Adolfo Nicolás, sj: «La Iglesia necesita tiempo para cambiar»
Fuente: Religión Digital
«El Papa no quiere caminar sólo. De hecho, caminando sólo podría ir más rápido. Podría ser un «star», pero si caminas sólo después viene la resaca. Francisco quiere caminar con los obispos, saber qué piensan, convencerlos a través de esta experiencia sinodal. Quiere el bien de la Iglesia, y la Iglesia necesita tiempo para cambiar». Quien así habla es el padre Adolfo Nicolás, prepósito general de los jesuitas, entrevistado por Il Corriere della Sera.
El Padre Adolfo Nicolás, 79 años, sale del Aula del Sínodo caminando hacia Borgo Santo Spirito (donde se encuentra la Curia jesuita). Ventinovesimo sucesor de San Ignacio de Loyola, es el Padre General de la Compañía de Jesús. Una vez se le definía como el «Papa Negro». Forma parte de la comisión nombrada por Francisco para escribir la «relazione» final del Sínodo. «El fruto de nuestro trabajo se entregará al Papa que luego de escuchar a todos, hará su discernimiento y decidirá».
Padre, abriendo el Sínodo el Papa ha dicho: «No es un parlamento». ¿Qué se entiende con esto?
«Una Asamblea que tiene como principio el Evangelio no funciona según la lógica de los votos, sino que es un grupo que discierne«.
También Francisco habla de «discernimiento». ¿Qué cosa significa para un jesuita?
«Según San Ignacio, el discernimiento no puede ser nunca en general, debe ocurrir siempre entre dos opciones: Si entre a y b, escogemos b es porque está más cerca al Evangelio«.
¿Por eso decía «ningún compromiso»? No se trata de encontrar una vía media…
«No. Es un proceso en el cual uno busca entrar en contacto con el Espíritu Santo y encontrar aquello que es más justo entre diversas alternativas, cuál de éstas es más fiel a la voluntad de Dios. No es una operación diplomática, sino un preguntarse seriamente y en profundidad para saber qué es lo mejor hoy para la familia, en particular para la familia cristiana».
Se tiende a oponer doctrina y misericordia ¿También esta es una alternativa?
«No. A veces se presenta así porque la doctrina no ha incorporado la misericordia. También en la iglesia se necesita una ley que se actualice a la misericordia, al Evangelio».
¿En qué sentido actualizar?
«La ley siempre busca un orden eclesial fundamental, pero el Evangelio va siempre más allá y siempre nos deja indefensos».
El Cardenal Menichelli decía al «Corriere de la Sera»: «No encadenemos la Palaba de Dios».
«Es así. Se trata de encontrar en el derecho un espacio de misericordia. Porque el derecho como lo tenemos hoy en la Iglesia, no siempre es también misericordia. Tiene principios y es porque el derecho debe ser claro. Sin embargo, la misericordia no es clara, siempre tiene una ambigüedad porque no es posible conocer a fondo el corazón humano, sus debilidades. La caridad no se puede normar».
Entonces, ¿Cómo hacer frente a las situaciones «difíciles»?
«Los sacerdotes son aquellos que aplican la ley, por eso estudiamos el derecho canónico. Pero los sacerdotes deben saber, como ha dicho también Juan Pablo II, que el último número del derecho canónico, la ley suprema, es la salvación de las almas. Y porque el Evangelio es la última norma, los sacerdotes deben aplicar las normas según el Evangelio y no lo contrario».
Y lo contrario, ¿Ha ocurrido en la Iglesia?
«Sí. Pienso en Pablo VI que decía a los sacerdotes: Estos son los principios, pero por favor, sean pastores, acompañen a la gente en su realidad. Sin embargo, otros decían y dicen aún: Se necesita ser pastor, pero estos son los principios. En apariencia es lo mismo, pero el orden se ha cambiado».
Francisco evoca al Buen Samaritano, como Pablo VI al Concilio. ¿Existe afinidad entre los dos?
«Por supuesto. Con frecuencia a Francisco no se le entiende bien. Él es muy teológico y sabe lo que dice la doctrina, lo sabe muy bien y no la quiere cambiar. Pero quiere encontrar las puertas abiertas para la pastoral. Como ha dicho también en la Misa de Apertura, una Iglesia que se cierra no es la Iglesia de Cristo. Propone en primer lugar la apertura a la persona: no los principios, sino las personas. Espero que ésta sea la fuerza que dirija el Sínodo»
¿El camino sinodal en dos etapas es casi un Concilio?
«Es una propuesta del Concilio Vaticano II para temas concretos»
Al abordar las situaciones «difíciles», ¿están en juego ideas diversas de Iglesia?
«Mi impresión es que las expectativas que se están proyectando sobre el Sínodo le son extrañas. El Sínodo no es sobre los divorciados, no es sobre las parejas homosexuales, sino esencialmente sobre la familia: ¿Cómo ayudar a las familias? Algunas tienen heridas muy profundas«.
¿No son consideradas?
«La familia está amenazada por el egoísmo, el relativismo, el subjetivismo, de todo aquello que amenaza la sociedad. Pensemos en los políticos: es difícil encontrar uno que piense en el bien común, incluso en los pobres, migrantes, los últimos. Tienden a pensar en su propio interés, en el interés del partido».
¿Por eso el Papa nos invita a «meterse a la escuela» de la familia?
«Sí. La familia supone un sacrificio muy grande de los padres que deben organizarse según el interés de los hijos. Su primera preocupación es: ¿Cómo pueden vivir, comer, educarse? Esto debemos aprender».
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