prácticas habituales que, en contextos que cambian, no siempre son las más adecuadas. Somos interlocutores y colaboradores de las instituciones del Estado y de muchas otras organizaciones de la sociedad civil: aprendemos también de ellas.

Bajo la doble misión de acoger y convocar, comprendemos el voluntariado como un instrumento de transformación de las personas para modificar las estructuras de la sociedad, provocando encuentros que cambien vidas. Aunque contamos con voluntarios de todas las edades, un foco importante está puesto en la invitación a escuelas, colegios y centros de formación superior: no solo involucrándolos en nuestros propios programas, sino también ofreciendo espacios formativos dentro de las salas de clase. Convocamos también al pedir apoyo a personas y empresas para que se asocien con nosotros y sostengan nuestro quehacer. Tenemos más de 300.000 socios, que con sus aportes financian cerca del 50% de nuestro trabajo.

Dos organizaciones relacionadas son la Funeraria Hogar de Cristo y el Fondo Esperanza. La Funeraria presta servicios gratuitos a acogidos y con los servicios de pago sostiene parte de los programas sociales del Hogar. El Fondo Esperanza es la organización de microfinanzas más grande de Chile: tiene 120.000 socios, la mayoría mujeres, que participan en bancos comunitarios, fomentando el emprendimiento para poder sostener a sus familias.

Me alegra constatar que mucho de lo que hemos estado haciendo en el Hogar de Cristo, se encuentra en buena sintonía con las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús. Algunos desafíos particulares que tenemos en adelante son: desde la constatación de la crisis socioambiental y de que los más pobres son los más afectados por ella, queremos contribuir a la reconstrucción del tejido social en territorios y comunidades; también nos desafía promover en todos nuestros programas buenas prácticas medioambientales; una tarea permanente es adecuar nuestra oferta de servicios a las nuevas necesidades de los pobres; en el contexto de una profunda crisis eclesial, nos urge renovar la vivencia de la espiritualidad que nos legara san Alberto Hurtado, que siguiendo al maestro Ignacio nos señalaría que el amor hay que ponerlo más en obras que en palabras. ¿Qué haría Cristo en nuestro lugar?

5 errores a la hora de comprender la sinodalidad

El 7 de septiembre se publicó el documento preparatorio del Sínodo sobre la Sinodalidad. Un texto breve, de 10 páginas aproximadamente, con una fuerte estructura. Tres palabras clave orientan la comprensión: comunión, participación y misión. Que, a mi modo de ver, relevan la claridad de quienes están detrás trabajando e impulsando esta reflexión en la Iglesia universal, allí donde haya una comunidad interesada en la eclesialidad.

Comunión. Antes que cualquier otro. Pero no una comunión forzada, obligada, restrictiva. No es un “ser parte de la Iglesia” y cuidado con no salirse de allí, con rozar los límites. Sino que es tomado como referencia y signo de la presencia de Dios. Allí donde está Dios hay comunión y donde hay comunión está presente Dios. Una fraternidad misericordiosa, cercana y vigilante. No es una asociación, es una comunidad. No es un grupo, es una comunidad. Una unidad diversa, plural, variada, rica, con vínculos fuertes y sostenibles entre hermanos.

Participación. Ya en un segundo escalón, no en primer plano. Lo que acompaña a la participación es la valentía. Es el tomar la palabra, el compartir -también eucarístico- y que de Dios nace, pues la persona se sitúa en primer lugar a la escucha. No es hablar por hablar, ni juntarse para contar cosas. Participar activamente en todos los sentidos.

Misión. Y el tercero, que cierra el círculo, vuelve a recordar a la Iglesia que la Iglesia en sí misma es sacramento y servicio en medio del mundo. Por lo tanto, lejos de convertir la sinodalidad en una vuelta hacia sí misma, en un pliegue y en un refugio, impulsa claramente la misión. De ahí que, en su misma apertura, la sinodalidad sea relevante. Dicho de otro modo, por repetir lo que está dicho: es la Iglesia entera la que está en misión, no es algo que corresponda a unos pocos.

Voy, después de lo dicho, con 5 errores a la hora de comprender la sinodalidad, que muy probablemente todos hayan pensado:

  1. Sinodalidad como mundanización de la Iglesia, como democratización de la Iglesia. La Sinodalidad, en los términos que viene expuesta, es querida por Dios, propiciada por Dios y Jesús mismo es el primero que sale al encuentro de los caminantes igual que el Espíritu es quien impulsa decisivamente la unidad.
  2. Sinodalidad no es igualitarismo, es participación integrada, es participación activa, es implicación. La reserva que impone la necesidad de comunión para que la asamblea sea Iglesia necesita diversidad de dones y carismas, de situaciones, de inquietudes. La vida misma, lo más familiar del mundo, que no puede segarse.
  3. Sinodalidad no es impostura, artificio, ni puede quedarse en un barniz estético. Venimos de donde venimos y la historia nos recuerda fácilmente que, en el desarrollo mismo de la Iglesia, hay siempre asuntos por purificar. La intención del documento está expuesta con claridad meridiana y es fundamental recordarlo: la iglesia es sinodalidad, se trata por tanto de recuperar su rostro genuino.
  4. Sinodalidad no es para unos pocos. Nada en la Iglesia lo es, propiamente hablando. Pero no se trata de algo que unos cuantos han pensado, como pueda parecer, al hilo de las filosofías sociales de la segunda mitad del siglo anterior, sino de reconocer un signo propio de los tiempos, que ha madurado en este momento, al menos en una parte del mundo y que quiere impulsarse para todos. El recorrido, que se puede seguir desde antes del Concilio Vaticano II y, evidentemente, con posterioridad en su recepción, no culmina aquí, sino que este tiempo es para fortalecer su impulso.
  5. Sinodalidad no es una cuestión estructural, de organización de la Iglesia, sino de configuración de la vida cristiana. Una llamada, por tanto, a la responsabilidad única e intransferible de cada cristiano y un recuerdo para todos. Si se quedara simplemente en impulsar modos y formas comunitarias de organización, la pobreza sería enorme. Si no se consigue que esto cale en cada cristiano, se sienta interpelado y dé una respuesta con su fragilidad y con su don, entonces la inercia y las resistencias dejarán todo como está.

Ojalá hagamos el esfuerzo de desacomodarnos y emprender camino juntos, en Compañía. Ojalá no esperemos a que digan y empecemos a compartir. Ojalá no nos cerremos en nuestra realidad más inmediata y cultivemos la fraternidad social y universal. Aquellos que podemos agradecer el sincero reconocimiento de hermanos en muchas partes del mundo, en muchas situaciones, en muchas comunidades y misiones, en muchas y muy diversas formas de vivir su fue sabemos que es uno de los regalos más grandes que Dios nos ha dado y que son fundamentales para situarnos a la escucha de la Palabra con sinceridad y apertura, y nos hacen participar de la Eucaristía de otro modo. Adelante.

José Fernando Juan

www.vidanuevadigital.com

Reflexión del Evangelio – Domingo 12 de Septiembre

Evangelio según San Marcos 8,27-35.

Por Vicky Irigaray

Hermanos y hermanas, seguir a Jesús no significa seguir haciendo lo que hasta ahora: seguir viviendo de la inercia o de la rutina, sino de comprometernos con una vida en clave de servicio y entrega

Que apostemos como tú, Jesús: por los que siempre pierden.

• Nos comprometemos con “una Iglesia en salida”, que está del lado de los más desfavorecidos, que se empeña en trabajaren favor de una humanidad unida y hermanada. Que apostemos como tú, Jesús: por los que siempre pierden.

• Nos comprometemos a crear espacios de acogida y escucha en nuestras comunidades religiosas y de fe, con actitudes que incluyan siempre, que ofrezcan paz y esperanza. Que apostemos como tú, Jesús: por los que siempre pierden.

• Nos comprometemos a ser descanso y aliento junto a todos los crucificados de este mundo, a no girar la cabeza ni a hacer oídos sordos ante el grito desesperado y desalentado de tantos y tantas. Que apostemos como tú, Jesús: por los que siempre pierden.

• Nos comprometemos como creyentes en Jesús de Nazaret, optando cada día y en lo de cada día a ser colaboradores y constructores del Reino. Que apostemos como tú, Jesús: por los que siempre pierden.

Padre Madre buena, que cultivemos nuestra vida por dentro para que seamos capaces de vivir escuchando la llamada a salir de nosotros hacía los demás, a vivir una vida en clave de entrega y compromiso. Te damos las gracias por tu Hijo Jesús, nuestro Hermano y Maestro.

Fuente: cvxuruguay.org

III Congregación Provincial

Desde el 7 al 9 de septiembre, los Jesuitas de la Provincia Argentino Uruguaya, se reunieron en el Colegio Máximo de San José (San Miguel), en ocasión de la III Congregación Provincial. Se trata de una instancia previa que cada Provincia comparte a modo de preparación para la 71º Congregación de Procuradores convocada por el P. General Arturo Sosa SJ, a celebrarse en Loyola, España.

Primer día

El martes 7 de setiembre, como estaba convocada, se constituyó la totalidad de los miembros participantes para dar inicio a la III Congregación Provincial. La oración al Espíritu Santo dio inicio a la primera sesión en la que, cumplidas las formas requeridas, el P. Provincial presentó su informe a los congregados. La misa concelebrada se dedicó al Santísimo nombre de Jesús invitando a todos a sentirnos nuevamente convocados, desde nuestras diversas historias y misiones, a caminar junto al Señor, como cuerpo apostólico y misionero.

Segundo día

El segundo día se inició compartiendo las repercusiones, ecos y consultas al P. Provincial derivados de su informe y los desafíos apostólicos en los que el cuerpo de la Provincia está más comprometido.

Fue, asimismo, ocasión de compartir pareceres y miradas sobre las temáticas que el P. General había solicitado considerar a cada Provincia. El primero referido a los desafíos y llamadas que surgen de las Preferencias Apostólicas Universales en nuestras comunidades y obras (con especial énfasis a las llamadas a la conversión, en el contexto del Año Ignaciano).

El segundo de los temas se refería al trabajo concreto en la pastoral juvenil y vocacional dentro de la Provincia, los esfuerzos y recursos dedicados a esta tarea y las debilidades y fortalezas que se perciben dentro de este campo.

La Congregación dedicó la última parte de la tarde a profundizar acerca de la formación de los nuestros, las experiencias actuales de centros regionales y casas internacionales de estudios para los jesuitas en formación y se ofreció la misa, en el día de la Natividad de María, para seguir pidiendo, por intercesión de María, que el Padre nos siga poniendo junto a Su Hijo.

Tercer día

En el día de S Pedro Claver la eucaristía precedió las decisiones que la Congregación Provincial resolverá a partir de las sesiones del día. Cantada la Salve los congregados comenzaron la primera sesión del día.

Se realizaron las elecciones y votaciones requeridas para designar un Procurador y un sustituto de éste, para participar de la 71a Congregación de Procuradores.

Ya en el aula, después de la oración en común de todos los congregados tuvo lugar la elección mediante voto secreto que señaló Procurador al P. Gonzalo Zarazaga S.J. y al P. Angel Rossi SJ como su sustituto.

Las siguientes sesiones del día dieron paso a la presentación, deliberación y aprobación o no, de los Postulados a presentar al P. General.

Al caer la tarde, resueltos todos los temas para los que la Congregación había sido convocada, se dió por finalizada con la oración del Te Deum.

Palabras de Rafael Velasco SJ – Padre Provincial

La Congregación Provincial III de la Provincia ARU ha sido una experiencia de gracia donde hemos podido compartir desde el Buen Espíritu lo que sentimos acerca de la Compañía Universal, de nuestra Provincia, compartir las mociones que sentimos acerca del rumbo que el Espíritu nos impulsa. Lo hemos podido hacer en un Espíritu de fraternidad y alegría y a su vez un ambiente de oración y de búsqueda. En las elecciones que hemos hecho, y también las propuestas a modo de postulado, reflejan nuestros deseos y por donde sentimos que el Señor lleva y nos va impulsando a los jesuitas y por donde deseamos también ir como compañeros.

Para agradecer mucho a Dios este camino, para agradecer a todos los que formaron parte de la Congregación, en particular los que han venido y también los que se hicieron presente a través de la presencia remota. A todos los que estuvieron en la organización para que la Congregación fuera posible.

Para darle muchas gracias a Dios y pedirle que nos siga haciendo dóciles a Su Espíritu. nos ayude a ser fieles a lo que Él desea de nosotros y con nosotros. Que podamos ser siempre compañeros suyos y compañeros entre nosotros.

El corazón en el horizonte: Abriendo nuevos caminos en la CVX

Por Manuel Martínez Arteaga – Secretario Ejecutivo de CVX mundial

Cuando en febrero de 2019 la Compañía de Jesús dio a conocer las Preferencias Apostólicas Universales (PAU) 2019-2029, en la Comunidad de Vida Cristiana (CVX) – asociación internacional de laicos cuyo carisma y espiritualidad son ignacianos – sentimos mucha alegría. Ha sido notar que convergían dos procesos iniciados en distintos momentos y llevados adelante por dos cuerpos apostólicos que viven su vocación cristiana mediante dos estados de vida diferentes. Con mirada universal y guiados por el Espíritu, nos hemos propuesto mirar el mismo horizonte. Mirada que se encuentra en sintonía con este kairós que vive la Iglesia. Mientras nos encontramos abriendo nuevos caminos, el Papa Francisco con sus encíclicas y exhortaciones apostólicas nos hace sentir en unidad con la Iglesia, invitándonos a un mayor compromiso, «a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los demás».

La última Asamblea General (Buenos Aires 2018), nos centró en la profundización del discernimiento comunitario. Como CVX, nos sentimos llamados a ofrecernos a nosotros mismos, logrando una mejor integración de nuestras tres dimensiones: espiritualidad, comunidad e impulso apostólico. Y sabemos, porque lo hemos experimentado, que el discernimiento comunitario es lo que da unidad en el propósito. Forma parte de quiénes somos, está en el centro de nuestra misión y es nuestra manera de proceder. El Papa Francisco ha insistido mucho sobre la necesidad del discernimiento en este tiempo. Es una de las dimensiones menos desarrolladas, tanto en la Iglesia como en la sociedad. En permanente contacto con la realidad – lugar de inspiración – somos invitados a abrir espacios de encuentro que nos permitan crear una cultura del discernimiento. Estamos convencidos de que mediante el discernimiento y sus frutos somos puestos a crear, transformar, reconciliar y amar. Irradiemos esto que somos.

La lectura que hemos hecho sobre lo ocurrido en Buenos Aires nos renueva en nuestro más profundo deseo de ser un cuerpo apostólico, en el «que nuestra forma de ser ES misión y nuestras vidas tendrán que volcarse con audacia» allí donde estemos para seguir construyendo el Reino. Son muchos los ejemplos en todo el mundo en los que la CVX está comprometida con acciones concretas. La experiencia de mediación en conflictos, liderada por la CVX en España con la colaboración de Elías López SJ – que trabaja en temas de reconciliación – en relación a la situación de Cataluña, está significando una verdadera vivencia de comunidad de discernimiento para crear reconciliación. Es una propuesta que reconoce la formación de las personas como el único instrumento real para la paz: Capacitarse en la pedagogía del perdón y configurarse al modo de Jesús. Es una manera de colaborar con la transformación de la sociedad como respuesta al seguimiento de Jesús. Se camina en la búsqueda de una convivencia que vaya unida a la justicia y una invitación a la reconciliación integral con Dios, con los demás y con la Casa Común.

Los jóvenes se han convertido en una prioridad para la familia ignaciana. También lo es para la CVX. La exhortación apostólica Christus vivit, nos ha dado un nuevo marco, más esencial, más profundo, más apostólico. El encuentro personal de cada corazón con Cristo vivo compromete toda la vida. Es importante dar a los jóvenes espacios comunitarios dinámicos, alegres, entusiastas y creativos para que puedan continuar el proceso de crecimiento, acompañamiento, discernimiento y celebración. La espiritualidad ignaciana y, en particular, el camino de los Ejercicios Espirituales, es una preciosa ofrenda que podemos compartir con la Iglesia. La juventud puede ser considerada como una etapa de vulnerabilidad. Sin embargo, «son los jóvenes, con su perspectiva, quienes pueden ayudarnos a comprender mejor el cambio de época que estamos viviendo y su novedad esperanzadora» (Padre Sosa). Y por eso se convierte en una responsabilidad trabajar con ellos y por ellos de manera estructural, preventiva y duradera. Es la mejor manera de construir un mundo más justo y más humano.

Este tiempo que nos toca vivir representa una nueva oportunidad para seguir avanzando en nuestro permanente camino de aprendizaje y maduración como colaboradores de la misión de Cristo, que ha sido encomendada a la Iglesia. Es común encontrarnos trabajando juntos en distintos lugares en los que estamos. Bebemos de la misma fuente espiritual – los Ejercicios Espirituales –. Tenemos planteado un desafío que resulta esperanzador y que nos invita a ser creativos en la búsqueda de nuevos caminos para dar respuestas concretas a este mundo que necesita ser reconciliado.

La lectura de las PAU, los distintos campos de misión de la CVX, los mensajes del Papa Francisco, no tienen sentido si los leemos por separado. Vivimos en un mundo hiperconectado. Los grandes problemas cada vez tienen más impacto global. Nuestra aproximación a ellos, nuestro accionar y nuestra mirada al horizonte deben ser integrales. La oración y el discernimiento comunitario son la base para darle unidad a la acción. En CVX queremos continuar por el camino de la profundización de nuestra identidad y queremos seguir compartiendo el camino con aquellos que proyectan la mirada en el horizonte con confianza y esperanza.

De la publicación “Jesuitas 2021 – La Compañía de Jesús en el mundo”