El Momento de la Gracia

El momento de la gracia es el de “caer en cuenta de”. Es un instante de fronteras movedizas que uno no puede atrapar, sino que siente “es atrapado en la propia interioridad”. Es tomado desde lo profundo.

Cuando caemos en la cuenta de la gracia que nos habita percibimos un plus de nosotros mismos, algo no inventado por nuestra mente, no generado por lo que pudimos hacer ni ser, sino donado, dado desde adentro como un borbotón de agua fresca que nos nace.

El momento de la gracia es el asalto de la conciencia que nos avisa de la bendición de Dios que con su Espíritu está obrando incesante en nuestra vida.

¿Y qué hace el Espíritu en nuestro interior más íntimo?

Nos regenera, nos repara, nos justifica, nos salva, nos vivifica y desata, nos dota, nos consuela, nos eleva, nos ahonda, nos abre a más…

Por eso quien se abre al Espíritu que lo habita, comienza a mirar con amor al otro e intenta repararle sus grietas.

Pretende justificarlo desde su dignidad de hijo porque vio su dignidad.

Busca salvarlo a pesar de sus errores, como hace el Padre con él.

Quiere que sea vivificado e insuflado en la plenitud de la vida que siente surgir en sí mismo con libertad.

Lo ayuda a que descubra su inagotable ser lleno de posibilidades.

Intenta por varios medios consolarlo de sus sufrimientos.

Desde donde ha sido puesto por la acción de Dios, busca atraerlo hacia la cima del amor.

Quien se abre al Espíritu mira con “ojos de Reino” las honduras de la realidad y lo desea para el otro, por eso comunica.

Quien se abre al Espíritu indaga con cariño y firmeza por esa fisura interior que todos tenemos, en busca del manantial donde brota el agua y la sangre de la vida albergada en cada corazón…

 Emmanuel Sicre SJ

La difícil conversión a la alegría

“Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer” Lc 24,41 

Cuando uno ha pasado mucho tiempo tocándose la herida; cuando no ha dejado que siga su natural proceso de curación: DUELE, y lo peor de todo no deja de doler, con el agravante que ese dolor nos remite siempre al hecho traumático que lo ha generado; encerrándonos en un imperceptible círculo vicioso: el dolor genera reproche, el reproche genera recuerdo del hecho traumático y el hecho traumático nos actualiza el dolor.

Los discípulos todavía seguían con el dolor de la muerte de Jesús; seguían atormentándose con distintos reproches.

Cuando Jesús aparece trayéndoles la paz no le creen, piensan que es un fantasma.

Es sorprendente como los discípulos, de su miedo, de su incredulidad se convierten en creyentes de la resurrección.

Jesús no les hace ningún discurso, ni tampoco les cita las escrituras, sino que les hace mirar aquello que les esta produciendo dolor para que desde allí se dejen resucitar.

La conversión de los discípulos es de la tristeza a la alegría.

Esa alegría que trae Jesús, que se hace comida y organiza la fiesta de la vida.

Cuando pasamos mucho tiempo quejándonos de nuestras desgracias, cuando no paramos de auto-compadecernos, cuando somos las victimas y los incomprendidos de la historia, se nos hace difícil reconocer la alegría y la paz que irrumpe en medio de nuestras vidas.

Y cuando la alegría del resucitado entra en la vida, ella se hace misión.

Tu corazón sabe que no es lo mismo la vida sin Él; entonces eso que has descubierto, eso que te ayuda a vivir y que te da una esperanza, eso es lo que necesitas comunicar a los otros. Evangelii Gaudium 121

Raúl González

Programa de Liderazgo y Análisis Político

El Programa en Liderazgo y Análisis Político del CIAS ( Centro de Investigación y Acción Social– Jesuitas Argentina ) ya tiene sus primeros 30 alumnos.

Luego de un arduo proceso de selección, del que participaron más de 260 candidatos, el Comité de Selección eligió a un grupo de 30 participantes para la primera edición del Programa, que comenzó el siete de abril.

El Programa en Liderazgo y Análisis Político busca formar y movilizar una nueva generación de líderes políticos al servicio de la sociedad. Para ello, creamos una red dinámica de personas unidas por una profunda amistad cívica, más allá de toda ideología política, una vocación compartida por la política como herramienta de cambio y justicia social.

El Programa es una propuesta inédita que combina cursos teóricos para el dominio de capacidades analíticas y de diseño de políticas públicas, con talleres prácticos, estudio de casos, debates y simulaciones de escenario para que los estudiantes maximicen sus habilidades de liderazgo, negociación y generación de capital político.

Con el fin de brindar a los mejores estudiantes la oportunidad de realizar prácticas en el Poder Ejecutivo o en el Poder Legislativo; el CIAS ha firmado Convenios y colabora con las principales agrupaciones políticas. Además, El CIAS organiza un viaje de integración a Georgetown University, Washington D.C. para los alumnos más destacados del Programa. Mediante esta experiencia nuestros egresados podrán interactuar con políticos, funcionarios y académicos de reconocimiento internacional. El CIAS ha diseñado un sistema de Becas para ayudar a los estudiantes en forma proporcional a sus necesidades y méritos académicos. Todos los estudiantes recibieron becas desde el 50% al 100% del coto total del Programa. Con vocación universal el CIAS trabaja y dialoga, más allá de orientaciones personales, cultura y fe propia, con todas aquellas personas que entienden la política como servicio a los demás y especialmente a los más pobres.

La Responsabilidad

Leyendo lo que escribió el italiano Alejandro Pronsato sobre la responsabilidad, advierto que juega con esa palabra y dice que sufre terriblemente de soledad.

“He salido a buscar la palabra responsabilidad –escribe-. Por un lado, he oído a un criminal protestar: ‘No me siento culpable de nada, los otros eran los que decidían’.

También he tenido ocasión de oír a un político que no contestaba las gravísimas acusaciones contra él, justificarse descaradamente diciendo: ‘No entiendo de ninguna manera por qué tienen que extrañarse de estas cosas, todos hacían lo mismo’. Y hace tiempo también escuché declarar solemnemente a un hombre de Iglesia: ‘No tenemos que pedir perdón por nada’. O sea, me he dicho entonces, la situación es dramática. Y me he precipitado con evidente inquietud a buscar en una docena de diccionarios la palabra ‘responsabilidad’. Tenía miedo de que la palabra hubiera desaparecido, estuviera fuera de circulación, estuviera excomulgada.

Sin embargo, dando un suspiro de alivio, he podido comprobar que todavía existe, pero que está en un estado lastimoso. Está vieja, decrépita, con el rostro devastado por las arrugas; la piel marchita, signos evidentes de desnutrición y hasta de malos tratos en todo el cuerpo. Con un cierto olor a moho y vestida totalmente fuera de moda, de una manera casi ridícula”.

Con este modo irónico de expresarse, Pronsato, al jugar con la palabra responsabilidad, está remarcando la carencia de responsabilidad, o sea, la falta de costumbre de hacernos cargo de las cosas. Si buscamos en el diccionario la definición de “responsabilidad” encontramos la siguiente: “Condición de quien es responsable de algo”. Y si buscamos “responsable”, leeremos: “Aquel que debe dar cuenta de sus acciones y de las ajenas”. Es una palabra que viene del latín “responsare” es decir, responder.

En un mundo donde nadie quiere responder, donde todos preferimos hablar, denunciar, condenar, interpelar, protestar es como que hay muy pocos que quieren responder.

Por otro lado, la palabra “responder” tiene otra palabrita metida adentro que es “respondus”, que significa “peso”.

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Es decir, que la Responsabilidad puede ser un peso fastidioso, difícil; que es incómoda de llevar, y la gente quiere liberarse de la responsabilidad lo antes posible.

Es una palabra que todos aman, pero la aman en brazos de los otros. Diríamos así: Hay gente habilísima para descubrir, para desenmascarar responsabilidades, pero en los otros. Lo hacen –o lo hacemos- a veces por oficio, y encontramos en ello un gusto loco, pero rara vez decimos “fue culpa mía” o “yo también me siento responsable al menos en parte de las cosas que suceden”.

La responsabilidad suena a algo engorroso que complica las cosas; algo opresor, que pareciera no respetar la libertad de los individuos, su espontaneidad.

Pero, en realidad, es al revés. Un hombre es libre sólo si es plenamente responsable.

Podemos recordar dos testimonios lindos de lo que implica comprometerse, de lo que significa la “responsabilidad”. Una es de Pieter Van Der Meer De Walcheren, autor del libro Nostalgia de Dios, en el que escribió: “Me es imposible desterrar de mi atención los sufrimientos de la humanidad, todos los sufrimientos tanto corporales como espirituales; no quiero gozar de reposo mientras los pobres, los mendigos y los vagabundos amenazados por el hambre y por el frío están, ahora, durmiendo entre harapos en los túneles y escaleras del subte; solamente porque allí, en el aire enrarecido del subterráneo, se está más caliente”. Y agrega: “Esta miseria me concierne, soy también responsable de esta miseria”.

El otro testimonio es el que describe Antoine de Saint Exupéry en la experiencia de su amigo y colega aviador Henri Guillaumet, quien vivió en la cordillera de los Andes algo similar a lo que padecieron los rugbiers uruguayos cuyo avión se estrelló en esas cumbres.

Lo de Guillaumet ocurrió muchos años antes. Perdido por una tormenta, su avión aterrizó a los tumbos en la cordillera, pero él se salvó y tras caminar seis días, casi congelado, llegó hasta el lugar donde lo rescataron. Quedó internado en un hospital de Mendoza y luego en un hotel para restablecerse. Saint Exupéry lo fue a visitar, y nunca se olvidó de lo que su amigo le dijo acerca de la responsabilidad en medio del relato de su tremenda experiencia: “En la nieve se pierde todo instinto de conservación. Después de 2 o 3 días de marcha sólo se desea el sueño, es decir morir: `he hecho lo que he podido y ya no tengo esperanzas ´, me decía yo en aquellos momentos. ¿Por qué obstinarme en este martirio? Me bastaba cerrar los ojos para lograr la paz en el mundo, para borrar del mundo las rocas, los hielos y las nieves. Apenas cerrara mis pupilas no habría ni golpes ni caídas ni músculos desgarrados ni quemantes hielos, ni ese peso de la vida cuando se vuelve más pesada que un carro. Esto era lo que yo deseaba, pero a la vez me decía a mí mismo:

‘Si mi mujer cree que yo estoy vivo, me imagina caminando, los compañeros creen que yo camino también, todos tienen confianza en mí, por lo tanto, soy un canalla si no me pongo de pie y camino’.

Entonces, yo me ponía de pie y caminaba. Lo que salva es dar un paso más. Es siempre el mismo paso que se vuelve a dar. Lo que hice –se confesó Guillaumet con su amigo-, te lo juro, creo que ningún animal lo hubiera hecho”.

Saint Exupéry dice que su grandeza, la grandeza de Guillaumet, fue sentirse responsable.

Responsable de ser fiel a los compromisos con aquellos con quienes se había comprometido. Era responsable de él y de los que lo esperaban; tenía en sus manos las penas y las alegrías de ellos.

Hay que tener en cuenta que ellos, Guillaumet y Saint Exupéry, eran los encargados del correo del sur, por lo tanto, llevaban consigo muchas cartas. Guillaumet era responsable de lo que se construye de nuevo allá entre los vivos y en lo cual debe participar.

En definitiva, dice Saint Exupéry, lo que salvó a Guillaumet fue ser hombre. Eso significa ser responsable con las personas con las que estamos comprometidos, aquellas que llevamos colgadas del corazón.

Creo que es una imagen muy linda de lo que significa esta palabra desgastada. Por un lado la responsabilidad de aquellos que nos quieren y por otro, la responsabilidad de lo que es mi misión.

Hay que volver a reencontrarse con la responsabilidad y no suponer que es una carga pesada, sino que las personas responsables, no obsesivamente sino sanamente responsables, también son libres y sobretodo son confiables. Cuando no cumplimos, cuando no nos comprometemos, la gente comienza a alejarse, a no acercarse porque sabe que no le cumplimos, que le fallamos; entonces toman distancia y terminamos perdiendo nosotros mismos.

Responsabilidad es responder por aquello con lo que uno se ha comprometido, por aquello por lo que nos van a pedir cuentas la gente, nuestra conciencia y también Dios. Este es el desafío. Juan Pablo II decía una frase fuerte que siempre me pegaba.

Decía que un modo de poder ponderar la dignidad de una persona, en el sentido de una dignidad onda del corazón, es ver qué capacidad tiene de saber sostener los compromisos tomados. De hacernos cargo de las cosas.

Esta es una definición humana muy justa. Y tengamos en cuenta que, compromiso significa compartir una promesa, no es algo doloroso, es algo lindo, una promesa común, que la comparto con aquel con quien estoy codo a codo.

P. Ángel Rossi SJ

 Fuente: Periódico Encuentro

Y si nos detuviéramos ¿Qué pasaría?

Pasa que cuando uno se detiene o se asienta, todo lo que estaba en movimiento se agolpa en el interior buscando continuar el movimiento. En esto seguimos las leyes de la inercia física. La pregunta podría ser: ¿qué detiene el movimiento interior? ¿Qué sucede con lo que estaba en movimiento cuando nos aquietamos?

Cuando nos encontramos en el fragor del trabajo, de una relación o de una circunstancia que nos activa intensamente, todas nuestras fuerzas vitales trabajan al mismo tiempo en pos de lo que estamos viviendo. Incluso las violencias ejercidas o padecidas de nuestro actuar en el mundo se configuran como movimientos. Son golpes de estímulos a la sensibilidad, golpes de conciencia. Nuestro cuerpo que sabe del mundo más que nosotros mismos registra absolutamente todo lo que vivimos.

 El gran shock que padecemos en el aquietarnos es el del silencio. Cuando nos callamos, surgen de nosotros todas aquellas palabras, frases, imágenes, ideas, pensamientos, sentimientos por decir. En efecto, cuando dormimos los sueños configuran un mundo simbólico hilvanando muchos de estos materiales. Por eso es necesario de vez en cuando detenerse. Allí se fragua la vida feliz. Sólo el detenerse produce vidas felices. Detenerse de qué, si no hago nada, podrán decir algunos más sedentarios. Detenerse de lo que sea que viene sucediendo en nuestra vida. Detenerse y silenciarse para reconocernos, sentirnos sentir.

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Y una vez que se agolparon todos los movimientos en el ‘paragolpes’ de nuestra conciencia: comunicar. La única vía de escape para soportar la inercia en la detención es la de comunicarse.

 Primero, con uno mismo.

Relatarse a uno lo que se vive como hablando con alguien a quien deseamos. Porque la inteligencia narrativa ejerce una doble función de integración del acontecimiento que vivimos –y hasta el límite de anularlo- y de exaltación del acontecimiento, hasta el punto extremo en que el acontecimiento mismo engendra sentido. Tomar contacto de ese diálogo sincero con lo que nos sucede es casi la gran tarea a la que nos deberemos comprometer si deseamos una vida feliz.

 Segundo, comunicarse (como sea) con otro, es la otra fórmula de salir del solipsismo.

Sea como sea que se pueda decir. Aquí la creatividad tiene que ser fecunda. Cada palabra, gesto, dibujo, canción, silencio, mirada… será una curación. Sentirás el alivio de sentirte vivo sólo si comunicas lo que vives sea lo que sea que padeces, como sea que se pueda comunicar.

 Detenerse y contemplar el verbo. ¿Qué estoy haciendo? Y permanecer allí. Sereno, sin hacer más que sentir lo que sientes. Alabando la inmovilidad ante lo incambiable. Dejando ser lo que es. Que es lo más real, y sólo la realidad cura. Solo la aceptación agradece.

 Emmanuel Sicre Sj

Semana Santa en Nuestra Señora de Itatí

El núcleo “Nuestra Señora de Itati” expresa su gusto y sentir en esta Semana Santa. La Semana Santa se vivió en Santa Brígida en Común – Unidad: comunidad.

Es detacable durante esta Semana Santa, la disponibilidad de los vecinos en el Domingo de Ramos cuando llevaron a bendecir sus Ramos y laureles ; asistieron a los diferentes espacios de Oración; participaron de las Misas , del lavatorio de pies y la última cena; siguieron el Vía Crucis que fue representado por las calles del barrio el Viernes Santo y, cerrando la semana, en la Misa de Resurrección.

Estas Celebraciones permitieron a la Comunidad confirmar con alegría la elección de seguir a este Jesús dio la vida por nosotros por Amor y con Amor, y está entre nosotros.

 

Vía Crucis con Fe y Alegría

En nuestro Centro Educativo FE y ALEGRIA en Resistencia (Chaco) la Semana Santa se vivió con mucha participación. Como en años anteriores, se realizó un Vía Crucis por las calles del barrio, organizado y dirigido por docentes y estudiantes del nivel secundario de Fe y Alegría. Cada estación fue representada en distintas casas de vecinos que ofrecieron el espacio para reflexionar sobre la Pasión de Cristo en sus pasos hacia la cruz. El objetivo fue llevar el mensaje de paz, amor y esperanza, y que la comunidad se encuentre unida y hermanada.

Los niños de primaria representaron la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en el Domingo de Ramos; un alumno entró montado a caballo a la escuela y todos sacudieron en alto sus ramos con alegría.

Finalmente, los más pequeños de nivel inicial, hicieron dibujos y actividades en torno al pan que Jesús compartió con sus discípulos en la última cena.

De esta manera se vivieron los principales momentos de la Semana Santa en comunidad, ofreciendo a cada fecha un significado distinto y promocionando una cultura del encuentro, como propone el Papa Francisco; comunicación cercana, sentir con el otro, salir de uno mismo para brindarse a los demás. Este fue el mensaje primordial.

 

Resurrección

Lo que Dios quiere donarnos con la resurrección es una vida más grande que aquella a la que nos vamos acostumbrado, una vida más plena que la que nos damos a nosotros mismos, una vida más rica que la que decoramos con dinero, una vida más honda que la que apenas rozamos con nuestro corazón, una vida más entera que la que se nos fragmenta con el estrés, una vida más alta que la propuesta por la cultura, una vida más musical que ruidosa, más carnal que sensual, más espiritual que boba, una vida más llena de él en los hermanos y menos del propio ego, una vida más libre y menos esclava, una vida más luchada y menos fácil, una vida cada vez más amplia y generosa llena de rostros, una vida más divina, y por tanto más humana. Como la del Resucitado.

Emmanuel Sicre SJ

¿Qué no encontramos?

El relato del evangelio del día de hoy es una sucesión de cosas no encontradas

Las mujeres, Pedro y el otro discípulo no encuentran

…la tumba cerrada por la piedra…

… a Jesús muerto amortajado con la vendas…

… el rostro de Jesús cubierto con el sudario…

… a Jesús muerto dentro del sepulcro…

… el lugar donde lo han puesto…

 y todavía no habían comprendido que… él debía resucitar (Jn 20,9)

Cuando no encontramos lo que deberíamos encontrar…

Cuando ya ha terminado el tiempo del dolor…

Cuando la angustia ya no se cierne sobre nuestras cabezas

Cuando la incertidumbre ha dejado de ser esa cosa moleta que nos remuerde la consciencia

Cuando el otro ha dejado de ser nuestro enemigo…

Entonces la historia ha empezado a tomar otro rumbo….

Entonces tal vez debamos empezar a comprender que debemos resucitar con Él.

Raúl González SJ