La Cátedra de Filosofía de la UCC reflexiona sobre la realidad actual
Profesores y estudiantes de la cátedra de Filosofía de la Naturaleza de la Universidad Católica de Córdoba, comparten algunas reflexiones que intentan encontrar el sentido a lo que vivimos con respecto a la crisis global del coronavirus. Así lo presentaban:
«Iniciamos la última clase presencial del curso de Filosofía de la Naturaleza con la siguiente cita de Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS: «Esta no es solo una crisis de salud pública, es una crisis que afectará a todos los sectores, por lo que cada sector y cada individuo deben participar en la lucha». Seguidamente nos preguntamos retóricamente: «¿Cuál es nuestro sector?» a lo que no dudamos en responder, que nuestra tarea en un curso de filosofía es Pensar.»
Compartimos la reflexión presentada por la Cátedra:
La morada del Pensar en los tiempos de pandemia
Una de las ideas trabajadas ronda en torno a la radicalidad de la experiencia de indefensión en la que nos coloca la pandemia COVID-19, la cual ha puesto entre paréntesis nuestra cotidianeidad y nuestros proyectos, pero ha posibilitado la presentación de las preguntas existenciales. La pandemia a nivel global, devino en un tiempo y espacio abiertos en el que todos, tarde o temprano, nos detenemos a reflexionar ante la evidente fragilidad de la cual estamos hechos.
Distraídos en la urgencia de un hacer ordenado a la efectividad, hiperconectados, demorados en la futilidad de modas y novedades, nos deshumanizamos. El tercer planeta desde el sol, el pálido punto azul, la Tierra y su especie dominante, luchamos contra un micro-organismo invisible que amenaza nuestra vida, pero que paradójicamente, nos conecta con el pensar, con el filosofar acerca del lugar que ocupamos en la naturaleza, con la importancia de respetar la vida, con el valor de la solidaridad y de la sustentabilidad.
En este tiempo, nos preguntamos junto a María Zambrano «¿Por qué no aceptar que el medio propio de un ser como el hombre sea justamente éste que contiene una constante amenaza que lo obliga a despertar a una superior vigilia?». Pareciera que los Estados, países y personas sólo desean que esta crisis finalice: que la vacuna se encuentre y que el virus desaparezca, mientras aguardamos refugiados tras nuestras fronteras ¿No es acaso esto, seguir viviendo desde el deseo de control y poder del ser humano sobre sí mismo y su entorno?
La amenaza de este virus inhóspito nos invita a cuestionarnos y actuar, percatándonos que la reflexión es el ecosistema adecuado para inmunizarnos contra los excesos. El filosofar, al par que se vuelve inexorable, se torna un deber moral, y es al interior del hogar, en la intimidad de las familias, en lo vincular, donde el Pensar en tiempos de pandemia ha encontrado su nueva morada.
¿Hacia nuevos modos de relacionarnos?
El aislamiento preventivo, que ha suspendido el girar irreflexivo del mundo, nos da la enorme oportunidad de crecer en nuestra conciencia social, pero de manera intimista, en el vínculo con los cercanos, y en una proximidad ampliada por las nuevas tecnologías, que vienen a mostrarnos sus potencialidades, podemos conectarnos de otros modos, menos superfluos. Nos permite plantearnos nuevas perspectivas para construir juntos y desde la libertad, sociedades más justas y fraternas.
Estamos perplejos y no sabemos qué será de nosotros, pero ésta es una ocasión para replantear nuestro destino, individual y colectivo. La filosofía se propone clarificar conceptos y puede ayudarnos en estos tiempos donde “quedarse en casa” se vuelve ocasión para ser más libres y humanos. En la última página de La peste de Camus leemos: «Esto es lo que se aprende en medio de las plagas, hay más cosas en los hombres a admirar que despreciar».
Pareciera que la palabra que define esta situación mundial es miedo, que sale a la luz cuando la realidad desvela nuestra impotencia esencial, a la que definimos y llamamos crisis; Hannah Arendt en uno de sus escritos nos dice que las crisis nos obligan a «volver a las preguntas». Hacen nacer en nosotros toda la necesidad de significado de nuestro yo, en el nexo profundo entre nuestra relación con la realidad y nuestra autoconciencia como hombres. Otra de las preguntas que surge en este momento es ¿qué nos rescata del miedo? ¿qué vence el nihilismo que vivimos? Los discursos políticos, la información válida o el apoyo moral no logran responder a nuestro deseo de una verdadera presencia que venza nuestra fragilidad, de allí que nos preguntamos también ¿En dónde tenemos fundada nuestra esperanza?
Cuando llegue el fin de esta pandemia y retorne la normalidad en nuestras vidas, quizá sin darnos cuenta, habremos adoptado un modo de vivir diferente; hemos aprendido que podemos prescindir de las cosas, pero no podemos prescindir de los otros, hemos aprendido, dolorosamente, qué no necesitamos y qué sí necesitamos. El verbo central de este tiempo es cambiar. ¿Qué cosas? Perspectivas humanas y sociales. Modo de ser y de proceder. Escala de valores. Estructuras sociales y relacionales. ¿Crecer de una lógica individualista a una más solidaria que ancle en la dignidad de la persona humana?
Se trata de un cambio gestado desde la intimidad de los hogares, múltiples, y que demanda la presencia de todas las voces y requiere habitar el espacio del pensar, un pensar situado, un pensar plural e interdisciplinario, que posibilite la expresión de nuestra naturaleza humana que se nos descubre en la capacidad de la trascendencia, para comprender ¿A qué vigilia mayor nos está llamando nuestra relación con el Coronavirus?
Este virus que tiene algo nuestro, algo humano (en tanto virus, necesita de un organismo huésped). El coronavirus «es» lo que «es», debido a nuestra propia naturaleza humana; el miedo que provoca es nuestro miedo, la crisis que evidencia es nuestra crisis; el virus es nuestro virus. Ese «nuestro» lo dota de algo de humanidad y la humanidad es ciertamente más que la crisis que provoca. «Algo más» que acontece en la proximidad existencial con el otro y en los hogares, más allá o más acá de las grandes categorías, donde lo fundante hace su emergencia en lo mínimo de las acciones cotidianas.
Fuente: uccor.edu.ar
Contacto:
José G. Funes, S.J.
jfunes@ucc.edu.ar
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