El miedo

Una reflexión sobre lo que dejarnos llevar por el miedo puede hacer en nuestra vida y cómo podemos hacerlo a un costado.

Por Robert Bonnet

Después de décadas de andar deambulando por el planeta Tierra, a veces me he visto forzado a aprender que mis miedos son mayoritariamente imaginarios. He estado temeroso de estar solo, temeroso de vivir en la pobreza y no ser capaz de proveerme a mí mismo las necesidades básicas tanto mías como aquellas de otros. He estado temeroso de los desafíos, como por ejemplo cuando me enfermé de vértigo y tuve que dejar de trabajar por muchos meses teniendo que proveer dinero para cubrir las necesidades para mi esposa y mis niños pequeños. También he experimentado temor cuando decidí depositar todo el dinero que me quedaba después del divorcio en la bolsa de valores, y luego lo perdí. Sí, yo todavía estoy aquí.

¡Qué caro suele costarnos el dejarnos llevar por el miedo! Probablemente, ningún villano o criminal, desastre ecológico o natural haya causado tantos estragos en la vida de las personas como el miedo.

Y quizás nos preguntemos de dónde es que viene este sentimiento. Lo interesante es que el miedo se alimenta de nosotros mismos. Es un virus emocional que nosotros cultivamos.

Permitir que este virus crezca y se propague, no sólo tiene consecuencias en la vida personal, sino en el curso de la Historia. Mirando hacia atrás, el miedo ha sido el detonante de la mayoría de los horrores y miserias entre los seres humanos.

Cuando miro hacia delante, pienso en el tiempo que aún me queda por vivir, prefiero imaginar que vendrá acompañado de oportunidades de hacer mi vida mejor y más plena de lo que ha sido hasta ahora. Trato de imaginarme el mejor camino que debo escoger. Es entonces cuando el miedo aparece como un resorte saltarín, gritándome: ¿Qué vas a hacer si tú no tienes una entrada de dinero fija? ¿Dejarás tu profesión atrás? ¿En que contribuirá esta decisión a tus procesos mentales?

Esta instancia es inevitable en la previa a tomar cualquier decisión. La pregunta aquí es, ¿cómo hacemos para que estos miedos no nos condicionen? Creo que la respuesta está en tratarnos a nosotros mismos con respeto y amor. No podemos dar lo mejor de nosotros a los demás si no creemos en eso. Si la compasión no es practicada primero en nosotros mismos, ¿cómo podemos compartirla?

La vida no solo está diseñada por el amor en sí mismo, sino está llena de ejemplos de generosidad y alegrías, amistad y grandeza. Leí un artículo sobre dos hombres discapacitados, uno ciego, y el otro un doble amputado, los cuales pasaron sus últimos trece años replantando árboles en una parcela de 8 hectáreas de tierra en una zona rural China con la intención de prevenir que las inundaciones destruyan su pequeño pueblo así como también mejorar el ambiente. Ellos recibieron una pequeña suma de dinero del gobierno local por sus esfuerzos.

Hasta el momento, ellos han plantado un estimado de 10.000 árboles. Los habitantes del pueblo los ayudan a arreglar sus herramientas, a veces cargando los arbustos que van a ser plantados. Haixa recibió noticas recientes de sus doctores sobre la posibilidad de recobrar la visión de un ojo en un futuro cercano. Haixa todavía insiste en que él continuará plantando árboles hasta el día de su muerte.

Si alguno de estos dos hombres se hubiera dejado llevar por el miedo, nunca habrían podido hacer un bien tan grande. Estos hombres son ejemplo a seguir para tantos a los que nos cuesta confiar en la grandeza de lo que podemos hacer si lo hacemos con amor.

Dorothy Thompson, una periodista estadounidense y locutora de radio, una vez dijo que sólo cuando ya no tenemos más miedo es cuando empezamos a vivir. Tenemos tantas virtudes dentro de nosotros, tanto potencial para hacer lo que queramos y lograr todo lo que deseamos. No hay limitaciones. El destino es un concepto errado. Nosotros somos los ingenieros de nuestras propias vidas. Quizás la discusión que está en juego es sobre seguir haciéndole caso al miedo, que es, principalmente, la diva sobreactuada de una novela. La única cosa a la que tenemos que tenerle miedo es al miedo en sí mismo.

Fuente: Teología HOY

 

Que Nunca Apartemos la Mirada

Frente a las realidades injustas, las grandes luces y los espectáculos impresionantes, los más pequeños, pobres y marginados, corren el riesgo de pasar desapercibidos… Este texto nos invita a fijar en ellos especialmente la mirada.

Por José Luis Pinilla SJ

¡Cómo me gustaría que –en este tiempo donde tantas cosas se hipotecan y secuestran– no nos secuestraran nunca la mirada sobre la realidad de los niños en nuestro mundo! Expreso este deseo ante el regalo que me ha hecho Mari Fran de la Sección de Menores en Riesgo de la CEE, recomendándome el Informe anual de UNICEF sobre el estado mundial de la infancia

Una lectura diagonal del mismo me abre el apetito para hacerlo sosegadamente en el próximo fin de semana. Pero al menos quiero que ya quede la huella y la impronta de un impacto brutal: UNICEF, a nivel mundial, alerta sobre los 69 millones de menores que podrían morir por causas evitables para 2030. Casi la mitad en África subsahariana y una tercera parte en Asia meridional. Y para ese año otros 167 millones vivirán en la pobreza

De lo global a lo local: la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social en España se sitúa en el 34,4 por ciento. La pobreza infantil ha aumentado hasta alcanzar a 2,5 millones de niños. España está invirtiendo en protección social de los niños y sus familias un 1,4 % del PIB, cuando la media europea es del 2,2 %. En España, la tasa de riesgo de pobreza de los niños batió récords: pasó del 30% de 2014 al 34,4% en 2015. Y ¡cómo no! , esta cifra llega hasta el 60,3% de los nacidos en familias extranjeras en hogares de migrantes con hijos pequeños, dato que pone en evidencia las barreras de estos colectivos en el acceso a derechos y servicios.

Un panorama desolador para el futuro de los niños en situación de mayor pobreza en el mundo, si los gobiernos, los donantes, las empresas y las organizaciones internacionales no aceleran los esfuerzos para responder a sus necesidades básicas. Este informe no hace más que reiterar el convencimiento de que, desde hace muchos años en muchas regiones del mundo, la migración afectando a los niños fue una piedra incomoda en el zapato de los gobiernos de las regiones de Centro y Norteamérica o de otras partes del mundo. Situación de la que se desentendían casi por completo desviando la mirada y minimizando el asunto. Eso seguiremos haciendo. Para nuestra desgracia. Desviar la mirada, mucho antes de que esta migración alcanzara las sorprendentes dimensiones que ahora la hacen “visible”, por ejemplo a la sociedad mexicana e internacional, ya era un problema que, por sus características y no sólo por sus proporciones numéricas, era estremecedor y suficientemente grave por sí mismo.

En fin, cierro el informe. Espero al domingo. Las miradas rápidas sobre la realidad emocionan fácilmente. Ver es fácil; es un fenómeno biológico. Pero es necesario mirar, contemplar sosegadamente, dejar que cale el cruce de miradas. Y que los textos, números, y gráficos que acompañan la compleja y cruel realidad de la pobreza infantil sean digeridos por un sano ejercicio del raciocinio, por una atención detenida, y sobre todo, por la experiencia del tiempo que sabe depositar en el alma humana los ecos de verdades incuestionables que empujan a la imprescindible rebeldía. Educar la mirada sobre la vida de los pobres es una habilidad necesaria para construir interpretaciones más ricas de la realidad. Y así buscar lo verdadero dejándonos llevar por el rescoldo que se posa en el corazón Dejarnos llevar es ver. Profundizar en el magma de las cosas es un ejercicio de retórica que nos hace más humanos y mejores. Somos lo que somos capaces de mirar en profundidad. Nuestra mirada puede retener el poso y el paso por la existencia, una cotidianidad conquistada, ¡Contemplativos, en suma!

El informe de Unicef contempla la realidad y la perfora. Y la denuncia diciendo a cualquier gobernante que se ponga a tiro que la inequidad no es “ni inevitable ni infranqueable”. O que ¡no nos andemos con zarandajas! Que el objetivo a largo plazo es mucho más simple: demos una oportunidad a los niños. Demos a los niños una voz. El futuro es suyo.

Fuente: Entre Paréntesis

 

Ruta Jesuita Turística Sudamericana

Una iniciativa transnacional que recorrerá la historia de los jesuitas en Sudamérica antes de la expulsión.

Por Ramiro Barreiro

La historia de la llamada Compañía de Jesús en Sudamérica se comenzó a escribir durante los siglos XVII y XVIII y, en resumidas cuentas, fueron los que lograron mediante la palabra aquello que no consiguieron los realistas a punta de espada.

Para ello fue fundamental la figura de San Ignacio de Loyola. En ese derrotero, dejaron como herencia numerosas reducciones que con el paso del tiempo se convirtieron en huellas de una historia que marcó a fuego la presencia de los pueblos originarios en el continente. Ahora, los ministerios de turismo de 6 países del Cono Sur buscan rememorar ese proceso con un novedoso circuito turístico que espera por la bendición del jesuita más famoso: el Papa Francisco.

Para ello se realizó hace algunas semanas en la provincia argentina de Misiones, la firma de un acta acuerdo que además de los gobiernos, compromete a empresarios del sector para el desarrollo de servicios en una ruta que se extiende desde Brasil hasta Chile, pasando por Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. La iniciativa también comprende la mejora de los caminos y las gestiones pertinentes para eliminar la visa de tránsito para países que sean potenciales visitantes y devolver el IVA a los turistas que se acerquen.

El nuevo recinto se ha puesto en valor para contar la vida de las Misiones Jesuíticas a través de tecnología audiovisual y multimedia. Lo que posibilita recrear la historia, generando una puesta única y de gran atractivo para los visitantes. A su vez cuenta con un auditorio, una muestra patrimonial e histórica y un taller de conservación y restauración para preservar el patrimonio jesuítico. Allí se cuenta de qué manera el pueblo guaraní resistió a las tropas realistas que querían hacerse con el lugar y cómo los religiosos los convencieron para que América del Sur abra las puertas al nuevo mundo.

El recorrido detallado de la ruta en Argentina es el siguiente: provincia de Misiones (11 pueblos y más de 15 sitios arqueológicos de pueblos transitorios); provincia de Corrientes (5 pueblos más los sitios arqueológicos del el complejo de estancias de la cuenca del río Aguapey y de los Esteros del Iberá) y provincia de Córdoba (Complejo de estancias de la Compañía de Jesús). En Paraguay (8 pueblos más sitios arqueológicos); en Brasil (7 pueblos más sitios arqueológicos vinculados al complejo de estancias); en Uruguay (sitios arqueológicos vinculados al complejo de estancias); en Bolivia (misiones de Chiquitos) y en Chile (Las iglesias jesuíticas de Chiloé).

Fuente: El País

Z. Bauman: “El miedo y el odio tienen el mismo origen”

Francesca Paci hizo un reportaje al filósofo polaco Zygmunt Bauman que fue publicado originalmente en el diario La Stampa, el 11 de julio de 2016. Aquí lo compartimos porque las reflexiones de este sociólogo pueden abrirnos el panorama y ayudarnos a pensar en muchos de los conflictos que se dan en la actualidad en diferentes partes del mundo.

Dallas, así como los episodios xenófobos que se repitieron en el Reino Unido después del Brexit y en Italia, que es puerto de los migrantes, el caso del refugiado nigeriano asesinado en Fermo. Profesor Bauman, ¿estamos pasando de la era del miedo a la era del odio?

No hay ningún tránsito de los miedos que han nacido de nuestra incertidumbre crónica a la exhibición de odio en Dallas o a los minipogroms ocurridos después del Brexit en las calles inglesas: son contemporáneos, rara vez son vividos de forma separada. El miedo y odio tienen los mismos orígenes y se alimentan de lo mismo: son como los gemelos siameses condenados a pasar toda la vida en recíproca compañía. En muchos casos, no sólo nacieron juntos sino que solamente pueden morir juntos. El miedo necesariamente debe buscar, inventar y construir los objetivos sobre los cuales debe descargar el odio, mientras que el odio necesita la cualidad asustadora de esos objetivos como razón de ser: ellos se entrechocan recíprocamente, solo pueden sobrevivir de esa forma.

¿Hay una relación de causalidad entre la difusión del “hate speech” (discurso de odio) y las nuevas tensiones étnicas y raciales?

Su coincidencia no es casual, pero tampoco predeterminada. Como toda alianza, es una elección política. Por lo que estamos viviendo, la elección fue prescrita por la simultaneidad de dos fenómenos. El primero, identificado por el sociólogo alemán Ulrich Beck, es la estridente discrepancia entre el hecho de ser designado a una “situación cosmopolita” en ausencia de una “conciencia cosmopolita” y sin los instrumentos adecuados para poder administrarla.

El consecuente choque entre instrumentos de control político territorialmente limitados, y poderes extraterritoriales incontrolables e imprevisibles produjo la “desregulación” multidireccional de las condiciones de vida y saturó nuestras vidas de miedo por nuestro futuro y el de nuestros hijos.

Ese miedo era y continúa siendo una trinidad envenenada, el encuentro de tres sentimientos obsesivos: ignorancia, impotencia y humillación. Los poderes distantes y oscuros que nos condicionan están más allá de nuestra mirada y nuestra influencia; igual nuestros miedos, se mueven entre fuerzas que somos incapaces de domesticar o contener. Si no sabemos rechazar esas fuerzas que amenazan todo lo que nos es querido ¿no podríamos, al menos, mantenerlas lejos, prohibirles el acceso a nuestras casas y a nuestros lugares de trabajo?

¿No podríamos, profesor?

La entrada masiva y sin precedentes de refugiados es el segundo fenómeno al que yo me refería y contribuyó a dar una respuesta creíble y de “buen juicio” a esa pregunta, aunque falsa y engañosa, una respuesta elevada al estatus de dogma por aspirantes políticos buscando el chance de un fuerte apoyo popular. Es bálsamo para las almas atormentadas: los miedos sin desahogo y por lo mismo, tóxicos, no pueden verterse sobre sus verdaderas causas –fuerzas poderosas y tan distantes al punto de ser inmunes a nuestro resentimiento – pero pueden fácil y tangiblemente ser vertidos sobre aquellos que se parecen y que se comportan como extranjeros, desde los vendedores ambulantes hasta los mendigos. Las agresiones étnicas raciales son el remedio de los pobres contra la propia miseria. Su eficacia es medida no por el hecho de que resuelven la fragilidad de la vida, sino por dar un alivio temporal al tormento psicológico de la impotencia y de la humillación.

El miedo es claro. Pero ¿la diseminación de armas en los Estados Unidos, la fútil actitud europea respecto a los migrantes, o el internet no tienen parte de responsabilidad?

No son las causas: éstas en gran parte facilitan las acciones que aquellas causas producen. Internet y las redes sociales pueden servir igualmente de forma eficaz a la inclusión como a la exclusión, al respeto y al desprecio, a la amistad o al odio. La responsabilidad de elegir recae directamente sobre nuestros hombros de usuarios. Podemos usar el mismo cuchillo para cortar pan o gargantas: para cualquier uso al que se destine, quien tiene el cuchillo lo quiere afilado. La web afila los instrumentos, pero nosotros elegimos cómo aplicarlos.

¿Todavía está el “sueño de la razón”?

Como el filósofo alemán Leo Strauss decía, siempre hubo y siempre habrá cambios inesperados de punto de vista que modifican radicalmente el saber anterior: toda doctrina, por más definitiva que parezca, será, tarde o temprano, suplantada por otra. Otros ya dijeron lo siguiente: el tribalismo es la respuesta para el por qué las diferencias entre grupos de la población son siempre reducidos a una relación inferior/superior.

Fuente: CPAL Social

 

10 Pasos para Hacer nuestro Entorno Más Amable

Aprender a valorar, cuidar y descubrir todas las cosas buenas que forman nuestro entorno es el espíritu de la Encíclica Laudato SI’. En este texto, te contamos 10 pasos que te pueden ayudar a llevar adelante esta empresa.

Por José Ramón Villarín, SJ

1. Dar gracia antes y después de las comidas

El propio Francisco sugirió este sencillo ritual. “Ese momento de la bendición, aunque sea muy breve, nos recuerda nuestra dependencia de Dios para la vida, fortalece nuestro sentido de gratitud por los dones de la creación, reconoce a aquellos que con su trabajo proporcionan estos bienes y refuerza la solidaridad con los más necesitados.” (Laudato si’, 227) Permítenos aprender a decir gracias. Y extender esto incluso para marcar el inicio y el final de cada día. Cultivar un sentido de regalo en lugar de un derecho. Oren por los que pasan hambre.

2. Escalar una montaña o bucear en el mar

Y cuando estés allí, no te olvides de mirar las estrellas. El punto es sumergirse en la maravilla y tener una idea de la escala y el tamaño. De alguna manera lo pequeño hace evocar un sentido de dependencia radical y de contingencia, de las cosas difíciles de controlar. A partir de esta consciencia, volvemos a un sentido del don y la gratuidad de nuevo. Hasta encontrar una montaña que escalar, también se puede pasear con un amigo, ponerse al día o volver a conectar con alguien…

3. Desenchufar y saborear el silencio

Dejar de lado los cables e incluso el inalámbrico. Ir a un parque o cualquier lugar donde pueda encontrar paz interior. Visitar la tumba de alguien querido. Ir a una capilla y aprender a rezar de nuevo. Cuando estas solo y tranquilo, haz todo lo posible para no revolcarte o estar deprimido. No ceda retrocediendo y lamentándose. Simplemente disfruta, descansa y respira.

4. Reparar algo roto

Puede ser una taza de café o una bicicleta o alguna cosa de valor personal… Aprenda el arte japonés antiguo de kintsugi (kintsukuroi) o “carpintería de oro,” un método que restaura cerámica dañada con una laca especial mezclado con oro, plata o platino. Este arte, fluye desde la filosofía de wabi-sabi, que valora toda la historia de un objeto, incluyendo sus abolladuras y defectos e imperfecciones. Resista la tentación de comprar algo para reemplazar lo que está reparando.

5. Acercarse a los pobre

Reúnete con ellos en todas partes. Usted puede ir a un hospital o a un vertedero de residuos o cualquier lugar que es periférico a la riqueza y el poder. Los pobres se vuelven más marginales cuando se desvían hacia los márgenes físicos y sociales. Aprende algo más que su nombre. Comparte algo con ellos, sí, pero aprende también a recibir de ellos. Aprende el significado de las palabras: “Bienaventurados vosotros los pobres, vosotros entraréis en el reino de Dios.” (Lc 6:20) Hay muchas causas de la pobreza social y ambiental. El egoísmo es el mayor de todos ellos.

6. Trata de ayunar

Prueba con esto no sólo para bajar las calorías. Es posible que desee ayunar en compras, o en cualquiera de esas compulsiones sutiles de la vida moderna. Siente el hambre; trata de entender la unidad, la presión y de dónde viene. Si el ayuno es difícil, prueba la gula. Y experimenta el vacío.

7. Leer un libro para niños

El punto es volver a conectar con los niños y ver el tiempo como un continuo integral. Hay muchos niños y libros infantiles. Un niño tiene una manera de despertarnos, no sólo para el futuro o las cosas que importan, sino también para las cosas que necesitan ser sano.

8. Cuidar un espacio que pertenezca a todos

No, usted no tiene que proteger todo el bosque o convertirse en un barrendero. Sólo unirse a grupos que protegen y embellecen un poco algún espacio que sea de todos, como un parque o una pieza de arte público. Sería mejor si se tratara de un espacio compartido que le importa a los pobres o los niños o las personas mayores.

9. Si es católico, recibir la comunión

Para toda tu sofisticación y la educación, es posible que desees considerar la estructura molecular de ese pedazo de hidratos de carbono. Recuerda que incluso el Profesor Higgs del bosón no sabe realmente de qué se trata acerca de la materia. El punto es recuperar nuestro sentido de la Santa Cena, nuestro sentido de lo sagrado en la materia. La esperanza es que vamos a ser alimentados por nuestro anfitrión y llevados más cerca a la integridad (y santidad).

10. Hacer una caja para tus objetos de valor

Estos no tienen que ser grandes cajas. Coloca lo más preciado en esta caja. Dinero o recuerdos a mantener. Recuerdos no sólo de lo que ha conseguido, sino también de lo que he dado. Como las personas no las podemos guardar, podemos guardar fotos. El punto es saber lo que atesoras, lo que desea llevar contigo siempre.

Fuente: EcoJesuit

No es el Fin del Mundo

El mundo cambia. Muchas veces esa transformación puede generar la sensación de incertidumbre, y algunos sentimientos apocalípticos. Sin embargo, en general, la historia avanza, y la vida continúa, aunque en condiciones diferentes: ¿cómo vivir estos tiempos de transición?

Por Raúl González Fabre

Vivimos una transición histórica. El orden político de Estado nacionales soberanos consolidado con la descolonización ha sido progresivamente disuelto por la competencia económica global. Los Estados nacionales han pasado de poner condiciones a los agentes económicos en el contexto de mercados fundamentalmente nacionales, a competir por los favores de esos agentes en mercados globales: por sus inversiones para nuestras empresas, su demanda para nuestros productos, sus ahorros para financiar nuestros gastos, sus turistas para nuestros monumentos, sus descubrimientos e invenciones para no hacer mucho el ridículo.

¿Es esa dinámica reversible? Pensamos que no lo es, pese al empeño de nacionalistas de todo color en proponerlo, en nombre de la Patria, la Democracia, el Pueblo, o algún otro “sagrado” político que se pone precisamente en manos del Estado nacional. ¡Vaya por Dios: lo ponen precisamente en manos de algo que ya apenas funciona!

La dinámica presente no es reversible porque el país que pretendiera hacerlo vería descender la eficiencia productiva de sus empresas, limitadas en tamaño al mercado nacional, resguardadas por principio de la competencia global, con grandes dificultades para todo tipo de intercambios con el exterior. ¡Claro que es posible irse de la Unión Europea! Lo que no saldrá es gratis en términos de la competitividad de la economía británica. Y así.

El camino es precisamente el opuesto. Desde luego ha de haber mínimos en el mercado global, por ejemplo laborales o medioambientales. Ello no contradice la idea de una competencia global: todo match de boxeo tiene lugar sobre un ring, con un reglamento y un árbitro comunes. Una vez acordado todo ello, los boxeadores se pegan, aprovechando cada ventaja competitiva para ganar al otro. Pero el match no es solo el combate, sino además el ring, las reglas y el árbitro. Todo ello.

Lo esencial entonces es que los mínimos para el mercado global (las condiciones de un trabajo decente, por ejemplo, o los requisitos medioambientales) no sean objeto de competencia entre los países, sino iguales para todos los agentes económicos, estén donde estén. Reglas globales comunes, que ningún país pueda violar, que ninguna votación de un electorado local pueda rechazar: exactamente lo contrario de la sagrada soberanía nacional democrática.

En esta transición histórica, las relaciones económicas han ido más deprisa que la capacidad de las instituciones políticas para ordenarlas al bien común, incluso en lo más elemental. El caballo que parecía ya embridado en 1970 (solo en algunos países, es verdad), ha vuelto a escapársenos.

No es la primera vez que ocurre en la Historia. Al revés, es más bien lo habitual: entablar una relación de mercado resulta más liviano, requiere saber menos del otro, implica menos comunicación, dura menos… que formar con ese otro una unidad política con normas comunes. Cualquiera puede comprar un cacharro en un chino. Llegar con los chinos a un acuerdo de reglas comerciales equitativas, ya no es tan fácil. Formar un solo país con los chinos, con fuertes redistribuciones que realicen la solidaridad entre ricos y pobres estén donde estén, nos parece imposible. Y sin embargo, esa debe ser la meta de largo plazo: un solo estado global, que cuide los intereses de una sola Humanidad.

Hay que asumir que estamos en una transición, y que el camino adelante consiste en moverse hacia mayor unidad política global, esto es, hacia más normas obligatorias, compartidas por todos los países, que establezcan condiciones a la competencia en los mercados globales y no estén ellas mismas sometidas a esa competencia.

Una vez asumido eso, en vez de llorar por lo bien que nos iba con los Estados nacionales, en vez de llorar un pasado que no volverá, añorarlo y dar palos de ciego buscando recuperarlo, podemos dedicarnos a construir el futuro. Esto es, a levantar instituciones políticas mundiales que embriden los mercados globales y los pongan al servicio del bien común. Estamos en una buena posición para contribuir a ello, sea desde los organismos internacionales existentes, desde las grandes ONG internacionales, desde la política con visión, o desde la Iglesia, que ya proponía una misma ética para toda la Humanidad bastante antes de que hubiera estados nacionales.

Esta transición histórica no es el fin del mundo. Es solo el fin de un mundo. Como suele ocurrir en el Cristianismo, simplemente nos llama a construir otro mundo, un mundo nuevo más próximo a la voluntad de Dios. Son los signos de los tiempos. No es una religión de muertos sino de vivos.

Fuente: Entre Paréntesis

 

Acuerdo de Paz en Colombia

Se ha firmado un histórico acuerdo en Colombia entre las FARC y el Gobierno Nacional para comenzar a dar fin a un conflicto que implicó mucha violencia para toda la población colombiana. Los jesuitas en Colombia se han comprometido con la causa. En la nota siguiente escribe Francisco de Roux SJ, anterior provincial de aquél país.

Por Francisco de Roux SJ

Dios, finalmente, nos hace comprender que todos tenemos que cambiar para que todos seamos posibles como seres humanos en un país reconciliado.

Tengo un sentimiento profundo de acción de gracias a Dios desde el martes en la noche, cuando concluyeron las negociaciones de La Habana y supimos que había llegado el final del conflicto armado.

No pretendo que por sentir las cosas así, como creyente, tenga yo más razón que otros. Y tengo plena conciencia de que esta experiencia profunda del Dios de la paz puede no ser compartida por otros que con sinceridad estarían buscando a Dios.

Lo siento así porque veo el misterio del espíritu que se abre paso en el camino de todas las mujeres y los hombres, entre aciertos y errores, fidelidades y vacilaciones, certezas e incertidumbres, no importa si son creyentes o ateos. Y porque en el silencio he constatado también al mismo espíritu bregando por acontecer en la historia de nuestro pueblo, desde lo hondo de la crisis espiritual que nos precipitó en sesenta años de violencia política y desde dentro de nuestras búsquedas de una reconciliación esquiva.

Desde tiempo atrás he percibido este misterio avanzando entre nosotros, entre luces y sombras, cuando Belisario Betancur inició las comisiones de Paz y se creó la Unión Patriótica, cuando Virgilio Barco inició conversaciones con la Coordinadora Guerrillera, cuando César Gaviria convocó la Constitución del 91, en la que fueron miembros exguerrilleros del M-19, el Quintín Lame y el Epl; cuando el ministro de Agricultura de Samper, José Antonio Ocampo, estableció las líneas de las transformaciones rurales que hoy están en el primer acuerdo de La Habana; cuando Andrés Pastrana intentó la paz en el Caguán y consiguió, con el Plan Colombia, el fortalecimiento del Ejército; cuando Álvaro Uribe dirigió a las Fuerzas Armadas con su ministro de Defensa hasta golpear a las Farc y hacerles ver claro que nunca accederían al poder por la lucha armada; hasta cuando la cúpula militar dirigida por el presidente Santos concluyó que había llegado el momento de sentarse a negociar con el enemigo y no pararse de la mesa hasta no firmar los acuerdos.

Pero igual, no puedo dejar de ver a ese mismo Dios de la historia, solidario y compasivo, al lado de nosotros cuando vivimos el genocidio de la Unión Patriótica, en la soledad desesperante de cada secuestrado y su familia, en el horror del soldado que se despierta sin piernas por el impacto de la mina, en las mamás que lloran a sus hijos asesinados en ‘falsos positivos’, en los guerrilleros que están en las cárceles, en los niños que, llenos de preguntas, crecieron en la insurgencia con un fusil en la mano; en las mujeres violadas y humilladas, en el desconsuelo de los hogares que buscan a sus hijos e hijas desaparecidos, en el espanto de los habitantes de los 1.906 pueblos de Colombia arrasados por masacres, en los siete millones de campesinos que abandonaron el campo, en los 280.000 civiles a quienes mataron los actores armados de todos los lados; y en miles de jóvenes militares, policías, guerrilleros y paramilitares que fueron eliminados por balas y bombas.

Dios estaba también allí. En el sufrimiento físico, los corazones destrozados, el terror y el silencio, cuando veíamos naufragar cualquier futuro posible. Y desde allí, el mismo espíritu, nos acompañó en la desolación y nos invitó desde el abismo a no perder la esperanza.

Y no puedo dejar de ver a ese mismo Dios actuando entre los miembros de las Farc, independientemente de si ellos lo perciban. Porque ellos también cambiaron en cuatro años de diálogo, cuando las víctimas les mostraron que lo que estaba en juego era la verdad, la aceptación de responsabilidades, la reparación y la no repetición.

Dios que, finalmente, nos hace comprender que todos tenemos que cambiar para que todos seamos posibles como seres humanos en un país reconciliado.

Fuente: El Tiempo

Jesuitas con los Cristianos de Medio Oriente

Un grupo de jesuitas relacionados con el Oriente Próximo, ha elaborado, a pedido del Padre General, un texto que constituye, ante todo una llamada a la conciencia personal de cada uno, ante lo que viven muchos cristianos del Oriente Próximo en el día de hoy.

Además de dar a conocer la situación de los cristianos en Oriente Próximo, es una invitación a compartir y reflexionar sobre los conflictos y problemáticas que amenazan en futuro de los pueblos de la región; y de, en la medida de lo posible, generar iniciativas concretas.

Medio Oriente: Recuperar la Palabra

“La situación dramática que vivimos actualmente en Oriente Medio tiene su origen en los conflictos locales, regionales e internacionales, en la competitividad entre las potencias mundiales por hacerse con los recursos de la región y en las luchas internas por la justicia social, por la libertad y por el establecimiento de unos regímenes políticos que respeten la dignidad humana. Esta dramática situación nos sume frecuentemente en una mezcla de desánimo ante la locura criminal, de cansancio extremo ante una paz que parece inalcanzable y de impotencia para actuar en un contexto geopolítico difícil de entender.

Las distintas partes de estas sociedades, sufren el influjo de esta locura, comenzando por las comunidades cristianas, musulmanas y judías, particularmente en Palestina, Siria, Irak, Libia y Yemen, pero también en un grado o en otro, en muchos otros países de la región. Ante este drama, tenemos que romper el silencio y despertar las conciencias individuales y la de la comunidad internacional.”

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Nuevo Curso para Colaboradores en Cuba

En distintos puntos de la Conferencia de América Latina y el Caribe se están dando pasos para estrechar la relación entre jesuitas y los colaboradores laicos que forman parte de las obras de la Compañía. Esta vez en La Habana, se llevó adelante, durante el mes de Julio la segunda edición del Curso-Taller “Cardoner I: San Ignaciano de Loyola y mi camino espiritual”.

Del lunes 11 al jueves 14 de julio, treinta personas entre animadores de programas educativos, profesores, técnicos de audio y luces, confraternizaron por primera vez en un mismo espacio para capacitarse juntos compartiendo sobre la vida, historia, y legado de fe del fundador de la orden de los Jesuitas, el vasco San Ignaciano de Loyola (1491-1556).

El Curso-Taller Cardoner es una modalidad de formación para colaboradores en misiones que desarrolla la Compañía de Jesús y una experiencia para mirar profundo en la vida de San Ignacio de Loyola y contextualizarla en las propias vivencias de los participantes. Esta iniciativa, busca fortalecer la identidad de los colaboradores en los principios de la espiritualidad ignaciana para elevar el compromiso en el trabajo misionero que se desarrolla.

Otras emociones y deseos de acentuar su entrega a través del trabajo que realizan en las obras, marcaron los testimonios de vida compartidos en las horas del taller. Así lo describió Maykel Bautis, profesor de inglés en el Centro Loyola Reina, cuando reconoció en el Curso “un espacio donde sentirse parte de una gran familia, y con una gran misión”.

“Experiencias y problemáticas comunes se compartieron como se comentan los asuntos cotidianos a un grupo de amigos o viejos conocidos. Alcanzar esa empatía y comunión entre compañeros de trabajo es el saldo más duradero que me ha dejado este Taller”, dijo Bautis, examinando la importancia de confluir todos en un mismo espacio de la Institución y valorar aspectos del trabajo y la misión individual de cada uno dentro de la Compañía.

También Gerardo de Juana, promotor del Proyecto Sociales, en el Centro Loyola, refirió cuánto de lo aprendido en estas jornadas, puede aplicarse a las actividades que desarrollan en sus espacios de labores. “Entender que los procesos formativos y de acompañamiento son un camino y un peregrinar, nos ayuda a visualizar a los estudiantes o beneficiarios de nuestros Proyectos, como compañeros de viaje y no como simples necesitados de nuestros conocimientos y potencialidades como facilitadores, psicólogos o profesores. Todos aprendemos de todos.”

Fuente: CPAL SJ

 

A pocos días de la CG 36: Entrevista al Padre General

Las más importantes revistas jesuitas europeas publican este mes de septiembre la entrevista que el jesuita Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica, ha hecho al Padre General de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás SJ, quien renunciará a su cargo el próximo mes. Si quieres leerla completa puedes descargártela aquí. 

“Para los jesuitas era un imposible pensar que uno de los nuestros fuese elegido papa, a sólo doscientos años de la supresión y veinticinco después de una intervención papal en el gobierno de la Compañía” responde con sinceridad el P. General. Para él “habiendo ya sucedido lo improbable, la elección de un Superior General bajo el pontificado del Papa Francisco, jesuita él mismo y por tanto buen conocedor de la Compañía, adquiere un significado especial”.

Adolfo Nicolás espera de la Congregación General, además de que elija un “buen Superior General”, que el Papa se dirija a los participantes y les presente “sus sentimientos y preocupaciones”, y que su fruto sea “una mejor vida religiosa en el espíritu del Evangelio y una renovada capacidad de imaginación (…) Necesitamos audacia, fantasía y valentía”.

Y es que para este palentino de 80 años, que lleva en el cargo desde 2008, la Iglesia necesita “un lenguaje nuevo que use la sabiduría de los sabios, o la sabiduría del pueblo, para hablar una lengua que el mundo sea capaz de entender”. Porque su visión del mundo es contracultural: “Tenemos ya que comenzar a concebir la humanidad como una unidad y no como un conjunto de países separados uno de otros por sus tradiciones, sus culturas y sus prejuicios. Es necesario pensar en una humanidad que necesita a Dios, que necesita una profundidad que sólo puede venir de la unión de todos”.

En 2013, durante otra entrevista concedida al mismo P. Spadaro SJ, el Papa Francisco afirmó que los jesuitas debían ser personas “de pensamiento incompleto, de pensamiento abierto”. Para el P. General eso significa que tenemos mucho que aprender del silencio, de la humildad, de la sencilla discreción. El jesuita, como dije una vez en África, debe oler a tres cosas: a oveja, esto es, a lo que vive su gente, su comunidad; a biblioteca, es decir, a reflexión en profundidad; y a futuro, es decir a una apertura radical a la sorpresa de Dios. Creo que estas cosas pueden hacer del jesuita un hombre de pensamiento abierto”.