¿Qué Desenmascara la Beatificación de Romero?

Por Emmanuel Sicre SJ

Sobre las superficialidades de la derecha y de la izquierda católicas.

Cuando se destrabó la causa de canonización de Monseñor Romero hace unos años de la mano de Benedicto, y cuando se aceleró gracias a Francisco hasta llegar al 23 de mayo de 2015, comenzaron a desfilar los fantasmas del pasado.

Las dos piernas con las que camina la Iglesia se debatían a ver quién había dado el primer paso. Si la “izquierda” reivindicaba su postura de una Iglesia dedicada a los pobres amparada por el testimonio del gran Romero como si fueran los únicos, o si la “derecha” concedía el permiso de subirlo a los altares dado que, siendo uno de ellos, ya lo habían purgado de su supuesta vinculación con las teologías de la Liberación de su último tiempo. ¿Cómo se puede manipular así lo que Dios hizo en la vida de un hombre de esta talla?

La cuestión pone de manifiesto, una vez más, la dualidad que desde sus orígenes hubo en la Iglesia Católica. En verdad, más que de una dualidad se trata de los dos extremos de tensión donde se ubican las innumerables pluralidades del cristianismo. Esta riqueza de experiencias creyentes es la que los medios de comunicación fotografían, pero en sus polos de oposición para vender su producto: el conflicto que separa. Los católicos despistados terminan asumiendo, así, una postura no personal, sino mediática, frívola y suavizada de Romero.

Lo triste es que la beatificación de Romero sirva para poner de manifiesto esta superficialidad de los católicos de “derecha” y de los de “izquierda”, frente a un fenómeno que tiene una significación desbordante de sentido. ¿Cuándo entenderemos que el testimonio de un santo es algo radical?

A los de “izquierda”, como caricatura de la polaridad, san Romero les sirve para desempolvar sus ideologías, para retomar sus discursos oxidados, para olvidar el tiempo y volver a cargar las tintas contra una Iglesia que, con derecho o no, puede no gustarles. La “izquierda” hace, con ayuda de la hipérbole, del mártir Romero un personaje equiparable al Che Guevara. ¡Lamentable!

A la “derecha”, por su parte, como la otra polaridad de esta caricatura, el beato les sirve para acusar a los de la izquierda de haberlo hecho uno de los suyos, les sirve para atacar al Papa Francisco por sus supuestas ideas sospechosas de estar demasiado con los pobres, para atrincherarse esperando que esta “reforma” se acabe tarde o temprano. La “derecha” hace de Romero un ser voluble que, como se llegó a decir cuando se encontraron en su biblioteca con libros de la Teología de la Liberación, “que los tenía pero nunca los leyó”. ¡Lamentable!

Es evidente que, como sostiene Sobrino, no hace falta beatificar a Romero porque el pueblo ya lo hizo desde el momento en que una bala injusta le robaba la vida. Pero hoy la Iglesia ha dado el paso de asumir a este hombre como un mártir de la fe en una época terrible no muy distinta a la nuestra que también mata cristianos, y lo que hacen los católicos “ilustrados” es dedicarse a ver quién ocultó más el proceso, o “limpiar” de ideologías el prontuario del santo.

 Y resulta que Romero celebra con los pobres de Jesús que el Evangelio haya sido una buena noticia de esperanza, en una historia marcada por la sangre, el horror, y la injusticia. Una vez más como aquél terrible 24 de marzo de 1980 en que Romero comenzaba a entrar en la casa del Padre para convertirse en profeta de su tiempo, hoy también San Romero de América vuelve a plantearnos la pregunta por la clase de cristianos que somos: ¿de los que ideologizan a su favor el Evangelio de Cristo? ¿De los que dejan que las injusticias sean una responsabilidad del ámbito civil que no debe mezclarse con la fe? ¿De los que disfrazan sus intereses descuidados de Palabra de Dios? ¿De los que tienen miedo a que la Iglesia sea llevada por el Espíritu del amor, la libertad y la esperanza, y se refugian en las trincheras de las doctrinas, en las cavernas del miedo y en la salvación de unos poquitos justos? ¿De los que temen que Cristo sea piedra de escándalo para los poderosos de la historia? ¡Vamos!

 ¿No querrá decirnos este hermoso evento de la beatificación de Romero que el verdadero milagro no es el que se comprueba científicamente jugando el juego de la modernidad al que la Iglesia le cuesta renunciar; sino que el milagro de Oscar Arnulfo Romero, mártir de la fe, es enseñarnos que Dios pasa por la historia de aquellos que se animan a jugárselas por los preferidos de Jesús, a dejarse transformar por la justicia que exige la fe, porque descubrieron que el amor de Cristo entregado en la cruz puede resucitar en la fe de los que son capaces de creer sin ver?

 

Por qué considero importante la Beatificación de Romero

Por Rafael Moreno Villa SJ

Monseñor Oscar Arnulfo Romero «concibió el ministerio episcopal como un servicio no como un privilegio; aprovechó su autoridad moral no para beneficio propio sino en bien de los más necesitados solicitando al Presidente de EE UU dejara de apoyar militarmente al gobierno salvadoreño, dialogando con los partidos políticos y las organizaciones populares, mediando en conflictos laborales, sociales y políticos, denunciando a nivel nacional e internacional, las violaciones y los abusos cometidos en contra de la población por parte de autoridades gubernamentales, fuerzas armadas y de seguridad, terratenientes y empresarios», escribe Rafael Moreno Villa, s.j. (coordinador do RJM), a partir de su convivencia cercana como Secretario de Asuntos Sociales, en un artículo testimonial para la Revista SIC, Centro Gumilla. 

Me piden elabore un breve artículo testimonial sobre Mons. Romero a partir de la convivencia cercana que tuve con él como su Secretario de Asuntos Sociales, mientras fue Arzobispo de San Salvador. Al ofrecer mi testimonio no intento contar anécdotas suyas o completar los relatos de su vida o asesinato acaecido el 24 de marzo de 1980. Estoy convencido que ya se ha escrito mucho al respecto.

Prefiero basarme exclusivamente en el conocimiento directo que tengo de él para fundamentar la importancia de su beatificación sin tener que justificarla con textos evangélicos, razones teológicas, párrafos de su diario personal, de sus homilías o cartas pastorales ni citas de otros autores. Al hacerlo no pretendo afirmar que las razones que voy a dar necesariamente sean las que de una manera prioritaria motivaron a la Congregación de la Causa de los Santos para promulgarlo mártir, el pasado tres de febrero.

Me centro en el hecho de su beatificación que tendrá lugar el próximo 23 de mayo porque para algunos carece de sentido, ya que consideran, con razón, que desde hace tiempo el pueblo lo reconoce y venera como San Romero de América. Otros están molestos por la forma en que se celebrará la ceremonia en San Salvador.

Me parece muy importante su beatificación en San Salvador porque, entre otras cosas, la entiendo como: La reivindicación oficial de la Iglesia a la forma de ser y ejercer Mons. Romero su ministerio episcopal. Sin duda alguna la más grave crisis que padeció la Iglesia salvadoreña en tiempo de Mons. Romero no fue el que fuera perseguida, sino que la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES) hubiera actuado dividida durante el conflicto que ensangrentó ese país.

Al mismo tiempo es indudable que una de las cosas que más hizo sufrir y dudar a Mons. Romero, siendo Arzobispo de San Salvador, no fueron los ataques que enfrentó por parte del Gobierno, la trampa que le tendió la Corte Suprema de Justicia, las amenazas que recibió por parte de los escuadrones de la muerte ni los desaires que le hizo la oligarquía salvadoreña, fue el aislamiento, la oposición y la abierta crítica que ejercieron en su contra la mayoría de los Obispos de la CEDES.

Para Mons. Romero estar en comunión con el Papa y los obispos de El Salvador fue siempre de suma importancia. Esta fue precisamente la razón por la que al ser consagrado Obispo en 1970 eligió como lema episcopal Sentir con la Iglesia. Lema que mientras fue Obispo Auxiliar de San Salvador y Obispo de la Diócesis de Santiago María fácilmente pudo evidenciar; pero que siendo Arzobispo de San Salvador se convirtió en una de sus máximas preocupaciones.

En esta última etapa se esforzó por seguirlo viviendo no obstante el creciente aislamiento, crítica y oposición que sufrió por parte de la mayoría del episcopado salvadoreño al tomar Mons. Romero la decisión de no participar en ningún acto oficial del Gobierno de El Salvador mientras éste no esclareciera el asesinato del P. Rutilio Grande S.J. Al ir evolucionando su cercanía a los pobres en una opción en favor de ellos hasta llegar a convertirse en la voz de los sin voz defendiendo abiertamente los derechos de los ”colonos” (campesinos expulsados de sus tierras), de los trabajadores explotados, de las personas marginadas que vivían en los tugurios de San Salvador y de las víctimas de la represión gubernamental. Todo ello hizo que en un contexto de creciente polarización política, económica y social de El Salvador se manifestaran abiertamente dos modelos opuestos de ser obispos, de vivir y predicar el Evangelio.

Resalto la importancia de la reivindicación del modelo vivido por Mons. Romero porque me parece necesario que se multipliquen en la Iglesia Obispos como Él y porque la forma opuesta de ejercer el ministerio episcopal los prelados que abiertamente estuvieron en contra suya fue la que se impuso en esa época al interior de la CEDES: fue, por ejemplo, determinante en la elección del presidente de este organismo, en la decisión de que Mons. Romero se viera obligado a dejar de vivir en el Seminario de la Conferencia. También fue determinante para que el Vaticano, a través de la Congregación para los Obispos, enviara en dos ocasiones (1978 y 1979) visitadores apostólicos a revisar especialmente lo que Mons. Romero hacía y decía y cómo se concebía como Arzobispo de San Salvador. También fue una de las causas por las que se engavetó por mucho tiempo el proceso de su beatificación.

A Mons. Romero tanto impactó esta división de la CEDES y la sospecha del Vaticano que, junto con la reacción cada vez más agresiva en su contra por parte de los sectores más poderosos de El Salvador, hizo que en algunas ocasiones Monseñor llegara en serio a preguntarse si estaba en el camino correcto o debía cambiar de actitud y asemejarla a la forma de ser de sus opositores. Lo que lo mantuvo fiel y firme a su compromiso fue su fe en Jesús: su deseo de seguirlo, su compromiso con los pobres derivado de esa fe y su convicción que varias veces le escuché:

”Si Jesús siendo Dios, no pudo evitar ser signo de contradicción en su época, cómo voy a pretender yo lograrlo teniendo tantas limitaciones. Sólo podría hacerlo traicionando la misión que El mismo Jesús y su Iglesia me encomendó, por lo que más bien diariamente le pido al Señor que me ayude a no caer en esta tentación, a pesar del enorme temor que siento de que me vayan a torturar y asesinar como me han amenazado”.

Una breve descripción de la forma como vivió Mons. Romero su ministerio episcopal tendría que incluir el que Monseñor siendo Arzobispo de San Salvador supo estar siempre atento a los acontecimientos nacionales e internacionales, aprendió a iluminarlos e interpretarlos desde la luz de la revelación; fue un excelente y valiente predicador interesado en explicar la Sagrada Escritura de una manera sencilla y práctica; fue un místico con un firme y efectivo compromiso con los pobres que lo llevó a exigir proféticamente el cumplimiento de la justicia evangélica; fue una persona muy humana que supo vivir la parábola del buen pastor conociendo, conviviendo, defendiendo, dando la vida por sus ovejas y dejándose impactar por ellas, creando condiciones para que éstas confiaran y se dejaran guiar por El.

Durante los tres años como Arzobispo de San Salvador en varias ocasiones visitó pastoralmente todas las comunidades de su arquidiócesis, aun las más pequeñas y remotas; aprovechó sus visitas y la comunicación epistolar para estar bien informado de las necesidades y violaciones a los derechos humanos que padecía la población salvadoreña; tomó siempre en consideración y se solidarizó con estas necesidades y denuncias.

Para ello encargó a dos religiosas que le subrayaran los aspectos más importantes de los cientos de cartas que recibía y contestaran cada una de ellas de manera personalizada, en base a las breves indicaciones que él mismo anotaba en el márgen de esas cartas y le pidió a la oficina del Socorro Jurídico que le fundamentaran las denuncias y dieran apoyo a las víctimas. Concibió el ministerio episcopal como un servicio no como un privilegio; aprovechó su autoridad moral no para beneficio propio sino en bien de los más necesitados solicitando al Presidente de EE UU dejara de apoyar militarmente al gobierno salvadoreño, dialogando con los partidos políticos y las organizaciones populares, mediando en conflictos laborales, sociales y políticos, denunciando a nivel nacional e internacional, las violaciones y los abusos cometidos en contra de la población por parte de autoridades gubernamentales, fuerzas armadas y de seguridad, terratenientes y empresarios. Se preocupó por motivar cariñosa y razonablemente a todos ellos para que fueran sensibles ante las necesidades de la mayoría de la población y dejaran de abusar de ella.

Todo esto lo hizo tratando de mantener una comunicación con su clero y demás agentes de pastoral y siendo respetuoso con los pastores de otras religiones con quienes frecuentemente concelebró, se reunió y desarrolló actividades conjuntas. Congruente con su opción, tuvo un nivel de vida austero y un modo de ser sencillo y alegre. Fue capaz de reconocer sus limitaciones y pedir perdón a los que pudo haber ofendido 

La reivindicación en favor de Mons Romero viene a dar la razón al clamor popular que en repetidas ocasiones le pidió a la CEDES ”queremos Obispos al lado de los pobres, queremos Obispos al lado de los pobres …”

La confirmación de que para promover como cristianos una verdadera y duradera reconciliación social hay que hacerlo desde los pobres, tomando como base la justicia y favoreciendo un amor que vaya más allá de lo exigido por el deber ser. Lo que no puede excluir la sanción a los culpables de las más graves violaciones que se hayan cometido y la reparación de los daños sufridos por las víctimas.

Dada la creciente polarización que existe en El Salvador y en el resto de América Latina, existe en algunos la tentación de presentar la beatificación de Mons. Romero de una manera que no agudice dicha confrontación, asegure sea motivo de reconciliación, posibilite que el beato Romero sea venerado universalmente, evite su politización. Para ello podrían intentar ignorar que la causa de su martirio fue el haber urgido la justicia evangélica; reducir su ejemplo a su práctica creyente devocional, suavizar y recortar su mensaje. Lo que según mi punto de vista, sería inaceptable porque equivaldría a cuestionar la manera como Monseñor promocionó la justicia, llevaría a anular el motivo por el que es mártir.

Lo que más bien hay que hacer es promover la reconciliación social a la manera como él lo hizo y que está brevemente enunciada en el título de este numeral, que no es otra que el camino seguido por Jesús que Monseñor se esforzó por prolongar. La oportunidad para reivindicar a tantas víctimas de la violencia no sólo en El Salvador, sino en cualquier lugar del mundo han sido torturadas o asesinadas por defender sus derechos y promover un mundo mejor.

Finalmente me alegra que la ceremonia de beatificación vaya a ser en San Salvador, en la plaza del Divino Salvador del Mundo y no en la Basílica de San Pedro porque esta decisión es conforme al interés de Mons. Romero de hacer partícipe al pueblo, de los reconocimientos concedidos a su persona.

Ello me recuerda cuando la Universidad de Georgetown le ofreció otorgarle el doctorado honoris causa. En esa ocasión él pidió que se lo dieran en la catedral de San Salvador y al terminar la ceremonia Monseñor salió a la plaza abarrotada de gente que ya no cupo en el recinto. De esta manera quiso compartir con todos su doctorado puesto que estaba convencido que todos eran merecedores de dicho reconocimiento.

Me recuerda también aquella noche en que Monseñor Romero recibió al ministro de Defensa en su pequeña casa ubicada en el Hospital de la Divina Providencia destinado a atender enfermos terminales. El motivo de la visita fue el de confirmarle que las amenazas de muerte que Monseñor había recibido iban en serio y al mimo tiempo ofrecerle un carro blindado y protección especializada, no porque al gobierno de aquella época le interesara conservar su vida, sino porque consideraba que su muerte pondría en riesgo la estabilidad política del país y su permanencia en el poder.

Ante este ofrecimiento, Mons. Romero no dudó en contestar:

”No puedo aceptar la protección que me ofrece antes de que Uds. protejan a mi pueblo y dejen de masacrarlo”.

Sobre Monseñor Romero

Por Rafael Velasco Sj

Sobre el final de su homilía del domingo 23 de marzo de 1980, monseñor Romero dijo: “Les hablo a ustedes, a las bases de la guardia nacional: Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una ley que de un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice “No matar”. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios… Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que la orden del pecado…En nombre de Dios y de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben al cielo cada día más tumultuosos, les pido, les ruego, les ordeno, ¡cesen la represión!

Al día siguiente, mientras celebraba misa a las hermanas del hospital donde él mismo vivía, fue asesinado por un sicario pagado por el poder político.

La Iglesia ahora hace un acto de justicia al beatificarlo, proclamando además que su muerte no fue una muerte “ideológica” como sostenían (y aún sostiene) determinados grupos voluntariamente interesados en despolitizar el Evangelio; sino una muerte martirial, un testimonio del amor de Cristo por su pueblo.

Monseñor Romero fue un hombre de Dios y de la realidad. Leyó y vivió el Evangelio en una realidad doliente y marcada por la injusticia y la exclusión de las grandes mayorías. Supo escuchar el clamor tumultuoso del pueblo y- enfrentando sus propios miedos- tomó partido por aquellos que sufrían la violencia, la represión, la exclusión. Lo hizo desde el corazón mismo del Evangelio. No creía que el evangelio exigiera una “neutralidad” hipócrita que en realidad es dejar hacer a los poderosos contra los débiles.

Por eso se comprometió con los campesinos y empobrecidos que eran víctimas de la violencia sistemática. Por eso abrió el obispado para los más débiles y asumió la misión de amplificar su voz. Sus homilías dominicales eran escuchadas por toda la población; en ellas hablaba de Jesucristo y de lo que estaba pasando a su pueblo. Basta leer su célebre última homilía para ver que junto con la reflexión del evangelio, se van enumerando los atropellos a los derechos humanos, deteniéndose sobre los asesinatos, detenciones ilegales y violaciones de garantías que ocurrieron durante la semana; algo que para nuestras latitudes parecería raro, era lo normal, porque el Evangelio de Jesús es denuncia y anuncio, Palabra de Vida que denuncia la muerte y anuncia la Esperanza.

Su palabra, como toda autentica palabra profética, fue regada con su propia sangre. Contrariamente a lo que sus asesinos suponían, con su muerte su voz no fue silenciada, sino que se perpetuó y se propagó con más fuerza. Con la fuerza de la Palabra que surge del Evangelio.

En algún momento él mismo dijo “si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño”. Estaba en lo cierto Monseñor; y se equivocaba a la vez. Ha resucitado no sólo en su pueblo, sino en toda la Iglesia y en el corazón de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que siguen comprometidos con la justicia del Reino de Jesús.

Beato Oscar Arnulfo Romero; ¡Ruega por nosotros!

 

Monseñor Oscar Romero – Biografía

Oscar Arnulfo Romero Galdámez nació en Ciudad Barrios, San Miguel, el 15 de agosto de 1917; era el segundo de ocho hermanos. Su padre se llamaba Santos Romero y su madre Guadalupe de Jesús Galdámez. Era una familia humilde y modesta. Su padre empleado de correos y telegrafista; su madre se ocupaba de las tareas domésticas.

A la edad de 13 años y con ocasión de la ordenación sacerdotal de un joven, Oscar habló con el padre que acompañaba al recién ordenado y le comunicó sus deseos de hacerse sacerdote. Un año después Oscar entró al Seminario Menor de San Miguel. Allí permaneció durante seis o siete años.

En 1937 Oscar ingresa al Seminario Mayor de San José de la Montaña en San Salvador. Siete meses más tarde es enviado a Roma para proseguir sus estudios de teología. En Roma le tocó vivir las penurias y sufrimientos causados por la Segunda Guerra Mundial.

Oscar fue ordenado sacerdote a la edad de 24 años en Roma, el 4 de abril de 1942.

La primer parroquia a donde fue enviado a trabajar fue Anamorós, La Unión. Pero poco después fue llamado a San Miguel donde realizó su labor pastoral durante 20 años. Impulsó muchos movimientos apostólicos como la Legión de María, los Caballeros de Cristo, los Cursillos de Cristiandad y un sinfín de obras sociales: alcohólicos anónimos, Cáritas, alimentos para los pobres.

Con el tiempo, es elegido Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador. El 3 de mayo de 1970 recibe la notificación de haber sido nombrado Obispo y fue ordenado el 21 de junio de 1970 y nombrado Obispo Auxiliar de Monseñor Luis Chávez y González. Monseñor Romero vivía en el Seminario Mayor, que en aquel entonces era dirigido por los padres jesuitas. Allí conoció y se hizo amigo del Padre Rutilio Grande.

Monseñor Romero defendía y divulgaba los criterios pastorales y los caminos señalados por el Concilio Vaticano II y Medellín, aunque no concordaba con la Teología de la Liberación.

Fue nombrado Obispo de la Diócesis de Santiago de María, el 15 de octubre de 1974; tomó posesión el 14 de diciembre de 1974 y se trasladó para esa Diócesis. Estaba comenzando la represión contra los campesinos organizados.

En junio de 1975 se producen los hechos de “Tres Calles”. La Guardia Nacional asesinó a 5 campesinos. Monseñor Romero llegó a consolar a los familiares de las víctimas y a celebrar la Misa. Los sacerdotes le pidieron que hiciera una denuncia pública, pero Monseñor optó por hacerla privada y envió una “dura” carta al Presidente Molina, que era amigo suyo. En el fondo sentía estas muertes, pero sentía desconcierto en la forma de actuar.

En la época de las “cortas” mucha gente pobre llegaba a la ciudad. Monseñor Romero abría las puertas del Obispado para que pudieran dormir bajo techo. Lo que como sacerdote veía en San Miguel, como Obispo de Santiago de María los seguía comprobando: pobreza e injusticia social de muchos, que contrastaba con la vida ostentosa de pocos.

La Iglesia defendía el derecho del pueblo a organizarse y clamaba por una paz con justicia. El gobierno miraba con sospecha a la Iglesia y expulsó a varios sacerdotes.

En medio de este ambiente de injusticias, represión e incertidumbre, Monseñor Romero fue nombrado Arzobispo de San Salvador, el 3 de febrero de 1977.

Tenía 59 años y su nombramiento para muchos fue sorpresa. Monseñor Romero tomó posesión de la Arquidiócesis el 22 de febrero de 1977, en medio de un torbellino de violencia. La ceremonia de toma de posesión fue sencilla y sin la presencia de autoridades civiles ni militares.

A un escaso mes de su ministerio arzobispal, es asesinado el Padre Rutilio Grande, de quien era amigo. Este hecho impactó mucho en Monseñor Romero. Recogiendo las sugerencias del Clero, Monseñor Romero accede a celebrar una Misa única en Catedral, como un signo de unidad de la Iglesia y de repudio a la muerte del Padre Rutilio.

Monseñor continuó la pastoral de la Arquidiócesis y le dio un impulso profético nunca antes visto. Su lema fue “Sentir con la Iglesia”. Y esta fue su principal preocupación: construir una Iglesia fiel al Evangelio y al Magisterio de la Iglesia.

Monseñor puso la Arquidiócesis al servicio de la justicia y la reconciliación en el país. En muchas ocasiones se le pedía ser mediador de los conflictos laborales. Creó una oficina de defensa de los derechos humanos, abrió las puertas de la Iglesia para dar refugio a los campesinos que venían huyendo de la persecución en el campo, dio mayor impulso al Semanario Orientación y a la Radio YSAX.

A pesar de la claridad de sus predicaciones Romero fue acusado de revolucionario marxista, de incitar a la violencia y de ser el causante de todos los males de El Salvador. Pero nunca jamás de los labios de Monseñor salió una palabra de rencor y violencia. Su mensaje fue claro. No se cansó de llamar a la conversión y al diálogo para solucionar los problemas del país.

De las calumnias pasaron a las amenazas a muerte. Monseñor sabía muy bien el peligro que corría su vida. A pesar de ello dijo que nunca abandonaría al pueblo. Y lo cumplió. Su vida terminó igual que la vida de los profetas y de Jesús. Fue asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba misa en la Capilla del Hospital La Divina Providencia, en San Salvador. Sus restos se encuentran en la Cripta de Catedral Metropolitana de San Salvador.

Su muerte causó mucho dolor en el pueblo y un gran impacto en el mundo. De todos los rincones llegaron muestras de solidaridad con la Iglesia y el pueblo salvadoreño. Él mismo dijo que si moría resucitaría en el pueblo salvadoreño. Año tras año mucha gente lo recuerda y celebra el aniversario de su martirio.

En su entierro, el 30 de marzo, alrededor de 100 mil personas se hicieron presente en la Plaza Cívica (frente a Catedral), para acompañar a Monseñor Romero. Los actos litúrgicos, se interrumpieron a causa de la detonación de una bomba, seguida de disparos y varias explosiones más. La reacción de la multitud fue de pánico, con la consecuente dispersión, atropellamiento, heridos y muertos. Monseñor Romero fue sepultado apresuradamente en una cripta en el interior de Catedral.

La Arquidiócesis de San Salvador ha postulado en el Vaticano la causa por la canonización de Monseñor Romero. Para muchos, Monseñor Romero es un profeta y un santo.

Este sábado 23 de Mayo, será beatificado en El Salvador.

 

Mensaje de los Provinciales – CPAL

Estimados compañeros y colaboradore(a)s, un saludo fraterno.

Del 4 al 9 de mayo hemos celebrado en un espíritu de comunión la 30ª Asamblea de la CPAL. Ha sido un “tiempo fuerte” para los provinciales y superiores de América Latina y el Caribe para reflexionar y discernir nuestra misión común. La coordinación de la reunión estuvo a cargo del consejo y del equipo central de la CPAL. Participaron los asistentes de América Latina, los Superiores Provinciales y los Superiores y Delegados de Cuba, Jamaica, Haití, Guyana y Belice. También participaron Douglas Marcouiller, asistente del Padre General para la asistencia de Norteamérica y le dimos la bienvenida a Flavio Bravo, superior designado de Puerto Rico.

Iniciamos nuestra Asamblea con la presentación de la Provincia de Colombia y la realidad del país.

Es motivo de agradecimiento todo el bien que hacen nuestros compañeros jesuitas por el servicio de la fe y la promoción de la justicia en medio de esta realidad. Nos unimos en oración por nuestro compañero, Carlos Eduardo Correa y toda la Provincia, para que el Señor los siga fortaleciendo en ese compromiso de sembrar la paz y la esperanza en medio de esta realidad.

En la primera sesión de trabajo Jorge Cela, presidente de la CPAL, nos compartió su informe y nos presentó el objetivo de esta Asamblea. Agradeció de manera especial a los provinciales la disponibilidad que tienen a la hora de ofrecer jesuitas de su Provincia para los diferentes servicios de la CPAL. Sin embargo, nos incentivó a seguir explicando en nuestras provincias que el jesuita que sirve en la CPAL está trabajando al servicio de su provincia, pues todos somos corresponsables de nuestra misión común y actores del presente y futuro de la misión en la gran América Latina. El objetivo principal de esta Asamblea era presentar la evaluación de medio término del Plan Apostólico Común (PAC). Nos informó que antes de la Asamblea se hicieron dos resúmenes: el consolidado de los temas y prioridades y otro el de las provincias.

Al evaluar nuestras prioridades apostólicas en común reconocemos que hemos crecido en el trabajo interprovincial e intersectorial. Hay acuerdos que se han realizado entre obras de diferentes sectores que han permitido atender mejor a los pueblos más vulnerables de nuestro continente. Nos falta seguir creciendo en redes internacionales para responder mejor a la misión. Sin embargo, hay proyectos, como el de la región Panamazónica que está haciendo un esfuerzo consciente de acompañar a todos los pueblos de la Amazonía a través de la educación, espiritualidad ignaciana y la investigación – incidencia. Gracias a las Provincias y el equipo interdisciplinario de la CPAL que nos compromete con la vida digna en este pulmón del mundo.

En la Asamblea también tratamos los siguientes temas:

• Con respecto a la Formación: se confirmó la terna para el nuevo rector del CIF de Colombia, se presentaron las diferentes propuestas de cuarto año de teología en América Latina, se dialogó sobre el encuentro de hermanos en formación para el 2016 y se decidió Colombia como sede, se presentó el avance con respecto al Noviciado Interprovincial (Bolivia, Perú y Ecuador), se aprobó el Filosofado zonal del Caribe y se dieron los detalles del curso de formadores a realizarse del 17-28 de agosto en Paraguay.

• Con respecto al Gobierno: se respondieron las preguntas sobre los tres secretariados de la curia general: Fe, Justicia y Colaboración y se presentaron candidatos para los secretariados de Fe y Colaboración. Se creó una comisión que ayude a preparar la próxima reunión de mayo 2016 que se tendrá entre las dos conferencias (CPAL – JCU) en Nicaragua con el Padre General. Se compartió información sobre la próxima CG 36. Se aprobó una comisión para preparar un documento sobre el gobierno de la Compañía para la próxima reunión de la CPAL y en miras a la CG 36.

• Otros: se presentaron los avances con respecto al Proyecto Caribe y se informó del nombramiento de Mario Serrano como nuevo coordinador del proyecto. Se presentó el nuevo proyecto de Centros Loyola en Cuba y la necesidad de un jesuita para animar la pastoral juvenil y vocacional. Se aprobó el proyecto de comunicación de la CPAL, el cual busca responder de manera integral a nuestro plan apostólico común. Se aprobó apoyar al coordinador de la prioridad jóvenes de la CPAL para elaborar una propuesta y reflexión sobre el tema jóvenes para nuestra próxima reunión.

En el mediodía de descanso tuvimos la oportunidad de visitar la Universidad Javeriana. Fuimos recibidos por el rector y su equipo administrativo para un almuerzo y después pasamos a conocer la facultad de teología. Hermann Rodríguez, junto con todo el equipo directivo de la facultad nos explicó los detalles de la misma. Todos nos sentimos agradecidos por el bien que la facultad está haciendo por el futuro de la Compañía. Después visitamos el cerro de Monserrate y compartimos con nuestros escolares del CIF, donde tuvimos la oportunidad de celebrar la eucaristía y cenar con nuestros compañeros. Gracias a Jorge J. Mejía y todos los que prepararon esa excelente noche.

Agradecemos a la Provincia Colombiana por su acogida a lo largo de nuestros días de Asamblea, en especial al Provincial y su secretaria, Flor Alicia Moncaleano. El equipo Provincial ha sido eficiente, discreto e incondicionalmente servicial para el buen desarrollo de la misma. Gracias a las Hermanas Misioneras de la Consolata que con tanto cariño han cuidado de todos los detalles de la casa.

Cuenten con nuestras humildes oraciones.

Finalmente encomendamos los frutos de nuestra Asamblea a Mons. Romero, ahora que nos preparamos, junto a la iglesia de El Salvador, a celebrar su beatificación. Le pedimos que interceda por nosotros y nos ayude a ser alcanzados por la gracia de ser puestos con el Hijo para poder hacer la voluntad del Padre a través de su Espíritu.

Ver spot

El 1° de mayo es la celebración de San José Obrero, y a nivel nacional el Día de los trabajadores y las trabajadoras.

Alumnos y alumnas de nuestros centros educativos ubicados en Salta, Chaco, Corrientes y Buenos Aires, han armado un spot de dos minutos reflexionando sobre el significado y el valor del trabajo. La filmación fue realizada íntegramente por los jóvenes, con ayuda de sus docentes. Entrevistaron a personas de su comunidad acerca del valor del trabajo. Es nuestro deseo que se difunda este importante material, ya que significa un homenaje a la Cultura del Trabajo.

Ver spot

¿Qué es Fe y Alegría?

Es una ONG Jesuita internacional que, a través de la educación, alienta proyectos de transformación personal y comunitaria para aquellas personas y familias que viven en la marginalidad; los acompaña en el descubrimiento y desarrollo más pleno de sus capacidades, para que sean protagonistas de un futuro con mayores posibilidades, con trabajo, con dignidad y con herramientas que les permitan transformar la realidad.

Nació en Venezuela en 1955, y hoy es la ONG educativa de mayor envergadura en Latinoamérica, con presencia en 20 países en América Latina, Europa y África. Actualmente nuestros programas educativos y de desarrollo personal y comunitario benefician a 1.5 millones de personas, sin incluir a los casi 50.000 educadores que se capacitan en diversos países.

En Argentina

En Argentina estamos presentes desde 1996 ofreciendo Educación Gratuita en localidades con altos índices de pobreza y analfabetismo de las provincias de Salta, Jujuy, Chaco, Corrientes y Gran Buenos Aires.

Nuestras líneas de acción se trabajan principalmente desde nuestros Centros Educativos y Comunitarios, donde ofrecemos educación de calidad desde nivel inicial, primario, secundario hasta formación técnico-profesional (títulos reconocidos oficialmente), además de educación no formal, programas de prevención de violencia (valores), capacitación laboral y otras actividades en pos de la Promoción Social. A su vez, desarrollamos programas de Formación Docente y evaluaciones de calidad en nuestras escuelas.

 

Acoger al migrante: La historia de Zunilda

Por Francisco Cáceres Sj

Zunilda es paraguaya. Vive en El Polo, y trabaja vendiendo comida afuera de la municipalidad. Beatriz, una de sus hijas, nació prematura. Los médicos le dijeron que no iba a sobrevivir, sin embargo, vivió. A los meses descubrieron que había nacido ciega. Ambas vinieron a Argentina buscando mejores oportunidades. No ha sido fácil. Han tenido que luchar juntas para salir adelante. Al pasar por su casa, encuentro a Zunilda partiendo el pan.

La historia de esta mujer es la que viven muchos migrantes que dejan su país para encontrar una tierra que los acoja, que los mire a los ojos, que no los discrimine y que los llame por sus nombres. Se van con lo puesto y asumen el riesgo de ir más allá. Para muchos, es un viaje sin retorno. Unos, tratando de cruzar el Mediterráneo hacia Europa. Otros, escapando de la guerra en el Líbano y Siria. Muchos intentando entrar a Estados Unidos. Otros, en Colombia, escapando de la guerrilla hacia los países del sur. Vidas, historias, sueños y luchas. Y es que el deseo de una vida nueva los impulsa a salir y dejarlo todo.

El Polo es un asentamiento como muchos en Latinoamérica. Está en la periferia de la ciudad de San Miguel, al noroeste de Buenos Aires. Lo que fue una cancha de polo se ha convertido en un lugar lleno de chabolas y casas a medio construir. No hay alcantarillado, las calles son de tierra, los niños andan descalzos, y el tráfico de droga sobrevive solapado entre las pandillas. Un lugar lleno de contrastes. Allí la pobreza cobra rostro y significado. La vida y la muerte luchan por imponerse.

Los migrantes requieren más justicia en el trato y en el acceso a nuevas oportunidades. Los factores restrictivos tienen que desaparecer. Debemos ser adultos en la mirada y darnos cuenta de que el intercambio con personas de otros países, sea del lugar que vengan y sea la historia que traigan, es una oportunidad para el encuentro y el diálogo.

Junto al Servicio Jesuita a Migrantes, me toca acompañar, servir y defender a los migrantes que llegan de otros países. Trabajamos para que ellos se sientan acogidos y un poco más en casa. La mayoría viene de Paraguay, Perú y Uruguay. Es gente sencilla que viene del campo. Saludar en guaraní, conocer las comidas peruanas o compartir un mate me ha ido acercando un poco más a sus realidades. Estar entre ellos es un regalo. Representa una gran oportunidad para alegrarse con sus logros, llorar a sus muertos, participar de sus rezos, celebrar sus cumpleaños, denunciar sus injusticias, escuchar sus relatos y compartir un plato de comida.

Es paradójico que un país con leyes tan amigables con los migrantes, éstos tengan que sobrevivir arrinconados en la periferia. Padeciendo el dolor y exigidos por la lucha. Apuntados con el dedo y oprimidos por la indiferencia. Es fácil entrar, pero difícil permanecer.

Los márgenes nos desafían y asustan. Nos vuelven más vulnerables. El encuentro con lo desconocido nos paraliza. Quienes viven en ellos nos llevan la delantera. Hombres y mujeres como nosotros, hermanos que buscan una vida mejor. Hambrientos, perseguidos, explotados. Sus historias nos interpelan. Nos hacen más humanos

Vivimos en un continente repleto de expresiones culturales diferentes que nos ensanchan la mirada de la realidad. La forma en que nos pensemos como sociedad tiene que partir desde la acogida de quienes son diferentes a nosotros. No puede ser que constantemente estemos defendiendo lo ganado, lo consabido. Estamos desafiados a descubrir que los extraños no son tan extraños. Ellos tienen algo de nosotros y nosotros algo de ellos. Y es que el contacto con ellos, una y otra vez, nos enriquece y revienta las fronteras del yo y su estrechez de miras.

Las migraciones tienen que convertirse en un elemento aglutinador de la cultura y de la diversidad social. Los migrantes requieren más justicia en el trato y en el acceso a nuevas oportunidades. Los factores restrictivos tienen que desaparecer. Debemos ser adultos en la mirada y darnos cuenta de que el intercambio con personas de otros países, sea del lugar que vengan y sea la historia que traigan, es una oportunidad para el encuentro y el diálogo.

Mientras tanto, Zunilda sigue partiendo el pan. Como todos los sábados está preparando la merienda para los niños del asentamiento. Me pide que le ayude a preparar la leche. En eso, aparece Beatriz para saludarme. Hoy tiene 20 años y está terminando el colegio.

Los migrantes que luchan cada día nos enseñan que no hay fronteras, que no hay confines, y que sólo Dios es nuestra esperanza.

 

Plan de Formación Común CPAL

Querido/a amigo/a en el Señor:

Celebramos el Bicentenario de la Restauración de la Compañía de Jesús, agradeciendo nuestra herencia y renovando el espíritu para colaborar en la Misión Común a la que hemos sido llamados por el “Rey Eternal”.

El Sector Colaboración de la CPAL (Conferencia de Provinciales Jesuitas en América Latina)  con alegría, deseando ser más para servir mejor, dedica a los colaboradores y colaboradoras en la Missio Dei, este Plan de Formación Común con la esperanza de “Crecer Juntos en la Fe y el Servicio”.

El Plan fue elaborado como signo de lo que anhelamos ser: un solo cuerpo apostólico que trabaja en colaboración para contribuir en la construcción de la América latina y el Caribe que Dios desea.

Expresamos nuestro agradecimiento a la CPAL por su apuesta decidida, proporcionando aliento y los recursos humanos disponibles para la consecución de este Plan añorado en su seno desde su fundación. Va también nuestra sentida gratitud y admiración al Profesor Vinicio Morales, a los Padres Álvaro Quiroz s.j. y Roberto Jaramillo s.j., quienes diseñaron los módulos de las áreas Crecimiento Personal, Espiritualidad y Compromiso con la Fe y la Justicia respectivamente, y a la Profesora Maritza Barrios, del sector Educación, quien tuvo a su cargo la orientación y asesoramiento pedagógico para su elaboración. Así como también va nuestro agradecimiento al Prof. Claudio Vinicio Solís quien colaboró con nosotros en la elaboración del Módulo 0 Transversal y la guía para participantes y tutores.

Creemos que de esta manera ayudaremos a la concreción del “Fortalecimiento del cuerpo apostólico y la colaboración en la misión”. Esto es, colaborando para llevar a la práctica el objetivo 18 del PAC, facilitaremos la consecución de nuestras prioridades apostólicas en la parte de Reino que nos toca construir hoy.

Esperamos la creatividad de las Provincias para completar, terminar y enriquecer esta obra que hemos empezado, de ella seguramente surgirán nuevas síntesis que ayudarán a comprender y encarar la misión de manera renovada, fortalecida y así poder recoger mejores y mayores frutos de la herencia espiritual que nos legara Ignacio de Loyola.

Los delegados y delegadas del sector Colaboración agradecemos sobre todo a la Santísima Trinidad: Dios – Colaboración, que confió en nosotros esta tarea y que la hemos emprendido para Su Mayor Gloria.

“En todo amar y servir”.

Sector Colaboración CPAL.

Plan de Formación Común CPAL

Módulos del Plan de Formación

Cardenal Sturla Inaugura el 30° Ciclo Lectivo de la UCU

En la educación “debemos tener una mirada realista y esperanzadora”, señaló el Cardenal Daniel Sturla, Gran Canciller de UCU, durante la Lectio Inauguralis 2015

Para inaugurar el 30° año lectivo de la Universidad Católica del Uruguay el Arzobispo de Montevideo, Cardenal Daniel Sturla SDB, Gran Canciller de UCU, dictó la Lectio Inauguralis “Una mirada a la Iglesia en tiempos del Papa Francisco. Algunos desafíos para la educación”.

Durante su alocución el Cardenal Sturla hizo un recorrido histórico en la historias de los papados. Cómo han ido variando las personalidades de los distintos Santos Padres, desde el tiempo de los primeros cristianos, pasando por la edad media, el renacimiento y hasta nuestros días. Durante este recuento recordó que “los papas desde el siglo XIX a la fecha han sido todos Santos”, más allá de no haber sido canonizados, e hizo especial hincapié en San Juan XXIII y San Juan Pablo II. “Cuando Francisco se asomó al balcón en San Pedro, supimos que se venía algo grande”, recordó Sturla.

Luego recordó la misión que el Papa Francisco les había encargado a los cardenales creados en el último consistorio. “El papa nos pidió transparencia”, recordó.

Para finalizar, Sturla se centró en la educación y se mostró preocupado por la “falta de sentido de la vida en los adolescentes”, agregó que en este aspecto “hay que tener una mirada realista y esperanzadora” y “hay que transmitir fe”, sin importar de qué fe se trate.

Según expresó una vez terminada la conferencia, Sturla sintió “por un lado, un honor muy grande y cierto susto de tener que hablar ante tanta gente y asumir este rol de una Lectio Inauguralis”. “Pero el Señor ayuda”, agregó “y uno se prepara, entonces al final termina primando la alegría de haber podido brindar este servicio”.

Es la primera vez que un Cardenal es Gran Canciller de la Universidad y que un integrante del colegio cardenalicio da una Lectio Inauguralis. La Lectio Inauguralis se realizó el 16 de abril en el Aula Magna de la Sede Central y se emitió de manera simultánea a través de videoconferencia a las sedes de Salto y Punta del Este.

 

Carta desde Nepal

¡Qué desolación en nuestro país! Nuestra misión en Tipling parece muy afectada, por las últimas noticias recibidas. Muchas casas se derrumbaron, nuestra pequeña residencia también. Tipling está en realidad más cerca del epicentro que Katmandú.

El pasado sábado 25 de abril estuvimos, los escolares de Kamal Niwas, el P. Bill y yo, en Okhaldhunga, un pueblo de montaña a unos 150 km al este de Katmandú. Un compañero jesuita nativo, Tek Bahadur Paudel, fue ordenado sacerdote. El pueblo es totalmente hindú, incluyendo su familia. Es el único que se convirtió al cristianismo. Allí no hay iglesia. La ordenación se celebró al aire libre bajo un pabellón provisional que ocupaba el patio de la escuela en la aldea.

El detalle es importante… porque nos salvó la vida.

La ceremonia comenzó a las 9.00 am y terminó a las 11:30. Muchos estaban todavía felicitando al nuevo sacerdote, poniéndole la Khada tradicional, cuando el primer terremoto sacudió a la región: fue violento y largo. La escena daba miedo: pudimos ver al otro lado del valle nubes de polvo que se levantaban aquí y allá, acompañadas de gritos. Cada nube significaba que una casa se derrumbaba, o un desprendimiento de rocas y tierra. Retumbó desde las cumbres hasta el fondo del valle.

Hubo muchos daños también en Okhaldhunga: las casas derrumbadas no eran muchas pero sí hubo muchos destrozos que las hacen inhabitables. Incluyendo la de los padres del nuevo sacerdote. Pero ‐milagro en el desastre– no hubo ni un muerto ni un herido en Okhaldhunga.

Casi todo el pueblo, de hecho, estaba en la ceremonia de ordenación. Cuando por la noche visité con Tek algunas familias, nos dijeron en todas partes: «¡Ha sido vuestro Dios quien nos salvó…! Con la ceremonia todos estábamos fuera.»

Nos llevó tres días regresar a Katmandú. El viaje –por un largo tramo de pista fangosa ‐ con nuestro autobús de 25 plazas, fue épico, con 60 kilómetros de largo rodeo porque un puente estaba cortado. La desolación en los pueblos del camino era tremenda. No tengo ninguna duda de que el número de muertes reportadas oficialmente aumentará. Los temblores están disminuyendo en intensidad. Conté 10 hasta anoche (28 de abril 16.45pm) poco después de mi llegada a Kamal Niwas (Katmandú). El séptimo, 26 de abril a las 13.10pm (25 horas después del primero) fue tan intenso como el primero, pero más corto. Nuevos daños y nubes de polvo.

Nos preocupaba como estaría Kamal Niwas… Pero los dos edificios no parecía haber sufrido ningún daño estructural. En el interior, el espectáculo era desgarrador. Una vez más gracias por su mensaje y amable atención.

P. Etienne Degrez SJ