El documento final del Sínodo será aceptado como magisterio pontificio

Francisco lo reitera en la Nota que acompaña al texto votado el 26 de octubre por la Asamblea sinodal sobre la sinodalidad y aprobado por él. Subraya que «no es estrictamente normativo» y que «su aplicación necesitará varias mediaciones». Pero compromete «desde ahora a las Iglesias a hacer opciones coherentes con lo que en él se indica». Porque el camino del Sínodo hoy «continúa en las Iglesias locales».


El Documento Final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, aprobado por el Papa Francisco el pasado 26 de octubre, «participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro y como tal pido que sea aceptado». El Papa, en la Nota que acompaña al Documento, firmada ayer, solemnidad de Cristo Rey del Universo, y difundida hoy, reitera, como ya dijo con ocasión de su aprobación, que «no es estrictamente normativo» y que «su aplicación necesitará diversas mediaciones». Pero «esto no significa que no comprometa desde ahora a las Iglesias a hacer opciones coherentes con lo que en él se indica». De hecho, el documento en sí «representa una forma de ejercicio de la auténtica enseñanza del Obispo de Roma que tiene algunos rasgos de novedad», pero corresponde a lo que Francisco afirmó en octubre de 2015 sobre la sinodalidad, que es «el marco interpretativo adecuado para comprender el ministerio jerárquico».

Comunión, participación y misión

El Pontífice confirma que el camino del Sínodo que inició en octubre de 2021, en el que la Iglesia, a la escucha del Espíritu Santo, fue llamada «a leer su propia experiencia e identificar los pasos a dar para vivir la comunión, realizar la participación y promover la misión que Jesucristo le confió», continúa en las Iglesias locales, atesorando precisamente el Documento final. Un texto que fue «votado y aprobado por la Asamblea en todas sus partes», y que el Papa Francisco también aprobó y, firmándolo, ordenó su publicación, «uniéndome al “nosotros” de la Asamblea».

Los temas confiados a los diez grupos de estudio

Recordando lo que dijo el 26 de octubre, el Papa reitera que «se necesita tiempo para llegar a opciones que impliquen a toda la Iglesia», y que «esto es particularmente cierto para los temas confiados a los diez grupos de estudio, a los que se podrán añadir otros, en vista de las decisiones necesarias». Y subraya una vez más, citando lo escrito en la Exhortación postsinodal Amoris laetitia, que «no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben resolverse mediante intervenciones del Magisterio». Así como que «en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y desafíos locales».

Indicaciones que ya se pueden poner en práctica en las Iglesias locales

Francisco añade que el Documento final contiene indicaciones que «ya se pueden poner en práctica en las Iglesias locales y en las agrupaciones de Iglesias, teniendo en cuenta los diversos contextos, lo que ya se ha hecho y lo que queda por hacer para aprender y desarrollar cada vez mejor el estilo propio de la Iglesia sinodal misionera». A partir de ahora, escribe el Pontífice, «en el informe previsto para la visita ad limina cada obispo se ocupará de informar sobre qué opciones se han realizado en la Iglesia local que le ha sido confiada en relación con lo indicado en el Documento final, qué dificultades se han encontrado, cuáles han sido los frutos».

Ahora las palabras compartidas deben ir acompañadas de hechos

La tarea de acompañar esta «fase de realización» del camino sinodal, concluye el Papa Francisco, está confiada a la Secretaría General del Sínodo junto con los Dicasterios de la Curia Romana. Y vuelve a reiterar, como ya dijo el 26 de octubre, que el camino sinodal de la Iglesia católica «necesita que las palabras compartidas vayan acompañadas de hechos». Que el Espíritu Santo, don del Señor resucitado, es su oración final, «sostenga y guíe a toda la Iglesia en este camino».

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LEONARDO LIMA (CVX en Uruguay). Testimonio de un facilitador del Sínodo

El Sínodo de la Sinodalidad que finalizó en octubre de este año —en sus distintos tramos en todo el mundo— ha ido sembrando sus semillitas, generando ambientes de sinceridad eclesial, abriendo ventanas y tejiendo redes fraternas.
 
Así vamos conociendo distintas personas que han dado, no solo su tiempo que es su vida, sino también su pasión por la construcción de nuestra Iglesia en este tiempo. Tal es el caso de Leonardo Lima Gorosito, odontólogo uruguayo, de 56 años, casado, tiene 2 hijos y 3 nietos. “Participo de una comunidad de CVX —espiritualidad ignaciana— desde hace más de 25 años y estoy en el Consejo del Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal de Uruguay”, nos cuenta cuando lo entrevistamos para ADN Celam.

Pregunta: ¿Cómo llegaste al Sínodo y qué hacías como Experto facilitador?

Respuesta: Fui convocado para participar del Sínodo —con muchísima sorpresa para mí— en el rol de Experto Facilitador. Mi tarea fue la de llevar la dinámica en las mesas para ayudar a que se cumplieran los objetivos que se nos plantearon a través de la conversación en el Espíritu, que no es ni más ni menos que compartir los frutos de la oración con respecto a lo que nos tocaba discernir. Esta tarea, a priori, puede parecer medianamente fácil, pero no hay que olvidar que estamos frente a gente muy formada acostumbrada a hablar mucho y, sin embargo, en la medida que centraban su compartir en la búsqueda de lo que el Espíritu les dijo en la oración, emergía la riqueza del trabajo de la mesa.

Particularidades de un reencuentro de amigos

“Personalmente, percibí que entre una sesión y otra hubo un reencuentro de amigos en el Señor que caminaron juntos e hicieron proceso. El coro de voces distintas que se daban en el Aula era muy diverso y te hace ver la riqueza de dones que el Espíritu ha suscitado en la Iglesia”, describe Leonardo y agrega sus percepciones:

“El Sínodo ha tenido muchas particularidades, entre ellas la composición ya que han habido laicos y laicas, mujeres y consagradas con voz y voto y eso ha enriquecido muchísimo el diálogo”.

El Documento final: un aterrizaje

P: ¿Cómo evaluás el Documento Final?

R: Es muy rico y desafiante. La Sinodalidad es un proceso que hay que vivenciarlo en la Iglesia y tenemos que aterrizarlo en nuestras pequeñas comunidades para seguir escuchando con estas dinámicas qué nos está pidiendo el Espíritu que hagamos hoy en nuestros espacios para seguir anunciando a Cristo y trabajar por el Reino de Dios en la tierra.

Muy cerquita de Francisco

“Como laicos, tuvimos el regalo de que se nos concediera una audiencia papal en la Sala Clementina donde yo leí una carta en la que manifestábamos nuestro agradecimiento por haber sido convocados como peticionantes plenos”, relata Leonardo, “como miembros del Cuerpo de Cristo nos sentimos comprometidos a trabajar por el Reino y expresamos nuestra fidelidad al ministerio petrino y su importancia en favor de la unidad en la Iglesia”.

 

Encuentro con el Papa Francisco: magisterio puro

El Papa les expresó en su reunión “que los laicos no somos ‘lo que sobra’ del Pueblo de Dios sino la mayoría, que en la hora de Pentecostés estaban los apóstoles y la Virgen y todos eran laicos, que los hijos e hijas de Dios la mayoría son laicos y algunos de sus ministros también”.

“En ese sentido”, continuó Leonardo, “Francisco nos llamó a ‘desclericalizar’ la Iglesia sabiendo que los laicos somos la mayoría. La Iglesia es el santo pueblo fiel de Dios, ese pueblo de Dios que en el creer no se equivoca. Todos los laicos dicen la fórmula dogmática: El pueblo de Dios es infalible ‘in credendo’”.

 

 

Reforzando este último concepto el Papa explicó con claridad y lo cita Leonardo: “Si alguien quiere saber quién es María que hable con los teólogos, pero si quiere saber cómo se quiere a María que hable con el pueblo de Dios. Desde Pablo VI en adelante se recupera el laicado, los documentos del Concilio tienen muchas claves en esto”.

 

Una pregunta se formuló durante la reunión con Francisco: ¿Y qué hacemos con los clérigos?

Su función es de servicio, vocación al servicio. Vocación especial para servir, pero cuando un clérigo se mira a sí mismo no es un pastor sino un clérigo de estado. El clérigo es pastor y no se puede concebir sin esa dimensión pastoral.  Desclericalizar la Iglesia es quitar del clérigo cualquier función que no sea pastoral. El obispo, su servicio de gobierno es pastoral. ¿Cuál es la función de los consagrados? No son laicos ni ministros ordenados. Su función es adelantar la escatología. Son símbolo de lo que va a venir después. Tenemos que tenerlo en cuenta. Que cada uno asuma su rol como miembro del Pueblo de Dios”, recordó con alegría nuestro entrevistado uruguayo al repasar en su memoria su encuentro con el Santo Padre en el marco del Sínodo que nos muestra el horizonte eclesial al que aspiramos.

 

@ADNCELAM 
Enlace a la entrevista t.ly/COFv4

Evangelio del Domingo. “MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO”

De inmediato, Jesús elimina toda ambigüedad y confusión a la que nos pueda inducir el título de esta solemnidad litúrgica: “Mi reino no es de este mundo”. Lo que en su día Jesús le dijo a Pilato nos lo dice también a nosotros hoy. La idea que el gobernador romano de Judea tenía de la figura de un rey no es tan distinta de la que nosotros podamos tener de un rey. También nosotros asociamos la palabra rey a poder, fuerza, dominio, riqueza. Jesús niega radicalmente esa concepción de cuál es su modo de ser rey: “si mi reino fuera de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos”.

¿Está diciendo Jesús que su reino no es de este mundo, pero es de otro mundo? No está diciendo que su reino sea de otro mundo, sino que afirma que es “otra cosa”. Tiene otro fundamento, otro sentido, otra legitimidad, otra misión. Y lo expresa de este modo: “para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad”. La verdad como fundamento de su autoridad, la verdad como misión de su reinado. Pilato, o porque no entiende nada o porque entiende demasiado bien, contesta aquello de “¿qué es la verdad?”. Frase que firmarían hoy encantados muchos de nuestros contemporáneos…

¿Y ese mensaje de que el Reino de Cristo es el reino de la verdad qué nos dice a nosotros hoy, en qué se concreta en nuestra vida? Porque esta afirmación, como todas las del Evangelio, es un mensaje para la vida. Es, fundamentalmente, una llamada a la libertad. La verdad es la fuente más cierta de la libertad: “la verdad os hará libres” (Juan 8,32).

Al reino de Cristo no se pertenece por haber nacido en tal o cual sitio, independientemente de nuestra voluntad. Al reino de Cristo no se pertenece por conquista o dominio, no se pertenece por la fuerza o la conquista de quien reina. Al reino de Cristo se pertenece por voluntad propia, por la búsqueda sincera de la verdad: el reino de Cristo es de los que buscan la verdad, de los que quieren vivir en verdad: “todo el que es de la verdad escucha mi voz”.

Pertenecer al reino de Cristo nos hace libres. En una libertad que vamos ganando día a día, y que se ve continuamente amenazada por los engaños “del padre de la mentira”, que toma tantas y tan variadas formas a lo largo de la historia y de hoy mismo. Engaños, falsedades, falsas promesas que seducen y encadenan.

Pertenecer al reino de Cristo es para siempre, va más allá de los límites de esta vida. Los reinos de este mundo son todos perecederos por fuertes que puedan parecer en un determinado momento, como la historia nos ha enseñado bien. El de Cristo es un reino que aquí en esta vida apenas nace pero que al fin de la historia se manifestará y será en plenitud.

Darío Mollá, SJ

@centroarrupevalencia | t.ly/xYiyV

Ordenaciones Jesuitas 2024: CIF Bogotá

El pasado 16 de noviembre, a las 3:00 p. m. (Hora Colombia) en la Iglesia San Ignacio de Loyola de Bogotá se llevó a cabo la ordenación presbiterial de Dairon Lizcano, SJ, y diaconal de cuatro compañeros jesuitas, Javier Hernández SJ, Jobson Ramos SJ, Pablo Hernández SJ y Pedro Rivera SJ, pertenecientes al Centro Interprovincial de Formación (CIF) de América Latina y El Caribe en Bogotá.

La Conferencia de Provinciales de América Latina y el Caribe compartimos la alegría por estas nuevas ordenaciones, dada por medio de la oración de la Iglesia y la imposición de manos de Mons. Edwin Vanegas Cuervo, Obispo Auxiliar de Bogotá.

Conozcamos a los nuevos ministros:

Dairon Jair Lizcano Barajas, proveniente de Pamplona, Norte de Santander, actualmente, colabora en la parroquia Nuestra Señora de la Macarena (Meta), es profesor del Centro de Formación Teológica (CFT) de la facultad de teología de la Universidad Javeriana y miembro del equipo de espiritualidad de la Federación Internacional de Fe y Alegría.

Javier Ignacio Hernández Trejo, de Santiago de Chile, ingresó dos veces a la Compañía de Jesús. La primera fue en marzo de 2009. Luego de casi concluir su primer noviciado, salió de la Orden y retomó sus estudios de Derecho, titulándose de abogado en enero de 2015. Dos meses después reingresó a la Compañía y realizó su noviciado en Valparaíso. Actualmente, imparte clases de formación teológica en la P. Universidad Javeriana. Su padrino de ordenación fue Marcelo Oñederra Martínez, SJ.

Jobson Ramos Teixeira, de Brasil, comenzó sus estudios en ingeniería de producción y trabajó en la industria metalúrgica hasta su ingreso al noviciado en 2014. En enero de 2016, profesó sus votos de pobreza, castidad y obediencia en la Iglesia de Todos los Santos en Feira de Santana. Actualmente se está formando en teología en Bogotá. Su padrino de ordenación fue el P. Eduardo Roberto Severino, SJ.

La vocación religiosa de Pablo Raphael Hernández Cotrina, proveniente de Perú, lo llevó en marzo de 2013 al Noviciado del Sagrado Corazón en Valparaíso, Chile. Dos años después, en marzo de 2015, profesó sus votos de pobreza, castidad y obediencia en la Capilla de la Virgen de la “O” de la Iglesia de San Pedro en Lima. Actualmente, cursa estudios de Teología en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, y colabora con la Red Juvenil Ignaciana de Colombia. Su padrino de ordenación fue el P. Víctor Hugo Miranda Tarazona, SJ.

Pedro Luis Rivera Bausa, de Cuba, ingresó al noviciado San Estanislao de Kostka en Santiago de los Caballeros, República Dominicana en el 2012. Profesó sus votos de pobreza, castidad y obediencia en agosto del 2014, en su ciudad natal. En los últimos tres años, ha cursado estudios en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana, en Colombia. Además, ha colaborado pastoralmente con la Misión Vocacional en la casa Manresa. Su padrino de ordenación fue el P. José Manuel Viloria, SJ.

Sagrado Corazón de Jesús

Los nuevos ministros, decidieron grabar en sus estolas el Sagrado Corazón de Jesús, advocación a la que encomiendan e inspira su servicio a la Iglesia. Unidos en oración en acción de gracias. La ceremonia de ordenación fue transmitida por el Canal de YouTube, Manzana Jesuítica de Bogotá.

CPAL | t.ly/_7yTx

Evangelio del Domingo. “MIS PALABRAS NO PASARÁN” (Marcos 13, 24-32)

Así como hay páginas del Evangelio que, de inmediato, nos parecen muy cercanas a nuestra situación y preocupaciones y cuyo sentido entendemos de inmediato, páginas como la de hoy nos parecen muy alejadas de nuestra sensibilidad y, en consecuencia, difíciles de entender y aplicar a nuestra vida. Efectivamente, el Evangelio de hoy pertenece a un estilo y lenguaje apocalíptico muy cercano a las comunidades para las que Marcos escribe su Evangelio, pero nada fácil de comprender por nosotros. Con todo, yo quiero destacar una afirmación que el evangelista pone en boca de Jesús y que puede ser iluminadora e incluso estimulante y esperanzadora para nosotros: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

Una primera reflexión sobre esta afirmación evangélica es la del valor de las palabras de Jesús. No son palabras cualesquiera; como se dice en otros lugares del Evangelio, las palabras de Jesús son palabras “con autoridad” (Mateo 7, 29). Vivimos un tiempo en el que se es muy escéptico frente a las palabras: tantas palabras vacías, tantas palabras banales, tantas palabras mentirosas, tantas palabras que se las lleva el viento… Las palabras de Jesús son muy de otro nivel, son palabras de las que nos podemos fiar, porque son palabras que transmiten verdad. La transmiten y la han transmitido a lo largo de los tiempos, en todo tiempo y lugar. Son, en ese sentido, palabras trascendentes.

Las palabras de Jesús son palabras de vida. Palabras que dan vida y palabras que ayudan a dar sentido a la vida y a superar los momentos duros de la vida. El contexto del evangelio de hoy es un contexto de dificultades. Escuchar las palabras de Jesús, darles cabida en nuestro corazón, es una fuente increíble de fortaleza en esas situaciones que nos ponen a prueba. Las actitudes que las palabras de Jesús promueven son palabras que hacen fuertes a personas y sociedades frente a las desgracias de la vida. Podemos preguntarnos cada uno de nosotros qué palabras son las que nos han ayudado a salir adelante en los momentos difíciles por los que hemos pasado: seguro que muchas de esas palabras son palabras del Evangelio.

Decir que “cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” es una muy buena noticia. Es muy buena noticia porque abre nuestras vidas a la esperanza. Las palabras de Jesús a lo largo de toda su vida y de todo su Evangelio son palabras de consuelo, de perdón, de salvación… Y afirmar que esas palabras son las palabras últimas de la historia humana es la mejor de las noticias. Pese a los malos momentos, pese a las inseguridades, en contra de los malos augurios. El final en ese “día y hora que nadie conoce”, sea personal o colectivo, es un final de encuentro y abrazo con el Dios del amor.

Domingo 33º del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Darío Mollá, SJ | @centroarrupevalencia

A la salida del aula sinodal: ‘Es cierto que en algunos temas seguimos caminando con mucha lentitud’

He dejado pasar unos días desde el final de la asamblea sinodal, para poder reposar las vivencias recogidas en mi corazón a lo largo del pasado mes de octubre. Por eso ahora es el momento de compartir la experiencia ya interiorizada.

Siento que he vivido en una caja de resonancia mundial, que en el aula estaba la iglesia en su universalidad y el mundo que la envuelve. Considero un regalo haber sido testigo directo de las búsquedas compartidas y por eso no quiero guardarlo para mí.

La primera sensación es la de tocar muy directamente la realidad de nuestra iglesia, en su inmensa amplitud y diversidad de contextos, culturas, razas, lenguas, tradiciones, situaciones socio-políticas, culturales, económicas… poder escuchar tantas horas por mi servicio de facilitadora, me ha permitido palpar esa multiplicidad que somos.

Otra experiencia que me ha tocado muy hondamente, es haber participado en espacios que se nos han ofrecido fuera del aula y como complemento del trabajo en la misma: los Foros Teológicos, los diálogos con las Comisiones de Estudio de los 10 temas asignados por el Papa, la celebración del perdón-reconciliación, la vigilia ecuménica, las eucaristías en San Pedro, y de modo especial los días de retiro con las meditaciones de nuestros hermanos María Grazia Angelini, benedictina y Timothy Radcliffe, dominico.

Nos han ayudado a vivir una espiritualidad enraizada en la vida cotidiana del tiempo histórico que nos toca. En el aquí y ahora, con hondura y esperanza, sin que falte la alegría y el sentido del humor…

He aprendido a escuchar, no solamente con los oídos, sino sobre todo con los ojos, mirando a cada persona que formaba parte de la mesa redonda que me tocaba moderar. ¡Es tanto lo que trasmitimos con el lenguaje gestual que no quería perderme nada!

Los diálogos se han hecho con gran libertad y mucho respeto, las opiniones eran muy diversas pero se escuchaba todo. Después estaba el voto final a cada punto del documento que es también expresión de la libertad personal. Muchos resultados ya se preveían antes de la votación, precisamente porque se escuchaban posturas diversas con resistencia a cambios y posiciones divergentes.

«He aprendido a escuchar, no solamente con los oídos, sino sobre todo con los ojos, mirando a cada persona que formaba parte de la mesa redonda que me tocaba moderar»

Todo ha confluido en el documento final que considero amplio y abierto para poder adaptar las cosas a los diversos contextos. La sinodalidad es un proceso que continúa y nos toca a todos, en los diversos niveles, hacerla realidad. Es cierto que en algunos temas seguimos caminando con mucha lentitud, no pasamos de las palabras a los hechos reales, aunque afirmemos la igual dignidad bautismal.

 Quedan muchos temas pendientes, algunos encomendados a las Comisiones citadas que esperan cuantas sugerencias e ideas podamos aportar. Son desafíos que no debemos perder de vista y aportar cuanto podamos.

«Los diálogos se han hecho con gran libertad y mucho respeto, las opiniones eran muy diversas pero se escuchaba todo»

No me parece detalle menor que el documento esté referido a Cristo Resucitado, signo y fuente de esperanza cristiana, y que el Papa exprese: “No pretendo publicar una Exhortación Apostólica; quiero de este modo reconocer el valor del camino sinodal realizado, que con este Documento entrego al santo Pueblo de Dios”.

Finalmente, aun sintiendo dolor por muchas cosas que no veo positivas en la iglesia, deseo permanecer en ella, luchando desde dentro, volviendo mi corazón continuamente a Jesús y su evangelio, Señor de la historia que acompaña nuestro caminar.

Me da fuerza saber que vamos juntos y que podemos (recordando a Madeleine Delbrel) “vivir nuestra vida no como un teorema que nos rompe la cabeza, sino como una fiesta sin fin, con la música universal del amor”.

@religiondigital | María Luisa Berzosa fi | t.ly/gt9PW

Revista Manresa #381. El Arte de Contemplar

La contemplación es una de las prácticas recurrentes de oración, que en la actualidad muchas personas buscan deseosas de encontrarse con Dios y resignificar sus vidas en la unidad con Él. Ciertamente, en la propuesta ignaciana, la contemplación es el modo de orar por “excelencia”.

Desde hace un tiempo y partiendo de la oración contemplativa de Ignacio de Loyola han aparecido nuevas propuestas, modos y maneras de llevarla a cabo. Su presencia en la vida del creyente cada vez es más notable y significativa. De ahí, que la revista Manresa le dedique el presente número.

Nuestra perspectiva es mirar al pasado, pero también al futuro, como toda vida espiritual, la contemplación ignaciana es algo vivo, dinámico, capaz de ser recreada a la luz de la novedad de la realidad. La práctica de la oración contemplativa dentro de la tradición ignaciana se subraya por su relevancia contemporánea así como su conexión con métodos espirituales de la tradición cristiana.

La unión con Dios representa el objetivo final de la vida espiritual y del ser cristiano, y la oración se erige como un medio esencial para alcanzar esta meta. Existen numerosos métodos de oración, pero lo crucial radica en la calidad de la experiencia más que en la técnica en sí; un uso inadecuado de un método puede dificultar la conexión con lo divino.

…como toda vida espiritual, la contemplación ignaciana es algo vivo, dinámico, capaz de ser recreada a la luz de la novedad de la realidad.

La contemplación, adoptada por San Ignacio como un método central en sus Ejercicios Espirituales, tiene múltiples significados, es imperativo que tanto el ejercitante como el acompañante la comprendan de manera congruente.

Empezamos por una mirada al pasado, el profesor de la Universidad Gregoriana, Paul Rolphy Pinto escribe sobre la oración contemplativa en la tradición spiritual de la Iglesia. Hace un repaso completo y claro sobre aquellos autores anteriores a Ignacio de Loyola que escribieron de esta modalidad de oración y que de alguna manera tuvieron influencia en Ignacio de Loyola.

Josep María Margenat, jesuita radicado en la Cova de Manresa nos introduce en la complejo mundo en que se desarrolló y afianzo la oración de contemplación en la primera Compañía de Jesús.

El número continúa con la aportación del jesuita uruguayo, psicólogo y buen conocedor de la espiritualidad ignaciana, Pablo Lamartheé sobre la relación entre lo espiritual y lo psicológico que es posible establecer desde la contemplación ignaciana.

Javier Melloni narra su viaje personal en busca de una mayor profundización en la contemplación, que culminó en su descubrimiento del método de Jalics en Manresa.

Carlos Álvarez, jesuita chileno, partiendo también del jesuita húngaro Frank Jalics presenta la importancia que tiene la oración contemplativa en el cuidado de la casa común.

En el apartado Colaboraciones, encontramos una “miscelánea” de trabajos llegados a la redacción de esta revista. Por un lado el testimonio del teólogo José Ignacio González Faus sobre los Ejercicios Espirituales y el proceso de sanación y liberación que generan. De otro, un trabajo de campo de dos profesores, Bruno Pazzi y Jean Gabriel Bela de la Universidad Gregoriana sobre la interrelación de la espiritualidad ignaciana, parroquias regentadas por jesuitas en diversos lugares del mundo y la sinodalidad.

En el habitual apartado de Ayudas para Ejercicios encontramos dos aportaciones muy sugerentes de dos colaboradores habituales de la revista: David Guindulain nos presenta las adiciones de la penitencia y Luis María García Domínguez “discernir los tres pensamientos” y la “acción del demonio” en la vida espiritual de la que habla san Ignacio en sus Ejercicios Espirituales. En la sección de Semblanzas, Diego Molina nos presentará a Manuel Ruiz Jurado, uno de los grandes historiadores y conocedores de la espiritualidad ignaciana en su faceta de docente en la Universidad Gregoriana y de conocedor de los Ejercicios Espirituales. Gracias a todos por seguir acompañándonos en este camino apasionante de la espiritualidad ignaciana.

Enlace a más información REVISTA MANRESA

@infosj | t.ly/gHWi2

Evangelio del Domingo. “JESÚS MIRABA… LLEGÓ UNA VIUDA POBRE…”

Jesús enseña los valores del reino y lo hace con ejemplos fáciles de entender y que se evidencian en su entorno. En el caso del evangelio de hoy, Jesús presenta el contraste entre dos personajes: los escribas y una viuda pobre. De los primeros, hace una crítica fuerte: se pasean con amplio ropaje, quieren ser saludados en las plazas y ocupar los primeros puestos. Todas estas actitudes son las que garantizan el honor en la sociedad del tiempo de Jesús y, salvadas las distancias del contexto, siguen siendo actitudes que garantizan la importancia de las personas en la sociedad actual.

 

Jesús mira todo eso con recelo. El “honor”, tan importante para la sociedad judía, no cabe entre los valores del reino. El valor importante es el de “servir” como Jesús se lo ha dicho a sus discípulos de tantas maneras. Además, Jesús hace una denuncia del comportamiento de los escribas: devoran los bienes de las viudas so capa de largas oraciones. No es ajena esta actitud tampoco en el tiempo de hoy frente a tantas estafas que, en nombre de Dios, hacen algunos predicadores y negociadores de la fe.

 

Pero volvamos al texto. Jesús después de reprochar esa conducta de los escribas, se sienta frente al arca del Tesoro del templo y hace un juicio crítico sobre lo que pasa allí: ciertamente, muchos ricos van y echan mucho dinero. Pero la viuda pobre (podría pensarse que es una de estas viudas estafadas por los escribas o las mujeres viudas que quedaban totalmente indefensas al morir su marido) echa todo lo que tiene para vivir. Jesús se refiere a la moneda de menor valor en aquella época y es esta la que mujer deposita en el arca. Con este contraste Jesús muestra el verdadero significado del compartir de bienes que en nuestro contexto podríamos interpretar cómo dar de lo que sobra o dar de lo poco que se tiene.

 

En el primer caso, no hay una solidaridad efectiva. Si le sobraba es porque estaba acaparando algo que no le pertenecía o viviendo la dependencia del acumular y del tener, convencido que en ello está la felicidad. La verdadera solidaridad es la de la viuda que saber dar y darse, repartir y compartir. La solidaridad no se mide por el exceso de bienes dados sino por la capacidad de sentir con el otro su situación y hacerse solidario con ella.

 

Ahora bien, estos ejemplos no se refieren a temas a considerar sino a actitudes que han de vivir los discípulos de Jesús. A ellos se dirige al final del texto y les muestra con hechos reales en que consiste el verdadero discipulado. Ni honores, ni prestigio, sino servicio, en el caso de los escribas. Ni vanagloria por las muchas riquezas valiéndose, también de ellas, para ser alabado, en el caso de los ricos. El discipulado va en la línea de aquella viuda pobre que da lo que tiene para vivir porque su amor es efectivo, su solidaridad entrañable.

 

Si el domingo pasado el evangelio nos mostró que el escriba que dialoga con Jesús sabía que el primer mandamiento era amar a Dios y al prójimo, en este nos muestra que es la viuda la que no “sabe”, sino que “hace” y, en esto, consiste el verdadero discipulado. Las obras son las que dan testimonio de lo que somos, las que muestran que nuestro seguimiento sí está guiado por los valores del reino.

(Marcos 12, 38 -44)

Domingo 32º del Tiempo Ordinario – Ciclo B

@consuelovelez

Reflexiones alrededor de Dilexit nos

El pasado 24 de octubre el papa Francisco sacaba su cuarta encíclica bajo el título Dilexit nos, ‘nos amó’.

Se trata de una encíclica diferente a las otras. No es como las anteriores y, tal vez por eso, su lectura resulte más compleja o extraña. El subtítulo desconcierta, «Sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo». Sorprende que este papa nos hable del divino corazón de Jesucristo. Creo que no tendrá el éxito o seguimiento de encíclicas anteriores. Pero no por eso deja de ser un texto importante, que conviene leer y analizar, probablemente con cierta ayuda para entenderlo e interpretarlo bien.

Después de leer el texto y pensar un poco sobre lo que hay en ella, me lanzo a compartir unas reflexiones. Se trata de una encíclica que no va a resultar fácil de digerir. Por un lado, unos dirán que falta algo más en esos puntos que hablan de la adoración al corazón de Jesucristo, mientras otros no entenderán que se invite a dicha adoración. ¿No era este el papa de los signos con los pobres? ¿A qué viene ahora este texto?

Cuando salió, en seguida se dijo que era el texto que ayudaría a entender todo lo que el Papa había proclamado y escrito hasta ahora. Así lo expresa también en el punto número 217, cuando nos dice que lo escrito aquí permite descubrir cómo Laudato si’ y Fratelli tutti no son ajenas al encuentro con el amor de Jesucristo.

Antes de entrar a comentar la Encíclica, quisiera indicar varios aspectos que conviene tener en cuenta al situarnos ante Dilexit nos. Probablemente sea la encíclica más personal del Papa. Está llena de citas de autores de los que el Papa bebe espiritualmente. Nunca antes había hablado tanto de san Ignacio y sus Ejercicios. En ella hay algo de testamento, un explicar el porqué de mucho de lo que ha hecho hasta ahora y unas indicaciones para el cristianismo que viene. Creo que estas claves son importantes para entenderla.

El texto tiene una escritura curiosa. Se dirige al lector de manera directa en segunda persona, tanto al inicio como al final del texto. En medio pasa a la primera persona, primera persona que invita a la reflexión y la meditación; en esta primera persona no solo se encuentra la figura del Papa, sino también la de quien la lee, invitado a meditar y orar con el texto. Y también hay una buena parte del texto en la que hace una catequesis alrededor del corazón de Jesucristo.

La Encíclica se puede leer obviando dicha catequesis, como también se puede usar esta para trabajar en grupos y comunidades a manera de preparación para un retiro personal.

Si queremos entender el porqué de este texto y por qué ahora, tal vez lo encontremos en el punto número 87. Allí nos sitúa ante algunas de las preocupaciones del Papa en el momento actual: el avance de un mundo libre de Dios, religiosidades sin referencia a una relación personal con Dios, desencarnar el mensaje del cristianismo… En este momento de incertidumbre y de resituarnos ante lo que será el cristianismo del futuro, encontramos en la Encíclica ciertos apuntes que pueden ayudarnos. Veamos de qué nos habla el texto.

Comienza recordando la importancia del corazón. Desde aquí, resitúa qué es el ser humano —evitando reduccionismos— y ubica un centro desde el que poder responder a preguntas vitales y a la existencia misma. Si años atrás recuperó la misericordia, superando dificultades de comprensión del término y recogiendo lo mejor de este y su sentido pleno, ahora parece querer hacer lo mismo con el corazón. El mundo líquido actual necesita apuntar allí donde cada persona hace su síntesis, y este espacio no es otro que el corazón.

Un corazón que construye, que une, que permite superar la fragmentación y el individualismo de nuestro mundo. Solo desde aquí el mundo encontrará respuestas a sus necesidades más acuciantes; desde un corazón que nos invita a una espiritualidad, que tiene consecuencias sociales, que recupera la dignidad. Es por ello que dirige su mirada al corazón de Jesús.

El siguiente apartado lleva por título «Gestos y palabras de amor», y aquí apunta al origen de nuestra fe: a Cristo y al Dios que este presenta. Un Cristo que se acerca, que nos acompaña, nos anima, nos mira, nos habla.

El siguiente apartado nos habla del corazón ‘que tanto amó’. Sitúa la devoción al corazón de Cristo, como una imagen o símbolo que nos puede hacer bien y que merece la pena recuperar. Desde el principio reniega de adoraciones desencarnadas, ya que adorar el corazón es adorar a Cristo y su vida. Se trata de un símbolo para regresar al amor humano y divino de Jesucristo, y con ello recuperar y experimentar la esencia del cristianismo. Un cristianismo trinitario, en el cual la misericordia tiene un papel primordial.

El cuarto apartado habla de un «Amor que da de beber». El título ya indica la necesidad de no olvidar esa dimensión relacional con el Padre que nos ayuda a cuidar y sostener nuestra fe. A buscar a ese Dios que sale a nuestro encuentro. Y aquí encontramos una preciosa catequesis sobre el sentido de la adoración al corazón de Jesús a lo largo de la historia; en ella nos recuerda cómo ese misterio de amor no es un hecho del pasado, sino que sigue presente en nuestros días y hemos de buscar la manera de actualizarlo y meditarlo. En el fondo, nos habla del Evangelio, de un evangelio que no es solo para reflexionar o recordar, sino para vivirlo (cf. n.º 156).

Termina con una sección titulada «Amor por amor». En este apartado, Francisco recupera palabras olvidadas o apartadas de cuya realidad no podemos huir por el significado cristiano que aportan —como puede ser el de «pecado» o el de «reparación»—. Asimismo, invita a volver constantemente a la Palabra, a no reírnos del amor que hay en las expresiones de fervor creyente del santo pueblo de Dios, a recordar tanto la dimensión espiritual profunda que debe tener el cristiano como la dimensión de salida al otro para vivir en relación con todos los seres humanos —especialmente con los más desfavorecidos (cita expresa de Mt 25)—, a ser misionero desde el amor sin hacer proselitismo, a recuperar la vocación desde el servicio, etc.

Considero que es un texto para leer despacio, poco a poco, y más de una vez. Para compartirlo en comunidad y rezarlo. Tiene mucha enjundia y nos invita a soñar con el futuro. El corazón de Jesús es una imagen para volver a lo primordial del Evangelio y por ende del cristianismo. Un cristianismo que necesita ser místico a la par que profético, un cristianismo que nace del corazón y cuya fuerza reside en el amor, un amor compartido que se despliega desde la vivencia interior del Dios de Jesús de Nazaret hacia toda la humanidad. Solo así podremos construir un mundo nuevo.

Habría mucho que hablar y decir, siguiendo el camino del texto, sobre el recorrido que hace por la historia de la Iglesia y diferentes santos que nos señalan caminos a seguir. Especialmente sugerentes las referencias a san Ignacio, san Charles de Foucauld y santa Teresita del Niño Jesús.

Con vuestro permiso, acabo como acaba el texto. Con una oración que alienta para orar y para vivir:

«Pido al Señor Jesucristo que de su Corazón santo broten para todos nosotros esos ríos de agua viva que sanen las heridas que nos causamos, que fortalezcan la capacidad de amar y de servir, que nos impulsen para que aprendamos a caminar juntos hacia un mundo justo, solidario y fraterno. Eso será hasta que celebremos felizmente unidos el banquete del Reino celestial. Allí estará Cristo resucitado, armonizando todas nuestras diferencias con la luz que brota incesantemente de su Corazón abierto. Bendito sea».

[Imagen de Thomas en Pixabay]

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El Sínodo, un don del Espíritu, ahora pasar de las palabras a los hechos

“El Documento sobre el que hemos expresado nuestro voto es un triple regalo: para mí, como Obispo de Roma; para todo el Pueblo de Dios y un regalo que no puede quedarse solo en nosotros”. Papa Francisco

 

El fruto de tres años de escucha

Sobre el Documento final que fue aprobado en esta 17 Congregación General del Sínodo el Santo Padre destacó el camino recorrido en este proceso sinodal que inició en septiembre de 2021 y que ahora concluye en la fase del “Discernimiento de los Pastores”.

“Con el Documento Final hemos recogido el fruto de años, tres por lo menos, en los cuales nos hemos puesto a la escucha del Pueblo de Dios para comprender mejor cómo ser ‘Iglesia sinodal’ a la escucha del Espíritu Santo en el tiempo presente. Las referencias bíblicas que abren cada capítulo disponen el mensaje confrontándolo con los gestos y las palabras del Señor resucitado que nos llama a ser testigos de su Evangelio, antes con la vida que con las palabras”.

 

Un banquete “preparado por Dios para todos los pueblos”

Asimismo, el Papa Francisco indicó que este Documento sobre el que han expresado su voto es un triple regalo para la Iglesia universal. Ante todo, es un regalo para él como Obispo de Roma que necesita poner en práctica la escucha. Un deber que se agrega al de “custodiar y promover la armonía que el Espíritu sigue difundiendo en la Iglesia de Dios, en las relaciones entre las Iglesias, no obstante, todos los esfuerzos, tensiones y divisiones que caracterizan su camino hacia la plena manifestación del Reino de Dios. Un banquete, como nos dice la visión del profeta Isaías, “preparado por Dios para todos los pueblos”, con la esperanza de que no falte ninguno.

vista general sinodo sala

“Y esto es lo que enseña el Concilio Vaticano II cuando dice que la Iglesia es ‘como un sacramento’, que es signo e instrumento de la espera de Dios, que ya ha preparado la mesa y está esperando. Su gracia, a través de su Espíritu, susurra palabras de amor en el corazón de cada uno. A nosotros se nos concede amplificar la voz de este susurro sin obstaculizarlo; para que abramos puertas sin levantar muros. No debemos comportarnos como ‘dispensadores de la gracia’ que se apropian del tesoro atando las manos del Dios misericordioso. Recuerden que comenzamos esta Asamblea sinodal pidiendo perdón, sintiendo vergüenza, reconociendo que todos hemos sido misericordiados”.

 

“Una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo”

Y citando algunos a Madeleine Delbrêl, la mística de las periferias, que exhortaba, sobre todo, a «no mostrarse rígido», el Pontífice les leyó algunos versos de la poeta francesa que son como una oración.

“Porque pienso que debes estar cansado de gente que hable siempre de servirte con aire de capitanes; de conocerte con ínfulas de profesor; de alcanzarte a través de reglas del deporte; de amarte como se ama en un viejo matrimonio. […] Haznos vivir nuestra vida, no como un juego de ajedrez en el que todo se calcula, no como un partido en el que todo es difícil, no como un teorema que nos rompe la cabeza, sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo, como un baile, como una danza entre los brazos de tu gracia, con la música universal del amor”.

 

Indicaciones concretas para la misión de la Iglesia

Estos versos pueden convertirse en la música de fondo para acoger el Documento Final, indicó el Papa Francisco y a la luz de lo que ha surgido en el camino sinodal, habrá que tomar decisiones para dar forma real a la convivencia de las diferencias. Y por ello, anuncia su intención de no publicar una Exhortación Apostólica Postsinodal.

“Por eso no pretendo publicar una “exhortación apostólica”. En el Documento hay ya indicaciones muy concretas que pueden ser una guía para la misión de las Iglesias, en los diversos continentes, en los diferentes contextos, por eso lo pongo ahora a disposición de todos. Quiero, de este modo, reconocer el valor del camino sinodal realizado, que con este Documento entrego al santo Pueblo de Dios”.

Se necesita tiempo para opciones que impliquen a toda la Iglesia

Y sobre algunos aspectos de la vida de la Iglesia señalados en el Documento, así como sobre los temas confiados a los diez “Grupos de Estudio”, el Santo Padre afirmó que, se necesita tiempo, a fin de llegar a opciones que impliquen a toda la Iglesia. Para ello, el Pontífice señalo que seguirá a la escucha de los obispos y de las Iglesias, y contará con la ayuda de la Secretaría General del Sínodo y todos los Dicasterios de la Curia Romana.

“Esto no es un modo para postergar al infinito las decisiones. Es lo que corresponde al estilo sinodal con el que también el ministerio petrino se ejercita: escuchar, convocar, discernir, decidir y evaluar. Y en estos pasos son necesarias las pausas, los silencios, la oración. Es un estilo que estamos aprendiendo juntos, poco a poco. El Espíritu Santo nos llama y nos sostiene en este aprendizaje, que debemos comprender como proceso de conversión”.

 

El valor del testimonio de la experiencia realizada

El segundo aspecto del don que destacó el Papa Francisco fue que, el Documento es un regalo para todo el Pueblo de Dios, en la variedad de sus expresiones.

“Es obvio que no todos se pondrán a leerlo; serán sobre todo ustedes, junto con tantos otros, los que hagan accesible su contenido en las Iglesias locales. El texto, sin el testimonio de la experiencia realizada, perdería mucho de su valor”.

 

Es posible caminar juntos en la diversidad

Finalmente, el Santo Padre subrayó el valor del compartir de experiencias en este proceso sinodal, dijo que lo que hemos vivido es un regalo que no podemos guardar sólo para nosotros.

“El impulso que proviene de esta experiencia, de la cual el Documento es un reflejo, nos da la valentía de testimoniar que es posible caminar juntos en la diversidad”.

De las palabras compartidas a los hechos

Venimos de todas las partes del mundo, marcados por la violencia, la pobreza, la indiferencia, recordó el Papa Francisco, pero todos juntos, con la esperanza que no defrauda, unidos en el amor de Dios derramado en nuestros corazones, indicó el Pontífice, podemos no sólo soñar con la paz sino comprometernos con todas nuestras fuerzas para que, quizá sin hablar tanto de sinodalidad, la paz se realice por medio de procesos de escucha, diálogo y reconciliación.

 

“La Iglesia sinodal para la misión, ahora necesita que las palabras compartidas vayan acompañadas por hechos”.

Todo esto es don del Espíritu Santo, Él es quien crea la armonía, Él es la armonía concluyó el Obispo de Roma, y dijo que, la armonía también continúe saliendo de esta Aula y el Soplo del Resucitado nos ayude a compartir los dones recibidos.

 

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