Misioneros en el ambiente digital
Desde el inicio de su pontificado, el papa Francisco llama a la Iglesia a una «salida misionera». Esta dinámica impulsa a la comunidad eclesial a «salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio». Por lo tanto, entre una Iglesia accidentada que sale a la calle y una Iglesia enferma de autorreferencialidad, Francisco no duda en preferir la primera. «Entre estas calles también se encuentran las digitales, pobladas de humanidad, a menudo herida: hombres y mujeres que buscan una salvación o una esperanza».
Hoy, en las reflexiones y debates en torno al Sínodo sobre la sinodalidad, la misión de la Iglesia en los entornos digitales ha adquirido una relevancia aún más significativa frente al desafío de «caminar juntos» en la misión, en comunión y con participación. El tema aflora en varios momentos del proceso sinodal iniciado en 2021, en sus diversas fases y en los distintos documentos redactados desde entonces por la Secretaría General del Sínodo.
En las fases diocesana y continental de este proceso destaca el proyecto piloto «La Iglesia te escucha», que se propone promover la reflexión sinodal en las principales redes y plataformas digitales, con la intención de llegar al mayor número de personas posible. Por su alcance, ha sido llamado «Sínodo digital» en los documentos posteriores. Al concluir la fase de la Iglesia universal, el Informe de Síntesis (IdS) de la primera sesión de la Asamblea General del Sínodo destaca el tema «Misioneros en el ambiente digital» como título de uno de los 20 capítulos en los que se divide la síntesis de los debates sinodales llevados a cabo hasta entonces. Y «La misión en el ambiente digital» es también el tema de uno de los 10 grupos de trabajo establecidos por el papa Francisco en preparación para la segunda sesión de la Asamblea General, que se celebrará en octubre de 2024, y señalados por el mismo Pontífice entre las «numerosas e importantes cuestiones teológicas, todas relacionadas en distinta medida con la renovación sinodal de la Iglesia y no faltas de repercusiones jurídicas y pastorales».
En este contexto, queremos profundizar en las reflexiones y desentrañar las cuestiones aún abiertas, que están presentes en los dos últimos documentos del proceso sinodal, donde se ponen de manifiesto, de manera madura y articulada, los límites y las potencialidades de la «misión en los ambientes digitales». Así lo hacen el Informe de Síntesis y el esquema de trabajo preparado por la Secretaría General del Sínodo para los 10 grupos de estudio en el período que transcurre entre las dos sesiones de la Asamblea General. Con esto, queremos aportar nuestro grano de arena al debate, a la luz del sueño del Papa de una «opción misionera capaz de transformar todo», para que la pastoral «en todas sus instancias sea más expansiva y abierta» (EG 27).
Cultura digital e Iglesia sinodal
En general, el Informe de Síntesis presenta «los principales elementos que han salido en el diálogo, en la oración y en los diferentes puntos de vista expuestos» durante la primera sesión de la Asamblea sinodal, en octubre de 2023. Destaca los frutos de la reflexión «sobre los signos característicos de una Iglesia Sinodal y sobre las dinámicas de comunión, misión y participación que la caracterizan» (IdS, Introducción).
Uno de estos signos, presentado en la tercera parte de la relación y centrado en el desafío de «Tejer lazos, construir comunidad», destaca los aspectos que conciernen «al intercambio entre las Iglesias y al diálogo con el mundo» (ibid). Este signo está constituido por los «Misioneros en el ambiente digital», que da título al capítulo 17 del documento. En él, se reafirma la convergencia entre los miembros sinodales sobre el hecho de que la cultura digital es un «cambio fundamental» en la percepción y en la experiencia contemporáneas de uno mismo, en la relación con los demás y con el mundo, y también con Dios. Se reconoce, por tanto, que la cultura digital «no es tanto un área distinta de la misión, cuanto una dimensión crucial del testimonio de la Iglesia en la cultura contemporánea» y «por eso tiene un significado especial en una Iglesia sinodal» (ibid; cursivas nuestras).
Como afirma la Asamblea sinodal, «no podemos evangelizar la cultura digital sin haberla comprendido antes» (IdS 17d). Para caminar juntos no solo como Iglesia, sino también con la sociedad en general, es necesario tener en cuenta los macroprocesos contemporáneos, como la mediatización y la digitalización, que dan nuevo significado no solo a la noción de socius, sino también a las de sacrus y de religio. Tales procesos instan tanto a la institución eclesiástica como a los fieles comunes a resignificar sus prácticas religiosas para los ambientes online, activando lógicas mediático-digitales de percepción y de expresión de sus propias creencias y tradiciones. Esto, a su vez, da lugar a una verdadera «mediamorfosis de la fe». La Iglesia, por tanto, no puede concebirse simplemente como una «observadora partícipe» de estos fenómenos, porque está permeada e impregnada por diversos flujos socio-digitales que abren nuevos significados incluso respecto a la idea misma de comunión, participación y misión, temas centrales en los actuales debates eclesiales.
El Informe de Síntesis reconoce que el proceso sinodal, incluida la iniciativa del «Sínodo digital», ha mostrado «la potencialidad del ambiente digital en clave misionera, la creatividad y generosidad de quienes se comprometen en ello» (IdS 17e). Según la síntesis sinodal, existen muchas iniciativas en línea de gran valor y utilidad vinculadas a la Iglesia, que ofrecen catequesis y formación para profundizar en la fe.
Por otro lado, también hay otras prácticas digitales que abordan las cuestiones relacionadas con la fe de manera superficial, polarizada e incluso cargada de odio. Por lo tanto, se lee en el texto, «como Iglesia y como misioneros digitales tenemos el deber de preguntarnos cómo garantizar que nuestra presencia online constituya una experiencia de crecimiento para aquellos con quienes nos comunicamos» (IdS 17g). Además, considerando los límites y riesgos de los ambientes digitales (como el acoso, la desinformación, la explotación sexual y la adicción), «es urgente reflexionar sobre cómo la comunidad cristiana pueda apoyar a las familias para garantizar que el espacio online sea no sólo seguro, sino también espiritualmente vivificante» (IdS 17f; cursivas nuestras).
El informe afirma también que «las iniciativas apostólicas online tienen un alcance y un radio de acción que se extiende más allá de los tradicionales confines territoriales» (IdS 17h). Ante esto, el Sínodo reconoce que el desafío eclesial radica en cómo dichas iniciativas «pueden ser reguladas y a qué autoridad eclesiástica competa la vigilancia». Es una cuestión seria, como veremos más adelante, y es por ello que una concepción meramente geográfico-espacial de las prácticas digitales —entendidas como un «continente» aparte, «allí afuera» — no tiene sentido y es perjudicial para la acción evangelizadora. De hecho, tales prácticas y redes atraviesan e ignoran cualquier «frontera territorial» eclesiástica, tradicionalmente entendida.
En este escenario, el Informe de Síntesis propone que las Iglesias aseguren el reconocimiento, la formación y el acompañamiento de los misioneros digitales ya activos, facilitando el encuentro entre ellos, y también que se creen redes de colaboración entre influencers en general, no solo católicos, que puedan colaborar en temas compartidos, como aquellos que promueven la dignidad de la persona humana, la justicia y el cuidado de la casa común. Esta propuesta formativa y de articulación es realmente necesaria y cada vez más urgente, pero también, como veremos, igualmente desafiante.
Bruno Franguelli S.I. – Moisés Sbardelotto
@laciviltacattolica
t.ly/AySBE