“Ustedes son la riqueza de México” el Papa en el Encuentro con los Jóvenes

Discurso del papa Francisco en el Encuentro con los Jóvenes (Estadio “José María Morelos y Pavón”, Morelia, México, 16 de febrero de 2016)

¡Buenas tardes! Ustedes jóvenes de México están aquí, que están mirando por televisión, están escuchando, quiero enviar un saludo y una bendición a los miles de jóvenes que en la Arquidiócesis de Guadalajara están reunidos en la Plaza San Juan Pablo II siguiendo lo que está pasando aquí y como ellos tantos otros… pero mandaron a avisar que eran miles, miles ya reunidos escuchando. Así que somos dos estadios: la Plaza San Juan Pablo II de Guadalajara y nosotros aquí. Y después tantos otros por todos lados.

Yo conocía las inquietudes de ustedes porque me habían hecho llegar el borrador de lo que más o menos iban a decir: es la verdad ¡para que les iba a mentir!, pero a medida que hablaban también iba tomando nota de cosas que me parecían importantes para que no quedaran en el aire…

Les cuento que cuando llegué a esta tierra fui recibido con una calurosa bienvenida y pude constatar ahí mismo algo que sabía desde hace tiempo: la vitalidad, la alegría, el espíritu festivo del pueblo mexicano. «Ahorita», después de escucharlos, pero especialmente después de verlos, constato nuevamente otra certeza, algo que le dije al Presidente de la Nación en mi primer saludo. Uno de los mayores tesoros de esta tierra mexicana tiene rostro joven, son sus jóvenes. Sí, son ustedes la riqueza de esta tierra. Cuidado, no dije la esperanza de esta tierra, dije: «Su riqueza».

Una montaña puede tener minerales ricos que van a servir para el progreso de la humanidad, es su riqueza pero esa riqueza hay que transformarla en esperanza con el trabajo como hacen los mineros cuando van sacando esos minerales. Ustedes son la riqueza, hay que transformarla en esperanza. Y Daniela al final me echó un desafío y además también nos dio la pista sobre la esperanza pero todos los que hablaron cuando marcaban las dificultades, las cosas que pasaban afirmaron una verdad muy grande que todos podemos vivir pero no podemos vivir sin esperanza.

Sentir el mañana, no podemos sentir el mañana si primero uno no logra valorarse, si no logra sentir que su vida, sus manos, su historia vale la pena. Sentir, eso que Alberto decía que con mis manos, con mi corazón y con mi mente puedo construir esperanza. Si yo no siento eso, la esperanza no podrá entrar en mi corazón. La esperanza nace cuando se puede experimentar que no todo está perdido, y para eso es necesario el ejercicio de empezar «por casa», empezar por sí mismo. No todo está perdido. No estoy perdido, yo valgo, yo valgo mucho. Les pido silencio ahora. Cada uno se contesta en su corazón. ¿Es verdad que no todo está perdido? ¿Yo estoy perdido, estoy perdida? ¿yo valgo? ¿valgo poco? ¿valgo mucho?

La principal amenaza a la esperanza son los discursos que te desvalorizan, te van como chupando el valor y terminas como caído, ¿no es cierto?, como arrugado, con el corazón triste. Discursos que te hacen sentir de segunda sino de cuarta. La principal amenaza a la esperanza es cuando sentís que no le importás a nadie o que estás dejado de lado.

Esa es la gran dificultad para la esperanza cuando en una familia, sociedad o escuela o en un grupo de amigos te hacen sentir que nos les importás. Y eso es duro, es doloroso ¿pero eso sucede o no sucede? ¿sí o no? Sí, sucede. Eso mata, eso nos aniquila y esa es la puerta de ingreso para tanto dolor. Pero también hay otra principal amenaza a la esperanza, la esperanza de que esa riqueza que son ustedes crezca y dé su fruto. Y es hacerte creer que empiezas a ser valioso cuando te disfrazas de ropas, marcas, del último grito de la moda, o cuando te volvés prestigio, importante por tener dinero pero, en el fondo, tu corazón no cree que seas digno de cariño, digno de amor. Y eso tu corazón lo intuye.

La esperanza está amordazada por lo que te hacen creer, no te la dejan surgir. La principal amenaza es cuando uno siente que tiene que tener plata para comprar todo, incluso el cariño de los demás. La principal amenaza es creer que por tener un gran «carro» sos feliz.

¿Es verdad esto que por tener un gran auto sos feliz? [Responden: «No»].

Ustedes son la riqueza de México, ustedes son la riqueza de la Iglesia. Permítanme que les diga una frase de mi tierra, no les estoy “sobando el lomo”, no los estoy adulando. Y entiendo que muchas veces se vuelve difícil sentirse la riqueza cuando nos vemos continuamente expuestos a la pérdida de amigos o de familiares en manos del narcotráfico, de las drogas, de organizaciones criminales que siembran el terror.

Es difícil sentirse la riqueza de una nación cuando no se tienen oportunidades de trabajo digno. Alberto, lo expresaste claramente: posibilidades de estudio y capacitación, cuando no se sienten reconocidos los derechos que después terminan impulsándolos a situaciones límites. Es difícil sentirse la riqueza de un lugar cuando, por ser jóvenes, se los usa para fines mezquinos, seduciéndolos con promesas que al final no son reales, son pompas de jabón. Y es difícil sentirse rico así. La riqueza la llevan adentro, la esperanza la llevan adentro pero no es fácil por todo esto que les estoy diciendo que es lo que dijeron ustedes. Faltan oportunidades de trabajo y estudio dijeron Roberto y Alberto.

Pero, pese a todo, esto no me voy a cansar de decirlo: ustedes son la riqueza de México.

Roberto, vos dijiste una frase que se me escapó cuando leí tu apunte, pero que quiero detenerme. Vos hablaste que perdiste algo y no dijiste perdí el celular, perdí la billetera con plata, perdí el tren porque llegué tarde. Dijiste perdimos el encanto de disfrutar del encuentro. Perdimos el encanto de caminar juntos, de soñar juntos y para que esta riqueza movida por la esperanza vaya adelante hay que caminar juntos, hay que encontrarse, hay que soñar, ¡no pierdan el encanto de soñar!, ¡atrévanse a soñar! Soñar que no es lo mismo que ser dormilones, eso no.

Y no crean que les digo esto de ustedes son la riqueza de México y de que esa riqueza con la esperanza va adelante, porque soy bueno, o porque la tengo clara, no queridos amigos, no es así. Les digo esto y estoy convencido, ¿saben por qué? Porque como ustedes creo en Jesucristo. Y creo que Daniela fue muy fuerte cuando nos habló de esto. Yo creo en Jesucristo y por eso les digo esto: Él es quien renueva continuamente en mí la esperanza, es Él quien renueva continuamente mi mirada. Es Él quien despierta en mí, o sea en cada uno de nosotros, el encanto de disfrutar, el encanto de soñar, el encanto de trabajar juntos. Es Él quien continuamente me invita a convertir el corazón.

Sí, amigos míos, les digo esto porque en Jesús yo encontré a Aquel que es capaz de encender lo mejor de mí mismo. Y es de su mano que podamos hacer camino, es de su mano que una y otra vez podamos volver a empezar, es de su mano que podemos decir: Es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos aquellos que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte. Eso es mentira y lo decimos de la mano de Jesús. Es también de la mano de Jesús, de Jesucristo el Señor que podemos decir que es mentira que la única forma que tienen de vivir los jóvenes aquí es la pobreza, la marginación; en la marginación de oportunidades, en la marginación de espacios, en la marginación de la capacitación y educación, en la marginación de la esperanza. Es Jesucristo el que desmiente todos los intentos de hacerlos inútiles, o meros mercenarios de ambiciones ajenas. Son las ambiciones ajenas las que a ustedes los marginan para usarlos en todas estas cosas que yo dije que saben que terminan en la destrucción y el único que me puede tener bien fuerte de la mano es Jesucristo, Él hace que esta riqueza se transforme en esperanza.

Me han pedido una palabra de esperanza, la que tengo para decirles, la que está en la base de todo se llama Jesucristo.

Cuando todo parezca pesado, cuando parezca que se nos viene el mundo encima, abracen su cruz, abrácenlo a Él. Por favor, nunca se suelten de su mano aunque los esté llevando adelante arrastrando y si se caen una vez déjense levantar por Él. Los alpinistas tienen una canción muy linda que me gusta repetírsela a los jóvenes –mientras suben van cantando–: «En el arte de ascender el triunfo no está en no caer sino en no permanecer caído». Ese es el arte y ¿quién es el único que te puede agarrar de la mano para que no permanezcas caído?: Jesucristo el único. Jesucristo que a veces te manda un hermano para que te hable y te ayude, no escondas tu mano cuando estás caído. No le digas ‘no me mires que estoy embarrado o embarrada, no me mires ya no tengo remedio’. Solamente dejate agarrar la mano y agárrate a esa mano y la riqueza que tenés adentro sucia, embarrada, dada por perdida va a empezar a través de la esperanza a dar su fruto pero siempre de la mano de Jesucristo, ese es el camino. No se olviden en el arte de ascender el triunfo no está en no caer sino en no permanecer caídos.

No se permitan permanecer caídos, nunca ¿de acuerdo? Y si ven un amigo o una amiga que se pegó un resbalón en la vida y se cayó, anda y ofrécele la mano pero ofrécela con dignidad, ponete al lado de él, de ella, escuchalo, no le digas ‘te traigo la receta’. No, como amigo, despacito, dale fuerzas con tu palabra, dale fuerzas con la escucha, esa medicina que se va olvidando: la “escuchoterapia”, déjalo hablar, dejalo que te cuente y entonces poquito a poco te va extendiendo la mano y vos lo vas a ayudar en nombre de Jesucristo. Pero si vas de golpe y le empiezas a predicar y a darle y darle lo vas a dejar peor de lo que estaba. Nunca se suelten de la mano de Jesucristo, por favor, nunca se aparten de Él y si se apartan se levantan y siguen adelante, Él comprende lo que son estas cosas. Porque de la mano de Jesucristo es posible vivir a fondo, de su mano es posible creer que la vida vale la pena dar lo mejor de sí, ser fermento, ser sal, ser luz en medio de sus amigos, de sus barrios, de su comunidad, en medio de la familia. Después Rosario voy a hablar un poquito de esto que vos dijiste de la familia. En medio de la familia.

Por eso, queridos amigos, de la mano de Jesús les pido que no se dejen excluir, no se dejen desvalorizar, no se dejen tratar como mercancía. Jesús nos dio un consejo para esto, para no dejarnos excluir, para no dejarnos desvalorizar, sean astutos como serpientes y humildes como palomas, las dos virtudes juntas. A los jóvenes viveza no les falta.

A veces les falta la astucia para que no sean ingenuos. las dos cosas, astutos pero sencillos, bondadosos. Es cierto, que por este camino quizás que no tendrán el último auto en la puerta, no tendrán los bolsillos llenos de plata, pero tendrán algo que nadie nunca les podrá sacarles que es la experiencia de sentirse amados, abrazados, acompañados, es el encanto de disfrutar del encuentro, el encanto de soñar en el encuentro de todos Es la experiencia de sentirse familia, de sentirse comunidad y es la experiencia de poder mirar al mundo, a la cara con la frente alta, sin el carro, sin la plata pero la frente alta. La dignidad.

Tres palabras que las vamos a repetir: riqueza que se la dieron, esperanza porque queremos abrirnos a la esperanza, dignidad. ¿Las repetimos? Riqueza y se la dieron, esperanza porque queremos abrirnos a la esperanza, dignidad. ¿Las repetimos? Riqueza, esperanza, dignidad

La riqueza que Dios le dio a ustedes, ustedes son la riqueza de México, la esperanza que les dio Jesucristo y la dignidad que les da el no dejarse “sobar el lomo” y ser mercadería para los bolsillos de otros.

Hoy el Señor los sigue llamando, los sigue convocando, al igual que lo hizo con el indio Juan Diego. Los invita a construir un santuario. Un santuario que no es un lugar físico, sino una comunidad, un santuario llamado parroquia, un santuario llamado nación.

La comunidad, la familia, el sentirnos ciudadanos, es uno de los principales antídotos contra todo lo que nos amenaza, porque nos hace sentir parte de esta gran familia de Dios. No para refugiarnos, para encerrarnos, para escaparnos de las amenazas de la vida o de los desafíos, al contrario, para salir a invitar a otros; para salir a anunciar a otros que ser joven en México es la mayor riqueza y por lo tanto, no puede ser sacrificada y porque es riqueza es capaz de tener esperanza y nos da dignidad. Otra vez las 3 palabras: riqueza, esperanza y dignidad. Pero riqueza esa que Dios nos dio y que tenemos que hacer crecer.

Jesús el que nos da la esperanza nunca nos invitaría a ser sicarios, sino que nos llama discípulos. Nos llama amigos. Jesús nunca nos mandaría al muere, sino que todo en Él es invitación a la vida. Una vida en familia, una vida en comunidad; una familia y una comunidad a favor de la sociedad. Y aquí Rosario retomo lo que vos dijiste, una cosa tan linda.

En la familia se aprende cercanía, se aprende solidaridad, se aprende a compartir, a discernir, a llevar adelante los problemas unos de otros, a pelearse y a arreglarse, a discutir y abrazarse y a besarse. La familia es la primera escuela de la Nación y en la familia está esa riqueza que tienen ustedes. La familia es como quien custodia esa riqueza, en la familia van a encontrar esperanza porque está Jesús, y en la familia van a tener dignidad. Nunca, nunca dejen de lado la familia. La Familia es la piedra de base de la construcción de una gran nación.

Ustedes son riqueza, tienen esperanza y sueñan, también Rosario habló de soñar, ¿ustedes sueñan con tener una familia? Casi no escuché la respuesta.

Queridos hermanos ustedes son la riqueza de este país y, cuando duden de eso, miren a Jesucristo, que es la esperanza, el que desmiente todos los intentos de hacerlos inútiles, o meros mercenarios de ambiciones ajenas. Les agradezco este encuentro y les pido que recen por mí. Gracias.

Invitación del Papa a rezar a la Virgen al final del encuentro con los jóvenes

Los invito a rezar juntos a Nuestra Madre de Guadalupe y a pedirle que nos haga conscientes de la riqueza que Dios nos dio, que nos haga crecer en nosotros, en nuestro corazón, la esperanza en Jesucristo y que andemos por la vida con dignidad de cristianos.

Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias.

Francisco

Fuente AICA

 

Testimonio: Mi experiencia de Misión

por Luis Horacio Larrea

Escribir sobre lo vivido en la misión en esos días no es muy fácil, porque poner en palabras lo que el corazón vivió con intensidad.

La llegada a esta misión fue para mí fue un poco extraña, le contaba a mis desconocidos compañeros de comunidad, que no estaba acostumbrado a este estilo o forma de misionar en la cual no tenía idea del material que se iba a trabajar, ni quiénes serían las personas con las que compartiría estos días. No terminaba de dimensionar los días previos todo lo que podía llegar a suceder y me costó un poco el no haber sido parte de las instancias de preparación, o conocer materiales, actividades, etc.

Quizás me había olvidado de que Dios hace nueva todas las cosas, y que cada día es una novedad en nuestra vida. Y lo viví de ese modo especialmente en cada actividad a lo largo de esa semana: desde la primera oración del a mañana, la salida a las casas, el compartir en los encuentros con los niños, celebrar la eucaristía hasta terminar compartiendo a la noche con mis ya no tan desconocidos compañeros de comunidad, me empezó a embarcar en esta “Misión Joven”.

Ahí empezó la misión. Ahí empecé a intentar a mirar un poco con la mirada de Cristo: cada entrada a una casa era motivo de alegría y de agradecimiento de que se me permita palpar con la escucha, con las charlas, con las sonrisas, con las lagrimas del tesoro más preciado de Jesús que es el corazón de cada uno de esos rostros con los que nos fuimos encontrando. Los encuentros con los más chicos fueron el motor de cada día, un momento para olvidarse de las preocupaciones, las estructuras, las “cosa de los grandes” para entrar en ese mundo sencillo y tierno de jugar y reír sin importar tiempo ni lugar, simplemente hacerse como niños.

No puedo olvidarme de la Eucaristía y de la oración, elementos fundamentales para no desfallecer o caer en la tentación de creernos “centros de la misión” , cuando el único centro de todos estos días era el mismo Dios queriendo estar más cerca de su pueblo.

No quiero terminar esta pequeña historia de cómo viví, sin recordar a mi comunidad, a los misioneros con los que me toco compartir estos días, cada uno diferente, lleno de dones y repleto de un amor ardiente por el evangelio, que no dejaron que por ser “nuevo” me quede aislado o me sienta incómodo. Desde el primer día con pequeñas charlas, con pequeños gestos, con preguntas interesándose sobre mi vida, me hicieron sentir como que nos conociéramos de toda la vida, y esas cosas solamente suceden si está Cristo de por medio. Estoy completamente agradecido por mi comunidad.

Mis palabras de conclusión son simplemente de agradecimiento, para los coordinadores, encargados, intendentes, misioneros, sacerdotes, religiosas y religiosas y para todo Cardona-Florencio Sánchez. Mi felicidad no tiene palabras, el reencontrarme con la misión me llena el corazón y me desafía a poder hacer que en el difícil día a día de mi vida pueda intentar “Ir sin miedo para servir” confiando en que no estoy solo, que Él me ama hasta el extremo, y que sale a mi encuentro y en mi búsqueda cada día. Con esta frase espero que quede plasmado lo que me llevo de esta misión: «Jesús no necesita que seamos perfectos para hacer cosas buenas, con nuestros defectos y limitaciones podemos hacer muchas cosas buenas con los demás».

 

Ganar en generosidad – Misión RJI Santa Fe

Marcos Mendez

La semana pasada fuimos con un grupo misionero a Benito Legeren, Concordia, donde hay una escuela y un hogar para adolescentes perteneciente a los Jesuitas, al cual ya hace muchos años va un grupo de la Red Juvenil de Santa Fe a realizar el “Recreativo” la última semana de Enero.

He tenido la suerte de participar de esta misión hace ya 4 años. Puedo decir que cada año ha sido diferente y siempre me ha dejado algo distinto. Como siempre se dice en este tipo de experiencia en las que uno cree que va a “llevar a Dios” con lo poco o mucho que sabemos y tenemos… y se sorprende porque recibe mucho más de ese Dios por lo que nos transmite la gente del lugar; sin darse cuenta.

Este Recreativo es algo especial en mi vida. Se ha tornado en algo cotidiano en mi comienzo de año. Es que es una semana única, donde ese Dios, que nunca se deja ganar en generosidad, me sorprende con algo nuevo, cuando creo que ya lo he vivido todo.

Los niños de la escuela primaria, a quienes esperábamos todas las mañanas, estuvieron siempre presentes, más allá del calor, la lluvia o quiénes eran con los que iban a compartir toda la mañana. Llegaban con una sonrisa, predisposición para lo que hagamos y mucho cariño hacia cada uno de nosotros. Una actividad nueva que sumamos este año fue pintar el hogar con los mismos chicos que viven en él. Fue una experiencia única, ya que compartimos toda la mañana con ellos y trabajamos intensamente para dejarlo de la mejor manera.

Por la tarde, este año, salimos a misionar por el barrio. La gente siempre estuvo predispuesta a abrir su puerta para compartir una charla o escuchar lo que hacíamos, en muchas ocasiones nos ofrecían todo lo que tenían o más. Con gestos pequeños, como darnos las sillas que tenían y quedándose ellos parados o lo único que tenían para merendar lo compartían con nosotros. Gestos que siempre llaman la atención y que nos haría muy bien imitar en nuestro día a día, para ser un poco más como Jesús.

No alcanzan las palabras para poder contar todo lo vivido en una semana. Simplemente “GRACIAS”. Aunque esta palabra no deja de quedar chica frente a todo lo recibido. Todo el grupo está enormemente agradecido con el Colegio por estas oportunidades, al Padre Leonardo, el gran impulsor de esta escuela y actividad, a la gente de Benito Legeren, a nuestras familias por el apoyo, a todos los que acompañaron en oración y por sobre todas las cosas a la Virgen de los Milagros y a Dios por darnos esta oportunidad, elegirnos y protegernos durante toda la semana.

Una misión que te llena de Dios, de alegría y te da fuerza para todo lo que resta del año; además de dejar muchas enseñanzas para nuestro día a día y nos compromete a ser misioneros en todos los ámbitos en los que vivimos.

 Recreativo 2016 – Benito Legerén, Concordia.

Camino Ignaciano 2016

A lo largo del mes de enero, en las provincias de Tucumán, Córdoba y Mendoza, cerca de 120 jóvenes han participado del Camino Ignaciano.

Esta experiencia está comprendida por un Taller de Autoconocimiento y una semana de ejercicios espirituales.

Durante el Taller se dan diferentes propuestas y dinámicas que ayudan a los participantes a ir entrando, de a poco, en una actitud de reflexión. El TAU es también una instancia para compartir experiencias, confrontar y enriquecerse al poner en común los efectos y sentimientos que las actividades propuestas van despertando en los participantes.

Durante los 8 días de ejercicios, el compartir verbal de la vida que se da durante el TAU, se transforma en un acompañarse desde el silencio, favoreciendo así el clima de oración y encuentro con Dios para uno mismo y para el resto.

Además, en cada uno de los puntos del país, el Camino Ignaciano cuenta con un grupo de acompañantes, que, además de prestar un oído y confrontar sobre el proceso que va haciendo cada ejercitante a lo largo del retiro, se encargan de dar los puntos de oración para cada semana del mes de ejercicios.

El Camino Ignaciano constituye una propuesta de red que invita a los jóvenes a hacer un alto al iniciar el año, para sumergirse en la profundidad del misterio de Dios que se hace carne en la historia de cada uno; y encontrarse con otros jóvenes, que en oración y silencio, están en la misma búsqueda y desean caminar tras el mismo Jesús.

 Testimonio de Miranda Bosatta – Camino Ignaciano en Tucumán

El Camino Ignaciano es una experiencia que siempre quise hacer y nunca me animé; hasta que un día visitando a mi comunidad jesuita en Corrientes un cura amigo me dijo: “Del 15 al 25 de Enero, Camino en Tucumán” y me miró con cara de “¿me vas a decir que no?”.

Ahí estuve del 15 de Enero, subiendo el cerro camino a Belén, llena de miedos e incertidumbres. “¿Podré poder pasar ocho días en silencio?”

Pude. Pero no solo estar en silencio, sino también, encontrarme con Dios, conmigo misma, con los otros.

Pude volver a confiar en ese Dios que nos ama siempre, que nos llama, incesantemente, una y mil veces.

 Ese Dios que sale a nuestro encuentro y nos dice “Zaqueo, baja, que hoy vengo a alojarme en tu casa” aunque esté desordenada, te dé vergüenza, no la limpies hace mucho o tenga mil defectos; porque te amo tan inmensamente que no importa. “Hoy me quiero encontrar con vos para comenzar a recorrer juntos un nuevo camino, para amar y servir a los demás.”

 Dios que nos conoce, nos rodea, nos invade.

 Nos mira con sus ojos misericordiosos ante todos nuestros errores y nos perdona, siempre.

 Nos hace sentir su mayor amor desde la misericordia de perdonar todos nuestros pecados, aún aquellos que nos hacen sentir bajos, nos causan dolor, nos hacen sentir miserables y pensar: “¿cómo puede ser que lo haya hecho, que no me haya dado cuenta?”.

De eso se trata este camino que nos deja con ganas de recorrerlo por completo, de “Darse Cuenta”:  agarrar nuestra vida, todas nuestras experiencias, sueños, anhelos, errores, quiénes somos y ponerlos a los pies del Señor. Entregárselos en ocho días de oración para que en nuestro encuentro con él, nos ilumine y nos muestre su voluntad en nuestras vidas. Y así, ser felices y desde esta felicidad, construir su Reino con amor y  servicio. Porque si no vinimos a este mundo a hacernos uno con el más necesitado y a jugarnos por el otro, ¿a qué vinimos? Ese es el mayor designio de Dios para con nosotros.

Es una experiencia para sentir y gustar internamente, no hay palabras suficientes que expliquen lo que se vive y se siente en estos días de profundo encuentro con Dios, de animarse que Dios nos está esperando ansioso, que quiere salir a nuestro encuentro y colmarnos con su gozo y su gracia. ¡ÁNIMO!

Testimonio: Mi Experiencia de Misión

Por Ignacio Pueyo

La satisfacción que genera el doble beneficio de participar en la Misión San Francisco Javier llena el corazón para afrontar el comienzo del año de una forma distinta. Por un lado ver el fin último de todas las cosas: Dios y la construcción del Reino, es por Él que lo hacemos. Y por otro la alegría de compartirlo con personas que llenan nuestros corazones, que transmiten al Espíritu y que nos ayudan a que no sea una semana más al lado de un grupo de desconocidos. En todo caso somos desconocidos en Cristo, que nos envía a la misión.

Particularmente me tocó participar por segundo año en la experiencia y en Palmitas. Compartí junto a amigos del año anterior y también se sumaron al barco en esta ocasión nuevos misioneros. Luego de la experiencia del 2014 encontramos a la gente del pueblo mucho más abierta y cálida; ya había más confianza y fue más fácil entablar relaciones. La candidez de los niños, la apertura de los jóvenes y el compromiso de algunos adultos hicieron que los talleres fueran momentos muy fuertes para ver a Dios. Con el correr de los días los lazos se fueron haciendo más fuertes y la llegada a las personas fue cada vez más evidente. Comenzamos la misa del lunes con pocos niños y culminamos la del viernes con una capilla llena. Ganamos en cantidad pero también en disposición, en entrega, de parte de la gente del pueblo.

Y llega un punto en que uno se va con algo de nostalgia, con ganas de hacer aún más. Sin embargo Dios es sabio, sabe hasta dónde quiere que demos y nos tiene preparado un cierre de ciclo imponente (como dirían en Palmita) para el próximo 2016 ¡Mucho ánimo misioneros!

 

Vales más de lo que piensas

Por Fabricio Alaña E., S.J.

En el año 2006 Carlos G. Valles sj, nos regaló un pequeño y bello libro titulado ¨Vales más de lo que piensas. Los principios de la autoestima¨ Sal Terrae, Santander,2006). Me inspiro en el primer relato que nos pone para ayudarte a pensar a ti, joven, todo lo que tú puedes aportar al mundo cuando te sientes bien contigo mismo, cuando descubres los valores que hay en tí, eres un ser que con tu edad puedes alumbrar a la humanidad, no solo a los que están cerca de ti, eres sinónimo de alegría, de fuerza, de vitalidad, no solo de problemas cuando padres y educadores no saben conectarse contigo, de crítica cuando observas y haces comentarios a veces fuera de lugar, cuando sabes confiar y contar las cosas eres transparente, eres auténtico. No te desperdicies, ¨vale más de lo que piensas¨. No caigas en lo fácil, lo barato o la ruta más corta del placer, del poder, del falso valer.

La valía que hoy hablamos es la de la persona feliz, que se va desarrollando equilibradamente, aprendiendo de sus errores, de los aportes de los demás, de la tradición. De allí la importancia de la educación, transmitir los valores ya vividos y que han sido positivos, pero también de construir con otros nuevas propuestas que respondan a nuevos desafíos y preguntas. El éxito de esta persona desarrollada estará en descubrir su propio talismán.

Veamos:

Había una vez una ardilla, a la que le iba muy bien en la vida: subía y bajaba por los árboles, cogía frutos, escondía piñas, jugaba y hacía carreras. Sin embargo, se sentía poco satisfecha y quería saber más. Por eso se fue a ver a un hombre muy sabio y viejo de la aldea y le pidió un talismán que la convirtiera en la más sabia entre todos los animales. El anciano le dijo que, para hacer el talismán tenía que traerle las lágrimas de un león, la leche de una búfala, el cuerno de un ciervo y una serpiente viva y entera. La ardilla ni corta ni perezosa, le dijo al león que un cazador se había llevado a sus cachorros y le enjugó las lágrimas con su pañuelo cuando lloró; ordeñó con cuidado una búfala; esperó que se le cayeran los cuernos a un ciervo con la primavera; y con la excusa de medir una serpiente pitón, la hizo tumbarse junto a un palo, la ató y se la llevó al sabio anciano.

El anciano le contestó: ¨Ya tienes el talismán. El talismán es tu inteligencia. Tú has hecho las cuatro cosas más difíciles del mundo. Eres más lista que el león, la búfala, el ciervo y la serpiente. Lo que pasa es que tú no lo sabías. Ese es el secreto que tenía que aprender. El talismán es que sepas el talento que tienes. Ahora ya lo sabes. Vete y úsalo bien¨.

El Papa Francisco a exalumnos jesuitas: ‘¿Todavía tienen el virus jesuita?’

«El Papa que mueve el mundo» es el lema del XVI Congreso Latinoamericano de ex alumnos Jesuitas, que tiene lugar del 11 al 13 de noviembre en la ciudad de Guayaquil, en Ecuador; con el objetivo de analizar y aplicar el modelo de liderazgo del Papa Francisco, para lograr resultados estratégicos sin distinción de credo ni religión, teniendo como eje fundamental la espiritualidad ignaciana, que es una espiritualidad de la encarnación y de la acción donde cada persona participa en su entorno para generar cambios positivos, creando un mundo más justo y humilde.

Con motivo de este Congreso el Papa Francisco envió un video mensaje que Radio Vaticana ofrece a continuación.

TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE DEL PAPA

«Queridos hermanos: Recibí esta carta del Padre Gilberto Freire; me pide un mensaje para este XVI Congreso Latinoamericano de exalumnos de la Compañía de Jesús que se va a desarrollar en Guayaquil, la querida Guayaquil, del 11 al 13 de noviembre del presente año. Y me mandan algunas preguntas. Yo pensé… hablar a los ex alumnos jesuitas, me da la oportunidad de decir qué es lo que espera, el Papa, la Compañía de Jesús, la Iglesia; de un hombre o de una mujer que estudió en un colegio jesuita o una universidad jesuita.

¿Qué espera? ¿Cómo tiene que ser el perfil? Cuando a mí se me presenta alguien y me dice: “Yo estudié con los jesuitas”, le pregunto: “¿Tenés el virus adentro o no, o ya lo perdiste? Es decir, cuál es el perfil de alguien que se dejó formar por la Compañía de Jesús y qué es lo que tiene que dar al mundo ahora. ¿Cómo tiene que actuar? Y dándole vuelta a la cosa, fui a la fuente, a los Ejercicios y les quiero proponer para inspiración del modo de actuar de ustedes, la Contemplación de la Encarnación: el número 101 de los Ejercicios en adelante. Sí, por ahí alguno de ustedes está pensando: “Uh, este nos viene a hacer una prédica”. Les vengo a decir lo que yo creo que tiene que ser cada uno de ustedes y deseo que lo logren ¡eh!, porque mi intención es acompañarlos en esta celebración y ayudarlos.

El jesuita y por lo tanto aquel que estudió con el jesuita tiene como su herencia; tiene que estar en tensión, continuamente en tensión. En tensión entre el cielo, la tierra y él. No puede esconder la cabeza, como hace el avestruz, de la realidad de la tierra. No puede hacerse un mundo aislado con una religiosidad “light” frente a la realidad de Dios.

Y no puede vender su conciencia a la mundanidad. O sea, son tensiones, ¿cómo estoy yo frente a Dios?, ¿cómo estoy frente al mundo?, ¿cómo estoy frente al espíritu mundano que se me propone a cada rato? Entonces si ustedes responden a esas tres preguntas, podrán calibrar hasta qué punto la formación que recibieron de la Compañía de Jesús entró o hasta qué punto la tienen guardada en un armario. Hay que sacarla, o sería muy triste si ya ni se acuerdan. Me parece que como sacerdote, como Obispo, como jesuita, es el mejor aporte que les puedo dar a ustedes en este XVI Congreso de la Compañía.

San Ignacio, en la Meditación de la Encarnación nos pone en tensión en tres cosas: Por un lado, nos hace mirar al cielo: las tres Divinas personas. Por otro lado, nos hace mirar la Tierra: la gente, los hombres, los países, las situaciones. Y por otro lado, nos hace mirar una persona: en este caso María la casa de Nazaret, esa persona hoy es cada uno de ustedes. Y dice así:

“Traer la cosa que tengo que contemplar”. ¿Y cuál es la cosa? Cómo las tres personas divinas miraban toda la planicie, la redondez de todo el mundo llena de hombres. O sea Dios mirando a los hombres y como viendo que todos descendían al infierno, es decir, vivían paganamente, se determina en su eternidad que el Hijo se haga hombre para salvarlos. Después continúa… y ver el lugar, ver la gran capacidad y redondez del mundo, en la cual están tantas y tan diversas gentes. Asimismo, ver también qué hace esta gente. Las unas y las otras. En tanta diversidad, así en trajes como en gestos, unos blancos y otros negros, unos en paz otros en guerra, unos llorando, otros riendo, unos sanos y otros enfermos, unos naciendo y otros muriendo; o sea mirar la realidad como es. Esto lo segundo. Y lo tercero, mirar la casa de Nuestra Señora en Nazaret. ¿Y qué hace Dios? ¿Y qué hacen los hombres?

Y Dios decide enviar a su Hijo a salvar. Los hombres reciben la salvación para ser salvados de la ceguedad y las tragedias. Y la Virgen dice que sí. Es curioso como, cuando describe lo que hablan las personas: mirar cómo hablan unos con otros, como juran, blasfeman, como se pelean, como lo que dicen… Y esto es lo que me inspira hablarles. La Iglesia a ustedes ex alumnos jesuitas los quiere en tensión. En tensión entre la fe que profesan, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; que envía a su Hijo al mundo, y esa fe en tensión con lo que está pasando hoy en el mundo. Esto es un Congreso americano, ¿qué pasa en Latinoamérica?, ¿cuántos chicos no van a la escuela?, porque no pueden, ¿cuántos chicos no tienen alimentación suficiente?, ¿cuántos chicos no tienen salud?

Tres cosas: atención sanitaria, alimentación, educación. Piensen eso. Piensen las “tragedias humanas”, no quiero decir las palabras “tragedias sociales”… sino humanas, porque cada persona es templo de la trinidad. Piensen en las tragedias humanas que están pasando en Latinoamérica. A mí me impresiona mucha en Buenos Aires, una zona de la orilla del Río. Había 36 restaurantes seguidos. Al que iba a cenar ahí le cortaban la cabeza, le hacían pagar una barbaridad. Estaban normalmente llenos. Terminado eso, había una estación ferroviaria y empezaba enseguida una “villa miseria”, una “chabola”, una “favela”. Y de este lado lo mismo.

Que esa figura les haga ver la tragedia que trae hoy día la falta de justicia, la falta de equidad. Y la gente que estaba comiendo allí, mucha era cristiana, mucha creía en Jesucristo y se profesaba católica, y quizás habrían estudiado en colegios católicos, bueno es un ejemplo. Si vos tenés dentro tuyo el “virus jesuítico”, tenés que mirar qué le decís a Dios cuando ves esta desigualdad, qué le decís a Dios cuando ves la explotación de los chicos del trabajo, la explotación de la gente, qué le decís a Dios cuando ves que no se cuida la tierra y que para sembrar y sembrar se desforesta la tierra, y eso hace daño a la gente; qué le decís a Dios cuando compañías mineras usan el cianuro, el arsénico para extraer el mineral y eso atenta a la salud de tanta gente, de tantos chicos, de tantos adultos.

Esto que San Ignacio nos dice: “Mirar como miraba a Dios la faz de la tierra, mirar a todos los hombre, unos naciendo, otros muriendo, otros llorando otros riendo; la realidad… ¿cómo es tu relación con la realidad?, o de otra manera ¿cómo trascendés de vos mismo?, ¿sos un cerrado en vos mismo?, ¿vos te la imaginás a la Virgen cerrando la puerta para no recibir el llamado de Dios? No podés imaginartela así. Pero si sos cristiano, hacé lo que hizo ella. ¿Cómo mirás a los hombres?, ¿con qué mirada? La mirada de tu comodidad, de tu tranquilidad, del que no quiere problemas, o la mirada de tu bolsillo y ¿cómo mirás a Dios?, ¿cara a cara?, ¿persona a persona?, ¿a quién le hablás? A un “Dios spray”, difuso… o le hablás al Padre que es tu Padre, o le hablás al Hijo que es tu Hijo o le hablás al Espíritu Santo que recibiste en el Bautismo. Bueno así los quiero a ustedes, en tensión. Y la verdad siempre se da en tensión, la verdad no está quieta, no está cristalizada, es tensionante, te lleva a actuar, te lleva a cambiar, te lleva a hacer, te lleva a imitar a Dios creador, redentor, santificador; te lleva a ser humano.

¿Estás en tensión?, o estás tranquilo, cómodo… “y no quiero problemas”.

En este Congreso, les deseo que se hagan esta pregunta… ¿cómo vivo yo como ex alumno de la Compañía de Jesús esto que San Ignacio nos hace ver en el Misterio de la Encarnación?, ¿cómo vivo?, ¿estoy en tensión o no me importa nada?

Bueno esto es lo que a mí se me ocurre proponerles, les deseo que pasen un buen Congreso. Guayaquil es linda, una ciudad que quiero; que sea fructuoso el Congreso. Fructuoso, concreto para el corazón de cada uno de ustedes, para la gente con la que trabajan ustedes y para Dios con Ustedes; ¿cómo lo meten a Dios en la familia de ustedes? Le pido al Señor que los bendiga, a la Virgen que los cuide y si lo ven al Padre Paquito denle un abrazo de mi parte. Que Dios los bendiga».

(Transcripción: jesuita Guillermo Ortiz y Sofía Lobos – Programas en español de RADIO VATICANA)

Testimonio de un misionero argentino en Japón

Renzo de Luca es un jesuita que, a sus 21 años (hace 30), fue enviado como misionero al Japón: “estando yo en el Noviciado el P. Pittau vino a Argentina para pedir vocaciones como Provincial de Japón y varios de nosotros nos ofrecimos. Varios años después -1981- la Provincia Argentina asumió el compromiso de enviar misioneros y nosotros renovamos nuestro ofrecimiento.” En un encuentro que tuvo el pasado 29 de Octubre con algunos jóvenes de Centro Manresa, Córdoba, Argentina, contó cómo fue esa experiencia de inculturación en un país tan lejano y diferente del nuestro; y cómo hoy se vive en Japón la misión, el ser religioso, y la lucha por la fe y la justicia.

¿Quién me manda?

Además de haberse ofrecido para viajar junto con otros cuatro compañeros al lejano país oriental, la misión de éstos jóvenes jesuitas al Japón tuvo un impulso particular: “el (actual) Papa Francisco alentaba nuestra misión al decirnos que él también quiso ser misionero en Japón. Nos dijo que nuestra generación iba a poder concretar lo que su generación no había podido. Con el tiempo, pude experimentar muy de cerca lo que significa para la Iglesia y la Compañía de Jesús” cuenta de Luca

La idea de un viaje en misión al Lejano Oriente puede traer para todos aquellos avezados en la lectura de los primeros misioneros la imagen de una persona que con gran ímpetu anuncia a diestra y siniestra el Evangelio. Sin embargo, al contar sobre su desembarco en Japón, de Luca da cuenta de una misión que le ha requerido mucha paciencia, y perseverancia.

Los primeros dos años están dedicados a aprender sobre la lengua y la cultura. Esta tarea le trajo momentos de alegría, pero también de frustración. Según cuenta el misionero argentino, aprender a comunicarse y conducirse en japonés es sumamente complicado: “pasado el año todavía uno sigue sintiéndose un principiante. Es una gran prueba, pero la confianza está puesta en la Compañía y en el Señor que nos envía y Su gracia que nos sostiene.”

Luego de estos dos años de “adaptación” vino el tiempo de los estudios en teología y filosofía: «estudié filosofía y teología allí como una opción de la provincia japonesa de que los misioneros nos formáramos en el Japón, un discernimiento hecho en clave apostólica: por el bien de la misión se optó por esta modalidad”. Esto se debe a que, todo lo aprendido en su formación debía ser luego transmitido en japonés. Además, cuenta que el haber estudiado en esa lengua, le aportó un plus: “eso nos dio un acceso de primera mano a los intereses, modo de vida y de pensar de los japoneses”, explica. Una vez instalado “uno comienza a preguntarse qué es lo que puede aportar y por eso yo me he dedicado a la traducción de documentos originales en latín o portugués”.

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 Al servicio de la Fe y la Justicia.

Entre sus inquietudes sobre la misión en Japón, lo jóvenes preguntaron si tenían allí algunos apostolados o trabajos con los sectores socioeconómicos más bajos, que se encuentran fuera de los centros educativos a su cargo.

“Nosotros tenemos dos centros sociales que trabajan con gente marginada: trabajadores temporales, que son migrantes ilegales, y no entran en el sistema asistencial de Japón. Uno de los servicios que prestamos es la asistencia a los juicios locales a aquellos que no tienen papeles, capaz que están hace 2 o 3 meses y son procesados, de manera sumaria, en cortes locales. Pero claro, todo el proceso se lleva adelante en japonés y es muy difícil para ellos comprender lo que se lee, lo que les hacen firmar y demás. Hace algunos años comenzamos, también, con una escuela para hijos de trabajadores temporales, que no acceden a las escuelas. Para quienes van por 6 meses o 1 año esto no es posible ya que el sistema educativo es para ciudadanos o para residentes temporales. Se viven situaciones de exclusión que no están en los registros que se expresan en marginalización, pero con características diferentes a las que conocemos en nuestro país” explica el misionero argentino.

El trabajo Pastoral

En una sociedad tan diferente, sin duda el ser sacerdote toma características propias. En este momento, los jesuitas en Japón cuentan con dos principales puntos desde los que imprimir una gota de su carisma en la sociedad nipona: los Ejercicios Espirituales y las Parroquias.

“Los Ejercicios Espirituales tienen ‘gancho’” nos cuenta. “Curiosamente lo aprovechan y lo ven como un oasis. Los japonenes tienen muy pocos días de vacaciones y la posibilidad de vivir un día de silencio y en paz, les atrae incluso a grupos no católicos o no cristianos que se interesan aún con la dificultad que implica adaptarlos. Valoran mucho la posibilidad de tomarse el tiempo para, como dicen ellos, pensar y ‘rever lo que estoy haciendo’: es una especie de lujo que se permiten.

En cuando a las parroquias, tenemos varias. La iglesia de San Ignacio, en Tokio, es más grande aún que la catedral . En ella se agrupan gran cantidad de extranjeros (filipinos, peruanos, mejicanos…) y trabajadores temporales. Tienen una práctica sacramental activa, más activa que la de Argentina incluso, siendo una minoría. Al ver que se hace algún bien, enseguida se disponen a colaborar y lo hacen con gusto”.

Sin embargo, aclara De Luca que, debido a la falta y envejecimiento de jesuitas, han tenido que dejar de colaborar con la diócesis en varias parroquias de las que antes se hacían cargo.

En general se trata de un trabajo misionero austero, y muy diferente del que tenemos por estas latitudes. Así lo describe Renzo: “es austero porque no se ven los resultados inmediatos. Muchas veces no sabes qué está pasando por dentro de quienes asisten a nuestros colegios pero también se viven otras cosas que en Argentina no podría verse con facilidad: la gente valora que uno aprecie su tierra, su idioma; que dedique su tiempo a los demás; que trabaje en favor de una causa justa”

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La Falta de Religiosidad.

Renzo de Luca se explaya sobre esta cuestión porque lo considera una particularidad que puede traer aparejadas algunas carencias.

“El mayor impacto es la ausencia de religión. Sin embargo, se percibe un sustrato religioso –o más bien, de trascendencia-, que por momentos aflora. En casos extremos, como el del último Tsunami (2011), se vio claramente en gestos y actitudes que tienen una base, no diría religiosa, pero sí ciertamente espiritual o moral. Y yo veo como un gran desafío de nuestra misión el llegar a ese sustrato, que está por debajo de lo evidente y cotidiano; y al que habitualmente no se llega por las preocupaciones o intereses que ahogan todo eso. Para el japonés medio, ‘estar ocupado’ es una expresión de normalidad que lo excusa de una cantidad de cosas habituales y, entre ellas, del tema religioso.”

Uno de los presentes comparó la situación de Japón con la de Uruguay, país que también ha rechazado la dimensión religiosa en la constitución de la nación, y los efectos que a su, parecer tiene en la población. A partir de esa analogía el misionero pudo realizar una reflexión: “en Japón sigue siendo muy alta la tasa de suicidios, especialmente entre los jóvenes (se hablan de 30000 a 40000 al año) y mucho de los casos están relacionados con una frustración de vida –laboral, por ejemplo. Aquí son clave dos elementos: la falta de fe, de esperanza; y, la connotación cultural que históricamente se mantiene en Japón del suicidio relacionado con la defensa del honor personal y el orgullo propio.”

El Papa Francisco

Como no podía ser de otra forma, la percepción que la sociedad japonesa tiene del pontífice argentino, es tema de conversación y fuente de curiosidad que, ha despertado un interés particular entre los nipones: “hay un interés, se percibe un perfil de líder diferente al de los políticos y tiene una repercusión destacada, siempre en la escala de la minoría que representa el catolicismo frente a otros credos en Japón.”

Para finalizar, de Luca citó al Padre Arrupe, quien también estuvo de misionero en Japón, y con ella, el modo de encarar la misión en la nación nipona: “Hay una frase del P. Arrupe, también misionero en Japón, que decía: “hubo un tiempo en que yo también pensé en que iba a cambiar el Japón”. Un poco lacónico y un poco idealista y todos nosotros soñamos que mientras yo estoy en Japón se den conversiones en masa y demás, eso no hay q perderlo: mantener esa esperanza pero no dejarse llevar por la sola expectativa humana.”

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Testimonio de Misión – Misión San Francisco Javier

Por Emilia Ortiz

Animarme a vivir una experiencia de misión es uno de los mejores riesgos que pude tomar.

¿Por qué digo riesgo?

Porque hay veces que lo que uno no conoce, asusta. Y nunca había misionado. Pero encontrar la oportunidad de sentirse mensajero, de sentir que uno sólo es un medio, solo está por tirar una semillita pero confiando en que lo que ocurre en el corazón, que acepta ese mensaje y esa semilla, es algo mucho más grande fue algo para estar más que agradecida.

Saber que ese mensaje llegó a mi pero que debo compartirlo.

Y en ese compartir, sorprenderse con lo que uno siente, gusta, escucha y ve. Por supuesto que el primer día sentí ansiedad y miedo. No saber con qué me iba a encontrar, que tenía que decir, que debía hacer. Y ahí está el desafío, confiar que Él te va a ir guiando, se va a presentar en la amabilidad de la familia que te recibe, en el que se toma un tiempo para conversar, en las miradas y las sonrisas de los niños y de los jóvenes y por supuesto en el compañero de misión en todo momento.

Tantos gestos que lo reflejan. Vivir unos días que con el cansancio viene una recompensa enorme, ir llenando día a día tu corazón de imágenes, de palabras, de abrazos y de muestras cariño tanto de las personas que visitas o participan de los talleres como de la pequeña familia que se formó con la comunidad misionera. Y todo esto se va acumulando como recuerdos, detalles que durante tu vida diaria va a ser la energía que a veces necesitemos para seguir en lo cotidiano.

La felicidad con la que uno vuelve y sentir que se agrandó el corazón con todo lo recibido es un regalo. Al volver un amigo me dijo que no se puede vivir de misión pero lo que hay que hacer es volver la vida una misión, ahí estaba lo que me faltaba ver. No es sólo un regalo, es un desafío que inició con esta oportunidad pero que va a ser de todos los días. Hoy puedo decir que vivir una misión es algo que si uno se anima, no se va a arrepentir.

 

Mi Experiencia de Misión – Misión San Francisco Javier

Por Agustín Ignacio Otero – San Miguel

La Misión San Francisco Javier es una experiencia difícil de explicar. Lo difícil es poner en palabras lo que uno siente dentro de la misión.

Igual voy a tratar.

Yo iba a la misión Mercedes con muchas dudas, no estaba seguro de cómo, no conocía a nadie, y a los que iban conmigo de San Miguel los conocía muy poco. Por más dudas e inseguridades que tenía, nunca puse en duda si iba a ir o no. Tenía muchas ganas.

Caí un poco en paracaídas: una amiga me había comentado del año anterior que había ido ella, y ahí me puse a averiguar cómo ir, ya que yo no era parte de la Red Juvenil Ignaciana. Una vez en Mercedes, todos me recibieron increíble. Aunque no conocía mucho a nadie, nunca me sentí ni solo, ni excluido.

El pueblo en el que me tocó misionar, Sacachispas, es un pueblito rural, con gente que ya esperaba a los misioneros todo el año. Yo era una cara nueva en el pueblo pero me recibieron con los brazos tan abiertos como a los misioneros que ya habían ido. Allí, estábamos rodeados de la naturaleza. Eso a mí me encantó: las estrellas a la noche, el sol a la mañana, las diferentes combinaciones de paisajes y animales, eran cosas que me movían en el momento de la oración, cosas que me ayudaban, sin darme cuenta, a admirar más a Dios en el Milagro de la creación.

Era un grupito chico de misioneros: 12 en total. Entre nosotros cocinábamos, comíamos, misionábamos, rezábamos, armábamos los talleres, tocábamos la guitarra y una infinidad de cosas más que tardaría mucho en escribir. Nos hicimos muy cercanos entre los 12, una unión que me traje para acá, para Buenos Aires, amigos que, si bien no nos podemos ver tan seguido, son amigos en Jesús, amigos de los buenos. Uno no va a las misiones a buscar amigos, pero qué lindo que es cuando Jesús pone en tu camino gente increíble que querés conservar en tu vida.

Me costó mucho despedirme de todo, del pueblo, de mis compañeros de misión, de la misión misma. Me fui con las pilas cargadas para encarar un año más de rutina. Me fui también con una determinación de volver enorme, casi grabada en mí con una fibra indeleble. Cada vez que me acuerdo de la misión, que miro las fotos o los videos, me viene este sentimiento de felicidad. Seguro los que fueron a la misión me entienden de lo que hablo… cuento los días para volver.

La Misión Mercedes es sin duda una experiencia de las que no se viven muy seguido, una experiencia única, que a mí me sirvió, aprendí de todo, me acerqué a Dios y la pasé genial. No queda más que decir gracias, primero a Dios que me dio la oportunidad de vivir esto, y segundo a todos los que organizan la misión, porque el nivel de organización y logística es impecable.

Estas palabras no alcanzan para contar todo lo que uno vive y siente, pero a grandes rasgos así me sentí yo: un pibe que llegó medio de improvisto a la misión, y se fue sintiéndose parte de una gran familia.