Violencia Religiosa, ¿Mito o Realidad?
Una mirada profunda a los movimientos, guerras e instituciones religiosas relacionadas a hechos de violencia o crueldad a lo largo de la Historia de la Humanidad.
Por Ignacio Sepúlveda
Hace algún tiempo escribí, en este mismo blog, sobre las religiones y su relación con la violencia. En ese artículo sostenía que muchas personas tienden a pensar y relacionar las religiones con una cierta historia de violencia y con comportamientos intolerantes. De esta manera, a las religiones, tal como afirma el teólogo estadounidense William Cavanaugh, se les ha acusado de ser absolutistas, intolerantes y disgregadoras. En lo que sigue, deseo seguir profundizando lo que puede haber de mito y de realidad sobre este tema. Junto a lo anterior, quisiera plantear otra interrogante: ¿puede que el secularismo también tienda a ser violento, absolutista e intolerante?
Guerras de Religión e Inquisición
En la historia europea hay varios episodios que han marcado la percepción negativa de las religiones. Centrémonos en dos ellos: las guerras de religión y, obviamente, la Inquisición. Durante los siglos XVI y XVII, justo después de lo que fue la Reforma Protestante, Europa -según plantean muchos críticos de la religión- se vio inflamada por un fuerte sentimiento religioso. Este sentimiento religioso, que dividía la realidad entre protestantes y católicos, buenos y malos, llevó a la muerte violenta a cerca del 35% de la población de Europa central.
Es innegable que las llamadas guerras religiosas tuvieron un fuerte contenido de odio e intolerancia religiosa, pero a siglos de distancia cabe plantear nuevas preguntas y ser capaces de afinar la mirada y el análisis. Además de motivaciones religiosas, estas guerras ciertamente fueron motivadas y mantenidas por pugnas de poder entre los monarcas de aquel tiempo: los príncipes germanos y otros reyes contra el Emperador del Sacro Imperio Romano, Carlos I de España y Carlos V de Alemania (conviene recordar que muchas de las riquezas de América terminaron en estas guerras). Un ejemplo claro de que estas guerras no fueron motivadas solo por temas religiosos, se encuentra en el hecho de que más una vez las tropas católicas y protestantes se unieron frente a un tercer enemigo, como en el caso de las guerras entre Francia y los Habsburgo en donde los segundo eran apoyados por príncipes protestantes. Aquí es importante resaltar una idea fundamental: las llamadas guerras religiosas tuvieron un fuerte componente de lucha política. Es más, es posible que en estas guerras la religión fuese solo un chivo expiatorio para que distintas facciones consiguieran más poder.
La Inquisición Española, de nefasta memoria, es otro episodio que conviene analizar. Todos recordamos la leyenda negra de la Inquisición (aunque hoy en día esta leyenda está siendo seriamente cuestionada por nuevos estudios históricos), marcada por historias como las del pozo y el péndulo de Edgar Allan Poe. Pero conviene preguntar si las causas históricas de la Inquisición solo fueron religiosas o, más bien, una razón política -unificación de una nación después de una larga guerra de reconquista y de algunos intentos de sublevación de grupos religiosos- que utiliza la religión como manera de control, unificación y generación de identidad una población muy diversa. En la Inquisición, al igual que con las guerras religiosas, se puede reconocer que la violencia e intolerancia no es algo que sea producto originario de la religión, sino más bien una combinación de elementos políticos-religiosos que son utilizados por una razón que va más allá de lo meramente religioso.
La violencia Ilustrada
Sabemos que el secularismo se ha presentado – y lo sigue haciendo- como el gran remedio para la violencia e intolerancia. Extirpar los planteamientos religiosos de la vida pública y abrazar los principios de la razón ilustrada debiera traer más paz, tolerancia y desarrollo en la sociedad. Pero, ¿de verdad ha sido así? Veamos.
Con el triunfo de la Revolución Francesa en 1789 las propiedades de la Iglesia Católica en Francia fueron confiscadas para pagar la deuda nacional. Tres años más tarde, en 1792, la muchedumbre en París atacó las cárceles y masacró a cerca de tres mil prisioneros. Mucho de ellos eran sacerdotes que estaban encarcelados. En 1794 se produjo la rebelión de Vendée –cuyas causas fueron tanto religiosas como sociales y económicas- contra las leyes anti-católicas. La respuesta del gobierno revolucionario de París terminó en una gran masacre.
Las ideas de la razón ilustrada secular también se pueden ver en América. Durante el siglo XIX las nuevas naciones, guiadas por el espíritu ilustrado, se hacen con las tierras que aún no habían sido conquistadas, mientras sus habitantes originarios son trasladados “pacíficamente” a reservas. De esta manera, Estados Unidos, Argentina y Chile aumentan su territorio de manera sustancial. La explicación para justificar la usurpación de tierras era la de la razón civilizatoria: la razón del progreso se debe imponer frente a otros modelos de vida menos civilizados.
Hay muchos ejemplos más de los que se puede echar mano para mostrar que la razón secular también ha sido violenta, absolutista e intolerante con maneras de ser y formas de vida que no se adecuaban a los dictados de la razón.
En definitiva, nos volvemos a plantear la pregunta esencial: ¿son las religiones violentas, absolutistas e intolerantes o, más bien, los seres humanos tendemos a serlo?
Fuente: Entre Paréntesis