La Iglesia y el Histórico Acuerdo en Corea
La Iglesia Universal y los católicos de Corea con mayor intensidad han acompañado los procesos de paz entre Corea del Norte y Corea del Sur.
El 27 de abril de 2018 se vivió un hecho histórico. El dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, se reunieron en la zona desmilitarizada, un hecho que parecía imposible hace unos meses cuando la guerra aparecía más cerca que nunca. Además, entre los acuerdos se destaca el anuncio de Corea del Norte de desmantelar su centro de pruebas nucleares. Otro gesto es el de tener el mismo huso horario que Corea del Sur, que la dictadura había modificado.
El papa Francisco llevaba tiempo rezando y pidiendo oraciones por las dos Coreas y este mismo domingo, 29 de abril, volvió a tener un recuerdo para ellas. Además, los católicos viven con esperanza este tiempo. Así lo manifiestan los líderes católicos de Corea del Sur, pues en el Norte no hay obispos ni se sabe el número de fieles que quedaron.
Años celebrando misas de reconciliación
El cardenal Andrew Yeom Soo-jung, arzobispo de Seúl y administrador apostólico de Pyongyang, aseguraba que “al observar el viento de la paz que se ha levantado recientemente sobre la península coreana expresó un profundo agradecimiento a Dios por esta providencia que lo ha hecho posible».
Durante 23 años se han estado celebrando misas por la reconciliación. El cardenal celebró la misa número 1163 con la presencia de tres obispos auxiliares. «El objetivo de celebrar la santa misa por la reconciliación nacional no es otro que cumplir con ardiente celo la misión que hemos heredado del Señor, como fieles discípulos suyos, de trabajar duro para que cada uno de los miembros de nuestro pueblo en la península coreana tenga vida y la tenga en abundancia», dijo el cardenal Yeom, haciendo alusión al pasaje del Evangelio en el que el propio Jesús habla sobre la búsqueda de la unidad: ‘El Padre y yo somos uno’, y a cómo la Iglesia debe dedicarse a trabajar para que todos seamos uno, justamente como el Padre y el Hijo, nuestro Señor, son uno, reforzando de esta manera, su misión de ayudar en la reconciliación del pueblo coreano y fortaleciendo su unidad con Dios”.
La Virgen y los mártires coreanos
También se manifestó al respecto monseñor Lazzaro You Heung-sik, obispo de Daejeon: “Me emocioné al ver en la televisión a los dos líderes reunidos. Luego recé una oración dando gracias a Dios y dando mi bendición. Estoy muy feliz porque se abre una nueva era: podemos decir que Dios hace obras maravillosas y sorprendentes. También invoqué la protección de la Virgen María y de los mártires coreanos: a ellos les confiamos el futuro de este viaje hacia la paz y la reconciliación, por el bien del pueblo coreano y de toda la humanidad”.
Monseñor Lazzaro confirmó que “en Corea se respira un aire de gran optimismo y esperanza. Lo que parecía imposible hace unos meses cuando hablábamos de la guerra, hoy se ha realizado. Hoy decimos al Señor: completa tu obra. Somos hermanos: como coreanos somos un pueblo”.
El papel del presidente surcoreano, católico
Además, quiso recordar que un gran mérito “se debe atribuir al presidente Moon, católico, que creyó en esto y trabajó arduamente para obtener este resultado”.
“Ahora esperamos tener la oportunidad de ayudar a los norcoreanos que sufren pobreza y hambre”. Los dos objetivos del desarme nuclear y de la firma de un verdadero tratado de paz están al alcance de la mano. No solo son posibles, sino realmente necesarios: «son el camino y el fruto adecuado después de esta cumbre”, señaló y recordó que “la paz en la región también requiere la voluntad política de actores como China y los Estados Unidos”.
“Los católicos en Corea -concluyó el obispo- vivieron este acontecimiento en oración y continuarán acompañando el camino del diálogo y la paz con la oración, promoviendo iniciativas de intercambio y cooperación con el Norte, para ayudar a crear una auténtica reconciliación y fraternidad”.
Fuente: AICA
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