Jesuitas en la Amazonía, 25 años de compromiso con los pueblos de la región
La fiesta de San Ignacio ha sido ocasión para inaugurar oficialmente el Año Jubilar de 25 años de servicio itinerante, institucional de la familia ignaciana en la Amazonía, que durará hasta mayo de 2021. De hecho, esta inauguración debería haber tenido lugar el 2 de mayo, recordando el comienzo del Distrito de los Jesuitas de la Amazonía, un momento aplazado por la pandemia de coronavirus. La inauguración tuvo lugar en una misa presidida por el arzobispo de Manaos,Mons. Leonardo Ulrich Steiner, acompañado por varios jesuitas que llevan a cabo su misión pastoral en Manaos y por el obispo auxiliar, Mons. Tadeu Canavarros, así como una representación de la familia ignaciana.
El carisma ignaciano promueve el espíritu misionero, la experiencia del amor incondicional de Dios, la búsqueda de encontrar a Dios en todas las cosas y en todo amar y servir. Según el Padre David Romero, superior de la Preferencia Apostólica Amazónica, «cuando el grupo apostólico fue creado aquí, algo más institucional, fue un gesto de valoración de la importancia de la Amazonía». Afirma que «en esa época el provincial vivía en Salvador, Bahía, muy lejos, visitaba tal vez una vez al año. Valorando la Amazonía, viendo la importancia, la Compañía creó esta presencia institucional, a través de un superior local».
La Amazonía ha tenido una importancia especial en los últimos años. El actual superior de los jesuitas en la región, afirma que «a través de Laudato Si, a través del Sínodo, el mundo está mirando a la Amazonía», algo asumido por los jesuitas, «respondiendo a los desafíos, acompañando a los indígenas, el servicio a los migrantes, la evangelización a través de nuestras parroquias, el SARES, con la articulación socio-ambiental, también el trabajo de espiritualidad», según el Padre David Romero, que destaca que se trata de un trabajo eco-socio-ambiental. Actualmente hay unos 30 jesuitas en la región, 15 en Manaos, también en Belém y Santarem, en Pará, Boa Vista y Novo Paraíso, una aldea indígena, en Roraima, Assis Brasil, en Acre, y Porto Velho, en Rondônia.
El Padre David Romero subraya que este momento no es sólo de los jesuitas, sino de la «familia ignaciana, porque fue muy importante la colaboración con los laicos y laicas, religiosos y religiosas, esto ha crecido mucho en estos 25 años, queremos subrayar eso también». Celebrar 25 años es una oportunidad para «valorar, degustar, personas, iniciativas, valores, pistas, la presencia de tantos laicos y laicas, religiosos y religiosas», afirma.
Este trabajo, esta forma de entender el caminar de la Iglesia en la Amazonía, es el fruto de la espiritualidad ignaciana. Según el jesuita, «tenemos varios laicos que han participado en los Ejercicios Espirituales y en los ejercicios en la vida diaria, porque esta experiencia es importante, poder beber de las fuentes de la espiritualidad ignaciana. Esto ayuda a la persona a involucrarse más en la espiritualidad y realmente se convierte en parte de la familia ignaciana».
En este tiempo que vive hoy la Iglesia de la Amazonía, tiene todavía más valor lo que inspiró la vida del Padre Claudio Perani, primer superior del Distrito, ser valientes y atrevidos ante los desafíos y dificultades, y ser guiados por el Espíritu. Lo que marcó la vida del Padre Perani, sigue animando el compromiso misionero de los jesuitas en la Amazonía. Según el actual superior, «seguimos comprometidos con los pueblos indígenas de Roraima, Acre, Manaos. Desde que la Compañía de Jesús llegó a Brasil, en la época de Anchieta, es algo que permanece firme, algo que no podemos dejar». Es el lema del trabajo del Equipo Itinerante, fundado por Claudio Perani, que tiene una conexión con los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales.
Últimamente, los jesuitas de la Amazonía, ante el gran aumento de la migración en la región, por la situación en Venezuela, han asumido esta causa, «tenemos una iniciativa en Boa Vista y Manaos, donde hay un gran flujo de venezolanos», según el Padre David Romero. Junto con esto, destaca que «otro desafío es la espiritualidad inculturada, encarnada, para respetar la religiosidad y la espiritualidad de las personas que están aquí, enriqueciendo juntos, sumando, creciendo juntos en este campo de la espiritualidad», algo que se desarrolla principalmente en las casas de retiro de Manaos y Belém.
En este campo de la espiritualidad, el Superior de los jesuitas en la Amazonía destaca que en los últimos años se ha estado trabajando en los ejercicios espirituales ecológicos, «marcados por la Laudato Si y la ecología integral, la espiritualidad en la línea de la ecología integral”.
En el trabajo pastoral de los jesuitas, destaca su presencia en el mundo de la juventud, a través del programa y el espacio Magis, presente en Belém, Manaos y Santarém. Según el Padre David, «a través de este programa, los jóvenes empiezan a experimentar la espiritualidad y la visión ignaciana, y esto para nosotros es una inversión muy importante, para que los jóvenes abracen esta visión, esta espiritualidad, y así trabajar en colaboración. Pensando en el futuro, insiste en que «la idea es seguir invirtiendo en la juventud, en las personas de buena voluntad que quieran unirse a nosotros, trabajando también en la pastoral vocacional, que las personas interesadas en abrazar la vida religiosa, la vida sacerdotal, puedan ser acompañadas y encontrar la voluntad de Dios para ellas».
Fuente: religiondigital.org