Entrar Junto a Jesús a Jerusalén
/en Espiritualidad, Laicos y Jesuitas /por adminEl próximo Domingo comenzamos la Semana Santa, “Semana de Turismo”, “Semana de la cerveza” (para nuestro calendario secularizado en el Uruguay) y allí una vez más el Señor nos invita a acercarnos a Él con sencillez y abrir el corazón a las gracias que quiera regalarnos. El desafío será el de “acompañarlo”, estar cerca de Él y dejarnos “mirar” en su itinerario hacia la muerte y resurrección. En efecto, la “mirada del Señor” derrama misericordia en abundancia y puede limpiar nuestras miradas de tantas oscuridades que nos nublan el corazón y ensombrecen el rostro.
Podemos sin embargo “desviar la mirada”, llenar nuestro corazón de consumo y superficialidad, embriagarnos de nuestro yo autosuficiente y perdernos la oportunidad de conversión que el Señor regala en su camino de cruz y resurrección. ¿Cómo deseamos vivir esta Semana Santa?
El desafío para cada uno de nosotros será el de “entrar junto al Señor a Jerusalén”, allí se juega su suerte y los invito a pedir la gracia de saberlo acompañar en sus momentos de mayor soledad y abandono. El Señor entra a Jerusalén aclamado por el pueblo sencillo que reconoce en El a un profeta. En su corazón se entremezclan sentimientos (sabe que va camino al sufrimiento y el abandono, pero se alegra del gozo del pueblo sencillo).
Al comenzar esta Semana Santa nos puede ayudar ubicarnos con la vista imaginativa nosotros a la puerta de Jerusalén, allí como los discípulos y la multitud, en la entrada del Señor a la ciudad para ir a la cruz y dejarnos preguntar por el Señor: ¿Venís conmigo? ¿Entrás conmigo en la Pasión?
“Cuando llegó el tiempo de su partida de este mundo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén” (Lc 9, 51-52). Es interesante porque en la versión griega para decir que “tomó la decisión” dice que Jesús endureció el rostro y se encaminó. Hay decisiones y pasos en la vida de todo hombre, y también de Cristo, que hay que darlos así, endureciendo el rostro, apretando las mandíbulas y “encarando”.
Hasta ahora los discípulos venían siguiendo a un hombre fascinante, un hombre capaz de pronunciar palabras encantadoras de bondad, de misericordia, de humildad, de sanación. Ahora el seguimiento (si se mantienen en la decisión de hacerlo), va a tomar la forma del despojo. ¿Mi ser cristiano conoce el valor del despojo? ¿Deseo la gracia de seguir a Jesús aun cuando me visiten contradicciones o mi cristianismo pasa sólo por algunas prácticas que no arriban al corazón?
En ese camino que va desde la puerta de la ciudad (Domingo de ramos) hasta el Gólgota (el viernes santo) y el sepulcro abierto (domingo de Resurrección) hay un lugar que el Señor se reserva para mí, hay un momento dentro de la pasión que es para mí y el desafío, si decido entrar con todo el corazón a la pasión, es encontrarlo. No entramos a la pasión con nuestra voluntad y por ser fuertes en el seguimiento, se trata de humildemente pedir la gracia de acompañar al Señor, de caminar tras de Él.
El Señor que mirándome me pregunta: ¿Cuál es la gracia que estoy necesitando recibir? Para algunos será el recuperar la paz interior, para otros retornar al camino de la alegría y la esperanza, otros necesitarán integrar una pérdida, muchos deberán liberar sus ojos para ver la realidad transfigurada, otros necesitarán recuperar la confianza en sí mismos y en Dios. Para cada uno Dios tiene una pedagogía especial y nos ama de manera individual, respetanto nuestra historia personal.
En esta línea el Cardenal Van Thuan (fallecido hace unos años, preso en Vietnam por el régimen comunista) nos invitaba a rezar: “Ven, Señor Jesús, busca a tu oveja extenuada. Ven Buen Pastor. Tu oveja ha andado errante mientras tú tardabas, mientras tú te entretenías por los montes. Deja tus noventa y nueve ovejas y ven a buscar ésta. Ven sin perros. Ven sin rudos asalariados. Ven sin el mercenario, que no sabe pasar por la puerta. Ven sin ayudante, sin intermediarios, que ya desde hace tiempo estoy esperando tu venida. Sé que estás a punto de llegar. Ven Señor Jesús. Búscame, rodéame, encuéntrame, levántame, llévame”.
En la Semana Santa tendremos la posibilidad de sentarnos a la Mesa junto a los nuestros, compartir el pan y volver a realizar el memorial de nuestra salvación. Allí en la Ultima Cena se nos regala el Pan que nos da la vida en abundancia, se sella definitivamente una alianza de Amor y el Señor se nos dona hasta el extremo.
Tendremos la oportunidad de “dejarnos lavar los pies” por el Señor (símbolo por excelencia del abajamiento y la entrega). Ese Dios que se “abaja” por amor a nosotros y nos invita a vivir todas nuestras capacidades y poderes en la dinámica del servicio. Si nos animamos a “dejarnos curar las heridas” por el Señor podremos ser “sanadores heridos” que trabajen en el mundo por la fraternidad y la justicia.
Van Der Meer en su diario “Nostalgia de Dios”, hablando de su conversión que fue un Viernes Santo frente a la cruz en Notredame dice: “El viernes santo, entre las doce del mediodía y las tres de la tarde encontré las respuestas a todas las grandes preguntas de mi vida”.
Entrar de corazón a la Pasión, en esta entrada a Jerusalén, es ponerse así frente al Señor despojados, sin condiciones, sin protocolos ni maquillajes para encontrarnos ahí donde nos espera, para escuchar la palabra que tiene para cada uno de nosotros. Sabiendo que el Señor no nos defrauda, que no se deja ganar en generosidad.
Caminemos por tanto tras el Señor que carga con nuestros pecados, levantémonos una y otra vez junto a El de nuestras caídas y animémonos a estar al pie de la cruz junto a María y algunas mujeres. Allí se nos regalará a nuestra Madre “Mujer ahí tienes a tu Hijo”, allí el Señor nos dirá que tiene “Sed” de cada uno de nosotros; allí el Señor dirá que “Todo está cumplido” y nos revelará qué sentido tiene en la vida el dolor y el sufrimiento humano. Los invito y me invito a “estar junto a Él”, saber recoger su cuerpo entregado y avizorar el sábado la esperanza de la resurrección. En efecto sólo quienes saben de acompañar el dolor del crucificado experimentarán la alegría y el gozo de la Resurrección.
Deseemos por tanto vivir una Semana Santa en la cercanía del Señor, con profundidad y hondura, con silencio y contemplación. Ojalá que podamos sentir que este “dolor” de la entrega del Señor nos concierne y la alegría que emerge de la Pascua tiene poder para transformar nuestras vidas pequeñas en oasis de gozo y felicidad. Como cristianos tenemos el enorme desafío de testimoniar esta alegría a nuestro mundo, pero créanme que será imposible vivirla si antes no atravesamos el sendero estrecho de la pasión donde se nos redime de nuestras flaquezas.
El Señor pone su mirada en tu historia y te pregunta: ¿Te animas a entrar junto a mí a Jerusalén? ¿Te animas a caminar conmigo por el camino de la Cruz? ¿Te animas a consolar a mis hermanos? Ojalá que podamos dejarnos mirar por el Señor y recibir la gracia que Él tiene reservada para cada uno de nosotros.
Fabián Antúnez SJ
Los Mandados de Jesús
/en Espiritualidad, Laicos y Jesuitas /por adminJesús entra en Jerusalén “manso y montado en un asna y un burrito”. Les mandó decir a los dueños que se lo presten, que “los necesita y se los mandará de vuelta enseguida”.
Es un pedido como los que hace la gente humilde: “prestame que necesito. Te lo devuelvo enseguida”. La palabra que usa es “aposteilo” – la misma que usa para sus “enviados”, los apóstoles: aquí es “les mando de vuelta el asna y el burrito”. Son “los mandados de Jesús”.
Y se me ocurre que una cosa es esta de “los mandados”. Siempre me sorprende en el Hogar la disponibilidad que tiene la mayoría de los más pobres para hacer un mandado en el momento mismo en que les pido. Con otras personas me cuesta más, por ahí llamo a un colaborador y me dice “ya voy”, pero tarda un rato, porque está ocupado en otras cosas. Los pobres que ayudan también están ocupados, pero apenas les digo “podés venir un momento”, dejan todo y vienen “inmediatamente”, como dice Jesús. Es que no consideran “las cosas que están haciendo” como suyas. El jueves que había paro, al ir llegando al Hogar vimos que no había pasado el camión de la basura. Les pedí ahí nomás a los que estaban en la cola para el desayuno si me daban una mano para llevar las bolsas hasta uno de esos volquetes nuevos que están a una cuadra. Dos me siguieron antes de ver bien lo que había que hacer, ahí nomás se les sumaron otros tres y a dos que los vi hacerse los desentendidos, cuando volvíamos para una segunda tanda (porque era mucha basura), ya estaban viniendo con algunas bolsitas en la mano.
Hace unos días también tuve una situación con esto de los mandados. Uno de los huéspedes se había enojado mucho porque decía que lo mandaban siempre a él a las tareas y a otros no y que lo habían tratado mal. Me esperaba porque “quería hablar con el director”. Lo escuché un rato y dejé que me contara todo y cuando terminó con sus quejas (que como yo hacía silencio repitió dos o tres veces) le pregunté: “Y ¿qué era lo que te mandaron?”. Puso cara de “qué tiene que ver” y dijo “a lavar los platos”. Yo puse todo el énfasis que pude y le dije ¡¿Lavar los platos?! En el Hogar lavar los platos es un honor!. Te cuento que el otro día tuve que reemplazar en la cocina a Favio que se tenía que ir al médico y no había otro y me tocó lavar una olla. No sabés lo contento que estuve lavando esa olla. Hacía como un año que no lavaba una. Varios me ofrecieron deje padre, pero yo la lavé con gusto… Yo iba hablando y de golpe lo miro y me doy cuenta de que le caía una lágrima. ¡Una lágrima! Una sola. Se la enjugó con la manga y me dijo: No padre, yo estuve mal. No fue que me forrearon. Yo fui mal, estaba con bronca. Ya está. Ya entendí.
Hay otras personas que para que hagan una tarea que no les gusta mucho o que les pidieron de improviso uno les puede explicar horas y hasta años enteros por qué conviene que hagan algo y siempre hay un sí, pero… en el fondo me estás usando. Como soy de esas personas y muchas veces, cuando estoy entre pares, me fijo quién es el que me pide y si no le toca a otro, no tengo empacho en decir que en esto los pobres me enseñan (nos enseñan, si queremos aprender). Nos enseñan la pobreza de espíritu que tiene su termómetro en la rapidez y el gusto con que uno “hace los mandados”.
Me animaría a decir que así como el amor se nota en la alegría (tanto amo cuanto estoy alegre) y la humildad en las humillaciones (la medida de mi humildad la da la medida de las humillaciones que soy capaz de soportar sin hacer caras ni reclamos), así la pobreza de espíritu se nota en la prontitud para los mandados, especialmente esos imprevistos que me hace cualquiera en cualquier momento.
En la oración del Huerto, todo el diálogo del Señor con el Padre es acerca de este tema: “No se haga lo que yo quiero sino lo que tú quieres”. “Si es posible, que pase y se aleje de mí este cáliz, pero si no puede pasar sin que yo lo beba que se haga tu voluntad”.
Y así como él está atento a “los mandados del Padre” quiere que sus amigos estén atentos a los suyos: le encanta que le pregunten “donde quieres que te preparemos la cena de Pascua” y, cuando está rezando en el Huerto, les manda que lo acompañen, que le estén cerca, rezando a su lado. Les reprocha que no hayan podido velar una hora con él, en ese momento tan importante, el más importante de la historia. Sin embargo el reproche es de amigo y más por ellos mismos que por él, para que saquen enseñanza y no se pierdan las oportunidades grandes de mostrar su amor en pequeños mandados.
El Cireneo puede ser ejemplo de estos “pobres” que pasan por allí y les encajan la cruz como mandado: lo forzaron, dice Mateo, a que llevara la cruz. En general son los pobres quienes se ven “forzados” a llevar la cruz. Otros sabemos zafar. La cuestión es que el Cireneo –más forzado o menos- quedó como ejemplo en esto de los mandados en los que, sin saberlo, estamos ayudando al mismo Jesús.
También podemos reflexionar en los otros “mandatos”: los de los que le dicen al Señor: “Bájate de la cruz”. Esos no los obedece. Y eso que “hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
José de Arimatea siente el “mandato” interior de hacerse cargo del cuerpo del Señor y se anima a pedírselo a Pilato. María Magdalena y la otra María, “se quedaron allí sentadas enfrente al sepulcro”. Eran las más pobres de espíritu y por eso fueron las primeras mandadas por el Señor resucitado: “Vayan, anuncien a mis discípulos que vayan a Galilea, que allí me verán”.
El ser apóstoles tiene que ver con esta “actitud existencial” de ser pobre de espíritu que se concreta en un estar pronto para los mandados. Eso es lo que hoy llamamos “voluntariado”: la gente que se ofrece para colaborar en lo que se le mande, en lo que haga falta. Es el sentido del voluntariado: así como el sentido social se ve en la capacidad para conmoverse y sentir lo que les pasa a los otros como propio, el sentido del voluntariado se ve en la prontitud para los mandados, lo que en el lenguaje de San Ignacio se llama “disponibilidad”.
La petición al Rey eterno que entra en Jerusalén será: “pedir gracia a nuestro Señor para que no sea sordo a su llamamiento, mas presto y diligente para cumplir su santísima voluntad” (EE 92).
Esta prontitud para los mandados Ignacio la ejemplificaba con “dejar la letra comenzada”. Cuando te pedían algo, si uno estaba escribiendo una carta, ser capaces de dejar no sólo la carta o la frase sino “la letra comenzada”.
Diego Fares sj
Servir, servirse o servicio
/en Espiritualidad, Laicos y Jesuitas /por adminHoy en la liturgia leeremos el lavatorio de lo pies y la conclusión será que lo nuestro es el servicio…
Yo hoy me preguntaba: ¿Cuál?
Ciertamente muchos de nosotros somos «muy profesionales» a la hora de planificar nuestro servicio pastoral. Para realizar nuestros proyectos nos servimos de un montón de recursos, personales, sociales e institucionales, y esto hace que nuestro servicio sea de calidad, pero sin negar esto, me parece que el evangelio se refiere a otra cosa.
Por otra parte, muchas veces ponemos nuestros dones y talentos naturales o adquiridos al servicio de los demás y esto es muy bueno, y los que creemos en Dios e intentamos seguir a Jesús debemos hacerlo, pero creo que en el evangelio se trata de otra cosa. Me explico.
Cuando Pedro, reconociendo que si no se deja lavar los pies por Jesús no tendrá lugar en el proyecto de Dios en Jesús, le pide al señor que le lave todo el cuerpo, Jesús le responde que sólo le lavará los pies porque …..
Es desde aquí que quiero iniciar este triduo pascual… el servicio que nace de la fe no es cualquier servicio sino es aquel que nace de las necesidades del otro, como el de Jesús, pues Pedro sólo necesitaba ser lavado en los pies.
Yo creo que desde la necesidad del otros es desde donde debe ordenarse todo los demás, ya sean nuestros bienes o dones naturales o adquiridos y todos nuestros recursos.
Solo así el gesto se convierte en servicio.
El resto de la reflexión se las dejo a ustedes.
Raúl González SJ
Integrar para crecer
/en Espiritualidad, Laicos y Jesuitas /por adminUna vez estaba pasando por un momento muy conflictivo, y tuve la ocasión de hacer los Ejercicios Espirituales bajo la guía de Carlos Meharu, en Montevideo. Después de varios días de escucharme e interiorizarse de mi situación, me dice cuatro palabras: “lúcidos, fuertes, buenos, libres”. Luego pasó a explicarlas: “mantente lúcido frente a todas las cosas, tal como son; como verás la cruda realidad, se fuerte; para que la fuerza no te endurezca, se bueno; para no condescender por exceso de bondad, se libre. Y así libre podrás ser más lúcido”. Además de unificarme interiormente frente al conflicto, Meharu me enseñó a complementar actitudes, buenas en sí, pero necesitadas de otras para no caer en sus propios desbordes.
Más adelante comprendí que esta sabiduría podría llamarse “integración”. Para llegar a ser yo mismo, yo misma, debemos transitar la vida enhebrando las muchas polaridades que nos constituyen: cuerpo y mente, materia y espíritu, afecto e intelecto, individual y colectivo, masculino y femenino, sexualidad y trascendencia, ciencia y fe, etc. “Integrar” es, según el diccionario de la Real Academia, “completar un todo con las partes que faltan; hacer que algo o alguien pase a formar parte de un todo”. Viene del griego “hólos”: entero, completo; y su raíz latina “tangere” (tocar) nos remite a lo “no tocado”, lo que aún está completo.
Jesús de Nazaret, “rostro humano de Dios, rostro divino del hombre”, nos regala una maravillosa integración. La encarnación del Verbo responde a esa gran necesidad nuestra de ser plenamente humanos sin dejar de abrirnos a lo divino, y la necesidad de retornar al origen fontal de nuestra existencia, sin alienarnos del mundo al que pertenecemos.
Según John O’Malley, S.J., lo que hizo de los Ejercicios Espirituales una fecunda herramienta para los primeros jesuitas, “no fueron temas concretos o su manera de articularlos. Fue, más bien, la coordinación de las partes en una totalidad integral y novedosa”. Creemos que su pedagogía del encuentro con Jesús mediante la contemplación ignaciana, conduce gradualmente a la integración de tantas polaridades que nos atraviesan. Desde la integración de las sombras y el oscuro pasado (1ª semana), pasando por la integración de una Presencia que me habita, seduce y atrae mi libertad (2ª semana), hasta hacerse uno conmigo en su existencia pascual (3ª y 4ª semana). En la Contemplación para alcanzar Amor (EE 230) que abre “la 5ª semana”, Ignacio ofrece la máxima integración de Dios conmigo y con el cosmos (cosmoteándrica), y desde aquí aparece una nueva perspectiva: el volverse uno mediante el amor. “En Dios no hay dualidad. En Dios todo es uno. Todo tiene lugar en Él”.
Agustín Rivarola Sj
Discernimiento, Danza de deseos
/en Espiritualidad, Laicos y Jesuitas, Vocación /por adminA lo largo del tiempo se han dado diferentes definiciones del discernimiento.
* Según la definición más simplista pareciera que discernir era disponer del número del teléfono celular de Dios para preguntarle en cada momento qué hacer. Evidentemente, Dios te respondería, “ya estás mayor; mira tú mismo qué debes hacer…”
* En ocasiones se ha formulado que el discernimiento sirve para “encontrar la voluntad de Dios”. Yo te diría que sí y no. Por una parte Dios no nos impone su voluntad, aunque sí tiene unos deseos fundamentales que nos los va concretando según nuestra capacidad. No es que Dios tenga siempre algo que indicarnos, Dios respeta la libertad que nos dio.
Cristo nos liberó, dice San Pablo, ¡para que fuéramos libres! Tanto así que si tú y yo no queremos, no entra en nuestro corazón ni en nuestra vida…
* Otras personas dirán que el discernimiento es el modo para saber elegir entre dos alternativas… Otra vez tengo que decirte que sí y no. No es sólo para elegir una cosa concreta. El discernimiento es tan vital que tengo que practicarlo toda mi vida.
El título de este artículo decía “danza de deseos”, ¿verdad? Hablar de baile y de deseos corrige falsas ideas que hemos podido tener del discernimiento.
El Discernimiento bien entendido, es un diálogo de deseos: los que tú tienes con los deseos de Dios. Eso sí, tus deseos profundos, aquellos que dicen quién eres tú en lo más profundo. Ese diálogo de deseos, esa danza de deseos, es para producir algo nuevo, algo que brota del corazón de Dios y de mi propio corazón y tendrá que ver siempre con el gran sueño de Dios: ¡que venga su Reino! Y su Reino tiene que ver además con el anhelo que tengo yo también –en mi propia conciencia, en mi manantial-; sueños de solidaridad, de buscar la felicidad de todos y sobre todo de los que más sufren. ¿Ves cómo discernir no puede ser algo impuesto en mi vida, que me oprima o que me la haga más difícil?
Discernir no será una imposición de Dios.
Discernir, eso sí, me va a exigir esculcar dentro de lo más profundo mío, esos anhelos más guardados y cotejarlos con los deseos de Dios y así, seguir caminando por la vida, en una tónica de discernimiento perenne; en un baile perenne, haciendo que se provoque el Reino.
¿Sabes por qué me agrada la imagen de la danza?, porque, además de que me gusta bailar, en la danza debe haber un acoplamiento perfecto entre la pareja para no tropezar. Cuanto más se acople la pareja, cuanto más se intuya los movimientos de la pareja, mejor sale el baile.
Es cierto que habrá momentos en los que tendré que decidir algo puntual o hacer una elección concreta y también para ello habré de usar el discernimiento.
Pero el discernimiento como tal es más grande que una elección específica.
Los grandes deseos de Dios se concretan, gracias a Jesús, en lo que significa Reino de Dios. Fíjate que es la palabra clave de todos los Evangelios, y por mucho tiempo, permaneció soterrada. Esto nos trajo muchas deformaciones a la Iglesia y al mundo.
Reino de Dos es una palabra técnica y hace alusión a un proyecto que tiene Dios –Madre y Padre- para con toda la humanidad. Es un proyecto de justicia solidaria, de tolerancia, de amor, de paz, de equilibrio ecológico, donde los más necesitados son los más beneficiados. Es un proyecto que incluye a todas las personas, que debe comenzar aquí en esta Tierra y que culminará un día en el seño de Dios. ¿No sientes que ahí están expresados muchos de tus anhelos?
Carlos Cabarrús, SJ
Anuario 2015 de la Compañía de Jesús
/en Laicos y Jesuitas /por adminEl cuidado de la naturaleza, defensa de los más vulnerables y una propuesta de un nuevo estilo de vida son los tres aspectos ecológicos que contempla el Anuario de la Compañía de Jesús 2015. Este Anuario está dedicado a la Ecología entendida como el problema de salvaguardar la creación “porque somos sus cuidadores debemos conocerla, quererla y protegerla”. Y “hemos sido movidos por el clamor de los que sufren las consecuencias de la destrucción medioambiental”.
Compañía de Jesús, para Periodismo Digital. 25-02-15
Jesuitas.- El Anuario de la Compañía de Jesús 2015 está dedicado a la Ecología, entendida ésta como el problema de salvaguardar la creación. En sus páginas se analiza cómo los jesuitas han ido tomando conciencia progresivamente del problema ecológico, sobre todo a raíz de su última Congregación General 35 (CG 35) celebrada en 2008. El volumen presenta algunos ejemplos de cómo podemos actuar en concreto para limitar los daños que causamos al medio ambiente.
En la CG 35 la Compañía de Jesús tomó conciencia de que ”El cuidado del medio ambiente afecta a la calidad de nuestra relación con Dios, con los otros seres humanos y con la misma creación. Afecta al centro de nuestra fe en Dios y nuestro amor a Él”. Y particularmente explicitó que el modelo de explotación de las fuentes de energía y otros recursos naturales está afectando particularmente a los pobres: ”Para escuchar, una vez más, el llamamiento a promover relaciones justas con la creación, hemos sido movidos por el clamor de los que sufren las consecuencias de la destrucción medioambiental”.
Cultura de la sobriedad compartida
Dos artículos iniciales presentan el tema en el Anuario y abordan rasgos espirituales de la Ecología donde se contemplan los tres aspectos ecológicos que preocupan a los jesuitas:
1-El cuidado de la naturaleza: los jesuitas consideran que porque somos sus ”cuidadores” debemos conocerla, quererla y protegerla.
2-La defensa de los más vulnerables: las comunidades más pobres y las generaciones futuras, siendo las poblaciones que menos han contribuido al deterioro del medioambiente son, sin embargo las más expuestas a los desastres ecológicos y las que más sufren sus efectos.
3-Una propuesta de un nuevo estilo de vida: ”el modo de vida consumista de los países que solemos decir desarrollados, así como el de las poblaciones ricas de estos países, no puede alcanzar a todos, porque el planeta no dispone de tantos recursos” y por eso necesitamos una ”cultura de la sobriedad compartida”, respetuosa con la creación y solidaria con los vulnerables.
A continuación el Anuario presenta experiencias que la Compañía ha llevado cabo o está realizando en distintas partes del mundo.
Desde África se narra cómo los jesuitas jóvenes del Hekima College (Kenia) viven el problema en comunidad y cómo una granja agrícola de Zambia demuestra que es posible lograr abundantes cosechas respetando la naturaleza.
Desde América se presente un libro de texto online sobre los grandes desafíos ecológicos desde una perspectiva integral, científica, espiritual y ética, basada en la espiritualidad ignaciana.
La contribución de Asia es abundante. Desde la experiencia de los ”amigos de los árboles” en la India, hasta la defensa del río Mekong en Camboya, la defensa de la isla de Jesu en Corea, que ha llevado a la cárcel a un jesuita y la experiencia de los jesuitas de Asia-Pacífico cuya vida transcurre en medio de ciclones y desastres naturales.
De Europa el Anuario nos trae una actividad promovida por en una escuela profesional de Portugal en su empeño por promover valores de la justicia social sin disociar la lucha contra la pobreza de los problemas ambientales.
Puedes ver el Anuario 2015 haciendo click Aquí
Fuente: www.cpalsocial.org
Cruz Gloriosa, Pascua Crucificada
/en Espiritualidad, Laicos y Jesuitas /por adminDicen los chinos que el invierno contiene la primavera, que ella fecunda el verano, el cual engendra el otoño para hacer nacer al invierno. Nosotros podemos decir que la dinámica pascual es semejante: la Pasión contiene la Gloria, y la Pascua conlleva una cruz. Acostumbrados a vivir por separado ambas realidades de cruz y gloria, proponemos asumirlas como dos polaridades existentes en cada una: la cruz engendra la gloria, y ésta contiene la cruz.
El dinamismo de glorificación está ya contenida dentro de la cruz, pero también la gloria entraña una dimensión crucificante, al menos mientras vivimos como peregrinos en esta historia.
Momentos de pasión, crisis, sufrimiento, contienen grandezas que no aparecen en otras instancias. Son como esas cualidades que surgen en las grandes pruebas. Podemos hacer un recorrido por los relatos de la pasión desde la grandeza mostrada en Jesús de Nazaret, y veremos que en la mayor adversidad se nos regala la mayor revelación. Por ejemplo, la última cena revela el amor hasta el extremo (Jn 13, 1); apenas sale Judas del cenáculo, Jesús proclama “ahora ha sido glorificado el Hijo del Hombre” (Jn 13, 31); sumido en pavor y angustia pronuncia una oración en perfecta fidelidad a sí mismo y a su Padre (Mc 14, 36); cuando lo arrestan Jesús nos revela su opción por la no-violencia, ese “ya basta” de espadas (Lc 22, 51; Jn 18, 11); mantener la calma y decir lo justo frente a tantos falsos testimonios (Mt 26, 59ss); pedir al Padre que perdone a quienes lo están crucificando, mientras estos se le burlan (Lc 23, 34). Para Santo Tomás de Aquino, la pasión de Cristo sirve como guía y modelo para toda nuestra vida, y en la cruz encontramos ejemplo de todas las virtudes (Cfr 2ª lectura del Oficio del 28 de enero).
Pero la cruz de la gloria no es algo tan frecuente de escuchar. La resurrección es secreta, nocturna y escondida, acontece a partir de la región de los muertos (1ª Pe 3, 19), bien desde abajo, en lo profundo, sin pruebas, sin testigos. A los primeros cristianos los acusaron de ladrones (Mt 28, 13), y hasta los judíos más piadosos los tenían por borrachos (Hch 2, 13). Creer en la resurrección rompió el molde machista de los discípulos, pues era creer en cuentos de mujeres (Mc 16, 11). Vivir la resurrección en comunidad significa poner los bienes en común (Hch 2, 32.34), a eso que hoy llamaríamos comunismo. A Pablo, anunciar la resurrección le trajo insultos (Hch 13, 45), lo tomaron por charlatán (Hch 17, 18), fue denunciado, azotado y encarcelado (Hch 16, 16-24). Anunciar la resurrección es motivo de burlas (Hch 17, 32), arruina fortunas (Hch 19, 19), y exaspera los intereses de todo un sindicato (Hch 19, 24 ss).
Vivir en el Resucitado tiene su cruz cotidiana, es una alegría que integra el sufrimiento, como Jesús que dice “alégrense” mientras enseña sus llagas.
En el enfoque ignaciano, es la tercera manera de humildad (EE 167), donde la mayor configuración y semejanza con Cristo se encuentra compartiendo su pobreza y humillaciones: “por imitar y parecer más actualmente a Cristo, quiero y elijo más pobreza con Cristo pobre… oprobios con Cristo lleno de ellos… ser estimado por vano y loco por Cristo que primero fue tenido por tal…”.
Agustín Rivarola, SJ
Encuentro del Cono Sur de Estudiantes Jesuitas 2015
/en Laicos y Jesuitas, Vocación /por adminDurante el mes de enero se realizo en Paraguay el ECSEJ (Encuentro del Cono Sur de Estudiantes Jesuitas) que reunió a estudiantes jesuitas de filosofía de las provincias de Brasil (4), Perú (2), Bolivia (2), Paraguay (1) y ARU (2). De nuestra provincia participamos Pablo Michel y Francisco Bettinelli. Durante el encuentro tuvimos variadas experiencias: un tiempo de integración, ocho días de Ejercicios Espirituales; visita a las distintas comunidades del país; recorrido por las reducciones jesuitas; un taller acerca de las misiones jesuitas y el pueblo guaraní dado por Bartomeu Meliá; diversos talleres enfocados en herramientas apostólicas y una semana de misión en San Ignacio, ciudad que fue fundada como reducción por San Roque González y donde ahora está el Noviciado. Además, tuvimos una breve pero muy linda salida fuera del país: cruzamos a Foz de Iguazú y visitamos las cataratas.
Quedamos muy agradecidos por el tiempo vivido.
Tuvimos la gracia, por un lado, de seguir conociendo de modo más amplio y profundo a la Compañía de Jesús con sus muy diversos matices. Valoramos tanto el tiempo compartido con compañeros jesuitas de otras provincias como el haber tenido la oportunidad de ver y gustar en profundidad la misión de la Compañía en Paraguay. Por otro lado, nos llevamos el regalo de haber sido recibidos con mucha generosidad por la gente. Ya sea en la misión, (donde tuvimos que incursionar en el guaraní) como en la visita a las parroquias y obras de la Provincia. Nos esperaron siempre con los brazos abiertos y el tereré ya dispuesto para empezar a ser compartido. Le agradecemos a Dios por tanto bien recibido.
Francisco Bettinelli Sj
Encuentro Nacional de Fe y Alegría Argentina
/en Apostolado Social, Laicos y Jesuitas /por adminFe y Alegría inicio en el 2014 una nueva etapa en dos programas nacionales: Formación para el Trabajo y Cultura de Paz, en respuesta a los diagnósticos y demandas realizadas por las comunidades donde trabajamos, a lo largo de los últimos años.
Fue así como surgió la urgencia de responder a la preparación de nuestros beneficiarios para el mundo laboral, así como para, frente a un contexto de violencia generalizada, adquirir habilidades para la transformación personal y comunitaria en pos de una cultura de paz.
Creemos que para que se logre la transformación social en nuestro país, más concretamente en las comunidades con quienes trabajamos, necesitamos de capacidades personales y comunitarias que nos habiliten como ciudadanas/os protagonistas de Proyectos de Vida. Que toda mujer y todo hombre sienta y se crea capaz de generar procesos de dignificación a través de su Ser y Hacer cotidiano en cualquier ámbito que se encuentre.
Por eso, nos juntaremos a nivel nacional todos los equipos regionales, directivos , representantes pedagógicos del programa FpT (Formación para el trabajo), profesionales y/o responsables de CdP (Cultura de Paz) y miembros del equipos nacional, en Salta capital los días miércoles 18 y jueves 19.
Los objetivos del próximo encuentro:
Abordar la educación en competencias como paradigma en la formación integral de Fe y Alegría
Articular e integrar todos los programas y ámbitos de incidencia en Fe y Alegría para un mayor impacto de transformación en nuestros centros educativos.
Fortalecer los equipos: Directivos, de los programas FpT, CdP, Gestión y Relación con el Medio.
Temáticas por día:
Miércoles: Formación en Competencias a cargo de la Prof. Anahí Viviana Mastache y equipo.
Jueves: articulación e integración de Programas nacionales y organización Proceso 2015.